Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El fotógrafo por PandoraBoxx

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Chic@s aquí el final del fic... espero les guste...

Ya saben el resto, los personajes usados en este escrtio son propiedad de Oda-sensei, yo unicamente los tomé prestados un momento...

 

— ¡¿Dónde está?! ¡¡Tú eres el único que puede saberlo y quiero que me lo digas!!

Mihawk no creía la furia que resonaba en las palabras de Zoro, aunque la justificación era  bien valida para ese comportamiento; sujetando a Smoker fuerte y agresivamente por la camisa,  lo estrujaba tratando de obtener una respuesta.

El capitán, condecorado y rudo sintió un leve estrujón a su ser al ver los ojos enfurecidos del modelo recubrirse con agua, un león en cautiverio le habría mostrado el mismo mirar, era enojo cierto, pero también dolor y tristeza;  sin contar que la desesperanza se resguardaban en sus palabras.

—No lo sé…  —Respondió vagamente. — Vino hace un par de días y dejó… esto…

Golpeó los antebrazos que lo sujetaban con el afán de que lo liberara con la sola intención de mostrarle un sobre blanco que deslizó sobre su escritorio  dejándoselo a la vista.

Titubeando Zoro lo tomó, el desconcierto  involuntariamente se de dejó ver por lo que Mihawk y el capitán salieron de la oficina para darle algo de privacidad.

— ¿Qué diablos pasó? Se supone que no debían salir cuando menos en cuatro días. — Gruñía el capitán al exhalar el humo de su habano.

—Eso quisiera saber yo, Roronoa llamó ayer diciendo que Sanji no estaba y que tampoco estaban sus cosas,  que se había ido sin decir nada. —Declaraba el manager cruzado de brazos y recargado en la pared.

—Entiendo. —Respondió tranquilamente el capitán. —Llegó temprano antier y únicamente me dejo eso, después me dio las gracias y se fue.

Mihawk miró en dirección de la puerta esperando poder ver algo, su reflejo fue su única visión, dentro Zoro se dejó caer en la silla del capitán y abrió el sobre vaciándolo sacó el contenido, primero una fotografía de él durmiendo con Manchas y en el reverso la fecha de dos días antes.

Se guardó con recelo la imagen en su bolsillo para después leer el escrito en las hojas.

“Marimo, antes que nada, perdona por irme sin avisar, pero era necesario hacerlo. Temo decirte que, para cuando recibas esto yo ya estaré muy  lejos.

Sí ya sé, frase trillada, pero nunca mejor aplicada… sé que estarás molesto, ansioso y todo lo que sueles ser, pero, no puedo quedarme cerca de ti no porque no quiera sino porque debe ser así.

Eres una buena persona que se merece lo mejor y yo no soy eso para ti, ya has tenido suficiente con todas tus penas como para cargar mas problemas, no sufras, estarás bien y yo también.

Prometo que cuando sienta que puedo ser lo qué mereces, volveré… porque Zoro, eres lo mejor que me ha pasado en mí mísera vida y por ello temo quedarme, ¿soy cobarde? Lo soy… y precisamente porque temo perderte me alejo…

Agradezco todo lo que hiciste por mí, todos tus cuidados me recordaron que soy humano después de todo y que soy, también, frágil… es cierto Zoro, estoy roto y hasta que no encuentre como reparar lo que soy no puedo quedarme contigo, seria mentir a tan dulce y amoroso corazón, no lo mereces… te prometo cuidarme, y te garantizo que volveré, no sé cuánto me tome, pero lo haré…

¡Diablos marimo! Me pegaste dónde mas duele, ¿Por qué sentir esto por un cabeza de alga cómo tú? ¿Por qué  miraste lo que otros no? ¿Por qué te quedaste sabiendo…? Olvídalo, aunque le respondas al papel, obvio no sabré nada.

Guarda este escrito donde quieras, tíralo si gustas, pero conserva lo que sientas cuando lo leas, no importa el tiempo que pase, no importa las cosas que sucedan, no importa nada más que lo qué siento por ti… y eso te lo diré cuando nos veamos…

Hasta después y cuida de Manchas, agradécele a Mihawk por sus atenciones… Adiós.”

Tinta corrida de letras dejaron al descubierto las lágrimas del  redactor, mismas que no pasaron inadvertidas para Zoro, Sanji  hablaba muy enserio ya que nunca antes lo había llamado por su nombre, pero también, lloraba al escribir y eso terminó por romper el corazón del modelo.

— ¡Que estúpido cejas rizadas! —Pronunció para si mismo.

Un par de lágrimas se estrellaron el papel humedeciendo y arrugándolo, también deslavando las palabras en el. Dobló la carta con mucho cuidado y la resguardó en su bolsillo, Sanji se había marchado a la mañana siguiente después de que había dormido con él y Manchas, todas sus añoranzas se fueron con él dejándolo únicamente con el minino y ahora  una promesa escrita; su mundo se acababa de torcer por completo, mantenía la esperanza de que, el día anterior él apareciera, que quizás y había regresado a su departamento por algo olvidado.

Pero al segundo día que no regresó, fue cuando llamó a su manager y de inmediato fueron con el capitán.

Salió de la oficina de Smoker mirando al piso sin decir nada.

—Roronoa… —El manager no sabía ni que decirle, la culpa lo golpeaba y eso era muy notorio.

—Quiero ir a casa… —Interrumpió de tajo el joven.

—Claro.

Ni siquiera el fiero capitán se atrevió a detenerlo, el aura  intimidante del modelo lo ahuyentó, la sombra que lo recubría daba claros indicios de un ataque inminente.  Zoro estaba  confundido, triste y sobre todo, dolido.

En el camino de regreso Mihawk trató de aclarar sus ideas.

—Roronoa, Sanji tiene sus motivos para alejarse, su vida no ha sido fácil, ni simple y hasta cierto punto, difícil de creer…

—Me quiero ir a casa… —Interrumpió el modelo mirando al frente, no importaba que sus ojos estuviesen cubiertos por gafas oscuras, las lágrimas visibles golpeaban a Mihawk  quien sentía pena por ese joven y sobre  todo le señalaban que era culpa suya.

—Ya voy para allá.

—No, me quiero ir a casa, con mi padre… no quiero… —Guardó silencio.

Las muecas en ese bello rostro tostado exponían el dolor que le azotaba, sus labios temblando contenían los sollozos, incluso la nariz se le veía un poco roja a causa de contenerlo, los únicos que no  retenían la tristeza eran sus ojos, esos le traicionaban y dejaban ver su sentir.

El manager lo entendía a la perfección, ¿Quién mejor que él para notarlo? Mihawk lograba captar un poco del dolor del joven, era cierto, Zoro se había forjado un futuro con base en Sanji y todo porque él percibió sentimientos que ni siquiera sabía que poseía, Zoro conoció el amor sincero y profundo y ahora conocía el dolor y los estragos que éste causa cuando se va.

Sin poder siquiera mencionar nada, llegaron al hogar del modelo, entraron juntos a casa y Manchas los recibió con cierto maullido que incluso el manager desconoció, se acercó y lo alzó en brazos.

— ¿Qué ocurre? ¿Tienes comida, agua? Veamos.

 Dirigiéndose a la cocina, en donde Manchas tenía sus tazones dejó a  Zoro en la estancia, el animalito tenía todo en orden pero no dejaba de maullar, quizás el minino también se había acostumbrado a la presencia del joven rubio, tal vez Manchas le echaba de menos tanto cómo su dueño.

—Entiendo… ¿también te duele, cierto? Bueno Manchas, volverá, lo sé, tiene algo  valioso porque hacerlo…

Enunciando, giró en todas direcciones tratando de encontrar al joven de cabellera verde.

— ¿Roronoa?

Buscó con la mirada en los cuartos aledaños, hasta que desde la parte superior de la vivienda, un sonido atrajo su atención, con cautela miró desde fuera de la habitación del modelo, él presentía que algo similar seguiría, después de todo era lo más lógico, se recargó en la pared aun con el gato en brazos y más se culpó de todo eso, Zoro empacaba sus cosas con la firme apariencia de no regresar.

No tuvo la volitad de quererlo detener.

— ¿Quieres que contrate un servicio de mudanza?

—No… vende la casa y todos los muebles… deshazte de todo…

No contradijo nada, observaba atento todo lo que empacaba y lo que dejaba atrás, pobre Zoro, no tenia ni la menor idea de que llevar o que dejar, ligeramente sonrió al ver como en una maleta trataba de meter el par de almohadas en lugar de las prendas de ropa, eso atrajo la atención del iracundo modelo.

— ¡Ya sé que soy un inútil! ¡Ya sé que nada de esto servirá! —Gritaba sin recelo ni dudas. — No tienes porque echármelo en cara… Sé que no pude ni retener a una persona como él… mírame, con menos de una semana y se me hace tan absurdo que lo extrañe de esta manera…  —Tomo un poco de aliento. — Apenas tiene dos días que se fue y mírame… ¡¡¡Mírame!!!... nada tiene sentido ya,  ¡Adelante ríete de lo estúpido que fui al pensar que se quedaría conmigo!  Ríete… ya nada…

El llanto contenido se liberó, pobre Mihawk, esto de ser padre soltero con un hijo rodeado de reflectores nunca había sido lo que él quería, pero así eran las cosas ahora, Manchas salió corriendo a perderse dejándolos, el manager nunca antes había atravesado la barrera del espacio personal.

Pero cuando la situacion lo amerita y lo requiere, esa es una regla que se puede romper, tocó el hombro de su allegado y con un fuerte apretón trató de brindándole un poco de confort, Zoro quien se limpiaba las lágrimas con las palmas de las manos, se quedó estático, mirándolo fijamente.

—Lamento mucho todo esto, Roronoa… fue culpa mía en primer instancia al llamar a Sanji, quería lo mejor para ti y en su momento,  él tenia las posibilidades de ayudar… lo siento mucho.

Zoro apretó sus puños, no tenía motivos para dudar de las palabras de quien lo había cuidado bien desde hacia tiempo ya, pero un corazón que ha sentido el amor puro no se sosegaba tan fácilmente y eso el manager lo sabia bien.

—Roronoa, —Aclaró su garganta antes de continuar. —Sanji es un hombre de palabra, si él lo dice... volverá…

Un ligero movimiento de cabeza afirmativo recibió como respuesta.

—Si quieres ir con Koshiro, que sean unas vacaciones, no te deshagas de tus pertenencias, de algo te pueden servir después…

El mismo movimiento se repitió.

—Bien, preparemos tus maletas que el viaje es largo…

Retiró su mano del hombro de Zoro para ayudarle a empacar, al tener listo el equipaje éste le pidió un favor que demostró que aun tenia su confianza.

—Quiero que las llaves de Star se las des a Smoker… él se las dará a Sanji cuando vuelva, lo sé.

Asintiendo como única respuesta juntos comenzaron con el viaje hacia los suburbios, en donde residía el padre de Zoro, en ese sitio quizás y él se recuperaría de todo, porque, la realidad era que el modelo estaba fragmentado desde mucho tiempo antes y ahora,  con la partida de ese joven intratable— a un principio— que le mostró que el valor material nada importa cuando los sentimientos afloran,  mismo que se convirtiera en su soporte hipotético, todo se le venía abajo.

El tiempo es el único que cura ese tipo de situaciones, eso pensaba el manager al conducir y de reojo vislumbrar a su acompañante que no soltaba para nada a su gato.

Tres horas de viaje por autopista fueron necesarias para llegar hasta la casa de Koshiro, todo el sufrir de Zoro bien valió la pena, ahora Koshiro se relajaba mucho más, tenía quien le ayudara con el aseo de la casa y el dojo,  él se dedicaba únicamente a impartir las clases en el último.

Al verlos llegar se alegró demasiado, tanto que una sonrisa tomó por completo su rostro, sin embargo, el semblante lúgubre de su hijo mató toda felicidad de su arribo.

Koshiro al ser padre disciplinado no cuestionaría absolutamente nada con respecto a él, pero al ser un padre amoroso esperaría cuando menos una explicación de lo que ocurría.

Zoro tomó sus maletas y reverenció a su padre para después pasar directo al interior de la amplia casa, Mihawk se quedó recargado en el auto sosteniendo al minino que por el cambio se notaba nervioso.

—Koshiro-san… ha pasado tiempo.

—Bienvenidos…

El rostro del propietario mostró la duda, y su mirar exigía una respuesta y el manager lo sabía.

—Está dolido… necesita, tiempo. —Trataba de explicar Mihawk. —Es una historia un tanto larga y complicada.

—Entonces pasa por favor, tenemos muchas cosas en qué ponernos al corriente.

Asintiendo el manager tomó la última valija y sin soltar a Manchas se dirigió al interior del hogar, era reconfortante para Koshiro el ver a su hijo, perdido, dentro de la misma casa como años atrás, con ligera sonrisa exclamó:

—Es bueno saber  que no has cambiado mucho, Zoro.

El joven volteó a verlos, la casa estaba completamente remodelada y no tenía la menor idea de dónde estaba su alcoba.

—Esta arriba, primera puerta a la izquierda… ¿necesitas que te lleve? —Declaraba tiernamente.

—No, yo busco. —Respondía suspirando Zoro.

—Bien… Por aquí Takanome. —Señaló la dirección y comenzaron a caminar juntos.

Atravesaron la sala y se estancaron en la cocina. — ¿Té o sake? —Preguntó.

—Té por favor, no estoy muy animado para el alcohol.

Koshiro comenzó con la preparación de la bebida y Mihawk tomó asiento conservando al minino en piernas, una vez que el té estuvo en la mesa, y Koshiro sentado en frente, comenzó con la explicación de todo, TODO, lo que había pasado y el porque estaba su hijo ahí.

Zoro mientras y después de media hora de buscar y buscar encontró su habitación, ¿Cómo supo que era la suya? Sencillo, dentro estaban sus tres katanas en sus respectivas repisas, por fin en casa, por fin podría descansar.

Pero si era así, ¿Por qué se sentía tan miserable y vacío? Arrojó las maletas a un costado de la puerta y literalmente se desplomó sobre la cama, arrugó las almohadas, intentando cubrirse la cabeza, ya no quería pensar, ni ver, ni oír… nada, ya no quería nada con el mundo y eso no podría ser bueno. Descubriendo una esquina de sus resguardos miró con atención las espadas, un destello proveniente de una de ellas le llamo la atención.

Se trataba de la katana que perteneció a su hermana, en apariencia, estaba molesta; trató de alzarla, mas su propia inseguridad no se lo permitió, retiró su mano y chistando los dientes se regresó a su resguardo.

Mihawk pasó por su estancia, despidiéndose desde fuera, pero Zoro ni a eso le prestó atención.  El manager de antemano estaba por enterado que así serían las cosas, también sabía que en ese sitio él estaría mejor, se lo dejaría al tiempo el se encargaría de lo demás.

Koshiro no hizo preguntas y se dedicó a ser padre paciente, como lo venía siendo, observaba a la distancia el comportamiento de Zoro,  la fachada era la misma, pero en las noches era cuando el joven dejaba salir la ansiedad y desesperación, deambulaba por el patio trasero, específicamente en el estanque, sentado sobre la piedra mayor y mirando fijamente la luna, incluso en ocasiones, escuchaba cuando interrogaba al satélite con las mismas preguntas ¿Tú sí lo  puedes ver, verdad? ¿Qué está haciendo?

Seis meses pasaron casi en un chasquido, y Zoro continuaba con la misma actitud hasta que, una mañana en su alcoba, una melodiosa voz proveniente de su repisa, exactamente de una de sus katanas, la más querida Wado, comenzó a mofarse.

“Ja, luces patético y miserable… ¿Cuánto mas vas a lamentarte? … Das vergüenza, ¿lo sabias? Seguro y ese chico al verte así se marcharía al instante, ¡Qué se fue! Y que importa Zoro… ¿crees en él?”

— ¡Claro que creo en él! —Respondía a pulmón abierto el joven.

Aun sabiendo que no había nadie mas ahí, contestaba dando el lugar correspondiente a esa voz, que sin lugar a duda, tenia razón.

Entonces, ¿Cuál es el problema? Tienes que ser paciente… ¡si continuas así lo harás sentir  mal!... alza la cara y vuelve a ser Zoro… ese Zoro que lo atrajo hacia ti, ese Zoro que  lo conquistó… el mismo Zoro tonto y débil que eres…”

Un cristal oscuro se rompió en frente del joven, esa voz tenía toda la razón, Sanji volvería de eso no tenia que dudar, ¡Qué se había mudado! Eso no era obstáculo para alguien con el talento y habilidad del rubio, seguramente, cuando él se sintiera seguro de ser lo mejor para Zoro volvería y entonces, el marimo le castigaría por haberse ido de esa manera, por creerse tan poca cosa para él, cuando Sanji era su mundo.

Una mirada al estante junto con una sonrisa confiada dedicó, esa voz, demasiado familiar para él, carcajeó tiernamente para desvanecerse al viento.

—Entiendo… ya no te preocupes, estoy bien… —Declaraba frente a las espadas japonesas.

No mentía, en verdad que su mente se había aclarado y con esto vino el cambio en él, comenzó a entrenar una vez más en el dojo con su padre, disfrutaba de carreras matutinas por el viejo sendero aledaño al rio, se perdía dentro de la casa y ahora hasta trepaba al enorme árbol en el patio buscando a Manchas.

—Zoro, ¡baja a desayunar! —Gritaba Koshiro desde la cocina.

Prestaba demasiada atención a las noticias matutinas hasta que su hijo apareció.

—Gracias por la comida. —Pregonaba el joven antes de comenzar a degustar.

—Vaya revuelo que se esta desatando en la ciudad…

— ¿A que te refieres?

—Que ya han destituido a varios políticos importantes… aparentemente eran chantajeados y todos ellos están relacionados con trata de blancas, esclavitud, compra y venta de órganos, secuestros y demás… que bueno que te alejaste de esa ciudad.

—Y tan tranquila que se veía… ¡Oye! Ese es el capitán Smoker… ¡sube el volumen por favor!

Koshiro obedeció y juntos comenzaron a prestar mucha mas atención.

“Toda la información que ustedes —Señalo a los reporteros— tienen es verídica, no puedo revelar las fuentes por su seguridad, pero este caso está próximo a terminar.”

Zoro se quedó pensativo “fuentes” pensaba o analizaba que se trataba del rubio y del compañero, mas no estaba seguro de eso, golpes en la puerta los distrajeron de esas noticias. Koshiro fue a atender la puerta mientras Zoro terminaba su comida.

—Zoro, hijo… un paquete para ti.

— ¿Para mi?

Una caja café envuelta con cinta plástica transparente era el paquete, se levantó de la silla y tomó un cuchillo para facilitar el abrirlo; no creía lo que miraba, tanta fue su sorpresa que el cuchillo cayó al piso; Koshiro pensó que era algo malo por la reacción eufórica.

—¡¡ ¿Quién te dio esto?!! ¡¿Dónde esta?! —Gritó Zoro azotando la mesa, exigiendo la respuesta.

—La chica de siempre, la de cabello rosa… ya se fue, Zoro, ¿Está todo bien?

—Lo siento…

Pronunció al salir corriendo en dirección de la puerta, salió despavorido mirando en todas direcciones sin soltar el paquete, minutos se quedó parado en la salida de su casa mirando el contenido del mismo.

Fotos suyas en varias facetas estaban dentro, desde sus corridas matutinas hasta las idas al súper con su padre, ¡Sanji lo mantenía bajo la lente! —Literalmente— pero con esto, el dolor de no tenerlo cerca comenzó a azotarlo de nuevo.

No obstante, ahora era mas fuerte y se lo guardaba para si mismo.

Seis meses mas pasaron cuando en el periódico una noticia sacudió al joven que barría la calle: “Doflamingo encarcelado, el maestro detrás de la mafia mas grande del Japón tras las rejas.”

Prestó atención a la noticia y todo era gracias a Smoker, ese capitán y ciertas fuentes habían logrado semejante hazaña, no se dieron muchos detalles ya que ese caso aún no terminaba, sus pensamientos de inmediato se colmaron del rubio, ¿Estará bien? ¿Estará a salvo? Y su ansiedad se desató una vez más.

Las enormes ganas de abrazar a Sanji ya le rebosaban, ya no era sencillo vivir de esa manera, siempre y todos los días pensando en el rubio, en que como la distancia no se reducía, en que como no tenia alas para ir hasta él, en que como la luna que sí lo veía nunca le decía nada, haciendo las cosas robóticamente continuó con su vida, porque así lo había prometido.

Y si Zoro pudiera interpretar sus sentimientos a modo de clima, lo haría justo como en esa noche sin estrellas, con lluvia intensa y fría, una que llegó repentinamente y obligó a todos a resguardarse en sus hogares, Koshiro se dedicó a cuidar del dojo, en realidad le gustaba mas estar en ese sitio, y Zoro, bueno el se quedó en la sala de la casa acariciando a Manchas.

En la solitaria calle un ronroneo se escuchó, uno que resonó en los oídos del modelo, él conocía bien ese motor ya que su Star era la única que lo hacía, imposible que su manager la condujera, únicamente una persona lo haría, así lo habían prometido, pero… podría ser.

¡Toc toc! Se escuchó en la puerta, Manchas cada vez que tocaban la puerta le daba exactamente lo mismo, pero apenas escuchó el raspar de los zapatos en el tapete, corrió a la entrada y comenzó a maullar, esperando.

El corazón del joven dio un vuelco de ciento ochenta grados, las piernas le comenzaron a temblar, él conocía esa loción, él reconocía ese aroma, estaba cien por ciento seguro de quien le aguardaba detrás de la puerta.

Caminó dudando hasta ella y la abrió, Manchas maulló y él se quedó mirando atónito, botines converse con cintillas rojas enlodados, pantalones rasgados de mezclilla, mochila cruzada escurriendo de agua, chaqueta de cuero completamente empapada y casco por el cual resbalaba la lluvia fría…

Una sonrisa plena, contenta se postró en su rostro, tragó saliva y se quedó parado, observando mientras la dulce y angelical voz le recriminaba: “Te lo dije tonto, ahora, dedícale mucho amor… Jajaja”.

El tiempo se pausó apenas comenzó a andar hacia él, ahora ya tenían todo para continuar, al igual que una puerta cerrada en frente  una más se puede abrir a un costado, es cuestión de mirar todas las opciones y continuar luchando por lo que quieres, el nunca darse por vencido es una buena ley de vida, y ahora Zoro sabía reconocer su valía...

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, este capitulo en especial es de Naghi-tan, muchas gracias por toda la fe puesta en mí, trató de continuar y prometo seguir adelante...

childerika, gracias por la paciencia y los animos...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).