Di vueltas sin descanso en esa sala de espera. Sé que llevaba poco tiempo ahí, pero hubiese jurado que llevaba horas. Mi teléfono empezó a sonar y lo cogí sin quitar la vista del cartel de “solo personal autorizado” de la puerta de urgencias por la que habían metido a Jeremy.
-Diga.- Contesté serio.
-Darien, ¿Qué ha pasado? El inspector me ha llamado. Dicen que Jeremy estaba involucrado en un caso de asesinato.- Las piernas me temblaron como lo hacían cada vez que oía o pensaba esas palabras.
-Papá… Si… Es cierto.
-¿Dónde estás?
-En el hospital del sagrado corazón, lo han traído para hacerle los exámenes rutinarios en estos casos y curarle.
-Voy para allá.- Escuché el sonido del “pipipipi” provocado porque mi padre colgase la llamada, me quité el aparato de la oreja y lo miré por un instante. Tenía las conversaciones grabadas. Tendría que entregárselas para la investigación.
Intenté recordar algo de lo que hablaban esos hombres. Dios… Estaba tan jodidamente nervioso que ni me había parado a escuchar lo que decían. Sólo pude oír los disparos y lo demás me daba igual… Jeremy estaba en peligro y era lo que importaba.
-Disculpe, ¿Es usted el policía que vino con el chico?- Dejé a mis pensamientos irse volando y me centré en el doctor que me hablaba.
-Soy yo. Cómo está.- Pregunté llegando hasta él.
-Si me acompaña, le explicaré mejor su condición.- Asentí y seguí al médico a dentro. Caminamos un pequeño pasillo lleno de jadeos y de gente herida hasta el final de una sala resguardada por dos policías.
Al cruzar la puerta enseguida vi a Jeremy, llevaba el brazo vendado y parecía descansar ajeno a todo el dolor que había pasado.
-Sigue sedado.- Informó el médico poniéndose al lado de la camilla, comprobando su suero. - Ya hemos hecho todas las pruebas y se encuentra bien. Salvo algunas contisiones y la lesión del brazo no tiene nada grave.
-Y…- Me daba miedo peguntar. -¿Los… Los exámenes de…
-¿De violación?- Asentí tragando saliva. –Negativos.- Sentí como un gran peso se despegaba de mi cuerpo. –Eso no quiere decir agente que no hayan podido hacerle otras cosas.- El temor volvió a mí. ¿Cómo no lo había pensado? Hay miles de cosas que pueden hacerle a una persona. Puede que no haya habido penetración pero eso no significaba que no lo hubiesen acosado sexualmente. –Solo podemos esperar a que despierte y hable por sí mismo.- Asentí.
-¿Puedo llevármelo a casa?
-Lo iba a sugerir. Supongo que la policía querrá hablar con él e interrogarle, pueden hacerlo en el hospital o en el domicilio. No tiene heridas graves para tener que quedarse.
-¿Cuándo despertará?
-La dosis puesta es suave. Más bien para darle tiempo a los calmantes a hacer efecto. Ese brazo va a doler mucho cuando despierte.
-De acuerdo.
-En ese caso, le traeré los papeles del alta. En cuanto vengan los padres del chico podrá irse.
-¿No puedo llevármelo yo?
-Solo padres o tutores.
-De acuerdo…- Murmuré, de todas formas mi padre estaba por llegar.
-¡Darien!- chilló mi padre entrando por la puerta de la habitación. Había llegado en el momento perfecto.
-Papá…- Mi padre se acercó hasta la camilla de Jer y acarició su pelo con dulzura. Algo, que yo estaba deseando hacer desde que había cruzado la puerta.
-¿Qué pasó?- Negué con la cabeza.
-No sé por qué Jer estaba ahí metido. Recibí su llamada y oí lo que estaba pasando. Me mandó mensaje con la ubicación y corrí hacia allá.
-¿Y no se te ocurrió avisar?- Parecía enfadado.
-Llamé a la central.- Mi padre respiró hondo y se acercó hasta mí. -¿qué es exactamente lo que oíste?- Saqué mi teléfono móvil y le dejé las grabaciones que había hecho de esos hombres. Mi padre se puso el aparato en la oreja y se alejó a escuchar.
Me acerqué por fin hasta Jer y me quedé mirándolo. Quería que abriese sus ojos. Sus preciosos ojos castaños. Mi mano se movió sola hasta posarse en su mejilla y la acaricié con ternura. Por lo menos estaba a salvo y me encargaría de curar sus heridas. Fuese lo que fuese, estaría a su lado.
Ahora sí que me arrepentía de no haberme esperado una semana más para mudarme. Quería estar a su lado y él tendría que estar en la casa. Ojalá pudiese llevarlo conmigo. A mi casa.
-Aquí traigo los papeles- Dijo el doctor entrando con un fajo de documentos en la mano. –Tiene que firmarlos el padre o tutor- Mi padre asintió y se acercó a él aún sin cortar la conversación. Firmó los documentos y le hizo un gesto al doctor. Éste sonrió y se dirigió a mí.
-Bien, voy a quitarle la vía. Los llevaremos en ambulancia a su destino.- Quería que fuese mi casa… -Enseguida vendrán unos celadores a trasladar la camilla.
-Muchas gracias doctor.- Le estreché la mano y me devolvió el gesto acompañado de una sonrisa.
-Bien…- Mi padre llegó hasta mí y se guardó mi teléfono en el bolsillo. –Yo me quedo con el teléfono. Lo llevaré a comisaría.
-Papá… Jer tiene que descansar, será mejor hacer el interrogatorio desde la casa.
-Estoy de acuerdo.
-Estaba pensando… Tal vez estaría bien llevarlo a mi casa- Mi padre me miró extrañado. –Quiero decir. Así Ray no se preocuparía. Ahora de repente en la casa entrando y saliendo policías no creo que sea buena idea. Sería capaz de traer a todos sus amigos y contar barbaridades. Sabes como es, podría ir soltando a todo el instituto lo que le ha pasado a Jeremy.- Mi padre pareció pensárselo por un momento.
-Creo que es buena idea. Al menos por un par de días. Luego cuando se calme la cosa, podrá volver a casa. Dependiendo de su declaración.
-¿Dependiendo de su declaración?
-Has oído la conversación como yo acabo de hacer. Ese hombre aseguró querer tener a Jeremy en su poder.- Un escalofrío me recorrió la espina dorsal y mis ojos se abrieron. No había prestado atención y aún no tuve tiempo de oír la grabación. –Puede que necesite vigilancia o entrar en el programa de protección de testigos.- Miré de nuevo a mi hermano. No quería eso para él. –Por ahora llévalo a tu casa. Yo iré a solucionar unas cosas y luego a por mamá que estaba histérica y la llevaré para que vea que Jer está bien. Luego cuando despierte, llamaremos a que declare.- Asentí.
-¿Qué asuntos? ¿Tiene que ver con Jer?- Mi padre asintió.
-Sabes que Jer… Bueno, sabes lo del pasado de Jeremy.- Me quedé fijamente mirando a mi padre esperando que siguiese hablando. ¿Qué tenía que ver esto con su pasado?. – Pues bien… Quiero comprobar si este incidente no está relacionado con su pasado.
-¿Y si lo está?
-Esperemos que no sea así. Tengo que irme, cuida de él hasta entonces.- Por supuesto que lo haría.
-Nos vemos ahí entonces.- Vi a mi padre salir por la puerta y esperé a que viniesen los celadores.
En menos de media hora estaba mirando a Jeremy, durmiendo tranquilamente en mi cuarto. No sé por qué había dicho que lo dejasen ahí y no en la habitación de invitados.
Me senté en el borde de la cama y me acerqué hasta que mi nariz rozó su piel. Puse mis labios en la comisura de los suyos, disfrutando de su sabor. Jeremy suspiró y me aparté rápidamente.
-¿Jer?- Pregunté pensando que se estaba despertando. –Jeremy…- Susurré echándome del todo en la cama y rodeándolo por mis brazos como cuando era pequeño. Claro que ahora, no lo veía con los mismos ojos que en aquella época. –Dios…- Musité levantándome de nuevo. No había sido buena idea tumbarme con él. ¿Qué demonios estaba pensando? Con tan solo haberlo rozado ya me habían invadido pensamientos obscenos. Quería besar cada parte de su piel, acariciarlo hasta oírlo suspirar y tocarlo en sitios indecentes para arrancarle jadeos de placer.
-En qué demonios estás pensando Darien…- Entré dentro del baño y me mojé la cara con agua fría. Tenía que estar cuerdo para cuando Jeremy se despertase.
-¡No!- Escuché el grito desesperado de Jeremy y entré corriendo de nuevo a la habitación. Aún estaba dormido pero se agitaba en sueños nervioso.
-Jeremy- Me acerqué corriendo hasta él y rocé su mejilla con mi mano. Estaba teniendo una pesadilla.
-¡Darienn! ¡Darien!- Me estaba llamando en sueños y me dolía tanto verlo así.
-¡Jeremy!- Lo agité intentando despertarlo. –Despierta pequeño.- Volví a agitarlo y vi cómo abría los ojos confundido.
-Darien…- Dijo bajito mirándome. -¿Qué ha… Qué ha pasado?
-¿Estás bien?- Acaricié su cara y removí su pelo, haciendo pequeños remolinos con mi dedo en su cabello. Él tan sólo se quedó mirándome como si no entendiese qué estaba pasando.
-Me duele el brazo- Respondió mirándose la escayola. –Y la cabeza. Estoy confundido.
-¿Qué recuerdas?- Me quedé observando su cara, parecía bastante confundido. Poco apoco fue abriendo los ojos con expresión de terror y su cuerpo comenzó a temblar. Enseguida, sus ojos se llenaron de lágrimas y no lo aguanté más. Volví a abrazarlo con fuerza. Quería arrancarle del alma ese dolor.