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Cruzando Universos por Reira Verzeihen Danke

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Notas del capitulo:

¡Okidokey! No creo que sea necesario excusarme, pero lo haré de todas formas. Me faltaba la inspiración, y también olvidé por donde había dejado la historia porque estaba en exámenes (otra vez). Así que, habiendo dicho esto, ¡al jodido fic!

Los derechos de autor van a sus respectivos dueños.

Capítulo 9: Wammy's House, Al Mediodía I Parte.

Dennis (Undertaker o Jack Blackwood) P.O.V.


El conde susurró un nombre en sus sueños mientras dormitaba en la biblioteca. "Cørïnne". Apuesto a que se refería a la princesa de Verisiä Byen Diamantene.

"Princeso, más bien, jijiji".

Escuché hace muchos años —"cuando aún trabajaba como shinigami recolectando almas"—, que el príncipe de ese lugar había sido forzado a hacerse pasar por una chica debido a temas políticos. Su nombre era en realidad Cørïnn Elend Leid Vastoinkäymisiä. "Esos nombres siempre han sido como trabalenguas".

Era un joven delgado, de cabellos verdes como crisoprasa, piel delicada y semejante al feldespato translúcido, rostro un poco femenino —"como el del conde, jijiji"—, ojos de amatista, pestañas y cejas de peridoto. Todas las características que le irían más que bien tanto a un chico, como a una chica.

Hay quienes dicen que se enamoró de uno de los Kalt Mördern, Tumma Myrkky —"el conde en esa época"—, y que este, correspondió a Cørïnn, sin importarle un ápice su género. Irónicamente, al darse el hecho de que la verdad sobre esta situación fue revelada, al pueblo no le importó que dos hombres estuviesen juntos. "Después de todo, uno de ellos había sido considerado como una mujer toda su vida".

Desafortunadamente, durante un ataque al reino —perpetrado por Elena Search—, Tumma Myrkky encontró la muerte. A pesar de todo el poder que poseía, durante la batalla se descuidó un momento y la señorita Search encontró su camino hasta Cørïnn. Incapaz de hacer nada más, pues había llegado muy tarde, y Elena podía asesinar con un simple movimiento de la muñeca al príncipe, el conde dio su vida para proteger a la persona que quería.

La pequeña guerra terminó poco después, por la mano enfurecida de Cørïnn, quién había tomado la espada y uno de los uniformes de Tumma, y había comenzado a pelear como si no hubiese mañana. Luego de que el reino estuviese a salvo, el príncipe había caído en una depresión que duró unos tres años. Al cumplir el tercer año, se marchó de la ciudad, dejando a su hermana menor a cargo —"quién por cierto, si era una mujer, jijiji"—. Nadie sabe que sucedió con él, pues nunca volvió. Unos piensan que murió, mientras otros mantienen que se volvió loco y vive aislado en el bosque.

Mientras caminábamos de vuelta a la cafetería a tomar el almuerzo noté algo particular fuera de una de las ventanas de ese lugar. Parecía una parte aislada, no se podía ver mucho más que vegetación, y lo que parecía ser parte de un techo, asumí que era una parte vacía, o quién sabe, en construcción, aunque esta última no tenía mucho sentido. No le di más vueltas al asunto y seguí caminando.

Hasta ahora, todo lo que he hecho ha sido comer y discutir sobre cosas nimias con estas personas. "Y acostarme con mi compañero de cuarto".

Al pensar esto, voltee a ver a Ryuuzaki. Caminaba encorvado y con las manos en sus bolsillos. Se le notaba una ligera sonrisa en sus labios, los cuales quise devorar al instante. "Cualquiera diría que soy un pervertido, pero con este chico tengo una y mil excusas para permitirme serlo". Después de todo, a él no le importaba lo que yo hiciese con él, tan sólo debía ser delicado cuando la situación lo ameritase.

Es bastante curioso estar en un ambiente tan distinto como este, ya me había acostumbrado a la ciudad ruidosa y los clientes en descomposición. El cambio era drástico, pasar de estar siempre en una funeraria, a estar en una biblioteca discutiendo sobre un pasaje de un libro antiguo.

Estaba demasiado absorto en mis pensamientos que no me di cuenta cuando llegamos a la cafetería. Ni en que momento tomé la comida, me senté y comencé a comer junto a los demás. Nunca soy tan distraído. Excéntrico, escalofriante, demente, cualquiera parecido a esos, pero nunca distraído.

Noté que el almuerzo consistía en un poco de arroz, ensalada con un aderezo muy rico, unos pocos vegetales y un pedazo de pollo con salsa. Sabía muy bien, especialmente el pollo.

Algunos veían de reojo a otros. Mientras que otros más evitaban contacto visual. Decir que estaba complacido porque Ryuuzaki era uno de los que lanzaba miradas, y estas estaban dirigidas a mí, era quedarse corto.

Desgraciadamente, casi nada en mi vida puede ser perfecto, y empezaba a tener una sensación de disconformidad con este lugar. No es que no estuviera acostumbrado a ello, tan solo resultaba molesto. Algo me llamó la atención del niño albino, Near, por un momento, sus grises orbes de tormenta abismal se volvieron del color de la sangre, oscuros, un poquitín brillantes, reflejando la gula de una bestia salvaje por unos segundos antes de volver a su estado normal. "Eso fue extraño". Me fijé lo más disimuladamente que pude en la dirección que miraba, y me topé con la figura tímida de A, quién hablaba un poco con Eric sobre el sistema educacional de Wammy's House.

Decidí poner atención a lo que decía.

—Los exámenes usualmente son doce: Matemáticas, Francés, Alemán, Inglés, Historia, Gramática, Arte, Ciencias, Psicología, Música, Latín, Filosofía. Educación Física no es muy importante, y te la puedes saltar si quieres—explicaba A casi inaudiblemente.

—Ya veo, ¿cuál es la nota mínima para pasar?—cuestionó Eric.

—Bueno, para pasar un examen debes sacar al menos un 75 en la nota.

—¿Y cuáles son las materias más difíciles?

—Si me preguntas a mí, te diría que son Arte y Música.

—¿Cuánto dura el año escolar?

—Desde febrero hasta noviembre, tenemos vacaciones de tres semanas en junio, y por supuesto tenemos enero, diciembre y unos días de noviembre y febrero libres, además de los fines de semana. Los profesores no pueden dejar tareas en los días libres a no ser que sea un caso especial, como una especie de castigo si hiciste algo malo.

—¿Castigo?

—Sí. Por ejemplo, Mello le dejó un ojo morado a un chico que le robó una barra de chocolate cerca de terminar el año escolar, y le dejaron un montón de tareas de cada materia. Por supuesto que él lo terminó todo en una semana. BB insultó y estuvo a punto de golpear a un profesor porque a este no le agradaba BB en lo absoluto y le hacía la vida imposible, así que, el que pagó los platos rotos fue BB. Le dejaron casi las mismas tareas que a Mello, además de escribir una carta de disculpa de diez páginas al profesor.

—Wow, ¿diez?

—Diez. Se la pasó encerrado en su cuarto haciendo quién sabe qué por dos semanas. Aunque algunos tienen sus sospechas sobre lo que hizo, porque poco después de que saliera de su pequeño encarcelamiento el profesor con el que había tenido un problema cayó enfermo por tres meses. Estuvo a punto de morir, y nunca se supo por qué. Lo trasladaron a otro lugar después de que aplicara para ir a un colegio público. Ahora la señorita White ocupa su lugar.

—Espera, ¿me estás diciendo que BB intentó matarlo?

—No. Eso es lo que dicen los rumores. Pero él nunca ha desmentido o corroborado ningún rumor.

Ambos guardaron silencio después de eso. A mí me causó gracia, parecía que ese tipo se lo tenía merecido. "BB ya me está cayendo bien".


Crimson (Grell Sutcliff) P.O.V.


Esta situación era completamente anormal, y aun así todos nos comportábamos como si fuese lo más normal del mundo. Pasar de estar en el siglo XVIII, y ahora en el XXI, era un cambio radical, eran más de cien años de historia humana. ¿Qué había pasado con los shinigamis que conocía? ¿Lawrence Anderson, Eric Slingby, Alan Humphries? ¿Qué había sido de ellos en esos años? ¿Acaso siquiera existían en este universo?

"Más importante que eso, debemos volver a casa".

Luego del almuerzo le pedí a BB que me enseñara el lugar. Él aceptó, por supuesto. Así que ahora caminaba junto a él en esos pasillos vacíos. Todos los niños estaban en la sala común o afuera jugando. Una pregunta repentina se bailó por mi mente, y decidí darle voz.

—BB—llamé.

—¿Sí?

—¿Qué edad tienes?

Me miró un tanto extrañado con sus orbes carmesíes, como si quisiese ver más allá de mí.

—¿Por qué la pregunta?

—Simple curiosidad.

Dudó unos momentos.

—565—comentó rápidamente.

Me paralicé momentáneamente, y me apresuré para seguirle el paso. "565, es más viejo que yo".

—¿Y tú?—cuestionó.

—¿Mmm? ¿Yo qué?

—¿Qué edad tienes?—explicó.

—Oh, uno no le pregunta la edad a una dama; pero te contestaré, tengo 327 años.

Sostuvo una carcajada poniéndose una mano sobre su boca. Debo decir que me sentí un poco ofendido.

—¿Qué?—pregunté irritado.

—Primero, no eres ninguna dama. Y segundo, eres apenas un niño.

"Okey, más ofendido aún".

—¿Y tú qué sabes?

—Bueno, yo sé muchas cosas. Soy viejo, y he muerto suficientes veces para que alguien como tú me venga a decir que me equivoqué con su género.

Hice un puchero, desviando la mirada. "Así que ha muerto. Resurrección de seguro, probablemente eso lo trajo aquí".

—¿Qué? ¿Me vas a decir que me equivoco?—dijo burlón.

Dejé de hacer puchero, y lo encaré serio.

—No. No lo haré—contesté.

A lo que alzó una de sus cejas.

—¿En serio?

—Ajá.

Siguió mirándome por un rato antes de reemprender la marcha. Los pasillos eran iguales, grises y desprovistos de vida. Las paredes estaban vestidas de papel tapiz vintage de flores, con el color beige dominando al negro que delineaba los dibujos. El edificio era enorme, mucho más grande que una mansión, y tenía al menos unos trece pisos. Cada piso tenía montones de habitaciones donde los huérfanos se alojaban. El primer y segundo piso eran principalmente, la cafetería, la cocina (vedada para los niños), la enfermería, la biblioteca, la sala común, unas cuantas aulas y el patio. La oficina de Roger se ubica en el segundo piso.

Hay un gimnasio junto al edificio de Wammy's, posee una parte con techo, y otra sin techo, la cual era básicamente para jugar deportes que incluían una pelota. Es relativamente grande, lo suficiente para que todos los niños, profesores y demás trabajadores de ahí, quepan sin necesidad de estrujarse.

El patio es muy grande, de tal vez dos o cuatro hectáreas alrededor de todos los edificios, con una variedad de flores y árboles dispersos, creando la ilusión de un pequeño bosque. Un pequeño vivero cubierto y oculto por los árboles.

No estaba permitido salir a la terraza de ningún edificio, pero encontrabas una o dos formas de hacerlo si ponías atención a los detalles. Mientras caminábamos y BB terminaba de explicarme varios detalles sobre el lugar, noté un edificio del cual no me había mencionado nada hasta el momento, y de hecho parecía como si no existiese en lo absoluto, todo el mundo pasando de largo. La fachada se notaba vieja y deteriorada por el tiempo.

—BB, ¿qué hay de ese edificio de allá?—cuestioné en voz alta.

—¿Mmm? Oh, son las antiguas instalaciones de R, el mejor detective del mundo hasta ahora, y cuyo título nos disputamos aquí en Wammy's para tomar su lugar algún día. Están abandonadas desde hace mucho, debido a que R viaja mucho y ya no las usa. Está prohibido ir ahí, y esa es una de las pocas reglas a las que sí escucho.

—¿Y porque esa sí la acatas?

—Por respeto a R. Es una buena persona, aunque sólo le vi en una ocasión y me parece admirable la forma de ser que posee, además de su eficiencia al resolver casos criminales.

—Oh.

Nos adentramos de vuelta a Wammy's. Haciendo una pequeña parada en el cuarto de BB por un tarro de jalea de fresa y una cuchara. "Este chico… ¿Por qué la obsesión con la jalea de fresa?". Aunque no me quejé en voz alta, fuimos hasta la sala común, donde nos encontramos con Matt jugando algo llamado videojuego.

—Hola, endemoniado gamer pelirrojo—saludó BB de forma burlesca.

—Hola, Crimson. BB: pequeño gran adicto a la jalea de fresa. ¿Acaso la comes hasta hartar porque su color te recuerda a mí?—devolvió, sin dirigirnos la mirada.

—Ya quisieras—bufó.

—¿Que estás jugando?—cuestioné, cambiando el tema.

American McGee's Alice.

—¿Y de qué trata?

—Bueno, American McGee's Alice es un videojuego para ordenador en tercera persona de acción lanzado el 6 de octubre del 2000, que toma lugar en el universo de Alicia en el País de las Maravillas. Poco después de que sucedieran los hechos del libro Las aventuras de Alicia en el País de las Maravillas y Alicia a través del espejo, la casa de Alicia es consumida por un misterioso incendio, que mata a su familia, dejándola como única superviviente. Debido a esto, Alice queda profundamente traumatizada y deprimida e intenta suicidarse (se pueden ver vendajes que cubren sus muñecas), y se vuelve catatónica. Es internada en el Asilo Rutledge, donde la consideran loca y es constantemente maltratada por los trabajadores. Diez años después del incidente, Alicia es convocada por el Conejo Blanco para salvarlos del despótico dominio de la Reina de Corazones, en un País de la Maravillas totalmente alterado. Ahora se ha convertido en una versión completamente retorcida del mismo—explicó detalladamente, absorto en la pantalla.

—Ya veo. ¿Es divertido?

—Claro, cuando el personaje hace lo que quieres que haga en lugar de irse para otro lado y hacer estupideces inútiles—mencionó mientras apretaba los botones del mando furiosamente—. Hey, BB, de casualidad, ¿no habrás notado a Mello actuar raro últimamente?—preguntó una vez hubo encontrado piedad para darle a los pobres botones.

El chico de cabellos azabaches, quien había encontrado asiento en un sillón cerca del gamer, lo miró de reojo desde su posición con esa extraña pose para sentarse mientras lamía la cuchara que momentos antes había sumergido en el frasco con sustancia roja.

—¿Extraño, en qué sentido?—replicó desinteresadamente.

—No lo sé. Extraño, como si no fuese él mismo—dijo lúgubre.

Decidí sentarme junto a BB, una pierna sobre otra, mientras observaba la pantalla que Matt veía con inesperada concentración.

—No. Pero sí he notado a Ryuuzaki actuar extraño—comentó mientras volvía a lamer la cuchara en una manera casi provocativa.

Se dieron unos momentos de silencio, en el que este era roto únicamente por el alboroto constante de los otros huérfanos en la sala, ajenos a nuestro tema de conversación.

—Tod, también ha estado actuando extraño—murmuré.

—¿Tod?—cuestionó BB—¿Ese chico igual de estoico que Near?

—Sí. Ha estado raro toda la mañana—contesté, de forma precavida, no es necesario dar mucha información.

Matt arrugó el entrecejo. Estoy seguro de eso aunque no le pudiese ver bien su cara como para saberlo a ciencia cierta. En medio de la algarabía de la sala, me detuve a pensar con genuina claridad por primera vez desde que mi llegada a este lugar. William ciertamente ha estado actuando raro, como si tratara de buscar una salida con sus ocelos amarillentos en cada rincón que mirase, atento a cualquier cambio en su entorno por mínimo que fuera.

Sebastián ha hecho casi lo mismo. El mocoso por otra parte parece disfrutar de este lugar, lo cual resulta curioso, desde que lo conozco ha actuado como un noble arrogante y orgulloso, de mente cerrada, igual que los demás nobles. Pero no aquí, después de todo se arriesgó a besar a Ronald en frente de nosotros sin mostrar un ápice de remordimiento o vergüenza. Ronald por otra parte, ha estado distante, cosa inusual en su actitud de don Juan. Es como si algo estuviese sucediendo pero no pudiese determinar exactamente qué. No puedo decir si el Undertaker y Elena actúan de otra forma. No los conozco bien, y por lo poco que sé, podría decir que al menos Jack está siendo serio sobre nuestra situación actual, no obstante, es obvio el ligero cambio que tuvo su actitud burlona entre hoy y ayer. Todos deben de saber algo, pero no han tenido tiempo de darlo a conocer, o esperan obtener más pruebas antes de saltar a conclusiones precipitadas, y no los culpo, yo me encuentro en la misma situación.

BB no es humano, y sospecho que ninguno de los chicos con los que me he juntado hasta ahora en este lugar desde esa noche en la cabaña lo sea.

"La cabaña". Parece un recuerdo tan lejano ahora, el concejo dándonos a mí, Will y Ronald la tarea de adentrarnos en el bosque para determinar si ese humo era una amenaza o no. Oh, como desearía volver y decir no cuando Elena me ofreció esa copa. Haber convencido a los otros de irnos, de decir que el humo no era ninguna amenaza.

"El pasado es eso mismo. Pasado. Incluso el yo de hace cinco minutos es pasado, y nunca volverá a presentarse como se presentó hace cinco minutos. El tiempo es efímero y relativo, como una delgada corriente de agua, a la que debemos seguir sin objetar, sin dar pelea, pues carecemos del poder para darla. Es algo fijo, pero a la vez es algo en constante cambio. Y no hay nada que se pueda hacer. Sea shinigami, sea demonio, humano o cualquier otra criatura, no hay autoridad o poder para derrocar al tiempo. No la hubo ayer. No la hay hoy. No la habrá mañana." Cavilé desanimado.

—"No, no la hubo ayer. No la hay hoy. Y no la habrá mañana. Pero, es posible que la haya pasado mañana. ¿No crees, Grell?—susurró una voz suave y grave.

Miré a BB y a Matt. No se habían inmutado para nada. "¿Acaso me lo imaginé?".


Eric (Edward Middleford) P.O.V.


Me escapé después del almuerzo, y me escondí en el vivero que descubrí oculto por los árboles. En su interior la luz del sol que lograba entrar por los miles de vidrios que conformaban las paredes y el techo, iluminaba las diferentes variedades de flores y plantas que se exhibían ahí. Desde lirios y rosas, hasta mentas y cactus. Entre otras que no reconocí.

Me senté en el borde de cemento de una parcela de tierra, que tenía un par de pequeños árboles de manzanas. Y me puse a pensar en todo lo que había pasado. A procesar realmente lo que sucedió.

En un momento estoy en la mansión de uno de mis compañeros en Weston High, discutiendo cosas nimias sobre los 4 P. Para luego divisar el humo. "Oh, el humo violeta". Me excuse de él, y me adentré en el bosque, ¿por qué? No tenía otro motivo más que el de la curiosidad. Bueno, la curiosidad, y un déjà vu persistente haciendo eco en mi cabeza. No me arrepiento, pero si me gustaría saber exactamente por qué Ciel estaba ahí. Era más que obvio que no me estaba diciendo la verdad, pero lo dejé pasar en ese momento.

Luego aparecieron esos tipos. Ya Ciel dio a conocer el motivo detrás de la preocupación del chico rubio azabache, fueron amantes en su día. Dio a conocer la verdadera naturaleza de su mayordomo, aunque ya tenía mis sospechas. Elena se mostró transparente con su naturaleza desde un principio. Pero estoy comenzando a tener mis dudas. Ella fue la anfitriona de la cabaña, nos dio el brebaje. Debió de haber sabido en menor o mayor medida que algo así podría pasar. Y lo calló. William, se nombró a si mismo Tod. Sé un poco de alemán. Lo suficiente para saber qué hace alusión a su naturaleza de dios de la muerte. Ciertamente todo parece estar patas arriba.

Ya no es el siglo XVIII, sino el XXI. Es un trago amargo para digerir de la noche a la mañana. Estos chicos se han mostrado amables. Pero no quita el hecho de que algo no es normal en ellos. Lo sé. Es igual que con el mayordomo de Ciel. Y con Ciel mismo. Hace mucho que él no es enteramente humano, quizás nunca lo fue.

"Me cuesta recordar bien porque no usé la lógica antes de siquiera entrar en el bosque. ¡Era de sentido común! Uno no entra a ningún bosque, o ningún lugar siguiendo semejante cosa. Podía verse a kilómetros de distancia, y no era nada normal. ¡Por Dios! Ni siquiera usé el carruaje en el que había ido a la mansión de mi compañero".

Estuve ahí, reprochándome, tal vez fueron minutos, tal vez fueron horas. No lo sé. No escuché los pasos acercándose a mí en ningún momento. Y esa voz grave pero suave en tono, ciertamente me asustó.

—Déjà vu, ¿no crees, Edd?

Miré hacia esa persona, y mis ojos se abrieron de par en par. "Lo recuerdo ahora".


Präze (Ronald Knox) P.O.V.


Vi a Matt y a los demás alejarse después de almorzar. Realmente no importa. Le hice señas a Ciel para que me siguiera, quiero hacerle un par de preguntas. Él me siguió cabizbajo, y yo nos guíe hasta la enfermería. Había memorizado la ruta desde el cuarto de A, y casi los dos primeros pisos completos. Entré y dejé la puerta abierta para que él entrase. Lo cual hizo obedientemente.

La enfermería consta de cuatro "cuartos", en realidad solo estaba la puerta de entrada, y la puerta del cuarto del fondo. Tres cuartos tenían camillas, y el último, era más bien como un cuarto de contención, de esos en los que mantienen a los enfermos con enfermedades contagiosas; solo habían tres camillas. El primero era donde nos habíamos alojado al llegar inconscientes, donde hay un escritorio y un estante con varios tarros de medicinas y otras cosas varias. El lugar estaba vacío, así que fuimos hasta el último cuarto, el de contención.

Me senté en el borde de la camilla más cercana, y le indiqué a Ciel que se sentara a mí lado. Este cerró la puerta tras de sí, y se sentó. Resultaba raro verle tan dócil ahora. Ya perdí la costumbre de verle de esa forma.

—Así que, ¿quién es Cørïnn?—pregunté, yendo al grano.

Le escuché tragar grueso.

—Nadie importante—contestó evasivamente.

—Ciel, sé que ya no somos nada, pero al menos no me mientas. Mencionaste su nombre en sueños, debió de ser importante.

Suspiró. Y me miró, con esos orbes azul zafiro que tanto me gustaban. Y aún hoy, me gustan en demasía.

—Cørïnn Elend Leid Vastoinkäymisiä. Fue un chico que nació en el lugar y tiempo equivocados. Fue forzado a hacerse pasar por una chica toda su vida. Era guapo, y yo me enamoré de él hace mucho, y él de mí. Salimos un tiempo. Pero al final, me tuve que ir.

Sabía que él no iba a estar enamorado de mí para toda su vida, pero saber que en verdad quiso a alguien más, hizo que mi corazón diera un vuelco. La realidad me golpeó de lleno sin previo aviso. Sé que me está ocultando varios detalles, pero lo dejaré así por ahora. No quiero forzar más de lo necesario.

—Todavía le quieres—aseguré, mi voz un susurro.

—Ronny.

—Aún lo quieres—repetí.

Dudó, viéndome fijo. No pude descifrar la expresión detrás de sus ojos. Era dolor ocultando algo más en el fondo de su mirada.

—Sí—contestó al fin.

Le miré, sin decir palabra alguna. Recostó su cabeza en mí hombro, y con mi mano libre acaricie sus cabellos, como antaño lo hice alguna vez. Levantó su mirada, y me besó suavemente, sus labios apenas rozando los míos, se separó casi de inmediato. Pero le detuve, y le besé de nuevo. Un beso de un viejo amante. Sin amor latente, tan solo la necesidad de consuelo. Consuelo, que felizmente le daría. Besé sus labios una y otra vez, parsimoniosamente. Lentamente. Dulcemente. Vanamente. Acaricié su pelo y su espalda, mientras él acariciaba mi pecho y rostro, deslizando sus dedos de seda por mis mejillas, dejando la piel con frío al retirar su mano para colocar ambos brazos colgando de mi cuello.

Dejé sus labios en forma de corazón, y me dirigí a su cuello. Soplando suavemente donde lamía, haciendo que Ciel suspirase. No me había dado cuenta de cuanto extrañaba oírlo suspirar, gemir, gritar de placer. No me había dado cuenta, de lo mucho que extrañaba su tacto. Lo mucho que lo extrañaba a él. Seguí besando, mordiendo levemente, y succionando en lugares poco visibles de su cuello, para que fuese sencillo ocultar las marcas donde lo marqué como mío una vez más. Sus manos viajaban sobre mi espalda y mi cabeza, enredando mis cabellos; gemí levemente cuando tomó un puño lleno de pelo y lo jaló. Dejé lo que hacía, y volví a su boca, bebiendo de ella con gula contenida.

Ahora fue Ciel quien se separó y comenzó a besar mi cuello, succionando y dejando marcas visibles que tendría que cubrir luego. Mientras él se distraía con eso, mi mano fue a parar a su cadera, bajé un poco, y tomé un firme agarre de su trasero, a lo que él dejo escapar un grito ahogado. Hasta ahí llegó mi autocontrol. Lo tumbé en la cama tomándolo de la cintura; pasé a acariciar su torso, sintiendo esos pequeños rastros de lo que podrían ser músculos marcados y bien definidos algún día, besando su rostro, mordiendo sus labios de forma suave. Lentamente fui desprendiéndolo de su camisa, y él me imitó. Nos detuvimos a ver por un momento la posición en la que estábamos. Yo, acorralándolo en la cama, y ambos sin camisa. Pronto, ambos desechamos el aparente miedo a ser descubiertos en una situación tan comprometedora, y continuamos. Le quité su pantalón, y por consiguiente, sus boxers. "¿Desde cuándo usa boxers negros? Dudo que sean suyos, ¿los habrá conseguido de Mello?". Dejé de pensar en nimiedades al admirar al chico completamente expuesto bajo mi cuerpo. Sus labios entreabiertos, con un hilillo de saliva amenazando con bajar hasta su barbilla, un sonrojo color carmín manchando sus mejillas, y con una muy obvia erección. Bajé lentamente mi rostro al de Ciel, y presioné mis labios con los suyos por un breve segundo, para luego dedicar mi atención a su cuello.

Tortuosamente para él, fui bajando más, besando toda la piel a mi alcance. Al llegar a su ombligo jugué con él, simulando embestidas con mi lengua.

—S-sigue—gimió en éxtasis.

"Siempre tan sensible y apresurado". Cumplí su demanda. Llevé mi rostro a su entrepierna, succionando levemente la punta de su miembro, sacando sonoros gemidos de sus labios que resultaban música para mis oídos. Continué subiendo y bajando mi lengua por su longitud, para finalmente engullirle. Seguí succionando, más rápido y más fuertemente.

—R-Ronny—gritó.

Ciel acabó viniéndose en mi boca, y yo tragué todo lo que dejó salir. Me alejé, y limpie un poco de su semilla que bajaba a mi barbilla con mi pulgar, y lo lamí.

—Había olvidado, lo bien que se siente tenerte de esta forma—susurré viéndole a los ojos.

—Oh, eres un pervertido—replicó sin aliento.

Reí levemente por su comentario, y subí para tomar sus labios. Mantuvimos un ritmo apasionado por unos buenos tres minutos, hasta que la falta de aire se volvió una verdadera molestia. Abrió sus enormes ojos, y me quedé prendado de su mirada.

—Dices que soy un pervertido, pero, ¿quién más pervertido? ¿El que lo hace… o el que lo disfruta?—pregunté seductoramente.

—Touché. Es mi turno ahora, Ronny.

Una vez dicho esto, su delicada mano se posó en el bulto de mi pantalón, el cual terminó en un punto 'x' de la habitación, y envolvió mi miembro entre sus dedos, bajando y subiendo rítmicamente. Con su mano libre, jugó con uno de mis pezones, mientras mordía y jalaba el otro con sus dientes de coral. Rápidamente me vine en su mano. Ciel llevó su mano llena de mi semilla a sus labios, y la lamió seductoramente.

—Si te soy sincero. Yo también extrañé esto—comentó con voz un poquitín ronca.

Sonreí, y le rodeé con mis brazos. Poco a poco, ambos nos fuimos durmiendo. Ajenos a todo lo demás, mientras nos quedábamos en ese cuarto blanco, como sacado de un manicomio.

Notas finales:

Bueno, creo que no hay nada que agregar. Gracias por leer, alguna duda o cualquier otra cosa, dejen un review.


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