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La cocina verde por Naghi Tan

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Resumen Tercer Drabble: Perdido estaba en sus pensamientos, que un sonido le sobresaltó, colocando su mano sobre Wado se apresuró a la proa del barco y escuchó atentamente.

Universo: Alter Universe (Universo Alterno), no tanto, es uno donde Sanji no está en la tripulación.

Número de palabras: 759

Comunidades: Retos a la carta y Reto diario.

Número y Nombre del reto: 07. Enamorarse a primera vista.

Categoría: PG-13

 

 

 

“Al pasar un pescador

En su barca marinera

Junto a las rocas

Que baña el mar

Oyó una voz cantar…

Y remando se acercó

Donde rompe la escollera,

Con ansias locas

De aprisionar

La dulce voz aquella.”

—La Sirenita—Cri Cri

 

 

Aquella noche le tocaba a Zoro hacer guardia, la noche era fresca y la brisa nocturna del mar se dejaba sentir tiernamente. No sabía si odiaba quedarse despierto o por el contrario, se sentía agradecido por esas pocas horas de calma en la que podía pensar y aclarar sus metas.

Extrañamente, en el Sunny, aun no tenían cocinero, Luffy no lo podía encontrar, según él “Debe ser el mejor, uno que quiera alimentar al más hambriento…”  a veces Luffy era extraño, pero a Zoro se le venía a la cabeza que en realidad el cocinero debía de aguantar el ritmo del hambre de su capitán. Tristemente, no habían encontrado —hasta el momento— ninguno digno de la admiración de Luffy.

Perdido estaba en sus pensamientos, que un sonido le sobresaltó, colocando su mano sobre Wado se apresuró a la proa del barco y escuchó atentamente: Un sonido de algo siendo soplado era cada vez más y más fuerte.

Entornó los ojos, para poder ver en la oscuridad y logró su objetivo, sobre una pila de rocas en medio del mar, un hombre estaba soplando a través de una caracola. El barco poco a poco se acercaba y pudo ver bien ya de cerca, que lo que veía no era un hombre, sino un tritón.  Las miradas de ambos chocaron entre sí, pero Zoro parpadeó con su único ojo bueno, claro que había visto tritones en la Isla Gyojin, pero este era diferente. Poseedor de dos colas de pez (al parecer pez espada) de color azul plateado, y con el torso tan blanco, con el resplandor de la Luna podía verse un poco brillante. Lo único que podía ver del rostro del tritón era el ojo izquierdo que era de un color azul océano: tan intenso que el color no podía existir, pero ahí estaba. El tritón era rubio.

—Oi—Zoro por fin le habló y lo único que obtuvo fue una mirada fugaz y el tritón se echó al mar.

Ahí comenzó la cacería, noche tras noche, el espadachín tomaba la guardia de noche, para poder verle, el tritón al parecer les seguía, dando a demostrar que era curioso. Zoro una noche vio que el rubio poseía un tridente y que la razón por la que los seguía era para cuidarlos de esas aguas engañosas.

—¿Por qué lo haces?—le preguntó una noche, una en la que el tritón se había acercado cautelosamente al barco y solo asomaba la cabeza, Nami había dicho que alguien estaba controlando el mar y que de seguro debían de estar agradecidos, porque aquella ruta debía estar llena de remolinos marinos y hasta el momento no habían encontrado ni uno.

No recibió respuesta, pero antes de volver a adentrarse al mar, el tritón le sonrió.

Una semana había pasado y aun no sabía el nombre de la criatura, por ese motivo  Zoro le decía varios apodos, debido a la forma de las cejas del rubio.

—Oi, cejas rizadas—gritó una noche, cuando una tormenta de repente se presentaba y el tritón sacaba su caracola y empezaba a tocarla, causando que la tormenta lentamente se disipara—, ¿aún no me dirás tu nombre?

El tritón le miró atentamente y sonrió, negando con la cabeza y acercándose más al barco. Se veía cansado.

Un día, a Zoro se le ocurrió atraparlo con una red, sabía que si lo atrapaba quizás el tritón por fin le hablara, porque hasta el momento no había dicho nada.

Con red en mano y ocultándola mientras hacía que el tritón se confiase y se acercase al barco, la echó sobre el rubio quien jadeó ante el repentino ataque…

Zoro sonrió al comenzar a acercar la red a la borda, pero vio incrédulo como el tritón dejaba de forcejear.

—Sanji—habló por fin la criatura, la voz era tan firme y suave—, Sanji era mi nombre.

Y antes de preguntar por qué decía su nombre en pasado, el tritón se volvió espuma de mar.

El espadachín sabía lo que significaba eso, el tritón ya no volvería. Pero un susurro del viento le hizo darse cuenta que se había adelantado, que el rubio estaba estudiándolos para ver si eran dignos de seguirlos por siempre…

El viento decía mientras las olas comenzaban a rugir:

“Porque la ley del mar no sabe de romance…”

 


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