Abrí los ojos lentamente, tarde en acostumbrarlos a la oscuridad de la habitación en la que me encontraba, trate de levantarme pero fue inútil, mi cuerpo no respondía. Note algo suave cubriendo mi boca, tal vez un pañuelo, impidiéndome hablar.
-Al fin despiertas- dijo Mabel apareciendo desde las sombras.
-Mh..mh- no podía gesticular palabra alguna y comencé a perder la compostura.
-No podrás moverte en unas horas y mucho menos hablar- se acercó a mi rostro con una sonrisa maliciosa, dándome un tierno beso en la frente –Por fin estamos juntos, Clare-.
Abrí los ojos perplejo por sus palabras, sentí un escalofrió por todo mi cuerpo y estaba completamente desnudo. Mire al rubio a los ojos, tratando de descifrar sus planes.
-No me mires así, pronto recordaras todo sobre nosotros, Clare- ¿Qué demonios está diciendo?… se desnudó completamente y termino en cuatro patas sobre mí, beso mi cuello de manera desesperada, con sus manos acariciaba mis pezones duros por la excitación. Trate de gritar pero el pañuelo me lo impedía, no quería, todo menos eso, comencé a llorar lastimosamente.
-No…no llores Clare- beso mi mejilla de manera sutil y acaricio un mechón de mi cabello –Me gusta tu cabello largo, siempre me ha gustado-.
Volvió a acariciar uno de mis pezones con su mano izquierda y con su lengua saboreaba el otro, trate de pensar en otra cosa para ignorar lo que estaba sucediendo, y lo único que venía a mi mente era Arhur, su cabello oscuro, liso y suave como un trozo de seda, sus hermosos ojos verdes en los que me podía perder por horas, la linda manera de sonrojarse que lo caracteriza, me da ternura su manera de llorar cual niño pequeño… Arthur…Arthur…
Una sensación extraña me saco de mis pensamientos, con su mano derecha, Mabel acariciaba mi miembro de arriba abajo, dándome pequeños besos en el cuello.
-No me importa tu cuerpo de hombre, me excitas de todas formas- pude ver su parte totalmente erecta y sus ojos llenos de lujuria, se pegó a mi mientras nuestros miembros chocaban entre sí, quería apartarlo pero mi cuerpo seguía sin responder. Mabel se movía haciendo que nuestros penes se levantaran más y más.
-Probablemente te duela un poco, pero lo resistirás- chupo su dedo índice hasta dejarlo muy húmedo y empezó a acariciar mi ano. Negué con la cabeza como loco, pero no le importaba mi opinión, eso estaba más que claro. Con un poco de esfuerzo su dedo entro, siguiéndole otros dos más…
-No puedo esperar más- menciono mientras se alejaba un poco de mí, levanto mi trasero y me penetro sin ningún cuidado. El dolor era insoportable, sentía que me desgarraba desde dentro y las lágrimas nublaban mi vista. Empezó a envestirme descontroladamente, haciéndolo más doloroso, jamás pensé que mi primera vez sería algo así. Aumentaba la velocidad cada vez más hasta que se corrió en mi interior, nunca me sentí más sucio, me miro directo a los ojos…
-Todavía no estoy satisfecho- susurro en mi oído…
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Frank conducía un flamante Ferrari color rojo, Arthur estaba de copiloto y Daniel, Damon y Melissa en los asientos de atrás.
-¡Mira Daniel!- gritaba emocionada la chica moviendo su brazos –Ya recupere la movilidad en los brazos-.
-Felicidades, estoy tan contento- dijo el pelirrojo sarcásticamente.
-¿Podrían callarse?- pregunto Damon irónico.
-Tu cállate, cuatro ojos- respondió Melissa en tono de burla.
-Cálmense, por favor- interrumpió Arthur.
-Sí, todos tenemos el mismo objetivo, detener a Mabel, así que tenemos una tregua- menciono Frank.
-Tienes razón, hay que impedir que Eve se convierta en vampiro a cualquier costo- enuncio la chica cruzando los brazos.
-No es que quiera a Eve como vampiro, pero ¿Por qué están tan alterados?- pregunto el moreno, ante su comentario.
-Es algo complicado- dijo el pelinegro para desviar el tema.
-Tenemos tiempo- contesto Daniel.
-Yo se los diré- interrumpió Melissa con el tono arrogante que la caracteriza –Cuando Clare murió le dejo una carta a mi hermanito, la cual leí y recuerdo perfectamente lo que decía…
“Querido Mabel…
No quiero que te sientas culpable por lo que me sucederá, tome esta decisión pensando en tu bien.
Al convertirme en vampiro perdí algo muy importante, mis poderes, pero también gane algo de más valor, recuerdos.
Cada memoria, sentimiento, emoción de mis vidas pasadas lo recuerdo y lo siento. Todo el dolor, sufrimiento y odio, por eso la siguiente niña demonio recordara nuestro amor. Volveremos a vernos y a amarnos.
Te amo, te amé y te amare por siempre.
Tu amada, Clare”
Todos guardaron silencio por unos minutos, hasta que Frank decidió hablar…
-Annie me conto todo eso, ella recordaba todo sobre sus vidas pasadas, perdón por no decirles- se disculpó mirando a la carretera.
-Tenemos que detener a Mabel- dijo Arthur apretando sus puños –No quiero que Eve recuerde-.
-No solo recordara lo bueno…- menciono Daniel.
-También recordara lo malo- completo la frase Damon.
-Me pregunto, ¿Dónde está Annie?- indago Melissa, pero nadie respondió, más bien la ignoraron…
-¡Acelera Frank!!Ya casi llegamos!- grito el moreno.
-¡No necesitas decírmelo!- piso el acelerador con furia…
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Ya no tengo esperanzas de que alguien me salve, aun si alguien lo hace, no volveré a ser el mismo. Ya perdí la cuenta de la veces que Mabel me ha penetrado, ya no duele, ya no siento nada…
-Fue divertido Clare- dijo acariciando mi cabello –Es hora de hacerte recordar-.
Acerco su boca a mi cuello, sus ojos se pusieron rojos y sus colmillos sobresalían de su boca, cerré los ojos, ya no me importaba convertirme en vampiro, solo quería alejarme de ahí o que me matara en ese momento.
Un gran estruendo me hizo abrir los ojos y Mabel se detuvo muy sorprendido.
-¡Qué demonios!- grito poniéndose la ropa mientras otro gran estruendo se escuchó muy cerca –Enseguida vuelvo-.
No es como si pudiera escapar, idiota, esos estruendos creo que son explosiones, ¿Qué estará pasando allá afuera? Pero, ni siquiera sé dónde estoy, de pronto pude mover los brazos un poco ¡Estoy recuperando la movilidad! Trata de levantarme pero un dolor punzante en el trasero me hizo caer de nuevo en la cama. Desamarre el pañuelo de mi boca… la puerta de la habitación se abrió.
-Mabel…- el sonido de unos tacones inundo la habitación, mire hacia adelante y vi una silueta de mujer -¿Quién eres?-.
-Eve- no hacía falta verla para saber quién era, pero ¿Cómo es posible? Ella…
-¿Mamá?- la mujer se acercó dejando ver su rostro.
-Sí, soy yo, mi pequeño Eve- sonrió alegremente y me abrazo con dulzura.
-Mama, mama, mama- repetí esa palabra unas 50 veces correspondiendo su abrazo y llorando como niño pequeño.
-Cálmate, ya está todo bien- se apartó un poco y observo las sabanas manchadas de sangre –Ese desgraciado-.
-Mamá- me enredo en las sabanas y me cargo con ambos brazos, parecía bastante ligero.
-Vámonos de aquí- camino hasta la puerta…