El dolor constante en el cuerpo de Arthur hizo que despertara de su profundo sueño. Observo el techo y por alguna razón le parecía conocido, como si hubiera dormido ahí toda su vida… pues claro, se encontraba en su habitación.
-Al fin despiertas, bello durmiente- menciono una voz profunda y sarcástica desde algún punto del cuarto, el moreno no sabía a quién pertenecía pero tampoco le importo mucho.
-Me duele…- murmuro el chico con la garganta seca y con dificultad para hablar.
-A mí también me duele, pero no dormí plácidamente por más de una semana-.
-No puedo moverme…- Arthur comenzaba a desesperarse al no poder usar su cuerpo, sentía que sus miembros estaban atados por cadenas con púas y si los movía seria duramente lastimado.
-Es algo normal… supongo- el chico se acercó y el moreno al fin pudo divisar de quien se trataba, Damon.
-Te ves bien- mascullo Arthur de forma sarcástica al notar algunas vendas en el cuerpo del vampiro.
-Me parece que tu estas mejor- enuncio sonriente acomodándose las gafas.
-Muy gracioso- el chico respiro profundamente e intento levantarse pero fue inútil.
-Aún es muy pronto, descansa un poco más- Damon se sentó en una silla que se encontraba aun lado de la cama.
-Eve…¿Dónde está?- pregunto mirando al techo.
-En su cuartel general… probablemente- contesto sin estar seguro de nada.
-Estuvo a punto de tomar mi mano, él no quería irse con ellos- menciono mientras sentía la furia recorrer su cuerpo.
-Tu madre está muy molesta, tiene una pista de ese lugar y quiere atacarlo cuanto antes-Arthur pudo sentir la preocupación en la voz de Damon, tenían que sacar a Eve de ahí antes de que su madre tomara cartas en el asunto.
-Tenemos que encontrarlo antes que ella, esa mujer está loca…- menciono moviendo sus brazos lentamente, de arriba abajo para recuperar la movilidad.
-Daniel y yo comenzamos nuestra propia investigación para dar con el paradero de Eve, lo único en lo que tienes que concentrarte es en recuperarte-.
-¿Te has enamorado después de Irene?- pregunto el moreno cambiando de tema drásticamente.
-Las balas te afectaron el cerebro, ¿A qué viene eso tan de repente?- obviamente Damon no entendía la razón de su cuestionamiento y tampoco quería responder ante tal pregunta.
-Cuando Rose murió, creí que no podría volver a enamorarme, que nunca conocería a otra persona igual, sufrí tanto y no quería volver a sentir lo mismo por nadie, no porque tuviera miedo, más bien quería que lo nuestro fuera único, que fuera verdadero, que fuera para siempre- algunas lágrimas salían de sus ojos y su voz comenzó a quebrarse –Después de su muerte comencé a odiar todo, mi madre, mis subordinados, el solo hecho de ser vampiro, de ser el líder, de existir… un vacío tan profundo y sin fin… pero… por alguna razón lo conocí, tan bello y frágil como una flor, testarudo, terco, inocente, pequeño, lindo… podría seguir y no me alcanzarían todos los adjetivos del mundo para describirlo, con tan solo una sonrisa olvidaba todo a mi alrededor y comencé a amarlo, sin darme cuenta cada vez más y más, como si ese vacío que dejo Rose se fuese llenando de él y ahora… lo necesito, lo extraño… lo amo-.
Los sollozos de Arthur llenaron la habitación, Damon lo miro con pena y lástima porque de alguna forma se reflejaba… esos sentimientos tan contradictorios…
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El sonido de unos débiles puños golpeado la madera comenzó a ser molesto para todos los que se encontraban en el cuartel general del AMAV, la mayoría esperaba impaciente a que el jefe volviera de su viaje de negocios para reclamarle el golpeteo contaste que no los dejaba dormir tranquilos.
Priscilla y Jean se encontraban justo enfrente de la puerta que era golpeada de día y de noche, se miraron entre ellos tratando de encontrar una solución pero todo parecía inútil.
-Eve…- dijo al fin la mujer con tono dulce –deja de golpear la puerta, por favor-.
Como si no hubiera escuchado nada, el chico continuo golpeando con ambas manos, pies y con su frente, las gotas de sangre se resbalaban por la madera. Cuando Eve despertó, inmediatamente Annie se encerró a solas con él y desde entonces no ha querido hablar con nadie, además ha golpeado la puerta durante una semana, lo cual preocupaba mucho a su madre.
-Eve…- Priscilla se acercó a la puerta.
-Déjame salir- murmuro el muchacho sin dejar de azotarse contra la puerta.
-¿Estás dispuesto a ayudarnos?- pregunto Jean molesto.
-¡Nunca!- Eve golpeo la puerta lo más fuerte que pudo, pero debido a que no había comido nada, sus fuerzas estaban en su mínima expresión.
-Por lo menos come algo…- Priscilla no sabía lo que el jefe había hablado con Eve, pero debió enojarle tanto que no quería ni hablar con ella –Hijo…-.
-¡No soy tu hijo! ¡Mentirosa! ¡Hipócrita!- grito el chico con desesperación.
-¡Cállate chico idiota!- contesto Jean al ver las lágrimas en el rostro de su esposa –Priscilla, no lo escuches-.
-Eve, perdóname- menciono la mujer entre sollozos.
-¡Sácame de aquí!- enuncio con furia el chico.
-No puedo- murmuro la mujer secándose las lágrimas.
-No importa cuánto este aquí, nunca los voy a ayudar con su plan- enuncio Eve en tono amenazante.
-Esa es una mala idea- la voz penetrante de Annie se hizo presente, camino hasta la puerta y se acercó un poco –Esta es tu ultima oportunidad mi querido Eve, ¿Vas a ayudarnos?-.
-¡Jamás!- grito dominante.
-Muy bien, vamos con el plan B- en cuanto dijo esto, dos hombre fornidos se acercaron a la pelirroja –Abran la puerta y llévenlo a la sala de experimentos-.
-Espere por favor, dele un poco más de tiempo para pensarlo- intervino Priscilla pero Annie la paro en seco levantando su mano.
-No podemos perder más tiempo, lo siento Priscilla- la jefa se dio media vuelta y camino por el pasillo sin mirar atrás. Los subordinados abrieron la puerta y sacaron al chico a rastras.
-¡No! ¡Suéltenme! ¡Nooo!- trato de zafarse pero fue inútil. Caminaron durante unos minutos entre forcejeos y gritos por parte de Eve hasta que llegaron a su destino. Un cuarto blanco lleno de camillas, herramientas para cirugías, aparatos con luces por todos lados… un lugar terrorífico.
-Siéntenlo aquí- menciono Annie, que usaba un antifaz para cubrir sus ojos, señalando una silla de madera con cadenas y un casco gris en la parte de arriba.
-¿Qué vas a hacerme?- pregunto Eve mientras lo sujetaban para que no pudiera escapar.
-Voy a borrarte la memoria, cuando despiertes no vas a recordar ni quien eres- enuncio con una sonrisa maquiavélica y coloco el casco en la cabeza del chico.
-¿Borrarme la memoria?- Eve miro a Priscilla pensando que ella la detendría, pero cuando sus ojos se cruzaron la mujer solo bajo la cabeza y se escondió en los brazos de Jean.
-Nadie va a ayudarte pequeño, no tienes a nadie- dijo la jefa acariciando el rostro del muchacho.
-Te equivocas- indico Eve –tengo a Arthur, Damon, Daniel y también a… Frank- enfatizo el último nombre haciendo arder de furia a la pelirroja.
-Cuando no recuerdes nada, te pondremos en su contra y con tus propias manos o mejor dicho con tus palabras vas a asesinarlos uno por uno- contesto y un choque eléctrico hizo que el chico aullara de dolor.
-NUNCA… VOY A…. AYUDARLOS- esas fueron las últimas palabras de Eve antes de caer en un profundo sueño, mientras todas sus memorias se borraban lo único que no quería olvidar… lo más importante… No quiero olvidarte... Arthur