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La cocina verde por Naghi Tan

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Notas del capitulo:

Resumen Trigésimo sexto drabble: Había corrido rápidamente a salvar al cocinero y solo había podido divisar una grieta luminosa a travesando la nada.

Universo: AU. Donde Zoro ve a través de un espejo la vida de Sanji mugiwara.

Número de palabras: 830

Comunidades: Minutitos                         

Número y Nombre del reto: Tabla Angst. 019. Caída

Categoría: PG-13

Notas Naghi Tan: Continuación de la petición de Penumbra

“Descárgame,

Compensa el tiempo que desperdiciaste,

Ven poco a poco,

Vuelve por el chico que dejaste atrás y

Cierra el libro en blanco,

Desconecta tu mente del juego”

—Doncamatic— Gorillaz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Zoro parpadeó tratando de hacer que su vista se repusiera tras el golpe de humo que había recibido, tenía en sus brazos al cocinero y rápidamente se alarmó, estaba en un lugar que no era el Sunny, eso podía deducirlo porque el mecer del barco se había detenido y el lugar no estaba en mar abierto, delante de él, se pudo ver reflejado, pero era diferente.

El Zoro que veía no tenía la piel tan bronceada debido al entrenamiento arduo que hacia fuera, a la luz del Sol, no se le veía ninguna cicatriz, caso contrario de él, que le surcaba una en el ojo izquierdo y supuso que no tendría la del pecho y tobillos.

—Maldición— dijo con voz grave, estaba nervioso pero no lo daría a notar—, ¿Dónde está el barco?

Había corrido rápidamente a salvar al cocinero y solo había podido divisar una grieta luminosa a travesando la nada, chistó molesto, ahora que lo pensaba, no debió dirigirse ahí, ahora estaba en un lugar que no conocía, cargando del cocinero idiota y con un “enemigo” que tenía su misma apariencia.

Se alarmó cuando notó que sus manos estaban húmedas y fue ahí donde el pánico se hizo evidente, el cocinero no podía morir desangrado en sus brazos, no podía morir de ninguna manera.

—Tráelo hacia acá— el otro Zoro le habló, poniendo un semblante serio y dándole la espalda para caminar hacia alguna parte de aquel lugar desconocido para el espadachín.

Zoro entrecerró el único ojo que tenía y sopesó la situación, no sentía que aquel hombre le estuviera engañando y Sanji se estaba desangrando, debía de confiar un poco en él.

—Cualquier movimiento extraño de parte tuya — advirtió el espadachín— y lo último que sentirás será mis katanas atravesándote. ¿Entendido?

   —Lo que digas— dijo el otro Zoro, sin voltear a verlo y haciendo un ademán con una de sus manos, dando a entender que lo que dijera no era una amenaza para él—, pon al rubio en la cama, yo voy a buscar el botiquín.

El espadachín colocó a Sanji en aquella cama y comenzó a desvestirlo, debía comenzar a quitar las balas que lograron colarse y habían entrado en el cuerpo del cocinero.

Sanji estaba severamente dañado, Zoro no comprendía por qué se había descuidado para estar de aquella forma, recorrió con sus dedos el corte que la espada había dejado en el pecho de Sanji.

—Va a estar bien— el otro Zoro dijo, acercándose al cocinero, el espadachín se tensó, no lo había sentido llegar—, por lo visto fue un corte limpio.

El espadachín tenía muchas dudas y quería respuestas, pero no era el momento, debía dejar que aquel hombre curara a Sanji, se hizo a un lado y dejó que ese tipo comenzara a curar al cocinero.

—¿Qué es este lugar?— preguntó, mirando como el otro Zoro limpiaba las heridas y sacaba con unas pinzas las dos balas que habían entrado en el cocinero.

—Puedo darte las respuestas, pero te confundiría todavía más— el otro Zoro le miró, aquel hombre tenía todavía los dos ojos—, les he estado observando por más de un año y sé quiénes son, puedo decirte qué es este lugar como un trueque.

El espadachín se molestó al enterarse de que habían sido espiados por ese sujeto, pero no podía noquearlo, todavía necesitaba la información y por ende planear como salir de aquel lugar y regresar al Sunny. Necesitaba escucharle.

 

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.

 

Era difícil hablar con el espadachín, le veía reacio a entablar más palabras con él y eso era comprensible, enterarse que había sido vigilado por un desconocido no era algo alentador y mucho menos digno de recibir entre aplausos y algarabía. Pero debía de escucharle y ser de mente abierta, por algún motivo creyó que el rubio al que estaba curando sería todo oídos ante su historia, pero el espadachín de sobra se veía que no le creería nada.

—No los veía a todos— se centró en el rubio—, extrañamente los espejos me mostraban lo que él —señaló al chico en su cama— hacia, no me mostraba a los demás, solo cuando era hora de la comida o todos estaban a su alrededor.

Eso no debió haberlo dicho, lo supo al instante que una katana se colocó en su cuello y vio que el espadachín se mostraba molesto.

—¿Qué asuntos quieres con mi nakama?— fue la pregunta que escuchó antes de sumergirse a la oscuridad y no saber nada más.

Cuando despertó, estaba en un barco y a su lado estaban las personas que había visto a través del espejo, el rubio era cargado por un hombre de huesos y no veía por ninguna parte al espadachín.

—Mierda— fue lo que salió de su boca, estaría en problemas, lo sabía bien.

 

 


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