Frank se levantó de la cama a medianoche, se puso unos jeans, camisa polo, converse y una chaqueta ligera. Miro la cama de junto y ahí estaba Eve durmiendo plácidamente, se acercó y acaricio su cabeza suavemente, salió hacia el estacionamiento y subió a su lujoso Lamborghini negro. Condujo una hora hasta llegar a una bella mansión alejada de la ciudad, era la casa de verano de los Puscat. En la entrada un joven apuesto lo esperaba, Frank bajo y camino hacia él.
-Bienvenido señor- hizo una reverencia al chico.
-Te dije que me llamaras Frank- menciono el pelinegro algo molesto.
-Es imposible, señor- volvió a repetirlo y abrió la puerta de la mansión para que entrara el muchacho.
-Tú eres imposible, Leonard- dijo dándole un golpe en el hombro.
-Su comida esta lista- enuncio el sirviente.
-Tengo hambre- camino hacia el interior donde era todo lujoso y brillante como en los cuentos de princesas.
-El señor Damon está aquí- menciono Leonard mientras subían las escaleras.
-Comeré y después lo atenderé- ordeno el pelinegro, llego hasta la habitación principal y el chico abrió la puerta.
-Entendido, disfrute su comida- Frank cerró la puerta con seguro y miro alrededor, el cuarto era enorme como una suite de un hotel costoso. Miro hacia la cama y estaba una chica rubia hermosa, desnuda con unas cuerdas sujetando sus manos y pies a la base de la cama. Cinta gris cubría su boca y lágrimas corrían por sus mejillas.
-Este chico siempre haciéndolo de esta manera- dijo Frank acercándose a la chica, se subió a la cama y se puso en cuatro patas –No te preocupes, va a ser muy rápido-.
El chico acaricio su cara y después su cuello, utilizo su lengua para saborear este. De pronto los ojos de Frank se tornaron rojo carmín y sus colmillos sobresalieron de su boca. No pudo resistir más y mordió a la muchacha, sentía que la fuerza volvía a su cuerpo. La sangre era lo mejor, lo más delicioso, quería más y más. A los poco minutos la chica se desmayó pero el tomo hasta la última gota, matando a la pobre mujer.
-Lo siento- susurro el chico limpiándose con su camisa y apartándose de la cama. Tomo una ducha rápida y salió de la habitación rechinando de limpio.
-Señor- dijo el sirviente que lo esperaba aun lado de la puerta –el señor Damon espera-.
-Sí, limpia la habitación- Frank camino a toda velocidad hacia la sala donde se encontraba Damon, estaba sentado en uno de los sillones leyendo un libro, como siempre.
-¿Los libros te ayudan a olvidar?- pregunto Frank sentándose en frente del chico de lentes.
-Puedo olvidar todo por breves minutos- respondió cerrando el libro y mirando al pelinegro.
-¿Qué te trae por aquí?- dijo Frank poniéndose cómodo en el sofá.
-Daniel… se confesó- menciono con algunas dudas.
-Ya lose, ¿Cómo te enteraste?- enuncio el chico.
-El mismo me lo dijo, trata de provocarme- refunfuño Damon.
-¿Qué harás?- pregunto seriamente.
-Nada- respondió inmediatamente.
-¿Cómo que nada? ¿Piensas dejar que Daniel se lo quede?- Frank golpeo la pequeña mesa de centro.
-Yo… no tengo derecho de pelear por el- menciono bajando la mirada.
-Tonterías, lo que pasa es que no tienes confianza- intrigo el pelinegro.
-Talvez tengas razón, pero no sé si amo a este chico- confeso el de lentes.
-Mmm… lo que amas es el recuerdo de tu amor no correspondido- dijo Frank.
-Solo quiero que Eve sea feliz, no quiero volver a cometer los mismos errores- corrigió al chico.
-Bueno, bueno- inhalo fuertemente- aunque Eve se decida por alguien, puede cambiar de decisión-.
-Espero que no se equivoque, de nuevo- suspiro Damon, lo dijo como si Eve se hubiera equivocado anteriormente.
-Tengo que volver al internado- menciono Frank levantándose del sillón y caminando a la puerta.
-¿Qué haremos con el AMAV?- pregunto el chico rápidamente.
-Durante las vacaciones resolveremos esos asuntos- el pelinegro salió por la puerta, necesitaba volver antes de que Eve despertara. Damon tomo su celular y marco un número, después de unos segundos alguien contesto…
-¿Qué quieres?- pregunto la persona del otro lado del celular, con un tono molesto y era una chica.
-Tan amable como siempre- menciono el chico.
-Es lo menos que te mereces y agradece que te tome la llamada- refunfuño la chica.
-Gracias, Priscilla- Damon hablaba con la madre de Eve, ¿Por qué están hablando? Y ¿Por qué se conocen?
-¿Qué quieres?- volvió a preguntar hostilmente.
-¿Cómo está la asociación? ¿Todo en orden?- pregunto el chico.
-Qué demonios te importa, somos enemigos ¿Cómo se te ocurre llamar a tus enemigos?- dijo Priscilla enojada.
-Yo nunca te he considerado mi enemiga- respondió el chico.
-Dejame en paz, porfavor- suplico la chica.
-Acaso ¿No quieres saber dónde está tu amado Eve?- intrigo Damon maliciosamente.
-Maldito desgraciado, ¿Dónde lo tienes?- grito Priscilla.
-jajajaja ahora si quieres hablar- al parecer le gustaba molestarla.
-No te preocupes, daremos con su paradero y se los arrebataremos- amenazo la mujer.
-¿Enserio? Quiero verlo, más bien quiero verte- susurro Damon amorosamente.
-Me das asco- insulto al chico.
-Bueno, nos vemos luego- colgó antes de que la chica dijera más maldiciones –esta mujer me volverá loco, pero tengo que cuidarla es lo mínimo que puedo hacer por mi hermano y por…ella-.
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Del otro lado de la línea Priscilla colgó el teléfono de manera abrupta y sacando chispas con los ojos. Estaba en una habitación oscura con una mesa al centro, la mujer tiro todos los papeles que estaban sobre la mesa y comenzó a golpear la pared.
-¡Maldito! ¡Bastardo! ¡Hijo de….- continuo diciendo maldiciones y golpeo la pared con más fuerza, empezaron a formase grietas en esta. En unos segundos se vino abajo dejando notar la habitación de junto. Los de la otra habitación estaban muy sorprendidos de que Priscilla destruyera la pared con sus manos, todos menos Jean.
-Priscilla, cálmate- le dijo a la mujer con tranquilidad.
-¡Ese maldito!- grito Priscila con furia y se podía notar que sus ojos se tornaron rojo carmín.
-Todos salgan, por favor- les pidió Jean a los hombres que miraban asombrados a la chica, pero obedecieron y salieron rápidamente.
-Tenemos que ir por Eve- la mujer tomo su espada y se dirigió a la salida.
-¿Adónde crees que vas?- Jean la tomo del brazo para detenerla.
-Ya sabemos dónde está, solo hay que ir por el- menciono tratando de zafarse pero el hombre no la soltaba.
-¿Cuáles son tus ordenes?- pregunto Jean.
-Al diablo con eso, al diablo con todo- respondió enojada.
-¡¿Cuáles son tus ordenes?!- grito a los cuatro vientos estremeciendo a Priscilla.
-¡Esperar!- dijo la mujer soltando la espada y tumbándose en el suelo.
-Bien, entonces tenemos que esperar- menciono el hombre rodeándola con sus brazos.
-Jean, ¿Qué te gusta de mí?- enuncio con los ojos llorosos.
-¿De qué hablas?- dijo sin entender.
-Ya sabes, soy una loca, histérica, agresiva…-respiro hondo –soy mitad vampiro-.
-Me gusta todo de ti, tus defectos, tus virtudes, todo -la abrazo con más fuerza –te amo-.
-Estúpido, ¿Cómo puedes amar a un monstruo como yo?- dijo Priscilla.
-En todo el tiempo que llevo de conocerte, nunca he pensado que eres un monstruo- Jean la beso con ternura, él la amaba tanto y ella también. Priscilla es mitad vampiro y mitad humana, esto la hacía tener los poderes y habilidades de cualquier chupa sangre, pero sin la necesidad de tomar sangre.
La AMAV es el nombre de la organización anti vampiros, Asociación Mundial Anti-Vampiros, hay una sede en cada país para proteger a los ciudadanos y están asociados con muchas empresas y con los países más poderosos del mundo. Todos esto fue posible gracias a su líder (su identidad es desconocida hasta para los miembros, solo Priscilla y Jean lo conocen), pero más que proteger a los humanos, su principal objetivo es acabar con los vampiros, por lo que necesitan la ayuda de Eve y sus poderes.
El primer paso para realizar la aniquilación de los vampiros era encontrar a la niña demonio y así lo hicieron. Pero por asares del destino termino de nuevo con los vampiros, así que su siguiente operación sería rescatar al chico y convencerlo para pelear contra los chupa sangre.