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La cocina verde por Naghi Tan

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Notas del capitulo:

Resumen Trigésimo séptimo drabble: Antes de que ellos estuviesen escondidos en aquel callejón estrecho y oscuro, antes de estar en esa situación, los mugiwara habían anclado en aquella Isla para abastecerse.

Universo: Universo pirata. Donde Zoro y Sanji son perseguidos y terminan en una situación por lo más… delirante.

Número de palabras: 1330

Comunidades: Smut69                           

Número y Nombre del reto: 001. Gemido

Categoría: PG-13

Notas Naghi Tan: Petición de NathyLove5 que dice “em...no se si estas recibiendo propuestas, pero podrias hacer como que los persigan y terminen escondidos en un lugar muy  oscuro y zoro se aproveche de la situacion ajajaj tu sabes jejeje 3”  Y aquí está, espero guste, soy malísima con el smut (llora), ¡pero hice mi mejor esfuerzo!.


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“Oh Stylo

Florece la belleza de tú alma

Cuando sabes que tu

Corazón es puro

El amor es eléctrico”

Stylo— Gorillaz

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Sanji contuvo un gemido sonoro que estaba por escapar de su garganta, Zoro le estaba devorando el cuello sin misericordia, mordía sin morder y dejaba leves rastros de saliva, no muy lejos de ellos la marina se encontraba buscándolos, y Sanji rogaba en silencio el que no los encontrasen en semejante situación, porque no podría explicar su evidente erección y de verdad que no quería que aquello terminase.

Antes de que ellos estuviesen escondidos en aquel callejón estrecho y oscuro, antes de estar en esa situación, con Zoro moliendo su erección contra el abdomen del rubio, los mugiwara habían anclado en aquella Isla para abastecerse. Antes de llegar a Dressrosa todos habían quedado de acuerdo en hacer una leve parada para abastecerse de lo necesario, porque enfrentarse contra Doflamingo no sería tarea fácil. El más reacio había sido Law, pero Luffy había logrado convencerlo de que necesitaban estirar las piernas y relajarse un poco, Doflamingo no se marcharía de donde estaba.

Se habían dividido para poder conseguir lo que faltaba, quedándose en el barco Brook y Law, el plan era abastecerse, esperar que el long pose cargara y marcharse sin hacerse notar, cosa que habían logrado las primeras ocho horas de haber pisado aquella Isla, había sido culpa total de Luffy, lo supieron cuando su capitán iba corriendo con sonrisa en el rostro y gritando que lo habían descubierto.

Al parecer la marina solo buscaba a los más fuertes de la tripulación porque pasaron de largo a Nami, Usopp y Chopper, yendo tras Sanji, Zoro, Franky, Luffy y Robin. Habían prometido no armar jaleo, así que todos optaron por correr y escapar de los marines, de alguna forma Sanji y Zoro terminaron escapando juntos, cosa que disgustó al cocinero, disgustaba de dientes para afuera, porque no admitiría que le gustaba la compañía del espadachín.

Casi podían sentir que sus perseguidores les pisaban los talones, hasta que Sanji divisó un callejón que se camuflajeaba con la oscuridad de la noche, no tuvo que pensarlo mucho, sujetó a Zoro por la camisa y lo arrastró hacia aquel lugar, sabedor de que Zoro tenía ropa oscura y su cabello se mimetizaba con la oscuridad lo puso en la entrada del callejón y él se tuvo que colocar en cuclillas para que su cabello no sobresaliese y así los marines pasasen de largo.

Tarde fue que se dio cuenta en la situación en la que se encontraba, lo notó por el tono de voz ronco con el que el espadachín le habló:

—¿En qué estás pensando, cocinero pervertido?

Sanji sintió la mano de Zoro pasando sobre su cabeza y la leve caricia antes del agarre fuerte hacia sus mechones rubios le dio a entender que el espadachín había creído que Sanji los había arrastrado a ese lugar para todo menos para esconderse.

El cocinero en vano trató de explicarse, porque Zoro lo levantó toscamente y lo arrastró hacia el fondo del callejón, cosa que era peligrosa, porque si la marina los llegase a encontrar estarían perdidos, ese lugar no tenía salida salvo donde habían entrado, iba a protestar cuando la boca de Zoro se apoderó de la suya e inició un beso intenso.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que pudieron besarse de esa manera? ¿Dos años? La última vez que se habían besado fue después de Thriller Bark, de ahí surgió la separación forzada de la tripulación y por ende el encuentro después de dos años, pero en Shabody no pudieron hacer nada por escapar igualmente de la marina, ya en la Isla Gyojin tampoco hallaron el momento para hablar entre ellos, ni se diga en Punk Hazard, Zoro había ido con Sanji en el equipo de Brook para poder hablar con el cocinero, más tampoco hubo oportunidad, Sanji estaba en el cuerpo de Nami y se le hacía extraño el besarle de ese modo y Brook y Kinemon no hacían las cosas más a menas.

Zoro prácticamente gruñó de excitación, ese momento lo estaba esperando desde hace mucho tiempo, y sabía que el cocinero de igual manera lo esperaba con ansias, porque si no ¿cómo explicaba el que lo hubiese arrastrado hacia aquel callejón? Sus manos recorrieron el cuerpo de su amante, porque seguían siendo amantes a pesar de haber estado separados por mucho tiempo, sintiendo los músculos que Sanji había adquirido esos dos años, no podía dejar de sentir ese pinchazo de orgullo —que obviamente no le diría al cocinero— para con Sanji.

Sus manos comenzaron a acariciarle toscamente, podía escuchar los gritos de los marines mientras les buscaban, pero no le importó, momentos como ese no habría seguido y debían de aprovecharlos en gran medida, aunque fuese en un lugar oscuro y húmedo, sabía que al cocinero no le importaría, en peores condiciones lo habían hecho y habían salido tan satisfechos que volverían hacerlo si se podía, más nunca lo habían hecho con personas que les estuviesen buscando insistentemente y eso daba un toque de morbo que a Zoro le ponía a mil.

—Cocinero, bájate los pantalones— dijo con la voz ronca, necesitaba sentirlo, aunque fuese de una manera rápida y sin besos y cortejos previos.

—Jodete, marimo de mierda— el cocinero, por su parte, quería hacerlo muy difícil, eso pensó Zoro—, ¿qué hay de la puta cena?

Si el cocinero no se los bajaba sería el mismo Zoro el que lo hiciese, que no era el momento de ir lento, rápidamente le desabrochó el cinturón, le dio la vuelta de forma brusca y le bajó los pantalones junto con los boxers, si Sanji no quería eso, en ese momento bien podía darle una patada y mandarlo a la mierda, pero era todo lo contrario, el rubio se veía dispuesto se inclinó hacia adelante y se apoyó contra la pared, Zoro tragó saliva.  

—Va a doler— advirtió mientras sacaba su miembro y lo colocaba cerca de la entrada del rubio.

—Sé muy bien— le respondió— apúrate, que tú no eres el que…

Y Zoro gimió lleno de placer, tuvo que cerrar los ojos y esperar que su cuerpo se adaptarse a las altas temperaturas que el interior de Sanji tenía, sin olvidarse del cocinero, con una mano sostuvo sus caderas y con la otra comenzó a hacerle leves caricias en la espalda, entrar en seco no era cómodo y nada placentero, pero ya anteriormente ambos habían descubierto la torcedura que Sanji tenía por el dolor.

—¿Listo, cocinero?— gruñó, sintiendo que el rubio apretaba y tomó eso como una afirmación.

Mientras que Zoro embestía con relativa brusquedad, Sanji tenía en mente vengarse una vez tuviera la oportunidad, pero admitía que el riesgo de ser descubiertos más el dolor que le causaba ser penetrado de esa forma le encendía, ellos eran rudos, ellos sabían del dolor y ambos compartían esa torcedura, porque ambos en batallas anteriores se sentían plenos al sentir golpes, sablazos y demás cosas que produjeran dolor.

—Marimo— gimió, ahogando un grito de placer cuando el espadachín rozó su próstata—, no te detengas.

Que los marines aunque estuviesen cerca eran unos imbéciles y se desharían de ellos cuando acabaran, Sanji comenzó a moverse rítmicamente, al compás de las embestidas de su amante, aquello era placer, sentía los dedos callosos del espadachín apretarle la cintura, eso iba a dejar moretones, pero que bien se sentía.

El orgasmo fue asombroso, quizás por el tiempo en que no se habían visto, quizás porque necesitaban aquello. Zoro cabalgó su orgasmo y se detuvo una vez vio como Sanji se arqueaba y masturbaba para llegar más rápido, se maldijo, su resistencia era mínima, pero ya lo compensaría.

Ya vestidos y viendo que el cocinero caminaba tambaleándose, Zoro sonrió y le sostuvo.

—Vamos— dijo y Sanji simplemente se dejó ser, que no era débil, simplemente el cansancio le embargaba.

—La próxima vez, soy yo el que lleva.

Zoro sonrió ante eso.     

 

 


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