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La cocina verde por Naghi Tan

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Resumen Septimo Drabble: Todos los días era lo mismo, las primeras veces sintió furia, después lástima, ahora hastío, porque nadie ideaba algo nuevo para salirse con la suya.

Universo: Alter Universe (Universo Alterno), donde a Sanji casi a diario lo secuestran y Zoro lo salva una y otra vez.

Número de palabras: 794

Comunidades: Retos a la carta y Reto diario.

Número y Nombre del reto: 7. Desinterés

Categoría: PG-13

 

 

 

 

 

“Oh, bésame

Tira el cigarrillo y luego bésame,

Elévame la vista y luego mátame de

Manera dulce.

 

Oh, sabes que yo sé que tú sabes

Si…

Me encanta…

Eh… digo, me encantaría conocerte.”

—No you girl—Franz Ferdinand

 

 

 

 

Cuando sintió que le agarraban de la camisa ya sabía lo que vendría a continuación:

—No grites o disparo—la amenaza seguido de un fuerte empujón y de manos cubriéndole el rostro para que no gritase y alarmase a la gente.

La diferencia de los demás es que este tipo tenía al parecer más cojones que sus antecesores, porque si bien lo había amenazado con un arma de fuego, le habían comenzado a atar —cosa que nadie hasta el momento se había dignado en hacer—, Sanji estaba harto de la situación, desde que comenzó a crecer —catorce años para ser precisos— hasta ahora —veinte—, varios tipos seguían sus huellas.

No, no era que le debiera dinero a algún mafioso o algo por el estilo, simplemente le encontraban… llamativo, no quería que le recordasen que hombres poderosos le habían ofrecido a Zeff algunas cuantiosas sumas de dinero por él, demás está decir que el viejo les regreso el dinero a patadas en el culo.

Todos los días era lo mismo, las primeras veces sintió furia, después lástima, ahora hastío, porque nadie ideaba algo nuevo para salirse con la suya.

Sanji estaba ahora con los ojos vendados sintiendo como el vehículo se movía a toda velocidad, eso hizo que le llamase la atención, nadie llegaba tan lejos. Dio un respingo cuando sintió que varias manos le comenzaban a toquetear diversas partes del cuerpo, a punto estuvo de protestar cuando un fuerte chirrido, seguido de un volantazo sucedió.

—¡Oi! ¡Cejas rizadas!—la voz de un joven fue lo que vino después, Sanji lo reconoció enseguida, ese era Zoro, su no amigo de la infancia, quien tampoco era su vecino de alado, con quien tampoco tomaba clases en la misma Universidad y mucho menos era el tipo con el que se iba a casar la próxima semana, no, claro que no. ¡Ok! No engañaba a nadie negando lo obvio, vamos con el prometido de Sanji.

 

.

 

.

 

.

 

Cuando despertó y escuchó el chirrido del motor de un carro fue que dio un bostezo y miró hacia la dirección donde ese coche había ido, ese era el problema de estar en una relación con un tipo al que se la pasaban secuestrando todos los días, se tenía que mentalizar que al casarse con el hijo de Zeff, la pequeña berenjena pasaba a ser su responsabilidad… o algo así, Zeff no le dio mucho de donde elegir.

De pequeños se habían odiado mutuamente, por cosas estúpidas y pendejas, aunque ahora de grandes no había mucha diferencia. Comenzó a correr, dándose cuenta de que el camino que había tomado estaba siendo bloqueado por un cartel enorme de construcción, las calles se le habían vuelto a cambiar.

Si bien se estaba acostumbrando a los secuestros, recordó cuando fue testigo del primero, a sus catorce años ver que a su no amigo se lo llevaban a la fuerza no fue nada lindo, y más cuando sintió que a él mismo le arrancaban el corazón, seguido de las tripas y demás… se dio cuenta ahí que no podía vivir sin el rubio, a como había dicho Koshiro en un tiempo, hasta que le hiciesen algo a lo que más quería se daría cuenta de sus sentimientos y eso pasó.

El Zoro de catorce años logró salvar a Sanji, quien a su vez le dio una patada en la cara por cargarlo cual princesa, no es que esperase un beso o agradecimiento…

—¡Un jodido gracias vendría bien!—le había gritado a Sanji.

El tiempo pasaba y pudo ver un coche, desenvainó la katana —que ya tenía licencia para ser usada en ocasiones como esa— y dio un sablazo, rompiendo las llantas y haciendo que el vehículo perdiera el control, chocara y explotara… suerte que Sanji no iba ahí, pudo identificar cuando una familia salió corriendo del desastre.

No sería la primera vez que confundía un coche, quince más y había hallado al que llevaba al rubio, sin pensarlo mucho logró que frenara —rompiendo un vidrio, ya había aprendido algo— y se dispuso a sacar a su prometido, se puso furioso al ver como estaba atado, amordazado y con los ojos vendados, pero más furioso estuvo al ver la ropa desarreglada del rubio, no preguntó, no era necesario.

 

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Si hace más de diez años le hubieran dicho que se casaría con un tipo con cara de matón y de cabellos verdes… se hubiera reído y matado al que lo dijo. Pero ahora, con él sobre su cuerpo, no podría quejarse de mucho…     

 


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