Hyoga.
Espero que para cuando estés leyendo esto yo ya me encuentre muy lejos de ti y tu estés felizmente casado.
Quiero que sepas que a pesar de lo que estoy a punto de confesarte, sólo espero la felicidad de June y por supuesto la tuya, pero también quiero que entiendas que tampoco puedo irme llevándome esto que me oprime fuertemente el pecho, y es que a pesar de toda adversidad que he tenido que enfrentar por esto que día a día me esta matando por dentro, necesito que sepas quien soy en realidad y que es lo que siento por ti.
A estas alturas he de suponer que ya tienes sospechas, porque a pesar de ser cuidadoso por no ser obvio, se que he dejado pistas y es que la realidad es tan difícil de aceptar, pero debes saber de una vez por todas que yo Shun, tu amigo, casi hermano de la infancia, compañero de innumerables batallas te amo, te amo con todas mis fuerzas casi al punto de desfallecer por ver tu felicidad, antes que la mía.
Y es por eso que hoy he decidido partir dejándote el camino libre, para ser feliz y hacer de June la persona más feliz del mundo, lo cual estoy más que seguro que harás.
En cuanto a mi no te preocupes, no se preocupen ninguno de los dos, quiero que sepan estaré bien, y eso mismo espero de ustedes, pero además quiero que sepan que los adoro con el alma y a partir de ahora y siempre rezare por la felicidad de ambos.
Shun
Después de dos años de una intensa pelea consigo mismo y martirizandose por lo que había descubierto, todo al fin llegaría a su fin, había escogido específicamente aquel día, un día antes de la boda de aquel, del cual se había enamorado profundamente, por quien habría dado incluso su vida por verlo feliz.
Ya había soportado demasiado, se había dado cuenta de quien era realmente, pero sentía una inmensa vergüenza por ello, por sí mismo, trato de vivir con ello en sus adentros, soportando día a día verlo sin poder confesarle nada, sin siquiera poder mirarlo a los ojos.
Y paso lo inevitable, en una fiesta, el mismo había decidido presentárle a quien era casi su hermana, la joven quedo prendada de el, no separándose de su lado toda la noche desde ahí el romance nació, después de todo era la pareja perfecta.
No había nada que pudiese haber hecho, y aunque lo hubiese, no habría tenido el corazón de separarlos, prefería morir a eso, ambos eran como sus hermanos,y a ambos los amaba (aunque claro de forma diferente) ella después de tanto tiempo la veía más feliz que en toda su vida y el... Bueno, el nunca fue muy expresivo, pero sabía que la amaba, de lo contrario no estaría a su lado.
Su hermano, se había dado cuenta de todo por una carta que habia decidido escribirle a su amor, pero que decidió nunca entregarla, dejándola descuidadamente arriba de su cajón de ropa, y el la había encontrado, por supuesto no le había agradado en nada que su único hermanito tuviera tal secreto, lo abofeteo en el acto, lo grito le humillo hasta las lágrimas.
-Por favor Ikki, eres la única familia que tengo, no puedes hacerme esto, eres mi hermano, por favor comprendeme. - le suplicó llorando.
-No estoy dispuesto a entender las mariconadas de nadie.- le grito para abofetearlo otra vez, tirándolo al piso, el muchacho escupió sangre, lo miro con tristeza, llorando y con una profunda herida en el alma.
A partir de ese día no le hablaría más.
Teniendo esa como razón principal Shun decidió irse, encontró en el centro de Tokio un apartamento pequeño el cual pagaba con un humilde trabajo de mensajero mientras continuaba con sus estudios.
Cada día que pasaba intentaba sobrevivir con aquello que llevaba en el corazón, pero rápidamente se dio cuenta que era imposible, y ahora que hacia poco había recibido la invitación para la boda, se había dado cuenta que incluso con su nueva forma de vida en el aislamiento, nada funcionaria, el siempre seguiría presente en su vida, en sus pensamientos. Se sentía sólo, sentía que lo había perdido todo y es así que, con todos estos motivos dentro de su corazón había tomado su fatal desicion, se encerró en su apartamento con llave, fue directo al cuarto de baño, se miro al espejo, el cual le regresaba el reflejo de un muy delgado y demacrado joven de no más de 20 años, cuyos verdes ojos en ese momento se encontraban completamente inchados y rojos.
Abrió una gaveta, saco una afilada navaja que observo por un momento.
Continuara ....