-¿Hoy saldrás un rato Jeremy?- Asentí a Peter mientras terminaba de masticar mi comida.
-¿Qué planes hay?
-Pues no se apunta mucha gente la verdad. Creo que vamos solo los chicos. Así que unas cervezas y al descampado.
-Vale, un rato sí que me apetecería ir.
-Eso espero porque desde que ha llegado Darien, te has pasado encerrado con él en la casa.- Negué con la cabeza divertido. Peter era un exagerado.
-Peter, Darien llegó hace menos de una semana.
-Bueno pero no me has llamado en las tardes- Concluyó cruzándose de brazos.
-¿Estás celoso?- Dije insinuándome, acercado poco a poco mi cuerpo al suyo. Peter no tardó en interponer las manos entre nosotros.
-¡No me hagas eso colega! Que me asustas- Reí exageradamente.
-Tranquilo, sé que te gustan las chicas y además, no eres mi tipo.
-¿Por qué no?- Le alcé una ceja.
-¿Acaso quieres serlo?- Peter se levantó del asiento y deslizó su camiseta hacia arriba dejándome ver la tableta de músculos que decoraba su abdomen. Ahora era él el que me tomaba el pelo.
-¿Estoy bueno, no?- Me dijo poniendo la voz más sexy que pudo lograr sus cuerdas vocales.
-¡Tampoco me tomes el pelo!- Me crucé de brazos y me alejé de él. Nunca cambiaríamos. La puerta sonó sacándonos de nuestro jueguecito y torcí la silla para mirar hacia ella.
-Adelante- Dije metiéndome más comida en la boca. La cabeza de Darien asomó por el marco y me miró sonriente. Enseguida tragué como pude y mi cuerpo se puso rígido.
-Me voy a trabajar así que vengo a ver si queréis que os lleve a algún sitio. Mamá me dijo que querías salir un rato.
-¿Tienes turno de noche?- Pregunté curioso. Darien solo asintió y esperó a que respondiera a su pregunta.
-Claro, enseguida bajamos.- Volví a sonreír recibiendo a cambio lo mismo de su parte y la puerta volvió a cerrarse. En el momento que lo hizo pude sentir cómo mis músculos se relajaban de nuevo y Peter se aguataba la risa. Lo miré intentando matarle y se atragantó con la comida que tenía en la boca. Me reí y me levanté para ponerme algo más elegante.
En menos de 4 minutos, mi pelo estaba engominado, me había puesto mis pantalones vaqueros desgastados y una camiseta de Ralph Lauren con cuello de camisa. Acomodé mi reloj en la muñeca y cogí mis pertenencias.
-Listo- Dije orgulloso de mi rapidez. Peter asintió y se levantó pasando por mi lado. Bajamos las escaleras y Darien se quedó mirándome. Se acercó lentamente a mí y sujetó la solapa de la camiseta levantándola ligeramente hacia arriba. Al sentirlo tan cerca, mi cuerpo reaccionó mandando toda la sangre hacia mis mejillas que se tiñeron del color del vino en cuestión de segundos.
-¿Ésta camiseta es mía?- Inquirió Darien. Asentí.
-Claire me la dio cuando pegué el estirón. Supuso que ya no la usarías.- ¿Se habría enfadado por eso? Me dedicó una sonrisa sincera y soltó la camiseta dándose la vuelta rápidamente.
-Te queda muy bien- Añadió saliendo ya por la puerta. Peter me agitó en ese momento para sacarme de mis pensamientos que ya volaban por las nubes a un mundo en el que esa escena había acabado de otra manera. Agité la cabeza y salimos hacia el coche de Darien.
Llegamos hasta el descampado y Darien paró el coche para dejarnos ahí.
-Intenta no beber de más ¿Vale?- Me sonrojé, se preocupaba mucho por mí aunque por otra parte ¿Cómo sabía que iba a beber?
-Tampoco es que hayamos venido aquí a beber.- Darien rió exageradamente.
-He tenido vuestra edad y era bien desastre, créeme. Pero ahora soy policía y si me paso por mi ronda por aquí, no me gustaría verte borracho- Asentí y salí del coche hacia donde estaban los muchachos. Al parecer, sólo estaríamos Peter, Dallas, Ron y yo.
En cuanto Darien torció la esquina, Dallas sacó un par de litros de su mochila. Bueno, estaba bien saber que sólo había eso para los cuatro. Así seguro no me pasaba con el alcohol. No es que alguna vez lo hubiese hecho, para nada. Pero después de la advertencia de Darien ya me daba cosa hasta dar un sorbo.
-El fin de semana que viene mi primo va a correr ¿Os apetece venir?- No es que me gustase ese rollo, las carreras ilegales de coches no eran lo mío, ni si quiera me emocionaban pero cuando iban todos no me quedaba más remedio.
Me quedé absorto mirando el final del descampado mientras el resto hablaban de los planes de la semana que viene. Un coche negro llamó mi atención al pararse en las puertas del almacén abandonado ¿Qué demonios hacía ahí? Bueno, qué estoy diciendo. Seguramente son una parejita feliz echando un polvo rápido. Sonreí, que envidia me daban. Un señor con el pelo canoso y la cara arrugada que vestía un traje totalmente negro salió del automóvil e instintivamente sin saber por qué me escondí para salir de su vista. El hombre miró hacia nosotros y comprobó que ninguno de mis amigos se había inmutado si quiera con su presencia.
Un pinchazo me provocó que cayese de rodillas al suelo mareado. ¿Qué me pasaba? Creo haber visto a ese hombre en algún sitio.
-¡Jeremy! ¿Estás bien?- Mis amigos se pusieron a mí alrededor preocupados. Asentí levantándome. Se acababa de instalar en mí un gran dolor de cabeza. Apreté fuerte el hueco entre mis cejas intentando disminuir el dolor que empezaba a provocarme nauseas ¿Sería a causa de la cerveza?
-Creo que no me encuentro muy bien. Debería irme a casa- Susurré con los ojos cerrados.
-Te acompaño- Peter pasó uno de sus brazos sobre mí y me ayudó a caminar, lo cual agradecí con una sonrisa.
En cuanto llegamos a casa me despedí de él y entré por la puerta. El dolor aún persistía y sólo pensaba en irme a la cama.
-¿Qué pronto llegas, no?- John se asomó desde la cocina para ver quién había llegado. Asentí. –¿Te encuentras bien?
-Me duele la cabeza- Frunció el ceño.
-¿Por qué?- Negué.
-No lo sé, sólo quiero dormir.
-Sube arriba y descansa, te llevaré una pastilla- Asentí de nuevo y subí las escaleras agarrándome a la barandilla. Cuando llegué hasta el cuarto posé mi cuerpo por un segundo sobre mi cama y el sueño me invadió antes si quiera de poder cambiarme de ropa o aceptar esa pastilla para el dolor.
…
…
Sus cabellos rubios relucían y se movían al son del viento que entraba por la ventana. Tenía el pelo casi hasta la altura de la cadera, voluminoso y brillante. El cabello seguía y seguía bailando, pero el rostro desenfocado permanecía quieto, absorto a todo ese aire.
Se escuchó un gran estruendo, una bala pasó silbando, desafiando la velocidad hasta acabar incrustada en ese hermoso rostro que poco a poco fue enfocándose de nuevo para dejar a la vista unos ojos azul celeste. Abiertos, ya sin vida. El cuerpo cayó con el cabello aun moviéndose, deslizándose hacia delante. Como si nunca hubiese tenido vida, como si siempre hubiese sido un maniquí, la mujer quedó atrapada contra el suelo, siendo incapaz de poder moverse nunca más. La sangre empezó a correr como en un río desenfrenado, manchando de carmesí todo lo que pillaba a su paso…
Abrí los ojos llevándome la mano al pecho en un grito ahogado, otra vez el mismo sueño. Palpé mi sien y bajé los pies de la cama sentándome. Aún me dolía la cabeza.
Me duché rápidamente intentando quitar el sudor que aún bañaba mi cuerpo, me vestí y bajé a tomar algo de desayunar.
-Bueno días Jer- Darien estaba desayunando también, me alegró que pudiésemos estar un rato a solas.
-Buenos días- Le sonreí, cogí lo necesario para mi desayuno y me senté enfrente suya. -¿Qué tal ayer el trabajo? ¿Cómo te sientes en la oficina de aquí?
-Me tratan bastante bien, aunque seguro que es porque papá trabaja ahí desde hace años.
-Eres bueno en lo que haces, no todo el mundo habrá estudiado para ser policía y luego criminología- Dije mirando el vaso de cola-cao al que estaba dándole vueltas con la cuchara. –Por cierto… ¿Qué estudiáis en criminología?- Darien rió.
-Bueno pues… Cosas como la conducta del criminal y el por qué comete el crimen para así poder determinar próximas víctimas o patrones. Y luego en criminalista vemos también la escena del crimen para determinar cómo ocurrió.
-¿Cómo ocurrió?- Me picaba la curiosidad.
-Si, por ejemplo si la víctima estaba cerca del asesino o no y esas cosas.
-¿Cómo se puede saber eso?
-Pues si disparó con un arma se puede saber por cómo está la sangre distribuida. Así determinamos la distancia del disparo y el lugar.- Darien se levantó y yo hice lo mismo. –Si yo ahora mismo disparase desde aquí a ti- Levantó su mano como si sostuviese un arma… Siguió con la explicación. No podía dejar de mirarle pero poco a poco los pinchazos de mi cabeza habían aumentado considerablemente, haciéndome verle de una forma borrosa, como si mirase a través de una cascada de agua. Poco a poco, imágenes pasaron por mi cabeza volviendo todo negro a pinceladas hasta que vi el suelo precipitarse hasta mí.
-¡Jer!- Fue lo último que conseguí escuchar de su boca…
…
Tenía un hombre corpulento delante de mí. Me aferraba con fuerza a la parte baja de su camisa. Miré hacia arriba, él era demasiado alto y mi mano demasiado pequeña.
-¡Pensabas que podías engañarme!- Me asomé desde detrás de ese enorme cuerpo, un hombre canoso con gafas de sol de media luna apuntaba directamente con un arma hacia donde estábamos. –Has cavado tu propia tumba- Dictaminó con voz segura y grave justo antes de accionar el gatillo que provocó que soltase esa camisa y me tapase los oídos con las manos. Un líquido caliente me roció de arriba abajo mientras ese hombre corpulento caía encima de mí…
Chillé irguiéndome de golpe hasta que una mano se posó en mi pecho. Con la respiración entre cortada y mis pensamientos difusos oí la voz de Darien.
-¿Estás bien? ¡Jer! ¿Estás bien?- Le miré y retiró mi flequillo de la cara con una sonrisa. –Me has dado un buen susto. ¿Estás bien?- Me apoyé en su pecho para calmarme, Darien me abrazó y sentí su calidez. En sus brazos siempre estaba protegido. -¿Has tenido una pesadilla?
-¿Qué ha pasado?- Pregunté sin moverme ni un milímetro de su lado.
-Te desmayaste en la cocina, llegué antes de que estrellases tu cabeza contra el suelo. ¿Seguro que estás mejor?- Me separé de él ya más calmado y sonreí cerrando los ojos. Estaba mejor pero el dolor de cabeza no se había ido.
-¿Llevo mucho durmiendo?
-Más o menos una hora. El médico vino y dijo que estabas bien. Pero te ha dado una cita para hacerte un chequeo y análisis de sangre.
-No me gustan los hospitales.
-Lo sé- Me revolvió el pelo. –Iré contigo si así estás más seguro.- Sonreí.
-¿Y luego comeremos helado como cuando era pequeño?
-Sigues siendo pequeño- Negué. Eso me dolía.
-No… No lo soy.- Le miré fijamente a los ojos. Darien se acercó más a mí.
-Lo sé.- Dijo en un susurro acariciando mi mejilla y provocándome un vuelco al corazón. ¿Cómo se supone que tenía que interpretar eso? Me removí nervioso y se alejó de golpe confundido.
-Te dejaré descansar- Dijo levantándose de golpe de extremo de la cama. –Te avisaré cuando llegue la doctora Prout- Me tranquilizaba mucho la psicóloga, pero nunca conseguíamos nada. Siempre era la misma historia aunque ahora podría contarle lo del hombre del parque y lo del… Sueño que acabo de tener. Asentí a Darien que aún me miraba desde la puerta esperando una respuesta por mi parte antes de cerrar y recosté de nuevo la cabeza en la almohada. La luz molestaba a mis ojos y me provocaba más migraña de la que ya tenía.
-¿Cómo has estado Jeremy?
-Bien- Le dije sonriendo, pasé a la puerta del despacho de John y cerré después de entrar. Siempre hacíamos aquí las sesiones. Me tumbé en sofá y relajé mis músculos.
-John me ha dicho que estás teniendo dolores de cabeza de nuevo.
-De vez en cuando.
-¿Alguna diferencia con los habituales?
-Si- Ella pareció extrañarse, se aclaró la garganta y continuó.
-¿Qué ha pasado distinto?
-Ayer vi un hombre.
-¿Un hombre? ¿Le reconociste? ¿De qué lo conocías?- Pensé por un segundo.
-Creo que de nada… No sé, solo me dio una rara sensación y empecé a tener dolor de cabeza desde ahí.
-Bueno… Eso no quiere decir nada. Ese hombre pudo recordarte a alguien en el pasado que provocase que tu cabeza se estresase, pero no tienes por qué conocerle.
-Nunca me había pasado. Y hoy me desmayé y tuve un sueño.
-¿De nuevo con la mujer?- Negué.
-Había dos hombres. Yo me aferraba, bueno… No sé si era yo pero sí que veía desde abajo del hombre, aferrado a él. El otro dijo que había cavado su propia tumba y disparó.
-¿Recuerdas alguna cara?
-No…
-¿Cómo te sentiste? ¿Te generó algún sentimiento?- Algún sentimiento…
-Creo que… Que tenía miedo.
-Es normal en esa situación.
-Pero… Era un miedo… Real.
-Bueno. Investigaremos más sobre ese sueño, si vuelves a tenerlo aunque no nos toque sesión me llamas. -¿Recuerdas algún otro detalle? - Negué confundido. En realidad recordaba bien poco, no sabía ni el lugar del sueño, ni las personas, ni la realidad.
-Jeremy, algunos sueños se basan en la realidad, pero otros simplemente son la forma en la que tu mente maneja las angustias, empujándolas al fondo tu subconsciente.- Palabras de Psicólogo… No las entendía muy bien.
-¿No es un poco raro lo que me dice? ¿Por qué iba a querer soñar con muertes?
-No es eso Jeremy, es la angustia de no poder ayudar lo que manejamos aquí.- ¿de no poder ayudar? Seguía sin entenderlo bien.
Pasamos toda la tarde hablando y cuando se fue cene algo rápido y me fui a la cama. ¿Por qué nunca me había preguntado más en serio a cerca de mi pasado? ¿Por qué no había exigido a nadie que me contase? Esos sueños tenían algo que ver… ¿Serían reales? Cada vez que preguntaba a John o a Claire sólo me decían “Ten paciencia, ya volverán los recuerdos” Y cuando preguntaba por qué no recordaba, la respuesta era “Tuviste un accidente”. ¿Un accidente dónde? Algo me estaban ocultando y ya necesitaba saber qué era exactamente lo que había pasado. ¿Por qué no tengo padres? ¿Qué pasó? ¿Cómo murieron? Eran demasiadas preguntas como para quedarme quieto. Así estuve muchos años, tan solo me acostumbré a que ésta era mi vida y mi familia, pero entonces ¿Ese hombre? ¿Esos dolores? ¿Esa mujer? ¿Ese señor asesinado? Tenía que saber y estaba dispuesto a ponerme a ello.