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BONUS TRACK por AnneJieJie

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Agarró la mano que él le ofreció y sin timidez caminó acompañándolo a la pequeña cama de soltero donde se recostó boca arriba sintiendo las caricias por encima de la ropa. Con calma, Takuya le quitó el pantalón y le besó los tobillos, trazó finamente un camino de besos para recorrer sus pantorrillas, rodillas y muslos. Le quitó lentamente el bóxer y engulló el miembro húmedo y duro de Eunchan.

El escritor gimió con suavidad arqueando levemente la espalda. Las placenteras lamidas hicieron que jadeara apasionadamente. Lentamente se sentó en la cama para acariciar los cabellos negros del amante y hundir sus dedos en la abundante, pero corta cabellera.

Takuya agarró los glúteos de Eunchan y lo levantó suavemente atrayendo el cuerpo delgado y fibroso. Besó el cuello y lo abrazó fuertemente mientras se hacía un espacio entre sus piernas. Acarició la espalda con la yema de los dedos. Besó el cuello y los hombros. Se dejó caer en la cama y dejó que Eunchan se encargara de quitarle el resto de la ropa.

Eunchan no necesitó palabras para entender la posición que Takuya buscaba. Enredó las piernas alrededor de las caderas del editor y sintió el roce de su pene contra la pelvis mientras se besaban. Sintió los dedos húmedos entrar en su pasaje y masajearlo.

Se acomodó boca abajo y sintió los besos de Takuya en la espalda. Sonrió a medida que este lamía la línea dorsal desde el cuello hasta llegar a las nalgas. Sintió la manera en que él le agarró los glúteos y los masajeó. Y por último se estremeció con un dejo de satisfacción cuando fue penetrado.

Pudo sentir todo el pecho de Takuya rozando su espalda mientras él se movía en un suave vaivén. Aquello estuvo bien y Eunchan cerró los ojos, una mano del editor se cerró en su cuello pero no apretó, solamente acarició para después acariciarle el brazo y finalmente buscar la mano con la cual se entrelazó como si buscara anclarse antes de dar paso a un ritmo más desenfrenado en su pelvis arrancándole al escritor unos cuantos gemidos.

Besó el lóbulo de la oreja y giraron sus cuerpos abrazados, nada como sentir los besos en el cuello y el pellizco en el pezón mientras empujaba las caderas contra la pelvis para sentir cada vez más dentro suyo el miembro endurecido que bombeaba rítmicamente en su interior y lo hacía acariciar la gloria. Acomodó sus piernas para disfrutar al máximo la posición de “la cuchara” y dejar que el amante le agarrara el miembro y lo masturbara.

De nuevo boca arriba con las piernas enredadas en la cadera de su amante, siguiendo con sus caderas el movimiento frenético de la copulación. Gimió agarrando las sábanas, apretando los puños, dejándose llevar por el éxtasis de los movimientos y el sonido de los jadeos ajenos.

—Me corro…

Susurró de pronto. Pero su amante le agarró el miembro con la mano y apretó para impedir que lo hiciera. Unas cuantas embestidas más y sintió que su agujero se llenaba con el líquido caliente y espeso. Haruki Takuya le besó los muslos y después engullo la polla de Eunchan para chuparla sin darle tregua.

—¡Oh! ¡Oh! ¡Sí! ¡Oh!

Los gemidos del escritor coreano se acompañaron de espasmos excitantes, estiró las manos y se aferró a la almohada para continuar gimiendo cada vez con mayor excitación.

Abrió los ojos.

La calidez de la mañana se coló por la cortina y le golpeaba en los ojos como sutil saludo de buenos días.

—¡Ah! ¡Ah!

Jadeó sudoroso para levantar la manta y encontrarse con la cabeza de su marido entre las piernas.

—¡Buenos días, conejito!

Un guiñó sensual, una sonrisa lujuriosa. El miembro de Eunchan junto a sus labios y esa lengua juguetona lista para seguir haciendo de las suyas provocó que escritor se excitara mucho más.

—¡¿Qué crees qué estás haciendo sin mi permiso?!

El Dj paseó la punta de su lengua por la cabeza del miembro, jugó con el piercing en aquella zona sensible arrancándole a Eunchan un sonoro gemido, antes de responderle.

—No sé qué cochinada estarías soñando, pero esta cosita rica parecía estar urgida. –Volvió a repasar con la lengua la punta del miembro de Eunchan.

—Sí, pero eso no justifica que me ataques de esta manera.

—Te ves tan provocativo cuando tienes sueños húmedos.

—Entonces debiste despertarme en lugar de comenzar la fiesta sin mi…

—El que comenzó la fiesta fuiste tú. Cuando desperté ya estaba duro, reclamando atención. ¿No te gusta?... Entonces divórciate. –Pasó la lengua por la puntita del pene al tiempo que lo masturbó.

—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! –Enredó los dedos en el cabello de su marido y continuó gimiendo enloquecidamente. –No sigas que voy a… voy a…

—¡Vamos, conejito, córrete! ¡Córrete!

—No sigas… Me corro… Me corro…

Arqueó la espalda y gimió con éxtasis total sintiendo la manera en que su propio líquido salpicaba encima de su vientre.

—¡Ah! ¡Delicioso! –Jacob se saboreó mirándolo con lujuria, acto seguido lamió el vientre mojado de su marido, le besó el ombligo y el pecho. –Que bueno que despertaste, así puedo mirarte a los ojos mientras te lo hago.

Eunchan estuvo punto de protestar, pero Jacob mordió uno de sus pezones para hacerlo gemir. Jugó con las piernas alrededor de la cadera del DJ, acunó entre las rodillas la fina cintura, y sonrió socarronamente.

—Haré que te corras otra vez.

—Eso no lo pongo en duda.

Jacob pellizcó el pezón derecho mientras dedicaba unas mordidas al izquierdo.

Eunchan suspiró. Jugó con los cabellos del DJ enredándolos con dulzura entre los dedos, volvió a gemir con alegría. Sonrío antes de tomar entre sus manos el rostro del Jacob para besarle en la frente con ternura, pequeños besos en la nariz respingada y arrogante, y por último los labios, esos labios que amaba morder suavemente.

Sintió derretirse cuando la lengua de Jacob se enredó en la suya. El movimiento de esa lengua juguetona le llevó a tocar el cielo. Sintió que el corazón iba a explotar dentro de su cuerpo porque latía muy acelerado. Con emoción acarició la espalda del DJ y comenzó a chupar el cuello y el pecho, siguió descendiendo por el torso desnudo de su marido lamiendo cada espacio de esa blanca piel.

Jacob le agarró del cabello para sujetárselo en una cola de caballo. Eunchan sintió la caricia en la piel tatuada de su espalda. El calor de la mano de Jacob se sentía delicioso recorriendo su pequeña cintura y sus caderas, las nalgas, una pequeña palmada juguetona y el escritor comenzó a gemir.

De rodillas en el centro de la cama, Jacob abrazó el cuerpo de Eunchan besándolo apasionadamente. Le agarró las nalgas con las dos manos y lo apretó para que también sintiera contra su cuerpo el miembro erguido.

Eunchan introdujo la mano bajo la ropa y lo tocó. Era justo lo que deseó.

Escuchó el sonido del teléfono de Jacob, no muy lejos de ellos, en la chaqueta que dejó tirada en el suelo. Cerró los ojos y gimió mientras su maridito hizo a un lado el cabello y le besó el lóbulo de la oreja. Excitado gimió, se dejó caer en la cama apoyado en manos y rodillas, levantando el trasero para que su maridito tuviera mejor acceso.

Pero Jacob dejó la cama con enojo. Volvió a abrocharse el pantalón y se agachó para recoger la chaqueta. Buscó el móvil y respondió a la llamada insistente.

—Amuro. –Respondió el DJ dejando la habitación mientras conversaba. El nombre le sonaba de algún sitio. Luego recordó que era el nombre de uno de  los hombres que trabajaba en la disquera.

Eunchan también dejó la cama, vistió una bata y fue tras Jacob, pero el DJ salió en su coche dejándolo sin ninguna explicación.

—Esto ya es demasiado. –Que quejó corriendo por la habitación buscando su ropa.

Respiró profundamente y se hundió en la tina de baño. Creyó que eso bastaría para quitarse de encima la ira que exudaba por cada poro de su piel. No podía enfrentar a Jacob en ese estado, no podía reclamar si no dominaba primero sus emociones y pensaba con cabeza fría.

Entonces fue cuando se miró en el espejo y se dio cuenta del problema en el que estaba metido.

—Esto es… Marcas… Marcas de mordiscos.

Estaban allí, en la pálida piel del hombro derecho. No las vio la noche anterior cuando llegó a casa y tomó una ducha fría, pero allí estaban. Recordó el encuentro con Takuya y ató los cabos sueltos. Obviamente Jacob vio las marcas y se enojó.

Respecto a Takuya, concluyó la noche anterior que todavía no estaba listo para tener una relación de ese tipo. De alguna manera sintió que se traicionaba. No podía tener la conciencia tranquila pese a lo liberal y vanguardista que fuera su matrimonio.

—Es una pena, porque es un hombre apasionado, de eso no cabe la menor de las dudas. –Tocó el morado en su piel, no dolía mucho, pero fastidiaba, se cubrió con rapidez, no quería ni ver. Sintió vergüenza.

Escuchó la voz mandona de Martin y los cuchicheos de las mucamas. También los mensajes de Suzette y Soo-no, pero él no tenía cabeza para pensar en esas cosas, solo tuvo en mente la tarea de cómo explicarle a Jacob.

“No tiene autoridad moral para enojarse conmigo. Después de todo él también tiene un amante”.

—Señor Tae… Señor Tae… Tae-san

—¡QUÉ! –Respondió con enojo a las llamadas de Martin y después de sentirse avergonzado por gritar al viejo mayordomo bajó un poco la voz para preguntar qué sucedía.

—Llamo su editora, la señorita Suzette, dijo que el manuscrito ya fue revisado por Takuya-san y que debe recogerlo para terminar los arreglos antes de enviarlo a París. –Leyó una nota y miró a Eunchan de reojo. –Debo suponer que ese Takuya-san es el hombre de la noche de tormenta.

—Supón lo que quieras. No importa.

—¿No han mejorado las cosas entre los dos?

—¿Tu qué crees?

—Que debe decirle la verdad a Jacob-san antes de que las cosas pasen de castaño a oscuro. Por una vez en la vida le convendría dejar su orgullo a un lado y tener un diálogo sincero con su marido, si es que quiere salvar su matrimonio.

—Justamente estaba pensando en eso. –“Sí, claro, debo pensar en eso, pero primero tendré que terminar el asunto de la novela”.

Se comunicó con Suzette, le resultó embarazoso tener que llamar a la mujer y pedirle favores, por desgracia la pelirroja esta vez no podría ayudarle con el tema de la novela. Según ella, estaba en cama con una terrible gripe y por ese motivo Eunchan tendría que arreglárselas directamente con Takuya-san.

Quiso que la tierra se lo comiera, pero resuelto a no seguir huyendo de los problemas, se comunicó con Takuya y acordaron quedar en la tarde, en un café cercano.

Una cosa menos en que pensar y podría dedicarse únicamente al asunto de Jacob.

Cuando llegó al café, Takuya ya estaba allí, esperándolo, con una bonita sonrisa en el rostro.

—Me alegra verlo, sensei.

El tono de voz no revelaba enojo, tampoco malestar, solo algo de complicidad. Eunchan sonrió y asintió, se disculpó con el jefe de editores.

—Puedo comprenderlo perfectamente. No está acostumbrado a ser infiel, por eso no me pareció extraño que se marchara de repente cuando lo mejor estaba por comenzar.

No fue precisamente lo que Eunchan hubiese querido explicar, pero de cierta manera pensar en la manera en que huyó no le dejaba más alternativa que asentir.

A penas si tenía el recuerdo en mente.

Recordó que llovía y que los dos se habían tirado al suelo para besuquearse como en las películas, después se quitaron la ropa y hubo más besos y caricias, por último Takuya lo tomó de la mano y lo invitó a la cama:

—¿Condones? –Preguntó el escritor al editor.

—Por supuesto. Iré a por ellos. –Takuya se dirigió hacia el baño.

Entonces Eunchan sigilosamente se levantó, tomó con rapidez la ropa y se marchó sin siquiera despedirse.

—Siéntase tranquilo. Tan sólo voy a presionarlo…

—¿Eh?

—Voy a presionarlo para que entregue lo que falta a tiempo.

Le sonrió regalándole un guiño.

“¿Acaso no entendió la indirecta”

—Sobre lo que sucedió. No tengo intención en retractarme. –Le sujetó la mano mirándolo a los ojos. –Cuente con este servidor si quiere terminar lo que comenzó ayer.

—Lo que sucedió ayer no fue nada significativo.

—Usted lo niega hoy, pero ayer, cuando estábamos juntos hubo fuego. Y no estaba mal.

—Solo estaba jugando un poco.

—No hay problema si quiere jugar conmigo. Ya le dije que estoy disponible.

—¿Por qué quiere que juegue con usted?

—Porque usted me gusta y quiero probar un poco, aunque sea una migaja. Como lo dijimos, sin remordimiento, ni compromisos. ¿Me aceptaría sólo para pasar un rato?

—No. Yo… Tengo muchas cosas en las cuales debo pensar.

—La pasión se siente, no se piensa.

Cuando escuchó esa frase Tae Eunchan abrió bien los ojos. Esa misma frase era un cliché del repertorio inacabado de Jacob. Cada vez que él dudó, el DJ le daba respuestas de ese tipo: “El amor no se piensa, el amor se siente”.

—Entrégame el manuscrito, trabajaré para hacer los cambios y entregar lo que falta.

—¿Pensará en mí?

—No como ideal romántico y sexual. Prefiero que cortemos este rollo. Yo…

—Está confundido, pudo verlo.

No supo por qué dudó. Se quedó callado. Desvió la mirada y esperó que Takuya terminara de hablar. Pero todo lo que hubo fue un silencio incómodo entre los dos.

—Sobre el libro, debe cambiar el final. Sensei, creo que eso de la mujer que renuncia al amor por el que luchó en toda la novela porque prefiere ser una profesional exitosa a cambiar pañales, no le va a gustar al público.

—¿A qué público no le va a gustar? Ella abre los ojos y se da cuenta que su causa está perdida al seguir con ese hombre que solo la ve como un buen trasero disfrazado de ama de casa. ¿Por qué tiene que desperdiciar su vida por un idiota así?

—¿Por qué escribió entonces una obra de una mujer enamorada que trata de conquistar al amor de su vida, si al final va a separarlos? ¡Las lectoras quieren finales felices! ¡Quieren suspirar al llegar al punto final!

—Por eso mismo al final ella debe elegir entre su profesión o el amor. Y elige su profesión, porque ella debe dejar de ser una tipa corriente. Ella no quiere ser la esclava de un hombre con el que solo tiene buen sexo. Al final descubre que ha perdido los mejores años de su vida persiguiendo solo un sueño que está en su cabeza. Si las lectoras quieren finales felices que vayan a leer el pseudomasoquismo de 50 huevadas de Grey.

—¿Y no puede quedarse con los dos? ¿No hace el amor parte del éxito?

—No. La personalidad de él no le permitirá crecer ni como mujer, ni como profesional. El final se queda y se acabó esta discusión.

—¿Está tratando de ser feminista o solamente está proyectando su frustración en este escrito?

—No trate de analizarme, Takuya-san. Digamos pese a ser gay siento gran simpatía por las mujeres, y por el respeto que merecen es que no pondré un final de mierda como ese. En cuanto a mi frustración, profesionalmente Jacob nunca ha sido una traba, al contrario, me apoya y lee casi todo lo que escribo. –“Incluso antes que el editor”.

—Profesionalmente no… ¿Y en la cama?

—Le dije que cortáramos con este rollo. No voy a acostarme con usted, Takuya-san.

—Dijo que tenía que pensar…

—Pero no pensar en usted.

—¿Dejaría de escribir si él se lo pidiera?

—¿Y usted? ¿Dejaría de respirar si yo se lo pidiera?

—No tiene que ponerse a la defensiva.

—Entonces no me acose. Y si esto ha sido todo: Haré los otros cambios, pero el final se queda.

 

—Esta terquedad suya es una faceta que me enciende. ¿Le puedo robar un beso?

—¡Cielos, no!

—Ande, no sea malo… Uno pequeñito… En su mejilla.

—Es siempre así de insistente.

—Con los hombres que me gustan, sí.

—Gracias por gustar de mí, pero en este momento no lo necesito, así que ¡VAYASE AL INFIERNO!

—Me encanta esa expresión de enojo. –Dijo riendo.

Eunchan tomó el borrador de su escrito y se marchó. Realmente estaba furioso, y cuando comenzó a llover encima de su cabeza su enojo aumentó.

Y de nuevo fue arrastrado en una carrera por las calles tomado de la mano de Takuya.

—Debería dejar esa mala costumbre de halar de mi mano cada vez que estoy bajo la lluvia.

—Y usted debería dejar esa mala costumbre de salir de casa sin paraguas en plena temporada de lluvia. Va a resfriarse y eso no será bueno…

—Solo déjeme. Olvide que me vio bajo la lluvia.

—No puedo. –Se quitó la chaqueta y la colocó sobre los hombros de Eunchan. –No puedo ver al hombre que me gusta mojarse bajo la lluvia como un perro abandonado.

—No estoy abandonado. Tengo casa y alguien que me espera.

Dio un paso para regresar a la calle, pero el agarre de Takuya en su mano fue más fuerte. También la manera en que haló de él para abrazarlo y después plantarle un beso que lo dejó sin aliento.

—Por favor. Solo olvídelo Takuya-san… No lo haga más difícil para los dos.

—¿Por qué debe renunciar a lo que siente? ¿Es más fuerte la rutina que sus propias pasiones?

—La rutina y mis pasiones son un mundo que usted ha inventado en su cabeza, Takuya-san. Ya se lo dije, no estoy pensando en usted como un ideal de romance. No quiero vivir una aventura…

—Ayer dijo todo lo contrario.

—Ayer estaba pensando con la cabeza de abajo y no con la que toma las decisiones.

—No se resista. Sus palabras me dicen que no, pero sus ojos me dicen mentiras, por eso dejó que lo trajera corriendo bajo la lluvia hasta la entrada de mi casa. Usted me desea. Apuesto que ha tenido sueños eróticos conmigo.

Eunchan lo golpeó en la mejilla con la palma de su mano. Era mejor golpearlo que mostrarse sonrojado reconociendo la verdad.

—Su enojo me excita. ¿Por qué no deja ese comportamiento tsundere y admite que ha comenzado a sentir cosas por mí?... Sé que está con él pero que cuando lo toca piensa en mí y recuerda las caricias tan morbosas que nos hemos dado.

En la otra mejilla de Takuya quedó marcada la otra cachetada que el escritor le dio.

—Si sigue con eso me veré obligado a usar mi llave de taekwondo.

—¡Wow! ¿Practica taekwondo?

—Desde que estaba en la escuela, de alguna manera debía defenderme del bullying. Ahora ya está advertido.

—Tantas facetas por descubrir y usted sigue negando la realidad. Venga, hagamos las paces, sensei, usted me da un besito y yo le haré el amor. Con la química que tenemos vamos a divertirnos haciendo travesuras en la cama. ¿Vamos?

—Sí… Travesuras… Haremos travesuras… ¡El día que los cerdos tengan alas! –Dio un rápido giro y en un solo movimiento derribó a Takuya-san al tomarlo desprevenido.

Se alejó corriendo por las calles sin importar los coches que pasaban la avenida, o el resto de transeúntes que tuvieron que abrirle el paso para que él no chocara con ninguno. Trató de tomar un taxi en la vía principal pero el trafico iba lento y los vehículos ocupados. Por eso siguió corriendo, si seguía derecho llegaría a la zona residencial donde vivía.

“Jacob”.

Notas finales:

Un saludo a L. Henry!!!!

Ya viene el lemon, lemonoso!!!


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