En la mansión Phantomhive, existían un conde y un mayordomo. Un contratista y un demonio, mejor dicho, un par de amantes… Aunque existía amor, no todo era color de rosa. Ya habían pasado un par de meses desde que la relación de amo-mayordomo se hizo más intensa, pero aun era un secreto para sus sirvientes.
El joven conde se encontraba en su despacho leyendo y firmando unos papeles de la compañía, se escucharon unos golpecitos en la puerta, al adivinar quién era, sonrió, dejo escapar un suspiro de cansancio y alivio, hizo a un lado sus papeles y dijo, -Adelante.-Bocchan, le traigo un poco de té.- cerrando detrás de él la puerta,- Ciel, se te ve algo cansado, estresado, no te gustaría escaparte conmigo.-, decía Sebastian, colocando sus manos en los hombros del joven, para empezar con un masaje,-¿A dónde iríamos?- pregunta el conde dejándose masajear, -Mmmm podríamos ir a Francia, o a una cabaña cerca de aquí, o más fácil, dejar su trabajo por un momento y dejarme consentirte en tu despacho- decía en su oído, mientras que sus manos se deslizaban por su pecho y besaba su cuello, -Mmmm lo siento Sebastian pero no puedo-, -Ah?-lo dejo de acariciar por tal respuesta,-lo siento pero pronto llegara Lizzi y tengo que atenderla-, -Con que “Lizzi” eh!- dijo enojado el mayor-, -Bueno Elizabeth, no te tienes que enojar, además yo te quiero a ti, no a ella-, dijo el conde acercando su rostro hacia el del mayor para besarlo -No, no, está bien, al fin de cuentas ella es tu “prometida” y yo solo soy un simple mayordomo, es obvio que ella es su prioridad, así que me retiro para terminar los preparativo, con permiso-,respondió Sebastian dejando al menor y rechazando su acercamiento, Ciel se levanto a seguirlo, -Oye! Sebastian! Espera!-, y no lo alcanzo porque su cara se topo con la puerta de su oficina, -Auch!, Maldición!, Sebastian!-.
Pasaron un par de horas hasta que se escucho la algarabía dentro de la mansión, - Elizabeth- hablaba Ciel molesto, bajando las escaleras, -CIEL!- decía la pequeña niña con una voz chillona, corriendo a estrujar con un abrazo al menor, Sebastian llego y de por si estaba de mal humor, pero con su magnífica actuación, sonrió y dijo – Buenas tardes Elizabeth-sama, podría hacer el favor de soltar a “Mi Amo”, es que no lo deja respirar- haciendo un discreto énfasis en “mi amo”, Ciel si noto su énfasis y se sonrojo un poco, -Buenas Tardes Sebastian, Ah perdón Ciel y ya te dije que me digas Lizzi, vine para pasar la tarde juntos- decía alegremente, -Lo siento mucho lady Elizabeth pero el joven amo tiene su agenda muy atareada-, Ciel sabía que no tenía nada mas quehacer y tenía la tarde libre, pero sabía lo que hacia Sebastian, para tratar de ablandar las cosas le siguió la corriente,-es cierto Lizzi, no tengo tiempo libre, perdón por solo hacerte venir hasta aquí-, -ah Ciel trabajas mucho!-, haciendo pucheros,-Bueno entonces Paula, tus sirvientes y yo podemos decorar tu mansión, para que se vea kawaii!-, -Si eso te complace por mí no hay problema- decía Ciel con una venita saliendo de su frente por tan testaruda niña, -Maravilloso, Nos vemos en la hora del té- decía la niña saliendo felizmente.
-Ahaaa, Sebastian, llama a los sirvientes a mi despacho-, -como ordene-. El joven se retira a su despacho, llaman a la puerta, -adelante-, pensando que eran sus sirvientes y pues si era uno de ellos, el del frac negro, -Sebastian ¿Dónde están los otros?, -pronto estarán aquí, pero antes…- el demonio se acerca ágilmente al pequeño conde acorralándolo a una esquina de la habitación,-Oye!, pero ¿Qué crees que haces?, además tienes suerte que te allá seguido la corriente de “tener una agenda muy atareada”-Pero sí la tiene, tiene que pasar todo el día conmigo-, -Ah!, estas demente!, sospecharía de nosotros, además lo de esta mañana, o no, espera, el gran Sebastian Michaelis ¿esta celoso de una niña? -, -Si y que importa, sabes me gustaría arrancarte la ropa, subirte a tu escritorio, besar cada rincón de tu cuerpo, hacer que gimas mi nombre y que todos escucharan, que se enteren que solamente eres mío y de nadie más-, esa declaración hizo que el joven se sonrojara y le contestara, -Sabes eres un pervertido-, -Pero lo mejor de todo es de que soy tu pervertido-, estaba a punto de besar al conde cuando unos golpes en la puerta los separan inmediatamente, por ese momento que paso hasta se le había olvidado a quien mando a llamar, recobrando la compostura Ciel deja a entrar a sus sirvientes dándole indicaciones de que hagan lo que Elizabeth les pidiera, que la mantuvieran “entretenida”, porque él estaba muy ocupado, que él tenia practica de tiro con Sebastian y que la vería en la hora del té.
Mientras tanto en la cocina…
-¿Estoy paranoico o escucharon todo lo que pasaba en el despacho del joven amo?- dijo Bart algo nerviosos, -Ahora ya entiendo porque Bochan pasa más tiempo de lo común con Sebastian-san- dijo Meirin con una hemorragia nasal,-Oh, ¿se dieron cuenta?- exclamo Tanaka, -Puede que luzcan como siempre, pero nosotros hemos notado al joven amo, como decirlo, más feliz, ¿no es así?- comentaba Bart, -SI!- contestaron Meirin y Finnian, -¿Y eso no les alegra a ustedes?- pregunto Tanaka, -Si nos alegra que este feliz el joven amo, pero nuestro deber es protegerlo-, -Al igual que Sebastian, si el joven amo está feliz eso está bien ¿no creen?, solo hay que comportarnos como siempre, ser fieles a esta familia-, -Tienes razón Tanaka-san!- Decían, los tres sirvientes , -Lo que significa que debemos hacer que Bocchan este sin ningún inconveniente- decía Finnian con una sonrisa, -Si!- decía el unisonaros.
Tanto conde como demonio salieron a los terrenos pertenecientes a los Phantomhive, para sus “prácticas de tiro”, el azabache lo observa, sonríe y le dice, -lo estás haciendo mal, se apunta así…-, es ahí cuando Sebastian lo acerca a su cuerpo, pasa sus brazos sobre los del joven, lo posiciona y le susurra,-Te concentras en tu blanco, respiras profundo, exhalas y aprietas el gatillo- diciendo todo aquello, baja uno de sus brazos por el pecho y abdomen del Conde, este se estremece, y voltea su cabeza para mirar al ojiescarlata,-Sabes, menos me puedo concentrar si haces eso-, -¿a si?, y que pasa si hago esto…-, sin más Sebastian besa apasionadamente a Ciel, y este solo deja caer la escopeta al suelo y se deja llevar por su mayordomo, el azabache lo derriba y caen ambos al suelo, pero el ojiazul, cambia los papeles y ahora el esta encima de su mayordomo, -¿Sabes algo?- se separa un poco el joven, -¿Qué?-, -Me haces feliz, y he tomado una decisión-, -Se puede saber ¿Cuál es?-, -pienso romper mi compromiso con Elizabeth-,Sebastian sonríe, -Te amo Ciel-, -yo igual mi endemoniado mayordomo- y sellan sus palabras con un lindo beso, pero ninguno se percato, incluso Sebastian siendo un demonio que alguien no muy a lo lejos vio y escucho toda esa escena y no sabía que pensar…
Mientras tanto en la mansión…
Paula estaba haciendo unos moños con listones y algo preocupada pregunta, -¿Alguno de ustedes ha visto a Elizabeth-sama?