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Enredos de oficina por RedGlassesGirl

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Enredos de oficina – Capítulo 11

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Hoy, a diferencia de otros días, me encuentro sentado bajo uno de los grandes arboles en las afueras del edificio. Es un lugar tranquilo y parquizado entre nuestra compañía y el siguiente edificio de negocios. Ya que el clima ha mejorado decidimos salir un rato. Despues de todo, es primavera.

Ya casi ha pasado casi un mes desde que Wolfram y yo... ajustamos cuentas, por decir algo. En realidad es simple y llanamente desde que estuvimos en la cama. Ahora es mi amigo con derecho a roces, o algo por el estilo. Pronto incluso florecerán los cerezos. Me siento contento, me pregunto si ese día estará libre para ir a verlos...

—Me han preguntado en el otro trabajo si el bentou lo hace mi novia.

Las palabras de Wolf, sentado a mi lado, interrumpen mi linea de pensamiento. Termino de masticar antes de apoyar la punta de los palillos sobre el arroz y volteo a verlo. La caja que tiene sobre su pierna cruzada es verde oscuro pero no hace juego con el tono de su camisa, esa que es mi favorita.

—Eh, ¿y qué les dijiste? ¿Qué lo habías hecho tu? Pero en realidad no cocinas mucho.

—No, en realidad no dije nada. Ellas lo han tomado como un sí por su cuenta.

—Las mentiras son peligrosas Wolf, ¿qué pasa si se esparcen rumores?

—No pasa nada. Además, yo no he mentido. —Le quita mérito al asunto y cuando voltea a verme sonríe divertido—. Dijeron que no era muy femenino.

De seguro ahora habrá rumores sobre él habiendo sido atrapado, y probablemente las chicas de su piso querrán averiguar quien es la afortunada. Espero que no se obsesionen demasiado en indagarlo como para que afecte mi piso u otros lados.

Miro la caja plana y simple, las verduras no tiene formas definidas ni colores atractivos, el arroz es blanco sin agregados, y la porción mas grande esta vez es la de las croquetas de carne que me habían dado antojo comer. El bentou de Wolf es una copia muy similar del mio, solo que empaqueté las cosas de manera diferente porque las cajas son distintas.

Es la tercera vez que le preparo el almuerzo, hasta ahora no había pensado nada particular sobre ello. Wolfram está tratando de molestarme con su comentario.

—Bueno, es evidente. No tengo nada que envidiar a nadie, ¿sabes? No puedes esperar que logre hacer algo todo decorado. Ni aunque pusiera todo mi esfuerzo lograría hacer algo que se asemeje al peor que haya hecho mi madre cuando era chico y les ponía caras de mascotas de béisbol.

—¿Cómo es eso? ¿Cara de qué?

—De dibujos animados, o personajes de películas, o mascotas de béisbol. Yo siempre tenía el deportivo, los otros normalmente eran para mi hermano, al menos durante toda la primaria, luego ya no queríamos saber nada con eso. Sería un tanto raro ir a la secundaria con la caja de la comida toda decorada con Doraemon hecha por tu madre.

—Quiero ver como son, ¿cómo los buscas? —pregunta Wolf sacando su celular del bolsillo. La única razón por la cual lo tiene aquí probablemente sea porque es horario de trabajo.

Hago una rápida búsqueda y la pantalla se llena de imágenes demasiado coloridas.

—¡¿Eso es comida?! ¿Cómo es qué haces algo como esto? Además, tiene que tomar mucho tiempo preparar todo eso, ¿en serio se hace todos los días para ir a la escuela?

—Si, aunque no me preguntes como es que lograba mi madre hacerlos por la mañana con tanta frecuencia, o cuanto se tarda exactamente, porque no tengo idea. Pero en realidad no recuerdo que fuera mucho, mm, creo que mezclaba las cosas bastante rápido.

—De hecho... son bastante tiernos. Le gustarían a mi hermano mayor.

La foto que se ha quedado mirando tiene tres tiernos chachitos rosa, el huevo y los vegetales parecen flores e incluso hay algunos rolls en forma de rosas. Es como el bentou que le verías a una niña.

—¿Tu hermano mayor-? —Su comentario ni siquiera ha sido en tiempo pasado. ¿Qué edad tenia su hermano exactamente? Si Wolf tiene treinta y cuatro...

—Oye —me interrumpe antes de que pueda terminar cualquier clase de pregunta—, hazme uno del Halcón Escarlata.

Sangre, ketchup y salsa de tomate. Es todo lo que llega a mi mente.

—¿Cómooo? Ya te dije que no puedo hacer nada decorado. Además esa novela está llena de guerra, batallas y escenas del crimen.

—No es que no puedes, sino que no quieres —ese seria algo así como el motto de Wolfram, de vez en cuando me lo repite acusadoramente—. Hazme algo con un caballo, me gusta el que describen en el libro de Los Reinos, el que se llama Gunnar. Como mi caballo de polo cuando era chico.

—No tengo idea de como hacer un caballo que no parezca un perro gordo y bajito. ¡Y eso es solo si lo dibujo en la arena! Imagínalo hecho de comida, que desastre.

—Hump.

Al final,al día siguiente terminé intentándolo. Incluso hice una pelota de béisbol de arroz y pickle rosado de jengibre para mi bentou. De entre todo lo que he hecho, esa pelota podría considerarse mi mayor logro artístico.

El caballo resulto ser doble. Solo la cara hecha de arroz le arrancó varias carcajadas, y el sándwich recortado con forma parece un cerdo de papel al que le pegaron ojos de burbuja. Wolf se ha reído tanto que se ha atragantando y yo prometí nunca jamás volver a intentar algo como esto.

Estoy tan avergonzado.

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Me he traicionado a mi mismo y siendo domingo por la tarde compré una que otra cosa para intentar de nuevo eso de la comida. Extrañamente es atrapante, más cuando pensé que tal vez se podría llegar a hacer a Leo. Pero Wolfram no conoce el viejo personaje mascota de los Seibu Lions y ni siquiera está aquí en casa en este momento.

Voy a guardar esto por aquí un tiempo, y tal vez luego pueda abusar de su ego y la supuesta veta artística que tiene. Aunque, ahora que recuerdo nunca me ha mostrado ninguno de sus dibujos, incluso si se lo he mencionado más de una vez.

De repente suena mi celular y recibo una llamada de un número desconocido. Como siempre, dudo antes de atender este tipo de llamadas. ¿Qué podrían querer un domingo por la noche...?

—Hola.

—Buenas tardes, ¿se encuentra el Sr. Shibuya Yuuri? —pregunta una mujer desconocida al otro lado de la linea y cuando confirmo mi identidad continua—. Me comunico del hospital M, un paciente nos ha dado este número como contacto.

—¿Eh? No, yo no-... ¿Es alguien de la familia Shibuya? ¿Qué es exactamente lo que ha pasado?

De repente siento que el estomago se me va a los pies.

—No, la persona que pidió que notificáramos a este número es... Biele-feld, um, san. Y el nombre es-

—¡...Wolfram! —me aclaro la garganta y me contengo para no elevar la voz sobre el micrófono otra vez. Ella ni siquiera puede pronunciarlo, así que lo repito por costumbre—. Bielefeld Wolfram. ¿Qué ha pasado, es grave?

—La ficha indica que fue ingresado por un golpe severo en la cabeza, pero el diagnostico real es reservado. ¿Podría venir a retirar al paciente? Ese es el motivo de esta llamada.

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No tengo auto, el único que podría usar en la familia está en lo de mis padres y ni siquiera pienso en llegar allá para luego volver a viajar hacia el otro lado. Me apresuro al trote las cuadras necesarias hasta la estación de tren mas cercana, no para tomarlo, sino para conseguir un taxi ya que es más transitado.

Al llegar al hospital me siento más nervioso al no ver a nadie conocido en la sala principal, aunque es evidente que si pasó algo Wolf no estaría aquí sentado esperando en la entrada. Se me indica ir al siguiente piso y allí camino a través de un largo pasillo blanco antes de llegar a una pequeña sala de estar.

Wolfram está aquí mismo, me sorprende y a la vez me alegra fugazmente verlo. No está internado ni nada parecido, pero eso no significa que esté bien. Cruzado de brazos, observa el piso y parece molesto, no es sino hasta que me acerco que noto los vendajes.

—¡Wolf...!

—¿Yuuri?

El luce genuinamente sorprendido de verme acercarme con mi chaqueta en la mano. Hace demasiado calor para esta ropa, pero también me pasé el camino pensando que al vez el la necesitaría.

—¿Qué haces aquí...? Al final si te llamaron. Les dije que no era necesario. Lo siento por eso, ni siquiera quería dejarles el nímero pero insistieron demasiado en darles al menos un contacto.

—Por que te estás disculpando. Y además, ¿qué significa eso, si no me llamaban del hospital no ibas a hacerlo tu?

Mi reproche hace que ponga una leve expresión de culpa. Me agacho levemente y mis dedos se extienden por inercia para tocar la férula que lleva puesta, su brazo izquierdo está inmovilizado. Me siento a su lado y me abstengo, aun no me dice que ha pasado.

—Lo hubiera hecho, más tarde, probablemente desde casa. No es necesario que te preocupes Yuuri, no ha sido nada grave.

—También tienes vendada la frente...

Entonces recuerdo la llamada, un golpe en la cabeza. No necesito preguntar con palabras, mis ojos parecen comunicarle todas mis preocupaciones a la vez.

—Fue un accidente en el gimnasio —pongo mala cara de inmediato, pero aun necesito oír la historia completa, aunque si menciona que alguien hizo esto adrede, no se como podría terminar reaccionando—. Me caí durante la practica. Y antes de que preguntes, no fue culpa de nadie, me resbalé por cuenta propia y aun no sabemos exactamente de que fue la culpa, no parecía haber nada en el césped o mis zapatillas. Lo lógico seria que me hubiese esguinzado un tobillo, pero reaccioné mal y al torcer el cuerpo para evitar eso, golpeé con el hombro el piso. Creo que fue la costumbre de caer cuando voy montando, aunque se supone que eso tenía que evitarme un golpe en la cabeza, mi nuca terminó rebotando en el piso. Por eso la venda.

Su dedo toca un par de veces sobre el vendaje, al parecer la zona magullada no está al frente.

—No pongas esa cara, ya te dije que no es serio.

—No me pidas que no me preocupe —me quejo volteándome en la silla derecho y apoyando la cabeza contra la pared para mirar al techo—, cuando recibí la llamada pensé que había pasado algo terrible. Ni siquiera sabia que esperaba encontrarme aquí cuando llegará. ¿Por qué estás esperando, necesitas ayuda con algo? ¿Y que hay de la obra social?

—Todo está bien, y tengo obra social, la del trabajo, ¿recuerdas? Solo estoy esperando que terminen el papeleo para irme. Probablemente ahora que tú estás aquí sea más fácil salir de este lugar.

—¿Qué quieres decir? —Sospecho que esto tiene que ver con su cara de enojado cuando llegué.

—La enfermera no para de insistir en que alguien debería venir a buscarme. Creo que es protocolo, por lo del golpe en la nuca. Pero ni siquiera parece que entendiera que le hablo en japonés, solo agita la cabeza y la mano y me ignora... Hump.

Río un poco por lo bajo, aunque no tengo tantos ánimos, la preocupación aun no se ha disipado. —Creo que solo está preocupada por ti, probablemente te ignoraba para que no salgas corriendo apenas tengas la oportunidad. Y sabes que, me alegro, podrías haber salido apresurado a la calle y colapsado camino a casa. No es momento de que seas obstinado Wolf, comportarte así es irresponsable, ya eres un adulto. Deberías contar más con las personas que son cercanas a ti, ¿no te parece?

Mi pequeño discurso lo deja callado, no quiere dar el brazo a torcer aunque tengo razón y aparta la mirada. En enfurruñado porque le he regañado, se desliza un poco sobre la silla y tengo que retarlo de nuevo.

—Siéntate derecho, no puedes torcer el hombro si está esguinzado. Tengo que conseguirte algo de hielo también, creo que tengo compresas en casa...

—No podía simplemente decirles.

Estoy confundido, se que habla de otra cosa que no viene a cuento con mis planes para curarlo correctamente, pero no estoy seguro de qué.

—¿De qué hablas? ¿Qué es lo que no podías decirles?

Hay una pausa mientras continua mirando el piso hoscamente, sus cejas bien delineadas forman una perfecta arruga en el medio. Entonces voltea y puedo apreciar en detalle sus ojos verde esmeralda.

—Incluso si me pedían el contacto de un familiar, ninguno está en este país de momento. No podía decir que tenían que llamar a mi novio para que venga a buscarme.

La palabra que Wolf pronuncia cala profundamente en mi corazón. Lo trago y lo proceso en instantes. Mi actividad cerebral se divide en dos

Por un lado, me doy cuenta que nunca pensé que me afectaría tanto escucharle decir eso, la manera en que lo ha mencionado casualmente en este momento sin previo aviso, o que él no parece ajeno a esta incomodidad de una primera vez, y que es algo importante. Y por otro, no quiero que lo dicho afecte a nuestra conversación para nada, así que me coloco mi conocida máscara y no le permito leer mi mirada, continuando casualmente.

Necesito tiempo para pensar un poco más si debería decir algo al respecto.

—¿Y qué les dijiste?

—¿Eh? —Wolfram reacciona algo perdido cuando pretendo que no es nada extraño.

—Si no podías decir eso, que les dijiste cuando les diste mi número.

—Ah, que eras un compañero del trabajo...

—Bielefeld-san.

El llamado interrumpe nuestra charla, la persona que habla está a mis espaldas. Al voltear, veo a una mujer mayor vestida con un ambo color crema con detalles de flores en los bordes de los bolsillos y el cuello. Lleva el cabello atado en un rodete tras la nuca y luce tan severa y seria como para imaginar porque Wolf ha tenido un momento difícil al discutir con ella.

—¿Han venido a buscarlo? —pregunta al verme, parece complacida, pero solo luego de un escaneo completo a mi persona—. ¿Es usted un familiar?

—Compañero de trabajo —aclaro interrumpiendo a Wolf que apenas había abierto la boca, las palabras crean una tensión imperceptible para la mujer entre él y yo, pero son las mismas que el ha dicho. Entonces agrego—. Somos amigos cercanos.

Eso parece cortar con el ambiente dudoso y la enfermera asiente aprobatoriamente. Pronto se le entrega lo que sea que faltaba y nadie nos detiene cuando caminamos hacia la salida.

—¿Tienes qué hacer el papeleo ahora? —le pregunto a Wolf cuando pasamos por la recepción principal.

—No, lo hice antes de que llegaras.

Nos miramos un momento con una conversación pendiente de por medio que no podemos tener aquí, pero no hay malas vibras. Estoy contento que esté bien y por eso sonrió con sinceridad. Mis dedos toman levemente su brazo derecho, el que está en buen estado, para guiarlo hacia la salida.

—Vamos a casa.

En ese instante alguien se aproxima energéticamente hacia nosotros, no tomo consciencia de que venía a hablarnos hasta que lo tenemos muy cerca. Retiro la mano cuando apenas había alcanzado a darle una leve caricia sobre la ropa.

—Lo siento, no pude llegar antes, pensé que ya no estarías aquí a esta hora. —Su voz está levemente agitada.

Tardo un rato en recordar al tipo frente a mi, él me mira con las cejas levantadas porque estoy frunciendo el ceño. Entonces lo recuerdo, es ese tipo de hace un tiempo en la juntada de rugby, aunque no recuerdo para nada su nombre.

Wolfram resopla por la nariz. —No esperaba que vinieras despues de todo, te dije muchas veces que no hacia falta.

—¿Cómo podía no venir? Estaba preocupado.

Keiji, el nombre de este tipo era Keiji... algo. Solo puedo recordar su primer nombre porque creo haberlo escuchado a Wolf llamarle de ese modo.

—¿Qué dijo el medico? —La vista de Keiji gira hacia mi un par de veces reconociendo mi presencia, nunca nos hemos saludado desde que llego. Resulta maleducado, pero a su vez es entendible que recibir noticias de la persona herida sea mas importante.

—Me disloqué el hombro, así que eso significa un tiempo fuera del gimnasio desde ahora. Por lo demás, lo de la cabeza no ha sido nada.

—Eso... es bueno. ¡Pero no puedes minimizarlo! ¿De verdad no han dicho nada más sobre el golpe? Todos nos asustamos bastante. Tal vez es una contusión leve.

—Estoy lucido y siempre lo he estado desde que llegué aquí, así que los dos pueden dejar de darme por invalido solo por las vendas que me pusieron en la cabeza.

Como Wolf nos incluye a ambos en el discurso él me mira de nuevo, como parece estar esperando algo asiento levemente con la cabeza y en respuesta me imita. Ese es todo el saludo que tendremos. Recuerdo vagamente que el día que nos conocimos tampoco me sentía dado a hablar mucho con él.

—Tienes que tener cuidado de todos modos, no puedes salir apresurado y seguir como si nada. Esa clase de golpes pueden manifestar secuelas tiempo despues de que suceden... ¿Estás yendo a casa, te han dado el alta?

Demasiadas preguntas. Cambio el peso de mi cuerpo hacia el otro lado, estoy inquieto.

—La enfermera no quiere que esté solo, él va a casa conmigo ahora. Yo me haré cargo, puede descansar ahí lo que necesite.

—Oh —como he hablado de repente, parece que Keiji se ha quedado sin palabras—. Ya veo, ¡que bueno! Si no va a estar solo entonces puedo estar tranquilo. ¿Van a conseguir un taxi ahora? Los acompañaré afuera.

Este tipo alegre no parece abatido para nada, es todo sonrisas, y como Wolfram acepta, dejamos que nos acompañe hasta la puerta entre más consejos breves. Noto que es acertado en las cosas que dice sobre como cuidar desde ahora su hombro herido, y los detalles de información sobre lo que sucedió con su cuerpo al esguinzarlo. Parece que si es un entrenador verdadero. Él detiene el auto al cual subimos y coloca una mano en la ventana de mi lado para hablar con Wolf que se encuentra atrás mio una ultima vez. Aunque lo tengo bastante cerca de mi rostro, no me intimida para nada, pero él mira un par de veces a mis ojos. Si tanto te incomoda, no te hubieras inclinado tanto desde un principio.

—Asegúrate de descansar, pero hazlo de verdad. Pondré en suspensión tu membresía desde hoy así que no tienes que preocuparte por los pagos, pero recuerda enviar un email para avisarme como vienes, ¿ok? Gracias por cuidar de él.

Luego de despedirse de mi cuando no lo esperaba, suelta el auto y nos libera saludando con la mano incluso cuando ya hemos arrancado. Volteo a mirar sin poder evitarlo, su figura en ropa casual se aleja a distancia. No se por que, pero incluso aun ahora me molesta esta sensación. Pensé que seria más difícil sacárnoslo de encima pero su actitud es la de un tipo agradable. De esos que lucen apuestos y perfectos, simpáticos y populares. Probablemente por eso es que siento rechazo, es de la clase de opuesto a mi que detesto. Mi eterno enemigo.

Estoy prejuzgando demasiado.

Wolfram no voltea a verle, me doy cuenta que es a causa de su hombro. Me pregunto si de no haber estado imposibilitado lo hubiera hecho, y siento una pequeña puntada en el pecho.

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Una vez en casa, cumplo mi palabra y lo primero que hago es sacar las compresas del freezer mientras Wolf se pone cómodo en el sillón.

—Debería averiguar para conseguirte un soporte para ese hombro, aunque la férula sirva por ahora, será más cómodo para la rehabilitación luego. ¿Te han dicho cada cuanto poner hielo?

—Varias veces al día, si recuerdo hacerlo, aunque como mínimo es cada seis u ocho horas. No es un esguince grave, pero parece que tendré que estar al menos una semana, o semana y media, inmovilizado con esto.

—No deberías ir a trabajar mañana. Tienes que descansar un poco. —No confío en que no haya posibilitad de una contusión leve.

Esa segunda parte no la digo en voz alta o solo me ganaré que reaccione contra la idea.

Pareciera que igualmente iba a retrucar, pero lo piensa mejor y accede. —No he pedido nunca días libres en el trabajo por enfermedad, supongo que uno estará bien.

—Entonces pide dos. Puedes quedarte aquí en mi casa y al volver de la oficina te conseguiré lo que necesites.

No digo lo que realmente quería decir, y ahora la oportunidad ha pasado. Wolf podría haber dicho que era mucha molestia, o que estaba exagerando, o que no querría molestarme quedándose aquí, pero no es nada de eso.

—Insistes demasiado en que me quede, ¿me extrañas tanto?

Su sonrisa me molesta un poco, ¡los tipos apuestos me molestan! Pero tengo un punto débil respecto a él así que no puedo odiarlo en lo más mínimo.

—Estuviste aquí el viernes, no hay manera de que pudiera extrañar nada. De hecho, es por eso que todo esto del hospital me tomó por sorpresa. Todo estaba bien hace relativamente poco. —Me levanto levemente y cambio el tema—. ¿Quieres café o té? No tengo leche fresca, acabo de tomarla toda hoy a la mañana, pero hay en polvo.

La mano de Wolf me detiene de inmediato con firmeza.

—Quédate —me ordena, haciéndome sentar de nuevo junto a él, pero no hay más indicaciones.

Obstinado, se saca la venda de la cabeza y apoya la mano en la parte trasera de su cabeza observando la palma luego. No hay sangre, no se que esperaba, pero estuve contenido el aliento. Él esta bien, Yuuri, deja de preocuparte.

Las vendas terminan sobre la mesa y él me mira aunque ninguno de los dos sabemos que decir. O mejor dicho, creo que sabemos pero no como iniciarlo.

Al menos me tienes a mi aquí siempre que me necesites, no estás solo por completo. Esas palabras no logran dejar de dar vueltas en mi mente, verlo poner esta expresión solo me hace pensar en eso más intensamente. Me pregunto si tengo razón y eso es lo que espera escuchar, o su linea de pensamiento es completamente diferente.

Me reclino hacia él lo suficiente para que mi nariz casi toque la piel de su mejilla, con los ojos entornados espero su permiso mientras le observo. Sus dedos de la mano sana acarician mi mandíbula y me guían mas cerca. Ya no estamos fuera, a la vista de cualquier entrometido, he tardado en asimilar eso. Ahora se me permite tener esto.

Wolf es cálido y sus labios se sienten suaves y vivos. Me besa como lo ha hecho siempre, de una forma que me hace sentir lleno, la calidez esparciéndose en mi pecho y calmando mi temperamento. Cada vez que lo tengo así de cerca mi mente se vacía un poco, es una sensación agradable de perderse en el momento.

Lo abrazo por el cuello con ambos brazos porque soy yo el único que puedo, y él solo acaricia mi bícep sobre la ropa mientras apoya su cabeza contra mi rostro. Disfruto abrazarlo metiendo la nariz en su cabello, se siente un poco frío y solo luego de moverme abruptamente recuerdo que tengo que ser delicado con su cabeza. No se exactamente donde se ha golpeado, es por eso que es mejor evitar acariciarle de cualquier manera.

El silencio es agradable, pero al quedarme observándole retozar de este modo entre mis brazos la tensión vuelve. Cuando voltea a verme de cerca no puedo evitar romper el momento.

—Deberías relajarte y dejar que cuide de ti un tiempo. Y podrías haberme dicho si en vez de tomar algo para entrar el calor preferías esto. No hay nada que pueda negarte, Wolf, despues de todo soy tu novio.

Hay silencio. No lo estoy mirando directo al rostro porque no se que cara podría haber puesto y no tengo el valor para averiguarlo, me quedo apoyado suavemente contra un lado de su cabeza mientras nos sostenemos y compartimos el calor del cuerpo.

Al haber sacado esa palabra de mi interior me siento aliviado de una extraña manera.

No es como quitarse un peso de encima, sino liberar algo comprimido dentro. Aunque no podría compararlo con una gaseosa explosiva que fue agitada como una broma, creo que es más como la espuma de una cerveza que desborda lentamente. Me gustaría un trago ahora mismo, pero no se si Wolfram ha tomado calmantes u otra cosa que se lo impida.

—¿Quieres una cerveza? —pregunto, pero no necesito ni la respuesta porque veo en los ojos de Wolfram que su plan parece ser otro.

—No —me dice mientras voltea sobre su lado bueno contra el respaldo del sillón y su nariz toca la mía.

La presión de sus labios es tentativa, busca provocar. Me besa lento como solo ha hecho hasta ahora en la cama por la noche y antes del sexo. Me resisto y se lo pongo difícil, no puedo evitar sonreír un poco, se lo que quiere pero estoy haciéndome el desentendido. Muy en el fondo soy consciente de que está logrando encender una chispa.

—¿Crees que es una buena idea? Te acabas de luxar un hombro, deberías hacer reposo al menos un día.

—Puedo hacer reposo, eso no es problema. —Me responde con su típica seguridad.

A continuación, Wolfram me empuja con sus piernas pero no me permite alejarme tomando mi antebrazo. Se recuesta con cuidado, el brazo que ya no es sostenido por el soporte que se acaba de quitar encaja entre su cuerpo y el respaldo. Cuando me inclina hacia adelante uso la fuerza de mis abdominales para resistirme de caer bruscamente.

—Tu puedes hacer el resto —me indica con una mirada apreciativa que baja por mi torso, la siguen sus dedos, que tiran con poca fuerza del borde de mis pantalones.

Si estar herido lo vuele así de sexy, me sentiría mal de pedir que suceda mas seguido. La tentación es demasiado fuerte y me avergüenza admitir que ya estoy medio duro, pero igualmente no puedo esconderlo, él se da cuenta del detalle con tan solo un vistazo. Me juega en contra que mi amante sea este hombre perspicaz que conoce mi cuerpo como si fuera suyo gracias a las similitudes.

—¿Estás cómodo? —doy un rodeo mientras debato que hacer.

—Mucho.

Suspiro, que importa, si ya ha puesto la mente en eso no va a haber excusa que valga respecto a que está herido. Me ablando y decido otorgarle un placentero favor. Parece complacido cuando paso mi mano sobre sus pantalones y abro la bragueta, pero al reclinarme a la altura de la boca de su estómago me detiene y jala de mi cuello hacia arriba.

Puede que esté imposibilitado de una mano, pero eso no le impide tener la actitud mandamás de siempre. Ya no sé que es lo que quiere, por eso espero y cuestiono solo con la mirada.

—Sácate esto —indica tirando del borde del botón de mi pantalón.

Tal vez si jalara más fuerte podría deshacerlo el mismo, pero no quiero hacerle esforzar de más solo para divertirme de verlo forcejear con eso. Aun no estoy seguro cuanto duele ese hombro que hasta ahora se ha mantenido ileso. Inclinado hacia adelante, aun a medio camino de meter mi cara en su pecho, me desabrocho los pantalones y bajo la bragueta. Wolf no me deja bajar tanto, me arrastra para un beso mientras aprovecha la soltura de la ropa para meterme mano de inmediato.

—Quítate todo —me pide mientras tira de mi ropa hacia abajo por el lado izquierdo de mi cadera.

—Hoy estás muy mandón...

—Tal vez.

Los pantalones no bastan, tiene que ser todo la parte inferior la que se vaya fuera. La remera mangas largas que llevo arremangada hasta los codos no es lo suficientemente extensa para esconder nada. El bello negro destaca contra los colores claros de mi piel en esa zona a la que no llega el sol y mi ropa.

—Ahora ayúdame a mi.

—¿Que es lo que quieres hacer? —cuestiono, pero me ignora.

—Solo hazlo.

Comienzo a bajarle los pantalones junto a la ropa interior como indica.

—¿No quieres la carrera completa ahora, verdad? No creo que sea buena idea-

—Ven —me interrumpe, extendiendo el único brazo que puede con la palma abierta, indicándome un abrazo.

Dudo, aunque termino recostándome sobre él de todos modos. Su mano acaricia mi espalda sobre la ropa y me aprieta bastante fuerte, me gusta la sensación sumada a la desnudez de nuestros cuerpos en la parte de abajo.

—Estás caliente —comenta sin ningún doble sentido. Yo también disfruto del calor de su cuerpo con el rostro enterrado contra su cuello.

No se cual es el plan, pero no me importaría tener una larga previa si será de este modo.

Creo que Wolf solo es muy malo para decir lo que desea cuando se trata de algo cursi, no puedo realmente imaginarlo pidiéndome acurrucarnos en el sillón de este modo. Aunque sus indicaciones sean horribles, el resultado es bastante tierno.

Su forma de pedirme un beso es enterrarme los dedos en la mejilla hasta que le presto atención como él quiere. Solo en este momento lo comprendo. Está herido, probablemente se sentía miserable y estuvo solo en el hospital desde el accidente. Puede que el cariño no lo cure de inmediato pero si a largo plazo.

Este es mi verdadero papel en esta historia. Hasta ahora, pensé que había sido apropiadamente considerado con él, yendo a buscarlo, ofreciendo mi casa, preparando la cena. Pero todo eso aun podrían ser las atenciones de un amigo —uno muy bueno por cierto—, no las de una pareja.

Él lo ha dicho horas antes, y yo lo he repetido hace unos tantos minutos. Soy su novio, y Wolf el mio. Es difícil de procesar mientras me dedico a besarlo con cuidado lentamente y planeo que hacer luego con su cuerpo, pero la sensación hace lugar en mi pecho esparciéndose como el calor que emana de su pecho.

Llevo mis codos hacia arriba y arrincono su rostro, la mano de Wolf va directo debajo de mi camiseta y se apoya sobre mi omóplato, está caliente, como si hirviera y fuera a dejar una marca sobre mi cuerpo. Él siempre emana el calor como si estuviera hecho de fuego.

Quiero mucho a esta persona, estoy bien con eso. No se si necesitábamos un título. Tampoco sé si haber puesto en palabras eso lo deja más tranquilo, ni si habrá otras repercusiones en nuestra relación por eso.

Cuando bajo la mano entre nuestros cuerpos hacia su entrepierna me detiene, es delicado de una manera que realmente desconozco, sus dedos se entrelazan con los míos suavemente.

—No te apresures, sólo quédate así.

Llevo nuestras manos más allá de su cabeza con una idea en mente. Acomodo mejor mis piernas a horcajadas de su muslo y presiono lo mejor que puedo nuestros penes entre las ingles. Probablemente esta posición tan cómoda se vería fatal desde el exterior, no tengo otra opción que medio apoyar un pie en el piso fuera del sillón. Para mi suerte, ese pivote se vuelve perfecto para mecerme.

No necesito que me lo diga, le gusta. Probablemente es lo que estaba buscando. Lo siento, soy lento, no es sino hasta ahora que lo he comprendido.

El movimiento del sexo es placentero, pero hasta la fecha nunca habíamos hecho algo como esto. Me resulta incluso inocente, no se si decir que debería haber sido la manera en que empezáramos esas primeras veces, pero siendo dos adultos, ambos preferíamos placeres mas completos respecto al sexo.

Incluso así, hacerlo de este modo me hace sentirlo diferente. Wolfram disfruta con los ojos cerrados concentrado en las sensaciones y a mi me gusta verlo. Estoy cerca de su rostro e iba a mover la mano por inercia para acariciarle, pero mis dedos aun están entre los suyos, no quiero que los separemos. Ante el movimiento, él me aprieta levemente. No dudo en reafirmar eso, y estrujo su mano con una fuerza que se vuelve mutua de repente.

Estoy mas excitado por estos pequeños detalles que por el placer de la fricción de nuestros cuerpos. Me gusta saber que soy yo quien tiene el control de hacerle soltar esos sonidos. Me gustaría levantar su camiseta y la mía hasta el pecho pero no quiero soltarle, frustrado muerdo su cuello.

Los mordiscos se mezclan con los besos húmedos y la presión de mi lengua mientras exploro que es lo más eficiente. A él siempre le ha gustado que toque su cuello, le hace perder el control fácilmente. Mientras que yo disfruto la sensibilidad diferente de otras partes del cuerpo, la fricción contra mi estómago es lo más candente.

La soltura del movimiento es diferente, ambos nos desenfrenamos cuanto mas cerca vemos venir el momento. Wolfram llega primero, mientras observo durante un segundo en secreto brotar el liquido sobre su cuerpo y gemir sensualmente.

Como la ropa se ha arremangado sola entre nuestros estómagos considero que está bien pegarme contra él en mi ultimo momento. Mi orgasmo llega entre un beso que necesito parar, apoyando la frente contra el sillón y su cuello. Se me entumecen las piernas y gruño quedadamente mientras me libero, apretado con fuerza sobre su cuerpo.

Me siento extrañamente contenido en esta posición. Aplastando a Wolf, disfruto del abrazo post sexo. Ha pasado bastante tiempo, pero recostado aquí recuerdo fantasías de adolescente, boca abajo en mi cama de una plaza, la fricción de las sabanas. Es mucho mejor acompañado de sus caricias.

No me importa si estamos sucios, quiero disfrutar y extender este momento. Al darme cuenta de que me he adormecido recostado en su pecho, me espabilo y observo ausente a la distancia. Una pregunta aflora en mi mente, pero puesta en palabras el tono es diferente.

—Esto es serio.

Lo observo desde abajo con la mejilla aún perdida entre la tela de su pecho sintiéndome un poco más expuesto, y eso nada tiene que ver conque ahora hace frío sin pantalones puestos.

—Si, lo es. Ha sido serio desde siempre.

Los dedos de Wolf no dejan de acariciar mi cabello.

—Mn... —asiento y cierro los ojos una vez más.

Las compresas congeladas y la cena pueden esperar un tiempo.

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Al final, Wolfram se ha quedado toda la semana, el resto de los días ha ido al trabajo desde aquí y ha vuelto conmigo. Hoy es otro día más de esos en nuestra improvisada rutina, pero como mañana es Sábado podemos relajarnos verdaderamente.

Cuando se desabrocha la camisa queda a la vista el soporte para hombros, le ayudo a quitarse la manga de la cual se encuentra más imposibilitado.

—Esta cosa parece alguna clase de armadura, se ve genial.

Wolfram ríe. —Puede que se vea genial, pero no estamos en la edad media. Además, la historia ha probado que las armaduras son bastante ineficaces, ralentizan el movimiento y he leído por ahí que además molestaban bastante en la entrepierna.

Mientras escucho sus datos innecesarios de historia antigua que tanto le gusta, voy a guardar la ropa y traerle otra de mis camisetas limpias.

No puedo evitar imaginar que él quedaría genial en el set de una de esas películas de época, tiene las pintas típicas de un héroe o un príncipe, alguien importante de seguro. Incluso tal vez sería un buen rey. Y yo probablemente sería ese tipo que atiende los caballos, aunque me gustaría pensar que pudiera tener un papel más cercano a él, pero como soy todo músculos y nada de cerebro tendría que ser algo así como el guarda espaldas que solo pelea. Podemos dejar que Muraken sea el estratega, y el resto de los chicos fácilmente encajan en otros puestos. Tetsu con un arco, Masamune con una lanza, Ren con una espada. Yo tomaré la masa, es lo más parecido a un bat de béisbol. ¿Qué tan sensual luciría un encuentro entre un noble y un bárbaro por la noche...?

—¿En qué estás pensado?

—Ah, solo tonterías. Pero algo de eso me ha recordado otra cosa. Hace un tiempo dijiste que querías ir de vacaciones, y como tenía algo de tiempo libre en la oficina he estado mirando algunas ofertas. ¿Qué te parece ir a un lugar que sirva también para hacer algo de rehab?

—¿Rehab?

Es gracioso ayudarle a ponerse la remera cuando apenas puede moverse, es un pequeño acto de contorsionismo. No puedo imaginar que hubiera hecho solo. Al menos durante esta primer semana las cosas se tornaron difíciles.

—Rehabilitación. ¡No hay nada mejor que las termas para eso! He guardado el cupón en un email, pero la promoción es para grupos, como de familia o amigos. Así que pensé en organizar algo con los chicos que conociste la otra vez.

Lo miro esperando alguna clase de aprobación o que me diga que prefiere no invitar a más gente. De ser así, puedo llegar a armar un plan B, aunque resultara un poco más caro que si vamos de a muchos. Empiezo a hacer cuentas mentalmente, pero puedo descartarlas de inmediato.

—Suena bien —aunque sus palabras son vagas, veo ilusión en sus ojos. No estoy seguro si es por la compañía extra o por el viaje en sí mismo.

.

.

.

Despues de varias idas y vueltas, solo he conseguido al siempre dispuesto Ken y al despreocupado Tetsu que tiene días de trabajo flexibles. Ren y Masamune han rechazado la oferta, aunque más o menos me lo esperaba, están mas ocupados teniendo pareja.

Como sea, entre una cosa y otra han pasado dos semanas. El tiempo vuela, estamos a finales de Marzo y las flores de cerezo se veían hermosas ayer en el parque. Tuvimos un breve picnic por la tarde, según Wolf era la primera vez que hacia el avistamiento como se debe a la manera japonesa.

Tomamos unas fotos en las cuales él no tiene nada que envidiarle a un modelo masculino de exteriores y yo solo aparezco para el recuerdo. Y luego volvimos directo a casa porque teníamos que empacar para la salida.

El cupo mínimo era de cinco personas, pero Yamashita y Kobakawa de la oficina tampoco podían. Fue Wolfram quien consiguió a alguien del gimnasio, me dijo que lo conozco, y tengo leves sospechas de quien se trata pero por alguna razón no le he preguntado su nombre.

Nuestro fin de semana de vacaciones ha comenzado, no es mucho tiempo, pero esperaba que sea de lo más ameno y relajante. Aunque mis planes se ven frustrados justo al principio.

Sentado en el asiento del acompañante en nuestro auto alquilado, estoy comenzando a restarle puntos uno tras otro a Wolfram en esta relación.

—¿Me puedes explicar qué estás haciendo? No me digas que tienes el mapa al revés o algo.

—No —respondo secamente, no me gusta el tono que está empleando desde hace un rato y ya no quiero responder—, no lo está.

—¿Entonces cómo es que giramos cuatro veces para el lado equivocado? Así no vamos a llegar nunca Yuuri, si no puedes usar el mapa entonces dilo.

Esto ha escalado desde hace un rato, ya llegamos al punto de no retorno. Las cosas empezaron a ponerse mal a medida que nos perdíamos más y más en el camino. El viaje en auto se suponía no era demasiado complicado, al menos en los planes.

—Ya te dije que las rutas son extrañas y parece que hay calles que existen en la realidad y no están apuntadas en este mapa incompleto. ¿Qué quieres que haga? ¿Qué me invente otro mapa?

—¿Como quieres que sepa que hacer si no soy yo quien lleva la guía? La tienes tu, yo estoy manejando. Si estás esperando que haga todo, entonces arrimo el auto a un lado para estacionarme y me das el mapa así no haces mas nada, solo dilo. Si no puedes usar el mapa, ni guiar, entonces dilo y nos ahorramos todo este problema. Tal vez así evitaremos pasar todo el día dando vueltas sin sentido.

Me iba a quedar callado y dejarle hacer lo que quiera, como si ya no me importara nada, pero no puedo. Mi temperamento hace ebullición sin control desde mis adentros.

—Sabes que, estoy harto de que me trates de idiota.

—No pongas palabras que no dije en mi boca.

—Y eso que importa. Lo estás implicando. Además, no seria la primera vez que me lo dices, ¿cierto? Crees que soy estúpido y no puedo ni leer un mapa, pero no quieres entender que no dice lo que tiene que decir, si te digo que gires a la derecha es porque ahí lo dice, ¡yo que se si es una calle pequeña sin salida que no estaba apuntada!

—¡Entonces mira bien el lugar antes de hacerme doblar en ella! ¡Deberías poder verlo por la ventana!

Todo se ha ido al diablo bastante rápido, para cuando los dos empezamos a levantar la voz sin control no hay vuelta atrás.

—¡No puedo! ¡¿Crees que tengo tiempo de mirar con el auto andando y que puedo adivinar si a un kilómetro adelante en esa porquería de calle de tierra hay una verja?! ¡Pues no, no se ve nada, Wolfram! ¡Deja de gritarme y echarme toda la culpa!

—¡¿Cuando te he gritado?!

—¡Estas gritando ahora! ¿Quieres el mapa para dirigir tu? Entonces toma. —Harto, arrojo de bastante mala manera el papel sobre su regazo, él no atina a agarrarlo porque tiene las manos al volante y la vista al frente todo el tiempo—. No me vueltas a preguntar nada.

Estoy a un paso de perder el control completo de mis emociones, así que miro fijo por la ventana sin mirar. El paisaje se mueve muy lentamente a medida que el auto avanza a paso de hombre pero apenas lo distingo, tengo la vista clavada en el mismo punto a lo lejos. El silencio es cortante pero no me interesa, necesito concentrarme para no explotar. Me escocen los ojos de la frustración y el enojo, pero no soy tan débil.

Avanzamos durante poco tiempo antes que el auto se haga a un lado y el ruido de la grava chirriando contra las ruedas nos acompañe un par de metros.

—Voy a detenerme aquí un rato. —Veo de reojo que Wolfram suelta el volante y deja caer los brazos apoyando la espalda recta contra el respaldo, echando la cabeza hacia atrás.

No respondo nada y continuo obstinadamente en la posición que me encuentro. Ambos estamos de muy mal humor y ha pasado largo tiempo desde que tuviéramos una pelea como esta. A veces discutimos, pero nunca llegamos a este punto. Solo puedo recordar una vez en la cual estuve así de enojado con él antes, fue en la oficina cerrada luego de que nos dejara atrás nuestro jefe. Al igual que en ese momento, no quiero escuchar nada más de él que no sea una disculpa.

Pero no son palabras el primer contacto, sino su mano izquierda sobre mis muslo que presiona con fuerza y aprieta, es rudo, y asumo que cariñoso al mismo tiempo.

No lo acepto de inmediato, a media que se extiende el silencio y nos tomamos un momento para la introspección, pasan los minutos. Solo cuando siento que puedo dar un poco el brazo a torcer apoyo mis dedos de la misma manera sobre el dorso de su mano, hosca y rudamente. Aun no te perdono, esto no significa nada. Pero el contacto ayuda, en el fondo es un buen detalle, algo importante que se extiende entre él y yo, y nos conecta más allá de las malas situaciones.

En el fondo de mi mente, hay una parte de mi cerebro que recalca que esto es lo que diferencia nuestra pelea de otras personas, y que por más que tengamos difíciles, no se han dicho cosas demasiado hirientes. Como si supiera lo que estoy analizando, las palabras de Wolfram van a juego con mis pensamientos.

—No dije que fueras estúpido ni nada parecido.

Quiero revolverme y apoyar la frente contra el vidrio, mirando hacia afuera una vía de escape fijamente, pero ya no soy un niño. —Lo se —admito—. Aun así se sintió mal.

—Lo siento —El decide tomar el pie que le he dado—. ¿Puedes volver a fijarte y continuar guiando?

Su tono es suave, el completo opuesto a lo que fue antes. Cuando me extiende de nuevo el mapa que quedó abierto sobre su regazo me ablando. Una parte del papel se ha rasgado por donde estaba doblado y era mas débil, se ve que lo he arrojado con mas fuerza de lo que pensaba. Eso no habla realmente bien de mi.

—Mn —asiento, intentando lentamente reparar los daños—. Yo también lo siento. Perdí mi temperamento por completo.

—Siempre lo haces —recalca, y cuando lo miro aun receloso el resopla por la nariz y sonríe levemente, probablemente recordando veces anteriores—. Pero esta vez yo he empezado, no soy mejor que tu respecto a eso.

Probablemente estoy haciendo una mueca y luzco disgustado, pero él ignora eso. Mientras intento ver si puedo concentrarme de nuevo en las direcciones sostengo casi sin moverme la mano que ha vuelto a poner en mi regazo.

—Yuuri. —Wolf ha estado completamente quieto durante un rato y cuando llama mi nombre y volteo a verlo noto detalles que antes he ignorado—. ¿Tienes una aspirina en algún lado?

A diferencia de minutos antes de que paráramos, su ceño fruncido luce más relajado, esta apariencia se extiende en general al resto de su cuerpo. La tensión que antes también se reflejaba en su cuerpo y sus acciones ya no está, y él parece esforzarse por respirar relajado. Comienzo a tener una mejor idea de todo.

—¿Qué pasa, te duele la cabeza? —He dado el brazo a torcer por completo y se nota en mi voz, ambos estamos completamente calmados de nuevo.

No parece querer admitirlo al principio. —Si, el dolor ha comenzado en el hombro, pero ahora me duele la cabeza.

El mal trago de la pelea es difícil de pasar, pero puedo entender su motivo.

—¿La tensión al manejar te ha afectado?

—No, me duele desde antes. Puede que durmiera en una mala posición o haya hecho un mal movimiento.

—¿Por qué no dijiste nada antes?

Su cara es la respuesta. Como un niño arrepentido por enfurruñarse baja la mirada. No digo nada sobre su actitud y abro el compartimento delantero. No creo que vaya a decirme ahora sus razones para mantenerlo en secreto, y probablemente ni siquiera haya una buena respuesta, solo que ha sido estúpidamente obstinado al respecto.

—Puedo darte una aspirina, pero creo que es mejor un calmante. Pensé que esto te iba a pasar en algún momento, por eso compré los que te habían recetado la primer semana pero que no quisiste tomar. Ya he tenido esguinces y desgarres antes, a veces las secuelas son más molestas al tiempo que en un primer momento.

Mi conocimiento deportivo ha venido a la mano. ¡Si se trata de músculos y tendones puedes dejármelo a mi!

Los ojos verdes de Wolfram resaltan más al estar sorprendido. —¿Has planeado esto desde el principio?

—Aunque no lo parezca, si.

Le dejo tomar la pastilla mientras tapo la botella de agua y lo mandoneo. Es lo mínimo que merezco poder hacer luego de como me ha tratado.

—Y ahora cámbiame de lado, despues de todo yo no puedo usar el mapa y tu te has contracturado. Es hora de que hagas valer todo de lo que te has quejado y muestres que puedes dar direcciones mientras soy yo el que manejo.

El suspira y sin decir nada tira de la manija de la puerta.

El cambio surte efecto al poco tiempo, ambos estamos reticentes a dar opiniones demasiado chocantes así que la conversación es escasa y se limita a las indicaciones para continuar avanzando. Hemos perdido mucho tiempo desde que entramos a esta zona campestre, la verdadera ruta es mas difícil de ubicar de lo esperado, incluso tengo que parar y asomarme por la ventanilla a preguntar a un lugareño.

Subiendo la montaña, pasando una vieja verja que parecería un área restringida, la ruta de subida es un camino recto sin interrupciones encapotado por los arboles. Al pasar el inicio sospechoso, el paisaje tranquilo se torna muy relajante, nos rodea el verde y las flores, el sol colándose entre las hojas en el techo dibuja hipnotizantes manchas que cambian de forma en color amarillo sobre el capó del auto.

Al despegar la vista del camino tras una leve curva, descubro que Wolfram se ha quedado dormido. Probablemente el calmante que ha tomado le ha dado sueño, o tal vez ha sido la liberación de tensiones. Verlo así hace que sea difícil continuar rencoroso por lo de antes. No es justo, este tipo lindo que ni siquiera apela a su apariencia a consciencia consigue bajarme la guardia de forma tan simple.

Pero ahora que puedo pensarlo con calma, resulta todo un tanto gracioso. En realidad lo que ha pasado es normal, y es de hecho nuestra primer pelea propiamente dicha desde que estamos saliendo. No voy a contar esa otra en el trabajo, solo porque hemos aclarado nuestra relación verdaderamente hace un par de semanas.

Pensando en eso, a pesar de que hablamos brevemente de lo que pensamos respecto a eso, nunca pusimos en palabras concretas que haremos respecto al resto de la gente. Y cuando hablo del resto, me refiero por ejemplo a los amigos y conocidos que nos esperan más arriba.

No creo que Wolfram vaya a actuar diferente, y hasta ahora es un mutuo acuerdo que esto es un secreto, pero me hace sentir culpable no destapar la verdad al menos a Ken de inmediato. Dudo si lo notará por su cuenta, él es perspicaz en ese aspecto, y no se les escapa nada respecto a los detalles. Mantenerle secretos a mi mejor amigo hace que me sienta mal al respecto.

No tengo más tiempo para pensar en eso, si el cambio entre nosotros se nota mucho o no, apelo a la discreción de hotel está a la vista. Es una casa de apariencia antigua con una entrada larga y cubierta, amurallada a los lados por un elevamiento de piedra para nivelarla en la montaña. Sobre el borde de esos pequeños acantilados artificiales se extiende una pared blanca con su decorado de tejas típico japonés en color azul oscuro desaturado.

El aparcamiento está girando hacia el otro lado, rodeando todo el edificio, en una zona techada pero sin paredes. Aunque estamos en una montaña parece que no se preocupan demasiado por el invierno. El lugar está rodeado de un bosque tupido así que eso debe ofrecer cierta protección contra el viento y la nieve. Aunque a nosotros no nos preocupa eso porque estamos en una estación cálida en este momento. El clima es perfecto. Entre el follaje, la brisa y el ambiente son frescos.

Al observar más adentro, a los lados se extiende un estrecho parque y jardín al aire libre, la casa está hecha principalmente de madera con las mismas tejas que afuera, y consta de un solo piso que asoma elevado a la distancia gracias a que sigue la forma de la montaña. Luce más viejo de lo que esperaba, pero a su vez está en mejores condiciones de lo que imaginé. Que esté ubicado en un lugar natural lo hace mucho más hermoso.

—Me pregunto como se ve esto en otoño, es bonito en primavera, pero me gustan más las mezclas de colores cuando todo se pone de distintos tonos de naranja, verde y amarillo —comento mientras cerramos el auto y caminamos sobre la piedra blanca del jardín hacia el centro.

—A mi me parece precioso. Es muy tradicional.

Por supuesto que al extranjero Wolfram le encanta, me trago una risita mientas lo observo mirar alrededor obnubilado. Luce mucho mas relajado y contento que durante el viaje. No hay nadie en este lugar así que me permito acercarme más de lo debido por detrás, tomándolo por sorpresa con una mano en el hombro —no herido— y parte de mi torso contra su cuerpo. Mi pequeño bolso deportivo está a mis espaldas colgando de la tira cruzada sobre mi pecho, mientras que sostengo el de Wolf, muy a la moda, en mi mano derecha. No son pesados, pero desde hace semanas que he asumido mi papel de asistente.

—¿Te mareaste durante el viaje?

Es una pregunta que se me ha ocurrido de repente, algo me había dicho sobre sentirse mal en los transportes.

—Oh, no, bueno, ¿tal vez un poco? Solo tengo problemas graves con los viajes en crucero.

—Pero ahora te sientes mejor.

—Si.

—Me alegro.

Quiero besarlo, debería haberlo hecho cuando estábamos en el auto. Lo dejo ir antes de que este magnetismo me atraiga más a su cuerpo.

Al entrar al lugar descubrimos que el color predominante sigue siendo el amarillo ocre de la madera, dándole un ambiente cálido al lugar minimalista. Los revestimientos y la pintura blanca de las paredes se ven extrañamente nuevos, y a pesar de mi poco gusto, puedo decir que está bien decorado.

—Debo admitir que no pensé que esto fuera a ser tan bueno siendo que estaba de oferta.

—La oferta especial es por la falta de clientes —comenta una voz desconocida, soy tomado desprevenido en medio de un comentario poco apropiado por una trabajadora del lugar, ¡que vergüenza, Yuuri! Puedo leer las palabras claramente en los ojos de Wolfram—. Es porque estamos en un camino alejado y sin salida de la montaña, el verdadero centro turístico está del otro lado y la ruta por la que se accede no se conecta a esta. Así que no tenemos realmente mucho transito de turistas de ningún tipo.

—Ah, es por eso que tuvimos tantos problemas para encontrar la entrada —comento, si ya he metido la pata antes, entonces voy sincerarme con todo.

La mujer, que no resulta particularmente vieja a primera vista pero si miras con cuidado no podrías decir que es joven, se sostiene la manga de su kimono sobre el codo mientras lleva la otra mano a su mejilla y suspira con algo de preocupación.

—Oh, cielos, ustedes no han sido los únicos. Al grupo anterior le ha pasado lo mismo. Y al otro cliente que ha llegado antes también. Lo mismo pasó con la familia que lleva aquí tres días. Ahh, tendré que hacer que arreglen las señalizaciones del camino. Pero como sea, aun no me he presentado, peo que descortés de mi parte. Soy la dueña de este complejo, mi nombre es Tsuruga Ume. Bienvenidos al Hotel de la familia Tsuruga. ¿Habla su amigo japonés?

—Oh, si, hablo japonés —reacciona Wolfram y responde por si mismo cuando ella le observa. Aunque se siente mejor, parece que aun está adormecido—. Bielefeld Wolfram, mucho gusto. Mi nombre de pila es Wolfram.

—Shibuya Yuuri, encantado.

—Vaya, pero que fluido habla el idioma, y que encantador —comenta la mujer tras nuestra breve reverencia y plana presentación. No puedes no llamar la atención, ¿verdad? Aunque ya estoy acostumbrado y me resulta gracioso.

La señora, ya muy apegada a mi acompañante, nos guía entre charla incesante hacia lo que imagino es la recepción. La causa de la buena decoración es que han remodelado hace poco, era un hotel viejo que ha pasado generaciones en esta familia, y tras el fallecimiento de los abuelos en la casa, es decir sus padres, esta mujer ha pasado a ser la nueva comandante.

A pesar de su apariencia delgada, algo fashion y seria, es una mujer resuelta que sonríe poco pero se muestra alegre. Es una combinación difícil de explicar, aunque hablar con ella resulta tan ameno como hablar con la directora amigable de tu colegio. Realmente no se puede saber cuando bajar la guardia, incluso Wolfram se mantiene en el limite entre la formalidad y la informalidad al conversar con ella.

Siendo que siempre he apreciado a las mujeres mayores, me siento atraído a observarla. Si en su juventud no fue una modelo, igualmente debe haber sido una mujer refinada y hermosa, probablemente con un aire tradicionalista. Wolf tiene su cámara colgada al cuello, de haberla tenido yo, tal vez me hubiera visto inclinado a sacar una foto ya que por alguna razón me agrada como lucen juntos. Si ella decidiera publicar algo así en el panfleto barrial o en su pagina web, probablemente las ventas se irían por las nubes entre las jovencitas despues de ver al angelical hombre de cabello dorado y ojos verdes.

Sintiéndole totalmente ajeno a esta escena imaginaria, me toma un momento notar a mis amigos de la secundaria sentados a un lado en el living del salón principal. Hay una tercer persona parada observando de cerca un cuadro bordado en vertical en la pared, está inclinado hacia adelante con las manos en los bolsillos y no presta atención a ninguno de los presentes. Es el amigo de Wolfram. Mis ojos se estrechan levemente por un momento.

—¡Oh, Yuuri, Wolfram, hola, hola!

—¿Qué les ha tomado tanto tiempo?

Murata saluda demasiado energético y Tetsu me reclama, la vida de la secundaria me ataca de nuevo. El aspaviento de mis estúpidos amigos llama la atención del joven hombre a lo lejos, reacciona al verme pero su sonrisa se ensancha al encontrar con la vista a Wolfram.

—Nos perdimos en la carretera, pero no me vengan a reclamar que ya me he enterado que a ustedes les ha pasado lo mismo.

—Ah, si, el taxista realmente no sabia por donde subir a este lugar.

—Nos hubiéramos ahorrado eso de haber contratado alguien del lugar, pero no se nos ocurrió a tiempo. Tuvimos que pagar el doble por el tiempo perdido.

Ken y Tetsu, de personalidades diferentes pero a la ves similares en lo extrovertidos, no han perdido tiempo en ponerse cómodos. El primero con una oscura yukata hasta los tobillos, y el segundo ridículamente usando calzas debajo de algo más corto.

—Vamos, que esto no es un festival de verano Tetsu, ¿que rayos te has puesto?

—¿Qué? ¿Qué tiene? ¿Es raro que la trajera de casa? Algún dia iba a tener que poder usarla.

—¿Y la calzas?

—Van a juego. A menos que quieras ver lo que hay debajo de esto.

—¡Nooo, no hace falta! —grito abochornado cuando empieza a abrir la parte baja de su yukata como si fuera la cortina de un izakaya.

Nuestro pequeño circo no pasa desapercibido, pero a pesar de eso la casera, Wolfram y el otro tipo observan de lejos. ¿Por qué siempre tienen que ser mis amigos los ridículos?

—¿Ya vamos a empezar con Murakenzu? ¡No me dejen fuera! ¡Que comience la fung- ioughn!

—Eso tampoco es necesario —interrumpo poniendo mi mano sobre la boca de Ken—. Hemos evitado eso por años. Me gustaría que continuara del mismo modo.

Ignoro la decepción de mi embarazoso mejor amigo mientras Wolfram viene a reunirse con nosotros. Detrás de él se encuentra el hombre del cual no recuerdo correctamente su nombre, incluso si lo he visto hace relativamente poco en el hospital.

¿Quién eres de nuevo?

—¿No me recuerdas?

Ah, dije eso en voz alta. No me arrepiento mucho, incluso si mi tono fue seco. No es mi culpa si Wolf no lo ha mencionado durante los planes tampoco. Esta ultima semana fue él quien se encargó de mandar y recibir emails para terminar de coordinar nuestras vacaciones. Incluso estuvo teniendo alguna clase de largas charlas por chat los días que estuvo en casa, recuerdo que era difícil obtener su atención durante esos momentos. Algo como:

—¿Que prefieres de cenar, Wolf, ramen o pescado a la parrilla?

—Mn.

O también como:

—¡¿Quieres que le baje al agua antes de que entres al ofuro?! ¡Acabo de limpiarlo!

—¡Mn!

Y así. Al menos por una hora en la que para el universo estaba muerto. No, no guardo rencores por ello, no es como si ese fuera el caso.

El susodicho, que probablemente era la persona del otro lado de la pc en esos momentos, sonríe de la manera que recuerdo del gimnasio. Es el jugador de rugby 100% japonés de pelo corto puntiagudo. Su ropa es la más veraniega de todas, con unos pantalones cortos que dejan ver sus piernas fornidas bien entrenadas, y una camiseta holgada deportiva que oculta todo el resto. Siendo que mi sentido de la moda es casualmente parecido a este, en realidad me gusta bastante el conjunto que lleva puesto. Mi problema es la persona que va dentro.

—Nos vimos en el hospital hace poco.

Su actitud amigable por naturaleza funciona bien con todos, menos conmigo. Puedo sentirlo en mi interior, estoy cerrándome de repente.

—Lo se —pero igual no lo recuerdo.

—Mm, nos conocimos en el gimnasio durante un partido, pero es verdad que también te golpeaste la cabeza ese día... No había pensado en eso.

—No sufro amnesia ni nada parecido.

—Eras el entrenador del equipo y trabajabas en ese lugar, ¿no es así? —dice Murata. Es verdad, él estuvo en ese mismo encuentro—. Recuerdo tu nombre, Matsumoto Keiji, ¿cierto?

—Así es, y aun trabajo allí —responde apenas arqueando sus labios en una sonrisa, lo que se rasgan muy alegremente son sus ojos almendrados negros. Recuerdo ese gesto.

A pesar de que Murata a sacado conversación, él vuelve la atención a mi de inmediato. A diferencia de aquella primera vez en la cancha, no me siento excluido porque tengo la completa atención de su mirada que parece muy interesada en mi de repente.

—Incluso si no me recuerdas y nos hemos visto muy poco, de hecho yo si te recuerdo. Shibuya Yuuri, no podría olvidarlo porque Wolfram suele mencionarte siempre. Quería hablar más contigo en el hospital, pero no tuvimos tiempo.

¿Hablar conmigo? ¿Por qué querría hablar conmigo? Al parecer esas preguntas se leen en mi rostro fácilmente.

—Dejaste una buena impresión en el partido, ¿también eres deportista verdad? Como entrenador puedo darme cuenta, incluso si solo eres amateur. Te di mi email en aquel entonces. Realmente esperaba que escribieras, pero nunca me llegó tu respuesta. No quería pedirle tu dirección a Wolfram porque seria presionar demasiado, pero desde que te vi en persona la otra vez he querido preguntarte si no te interesa volver al equipo.

—Ah... —me ha tomado desprevenido, mi inhibición se vuelve mas bochornosa de repente, no puedo evitarlo cuando me halagan ya que no se como recibir cumplidos—. G-gracias, supongo. No hago deporte en particular en este momento, pero siempre me he dedicado al béisbol. No estoy interesado en el rugby realmente...

Cuando Matsumoto Keiji voltea brevemente hacia Ken, el encuentra pie para hacer las introducciones restantes. Mientras tanto, Wolfram ha entablado conversación con Tetsu y parece llevar bien sus excesos de energía. Ya sabia que ellos mantienen contacto por mail usualmente.

—Soy Murata Ken, mucho gusto de nuevo. Algunos me llaman Muraken. Estoy aquí por parte de Yuuri, somos amigos desde hace mucho tiempo, así como nuestro otro amigo de ahí.

—¡Sato Tetsu! Diseñador Gráfico y fotógrafo a su servicio, aunque no tengo tarjetas hoy, estoy de vacaciones.

La extremadamente alegre presentación hace que el nuevo integrante del grupo, al menos por este fin de semana, se lleve la mano a la boca y esconda una sonrisa que muestra los dientes mientras sus ojos casi desaparecen por completo. ¿Qué escondes zorro, una mala dentadura? Ahora quiero verlo, muéstrame tu embarazoso secreto por favor.

Estoy completamente decidido. Este tipo, por alguna razón que no comprendo, no me gusta.

Este debe ser el bien conocido rechazo de piel. Vagamente recuerdo que sentí lo mismo con Wolfram hace mucho tiempo. En mi mente, esto se remonta tanto al pasado que preceira haber pasado hace muchísimo tiempo. Aunque en realidad ni siquiera hemos cumplido un año completo desde que me arrebató mi proyecto y lo vi por primera vez en el lobby del edificio.

—La dueña volverá en cualquier momento —nos indica Wolfram.

Solo unos minutos despues ella aparece desde la habitación contigua cargando un pesado cuaderno de tapa verde a juego con las decoraciones.

—Jóvenes huéspedes, ¿quién de ustedes se encargará de la reserva?

—Ah, soy yo quien envió la solicitud a través de la página primero —digo y me acerco, no sin antes llevarme conmigo ambos equipajes, no quiero que Wolfram siquiera intente levantar el suyo.

Una vez finalizado el ingreso para cinco personas y haber entregado mis datos personales, se nos indican dos habitaciones. Esperaba que fuéramos todos ubicados en una sola bastante grande, pero creo que era iluso pensar que habrían cinco camas en el mismo lugar. El resultado me hace sentir afortunado, Wolfram y yo tenemos una suite, y los otros tres huéspedes tienen la otra. Ambas habitaciones son contiguas, y la de los chicos cuenta con una mesa grande que ha sido preparada para cinco personas. Ya sabemos donde será servida la cena.

El servicio incluye una noche de estadía aquí, acceso a todas las instalaciones, el onsen interior y el de exteriores, y el parque que se extiende por la montaña hasta un supuesto descanso más arriba. Ese mirador está habilitado para disfrutar una comida bajo techo al aire libre mientras disfrutas de la vista. Más allá de eso, al parecer hay una gruta y un antiguo templo que pocas veces se usa, pero los lugareños a veces suben en época de festivales a dejar ofrendas.

Una vez instaladas nuestras pocas pertenencias personales, nos unimos al resto en la habitación contigua.

—Así qué, ¿ya podemos empezar nuestra actividad favorita? —pregunta Tetsu.

—¿Cual? —pregunta inocentemente Wolfram.

Murata se acomoda los lentes y se para con soberbia, a propósito ambos hacen una pausa y lo mira, ya se que esto no va a ser nada bueno. —Por supuesto que... ¡enseñar a nuestro amigo extranjero las costumbres japonesas!

Lo sabia.

—¿Cómo es eso? —pregunta Matsumoto interesado.

—Es algo que empezamos hace mucho cuando lo conocimos, ahora lo seguimos por email.

—Un momento, por email... ¡¿Acaso son ustedes los que le mandan mensajes con todas esas cosas extrañas que le hacen meter la pata?! ¡Pensé que sus compañeros de trabajo le hacían bullying o algo!

Muraken, levanta las cejas genuinamente impresionado y luego lo disimula. —Pero que dices Yuuri, no hay nada extraño.

—Por supuesto que todo es normal y corriente —asegura Tetsu.

—Entonces, Wolfram, ¿así que le has contado a Yuuri de eso? —le pregunta interesado Ken.

—Oh, no exactamente. Solo le cuento cuanto intento algo.

—¿Intentas... algo? —pregunta Tetsu conteniéndose. Sus ojos se encuentran con los de Murata en silencio durante un momento, aunque yo les mire mal no me hacen caso alguno.

—¿...Qué... has intentado? —pregunta Murata, lentamente.

—Ah... ¿todo?

Oh, pobre inocente idiota. Wolfram... Me llevo la mano a la cabeza. No quiero ni pensar lo que le habrán dicho estos dos hijos de p-, perdón, estas malas personas.

—Ha intentado todo- guh...

—Oh, cielos- pff...

Ambos, al mismo tiempo, se atragantan la risa, pero no pueden contenerlo y se les llenan los ojos de lágrimas.

—¿Q-qué pasa?

—Ay, Wolf. —Su cara de inocencia me causa ternura, ese lado tontito de él en realidad tiene muchísimo encanto.

Es como un perro que ladea la cabeza adorablemente mientas te mira con ojos puros y cristalinos, y no puedes evitar querer acariciarlo. De hecho, como estoy parado a su lado mientras él prueba la tradicional silla sin patas junto a la mesa baja, mi mano va directo a su cabello del color de la miel.

—Yo tampoco entiendo que pasa —dice el nuevo, perdido.

—Te han estado tomando el pelo por completo —le digo mientras vuelvo mi caricia que resulta físicamente invasiva más agresiva para que no se note cuan acostumbrado estoy a tocarlo.

—No me enredes el cabello, Yuuri, no soy un niño —se queja enojado, dándome pie a quitar la mano naturalmente—. ¡Y ustedes, ¿cómo se atreven a divertirse a mi costa?! ¡¿Acaso no tiene guespeto?!

—Respeto —le corrijo por costumbre sin pensarlo.

—¡Ugh...!

Su mala pronunciación solo hace que que los otros dos idiotas exploten en nuevas carcajadas, se nota que han tenido tiempo para volverse cercanos a través de mensajes si se comportan así a su costa. El supuesto entrenador profesional vuelve a esconder la sonrisa de su boca abierta mientras murmura por lo bajo algo que llego a escuchar de casualidad.

—Qué lindo.

No puedo decir nada al respecto, aunque me gustaría.

—Bueno, bueno —intenta controlarse Muraken, aunque no está dando muy buena impresión que digamos—. Olvidemos eso, y que les parece si mejor vamos a nuestra primera actividad del día.

—Tara~ran~

Tetsu, que había estado llorando de la risa, sostiene un par de paletas en sus manos.

—Si estás en un onsen, tienes que jugar al ping pong. Es un primer paso obligatorio.

—No creeré en nada de lo que digan —refunfuña Wolfram por lo bajo. Parece que a alguien ya no le interesa ser amigo de estos sujetos.

Él está haciendo una cara nueva que nunca le he visto, su expresión es graciosa. —Puu —hago un ruido acorde a lo simpático que se ve así enojado e hinco mi dedo en su cara, Wolf me ignora y eso lo hace aun mas divertido así que pellizco esa parte de su cachete gordita como un panecillo con el indice y el pulgar estirándolo. Su boca ahora se ve graciosa.

—¡Déjame en paz Yuuri! —me ladra aun más enojado. Cuanto más se irrita de este modo, más adorable se vuelve. Es mi venganza por lo de antes durante el viaje.

No puedo evitar reír abiertamente mientras lo miro. Al voltear aun sonriente noto que Matsumoto nos observa interesado. Lo ignoro por completo.

No lo conozco, así que no se que clase de impresión le estamos dando o cuales son sus sospechas. Pero si, para tu conocimiento, somos así de cercanos. Pero incluso si no le presto atención a su interés, no pierde sus ánimos despreocupados y refrescantes.

Ah, realmente odio a los tipos populares. Creo que ya he descubierto qué es lo que me está molestando.

—Dejen de coquetear ustedes dos~.—La voz de Muraken interrumpe mis pensamientos—. Me voy a poner celoso de otro modo, Yuu-chan, si preferías que me tiña de rubio deberías habérmelo dicho.

—Cierra la boca Murata. —Hacia mucho que no uso ese nombre con él.

—Malo~

—No me importan sus peleas de pareja —dice Tetsu mientras agita una paleta y nos resta importancia—, no tenemos todo el día, andando que hay un itinerario.

—Armaron un itinerario... —repito con sospechas.

—Por supuesto, solo tenemos dos días y esta noche es la más importante. Así que deja de holgazanear y ve a la recepción a reservar el onsen del exterior para mañana, Yuuri.

—¡¿Eh?! ¿Por qué yo?

—Porque tu hiciste la reserva, menos charla y más movimiento.

No me gusta que Tetsu ya me ande mandoneando, pero tiene un punto. Suspiro y frunzo el ceño pero no puedo realmente negarme, luego de que más o menos todos decidimos la hora, salgo en dirección a hablar con la señora que nos renta el lugar mientras me pregunto que otra clase de tonterías hay en ese supuesto itinerario.

Aunque me resisto a admitirlo, estoy algo emocionado. Es igual de divertido que esos días cuando apenas teníamos dieciséis años.

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Continuará...

Notas finales:

¡Hola a todos! ¿Como están? Para los que estén leyendo esto, muchas gracias por aun seguir el fic despues de tanto tiempo, no puedo prometer actualizaciones constantes para nada, pero si confirmarles que rara vez dejo una historia sin terminar aunque tome años de por medio. Y si son nuevos lectores, espero que estén disfrutando de la historia tanto como yo me divierto al escribirla.

Quería usar este espacio para avisarles que la traducción de la novela al español sigue avanzando a paso más constante, ya voy por el tomo 8 y estamos terminando la saga de Caloria. Pronto comienza el arco argumental jamás adaptado y uno de mis favoritos, Seisakoku. Si quieren leerla, lo cual recomiendo muchísimo, puede googlear "maruma" en tumangaonline o baka tsuki.

¡Nos vemos en otro fic o capítulo!


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