La puerta estaba llena de escombros, tuve que saltar para no hacerme daño. Si me llegaba a caer seguramente acabaría herido entre tanta pared destruida, cristales y clavos. Me apoyé como pude en la pared para ser capaz de seguir andando. Subí las escaleras, ya recuerdo por qué dejamos de venir aquí. No sólo parece una trampa mortal sino que además estaba lleno de polvo y basura. ¿Qué demonio hacía aquí? Seguramente no era una buena idea ¿Qué esperaba encontrar? ¿La respuesta a mi pasado? Ni si quiera sabía si conocía a ese señor. Y además, que un señor en traje se meta en un sitio así con sus guardaespaldas no debía de significar nada bueno. Mafias… Drogas… Algo ilegal seguro.
Empecé a escuchar sus voces en la lejanía. Éste edificio era enorme, pero al estar totalmente vacío generaba un eco considerable. Saqué mi teléfono móvil y lo desbloqueé poniendo mi mano en el botón de llamada por si tenía que avisar a Darien.
-¿Crees que puedes tomarme el pelo? ¿Pensabas que era tan fácil?- El tono del hombre sonaba amenazante, me deslicé a la habitación dónde se encontraban y me escondí detrás de unos paneles y cajas abandonadas para poder ver mejor. Había un hombre atado a una silla, sus ropas estaban gastadas y su cara denotaba el terror que sentía. Si no hubiese sido así, podría haberme llegado a dar miedo, seguramente era un hombre que imponía respeto. Pero ahora, tan sólo era un corderito en manos de un lobo feroz.
Delante de él, estaba el hombre del traje negro hablándole sin una pizca de pasión en sus gestos. De vez en cuando cruzaba la cara del hombre de la silla con su mano. La sangre salió de su cara y manchó uno de sus dedos. El hombre lo llevó hacia su boca y la lamió lentamente, recorriendo su dedo desde abajo a arriba con su mirada sádica.
-Te lo juro jefe. No he sido yo… No he sido yo- Suplicaba el hombre atado entre lágrimas.
El jefe miró a sus lacayos y rió abiertamente.
-¿Acaso esta escoria humana se cree que soy idiota?- Dijo sarcásticamente mirando al resto de sus hombres, que rieron obligados. Seguramente, antes habían sido amigos. Camaradas. Seguro que ellos habían compartido momentos con el señor de la silla, sin embargo ahora a ninguno parecía importarle que estuviese fingiendo. O que tal vez, dijese la verdad.
Ese hombre no tendría escapatoria, atado como a un animal, rodeado de cinco personas que lo miraban con desprecio. El jefe, sus dos gorilas y dos chicos que no tendrían más de treinta años. Vestidos con ropas horteras de muchos colores. Pelos de punta y tatuajes por el cuerpo.
-Lo juro jefe, yo no he tenido nada que ver. Ha sido todo una trampa, debe de haber alguien más involucrado. ¡Pregúntele a Ron! ¡Él sabía que yo fui de casualidad! ¡No he hecho nada! ¡Jamás le he traicionado…- Su voz se quebró por las lágrimas y los nervios y bajó la cabeza derrotado. Ese hombre era capaz de saber qué iba a pasar y yo también. No sabía cómo había acabado aquí ni por qué pero sabía que ese hombre no saldría vivo de ahí. La cabeza empezó a dolerme de nuevo, todo me era demasiado familiar.
-¿Eso es cierto Ron?- El jefe desvió su mirada cabreada hacia uno de los chicos que vestían con esas ropas estrafalarias. Al verlo echó un paso hacia atrás y levantó las manos en señal de defensa.
-No sé de qué coño está hablando jefe…-La mirada volvió a desviarse aún más furiosa hacia la victima atada.
-¿Eso es cierto Wilson? ¿Me estás diciendo que éste Punk sabía que estabas en la casa?- Dijo señalando con el dedo al chico mientras no le quitaba la vista de encima.
-¡Díselo Ron! ¡Joder! ¡Tú lo sabías! ¡Por qué coño te quedas callado!
-Yo no sabía nada jefe, lo juro. Intenta meterme a mí también en su mierda.
-Ya me cansé de vosotros- El jefe de la banda sacó una pistola y el terror me recorrió la espina dorsal provocando que mi dedo pulsase inconscientemente el botón de llamada del número de Darien.
-Por favor… Jefe no lo haga. De verdad que no tengo ni puta idea de lo que habla…
-No me apetece pensar que pueda haber un traidor, siempre lo dicen ¿No? Más vale, prevenir que curar- Dijo sonriendo mientras apretaba el gatillo.
La frente del chico fue agujereada al instante y cayó sin vida sin salpicar ni una gota de sangre. Una vez abajo, el suelo de su alrededor se fue tornando rojizo. Paré mi respiración y me llevé la mano libre a mi boca intentando ahogar un grito.
-¿Jer? ¡Qué coño ha sido eso!- Abrí los ojos de par en par y le bajé corriendo el volumen al móvil quedándome totalmente estético esperando a ver si habían oído algo. Cuando vi que cada uno seguía con lo suyo y nadie había notado la voz de Darien, me llevé el aparato al oído.
-Ayúdame- dije lo más bajito que pude. El otro chico levantó su vista del muerto del suelo hacia el lugar dónde yo estaba escondido y entre cerró los ojos. Mi cuerpo no era capaz de reaccionar. ¿Me había visto?
-¿Eso ha sido un disparo?- Me daba miedo contestar. Me daba miedo darme la vuelta, poder hacer cualquier ruido. Estaba totalmente paralizado. –Jeremy coño, háblame.- Le di un toque al teléfono con mi dedo. –Jeremy me estás asustando.
-Bien, ahora que hay una rata menos en el grupo. ¿Qué voy a hacer contigo Wilson?- Volví a dirigir mi mirada hacia ellos sin levantar el teléfono de mi oído, el saber que Darien estaba al otro lado me hacía sentir más seguro. Ellos se irían, acabarían lo que estaban haciendo y se irían. Después Darien sólo tendría que venir a por mí.
-Jefe… Haré lo que sea. Pídeme lo que sea. Haré lo que esté en mi mano para demostrarle que estoy de su lado.
-Sabes que no me gustan los lame culos Wilson.- El señor atado dirigió su mirada hacia su amigo caído. -¡Oh vamos! No pongas esa cara. Estaba harto de él, era cuestión de tiempo que le pegase un tiro.
-Jeremy por favor, háblame.- Seguí totalmente callado. –Vale… A ver. Si lo que estoy oyendo es real da un golpecito al móvil por favor.- Hice lo que me pidió. -¡Joder! Vale… Tranquilo, iré dónde estás. ¿Estás escondido?- Di otro golpe. –Sigue ahí y no te muevas. Aunque esos hombres se vayan. No te muevas. ¿Me has entendido?- Volví a golpear ligeramente con mi dedo el aparato. –Vale hermano. Ahora quiero que cuelgues y me envíes un mensaje con tu localización. Después vuelve a llamarme.
Colgué el teléfono para hacer lo que me había pedido Darien. ¿Cómo no se me había ocurrido antes lo de mandarle un mensaje de texto? Al no tener internet en el teléfono pensaba que estaba totalmente i-localizado y olvidaba los medios tradicionales. Coloqué el móvil primero en silencio para evitar cualquier sonido y abrí la bandeja de mensajes.
“Estoy en la fábrica abandonada. Segunda planta. Han matado a un hombre… Van a matar a otro… No quiero que te hagan daño. Te quiero” No sabía por qué había escrito eso. Me quedé mirando la pantalla y mi interior me dijo que lo mandase. Habitualmente no ponía te quiero en los mensajes de Darien pero… Algo dentro de mí necesitaba decírselo. Apreté el botón de enviar y esperé a que saliese el icono de “enviado”. Cuando lo vi esperé unos segundos para que lo pudiese leer y volví a llamar a Darien y puse de nuevo el móvil en mi oreja.
-Vale Jer ya sé dónde estás. Voy hacia allá. Tardaré unos quince minutos. Voy a avisar por radio a alguna patrulla. No te voy a colgar. ¿Estás bien?- Golpeé de nuevo el altavoz. ¿Qué demonios hacías ahí tú sólo? ¿No se supone que ibas para casa?- No sé por qué preguntaba si sabía que no iba a responder. Por lo menos el oír su voz me hacía olvidarme de lo que había visto.
-¡Y entonces quién coño lo tiene!- El grito me hizo dar un respingo hacia atrás y me golpeé con una de las cajas provocando que cayese. Asustado me hice un ovillo intentando desaparecer del mundo. Esperé a que aparecieran. A que alguien viene a comprobar qué había sido eso.
Pasaron un par de segundo y volví a abrir los ojos, el chico de los tatuajes hablaba tranquilamente en bajo con el jefe. Éste asintió y levantó su arma.
-Se acabó el juego- Dijo apretando de nuevo el gatillo. Por l fuerza del disparo, la silla cayó hacia tras con el cuerpo ya muerto del hombre y su cabeza se quedó mirando hacia donde yo estaba escondido, con los ojos abiertos delatándome. –Espero que tengas razón Jefry, no estoy para perder el tiempo.- Dijo dándose la vuelta y saliendo por la puerta seguido de sus lacayos.
-Da… Darien- Dije con temor al ver que se habían marchado.
-No hables Jer, no hables ¿Vale? Escucha mi voz. No te pongas nervioso. Tranquilo ya estoy llegando. Ya me queda menos.- Asentí y cerré los ojos, tan solo había que esperar a que Darien llegase y todo estaría bien.
-¡Bu!- El sonido de esa voz me hizo dar un respingo hacia atrás dejando caer el móvil y abriendo los ojos asustado. El chico de antes me miraba divertido. -¿Ves jefe? Te dije que teníamos un pequeño espía aquí- Se acercó hasta mí y me pegué hacia atrás lo más que pude. El chico agarró mis pelos y tiró de ellos haciéndome andar con un gemido de dolor.
Me sacó de mi escondite hacia donde estaban el resto de los hombres y me tiró al suelo en frente del jefe.
-Vaya pequeño, qué inoportuno- Se agachó y cogió mi cara levantándola. Mi mente no era capaz de reaccionar. El miedo se había apoderado de mí. -¿Cómo te llamas?- Empecé a hiperventilar asustado por su voz.
-¡Te preguntó cómo te llamas enano!- Recibí una patada que procedía de uno de los lados y acabé aún más en el suelo.
-No seas tan rudo Jefry. Mira que cara más linda tiene. Me gusta. ¿Cómo te llamas?- La voz de ese hombre era calmada, tan calmada y melancólica que me ponía los pelos de punta.
-Jer… Jeremy.- ¿Por qué había dicho mi nombre de verdad?
-Jeremy- El hombre acarició mi mejilla. -¿quieres venirte conmigo pequeño?- Los ojos se me llenaron de lágrimas. Incapaz de contestar algo coherente, balbuceé palabras intangibles.
-¿Sabes a quién me recuerda jefe?- Dijo uno de sus gorilas.
-Lo sé, por eso me gusta tanto. Será una buena mascota.- ¿Mascota? ¿Qué significaba eso? Me removí nervioso intentando escapar.
-Estate quieto- Dijo el punk agarrándome.
-¡No!- Chillé asustado. Por fin había podido recuperar mi cuerpo y mi voz. Conseguí librarme de su agarré propiciándole una patada en sus partes bajas. Deprisa, me levanté y salí corriendo de allí antes de que el resto reaccionaran.
-No tengo tiempo para tonterías. Jefry, tráemelo. Nos vamos.- Fue lo último que pude oír mientras huía hacia ningún lugar a toda velocidad.