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Sí, de nuevo todo me lleva a tí por makoko

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Notas del capitulo:

Hola mis queridos lectores :3

Les dije que actualizaria el domingo, pero ire a una fiesta (aun que no lo crean, si, ire a una fiesta xD) por lo que lo subi hoy, ya que el fin de semana estare ocupada :D

Batalle como no tienen una idea con este capítulo, es muy significativo por lo que tenía que quedar perfecto ;__;

Disfruten de la lectura :D

Arabela Dankworth odiaba su vida, se había casado con su hermano y se convirtió en la esposa del gran líder de los Dankworth. Nunca lo amo, ni siquiera le atraía sexualmente, pero aun así tuvieron a su primogénito, Arthur.

 

La mujer amaba tanto a su pequeño hijo por lo que lo sobreprotegía y nunca lo dejaba solo. Arthur creció con muchas inseguridades, era muy complicado para el mantener una conversación con alguien que no fuera su madre y su padre lo aborrecía, así que no hablaba con él.

 

El único lugar donde Arthur podía ir solo, sin su madre, era el enorme jardín que rodeaba la mansión Dankworth. Le encantaban las flores y leyó bastantes libros sobre botánica durante su niñez. Creció con la idea de obedecer a su madre en cualquier cosa que esta le pidiera, por más tonta que fuese su petición.

 

Arabela comenzó a sentir un amor enfermizo por Arthur, a pesar de que apenas era un niño de 10 años. Le atraía tanto sexualmente hasta el punto que lo veía dormir o lo espiaba mientras tomaba un baño. El moreno se daba cuenta de estas acciones pero no le decía nada a su madre.

 

Una noche mientras Arthur dormía plácidamente, Arabela entro a su cuarto, como ya era costumbre, metiéndose entre las sabanas para abrazar a su hijo. Arthur sintió la mano de su madre acariciar su pecho, abdomen y continuar hasta su parte intima. Se sobresaltó un poco y trato de apartarse pero su madre lo abrazo más fuerte…

 

-No te muevas- susurro en su oído.

 

-Madre ¿Qué hace?- pregunto un tanto sorprendido y asustado.

 

-Si dejas de moverte te gustara- comenzó a masturbar su pequeño miembro sin desarrollarse, pero solo soltó unas lágrimas y algunos quejidos ya que no podía desobedecer a su madre. Arabela prácticamente lo violo, Arthur no se levantó de la cama durante algunos días, pero eso no evitaba que su madre le siguiera dando “visitas” nocturnas.

 

Al cumplir 16, la niña demonio asesino a su padre y Arthur se convirtió en el nuevo líder, pero solo de nombre, porque su madre se encargaba de todas las decisiones importantes. Pasaron muchos años y todas las familias se pusieron en marcha para encontrar a la siguiente niña demonio, pero fue la familia Dankworth quien la encontró primero, pero ellos no fueron tan amables como los Fernsby.

 

La chica estaba siendo cuidada por un par de humanos de la tercera edad, los subordinados de Arabela los asesinaron sin piedad y secuestraron a la niña demonio, llevándola a la gran mansión.

 

Arthur observaba desde la ventana de su habitación el gran jardín, quería estar ahí pero su madre le prohibió salir hasta el siguiente día. De pronto algunos vampiros entraron a la casa con una niña llevada a cuestas y al parecer inconsciente. La curiosidad casi lo mata, pero no salió de su recamara hasta la mañana siguiente como Arabela le indico.

 

Antes que nada fue a dar una vuelta al jardín, para verificar que habían regado las flores, camino hasta una parte donde se encontraban las rosas, se detuvo en seco al ver una cabellera larga color caramelo junto a los rosales.

 

-emm…disculpe- dijo el chico tímidamente. La chica volteo sorprendida, sus ojos eran color menta, piel blanca, delgada, de aproximadamente 12 años de edad y tenía unas vendas en la cabeza, probablemente era a quien trajeron ayer pensó Arthur.

 

-¿Quién eres?- le pregunto la niña mirándolo a los ojos.

 

-Eso…debería decir yo- menciono el moreno sonrojándose por su mirada penetrante.

 

-¿Quién soy?-sus ojos eran hermosos pero parecía vacíos, sin ningún tipo de sentimiento, justo como se sentía Arthur con su madre.

 

-¿No sabes quién eres?- enuncio el chico con un poco más de confianza.

-No…siento que olvide algo importante- la chica se giró al rosal y comenzó a oler las flores, estaba totalmente perdida, ni siquiera le ponía atención a lo que él estaba diciendo.

 

-¿Te gustan la flores?- pregunto Arthur tratando de entender un poco a la pequeña.

 

-No lo sé, pero huele bien- inhalo para sentir la fragancia de las rosas en sus fosas nasales –en especial esta-.

 

-Esa flor se llama rosa- señalo la que estaba enfrente de la niña.

 

-Rosa…que lindo nombre, desearía tener un nombre- susurro la pequeña con nostalgia.

 

-Mmmm…¿porque no te llamamos Rose?- pregunto Arthur con una leve sonrisa.

 

-¿Rose?- la chica sonrió un poco –me gusta-.

 

-Bueno entonces desde ahora eres Rose- el chico se sorprendió a si mismo de que fuera tan sociable, pero sentía que debía proteger a esa pequeña sin memoria.

 

-¿Y tú? ¿Tienes nombre?- menciono Rose acariciando los pétalos de una rosa.

 

-Arthur- el chico sintió un olor agradable que le hacía erizar el cuerpo, observo a la niña y noto un poco de sangre en las vendas que tenía en la cabeza – ¡estas sangrando!-.

 

-¿Sangrando?- Rose se tocó la cabeza con su mano y al verla estaba llena de sangre, la herida se estaba abriendo, la pequeña miro al moreno que ya tenía los ojos rojos –tus ojos, ¿Por qué están rojos?-.

-Ehh…bueno- Arthur no sabía como explicar que era un vampiro y ella una humana, así que la cargo con ambas mano y la llevo hacia dentro de la mansión.

 

-¿Qué haces?- Rose no entendía las acciones del moreno, pero lo que menos entendía era su propio corazón que latía de manera anormal.

 

-Tengo que curarte esa herida, para que cicatrice- menciono Arthur controlando su sed. La llevo a su habitación, le retiro las vendas ensangrentadas, limpio la herida y le coloco unas nuevas.

 

-No me has contestado lo de tus ojos- enuncio Rose recostándose en la cama.

 

-Bueno…veras…yo…-Arthur comenzó a tartamudear sin saber que decir.

 

-Somos diferentes- susurro Rose mirando al techo.

 

-¿Cómo lo sabes?- pregunto el moreno un poco impactado.

 

-Solo lo sé, pero me gustas de todos modos- Aunque era una niña sin recuerdos, podía entender lo diferente que eran y la palabra gustar era algo nuevo para ella, pero definitivamente le gustaba Arthur.

 

-Eres muy extraña- menciono él avergonzado.

 

-¿Qué hago aquí?- Rose se refiere a la mansión.

 

-No lo sé, probablemente seas una invitada- respondió Arthur, la verdad no sabía quién era, pero ya tenía una idea, niña demonio.

 

-Tengo sueño-  la niña se acurruco con una almohada y se quedó dormida en la cama de Arthur.

 

-Esta pequeña- refunfuño el moreno rumbo al despacho de su madre. Toco la puerta y se escuchó un “adelante” desde adentro.

 

-Mi pequeño Arthur, ¿Ya conociste a nuestra invitada?- le dio una gran sonrisa.

 

-Ya, bueno es la niña demonio, pero ¿Qué le sucedió?- pregunto Arthur tomando asiento enfrente del escritorio de su madre.

 

-Dos humanos la cuidaban, nos decidimos de ellos- al moreno se le hizo un nudo en la garganta –al parecer cuando la traían, se golpeó con un árbol y perdió la memoria-.

 

-No era necesaria tanta violencia- menciono el chico evitando los ojos de Arabela.

 

-Bueno, bueno, ahora tu misión es… enamorarla- enuncio ella con pesar.

 

-¿Enamorarla?- nada de eso tenía sentido pensó Arthur.

 

-Sí, para que este de nuestro lado, pero tienes prohibido morderla, si se convierte en vampiro sus poderes desaparecerán- se puso de pie para acercarse al moreno –que perdiera la memoria fue buena suerte-.

 

-Ella no sabe ni su nombre- susurro el chico mientras Arabela se sentaba en sus piernas y le besaba apasionadamente.

 

-Mejor aún, te ganaras su confianza y después su amor…pero, tú no puedes enamorarte de ella ¿Entendido?- ordeno la mujer.

-Sí, madre- definitivamente no estaba de acuerdo en usar a Rose, pero no se podía negar.

 

Durante tres años  Arthur y Rose hablaban todos los días, convivían de manera armoniosa, casi siempre se encontraban en el jardín admirando las flores. Arabela podía notar lo bien que se llevaban y que la chica estaba cayendo ante los encantos de su pequeño, pero aun así sentía celos ya que su hijo y ella no habían tenido intimidad en un tiempo.

 

-Arthur, ¿te has enamorado de alguien?- pregunto Rose sentada en el piso aun lado del moreno, mientras le acariciaba el cabello a este.

 

-No lo sé, ¿Qué se supone que debes sentir cuando estás enamorado?- Arthur prefería evitar esos temas.

 

-Quieres estar con esa persona siempre porque sientes bonito al estar con ella, aunque te de vergüenza tener contacto físico lo necesitas…-la chica que ya estaba bastante desarrollada, abrazo al moreno tiernamente.

 

-¿Qué haces?- dijo Arthur sorprendido por sus acciones, pero le correspondió el abrazo.

 

-Creo que estoy enamorada de ti, pero no se tu que sientas…-susurro Rose sonrojada y apartándose un poco del chico.

 

-Ehh…bueno…yo- Arthur no podía creer aquellas palabras, justo lo que su madre quería, no podía permitir que lastimara a Rose.

 

-¡Arthur! Necesitamos hablar- grito desde la mansión Arabela.

 

-¡Ya voy!- grito el moreno –hablaremos de esto más tarde-.

-Si…-Rose sabía que la relación de Arthur con su madre no era normal y al parecer esta la aborrecía, sin pensarlo mucho los siguió hasta la habitación del moreno, abrió la puerta unos centímetros para ver y escuchar mejor.

 

-Arthur, hace mucho que no nos divertimos- dijo Arabela quitándole la ropa al moreno.

 

-No hemos tenido tiempo- respondió el muchacho mirando hacia otro lado.

 

-Te la pasas con esa mocosa, por eso no me atiendes- reprocho la mujer quitándose la ropa ella sola.

 

-Olvídate de ella- sabía que su madre era capaz de hacerle algo malo a Rose si se enteraba que estaba enamorado de ella.

 

-Hazme tuya- susurro sensualmente, Arthur la cargo hasta la cama y comenzó a acariciarla y besarla, imaginándose que estaba con Rose, definitivamente le atraía Rose y la amaba, pero su madre era demasiado peligrosa.

 

-Ahh…sí..- lo que más detestaba eran esos sonidos que Arabela emitía, le causaban repulsión, de pronto escucho la puerta abrirse y Rose cayó al suelo.

 

-Rose…-dijo Arthur con pesar.

 

-Lo siento…no quería interrumpir- menciono la chica saliendo rápidamente de la habitación.

 

-Esa mocosa- Arabela estaba muy molesta.

 

-¡Rose!- grito el moreno poniéndose los pantalones y corriendo atrás de ella.

-¿Arthur?- la mujer no entendía su comportamiento y se fue detrás de ellos. El chico corrió por las escaleras y vio a Rose en el jardín cerca de las rosas.

 

-Rose…escúchame- la chica volteo y algunas lágrimas bajaban por sus mejillas, a Arthur le desgarro el alma verla en ese estado y no pudo evitar abrazarla con fuerza.

 

-Su..el…tame- dijo la chica entre sollozos.

 

-¡No! Eso no es lo que piensas, yo…te-trago saliva y su corazón latía como loco.

 

-Ustedes, tu madre y tu…estaban-Rose no dejaba de llorar.

 

-Es algo complicado, pero no lo hago porque quiera, créeme por favor- suplico el moreno sin dejar de abrazarla.

 

-Eres un mentiroso, suéltame- Rose comenzaba a secarse las lágrimas.

 

-Te…amo- su voz se cortaba y también soltó algunas lágrimas.

 

-¿Qué?- la muchacha no podía creerlo.

 

-Te amo a ti, no siento nada por esa mujer- trataba de abrir su corazón para que Rose le creyera.

 

-¿En serio?- quería que fuera real.

 

-Déjame demostrártelo- Arthur tomo su mentón y le dio un beso tierno, totalmente puro, las piernas de Rose comenzaron a temblar de la emoción y si no fuera por el agarre del moreno, probablemente se hubiera elevado del suelo.

 

Todo parecía arreglarse en la vida de Arthur pero, desde un buen ángulo para que no fuera descubierta, estaba Arabela escuchando la conversación y observando a los muchachos enamorados. Estaba tan enfadada que ya no le importaba nada.

 

Al día siguiente Rose amaneció muerta en su recamara, los doctores dijeron que de un paro cardiaco, pero al olfatear el cadáver Arthur pudo notar el olor a estremonio, que con una dosis muy grande puede causar el paro del corazón. Fue envenenada, el amor de su vida, la única mujer que ha amado, fue asesinada. Sabía perfectamente quien lo había hecho, Arabela, ni siquiera podía seguir llamándola madre.

 

-Es una lástima- menciono Arabela tocándole el hombro al chico.

 

-No me toques- dijo Arthur alejando la mano de la mujer y saliendo de la habitación.

 

-¿Qué dijiste?- pregunto asombrada por la rebeldía de su hijo.

 

-No vas a volver a tocarme nunca más, monstruo- advirtió el moreno con el rostro transformado de la furia.

 

-Ven aquí, ¿A dónde crees que vas?- lo sujeto del brazo pero este se zafo inmediatamente.

 

-Lo más lejos de ti- enuncio con desdén y salió de la mansión solo con la ropa que traía puesta.

 

Nadie volvió a saber de Arthur en muchos años, pensaban que había muerto y su madre se encargó de la familia, imaginando que algún día volvería….

Y así lo hizo…

Notas finales:

que les parecio? :D 

comos e sienten? xD

se esperaban algo asi? ;;___;;

que hizo Arthur cuando se fue de la mansión? o.o

bueno el proximo sera de Frank *-*

Gracias por leer :D

 

Makoko <3


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