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La cocina verde por Naghi Tan

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Resumen Segundo Drabble: Sanjeen veía las numerosas pantallas que estaban conectadas a todas las cámaras de seguridad de la mansión, un tic le vino en su ojo izquierdo cuando vio a Nakamura Hanzorou saltar libremente las rejas.

Universo: Alter Universe (Universo Alterno), tomado del omake número 11 del manga de One Piece, Universo de: Detective Loomes. De la serie de viñetas del teatro de One Piece. Para más referencias, buscar Omake número 11.

Número de palabras: 1030

Comunidades: Retos a la carta y Reto diario.

Número y Nombre del reto: De la Tabla Pecados 06. Orgullo

Categoría: R

A petición: De Childerika quien dijo: “Corto, muy corto, un cruento encuentro no hubiera caído mal, aunque fuera corto. Jaja” Así que es continuación de “No me esperes en Abril”

 

 

 

Parte dos y última de: “No me esperes en Abril”

 

Hanzorou no estaba perdido, no señor, las calles se habían movido y eso lo había alejado de su destino. Una semana había pasado desde que la carta de Sanjeen había llegado a sus manos y durante ese tiempo, se la pasó caminando con rumbo a la mansión de este. Mentira era que Golco Sanjeen vivía cruzando cinco calles a la casa de Hanzorou, eso no podía ser cierto por el tiempo en el que había tardado en llegar.

Frente a la mansión, Nakamura se vio el Yukata, vio unas pringas de sangre pero no le dio importancia, habían sido de los bastardos que no le decían correctamente las direcciones, no anunció su llegada, no era necesario, con solo saltar la enorme reja ya había entrado.

Sanjeen veía las numerosas pantallas que estaban conectadas a todas las cámaras de seguridad de la mansión, un tic le vino en su ojo izquierdo cuando vio a Nakamura Hanzorou saltar libremente las rejas, frunció el ceño y suspiró hastiado, no estaba en condiciones de pelear con el criminal callejero, sus heridas aun no sanaban, claro que había derrotado a Crocodile, pero hubo un precio que pagar, sus dedos se fueron directo a su ojo derecho que se encontraba cubierto por un mechón rubio de cabellos. Criticaba con frecuencia al criminal callejero, diciéndole que sus múltiples cicatrices eran muestra de debilidad, poniéndose como el ejemplo claro de que un auténtico asesino no debía de tener ni una marca en el cuerpo. Pero sabía que las burlas que el criminal callejero le daría tendrían fundamento.

Sanjeen observó el avance del criminal, por las bocinas se podían escuchar los pasos de él, Hanzorou era un Japonés chapado a la antigua, con sandalias de madera y una Yukata color negra y flores verdes, las cicatrices de su rostro le hacían parecer intimidante, pero la Yukata no cubría bien el pecho de este, dejando ver una enorme cicatriz que le cruzaba diagonalmente, Sanjeen todavía recordaba cuando curó aquella herida, poco después la de los tobillos y después las del rostro.

Aun no entendía por qué seguían visitándose de aquella manera, al principio eran peleas tontas y sin sentido, debido al odio mutuo por tener casi la misma fuerza, después, accidentalmente hubo un toque, el cual desencadenó una relación carnal, porque la demostración de su fuerza ahora se mostraba en el lecho y con todo el cuerpo. Sanjeen trató muchas veces de alejarse, se había ido por más de medio año a Francia, pero Hanzorou lo buscó y lo encontró, así se dio cuenta de que estaba a merced el hombre.

Sanjeen apretó botones, para que el criminal siguiese en línea recta y no se perdiera en la mansión, Hanzorou se veía imponente con las tres cuchillas que llevaba en los dedos de su mano izquierda, su brazo derecho estaba metido en el Yukata, cuando vio que ya estaba cerca, suspiró, sabedor de lo que vendría.

Era extraño, pensaba el criminal, cada vez que llegaba a la mansión los pasillos siempre le dirigían a su destino, no se movían como el resto de calles de la ciudad, prefería la mansión, si le preguntaban claro está.

Reconoció la puerta que daba a la habitación del asesino a sueldo, no llamó, eso era para personas que no estaban familiarizados a su entorno, sin embargo se hizo a un lado, esquivando una bala que iba dirigida hacia él.

—Bonita bienvenida, rubio idiota—saludó, enderezándose y quedando de piedra al ver fijamente al asesino, una venda tapaba su ojo derecho y no llevaba más que vendas cubriéndole todo el torso, era extraño verlo sin mucha ropa, acostumbrado a verlo con trajes blancos y bufandas de plumas que llevaba como accesorios.

—Puedes burlarte—espetó Sanjeen, caminando hacia su cama y recostándose, las heridas aun no sanaban, había perdido el ojo derecho, tenía rotas cuatro costillas y había recibido una serie de balazos por todo el espinazo, había subestimado a su presa y esas eran las consecuencias de su soberbia.

—No tengo por qué burlarme—admitió el criminal, desconcertado por la cantidad de vendas y la palidez de su amante, ahora podía sentir en carne propia lo que Golco sentía al verle muchas veces desangrándose y con heridas varias, quería matar, tenía ganas de matar al bastardo que le había hecho eso a Sanjeen, pero sabía que ya no podría, Sanjeen nunca se daba por vencido.

—Ahora creo que podemos combinar—Sajeen se rió, prendiendo un cigarro e inhalando de este—, nos hace falta un ojo a cada uno y…

No pudo continuar, Nakamura lo estaba besando con intensidad, ambos eran orgullosos, y Golco sabía que de la boca del cabeza de musgo no saldrían palabras reconfortantes, ni un te extrañé o estaba preocupado…

Sanjeen podría vivir desgracia tras desgracia, pero sabía que contaba con Hanzorou, y agradecía internamente el momento en que fue arrastrado al borde del abismo, porque ambos hombres estaban destinados a sufrir agonías, pero juntos, eso no era tan doloroso.

Sintió las manos de su amante acariciándole lentamente, amaba a ese hombre y esperaba que el otro también lo amase, y si no, sabía que tarde o temprano aquel hombre caería ante él.

—Estúpido cejas de sushi.

“No vuelvas a preocuparme”

—Estoy en casa, marimo bastardo—le sonrió, descifrando los insultos del criminal.

—Eres mi desgracia, idiota—suspiró el de cabellos verdes.

—Pues viva tu desgracia.

No eran personas románticas, pero vivían el momento, sabedores de que sus propios estilos de vida podrían matarlos en cualquier instante.

—Claro—Hanzorou sonrió, eran pocas veces la que lo hacía—, que Viva mi desgracia.

Esa noche habría un incendio en la casa del Criminal callejero, pero la suerte estaba de su lado, porque el lecho de Sanjee lo había reclamado, a veces era cuestión de suerte el que estuviera con vida.

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El detective Loomes observaba las cenizas del lugar, no se había reportado ningún cadáver, y se alegró por eso, Hanzorou le caía bien como para que muriera, se inventaría cualquier excusa, había escuchado que Golco había llegado a la Ciudad y con eso, la tranquilidad de aquel lugar regresaría.

 

 

 


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