Todos los días suelo maldecir un par de veces, pero creo que hoy había rebasado mi cuota por mucho. Maldije todo lo que había pasado hace una semana, el haberle mandado el mensaje, el que esa noche estuviera libre, el que lo haya hecho esperarme, el haberlo llevado a casa, el no haberlo apartado desde el primer instante, el haberle explicado la situación dándole más esperanzas para que siguiera con sus planes, el haberlo besado. ¡Maldita sea! ¡Pudo haber acabado ahí! Pero no… yo tenía que ir y besarlo, ¿Por qué? ¿Si no quería nada con él por qué lo tenía que besar? Y es que para mí él es un amigo querido, el único amigo que atesoro de mi infancia. Simplemente no podía decirle no y dañarlo… o era que realmente, sin darme cuenta, estaba empezando a sentir algo como lo que él decía sentir por mí… y si eso no era reciente sino que desde…, nuevamente alguien detuvo mi tren del pensamiento, oí como alguien llamaba mi nombre.
- ¡Trent! ¡Trent! ¡TRENT! – gritó Aiden quitándome el paño que estaba usando para limpiar el refrigerador de las bebidas – ¡Para ya!
- ¿Ah…? – pregunté antes de voltear a ver el vidrio que estaba “limpiando” tal parece que lo estaba frotando demasiado fuerte y lo había arañado un poco – Oh… lo lamento… creo que me distraje…
- No digas – cruzó los brazos enojado – no sólo maltrataste el cristal, sino que también llevas haciendo esto por una buena media hora, repitiendo “maldición” un millón de veces con un aura malvada, ¡Asustando a todos los clientes que quieren una BEBIDA!
- No reniegues tanto no es un gran daño, bebé – dije tomando su barbilla y estaba a punto de acariciar su mejilla cuando recordé lo de aquella vez que Dominic nos vió ¿cuál era la posibilidad de que pasara por ahí? Muy poca, pero igual lo solté y me alejé de él
- ¿Qué pasa, Trent? – preguntó colocando sus manos en mi hombro y deslizándolos hasta dejarlos en mi pecho, haciéndome recordar al suave tacto de Dominic, nuevamente aparte a Aiden de mí – Ok, ahora no me salgas con que es nada porque definitivamente es algo
- Son cosas – arqueó las cejas sorprendido y luego las frunció el ceño molesto
- ¿Ahora ni siquiera confías en mí? – cuestionó incrédulo antes de vaciar los ojos – bueno, supongo que no tienes razones para hacerlo, tú no necesitas amigos, lo único que quieres es estar solo…
- Aiden no lo tomes así – lo tomé del hombro para evitar que se fuera a la trastienda – es sólo que… no sé cómo lo tomarás…
- Si es algo importante hablemos adentro – noté algo de ¿esperanza? en sus ojos mientras tomaba mi mano y me llevaba al almacén, me senté en una caja y él se quedó parado estábamos casi a la misma altura – dime entonces ¿qué es?
- Pues yo… últimamente me he estado sintiendo raro – la pequeña sonrisa que tenía en su rostro había cambiado por una mueca de preocupación – no he podido dejar de pensar en una persona que últimamente me trae loco – nuevamente se mostró feliz
- ¿Es sólo eso? – preguntó soltando una carcajada – vamos, que no es tan complicado saber qué es lo que tienes – su sonrisa cambio por una más petulante
- ¿Y qué es? – cuestioné mirándolo con curiosidad
- Pues… - se apoyó en mis rodillas acercándose un poco más a mi cara – está más que claro que estás enamorado – me guiñó el ojo y confusión lleno mi rostro, él lo notó y suspiró negando con la cabeza – obviamente no puedo esperar que un insensible como tú que ha vivido toda su vida sin conocer aquel sentimiento, no te preocupes no te culpo por eso, entienda lo que es el complicado estado conocido como enamoramiento…
En lo que él me daba una clase de lo que es el amor, divagando en un montón de ejemplos innecesarios como Romeo y Julieta, Shakira y Pique, Peter Parker y Mary Jane, Fye y Kurogane, además de muchos términos científicos mal pronunciados, yo regresé a pensar en lo que se me había ocurrido antes. ¿Podría ser que este sentimiento no sea reciente? ¿Qué esto que siento que me carcome por dentro haya crecido desde que éramos niños? No lo sabía, y aun no estaba seguro de que ESTO sea amor o sólo sean sus acciones apresuradas que hacen que confunda mis propios sentimientos. Aiden se dio cuenta de que no lo estaba escuchando y me arrojó una esponja que estaba cerca, luego me tomó desde el cabello obligándome a levantar la cabeza para verlo a los ojos.
- ¿Sigues pensando en aquel afortunado? – sonrió un poco molesto
- Pues sí – me soltó y dio un paso atrás
- ¿Puedes decirme quién es el suertudo? – me mostró los dientes un poco más calmado – me mata la curiosidad
- Amm… – lo dudé por un momento pero luego me di cuenta de que no iba a hacer ningún daño decirle – es un viejo amigo, llamado Dominic
- Pues yo tam – dijo rápidamente antes de detenerse, analizar por unos segundos mi oración y cogerme del cuello del polo totalmente furioso– ¡¿Quién demonios?!
- Un… un amigo del… orfanato – respondí algo sacado de cuadro por su reacción – hace poco nos reencontramos y…
Le conté todo lo que había pasado desde que reapareció en mi vida, el caminaba por toda la tienda como si no pudiera quedarse quieto, y cuando le conté lo que me estaba distrayendo últimamente no dejó de morder la manga de su polera que le quedaba demasiado larga. Una vez terminé, el volteó a verme con lágrimas en los ojos, sorprendiéndome bastante, ¿Por qué tendría que llorar? ¿Por qué ahora? No importaba qué era lo que lo había causado, tenía que hacer algo, me levanté rápidamente de la caja y lo abracé, acariciando su cabello delicadamente, sobando su espalda para calmarlo. Él no dejaba de lloriquear, apretando fuertemente mi chaqueta.
- Por favor... por favor, te lo ruego Trent… – dijo entre llantos, llevaba un buen rato tratando de decir algo coherente lo abracé aún más fuerte – Por favor…
- ¿Qué tienes Aiden? – pregunté alejándolo para ver sus ojos, estaban cerrados con muchas ganas, pero las lágrimas caían en gran cantidad – Dime… no llores más… vamos cálmate ¿Qué necesitas? – saqué un poco de su cabello castaño de su rostro -
- ¡NO! – gritó empezando a agitarse para zafarse – ¡No seas amable conmigo! – con aquella simple oración no supe que decir y lo dejé ir, cubrió su rostro con sus manos – ¡¿Qué no ves que sólo logras que me ilusione más?!
- Aiden… – lo llamé, el cayó al piso y yo me arrodillé frente a él – ¿Aiden qué estás diciendo?
- ¡Estoy diciendo que me gustas ¿ok?! – gritó quitando las manos de su cara y mirándome a los ojos, era imposible que me sorprendiera más ¿Aiden también me quería en ESE sentido? Pero ¿Por qué? – ¡Y es todo tú culpa! – lo miré confundido como hace un rato y nuevamente él supo leer mis expresiones – ¡Eres cruel con todo el mundo! ¡Te importa un comino lo que los demás digan! ¡Tratas a todos TAN fríamente! ¡¿Pero por qué conmigo no?! ¡¿Por qué me tratas tan dulcemente?! ¡Haces que crea que realmente te importo! Pero no es así ¿no? Yo no te importo para nada ¿no? Simplemente jugabas conmigo ¿no? ¡PUES YA BASTA!
Y con eso salió corriendo de allí, dejándome sin palabras, ¿Cómo había llegado a eso? Lo único que quería era que el me ayudara, que me hiciera entender todo esto que sentía, no esperaba que él tuviera esos sentimientos por mí y es que pensé que éramos amigos, llevábamos tres años trabajando juntos y con tanto tiempo que pasábamos allí es casi imposible no sentir la necesidad de llevarme bien con él, y desde que Aiden siempre se me estaba acercando, tratando de hablar conmigo pensé “¿Por qué no intentarlo? Tener un amigo no puede ser tan malo”. ¿Pero cómo fue que nuestra relación llegó a ese punto? ¿Cuándo fue que dejé de ser tan rudo con él para empezar a tratarlo con cariño? ¿Cuándo fue que empezamos a hacer aquellas bromas de parejas? No lo sabía, no me había percatado de cómo había evolucionado esta relación que teníamos, porque sentía tan natural el hecho de que compartamos tiempo juntos, que actuáramos de esa manera, que confiáramos el uno en el otro. Pero sobre todo había un problema, aunque lamentaba mucho dañarlo, yo sólo lo veía como un gran amigo, mi mejor amigo incluso, pero nada más. Jamás pensaría en él en un sentido romántico, como… como pensaba en Dominic. En ese momento jalé mi cabello para atrás y pegué un estruendoso grito de frustración, golpeando con cólera varias cosas que habían por ahí. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué demonios necesité poner en la cuerda floja una amistad para darme cuenta de lo que realmente sentía?! Ahora no sabía qué debía hacer primero, buscar a Aiden o a Dominic.