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The House |EUNHAE| ONESHOT por carlie

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Notas del fanfic:

Se me vino a la mente esta idea, solo eso. Esta medio random, pero bueno...

Notas del capitulo:

Escuchando el ending de Vampire Knight Guilty se me ocurrió algo loco y random a la mente. Lleno de misterio y ese tipo de cosas.

Y bueno este fue el resultado, espero les guste.

Era una de las mejores casas del lugar, como una mansión, pero menos ostentosa. Tenía jardín y en este, varios tipos de plantas y árboles que le daban una sensación de paz. Esta era blanca y la adornaban grandes ventanas que la dejaban bien iluminada, sin necesidad de luz generada por focos o velas. En la entrada había dos sillas para mecerse, eran de un hermoso color azul, que hacía contraste con esta última. Era la casa de los sueños.

En algún momento del pasado, todas las personas que vivían por el lugar, hubieran dado toda su fortuna o aún más por tenerla y vivir ahí. Era el lugar ideal, donde te imaginabas tu vida perfecta y morir ahí en paz.

Por algún suceso del pasado, el antiguo dueño de esta la había abandonado, de un día a otro había desaparecido. No había dejado rastro. Y con el tiempo, la casa fue siendo olvidada, hasta de las mismas personas que alguna vez la codiciaron. Fue noticia, pero no lo suficiente para mancharle la reputación.

La casa de los sueños había estado olvidada, sí, pero no lo suficiente para que desluciera o perdiera su toque encantador. Y por esa razón, se había puesto a la venta. Muchas personas iban y venían para verla, pero por alguna razón, igual desconocida, nunca la compraban. Alegaban sentir algo extraño o hasta llegar a sentirse como si los rechazara. Pero, claro, esto nunca desanimó a los demás. Sin pensar, que tal vez, esa casa tenía su historia. Una historia que podría erizar los vellos de la piel a más de uno...

 

Cinco años atrás...

Una noche calurosa, pero normal, Hyukjae estaba de vuelta a su casa; como cualquier otro día. Colgó su chaqueta en la entrada y se sintió aliviado y lleno de paz cuando cruzó el umbral de su hogar. Solamente, la única diferencia era que iba con él. Su gran amor. La persona que desde el momento que la había visto en aquel lugar, se había prometido que sería de él y así fue. Se amaban, había comenzado una relación y para Hyukjae era más que el paraíso. Tenían citas, comían juntos y eso hacía que Hyukjae se sintiera lleno de vida. Tenía una casa que era herencia de su familia y que más de uno mataría por obtenerla. Ahora, ya tenía con quien compartir ese lugar en el que vivía, esa herencia y estaba frente a él, mirándolo.

Sonrió ante tal paisaje.

Salió de sus pensamientos y observó a detalle el rostro de Donghae que estaba siendo iluminado por la luz natural de la luna, llenándolo de misticismo. Simplemente, perfecto. Ojos achocolatados, redondos, como dos caramelos. Sus cejas pobladas lo suficiente para darle un adorno adecuado a sus ojos y al mismo tiempo a su rostro. Nariz, refinada incluso para su gusto. Eres perfecto. Su boca era lo mejor y lo último que quiso observar, y a detalle. Unos labios no muy carnosos, pero bien distribuidos. Su boca era un poco alargada y el tono de sus labios era exquisito.

Un choque de electricidad recorrió su espina. Llenándolo de un frenesí que nunca antes había sentido y con eso no dudo en pensar que él era el indicado, que él era especial y lo mejor de todo, él le pertenecía. Le pertenecía a Hyukjae.

— Eres perfecto, Donghae — le sonrió a este último, mostrándole sus encías. La mejor sonrisa que tenía.

Donghae le devolvió la sonrisa.

— ¿Recuerdas el día que nos conocimos?— Se acercó y le tocó la mejilla con gran delicadeza, con temor a hacerle daño a su preciado Donghae. Hyukjae en verdad le amaba—. Esa vez en el parque. Nuestro destino era estar juntos. Vivir juntos y aunque al principio me rechazaste... Míranos—, con sus dos manos tomó el rostro de Donghae y con sus pulgares trazó círculos en su rostro. Su piel es tan suave—. Somos tan felices, Hae. Tú me haces feliz.

Sonrió ante tal éxtasis de poder tenerlo entre sus manos y sin mas, le besó. Un beso delicado, sin prisa. Sus labios se rozaban como si ambos fueran de porcelana y ante el más mínimo o excesivo abuso, se rompería o quebraría en mil pedazos. El beso no llegó a más allá, Hyukjae sabía que Donghae odiaba las cosas demasiado pasionales y lo respetaba demasiado como para hacerlo sentir mal o hacer que se enojara. Y se contuvo, como todas esas veces cuando lo hacía. Le deseaba de una manera no tan sana. Lo sabía, pero no era momento de ahuyentar a su amante, tal vez en un futuro, si es que lo había, le podría confesar lo que realmente pensaba, decirle que lo deseaba de todas las maneras posibles, más allá de un simple beso o contacto.

—Espero algún día... — lo miró con gran ternura, con sus frentes pegadas—, pueda besarte como en verdad quiero y deseo—. Terminando esto, le besó la nariz y se separó de él.

Donghae respiraba e hiperventilaba. El comentario de Hyukjae lo había incomodado en sobre manera y no sabía cómo reaccionar o que responder ante tales palabras de amor. Miró alrededor, tratando de reconocer aquel extraño lugar en el que estaba, la casa de Hyukjae. Esa mansión que en su corta vida había visto.

— ¿No puede ser hoy, Hae? —preguntó necesitado.

Donghae negó efusivamente y los latidos de su corazón aumentaron en segundos.

—N-No...— su voz le había fallado.

— ¿Por qué?— Volvió a acortar la distancia hasta el punto de sentir la respiración entre cortada de su amado—. Prometo no lastimarte. Dame la oportunidad—, lo tomó de la mano y la sostuvo en su propia mejilla—. Sería incapaz de hacerte daño, Hae. Lo juro.

Donghae inmediatamente retiró su mano de golpe y lo miró lleno de pánico. ¿Qué trata de hacer?, pensó.

—Hyu-uk... Jae— este respondió a su llamado y enterró su vista a en los ojos ajenos, deseoso de escuchar las palabras de él —. ¿Puedo irme?

Hyukjae se sobresaltó y negó efusivamente. Se tomó mechones de cabello y comenzó a cepillarlos con sus dedos, algo sucios cabe resaltar. Entonces, algo en Hyukjae hizo clic. Cambiando esa mirada llena de pasión y amor a una llena de deseo y desequilibrio. Una mirada que asustaría hasta a el más valiente. Sus ojos se tornaron negros y su rostro se había endurecido, atemorizando a Donghae; más de lo que ya estaba. Y por unos segundos, se dio a la tarea de mirar a detalle a esa persona que se llamaba Hyukjae.

Estaba sucio, transpiraba por los nervios de que al fin Donghae había aceptado ir a su casa. Visitarlo y platicar sobre ellos. Conocerse más. Mechones de su cabello rojizo caían sobre su frente, sus ojos parecían estar delineados, pero por su mismo sudor, estaba corrido haciéndolo más aterrador.

—Apenas llegaste... —le sonrió —. Un poco más, Hae— dijo divertido.

Donghae abrió los ojos como platos ante tal vista. Está loco, pensó al mismo tiempo que entraba más y más en pánico. Debía idear un plan y debía ser rápido.

—Estoy algo cansado—, intentó bostezar—. ¿Viste? — Hyukjae lo miró sintiéndose culpable o eso es lo que Donghae quiso pensar—. Hyukjae, mañana voy a volver.

— ¡Quédate!— De un momento a otro, Hyukjae lo tomó de los hombros y lo sacudió hasta una pared cercana a la cocina. Su mente por segunda vez en la noche le había hecho el clic, pero estaba vez para quedarse y liberar a lo que el mismo Hyukjae llamaba como su otro lado—. ¿No entiendes que te extraño? Que sin ti, mi vida pierde su brillo. ¡Esta casa es tan grande para una sola persona! — quiso que su preciado objeto entrara en razón.

La escena era escalofriante. Por una parte estaba un Hyukjae, Lee Hyukjae para ser más precisos. Su aspecto: sudoroso, con una sudadera y la capucha puesta, unos jeans algo desgastados y cubiertos de tierra. Su rostro estaba igual o peor que su ropa, sus ojos mostraban aquella locura que acompañaba sus acciones. Por otro lado estaba el pobre de Donghae: manos y tobillos atados y cubierto de tierra, incluso más que su acosador... Se arrepentía de no haber llamado a la policía o pedir ayuda cuando el hombre frente a él comenzó a seguirle. A comprarle cosas, a inventarse historias de ellos dos juntos, viviendo en su casa. Cada día al llegar a su departamento se encontraba con pequeñas hojas dobladas y dentro de ellas, una escritura asquerosa y unas faltas de ortografía de lo más imperdonables. Le daba asco. Y ahora estaba en su casa, después de que ese sujeto, para él desconocido, lo había tomado por la fuerza afuera de su hogar.  

Toda la historia de haber salido y tener algo con Donghae había sido producto de la retorcida mente de Hyukjae.

— Hyukjae, extraño mi casa— trató de sonreírle—. Mira— alzó sus manos atadas—, desátame y prometo volver mañana y empezar nuestra vida juntos—. Expandió su sonrisa e incluso llegó a reír.

Hyukjae por otro lado era un mar de nervios. Su sonrisa y ese sonido que había salido de su preciosa garganta y labios lo habían desestabilizado.

— ¿Para qué esperar?— Preguntó, sin darse cuenta que su sonrisa ya no reflejaba lo que quería mostrar, era algo más maniática y psicótica—. Hae, no sabes todo lo que tengo planeado.

Lo azotó contra el piso, dejándolo un poco inconsciente y corrió hacia el cajón de la cocina. Sacando esa arma con la que iba a pasar esos momentos con Donghae. Sentía la adrenalina llenar su cuerpo y ver descomponerse el rostro tan perfecto de Donghae, aumentó su instinto. Se arrodilló ante él y le acarició la mejilla con ese objeto filoso.

Donghae había observado como maniáticamente, Hyukjae sacaba el cuchillo y lo miraba a contra luz de la luna y le sonreía como si le contaran el chiste más gracioso del mundo. Juraba que vio brillar la punta de este y sintió ganas de vomitar. Sus piernas al estar amarradas al igual que sus manos y lo dejaban completamente indefenso, sin escape de lo que parecía ser el inicio de una larga noche o el principio del fin de su vida. Y cuando sintió el cuerpo del cuchillo chocar contra una de sus mejillas, se estremeció. Sus ojos se llenaron de lágrimas y comenzó a pedir piedad.

— No quieres hacerlo— dijo cuando sintió la presión de la navaja contra su garganta.

— No tienes idea de a cuantos más se lo he hecho, Hae— respondió con voz fría comenzando a reírse locamente. Lo besó en la boca y en la frente para después alejarse y observarlo deseosamente.

Y sin más comenzó a cortar su rostro, delicadamente. Un corte en la mejilla, y al escuchar gritar suplicando por su vida, hizo un corte en sus labios. Pensó que eso debía funcionar para silenciarlo, y al percatarse de que pedía más ayudar, optó por terminar la diversión. Por más que le doliera. Hasta ahora había sido la cosa más preciada para él, algo en su interior le decía que a partir de Donghae, las cosas no volverían a ser igual, que un nuevo mundo comenzaría para él.

—Al menos, la diversión para ti— posó sus labios sobre los ensangrentados de Donghae. Acercó su cuerpo y enterró el cuchillo en el abdomen de Donghae. Sintió como de golpe, el aliento de su amante y victima dejaba su cuerpo.

Se alejó para observar con más detalle aquella pieza de arte. Escuchar los quejidos de Donghae, tratando de respirar, lo excitaba aún más. Ver como se retorcía de dolor y como poco a poco la vida en él se iba extinguiendo. Con eso reafirmó lo que toda la noche su mente la había estado diciendo. Perfección.  Y como si una fuerza o persona desconocida lo poseyera, dio el golpe final pasando aquella cuchilla sobre su garganta. La sensación de placer le inundó y su respiración se hizo más rápida. Su rostro y parte de su sudadera se habían llenado de sangre. Con su lengua lamió la poca que rodeaba sus labios, extasiándose por su sabor.

—Adiós... Hae—. Sonrió al mismo tiempo que dejó caer el cuchillo y abandonó aquel cuarto, que para él, en este estaba su más grande obra.

 

Presente.

El vendedor observó al interesado en comprar la casa.

— ¿Qué le pareció?

— Excelente.

Y con esto sello el trato, comprando la casa sin saber que tiempo atrás, había vivido un gran asesino en serie, al cual, nunca atraparon. Y quién sabe, tal vez, en algún momento; le gustaría regresar para revivir el momento en el que creó su más grande obra… Si es que aún vivía.

 

 

FIN.

Notas finales:

Listo. Ahí está.

Gracias a Vero por ser mi bella beta.


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