Las clases terminaron y me dirigí a mi habitación, espere durante horas a Mabel, pero no llegaba y comencé a preocuparme. Cogí mi celular y lo llame unas 20 veces pero nunca contesto.
-¿Dónde estás Mabel?- hablaba conmigo mismo, el celular empezó a sonar. Lo tome rápidamente creyendo que era Mabel –¿Hola?-.
-¡Eve! ¿Dónde estás?- pregunto Arthur bastante alterado.
-En mi habitación- me decepciono un poco que fuera él.
-Bien, no te muevas de ahí- colgó.
-¿Qué le pasa?- alguien comenzó a golpear la puerta, la abrí rápidamente y Arthur estaba jadeando enfrente de mi –Arthur, ¿te encuentras bien?-.
-Mabel no vendrá en un tiempo- dijo seriamente.
-¿De qué hablas?- pregunte preocupado.
-Su madre falleció- enuncio molesto.
-Su madre…- no puedo creerlo, tengo que estar con él. Perder a un ser querido es algo horrible -¿Dónde está?-.
-¿Piensas ir a buscarlo?- menciono enojado.
-Mabel y yo tenemos una relación, tengo que estar con él en estos momentos- dije firmemente pero Arthur no cambiaba su expresión de furia.
-Si no te dijo nada es porque no te quiere ahí- sus palabras me dolieron, pero era la verdad.
-¿Conoces a una chica llamada Clare?- pregunte bastante deprimido, los ojos del moreno se abrieron como platos y tomo mis hombros bruscamente.
-¡¿De que estas hablando?!- apretó con más fuerza.
-Me estas lastimando- mencione asustado por su comportamiento.
-¡¿Dónde escuchaste ese nombre?!- me empujo dentro del cuarto y lo mire directo a los ojos.
-¡Suéltame!- le ordene y me soltó inmediatamente –cálmate, Arthur-.
-Tu no entiendes nada- enuncio el moreno con los ojos llorosos.
-Explícame, para que pueda entender- dije tomando su mano, pero la soltó inmediatamente.
-Tengo miedo de perderte- menciono cubriéndose el rostro con las manos.
-¿Qué sucede?- me acerque a él pero se alejó unos pasos.
-Estoy muy enojado y frustrado- suspiro tratando de calmarse –pero más que nada…asustado-.
-No puedo entenderlo- trataba de comprender sus palabras, pero no podía llegar a una conclusión.
-Nunca entiendes nada- susurro lo suficientemente fuerte para que lo escuchara.
-Si no me explicas, ¿Cómo quieres que entienda?- pregunte con mirada suplicante.
-No me mires así- su cara se puso roja.
-Definitivamente no te entiendo- me volvió a tomar de los hombros con brusquedad.
-¡Me enoja y me pone furioso, que ni siquiera te des cuenta que te amo!- grito y comenzó a llorar.
-¿Qu…- me robo un beso desesperado, me quede congelado. Un cosquilleo desde la punta de los dedos me trajo a la realidad y aparte al moreno con cuidado.
-Eve, lo siento- se limpió las lágrimas y salió de la habitación a toda velocidad. Me quede parado en medio de la habitación durante horas tratando de procesar todo lo que había pasado. Ese beso fue diferente de todos los que había recibido, lleno de amor y devoción, totalmente puro. Y sin darme cuenta mis mejillas comenzaron a arder y sentía ese extraño cosquilleo en el estómago. ¿Qué hare? ¿Me pueden gustar dos personas a la vez? O ¿Estoy enamorado de…?
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Priscilla se encontraba caminando por los pasillos del cuartel subterráneo pertenecientes al AMAV, se detuvo en frente de una puerta muy grande que ocupaba toda la pared. Respiro profundamente y toco la puerta tres veces.
-Adelante- se escuchó la voz delicada de una mujer.
-Con permiso, jefe- dijo la madre de Eve mientras entraba a la oficina, era un lugar muy amplio con una pequeña sala en medio y un escritorio al fondo.
-¿Cómo fue la misión?- pregunto sentada en la silla detrás del escritorio, sin girarla hacia su acompañante.
-Lo hice de acuerdo al plan, jefe- Priscilla le tenía mucho respeto a su jefa, ya que le había ayudado desde que abandonó su casa y era la líder del AMAV.
-Te he dicho que cuando estemos solas, me llames por mi nombre- la mujer giro la silla, tenía el cabello rojo, recogido en una cola de caballo, piel blanca, delgada y ojos color menta –Priscilla-.
-Lo siento…- pensó un poco antes de pronunciar su nombre –Annie-.
-Eres tan quisquillosa- sonrió de una manera angelical y comenzó a buscar unos papeles en su escritorio.
-¿Por qué tuve que matar a la antigua esposa del líder de los Fernsby?- enuncio la mujer sentándose en uno de los sillones.
-Solo es el comienzo… de mi venganza- su rostro tenía un semblante oscuro.
-Nuestra organización es para acabar con los vampiros, pero, ¿Por qué empezar con ella?- Priscilla no lograba entender porque no mato primero a uno de los líderes.
-Ya te lo he dicho, no es solo para acabar con ellos, también quiero cumplir mi venganza- respondió pero seguía buscando entre los papales.
-Eres un vampiro, ¿Por qué acabar con tu propia especie?- toco un tema que a Annie no le agradaba para nada.
-Sabes que no soy como los otros vampiros, nunca he bebido sangre humana- contesto con cierto reproche.
-Sí, pero, ¿No te duele?- menciono.
-Te tengo un regalo- cambio el tema rápidamente.
-No cambies el tema- la pelirroja levanto un papel y se levantó para llevárselo a la pelinegra.
-Esto te va a gustar- sonrió como si nada pasara y le entrego el documento.
-Mmm...- Priscilla comenzó a leer y se detuvo justo a la mitad, sonrió radiantemente sin creerlo.
-¿Estas feliz?- pregunto Annie imaginándose la respuesta.
-Eve…- sus ojos se pusieron húmedos y algunas lágrimas bajaron por sus mejillas.
-Tu recompensa por la misión exitosa, el paradero de tu amado Eve- dijo arrogante.
-Gracias, jefe, definitivamente lo recuperare- respondió con mucha alegría.
-Esa es tu segunda misión, traer a Eve ante mis ojos- ordeno Annie cruzando los brazos.
-Pero este lugar, es un instituto…- Priscilla no podía creerlo.
-Ahora cambiaron su forma de atrapar a la niña demonio- dijo la pelirroja encendiendo un cigarro y comenzado a fumar.
-¿De que hablas?- pregunto sin comprender.
-Antes las secuestraban y las maltrataban, experimentando con ellas, torturándolas…- Annie se detuvo al ver la cara de pánico de su subordinada –después las enamoraban, para poder usar sus poderes a su antojo-.
-Entonces… ¿Tienen a Eve contra su voluntad?- Priscilla se asustó pero también se enojaba cada vez más.
-No…y eso es lo que más me preocupa- enuncio dejando ir el humo de cigarro por su boca.
-¿Por qué?-
-Separarte de la persona que amas por culpa de otros…- miro hacia el techo recordando todo lo que había pasado –es más doloroso que morir-.
-Lo dices como si ya hubieras experimentado la muerte- intrigo la mujer arrugando los papeles. Annie le regalo una sonrisa triste y Priscilla comprendió que se estaba pasando de la línea –comenzare los preparativos de la misión-.
-Adelante, esta vez iré contigo-
-¿En serio?- se sorprendió bastante.
-Si…- Annie se sentó en la silla giratoria y le dio la espalda a Priscilla.
-Bueno… me voy, jefe- se despidió con una reverencia y salió de la oficina.
-Nuestro reencuentro se acerca… Frank…- exhalo el humo del cigarro y suspiro con nostalgia.