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SABER RIDER: LEFT OUTSIDE ALONE por Foxlady

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SABER RIDER: EVERYTHING TO HIDE

- Left Ticking

 

Monday finds you like a bomb

That’s been left ticking too long

You’re bleeding

 

Mi padre estaba esperándome en el aeropuerto, y la nube gris que me acompañaba se disipó un poco al verlo. Siempre que regresaba a Scotia me impresionaba lo poco que todo había cambiado, mientras que a mí me parecía que vivía años en cada mes de la guerra. Mi padre estaba un poco más robusto, su barba tenía un poco más de blanco, y su cabello espeso había retrocedido un poco más, oscuro e indócil: pero su rostro seguía siendo vivaz y enérgico, y su sonrisa al verme me hizo sentir que tenía siete años de nuevo, y que herido podía correr a sus brazos, arrojar mis maletas y abrigo al suelo y colgarme de sus brazos como si él pudiera solucionarlo todo.

Pero sé perfectamente que ya no es así. No tengo siete años, tengo ventisiete, y las heridas que llevo son todas internas, y nada que pueda mostrar.

- Hijo mío.- dice mi padre, y juraría que veo emoción en su rostro siempre sereno, humedad en sus vivos ojos oscuros de escocés, pero luego de un viril abrazo se controla y me palmea el brazo.- Me alegra verte de regreso al fin… tu madre está ansiosa esperándote. Traes algo más? Eso es todo?-

Por un momento casi se me escapa un sarcasmo para preguntarle si cree que traje souvenirs o regalos de la guerra, pero me detengo a tiempo. Mis padres están felices con el armisticio, están felices de tenerme en casa, y yo estoy reaccionando como Fire con una de sus rabietas. Muevo la cabeza- todo lo que tengo es mi ropa de civil, mis viejos uniformes y algunos papeles, además de una maleta con mis discos y libros, además de un absurdo pingüino de peluche que me regaló Fire.- y trato de devolverle la sonrisa, sus ojos brillantes. Pero me siento tan… cansado.

No, estoy tan desanimado, esa la verdad. Él carga mi maleta a pesar de mis protestas, y con mi bolso y abrigo en la mano lo sigo por la atiborrada estación espacial en Aberdeen, en donde varios soldados desmovilizados abrazan a sus esposas e hijos, y otros regresan de viajes. No son muchos uniformes: la guerra nunca fue popular en Scotia. Pero al pasar junto a un hombre maduro en uniforme haciendo reír a su pequeño hijo imitando a uno de los renegados rindiéndose, pienso que debería estar feliz, al menos por ellos.

Me pregunto si Fire sigue con esa alegría dura en su rostro. Me pregunto si Colt a esta hora se despierta en los brazos de Robin, aliviado. Me pregunto si April estará menos triste, si algún día volverá a diseñar.

- … una cena, y los Mackenzie quieren dar un baile… tu madre se las ha visto y se las ha deseado para armar una agenda de modo que no ofendamos a nadie…-

- Ah?-

- Eward.- me dice mi padre con reconvención burlona cuando salimos de la estación y nos subimos a su antiguo Ford sin chofer.- has oído una sola palabra después de que mencioné a Madeline?-

- Padre, no es…-

- Repito, jovencito. Todos nuestros amigos, no sólo los Andrews, quieren verte, así que tu madre tendrá que hacer malabarismos para que asistamos a todo lo que se ha planeado en tu honor… ella se estaba quejando que apenas pasará tiempo contigo y que necesitará como diez vestidos nuevos para tanto compromiso, pero le dije que se ponga a la fila, porque las chicas casaderas por supuesto van a hacer corro para darte la bienvenida.- rió, palmeando mi muslo con su mano callosa, su risa enseñando los blancos dientes entre la barba.- Mi hijo es todo un héroe, no es mal parecido, y es todo un heredero… le dije a tu madre que ya está muy vieja para que compita con la niña Madeline, que te ha esperado tanto, y se enojo tanto que me mandó mensajes con sirvientes y se negó a verme por dos días… - dijo guiñándome el ojo mientras aceleraba como solía, un poco demasiado.- Valió la pena su enojo, aprovechó comprarte suficientes trajes para todos esos eventos… aunque le diré que privilegie las cenas por sobre los bailes. Estás hecho un esqueleto, hijo. No importa, Reginald te hizo los haggis que tanto te gustan…- tras una pausa, pareció notar al fin mi silencio, y calló un momento mientras enfilábamos por el camino de guijarros que cruzaba el Puente Greysthwwalthry.- Eward… cómo están tus amigos? Me refiero a tus compañeros de equipo, esos jóvenes civiles y la señorita April.-

- No están heridos, padre.- dije tras dudar un momento. – Pero…-

Mis manos parecían tan inadecuadas, tan pálidas e inútiles en mi regazo. No parecían las mías. Todo parecía tan… como un sueño, cuando levanté la vista y miré a las familiares torres del castillo Greysthwwalthry. O eran más pequeñas?

- Eward! - la mano de mi padre me sacudió el hombro, y regresé a la realidad, confuso. Había estado mentalmente comparando el tamaño del castillo con la última unidad renegada que habíamos destruido, una monstruosidad anaranjada.

- Perdóname… creo que es el jet lag.- digo, frotándome los ojos. Es una mentira, pero qué importa ya.

- Tu madre te espera ansiosamente.- me dice él con leve reconvención. Tras tantos años, siempre he sabido que la ama a ella por sobre todas las cosas, incluso por sobre mí, su único hijo. Asiento, y aunque quiero verla, no logro apresurarme más; me siento lento, aunque hago un esfuerzo.

- Señorito Eward, que alegría tenerlo de regreso.- dice una voz amable, y me inunda el alivio y la sensación de irrealidad se aquieta un poco al ver a Reginald tan maravillosamente compuesto como siempre, descender unos escalones desde la entrada principal. Todas las doncellas y footmen se alinean para saludarme, pero Reginald, que me crió, se adelanta y me estrecha la mano. Creo que lo sobresalto cuando lo abrazo, pero magníficamente cool, como siempre, me palmea los hombros y me quita bolso y abrigo con su destreza habitual para en el mismo impulso guiarme delicadamente al vestíbulo.

Entonces, un ladrido. Scotty baja hecho una diminuta tromba la escalinata y salta a mis brazos como el felpudo atómico que es. Al verlo, es como si el alivio se completase y mientras lo aprieto y siento sus lamidas y las frenéticas movidas de su colita, me mareo, la felicidad de sentir a Scotty en mis brazos lo único real…

- Bienvenido, señorito Eward- corean los sirvientes, y aunque quisiera detenerme para saludar a cada uno, siento que se me doblan las piernas de cansancio, y creo que mi padre y Reginald lo sienten, porque me toman uno de cada brazo y me llevan a la biblioteca, contigua a la salita de recepción mi madre, me depositan en un sillón y mi padre me pone un whisky en la mano antes de decir nada más. Scotty se apoya en mi rodilla, y mientras lo acaricio, pruebo el licor; hace mucho que no tomo verdadero scotch.

- Bébete eso. Tu madre creerá que eres un fantasma si llegas a verlo tan pálido… Reginald, sirve el almuerzo una hora antes. Esta gente ha matado de hambre a mi pobre hijo.- dice mi padre imperiosamente, y cuando Reginald se retira tras una inclinación, se vuelve a mí.- Ahora, estás listo para ver a tu madre?-

- Estoy bien.- digo enderezándome. El whisky me arde en el estómago, pero me siento mejor. Mi padre me abre la puerta corredera que separa la biblioteca de la salita, y allí, sentada como una reina me espera mi madre. Ha cambiado la decoración: antes era damasco, pero ahora es un patriótico blanco con acentos amarillos, rojos y azules. Lo ha hecho por mí.

Mi padre no ha cambiado nada: mi madre, sí. Cuando me fui, su cabello era aún de mi mismo rubio oscuro. Ahora, por las canas, se ha vuelto casi color mantequilla, más claro que el de April incluso. Se ha arreglado para verme, perfectamente maquillada, con sus perlas favoritas y el broche de ónix que le envié en su último cumpleaños, un vestido muy elegante azul enfatizando su fina figura. Su rostro se ve aún más fino que antes, y aún bajo el maquillaje veo ojeras y nuevas arrugas que la envejecen mucho más que el tiempo que llevo fuera, y eso extrañamente me tranquiliza. Ella ha cambiado, como yo he cambiado.

Un momento luego cruzo la habitación y la rodeo con mis brazos, sintiéndola fina, tan fina. Mi madre huele igual que antes, a rosas y talco, y su tacto hace que se me humedezcan los ojos cuando suspira contra mí y una tensión parece dejar su cuerpo, sus manos oprimiendo mi cabeza contra la suya…

- Edith, no asfixies al pobre muchacho, que acaban de devolvértelo de una pieza…- bromea mi padre, ocultando su emoción, apoyándose en el umbral.- Y nada de lágrimas, hoy vamos a disfrutar al chico y mañana empezaremos a celebrar… pero tenemos que dejarlo descansar, mira lo cansado que te lo han enviado…-

Mi madre se aparta lo justo para poder mirarme a los ojos, que son del celeste más pálido del mundo, que de pequeño me parecía un color único. Ella es mi madre, y me lee con la facilidad que sólo las madres poseen. Cuando vuelve a abrazarme, siento que ha comprendido y entendido mi dolor, mi angustia, mi desolación, mis miedos, y soy yo quien emite el primer gemido, tratando de contener el intenso deseo de llorar en su seno como cuando era un niño. Pero la mano de mi padre en mi hombro me contiene, y mi madre me suelta al fin para deslizar sus manos por mis costados, y mi mandíbula.

- Por Dios, cómo te han tratado… nunca más dejaré que te alejes de mí, Eward Raleigh! Lo prohíbo!- me dice con una chispa de su dulce energía, y frunce sus finísimas cejas.- Por fin se ha acabado ese horror, no sabes cómo recé cada día para que volvieras a salvo… mi hijo…- agrega, controlándose y enderezándose. Esa una dama con sangre real, y aunque sea frágil como un pajarillo, también tiene la voluntad de hierro de las mujeres escocesas. Y se calma con un esfuerzo, antes de dirigirme al sofá y sentarse, tomando mi mano como única concesión. Por un momento pienso que va a preguntarme por el armisticio, por la última batalla, por los chicos, pero en su voz no hay preguntas: y sé que ellos, como todo el mundo, sólo quiere olvidar lo más pronto posible la guerra.

Todo el mundo quiere. No es eso normal?

Scotty se ha echado junto a mis pies. Lo acaricio y él lame mi mano, tranquilizándome. Es como si supiera…

- Todos nuestros amigos desean verte, así que te he comprado algunos trajes, pero tendremos que llamar el sastre de inmediato para que venga a ajustártelos, no imaginé que estarías tan delgado….-

- Yo tampoco. La verdad, Edith, no sé cómo podían pelear con raciones de hambre.-

- No pasé hambre. Uno de mis compañeros cocinaba muy bien…- intervengo, y mi madre me echa una ojeada muy educada.

- Me imagino que tu compañera hacía lo que podía, pero…-

- No…- quisiera hablarles de los guisos de Colt. Del arroz de Fire, y de April atravesando tormentas y fuego enemigo para conseguirme té escocés. Pero mi madre se levanta para dar orden de que llamen al sastre de inmediato, y mi padre parece tan feliz al mirarme que las palabras se atora en mi garganta. Amo tanto a mis padres, pero porqué no me inunda el alivio al verlos? Porqué sólo me siento al borde del llanto? Es PTSD? Es eso?

- Vendrá las ocho. Promete tenerte dos trajes listo para mañana.- dice mi padre colgando su anticuado teléfono de cordón.- Querido Eward, mañana tendremos un barbacoa todo el día aquí para celebrar tu llegada y en la noche Colin y Dorcas darán un baile en tu honor en Oakeb Hall… vendrán incluso los Kavanaugh de las Faroe. Todos anhelan darte la bienvenida… Doreen se casó hace poco pero viajará para verte con su esposo, que es un Miles, y los Calthorpe, que recién tuvieron unos gemelos, se han quedado en la ciudad para prepararte un té…-

Supongo que mi cara me traiciona, porque mi padre mueve la cabeza y habla con su tono más enérgico.- Edith, el chico no quiere oír de los partos de tus hermanas, quiere saber qué faldas están disponibles, God dammit. El pobre lleva tres años encerrado en una caja de fósforos y rodeado de hombres, agradece que venga a verte primero a ti en vez de obligarme a parar del aeropuerto en la primera casa con una hija disponible!- agrega con una carcajada.

Mi madre hace un mohín, algo irritado, pero luego sonríe, como si el prospecto tuviera algún lado aceptable.- Bueno, querido… Madeline, Mary y Cecily aún están solteras. Edith también, por supuesto.- agrega encogiéndose de hombros.- Yo diría que te están esperando, porque Madeline y Mary han tenido muchas oportunidades.-

- Cecily no tiene dieciséis recién?- pregunto sacando cuentas sobre la hermana pecosa de Serle.

- Sí, pero está hecha una belleza… debutó el año pasado y están todos locos por ella, pero aún no hay compromiso. Y siempre pregunta por ti.-

- Madeline no se había comprometido con Lee?- comento, tratando de hacer memoria.- Hubo boda… no me escribiste que hubo boda?-

- Lee falleció el año pasado en uno de los ataques de esos monstruos en Rejkjavic, estaba viendo sus negocios… fue una locura ir, yo se lo dije.- dijo mi padre.

- Madeline se quitó el luto en diciembre, y ha tenido muchas oportunidades, pero las ha rechazado todas, a pesar de que ya tiene treinta años… no se me olvida que tu primita estaba loca por ti- dice mi madre en voz baja.

- Madre…- balbuceo. No sé por donde empezar. Por suerte suena una campanilla, y Reginald llega para guiarnos a almorzar. Cuando tomo el brazo de mi madre y ella apoya la cabeza en mi hombro para que bese sus cabellos, inhalo su aroma e intento calmarme. Estoy en casa. Estoy en casa al fin, todo está bien.

Entonces porqué este vacío en el estómago?

***************************************

La sesión con el sastre toma una hora.

Cuando al fin mis padres dicen buenas noches, son casi las diez, y Reginald me escolta a mis antiguas habitaciones, en donde Scotty me espera. Allí me quito los zapatos y me dejo caer en la cama gris, que me sorprende con su blandura, y cierro los ojos, sintiendo que me arden.

Estoy exhausto. Sólo me he sentido tan drenado tras algunas reuniones del alto mando, pero allí siempre contaba con el apoyo de los chicos. Siempre podía llegar a Ramrod, quitarme el uniforme de gala y saber que Colt me tendría alguna sabrosa sopa de carne esperándome, Fire tendría alguna tontería preparada para hacerme reír y April sin decir nada tomaría la carpeta de nuevas normas y decisiones, la leería… y la haría desaparecer hasta el otro día, cuando pudiésemos discutirla.

Ahora estoy solo, y abrazo a Scotty mientras marco los teléfonos que tuve que guardar en la memoria del mío. Estaba tan acostumbrado a nuestros comunicadores instantáneos, pero como todo lo demás, ya nos los han quitado.

FIRE: El señor Ariyama se encuentra imposibilitado de contestar en este momento. Desea dejar un mensaje?

APRIL: * tono de interferencia*

COLT:

- Sable, eres tú?-

- Robin?-

- Colt… no puede contestarte en este momento.-

- Qué, ya lo agotaste? Déjame hablar aunque sea un poquito.-

- Sable…- escucho a Robin cerrar una puerta, y luego su susurro se hace más claro.- Colt no puede contestarte porque tuvimos una discusión, salió y se agarró una borrachera de antología. Casi creí que tendría que ir a lavarle el estómago, nunca lo había visto así.-

- Dios mío, Robin. Por qué discutieron?-

- Porqué va a ser? Por lo obvio. Porque no puede aceptar que todo se acabó. Porque no quiere mirar adelante… y es por eso que te voy a pedir un favor, Sable.-

Cierro los ojos. Ya sé lo que me va a pedir. Y no puedo negar que tiene razón. Pero duele.

- Robin…-

- Sólo por un tiempo. Será más fácil para todos, un corte limpio… sólo te pido un mes, Sable. Un mes, yo misma te avisaré si algo cambia, si es necesario que hables con él.-

- Soy yo el que necesita hablar con él, Robin.- susurro con voz ahogada. Oigo su suspiro, siento el afecto en su voz, pero también siento su amor por Colt, un amor que puede hacer de esta mujer tan amable un tigre despiadado si fuese necesario.

- Pues te jodes. Llama a April. Fire y Colt… no estaban entrenados para esto y ustedes los metieron en esa locura. No digo que tuvieras otra opción, pero déjame tratar de curarlo.- aunque su voz se ha endurecido, me doy cuenta que está a punto de echarse a llorar.- Déjame tratar de ver si tenemos un futuro… Sable, por favor…-

- Está bien.- musito, y luego trato de sonar más alegre.- Cuídalo… cuídamelo mucho, okay?-

- Promesa.-

Cierro los ojos y dejo el teléfono en la mesilla de noche. Afuera, el viento escocés suena como una mujer triste. Scotty, que se había dormido, se despierta y mueve la cola en simpatía mientras me quito chaqueta y corbata y me pongo un simple sweater para leer un rato. Avivo el fuego en la chimenea, y trato acomodándome en un sofá con el último libro que me regaló April pensar en otra cosa, pero mi mirada se va a las llamas.

Los troncos son incandescentes, pero no tan incandescentes como los motores de fusión de Ramrod cuando Jessie, riendo como un lunático, los derritió. Recuerdo a Colt yéndose, el ala del sombrero cubriéndole la cara. Recuerdo a April, un momento temblando, tiesa como una estatua, y luego dándole la espalda a la destrucción del corazón de su amado Ramrod y hundiendo el rostro entre los hombros de Fire y míos, su mano tan apretada en mi costado que me dejó un morado.

Ramrod destruido y nosotros desbandados; ése fue el precio de Jessie por el armisticio. El Comando no tenía opciones, y sin embargo, se sintió como una traición. Cuando el Comadante Eagle nos habló de las condiciones vi a April volverse color leche cortada, vi a Colt rojo de cólera, vi a Fire tratando de argumentar que sería quedar desarmados si era una trampa, que no podían confiar en Jessie, que si no había otra forma.

Yo obedecí órdenes. Siempre obedezco órdenes. Quería huir con ellos, quería fugarme con Ramrod y los chicos a un lugar en donde no pudieran tocarnos, pero el Comadante Eagle tenía razón.

No valía la paz el riesgo?

Sé que tenía, que tiene razón. Pero me siento como si me hubieran destripado.

No lograré dormir así, y no traje ninguna benzodiacepina para dormir de las que usábamos en combate. Decido bajar por otro vaso de whisky, y en vez de tocar la campanilla, bajo la escalinata de servicio rumbo al estudio secundario, con Scotty a mi lado, tratando de ser discreto. Pero cuando pasamos junto a un pasillo que da al jardín, Scotty echha a correr y empieza a ladrar en la puerta de cristales, y al tratar de callarlo, doy una ojeada y tengo un sobresalto.

Junto a la acacia salpicada de lluvia, entre la niebla, hay un jinete. Al desmontar, con un revoloteo de faldas color crema, veo a Madeline, quitándose un coqueto sombrerito de amazona que libera la magnífica cascada de sus lisos castaños, y el hermoso óvalo de su rostro parece capturar la escasa luz de un farol de jardín.

En zapatillas y con Scotty bajo el brazo abro la puerta y avanzo a ella. Dios mío, no parece haber envejecido ni un día. Es aún más hermosa de lo que la recordaba.

- Eward.- susurra, y se arroja a mis brazos. Apenas alcanzo a soltar a Scotty, y al sostenerla, la oigo balbucear mis cosas, mil cosas sobre fidelidad y promesas y amor eterno y sobre cómo rezó cada noche por mí…

Lindo, pienso. Mi madre y tú rezaban… Emily nos hacía cupcakes y nos mandaba mantas tejidas y videos ridículos para hacernos reír, Raye nos enviaba jamones y April se rompía los dedos reparando las naves… las guerras no se ganan con rezos, maldita sea… porqué sólo a Colt le tocan las mujeres prácticas y…

Sus labios en los míos. Su susurro.

- Recuerdas que cuando teníamos doce decíamos que nos casaríamos? Te he esperado… te he esperado tanto, Eward… ahora nunca volverás a irte, nunca volverán a separarnos…-

- Madeline…- musito. Hace una vida, creo, la amé, o creía amarla. En serio me ha esperado todo este tiempo?Trato de imaginarme el futuro, pero cuando levanto la vista al cielo, el sedoso cabello castaño de ella en mi cuello, sólo veo oscuridad.

 

 


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