Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La cocina verde por Naghi Tan

[Reviews - 42]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Resumen Trigésimo noveno drabble: Ese día Zoro estaba molesto, más que molesto, estaba tan cabreado que ningún niño y hasta adulto osaba acercársele.

Universo: AU. Donde Zoro y Sanji son jóvenes de quince años disfrazados porque tienen que acompañar a sus amigos más jóvenes a pedir dulces.

Número de palabras: 1855                

Comunidades: Minutitos                         

Número y Nombre del reto: 016. Encierro

Categoría: NC-17

Notas Naghi Tan: A petición de Penumbra de Amor Yaoi que dice “si podrías hacer una historia donde los chicos vayan en grupo (todos disfrazados) a una casa embrujada o cementerio (el que tú prefieras) y que por diversas circunstancias, nuestra parejita quede rezagada del resto, y aprovechen la situación...<3 xD bueno he ahí mi idea loca.” He de decir que veo que agrada mucho la clase de fics donde estos dos son muy dados a demostrar algo de afecto único, y que esos son los que más se me complican… No tenía planeado nada para este día (en México apenas es el 31 de Octubre) pero me lo pidieron y yo: Bueno. Espero que te agrade a ti lector, así como a ti Penumbra.   

“Pero debo decirte que

Te amo demasiado últimamente”

—To Binge— Gorillaz

 

Ese día Zoro estaba molesto, más que molesto, estaba tan cabreado que ningún niño y hasta adulto osaba acercársele, ¿Por qué nuestro pequeño estaba en ese estado? No era porque tenía que acompañar a sus amigos a pedir dulces, no señor, que una cosa era que no le gustasen los dulces y otra muy distinta era dejar plantados a sus amigos —casi hermanos—, tampoco era que Nami le hubiese obligado a disfrazarse, no tenía nada que ver, porque admitía que el disfraz de soldado zombi de la segunda guerra Mundial era demasiado original, tanto que el maquillaje hacia parecer las heridas casi verdaderas —¡hasta tenía una cicatriz en su ojo izquierdo hecho con maquillaje!—, no, aunque estaba enojado con Nami por ser una de las causantes de su molestia.

Frente a él se hallaba el detonante de su disgusto, eran las ocho de la noche del pleno día de brujas y tanto Sanji como Zoro fueron los encargados de cuidar de Chopper, Nami, Luffy y Usopp, a petición de Robin y Franky, quienes eran los mayores del grupo y cuidaban de tres de los cuatro niños, Luffy era la excepción, él vivía con Dadan y sus dos hermanos, y tanto Zoro como Sanji eran adoptados, Zoro vivía con Koshiro y Kuina y Sanji vivía con Zeff. Si bien Zoro tenía rivalidad con Sanji, a él no le gustaba que a este le coqueteasen descaradamente y no era ninguna niña ciega que se encontrase despistada, que una chica rara vez —para no decir que nunca— se fijaba en su rubio rival, no, en este caso era un chico conocido por todos y mayor que Zoro y Sanji por tres años, Trafalgar Law estaba sentado en una barda junto tres tipos más y un oso polar bebé —Zoro estaba que no se creía lo que veían sus ojos—, pero se sorprendió más al ver a Sanji sonreírle al tipo.

Nami había disfrazado —junto a Robin— a Sanji de cantante de Rock*, Zoro había tragado saliva al verle con camisa de vestir negra, corbata roja y jens negros, llevaba en la espalda una guitarra blanca y su ojo izquierdo seguía cubierto por el cabello del cocinero —le decía así porque ayudaba a Zeff en el restaurant de este—, toda esa ropa oscura hacía que su piel pálida resaltase aún más.

—¿Cómo es que te dejaron salir con Bepo?— Sanji dijo con una sonrisa, exhalando el humo del cigarro que fumaba, Zoro sabía que ya desde más chico el rubio había comenzado con ese vicio, pero era jodidamente perturbante verlo fumar, apenas eran unos niños.

Zoro conocía a Law porque Luffy se los había presentado, aquel chico era extraño, usaba delineador negro, llevaba dos persings en las orejas —que ahí Zoro se mordió la lengua, porque él mismo llevaba tres en su oreja izquierda— y en los nudillos ya tenía tatuajes, pero ya era mayor de edad.

—Cora-san me dio su permiso— otra sorpresa más, porque a Law no le gustaba que le cuestionasen, pero se veía de lejos que sentía cierta predilección por el rubio, tanto que Robin cuando estaba con ellos solía adentrarse en las pláticas de ese par, Law era ya mayor y según Robin, podría tratar de hacer algo con Sanji—, nosotros vamos a la casa del norte, la que antes era habitada por Moria. ¿Vienes, Blackleg-ya?

Y todos se pusieron en alerta, tanto Nami como Usopp fruncieron el ceño al igual que él, Nami, con su disfraz de bruja —buen disfraz, si se le preguntaba— y Usopp disfrazado de un villano de la película de terror más vieja que habían visto, con motosierra de juguete y todo, caminaron hacia Law y estaban dispuestos a decir un rotundo no cuando Luffy saltó de sorpresa.

—¡Aventura!— todos gimieron de disgusto, no podían decirle a Luffy que ese lugar era propicio para que Law se perdiese con Sanji e hiciera algo con él del cual no querían que el cocinero resultase lastimado.

Pero, si iban y no se separaban de Law, entonces no pasaría nada malo, Zoro supuso, aun emitiendo un aura de enojo. Law era descarado con sus coqueteos y Sanji parecía no darse cuenta.

Chopper, el menor de todos ellos, que iba disfrazado de venadito, había secundado a Luffy con total alegría, y tanto al futuro Rey de los piratas —hasta que a Luffy se le pasase la emoción por ir disfrazado de pirata— como a Chopper, no le podían negar nada.

 

.

 

.

 

.

 

La casa de Moria era por lo más excéntrica, pensó Zoro, entrecerrando los ojos para asegurarse que Law no bajase esas manos a una parte más íntima del cocinero, últimamente se molestaba con cualquier persona que se acercase al rubio, Kuina se burlaba de él, diciéndole que era amor que sentía por su rival.

No era amor ni nada de eso, era que él cuidaba a sus amigos, en este caso rivales-de-cejas-ridiculas-mujeriegos-y-que-eran-tan-estúpidos-por-no-darse-cuenta-que-atraían-a-más-hombres-que-mujeres. Habían logrado pasar por el jardín sin ser vistos, Law les había contado que esa casa en particular estaba maldita, Basil se lo había dicho y ese hombre era un vidente. Cosa que hizo reír a Zoro, porque era ridículo creer en eso.

—Aunque le parezca gracioso, Roronoa-ya—Law le miró molesto—, Basil, Drake, Sanji y yo pertenecemos al mismo orfanato, y sabemos que Basil jamás nos mentiría con eso.

Una sorpresa más, porque nadie, al parecer, sabía que Sanji ya conocía de antes a Law, cosa que hizo enfurecer a Zoro un poco más, ¿Sanji no confiaba en ellos? Sabía que era reservado en cosas de su pasado, pero no a tal punto de evitar nombrar cosas relevantes.

—Antes que Cora-san y Doflamingo me adoptasen—prosiguió Law—, se decía que Moria era un hombre temido, se dice que hacia desaparecer a varias personas y los mataba, uno de sus ayudantes volvía Zombis a los muertos y eso era verdad, Cora-san me contó que prohibían a los niños acercarse aquí, hasta que Moria fue asesinado por un grupo de personas a las que les había arrebatado a sus familiares.

Zoro no creía eso, ni de sobra, pero sus amigos si, más Nami, Usopp y Chopper, que ya temblaban de miedo, habían logrado pasar la primera planta y ahora todo se veía extraño, escaleras que estaban de cabeza, pasillos con espejos y muñecas que adornaban los pasillos, era lo que más se veía. Y esa noche, esa precisa noche, la luz de todo el pueblo se fue.

Gritos de miedo fue lo que escuchó, pero alcanzó a divisar que el cocinero —que estaba a su lado— era arrastrado a otra parte.

—¿Quién está?— preguntó en voz alta, para saber si todos se encontraban con bien, por dentro estaba hirviendo de coraje, todos dijeron que se encontraban ahí, todos menos Law y Sanji.

—¡Zoro!— Nami gritó, y no fue necesario decirle que era lo que tenía que hacer, porque sus propios pies ya estaban marchando.

Si de día las calles cambiaban a cada rato, de noche y en la oscuridad era más difícil hallar un camino. Pero un ruido de forcejeos y un gemido, fue lo que le guió.

Lo que vio fue una escena que no quería ver, que había deseado que no pasara por ningún motivo y que por un descuido había sucedido, frente a él se encontraba Sanji con la camisa abierta y las manos de Law recorriéndole el torso, la cara de susto de Sanji fue todo lo necesario para golpear a Law y llevarse al cocinero lejos. Gritó a Nami mientras pasaba a su lado, que era momento de irse.

Se llevaría a Sanji a su casa y no lo dejaría salir por nada del mundo.

 

.

 

.

 

.

 

Cuando llegó a la casa de Koshiro, la luz había regresado y tanto Kuina como Koshiro se mostraron preocupados por el estado en que se encontraba Sanji, Zoro rechinó los dientes al ver que el rubio no diría nada y guardaba silencio hacia las preguntas, cuestiones que Zoro respondía con enfado y que Koshiro llamase a Zeff para informarle de la situación.

—¿Por qué te callas?— le gritó, estando en su cuarto e incrédulo por el estado de calma que Sanji tenía, era difícil verlo así, porque el estado de animo de Sanji siempre había sido explosivo, apasionante y embriagador.

—No es que no supiese lo que hacía— el rubio respondió con calma—, es que tú eres tan idiota como para no darte cuenta que yo siempre he tratado de llamar tu atención.

.

 

.

 

.

 

Zoro parpadeó cuando Sanji le llamó, aún no habían ido a aquella casa, pero ya había creado un escenario tan agrio y sombrío que no dejaría que sucediera, aceptaron ir, pero ahora él se armaría de valor como para decirle a Sanji que sí, que efectivamente él le quería.

En la casa, Zoro se fue rezagando a propósito y Sanji le miró con curiosidad, cuando todos los demás iban adelante, Zoro sujetó al rubio por las muñecas y se lo llevó a un cuarto que estaba en penumbras.

—Pero ¿Qué demonios te…?— la queja de Sanji fue cortada por los labios de Zoro y este lo arrastró a una esquina de la habitación, no quería que nadie lo tocase como en su mente lo había hecho Law, no, solo sería él. —Cabeza de musgo idiota.

Zoro sonrió ante la respuesta entusiasmada de Sanji, besos hambrientos, manos de  adolescentes hormonales que recorrían cuerpos ajenos y gemidos entrecortados que eran silenciados por las mordidas a labios contrarios, todo era un coctel de emociones y con gusto ellos aprenderían como hacer lo que daba a demostrar que querían ser uno.

—Cocinero ciego— le reprendió juguetonamente, no dejaría que nadie viese lo sexy que Sanji se veía montándolo y auto penetrándose, no dejaría que nadie escuchase esos gemidos que salían de sus labios hinchados por los besos y mucho menos dejaría que Sanji se apartara de él. Eran apenas unos jóvenes que salían de su niñez, aprendiendo cosas nuevas y que aún faltaban cambios que la pubertad traía consigo. Pero que bien se sentía experimentarlo con otra persona.

Porque un miedo tan atroz como ver a la persona que más quería siendo sometido por otra persona hacía que rápidamente se aceptasen los sentimientos de amor. Zoro corrió con la suerte de ser perceptivo y adelantarse a los hechos, porque si no hubiera hecho lo que hizo, Law se hubiese quedado con Sanji y Zoro se hubiese quedado solo.

Era cierto que Sanji, Law, Basil y Drake venían del mismo orfanato, pero era más cierto que Law y Sanji se querían como hermanos, aunque Law había pasado esa fase y veía con otros ojos a Sanji. ¿Por qué Sanji se iría con Law si Zoro no se hubiese adelantado? Porque sabía lo solo que Law se sentía al perder ese día a Corazon, porque el rubio dejaría su felicidad por ayudar a otras personas y Zoro no se vería necesitándolo. Pero ahora Zoro lo necesitaba y Sanji le correspondía.   

—He llegado a pensar, que te amo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).