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Enredos de oficina por RedGlassesGirl

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Enredos de oficina – Capítulo 16

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A una semana de nuestro nefasto viaje a las termas, del cual no hablamos mucho por varias razones, me encuentro fresco luego de un baño por la noche. Recostado en la cama, observo y espero.

Wolfram está especialmente servicial el día de hoy, se le nota en la mirada y en sus acciones. Nunca va a admitirlo, pero hay veces en que se pone especialmente lujurioso y su actitud cambia bastante.

Hoy, gracias a la suerte, es uno de esos felices días para mi.

Es viernes. Usualmente estamos cansados al final de la semana y él suele venir a cenar y luego no hacemos nada más que dormir hasta despertar frescos el sábado, pero hemos cambiado la rutina completamente. Lo esperé en la cama como siempre, ya que yo me acuesto primero. He logrado no dormirme con cierta facilidad a diferencia de otras veces. De hecho, estoy bastante despierto y activo, pero me contengo para dejarlo ser.

Se toma tiempo apoyado sobre mi pelvis para enterrar sus dedos en el bello negro alrededor de la base de mi pene y mirar. No es la primera vez que me observa así, pero se le nota una soltura diferente que me hace pensar en como las cosas van cambiando entre nosotros. Cada día somos inevitablemente más cercanos.

Que esos hermosos y cristalinos ojos verdes estén fijos en mi pene me da que pensar. Y esos pensamientos no son para nada inocentes. No voy a mentir, aun me cohíbe un poco ser escudriñado de esta manera por esos ojos esmeralda, pero a su vez me clienta mucho.

Mi cuerpo es honesto y lo demuestra, moviéndose por su cuenta primero, y luego yo lo hago a propósito porque es simplemente divertido. Wolfram lo sabe, después de todo él también tiene un pene y algún día tal vez me muestre que es lo que es capaz de hacer sin manos. Me da gracia pensar en eso. Él enfoca su mirada en mi un segundo y me muestra una picara blanca sonrisa, también le ha resultado divertido lo que he hecho.

He estado a la expectativa de sus ganas de atenderme, y me encanta sentir por fin su boca cálida sobre la piel de mi pene. La sensación rasposa pero suave de su lengua es sumamente agradable. Lo hace lento, tan pausadamente que si no fuera que estuviera con su mismo humor para tomarlo con calma podría resultar una tortura.

Wolfram, en su estado contemplativo de esta noche, continua deteniéndose de vez en cuando para observarme cada vez. Me pregunto que clase de fascinación es esta o que busca, aunque me doy cuenta de que yo me he quedado mirando fijo de la misma exacta manera.

En una de las veces que se detiene, con la base de mi pene entre sus dedos y las yemas de estos acariciando los cabellos que suben hacia mi estómago, me pregunta: —¿Qué te gusta?

Yo, que estaba disfrutando de esas entretenidas caricias con la mente en otra parte, soy tomado por sorpresa. —¿Eeh?

Mi endemoniadamente astuto ex compañero de oficina resopla una risa al saber perfectamente lo que pasa por mi cerebro.

—Quiero que me digas que quieres que haga —me propone.

Mi cara debe de ser bastante divertida por como reacciona. Por segunda vez me ha tomado por sorpresa. Pero en la vida.

—Nunca nadie me preguntó eso. —Casi hay un dejo de duda en mi voz, como si fuera una pregunta. Pero realmente no puedo recordarlo dado el caso.

Wolfram ahora me mira como si fuera un perro verde. —¿En serio?

—Claro que me han preguntado si quería la cena o el baño primero, y alguna que otra vez algo mas picante, como sexo en vez de eso...

—¿Y eso es todo? —cuestiona estupefacto y se queda pensando—. De verdad que los japoneses no hablan mucho.

—Iba a cuestionar eso. Pero no se que decirte.

Está contento de ganar la banal discusión. —Dime que es lo que quieres que haga entonces.

Ante su insistencia, me quedo pensando y mirando, desnudo y con las piernas aun abiertas. La indicación que envía mi cerebro es “vuelve a lamerlo”, extremadamente básica, y no merece ni la pena intentarlo. El resto de las cosas que pienso... no puedo decirlas.

—Mno... está bien así, como siempre.

—Oh, vamos, es un poco tarde para sentir vergüenza.

No puedo evitarlo. Su extroversión Alemana compite contra mi introversión Japonesa natural, y por supuesto que gana. Me veo reducido por voluntad propia al silencio total.

—Vamos —insiste él, ya con tono divertido y algo de súplica, intentando incitarme a ser abierto de corazón y mente.

Pero no tomo la chance. Lo dejo observarme unos segundos más, volteando el rostro, y él chasquea la lengua bajito de manera infantil. Entonces decide dejarme ser y continuar como sea que quiera.

Me encanta la sensación placentera cuando retoma las caricias con su boca sobre mi pene, pero tras un rato no puedo dejar de pensar en el tema. Wolfram al principio no intenta nada raro, pero me doy cuenta que no ha abandonado sus intenciones cuando me lanza miradas de vez en cuando desde abajo en mi entrepierna.

Sus ojos me repiten una y otra vez “¿qué quieres?”. Aun sigue en pie la oferta.

Intento ser un adulto como se debe. —En la punta... —y no me sale con la seguridad o condescendencia que esperaba.

Wolfram no hace comentarios sobre eso, si he sido patético o si recuerdo a un adolescente avergonzado que no tiene idea de que carajo está haciendo, él lo pasa todo por alto. Separa los labios de inmediato y solo introduce mi glande en su boca, jugueteando con la lengua sobre esa zona. Se toma su tiempo pero no demasiado, acariciando una vez más con leve presión antes de dejarme salir.

Me gusta tanto. Wolfram. Y lo que hace también, por supuesto.

—¿Así? —Es una pregunta breve y no espera, volviendo a atacar obstinado mi erección de la forma en la que él cree que lo he pedido.

Pero a pesar de que se siente bien, no es en lo que estaba pensando. Él se da cuenta al mirarme a la cara otra vez desde abajo, que tenga mi pene en su boca cada vez que hace eso me pone más y más excitado. Para este momento, estoy bastante sensible.

No puedo decirlo. Por más que tengo la imagen latente en mi mente desde hace un rato, simplemente no puedo decirlo.

Es entonces cuando Wolf pareciera hacer uso de la casualidad, o los poderes mentales, y abre la boca sacando su lengua. Está mirando directamente hacia mi, pero aunque el rubor cala profundo en mi rostro y se siente caliente, no puedo apartar los ojos de su cara.

Lame de la base hacia la punta mientras mis párpados se sienten mas abiertos que de costumbre. Tengo los labios apretados y estoy más sorprendido que excitado, o eso aparento. El baja la vista y se ríe mostrando los dientes, puedo oírlo resoplar suavemente. Al parecer, mi expresión habla por cuenta propia en este momento.

Trago con dificultad sin haberme dado cuenta que me quedé un momento en blanco. Ante la segunda lamida que concluye con las caricias de sus dedos sobre el tronco mientras la punta resbala sobre su lengua, tengo que apartar el rostro un momento. Inevitablemente vuelvo a levantar la cabeza tensando el cuello recostado en la cama. La posición me obliga a hacer fuerza abdominal pero no me importa, tengo que mirar.

Lo que quería y lo que hace son exactamente la misma cosa. Sinceramente, ya que pasa tanto tiempo en casa... me pregunto si no borré el historial correctamente.

Probablemente no es eso, sino que este es un fetiche común y corriente. Cielos, no se está guardando nada. Enérgicamente, mi amante rubio extranjero se toma varios minutos para provocarme y de repente engulle todo mi pene. Creo que puedo sentir la parte trasera de su garganta, o si no es eso, no importa porque la sensación de golpear algo con mi glande hace que me tiemblen las piernas.

—¡...Mmnh! —Para cuando gimo una primera vez, no puedo contener el resto de los sonidos. He pasado de cero a cien en poco tiempo.

Este demonio de amante no es idiota, lo sabe y plenamente consciente repite el movimiento. Mi mente no puede ni recordar mi nombre así que no puedo cuestionar como controla el reflejo de su boca o cómo soporta este movimiento. No me interesa sinceramente.

Lo único que quiero es que no pare.

Para sumar a mi locura, deja alejar mi pene de sus labios para volver a meterlo al instante y succiona con fuerza. —Ngh. ¡Dios, Wolf...!

Estoy duro como la roca y ya no puedo mantener los ojos abiertos. La tirante sensación se esparce por todos mis músculos, especialmente mis piernas y mi estómago agarrotados. Voy a acabar, fuerte. No puedo ni pensar en contenerme y dejar pasar este momento. El orgasmo llega siendo todo lo que esperaba y más, acalambrándome hasta los dedos y los tendones del cuello.

Me pregunto si realmente se te para el corazón un segundo como algunos dicen, pero sea lo que sea que hace el cuerpo durante estos hermosos segundos, lo agradezco.

A diferencia de siempre, Wolfram insiste con su boca hasta el ultimo momento, intentando tragar lo que al final escurre por mi pene hasta la base. Pero como algo salido de alguna oscura fantasía mía, sigue lamiendo y lo desaparece. No es secreto para mi que a él no le gusta tragar, así que voy a apreciar esta increíble muestra de cariño o lo que sea que hoy le haya picado para hacer algo como esto.

Agotado pese a mi falta de actividad ya que he sido el fruto de todo su trabajo duro, lleno mis pulmones de aire en la cama boca arriba. Me paso el dorso de la mano en la frente. Estoy transpirado y agitado, pero sumamente contento.

Ah, te quiero tanto, hombre.

Wolfram, de rodillas en la cama, me mira y se ríe. Está muy contento por alguna razón el día de hoy, y se me contagia.

—¿Disfrutaste eso? —me pregunta hundiendo el codo a mi lado. Su cabello rubio húmedo en las puntas por entrometerse en sus menesteres es bonito. Todo en su rostro es lindo.

Aun no puedo besar esos labios que van a dar vueltas en mi mente mucho tiempo porque no he recuperado el aliento. Suspiro sin remedio. —Demasiado.

Haciéndome pensar que es el amante más comprensivo del mundo, él me deja descansar con mi brazo transpirado y húmedo de peso muerto sobre su pecho. Tengo el rostro apoyado en la almohada y junto a su hombro, así que aprovecho a besarle sin sentido cuando me calmo y han pasado unos largos minutos.

Estoy aun sumido en las relajantes sensaciones del post orgasmo, pero se que en algún momento continuaremos. Es un mito que es necesario acabar juntos todo el tiempo, pero creo que Wolfram y yo llegamos a un punto magnifico de mutuo entendimiento. Él está entretenido solo observando mi espalda y acariciando mi cabello.

Puedo sentir que está excitado, y aun así es paciente. Es raro que con su personalidad tsundere se comporte de esta manera, pero es uno de sus puntos mas fuertes. A pesar de eso, él insiste conque en el pasado las cosas no iban tan bien respecto al sexo con algunas de sus ex parejas. Aunque solo me ha contado detalles banales muy por encima, parece que la comunicación con las mujeres era bastante diferente.

Yo no puedo decir nada, porque mi caso es muy parecido. No se a que se deba esta barrera, pero hasta hora... no creo realmente nunca haberme sentido tan libre y contento con el sexo.

No quiero pensar mucho en nada ahora mismo, así que dejo el tema ir en mi mente a la deriva hasta que desaparece. No hay lugar para el pasado en esta cama donde estoy recostado con Wolfram.

Con el correr del tiempo, mi tranquilidad es interrumpida por una mano traviesa. El brazo que ha quedado entre nosotros está estirado, y sus dedos juguetean con mi pene lánguido y mis testículos suavemente. Me causa cosquillas.

—Basta —me quejo riendo. Un poco en serio y un poco dispuesto a seguir con esto.

Wolf, con una sonrisa picara, me voltea y toma una de mis muñecas encerrando mi rostro entre sus codos sobre el colchón. Está bastante posesivo el día de hoy. No es que me disguste.

Lo miro un momento y aparto el rostro, a lo que aprovecha a besar y morder mi cuello. Me relajo debajo de él, abriendo las piernas y estirando más la barbilla para permitirle acceso. Sus caricias recorren mis flancos y varios lugares de mis favoritos, las manos expertas que saben donde tocar me convencen en un instante. Me retuerzo un poco, entre levemente excitado y a la vez soñoliento.

—No te duermas —me ordena.

—Solo un poco —bromeo.

Tengo los ojos cerrados y una sonrisa estúpida en los labios. No voy a dejarlo con las ganas, pero es parte del juego.

Me siento extremadamente perezoso solo aquí tirado, pero a él no parece molestarle así que continuó sin moverme. Parece que le gusta, tomándose su tiempo para escudriñarme con sus cristalinos ojos verdes curiosos. Me pregunto que piensa sobre mi cuando hace eso.

Cuando se cansa de observar, pasa a tocar, y cuando eso no le satisface su boca termina sobre mi cuerpo de nuevo. Los besos provocativos bajan lentamente, a veces profundos y rudos con lengua, mezclados con otros suaves que me causan pequeños escalofríos con sus roces. Ciertamente no estoy tan excitado o sensible como podría luego de haber acabado una vez, pero me gusta sentirlo hacer eso. Además, lo está haciendo para su propio placer, no realmente para el mio.

Su boca esquiva mi pene que ya ha tenido bastante atención antes y va directo a mis testículos que se mecen suaves acomodándose contra su nariz y labios. Insiste sobre ellos, jugando con la lengua, succionando y pasando de uno a otro.

Las palmas de sus manos acarician la parte trasera de mis piernas hacia mi trasero, bajando y luego otra vez subiendo para abrirlas más y empujar hacia arriba. No estoy muy seguro de en que posición ponerme, pero no me da tiempo a sonreír o dudar demasiado. De repente su lengua baja más allá del perineo y siento su roce sobre una zona que no me molesta que toque con sus dedos, pero que con su boca es otra cosa.

—¡...Woooh! —a mi queja le sigue la distancia que pongo inmediatamente, yéndome hacia arriba en la cama—. ¿Q-qué estás haciendo?

—¿Qué no está claro?

La cabeza de Wolfram va directo entre mis piernas y aunque hubiera pensado que no podría llegar, su lengua húmeda acaricia ahí de nuevo.

—¿Te gusta? —Lloriqueo—. No hagas el ruido de un perro. No es sexy para nada.

No, no lo es, pero no puedo tomar en serio este momento yo tampoco. Estoy haciendo payasadas y ya no puedo parar porque me he puesto nervioso. A la tercer tentativa lamida y para cuando Wolfram si tiene la intención de ponerse sexy, me alejo arrastrándome de nuevo.

—Para, para, ya no sigas por favor.

—¿Qué pasa? —me pregunta ahora si prestándome atención. Al yo no decir nada, empieza a cuestionarme—. ¿De verdad te estás quejando o no? Si hay algo que realmente no te gusta dilo en serio, ¿o solo te estás quejando por quejar?

Wolfram me mira serio, dejando en claro que este es el momento para hablar como adulto, pero a su vez aun se lo nota con dudas y jocoso porque yo estoy exagerando demasiado. No puedo responder, y solo me quedo medio acurrucado como para protegerme con piernas y brazos.

El me mira a los ojos durante unos largos segundos, chasqueando la lengua enojado porque se ha dado cuenta que no hay ninguna otra razón para decir que no más que la vergüenza. Se abalanza hacia mi sin importarle nada, ahora abriendo mis piernas y tirando de mi tobillo hacia abajo para acomodarme al revés. Me doy por vencido un momento, reticente, pero igual colocándome boca abajo. No levantaré mi trasero hacia arriba, me niego. Forcejeamos, gimoteo de nuevo.

—Maldición, no me dejas divertirme —se queja. Se está riendo.

De un momento a otro sus brazos aplastan mi espalda y de manera muy torpe viene hasta arriba. Apoyado sobre mi, inmoviliza mis brazos y me da un beso en el cuello aunque estoy todo torcido sobre las almohadas. A fuerza de insistencia, logra llegar a mi boca desde atrás y respondo su beso hasta que la postura y su cuerpo hacen que ya no pueda respirar. Entonces él me deja, no sin antes mordisquear y besarme todo el camino por mis hombros hasta el centro de mi espalda, recién ahora soltando mis muñecas.

Sentado a horcajadas sobre mi trasero, pasa la yema de los dedos por el hundimiento de mis lumbares. Mi pecho y mis hombros están sobre las almohadas, así que estoy más arqueado que de costumbre. Se que lo que él ve debe de ser atractivo, a mi también me gusta su espalda cuando se marcan sus músculos o sus huesos. He disfrutado verlo desde atrás muchas veces.

—Hazme un favor a mi y también a ti mismo, y relájate —me mandonea. Estoy acostumbrado, y además en cierta forma pese a sus palabras rudas, Wolf suele ser bastante paciente.

No es su boca sino sus manos las que me lo indican. Tengo intriga cuando no siento sus movimientos, pero pronto me acaricia suavemente por el flanco derecho. Al principio contengo las cosquillas, estoy tentado de seguir jugando, pero a su vez realmente quiero hacerlo.

Después de la increíble felación que me ha hecho, se hacia donde nos encaminamos y estoy contento de complacerlo. Realmente me gustaría algo de sexo duro si eso es lo que tiene en mente. Y si no, puedo encargarme de indicar el camino correcto.

Pero si hablamos de hombres obstinados, Wolfram es uno de ellos. Fue iluso de mi parte pensar que se daría por vencido y me reprocho por eso.

Cuando su baja de encima mio y abro mis piernas, el primer estímulo que siento es su boca sobre mis nalgas. Es un mordisco suave, pero me hace tensar el cuerpo. A partir de este momento logro quedarme quieto pero me es imposible relajar el cuerpo. ¿Por qué he decidido dejarle seguir? La verdad no lo se, probablemente porque soy algo masoquista, ya que aun me siento incomodo con esta idea.

Meto los brazos debajo de las almohadas aferrándome a ellas, mis dedos están hundidos con fuerza en la tela rellena. Soporto el silencio y la falta de movimientos, así como la sensación de sus palmas al abrir mis cachetes y la vergüenza que me azota al otra vez sentir su lengua. Entierro la cara hasta la nariz en la almohada por reflejo.

Él no pregunta nada esta vez, pero se toma un tiempo y como no respondo ni me muevo continua con su exploración.

En mi vida he dejado a nadie hacerme esto, y dudo que él tenga experiencia tampoco. Estoy noventa y nueve por ciento seguro de que Wolfram ha estado mirando porno o leyendo cosas raras en la internet dentro de esos foros que visita. Probablemente tiene una idea errada de la gente japonesa de nuevo.

Soy obstinado y continuo intentando pensar en otra cosa, me remuerde tener que admitir que me gusta como se siente. Para cuando doy el brazo a torcer, me alegro de tener la cara enterrada en la almohada que me ofrece la libertad de hacer las muecas que quiera. Me está provocando con la boca y los dedos mientras que su otra mano enroscada por debajo de mi pierna aprieta mis testículos y la base de mi pene con insistencia.

No puedo soportar más tras un largo rato, me doy la vuelta de golpe y lo traigo hacia arriba para besarlo desaforadamente. Mis manos aprietan su nuca y tiran de sus hombros, no tengo freno, saco la lengua para penetrar a través de sus labios y excitarme aun más con el beso. No estoy duro, la clase de necesidad que siento es distinta.

—Cógeme, con fuerza—casi siseo junto a su mejilla. No estoy pensando, de otro modo palabras como esas jamás hubieran salido de mi boca.

Me importa poco la expresión sorprendida de Wolfram cuando responde: —Okay —algo jocoso y con pausa. No puedo retirar lo que ya he dicho, así que simplemente espero que mi orden se cumpla lo más pronto posible actuando como si nada.

Wolf toma el lubricante y un condón de la mesa de luz pero mi paciencia se acaba tras esperar que se lo coloque. Le quito el lubricante y esparzo una interesante cantidad sobre su pene erecto sin pensar en si estoy derrochando, para luego pasar una porción igual de generosa por mi esfínter sin perder el tiempo. Tiro de Wolfram y abro las piernas esperando que sacie mis más bajos instintos en este mismo momento, regocijándome al sentirlo penetrar mi cuerpo.

Creo que me estoy babeando, mi gemido y mi expresión tampoco son demasiado dignos. Pero a él no le importa, ha perdido el control al igual que yo hace unos momentos. En su frenesí, toma una de mis piernas con fuerza mientras aprieta mi muñeca con la otra y embiste. Somos lo suficientemente activos durante el sexo para estar acostumbrado a esto, y hoy he tenido estimulación extra quisiera o no. Puede ser tan rudo como quiera, porque estoy mas que bien con eso.

Me dejo ir en el estremecimiento entrecortado de mi cuerpo y las vibraciones. Algo se derrite en mi interior mientras quema y el placer me nubla todos los sentidos. La transpiración se acumula y el aroma de su cuerpo me enciende.

Me gusta que el coito se extienda por largos minutos, variando las sensaciones, la velocidad y la fuerza. Wolfram cada vez se contiene menos, estaba contento con esta manera desatada de hacerlo, pero la fuerza nueva que aplica es diferente. Tiemblo abriendo más las piernas al sentirlo golpear hasta adentro.

—¿Estás bien? —me pregunta con una leve duda y se detiene por un momento agitado.

Está más que bien, es una grata sorpresa y lo único que esta mal es que deje de moverse. —Más fuerte —digo con el aliento atragantado.

No me doy cuenta de lo que he pedido hasta que comienza de nuevo, la sorpresa me ataca a la vez que se me entrecruzan los pensamientos y las sensaciones. No sabia que necesitaba tanto esto hasta este momento, si ha sido un pedido directo de mi inconsciente debe ser que mi cuerpo realmente entiende mejor que yo mismo lo que quiero.

Wolf me conoce lo suficiente para permitirme una mano libre, que no puede soltar mi pene en ningún momento. Me gusta mucho esto, la estimulación desde varios puntos me tiene en las nubes, la sensación de placer se esparce caliente y chispeante a través de mi pelvis.

Él va a terminar primero, puedo sentirlo. Está extremadamente excitado y la gruesa dureza que tanto disfruto no durará tanto como me gustaría. Pero me sorprende para bien el tiempo durante el cual continua nuestro frenético vaivén mientras cada vez me siento más cerca del final. Tal como predije, Wolfram se deja ir y el culmine de su excitación me transmite una corriente eléctrica por la espina, solo verlo y sentirlo llegar me genera esto. Me toma un largo momento bombeando mi pene seguirlo hacia la misma sensación increíble de nuevo.

Mi corazón parece que va a explotar una vez pasa el orgasmo. Wolfram rueda a mi lado jadeando para quedar boca arriba como yo observando el techo. Prefiero cerrar los ojos, y concentrarme en que el oxigeno llegue a mis pulmones y cerebro. No estoy contento ni avergonzado, ni ninguna sensación en particular más que exhausto por completo.

El cansancio del día hace que ahora parezca haberme convertido en piedra hundiéndome en el colchón sin remedio. Me cuesta muchísimo esfuerzo ponerme en marcha para levantarme de nuevo, pero se que si no lo hago mañana me arrepentiré de las sábanas difíciles de lavar y la sensación horrible del semen seco sobre mi cuerpo.

Gruñendo, me siento en la cama con la cabeza gacha y la mirada perdida hacia el televisor apagado.

Wolfram se ríe de mi aun recostado sin decoro. —Estás ido.

Mi respuesta es una leve vibración en la garganta sin palabras. Lo estoy, no me queda más energía para nada. Termino los menesteres que me propuse obligándome a estar muy activo con una promesa personal de no volver a mover un dedo apenas vuelva a la cama. Y así me acomodo de mi lado, junto a Wolfram que también ha terminado con lo suyo.

Así como sucede con otras ironías de la vida, contemplo el techo con los ojos bien abiertos sin sentir una pizca de sueño a pesar de que tengo el cuerpo molido. Mi compañero que el día de hoy parece estar diferente prende la televisión. Más allá de lo que yo decida o no hacer, él parece no tener planes de irse a dormir ahora desde el principio.

A pesar del ruido mientras hace zapping, disfruto el silencio. Pero tengo una sensación fea, porque puedo palpar en el aire que Wolfram callado es una bomba de tiempo. Los eventos de hace unos quince minutos con escenas salidas de algún video para adultos rondan de a fragmentos mi mente. Lo que dije, lo que hice, y todo lo demás.

No sabia que tenia los labios apretados y la mirada fija en un punto ciego hasta que salgo de mi ensimismamiento por mi mismo de repente. Observo a Wolf pero el me ignora con la vista puesta en la pantalla, en la televisión ahora hay un documental de animales. Ahora que ya no lo estoy mirando habla y me hace dar un respingo completamente a propósito.

—Así que te gusta hacerlo fuerte.

—Unh...

¡Yo tampoco lo sabia! Se me suben los colores de inmediato y me siento un quinceañero de nuevo. No me gusta la conversación por lo que apelo a mi derecho de guardar silencio, ya que es obvio que Wolfram usará todo en mi contra de ser posible. Ya se está riendo solo aunque no diga nada, puedo ver su sonrisa mostrando los dientes en mi campo de visión periférico.

Él está de un excelente humor. Por lo que me ha contado, durante la semana tuvo buenos días en el trabajo y ha conseguido algo extra para hacer durante el fin de semana. De hecho el plan para mañana es que trabaje aquí durante el día, y a la noche veremos si podemos hacer algo, aunque aun no hay planes concretos. Salir o solo unas cervezas en casa, me da igual realmente.

Decido aprovecharme de su buen humor y ver si tengo suerte. Ha pasado un rato y no hablamos más ni él ha presionado sobre lo del sexo porque no he contestado, pero aun quiero charlar.

—Estas pasando mucho tiempo en casa últimamente —le digo echado de lado con la espalda sobre las almohadas, el documental en la tele ha pasado a ser zapping de nuevo.

—¿Te molesta? —me pregunta volteando a verme.

—No, para nada. —Ese no es el tema que quiero tocar, ni tampoco es necesario—. Aunque estás mucho aquí, no he visto que recibas muchas llamadas.

Él se queda mirándome y pensando hasta volver la cabeza hacia la televisión en silencio. En este momento podría dejarlo pasar, así como el ha hecho hace unos momentos conmigo. Pero desde las vacaciones en las termas, no, incluso antes de eso quiero saber más sobre él. Ha pasado más tiempo del normal sin que sepa ciertos detalles sobre su vida.

—Tampoco llamas a nadie, al menos no te he visto hacerlo.

Siendo que Wolf está mucho tiempo aquí últimamente, una que otra vez he atendido una llamada de mis padres. Para este momento se que él entiende perfectamente de que hablo.

—Me has contado que tienes familia en Alemania. —Lo he agregado para aclarar por completo el asunto. Prefiero que sepa que es lo que me intriga y me preocupa.

Decido esperar, y si no habla, lo dejaré pasar una vez más, aunque creo que la siguiente tendrá que ser más seria. No es como si ahora no lo fuera. El silencio se extiende y a pesar de que un minuto parece una eternidad, lo dejo estar hasta que por fin parece haber decidido por donde empezar.

—Ya no estoy en contacto con ellos. Desde que llegué a Japón nunca los he llamado —admite.

Lo suponía, y eso es exactamente lo que me preocupa. Para crear un ambiente ameno, no lo juzgo ni hago comentarios al respecto sino que mantengo el dialogo abierto.

—Te conozco desde mediados de Junio del año pasado y según me contaste no llevabas tanto tiempo en el país, ¿así que es alrededor de un año?

—Un poco más, algunos meses extra. Han pasado dos cumpleaños pero no son dos años realmente. Llegué a principios del año pasado al país. Ahora que lo pienso de esta manera no es tanto tiempo, pero ha parecido una eternidad.

Él se queda en silencio un rato más y yo aprovecho para pensar un poco. Es verdad que ha sido poco tiempo, especialmente desde que salimos. Apenas ha pasado mes y medio, tal vez incluso un poquito menos. Hemos hecho tantas cosas el año pasado cuando aun eramos amigos que siento que esta relación ha dudado más tiempo del que realmente pasó desde que rompimos esa barrera.

Wolfram decide continuar y se lo nota abierto. —Las cosas no iban bien mucho antes de que me fuera. Era muy cercano a mi tío de adolescente, pero pasaron muchas cosas de por medio y no solo me distancié sino que la relación se fue deteriorando. Creo que fue el primero del cual me distancié bastante. Luego fueron otros problemas que al cumularse explotaron. Desde hace mucho que no tengo buena relación con uno de mis hermanos, y antes de irme las cosas estaban bastante mal con el mayor de ellos también. Mi madre, pese a ser una buena mujer, es una madre ausente. No hay otra manera de describirlo, ella es ajena a todo simplemente por el hecho de que no estaba presente. El resto de las amistades que tenia murieron cuando tuve una pelea con mi pareja en aquel momento.

—Recuerdo que me contaste que estabas conviviendo.

Al igual que yo, había llegado a ese punto con alguien, lo que no recuerdo es si era oficialmente. Wolf me lo aclara sin que pregunte.

—Si, vivíamos juntos. Además de eso, teníamos cierta relación laboral, por decir de algún modo. Y el resto de nuestras amistades eran parte de mismo circulo, es por eso que cuando las cosas empezaron a ir mal repercutió en todo. Para el momento de separarnos, yo no estaba pasando los mejores momentos. Cierta tensión familiar no ayudó a mi humor y la ruptura fue terrible. Luego de eso todo continuo cayendo en picado, el trabajo, los amigos, conocidos y compañeros, todo colapsó al mismo tiempo. Hasta ese momento vivía rodeado de gente, pero de repente me alejé de todo y me quedé solo. En parte los culpé por diversas razones, y en parte también quise esa soledad porque me era necesaria. Fue en ese momento en que me di cuenta que tenia que salir de ahí. Decidí irme fuera del país. No avisé a nadie a donde iba, solo que me tomaría tiempo sin contactarlos. Tomé las valijas y me fui, se puede decir que huí, pero a la vez siento que fue una manera de ser libre.

Está triste, pero no deseo interrumpir porque creo que este es el desahogo que siempre ha necesitado. Esta hablando más rápido y fluido que de costumbre, después de algunas frases ha pasado al inglés de repente. Wolfram habla bien mi idioma, pero en algunos aspectos sigue siendo una barrera.

—Elegí Japón por un impulso. Había visitado el país varias veces porque a mi madre le gustaba venir aquí, además de que es el único idioma que estudié por gusto durante los últimos años de secundaria. Era esto o un país de habla inglesa o donde pudiera manejarme con eso. Fue un gran cambio, no puedo decir que no lo sufrí en muchos sentidos, pero ir al choque me ayudo a darme cuenta de muchas cosas sobre mi con las que no estaba contento.

—Nunca he vivido solo en otro país ni he viajado muy lejos, no se lo que es el choque cultural más que por las historias de mi padre —le digo—. Cuando era un bebé viví en Boston, pero no tengo ningún recuerdo de eso, solo algunas anécdotas de mi madre. A pesar de eso puedo entender que clase de cambio es ese. Siempre estuve rodeado de mi familia ruidosa en casa, y para cuando decidí mudarme solo al empezar la universidad mi primer novia se fue a París y terminamos. Recibí un golpe doble al encontrarme viviendo solo y que me hubieran dejado.

Wolfram sonríe levemente aun decaído, el humor en general es soportable pero es un tema que a ambos nos agobia a nuestro modo.

—Cuando uno está acostumbrado a la gente estar solo es complicado. Pero yo me sentía solo incluso rodeado de personas desde hace bastante tiempo —dice seriamente—. Mi vida allá... no se como describirla sin entrar en demasiados detalles. Estaba llena de responsabilidades sociales vacías. Nunca me había dado cuenta del todo porque era lo único que conocía, pero la disconformidad comenzó a pesarme cada vez más con la edad y al no saber escapar de la situación creo que eso fue lo que desató el resto de mis problemas. Probablemente estuve padeciendo depresión desde hace mucho tiempo y no lo sabia, fui consciente de que algo estaba realmente mal conmigo cuando todo colapsó de repente. Vine aquí terriblemente enojado, pero las dificultades de estar en este lugar me hicieron cambiar rápidamente. No quiero sonar egocéntrico diciéndolo yo mismo, pero comparado a antes creo que ahora soy mejor persona.

Me quedo pensando un  momento con una mezcla de sus comentarios sobre si mismo y mi reintrospección personal.

Es egoísta ponerme a hablar sobre mi mismo cuando es su momento pero necesito dejar salir las palabras. —Pensé que llegué a acostumbrarme a estar solo, incluso que me gustaba. Me dijiste una vez que me veías deprimido en el trabajo, Ken también lo dice a menudo pero nunca lo tomé en serio. Siempre encontraba algo para justificarlo. Si me enfermaba al día siguiente, seria culpa de eso, o si el día estaba feo se me contagiaba el sentimiento, o tal vez había pasado algo malo justo en ese momento. Siempre había una buena excusa para mis cambios de humor repentinos. Pero he estado pensando y empecé a considerar tomarlo más en serio.

Dicen que el paso más importante es aceptar lo que a uno le pasa para poder resolverlo. No estoy seguro de asimilar nada aun, pero últimamente he estado pensando mas en serio sobre todo esto. Tal vez es la edad como ha dicho antes.

Wolfram no se toma a mal mi interrupción que ha cambiado el centro de atención hacia mi. Me hace sentir peor cuando se acerca un poco y con el control remoto aun en la mano pasa el brazo tras mi cuello abrazándome levemente. Nos tomamos un momento en esta posición entre conversaciones hasta que habla de nuevo.

—¿Aun te sientes solo o deprimido? —me pregunta—. No tienes que pensar demasiado la respuesta o contenerte, puedes ser sincero.

Me toma un momento responder.

—Si.

Wolfram no dice nada y no se si espera que continúe, pero no tengo nada más que pueda decirle.

—A veces yo también —agrega sincerándose aun más de lo que ya ha hecho.

No hablamos más después de eso, pero la compañía que nos ofrecemos el uno al otro es suficiente. El ambiente reflexivo se extiende mientras miro sin mirar la televisión y no estoy seguro de que él le preste atención tampoco a lo que sucede en ella.

A pesar de este ambiente extraño y un poco tenso, esa noche me voy a dormir sintiéndome más ligero, y no ha sido solo a causa del sexo.

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Continuará...

 

Notas finales:

¡Hola a todos! Muchas gracias por todos sus comentarios, me alegra que aun haya tanta gente que siga esta historia. Como siempre les digo, sientanse libres de compartir conmigo cualquier cosa que quieran decirme, incluso las criticas son muy bienvenidas.

Este fue un capítulo de transición, pero es la introducción a otras nuevas cosas que se van a ir desarrollando en capítulos siguientes. Wolfram empieza a tener mucho más protagonismo a partir de este momento.

Espero hayan tenido unas lindas fiestas y un buen comienzo de año, y sino, pensemos que justamente es solo el comienzo xD


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