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Q; [Question] por Naoruki

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Notas del fanfic:

Hace años que lo tenía escrito. Iba a ser un fic largo pero como nunca lo continué lo dejo como oneshot.

Había salido corriendo del baño cuando el timbre de su celular se hizo escuchar por encima del ensordecedor sonido de la regadera y de sus intensos pensamientos. No podía evitar embobarse y perder la noción del mundo.

Después de haberle insistido tanto y haber recurrido al semi-llanto y su infalible carita de “soy un cachorrito abandonado en una caja de cartón bajo la lluvia, si no sales conmigo será como si me hubieses pateado”, esa noche saldría con Shou.

¡Una cita! Aunque para el castaño Alice no fuera más que una salida de compras normal y corriente para Ruki era la primera vez que saldrían juntos, solos, compartiendo sus cosas, perdiéndose únicamente en la voz y en la mirada del otro.

Volvió a espabilarse cuando Q dejó de resonar por toda su habitación y un pitido estridente daba a saber que aquella persona al otro lado de la línea le había dejado un mensaje de voz, cansado de insistir.

‘Debo quitarle esa canción’.

Qué vergüenza más grande pasaría si alguien llegaba a escuchar una canción tan… necesitada en su celular, pero le encantaba escuchar la voz de Shou provenir del aparato, haciendo crecer en él la pequeña esperanza de que fuera el otro vocal quien llamase.

Secándose con la toalla mientras se paseaba desnudo por el pasillo de su desolado departamento entró en su habitación y cogió el teléfono tendido en su cama, sonrojándose con violencia cuando descubrió el nombre de Kohara en la pantalla del móvil.

Su corazón se desbocó como si quisiera traspasar la línea del celular y llegar al lado de Shou, y tuvo que sentarse en el colchón para no caer cuando sus piernas parecían no querer resistir su propio peso. Con dedos nerviosos apretó la tecla para escuchar el mensaje y se colocó el auricular en el oído, aguantando el aliento para que su pesada respiración no interrumpiera la voz del chico de ojos hermosos.

 “Un mensaje de voz de: Kohara.”

Escuchó que decía la voz programada de una mujer, seguido del pitido que precedía a dicho mensaje. Tragó saliva esperando que no fuera nada malo, algo así como que se cancelaba su cita. Moriría.

 “¡Ruki! ¡Ruki, debes correr al hospital de la tercera avenida! ¡Rápido!”

Con esto el rubio se levantó de un salto pasándose mil películas por la cabeza, una peor que la otra, imaginándose cualquier atrocidad que haya podido ocurrirle a Shou. Se oía muy desesperado y agitado.

— ¡Shou, mierda! ¡¿Qué te pasó?! —le gritó al teléfono como si Kohara pudiese oírle. Volvió a centrarse en el mensaje para escuchar el resto y por el ruido Shou parecía estar llamando en medio de alguna autopista.

 “¡Dios! R-Ruki… Yo… y-yo… estoy tan feliz.”

Se sorprendió mucho por esto, Shou había empezado a llorar.

— ¡Dime ya qué pasa! ¡¿Qué tienes?! —explotó presa de los nervios, casi arrancándose el cabello de la desesperación.

 “Tienes que avisarle a los chicos, que vayan de inmediato. Yo… él… ¡Ruki, Nao está dando a luz!”

No me conozco a mí mismo. Estoy harto, estás harto de mí.

¿No puedes oír mi voz? ¿Qué es lo que creo? ¿Qué es lo que amo?

El mensaje duraba un rato más pero Ruki no fue capaz de seguir escuchando, el celular resbaló de sus manos rebotando en la alfombra de su habitación y entre la oscuridad se propagaba lenta y ahogadamente la voz emocionada de Shou. Dio unos pasos hacia atrás hasta toparse con la pared donde se dio un golpe en la cabeza que no llegó a sentir.

De repente lo aturdía un zumbido molesto y desgarrador que no le dejaba procesar nada, su sistema no podía funcionar. Se dejó arrastrar por la pared hasta caer sentado, se abrazó a sus rodillas y luego de un minuto donde en medio de su inexpresidad las lágrimas habían aparecido comenzó a llorar desconsoladamente.

En ese momento, mientras él sufría casi deseando morir el hijo de Shou estaba naciendo.

Esto es inconsecuente. Estoy aquí, viviendo y respirando.

¿Es esto un error? Como un bebé llorando, te llamo.

 

 

Hasta la mañana siguiente fue que pude ir al hospital a unirme a la bola de curiosos que corrieron a conocer al nuevo bebé. No sé cómo lo hice pero en medio de mi perturbación con el mismo mensaje de texto avisé al resto de mi banda lo que me dijo Shou, y pensando que harían caso e irían de inmediato yo sólo me quedé tirado en el piso de mi cuarto medio envuelto en la toalla de baño, como no, deshidratándome a lágrima pura. No me di cuenta cuando mis sollozos pasaron a ser fuertes gritos de dolor que espantaron a Koron.

El pobre raspaba mi puerta cerrada y ladraba con insistencia por no poder entrar y saber qué me pasaba, por eso, tampoco pude saber que alguien tocaba el timbre y golpeaba la puerta de entrada exigiendo que fuera a abrirle, hasta que unos pasos a mi lado me despertaron del estado de negación en el que había caído y sólo supe que era Uruha cuando me abrazó a su pecho y me dijo que él estaría conmigo siempre.

Cayendo dormido en sus brazos me puso un pijama y me acostó. Al amanecer lo descubrí durmiendo a mi lado, abrazándome por la espalda.

Seguro su calor y su protección fueron capaces de hacerme dormir bien, sin pesadillas ni bruscos despertares. Sin discutir nada al respecto me arreglé, comimos y partimos al hospital, comprando de camino algún regalo por cortesía. Nada con qué romperse la cabeza.

Cuando llegamos al piso correspondiente comencé a sentirme muy pesado, como si mi cuerpo se negara a acercarse a esa habitación. Uruha lo notó y tomándome del brazo me obligó a encarar la realidad.

— No te preocupes, quédate al lado mío. —sus palabras me relajaron, pero no lo suficiente como para sentirme cómodo con la situación.

Claro, si después de todo el hombre al que amo acaba de tener un hijo con otro. Casi parecía un chiste.

Me le pegué más en una muda súplica para que no me soltara. Así empezamos a caminar hacia la habitación de Nao.

Llegamos a nuestro destino y desde este lado se podía oír todo el alboroto de adentro, incluso llegué a reconocer algunas voces. Shima giró el pomo y abrió la puerta, pegándome yo más a él como con miedo a que alguno de los dos fuera a salir corriendo, yo principalmente, por cobarde.

Tuvimos que entrar los dos al mismo tiempo porque yo parecía parásito. Me sorprendí mucho, la habitación estaba muy llena y el gentío rodeaba la cama en medio. Algunos ignoraron nuestra llegada y otros se alegraron dándonos la bienvenida.

— Hola, chicos. —saludó Uruha con una sonrisa amable, un poco fuerte para que le pudiesen oír y notaran nuestra presencia.

— ¡Shima! ¡Ru-san! ¡Qué bueno que llegan! —nos recibió Aoi que lucía un gracioso gorrito de fiesta que me dio la sensación de olvidar algún asunto pero por mi estado no le di mayor importancia. Supuse que sería por lo del niño.

Toda la habitación estaba repleta de juguetes, peluches, ropa diminuta, globos, teteros, pañales y un agradable olorcito a recién nacido que me mareaba un poco. La gente estaba demasiado alegre, tanto que hacían crecer mi sufrimiento interno, como si se burlaran de mí.

Me empezaba a sentir descompuesto.

— ¡Ey! Se tardaron lo suyo.

— Lo sentimos, hubo algunos… percances. —me atreví a decir.

— Sí, ya… “percances”. —insinuó Reita y vi de reojo como Uruha le daba un codazo en las costillas.

Me fijé en nuestro alrededor y de verdad había mucha gente, no sé cómo los dejaron pasar a todos. Estábamos todo Gazette, Alice Nine sin falta y algunos de Screw, Vivid, Kagrra y Sug.

Los otros grupos estaban de gira, que sino esto ya sería como el mercado, aunque poco faltaba.

Me alcé sobre mis pies tratando de ubicar a Shou pero estaba del otro lado dándonos la espalda, con Kazuki encima con una cámara en mano y en la otra al pobre de Rui.

Desde que Yuuto lo abandonó tiene a este chico como su nuevo siamés.

Como Kazuki no paraba de lanzarle flashes supuse que Shou estaría con el niño en brazos así que no quise acercarme, no aún.

— Chicos, ¿por qué no van a darle sus regalos a Nao-san? —nos habló Hirot— Y cuando Kazuki se canse (o sea, nunca) podrán conocer a Yuuki.

— ¿Así se llama el bebé? —preguntó Uruha mientras me tomaba de la mano para seguir a Hiroto.

—Masayuki, Kohara Masayuki.

Al oír esto me sentí desvanecer, débil y sin voluntad de vivir.

Apreté con más fuerza la mano de Shima en busca de una milésima de alivio que no logré conseguir. Todo esto se estaba haciendo real sin ser capaz de huir.

Creo que dejaré de respirar hasta que este dolor tan asfixiante en mi pecho deje de presionar.

— ¿Está bien toda esta gente aquí? Digo, Nao debería tener su espacio.

— Nah, todo bien. Parece que ya se le pasó todo eso de las hormonas y menos mal, porque con su genio daban ganas de ahorcarse. —movió a los que estaban prácticamente echados con Nao en la cama para que pudiéramos verle la cara y me oculté casi por completo detrás de Uruha.

Apenas vimos como una mano agarraba amenazante lo primero que tuvo a un lado y Hiroto salió corriendo.

— Uruha-san, Ruki-san. Gracias por la visita. —nos saludó con una sonrisa muy linda y volvió a dejar el cubo mágico en su sitio. Seguro pegaría fuerte, y quizás ya Hiroto lo probó.

Lo observé y se veía cansado y algo desaliñado. Me imagino, traer un niño al mundo no es fácil, pero aun así se le notaba feliz y deslumbrante, contrario a mí, como si me chupara la vitalidad.

Noté que aún tenía el vientre abultado, pero no tanto como cuando estaba embarazado.

Uruha le enseñó nuestros presentes luego de felicitarlo y decirle que se veía muy bien. También le dio la enhorabuena a Tora y fue cuando recién lo noté. Estaba sentado a un lado de la cama tomando la otra mano de Nao.

Por ahí había escuchado que de hace tiempo le tenía el ojo puesto a su líder y nada más esperaba a que Shou lo soltara para echarle el guante. Parecían ser los rumores más que ciertos, creo que tenían una relación de varios meses ya.

Nos agradeció por los regalos y nos pidió que los dejáramos junto al resto, ¡y vaya que eran muchos! Ocupaban dos cómodas enteras y el piso a su alrededor, la mayoría peluches y ropita. Lo que más destacaba era un enorme canguro sonriente de peluche vestido con una camisa bastante colorida, y en la tarjeta pude ver que era de parte de Reita.

Le emocionaban demasiado los niños.

Tanto cariño, tanto amor que se propagaba por toda la habitación pero que evitaba llegar a mí, como si un campo triste y oscuro me rodeara e impidiera sentirme parte de esta felicidad. Me llevé una mano al estómago, sentía un gran hoyo que me chupaba desde adentro… o tal vez estaba ubicado un poco más arriba.

De un momento a otro la gente se comenzaba a amontonar demasiado cerca de mí, charlando, riendo y sacando fotos. Me sentía minúsculo y enfermo, me empezó a faltar el aire.

Quise decirle a Takashima que me sacara de aquí pero no me salía la voz.

Estuve a punto de dar la media vuelta y salir cuando alguien me llamó.

— Ruki, ¡oye, Ruki!

Era Shou que me había visto, pidiéndome con un gesto de cabeza que fuera con él. Automáticamente mi misterioso malestar desapareció y me emocioné tanto que casi paso por encima de todos para llegar a su lado, pero a unos pasos decidí acobardarme.

Que tuviera a su hijo en brazos me cohibía mucho. Tuvo que ser él quien viniera a mí.

— ¿Por qué no me avisaste que habías llegado?

Sabía que no lo estaba haciendo pero si me estuviese regañando, aun así esa hermosa y grande sonrisa seguiría iluminando su rostro. De verdad está muy feliz y supongo que los motivos sobran.

— Perdona.

Dudé que me hubiese escuchaba, ni yo estaba seguro de que hubiese salido algo de mi boca.

— Ya, no pasa nada. Pero mira, alguien quiere conocerte.

Sus ojos brillaron como centellas y me acercó tanto al bebé que se me erizó la piel, como si mis sentidos se agudizaran y mis defensas se activaran.

Me puse alerta.

— ¿No es lo más hermoso que has visto?

Eso tenía que ponerlo en duda, porque el hombre que me estaba hablando era la personificación de la belleza pura.

Lo vi y de verdad era una cosita muy mona, pequeñito y delicado, con los cachetitos regordetes y rosados, de piel muy blanca, casi transparente. Podía verle todas las venas.

Apenas se le notaba un pelito fino y oscuro debajo del gorro blanco de lana que llevaba puesto a juego con el conjunto que lo abrigaba, tenía sus manitas empuñadas sobre su pecho y los ojos cerrados como si durmiera.

En serio que se parecía mucho a Shou, demasiado, imposible negar que fuera hijo suyo, aun así conservaba esa aura de “¡También soy de Nao!”. Probablemente sería un niño revoltoso.

— No puedo creer que sea tan lindo y aun así se parezca tanto a Shou. —se ¿quejó? Byou mirando fijamente al bebé.

¿Qué quería decir con eso? Tuve unas ganas anormales de alzar mi pierna directo a sus bolas pero me conformé con hacerlo mentalmente. Shou era lo más guapo que este mundo haya visto y siendo su hijo una partecita de él obvio que fuera hermoso.

— Byou-san, no quieras desquitarte sólo porque no quisimos llamarlo Byou II como querías.

— Hmp, ¡Nao se lo estaba pensando!

— No se lo estaba pensando, se estaba quedando dormido.

Byou se cruzó de brazos con molestia, bufó por el comentario y se desentendió de la conversación yéndose a colar en las fotos de Kazuki.

— Me agradan estos chicos pero a veces… uff.

— ¿No es el primero que sugiere nombres? —le pregunté.

— No, si en medio de la madrugada Miyavi-san llamó exigiendo que el niño llevara su nombre. Para colmo la enfermera lo estaba dejando en su cuna cuando el cavernícola ese pegó semejante grito por la bocina. Nos costó un mundo calmarlo de nuevo.

Tal vez sea bueno que empiece a tenerle pánico a Miyavi desde pequeño.

— A ese no le basta con una ni con dos.

— No vale, si aquí hay unos que se quieren demasiado. —viniendo de Miyavi eso es quedarse corto. No me sorprendería que un día llegara lleno de abogados y mil absurdas razones de por qué el bebé debería llevar su nombre o alguna variación de éste.

Pasamos un rato en silencio y yo esperaba a que Shou me dijese algo acerca de lo de anoche, si lo postergaríamos para otro día, una disculpa por haberme cancelado, algo… aunque el nacimiento de su hijo era prioridad y escusa suficiente para olvidarse de mí.

Aun así yo esperaba que dijese algo al respecto ya que me había costado demasiado que aceptara estar alejado de Nao en esos días tan caóticos como lo son los nueve meses para salir conmigo.

Tanta ilusión que me había embargado al escuchar su “ah, de acuerdo… pero no hasta muy tarde”. Sin embargo no había nada para mí, no hacía más que embobarse con la carita del bebé que dio un gran bostezo y abrió sus ojitos claros característicos por haber llegado apenas al mundo exterior, y los cuales pronto adquirirían su correspondiente color oscuro tal como los de sus padres. Entonces sólo pude sonreír con un sabor amargo en mi garganta.

Su despertar llamó la atención de varios como Ko-ki, Takeru y Kai que corrieron a hacerle mimos y bobadas con unos peluches, entreteniendo apenas al pequeño que parecía más interesado en observar borrosamente a ese apuesto hombre que lo alzaba en brazos. Parecía un niño muy tranquilo, cosa que teniendo los genes de Nao sorprendía bastante.

Empecé a sentir las piernas entumecidas por estar tanto tiempo de pie, y ni me imagino cómo debe estar Shou que de seguro no se ha sentado desde que llegó acá.

— Hola, bebé. —le sonrió acariciándole con el pulgar una de sus mejillas y el bebé hizo una burbuja de saliva que encantó a todos. La risa de Shou es preciosa, como me gustaría ser yo quien la provocara.

— ¿Quieres que el tío te cargue un rato? ¿Sí? Toma. —me lo ofreció y sentí pánico. Inconscientemente rechazaba el contacto con ese niño.

— No, no te preocupes. No quisiera que le pasara algo por… mi culpa ni nada.

— No seas bobo, anda. Eres el único que no lo ha levantado en brazos. —me insistió casi poniéndomelo encima.

— Te prometo que lo haré después, pero ahora tenlo tú. Es tu hijo, disfrútalo. —y así dejó de insistirme, permitiendo que los demás le hicieran jugarretas.

Hasta que llegaron Aoi y Reita haciéndole caras. El pequeño apenas los miraba sin inmutarse cuando entonces empezó a llorar con esos pulmones de cantante.

— ¡Te dije que te maquillaras, viejo! ¡Hasta a mí me asustas!

— ¡No es mi culpa que se haya estado aguantando el llanto desde que vio acercársele una cosa con tela tan rara como tú!

Se empezaron a culpar entre los dos.

— Bajen la voz que lo asustan más. —Kohara lo meció con cuidado para ver si lograba calmarlo pero en vez de eso lloraba con más potencia, alterando a todos los presentes.

En la habitación se formó un alboroto imposible de ignorar. Todos pedían oportunidad para cargar al niño e intentar callarlo.

Las enfermeras no pudieron seguir ignorándonos y un par de ellas nos pidieron que saliéramos fuera, dejando adentro a los padres a solas con su hijo. Tras de mi Tora fue el último en salir y antes de que cerrara la puerta logré ver como Shou le pasaba el bebé a Nao y se sentaba a su lado en la cama, recogiéndole el flequillo para besarle la frente.

Al final del largo suspiro, la interrogante que abandoné no ha podido desaparecer.

¿Qué miro sonriendo? ¿Qué miro llorando? Lo olvidé hace tanto tiempo.

Las noticias vuelan, las palabras que me dieron, no las quiero.

Cuando ya no pude ver nada más me fijé en Tora, parecía sereno pero este tío debe estar igual que yo. Que el novio le haya parido un hijo a su ex no debe hacerle mucha gracia. Digo, ha pasado toda su relación atendiendo a Nao y por ende, al hijo de otro.

Santa paciencia, ha de estar muy enamorado. Yo no podría soportar algo parecido.

Akiya le dio una palmada en el hombro y desaparecieron juntos.

Todo el camino al estacionamiento la mayoría se la pasó riendo y comentando cosas del bebé. Uruha me llegó por un costado y me abrazó por los hombros con uno de sus brazos.

— Por cierto. Feliz cumpleaños, Takanori. —me dijo sonriente y dejó en mi mano una pequeña cajita de regalo, agachándose bastante para besarme la mejilla.

Si es cierto, con todo esto me olvidé que hoy es 1 de febrero, mi cumpleaños, que por eso me armé de valor y le pedí a Kohara salir ayer para pasarla juntos con esta excusa ya que seguro hoy mis amigos no me soltaban, pero los planes se me voltearon.

Al menos me alegra que Uruha no se olvidara y estuviera pendiente de mí. Es un gran amigo.

— Gracias Uru, eres el mejor.

— ¡Waaah! Si es cierto. —me saltó de pronto Aoi— Si con todo esto del nuevo bebé se me pasó decirte que no te hemos dejado de lado. En la tarde vamos a tu departamento y te festejamos como el alcohol manda. —ahora ya sé por qué del gorrito que lleva, y parece que nadie quiere decirle lo ridículo que se ve con él. Ese no seré yo.

— Sí, sí. Kai ha hecho una torta genial, enorme. —me dijo Reita haciendo el ademán con las manos de medir según él el tamaño del pastel.

A pesar de que no le guste la comida de nuestro baterista se vuelve niña con sus dulces. Ha de estar más emocionado que yo.

— Se suponía que era una sorpresa, Suzuki. —Kai le dio en la cabeza por bocón y Reita le sacó la lengua.

Este hombre no sabe guardar secretos, por eso es un pésimo confidente. Hay que hacer todo a escondidas suyas.

— ¿Podemos ir? —se apuntó el menor de los Alice y yo le asentí. En realidad no me importaban quiénes fueran porque con el único que quisiera estar no va a ir— ¡Saga-shi! ¿Vas? —y al otro no le quedó más que aceptar.

— Que coincidencia tan curiosa, eh Ruki-san. —me comentó Saga caminando a mi lado.

Ya la mayoría se había montado en sus autos para irse a casa. Uruha me esperaba en su carro para llevarme a la mía.

— ¿A qué te refieres?

— Ah, ¡si tienes razón! —se nos unió Hiroto todo emocionado. Mi cara les hizo saber que no tenía idea de qué hablaban— ¿No sabes? —no, no sé— Yuuki-kun nació hoy.

Al escuchar esto mis pasos se detuvieron.

— ¿Q-qué? Pero si Shou me avisó a eso de las siete de la noche.

— Sí, pero el parto se alargó y el bebé nació después de la media noche. —me explicó y yo quedé frío. Ignorando cualquier cosa que me hayan dicho después caminé como autómata al carro de Takashima.

Cuando más deseo no tener ningún lazo con ese niño va y resulta que compartimos el mismo día de cumpleaños.

Ahora, escúchame.

Eternamente, estamos atados como las dulces hebras de ADN.

Todo lo capturado por estos ojos no es un error, inevitablemente,

No puedo decirlo.

Apenas ha estado oficialmente vivo un par de horas y ya se ha encargado de arrebatarme toda la felicidad.


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