La Historia del Tritón y el Humano.
En lo más profundo del Océano Atlántico un pequeño tritón nadaba disfrutando del rose de las aguas. Pero no era cualquier tritón era el hijo del rey, Misaki, con tan solo 18 años ya escapaba del palacio para revisar las cuevas y demás. Tenía pelo marrón, largo y sedoso; claro que con algunas mechas de distintos colores, azul, naranja, rosa y más, unos ojos de color esmeralda muy brillantes, y tenía una cola del mismo color que sus ojos. En su hombro izquierdo tenía un pequeñísimo tatuaje con su nombre.
Vio entre las penumbras algo que, apenas, brillaba. Un objeto de plata tal vez. El castaño nado con rapidez, sin pensarlo mucho. Pero cuando llego se dio cuenta que no era un simple objeto de plata, era un hombre. Misaki jamás había visto uno en persona, con ayuda del agua lo sentó en su regazo y coloco su cara frente a la suya.
Era un hombre de cabellos plateado, corto, labios finos y tez blanca. No pudo ver sus ojos, pues estaban cerrados. Vestía de manera elegante y en su cuello tenía un pequeño collar, lo que había ocasionado aquel resplandor. Al cabo de unos segundos se dio cuenta de que aquel hombre necesitaba respirar,…aire. Con ayuda de las corrientes de agua lo llevo a una cueva, a duras penas logro subirlo a la piedra y él mismo salió del agua, convirtiéndose al instante en humano. Su pelo era más corto, pero sus mechas aún seguían en su cabello.
Se posó encima del humano, esperando que este despertara. Fue cuestión de minutos para que este abriera sus hermosos ojos violetas, como amatistas. Se alejó un poco y se puso colorado, por la cercanía.
-¿E…est…estas B…b…bien?- Pregunto tartamudeando. Desde cuando los humanos podían ser tan atractivos, todos los que é había visto hasta ahora eran grotescos, maleducados, feos y demás; pero este, este se veía tan… tan hermoso. Era indescriptible. Único, perfecto, sensual todas esas, y muchas más palabras, las hacia quedar tan pequeñas
-Si….- Respondió un poco confundido. ¿Dónde estaba? ¿Quién era ese chico, desnudo, que le hablaba? - ¿Quién eres?- Fue lo único que pudo decir, pues el agua salda que, sin querer, había tragado le estaba jugando en contra.
-Soy un tritón.-Había dudado en revelar su identidad, pero, no tardaría en descubrirlo, por razones obvias. Y no necesito más. El peli-plateado se alzó contra el muchacho, poniéndolo a él abajo suyo.- ¿Q…qué pasa?- Pregunto colorado el muchacho. ¿Qué era esa posición entre dos machos?
-Asique… ¿un tritón eh?- Su voz sonaba maliciosa, coas que asusto al más joven. Después de una pequeña pausa se dignó a seguir hablando.- Hare millones contigo.- El pequeño se arrepentía interiormente.
-¿Te atreverás a vender a quien te salvo la vida?- Hablo un tanto ofendido, pero el temor le ganaba y eso era fácil de notar. Su voz temblaba y su respiración estaba u poco, solo un poco agitada.
-¿Acaso quieres apostar, sirenita?- Misaki gruño, por el insulto y su actitud, y luego, de reojillo, visualizo una piedra puntiaguda, como un cuchillo, a su derecha. Velozmente sacudió su cabeza salpicando al marinero con el agua de su cabello, el amatista, por instinto, cerró los ojos y giro su cabeza, para que la sal no le dañara la vista. El más joven, utilizo esto, para darlo vuelta, tomar el cuchillo, o intento de uno, y colocar el objeto en su cuello, en forma de amenaza.
Después de esto el oji-violeta, pidió por su perdón, pero no fue concedido.
-¿Estas bromeando? Lo que paso entre tú y yo es lo mismo que ha pasado entre el Rey Elfo y el Medico de Hadas, y no pienso repetir esa historia.