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Enredos de oficina por RedGlassesGirl

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Enredos de oficina – Capítulo 17

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El color rosado recubre el camino y los rayos del sol marca horizontales ases de luz perfectos mientras pequeños pétalos de cerezo descienden uno tras otro. El viento que se levanta de repente es agradable y revuelve mis cabellos mientras camino empujando mi bicicleta el ultimo trecho hacia la salida del colegio. A dos cuadras del lugar me espera mi compañero más chico.

Comienza a hacer calor en primavera y tras un día completo en la escuela me siento transpirado con la ropa calurosa enclaustrando mi cuerpo. Usualmente para esta hora tendría actividades en el club y me quedaría un tiempo extra con gusto. Al terminar, tontearíamos con otros miembros mientras abarrotamos las duchas de la escuela.

Pero yo ya no puedo hacer eso.

El chico en la esquina mira el piso con el cabello lacio un poco largo cubriéndole parte de las mejillas. Su figura menuda está levemente inclinada pero no llega a apoyarse en la pared. Es esa postura un tanto ensimismada que probablemente fue la causa de hacerlo ver débil ante los chicos mayores e incluso los profesores. Hoy no está vestido con el equipo de béisbol del colegio al que estoy acostumbrado verle sino con el mismo gakuran que yo y su mochila colgada al hombro.

Él luce ausente a la distancia, por momentos no puedo definirlo. Esto es un recuerdo. Un recuerdo dentro del sueño.

—¿Esperaste mucho? —pregunto y siento que mi voz proviene de otro lugar, tengo cierta incapacidad para enforcar los rostros de la gente a mi alrededor entre una bruma blanca poco clara para mi mente.

—No, está bien —responde y sonríe.

Soy consciente de que mi yo del pasado está sumamente contento aunque guarda silencio, embelesado con la sonrisa algo infantil de este chico que hasta este momento ya no rondaba mis recuerdos.

Se que él aun está en el club de deportes, probablemente ya han terminado las actividades. Recuerdo vagamente esta época, pronto será la ceremonia de despedida y recibiré un diploma por terminar la secundaria baja.

Ya no soy parte del equipo desde hace tiempo. He golpeado al entrenador. Lo golpeé por este chico y por muchas otras frustraciones. Lo que había olvidado es la sensación que sentía en secreto al caminar por la leve empinada del colegio entre arboles de cerezo empujando mi bicicleta con alguien a mi lado.

Me gustaba este chico.

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Me despierto de vuelta con treinta y cuatro años en vez de quince boca arriba en mi cama destapado. Los rayos del sol me molestan los ojos al intentar entornarlos, ayer a la noche he olvidado las cortinas medio abiertas. ¿Qué hora es? Espero que no demasiado temprano ya que es Sábado y no tengo por que cumplir horarios.

Mi viejo reloj G-shock de edición limitada marca las ocho treinta. De hecho, para mis estándares incluso en días libres esto es más o menos tarde.

Me decepciono levemente al darme vuelta y encontrar la silueta del hombre a mi lado de espaldas. Wolfram es un abrazador compulsivo. No creí que algo así existiera hasta conocerlo, es una persona incapaz de dormir si no está enroscada en lo que tenga a su lado, excepto hoy que parece que no le importa mucho.

Me doy la vuelta hacia él y paso mi brazo por su cintura entre las sábanas que se ha robado por completo y viste desprolijamente enroscadas. Su cuerpo está caliente, me doy cuenta de que es a causa de que yo estoy demasiado frío. No hace tanto calor dentro de casa como la vista soleada en el exterior da a entender.

Recuerdo fragmentos de mi sueño que a su vez era un recuerdo. También recuerdo otro comentario de Murata ya pasado casi medio año cuando estaba en secundaria alta y nos volvimos amigos. "Esa chica con la que saliste en vacaciones al terminar secundaria baja, la del pelo corto". Yo siempre he respondido que era un chico, solo un compañero de equipo.

Me pregunto ahora que tanto de eso es cierto.

Con la nariz apoyada en el cuerpo tibio de lo que nadie podría confundir con una mujer, cuestiono mi sexualidad con toda la calma que pensé que no tenía. Yo mismo no estoy sorprendido, aunque si me impresiona un poco como he anulado algunos recuerdos. Siempre he tenido presente mis errores de aquella época, golpear un profesor es algo que ha quedado inmortalizado en mi récord, pero a pesar de que usualmente diría que lo hice —o tal vez no— por un compañero... no recordaba bien que pasó con él después de eso.

Me pregunto por qué. Aunque creo que la respuesta es un tanto sencilla y estaré algo molesto de admitir que algunas cosas que me dijo Muraken tenían mucho de cierto. Pero no tengo por que ir tan rápido respecto a eso.

Muerdo el hombro de Wolfram para ver si está despierto. No lo está para nada, así que aun algo soñoliento me pongo obsceno y bajo la mano por su flanco izquierdo. Le gusta dormir contra la pared porque cuanto más contenido esté mejor para él, así que puedo aprovechar y acorralarlo sin que sea consciente de ello.

Salí con ese chico. O debería decir que "salí" y agregarle unas buenas comillas. Recuerdo que estaba confundido al respecto, pero también se me hace claro que esa confusión tenia mucho que ver conque me gustaba y hasta cierto punto tomé nuestras salidas de amigos bastante en serio. Y por lo poco que vuelve a mi mente ahora, él también tenia ciertas intensiones. Recuerdo que era complicado pretender mientras se leía claramente el ambiente lleno de dudas. Y eso fue todo, porque en realidad nunca pasó, nadie dijo nada y poco tiempo después dejamos de vernos.

Yo comencé secundaria alta en otro colegio, impopular y sin novia... Mirando demasiado a los compañeros en los cambiadores de hecho. Rayos, ¿por qué no recordaba tampoco eso? Solo tuve una que otra conversación con un ex compañero del club de secundaria baja tiempo luego, y creo que hubo una sensación parecida a con este otro chico menudo que recordaba una chica, pero este senpai no era para nada femenino.

Trabajaba en una panadería, hice un día a medio tiempo algo obligado, salimos en navidad a entregar regalos juntos... Cierto. Hasta ahí llega el recuerdo, no volví a verlo luego de eso. Fue alrededor de esa época en la que conocí a Asami, aunque en realidad ya la conocía de secundaria baja según ella y Ken, pero no la recuerdo.

Que me pasa, cuan despistado era de chico. O es que debería ir al médico y preocuparme al respecto.

Con la mente en mil cosas pero dudando seriamente de haber reprimido esto por otras razones que recién ahora cobran más sentido, me enfoco en mi compañero. Estoy bien con esto. Lo he estado desde que empezó y ahora también, y se que lo estaré pasado un tiempo. No hay nada de lo que arrepentirme de lo vivido hasta este punto, ni tampoco nada de lo que arrepentirme en la decisión de comenzar algo nuevo que me daba miedo.

No hay duda de que me gusta mucho este hombre, solo de estar acurrucados y tocarlo un poco la latente dureza mañanera se vuelve consciente. Debería levantarme, bañarme, afeitarme y hasta podría salir a correr porque él seguirá durmiendo un largo rato de seguro.

Mi lujuria puede más, la tentación de sentirme excitado con él ya desnudo delante no ayuda. Sin dudar, me estiro ahora para buscar un condón y el lubricante que han quedado desprolijamente tirados sobre la mesa de noche a mis espaldas. Coloco todo bajo la almohada como quien guarda el secreto por si fuera rechazado antes de concretar sus planes.

Bastante libre de culpas, vuelvo a mi posición anterior tras él. Observando por sobre su hombro, está frito, Wolf duerme tan profundamente que me daría pena despertarlo si no fuera que se que en realidad ha descansado bien y es un perezoso. Siempre que puede duerme de más, es una mala costumbre que tiene.

Acaricio la piel desnuda descubierta y luego entrometo las manos por debajo de las sábanas tirando para aflojarlas un poco. Al lograr destapar su espalda y su trasero puedo pegarme a él por completo, deshaciéndome de la molesta tela para también poder acariciar desde su estómago hacia su pecho entre sus brazos enroscados maá arriba. Wolfram cambia de posición un poco, llevando las manos debajo de las almohadas y volteando más los omóplatos, pero no se queja.

Divertido, vuelvo a tocar su estómago a ver si le da cosquillas y obtengo una pequeña reacción. Con la mente más obsesiva por el sexo, froto mi pene entre sus nalgas suavemente mientras acaricio y aprieto sus muslos. Puedo sentir el suave bello en ellas y luego el grueso y enrulado de su entrepierna.

—¿...Qué hora esh? —pregunta Wolfram con una voz soñolienta que nunca le había escuchado. Es muy simpático, me recuerda un poco a cuando arrastra las palabras si ha empinado demasiado el codo.

—Temprano.

—No moleshtes...

Río por lo bajo pero me niego a dejarlo tranquilo. A fuerza de insistencia, se estira sobre las almohadas y separa un poco las piernas mientras esconde su rostro entre el cabello ondulado del color de la miel. Su pálido cuello está expuesto así que lo beso. Los huesos de su espalda sobresalen al estirar un poco el cuerpo, me gusta sentirlos, así como los respetables músculos que delineo con la yema de los dedos.

El suave vaivén le hace ronronear suavemente, se que está dándome permiso a regañadientes. Subo la apuesta e intento convencerlo acariciando su lánguido pene, pero no tengo mucho éxito y tras un considerable tiempo de lucha me doy por vencido.

Me mira de reojo casi sin querer abrirlos por la luz cuando me alejo, pero el ruido de la tapa del lubricante lo hace suspirar como refunfuñando exageradamente. Así es, no es una retirada definitiva, es simplemente estratégica.

Se que le gusta lo que hago con mis dedos, estoy al tanto de cada reacción pero aunque intento espiar por sobre su hombro se esconde más entre la almohada y el revoltijo que es la cama en este momento. Suspira y gime quedadamente mientras lo penetro con los dedos, no es realmente necesario todo este trabajo previo pero quiero asegurarme de convencerlo. Lo noto impaciente gracias a mis exageraciones, con la columna arqueada y los muslos tensos. Dejo de jugar y me coloco el condón diestramente, sin perder más tiempo que acariciándome dos veces antes de ponerme en posición y empujar dentro. Lo hago suavemente, meneando las caderas despacio y abriendo mas sus piernas al empujar con una rodilla.

Recostado parcialmente sobre él, tironeo aquí y allá, indicándole como deseo que se coloque. Wolfram disfruta sin resistirse a nada y lo escucho respirar agitado pero solo veo su mata de cabellos. No me molesta hacerlo de este modo, ayer el trabajó mucho, hoy es un equivalente a eso.

Me doy rienda suelta penetrando a gusto, me encanta la sensación que genera en mi pene erecto. Ha pasado mucho tiempo desde que tengo un rápido matutino así que tengo que saborear cada momento. Sin darme prisa, aumento el nivel conforme a sus reacciones. Ya que me ha permitido disfrutar de su cuerpo, lo mínimo que voy a ofrecerle es llegar al mejor momento.

No resulta tan sencillo como lo ha sido otras veces. No es un secreto que a Wolfram le encanta esto, usualmente el lidera con precisión si es que desea acabar sin mucho esfuerzo. Hoy me está dejando la toma de decisiones completa a mi, y al parecer aun no consigo hacerlo del modo correcto.

Tras un leve cambio de posición, obtengo una buena respuesta. —Así —me indica breve con voz grave.

No me arriesgo a nada y llevo una mano al frente estrujando sus testículos ahora más rigidos y comienzo a acariciar a mitad del tronco suavemente. Al notar que está surtiendo efecto y la agitación sube varios niveles, pongo más énfasis en el empuje de mis caderas así como mis dedos. No me es fácil coordinar, prefiero mantener el ritmo contante y aburrido que perderlo por completo.

Apretado contra la pared por cuenta propia al desplazarse levemente entre vaivenes, su orgasmo no es fuerte pero cumple el cometido. Me encargo de entrometer mis dedos para aminorar el desastre sobre la pared o las sábanas pero pierdo mi interés en ello cuando tengo que concentrarme en mi propio placer. Me dejo ir por completo y con dos empujones más me vengo apretando las nalgas y mi pelvis contra su cuerpo.

Él está knock out después de esto. Si ya tenia sueño, ahora realmente me palmea la mano cuando toco demasiado su cuerpo para echarme.

—Déjame limpiarte —me rio.

Ya has tenido lo mejor de mi y ahora no me quieres, ¿cierto? No tardo mucho en desechar los pañuelos de papel y desaparezco de la habitación directo al baño para una rápida limpieza aunque aun no planeo entrar a la tina. Tomo la ropa deportiva que tenia cerca de la cesta para lavar con dudas de que tan limpia esté, pero parece que usarlas una vez más no matará a nadie. Estoy revitalizado y con bastantes energías.

Hago una rutina de estiramientos bajo el rayo del sol caliente que promete quemar el asfalto a medio día y extiendo la ruta normal al trote unas cuantas manzanas extras. Luego de una vuelta por el parque donde hay un par de personas paseando sus perros, hago un par de estiramientos más y aprovecho las barras para ejercitar los brazos, con esto el combo está completo.

Al volver a casa voy directo a encender el calentador para el ofuro y luego a la heladera a conseguir algo para beber fresco. El baño es completamente revitalizador y me gusta la sensación de limpieza al haberme higienizado a fondo. Siento los poros abiertos y el cuerpo completamente fresco, además de esa sensación de languidez que te cala hasta los huesos gracias al agua bien caliente.

En el comedor, descubro a Wolfram sentado en la mesa de la cocina leyendo el diario. Está en boxers, pantuflas y una remera de entre casa comiendo una tostada que lleva demasiada mermelada encima.

—¿Quieres sandia? Está fría —me ofrece.

Al aceptar, él se levanta para sacarla de la heladera entera y la corta para mi sirviendo un plato en el medio de la mesa. En vez de café, me sirve un vaso de jugo completo. Todo esto corre por cuenta suya.

—Siempre que vienes traes fruta últimamente, no sabia que te gustaba tanto.

—Es que dicen que al visitar una casa ajena aquí en Japón traen fruta como obsequio.

Me río. —¡Eso es como para cuando visitas un enfermo, un amigo que no ves seguido o a tus suegros!

—¿A si? —duda, descolocado y algo decepcionado como siempre.

Wolfram, tu lado infantil es completamente adorable.

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A pesar de haberse levantado tarde, mi amante, novio y compañero comienza su día con empeño. Ha dispuesto sus cosas en la mesa del living que no suelo usar ya que prefiero la mesa baja junto a la tele. Se lo ve cómodo con los muebles más occidentales, y ahora vistiendo un par de pantalones a la rodilla y un polo luego del baño se lo ve mucho más serio.

Su portátil desplegada muestra un programa de diseño, y junto a ella se esparcen algunas libretas y un manojo de papeles sobre la madera. Todo el espacio ha sucumbido a su merced y él se mueve con la misma confianza con la que ha usado mi cocina hace una hora para servir el desayuno.

Lo noto raro, de vez en cuando lanza miradas furtivas por sobre su hombro aunque continua con sus tareas sin decir una palabra. Yo ando holgazaneando por la casa, y luego de dar muchas vuelta he hecho una que otra pequeña tarea del hogar como poner a lavar una muda de ropa. Tengo una buena excusa para mirar la tele o jugar algún video juego mientras espero que termine el ciclo de lavado.

En vez de eso, decido acercarme al notar estas pequeñas actitudes que me llaman la atención. Sin decir nada, merodeo la mesa a la cual rara vez me acerco y termino por pararme a su lado para observar sin mirar mucho las anotaciones y los bocetos borroneados en sus papeles.

Sonriendo, me lo quedo mirando directo cuando después de observarme varias veces termina por voltear a verme. Por su expresión algo conflictuada ahora siento más curiosidad al respecto. No tengo tiempo de esperar algo malo, porque habla de repente y lo que dice hace que se me vayan las cejas hasta el nacimiento de los cabellos.

—Mañana es mi cumpleaños.

—¡¿Qué?! No, espera, ¿qué? —los ojos se me abren bien redondos de repente—. Mañana como mañana, ¿de mañana?

—Si. Treinta y uno de Marzo.

—¿Cómo puede ser? ¡¿Por que no dijiste nada antes?!

—Te iba a decir ayer pero al final no me dejaste porque te pusiste a preguntar cosas.

—¡Ayer u hoy es lo mismo! Deberías haber avisado muchísimo antes. Estas cosas se dicen con tiempo.

—Nunca me preguntaste —dice tranquilamente, y tiene un punto siendo que hace tanto nos conocemos—. Pero es que no desespera, no me importaba tanto el cumpleaños. Aunque se que si te lo decía cuando ya hubiera pasado me recriminarías peor.

—¡Sin duda!

La conversación muere cuando me quedo en blanco gracias a esta inesperada noticia para la cual mi estúpido cerebro no sabe como armar planes. ¿Qué le gusta? ¿Qué le regalo? ¿A dónde lo llevo? Mierda, tantas opciones y se supone que lo conozco mejor que nadie, ¡pero no se me ocurre nada rápidamente!

Wolfram suspira. —No tienes que quemarte el cerebro pensando sobre esto. Sabia que ibas a exagerar pasara lo que pasara.

—¿Qué hay de malo conmigo por interesarme en eso?

—¿Qué hay de malo contigo? Usualmente, todo, pero eso no viene al caso —me dice sonriendo como si asegurara "de todos modos te quiero"—. No hace falta hacer nada especial.

—Aun tengo un día, déjame pensar al respecto. Y como mínimo necesito conseguir un regalo. Agh, solo déjame pensar mientras sigues con eso.

Antes de que me ataque la desesperación intento calmarme, él me mira resignado como siempre que tiene algo que reprochar pero se ha dado por vencido.

Cambio el tema para intentar relajarme a la fuerza. —¿Y qué es eso que estás haciendo?

Genuinamente contento por mi interés Wolfram despliega su sonrisa del millón de dólares. A veces es mucho más simple de lo que uno esperaría de su apariencia, pareciera que mi atención es mejor regalo que cualquier cosa que se me ocurra comprarle en este momento.

Saca algunos papeles debajo de la pila, en ellos hay garabatos en lápices de colores que son bastante... particulares.

—Estoy diseñando una mascota para un evento. Ya hice dos, y me queda terminar esta. —Me muestra los originales y otros dibujos en la portátil, entonces hace la pregunta que estaba temiendo—. ¿Qué te parece?

No es la primera vez que una pareja me dispara a quemarropa algo como eso. Soy experimentado, pero no a prueba de balas. En este segundo y medio que tengo para decidir que rayos decir sobre algo que no comprendo hay un 50% de probabilidades de que falle miserablemente.

Sus mascotas son raras, no entiendo absolutamente nada. No hay manera de que lo entienda, pero lo apoyo completamente. Mi actitud es sincera, se supone que es parte de ser una pareja el no entender algunas de las cosas que hace o lo que le gusta al otro, pero si tolerarlas o incluso incentivarlas si se da el caso. Con toda mi humildad, juego a la lotería con un comentario al azar.

—Los colores son... contrastan muy bien.

Hasta sus ojos verdes se iluminan de lo contento. —¡¿Verdad?! Los querían muy llamativos así que decidí eegir estos.

La pobre criatura que aparece en la pantalla es indescriptible. Tiene el cuerpo de un conejo de peluche hecho con calcetines en primer grado al que no le pusieron manos mezclado con el rostro de mi vecina, esa vieja gruñona de siempre.

—Y en este otro me parecen... interesantes los... ojos. Bah, toda su cara es interesante. Una en un millón diría yo...

¿Y son esas las manitos o las orejas? No tengo ni idea. La confirmación sobre mi comentario llega de inmediato.

—¡Les gustó mucho la cara de este en particular! —Cielos, está tan contento... y yo me pregunto quien demonios son ellos y que clase de gustos tienen—. Que bueno saber que realmente es original, tienen muchas mascotas viejas así que necesitaba crear algo diferente.

Diferente. Si, definitivamente es diferente a nada que haya visto jamás. Que es, no tengo idea, pero que es diferente si que lo es.

De repente, Wolfram aun sonríe pero se pone menos efusivo y mira fijo sus papeles. Alcanzo a ver entre sus cabellos el leve rubor en la punta de sus orejas que ha aparecido.

—Dijiste que querías llevarme a algún lado por lo del cumpleaños —comienza a decir con una pequeña pausa—. Pero... ¿no me acompañarías a un lugar al que yo te lleve?

—Quieres que te acompañe a un lugar. Claro, por supuesto. Si eso es lo que quieres. ¿Pero a dónde quieres ir?

Su timidez me intriga de repente.

—Hay un evento semi formal por la inauguración de la venta de estos diseños. Son apenas unos pocos más entre muchísimos productos que van a vender, pero como son de los más nuevos me han pedido ir personalmente al menos por unas horas. —Le resta importancia a su gran logro que definitivamente también debería haberme contado antes—. Hay un brindis y aperitivos incluidos durante el cierre —intenta mejorar la oferta como si buscara algo que considere más atractivo para mi gusto.

Me río sin poder aguantarme. —No tienes que intentar convencerme, ¡por supuesto que iré a un evento donde presentes algo que has hecho! ¿Por qué no me lo dijiste antes? Apenas me has contado que estabas haciendo, no tenia idea de que era tan serio ni a gran escala.

—No es a gran escala, son solo unos llaveros.

—No importa. Quiero festejar el cumpleaños así como también los logros que son igual de importantes.

—Yuuri...

Conmocionado y haciéndome sentir vergüenza de varias cosas que he dicho cuando no soy para nada un tipo cool, Wolfram toma suavemente mi brazo en un pedido silencioso. Me inclino levemente rodeándolo con los brazos y dejándolo hundirse en mi pecho.

Puede que hayas estado solo durante cierto tiempo, pero ya no hace falta que sigas de la misma manera. Ahora estoy yo para compartir esos momentos.

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Ese mismo día por la noche, Wolfram y yo nos encontramos caminando bajo las luces cegadoras del centro que hacen parecer que es de día, especialmente dentro del shopping.

Acabamos de hacer una parada en un café de apariencia lujosa y moderna que no encaja demasiado con los lugares a los que suelo ir, pero hoy he dejado que él me arrastre y elija todo lo que quiere. Como mañana es Domingo, su cumpleaños seria aburrido con todas las tiendas cerradas, así que le estoy dando los gustos por adelantado aunque no le he deseado feliz día para evitar la mala suerte.

Apenas hace unos momentos he comido un sándwich tostado y ya estoy mirando con anhelo un puesto pequeño en el centro del piso pensando si tendrían takoyaki. Mi glotonería se basa puramente en las proteínas, mientras que él acaba de tomar uno de los cafés mas dulces a los cuales he robado un sorbo. Algo con caramelo, leche condensada y crema. Me sorprende que tenga una sonrisa tan perfecta y nada de diabetes.

—Bien, ¿qué te gustaría comprar? —le pregunto sin rodeos.

Hemos llegado a un acuerdo. Como me ha avisado sobre la marcha, tuve que dar el brazo a torcer tras devanarme los sesos y aceptar su propuesta de que él elija su propio regalo. Ha insistido en que no era necesario y con salir a pasear o comer bastaría, pero no me sentía convencido.

En el tira y afloje usual cuando no estamos de acuerdo, a regañadientes terminamos por aceptar lo que al otro le ponga contento. Es una base bastante solida para esta relación que no tiene definido roles. Pero me gusta ser un par con Wolfram, me siento cómodo con esa clase de dinámica que antes no había vivido.

Él suspira y sonríe de lado como si hubiera estado esperando que me olvidase pero no lo he hecho.

—¿Qué va a ser? ¿Ropa, calzado, alguna herramienta de dibujo? O tal vez algo electrónico —digo mientras volteo a ver las tiendas cercanas.

En todos los pisos predominan las prendas para vestir que yo jamás podría usar pero quedarían bien en él de seguro. La clase de ropa en este lugar es demasiado perfecta y brillante como para siquiera pensar en como luciría con eso puesto y menos que menos en su mantenimiento. Soy demasiado inquieto y dejado como para andar cuidando esas pulcras prendas.

Pero me es fácil pensar en Wolf vistiendo algunas de esas camisas o pantalones, incluso los sweaters. Es primavera, así que debería dejar de mirar abrigos y camperas en oferta fuera de estación. Y después de todo, es él quien decidirá que le gusta y donde comprarlo.

Termino por acompañarlo a una tienda para hombres cercana bastante grande. Ropa será entonces.

Mientras yo observo curioso alrededor con las manos en los bolsillos, el revisa todas las prendas colgadas en las perchas. Nos han saludado al entrar pero al parecer aquí es autoservicio. Los cambiadores están en una pared pintada de oscuro con plantas más al fondo, y la marca que no reconozco sobresale de la pared con luz indirecta alumbrando de fondo.

Me siento con un poco de nervios y sin tocar mucho en un pequeño sillón de cuero individual que parece salido de una película. Todo aquí es ostentoso, pero no me doy cuenta del peligro hasta que es demasiado tarde.

—¿Esta o esta? —me pregunta a mi Wolfram apareciendo desde un costado con dos camisas en las manos.

—El azul es mi color favorito —respondo sin pensar, una de las dos que tiene en las manos es un celeste menos oscuro que el azul de los Lions.

Wolfram no lo piensa dos veces y me extiende la que he elegido descartando la otra color camello.

—¿No te lo vas a probar?

—Ya lo hice, estas dos son las que mejor me quedan.

—¡Que rápido!

Es una nueva sensación que me ha tomado por sorpresa. ¿No más demoras de horas dentro de una tienda? ¿En serio? Los beneficios de esta relación me están resultando increíbles. No querré acompañar a comprar algo ni a mi madre después de esto.

Entonces me azota la realidad cuando giro la etiqueta de la prenda en mi mano y veo el precio. Si hubiera estado tomando algo, me hubiera atragantado y muerto en el proceso.

—¿Qué pasa? —me pregunta Wolfram y cuestiona después de un momento—. ¿Demasiado caro?

A mi parecer, se les ha escapado uno o dos ceros aquí en el número, pero cierro los ojos y le extiendo la prenda sacando mi billetera.

—Solo tómalo antes de que lo piense dos veces. —Doy de baja mi cerebro por completo y directamente pago con tarjeta

Al salir, Wolfram lleva en la mano una elegante bolsa de cartón con manija de cuerda, y yo me pregunto como hace toda esta otra gente para caminar con las manos llenas de varias de ellas.

No es una vida con estándares a los cuales me sienta acostumbrado, así que mientras paseamos pienso en mandarle un mail a Ken para que me ayude a planear una fiesta de cumpleaños. Hoy a su gusto, y cuando todos a los que pudiéramos invitar estén de acuerdo, otra día basado en el mio.

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La inauguración de su trabajo toma más tiempo del esperado y ya estamos a mediados de Agosto. Estoy un poco decaído porque aun no he podido conseguir que todos los demás accedan a una reunión de cumpleaños. A este ritmo se convertirá en una salida más sin nada de especial que la presencia de muchas personas allegadas a Wolf y no me gustaba tanto eso.

Pero no puedo ponerme a pensar demasiado en eso, tengo que prestar atención a mi compañero que viste elegantemente aquí a mi lado.

—Wolf, ¿estás bien? Te ves un tanto estresado.

—¿Estresado? No estoy estresado, para nada. Ni lo siento. Estrés, ¿que es eso? Soy el Master of the Stress, the Stress Master of All Masters. —Y lo dice serio como la piedra, igual que todos sus chistes.

—... Ok, eso es una estupidez como las que diría yo, así que asumo que estás bastante mal en este momento.

No hay mucho que pueda hacer por él, es inevitable. Lo observo rígido como un robot y a la vez nervioso en medio de esta reunión de gala que no es para nada "semi formal" como me había prometido. Por suerte le he hecho caso y he venido de traje como lo haría para el trabajo.

Por primera vez en mi vida, he terminado en una galería de arte. Y para colmo, en una inauguración.

El ambiente del lugar es impecable, hay flores en uno que otro rincón y las paredes blancas tanto de la entrada como de la enorme sala lucen enormes fotografías y otras piezas artísticas. No hace falta aclarar que no entiendo nada de esto. Veo a la gente ir y venir entre saludos y palabras bonitas como si todos se conociesen en un pequeño circulo amistoso. Quienes no conocen a otros, son inmediatamente presentados y parecen en su salsa.

Yo estoy junto a Wolfram, pero tengo una barrera de invisibilidad que me mantiene ajeno. No se me ha presentado a nadie ni yo he intentado acercarme desde la media hora que llevo aquí dentro al haber llegado. Estoy bien con eso.

—Hubiera pensado que estarías acostumbrado a eventos como este —le comento a Wolfram casual. Espero que el hecho de que estoy relajado se le contagia de algún modo.

—Si, un poco.

—Ehh. Entonces ¿por qué estás tan nervioso? No se por que hoy no lo estoy, estos eventos estirados suelen hacerme sentir mal, pero si tienes más costumbre de haber asistido a lugares así deberías tomártelo con mucha mas calma.

—No lo sé. Probablemente porque estoy exponiendo.

—Ah, claro. Eso si que no podría entenderlo. —No quiero meter la pata, así que mi apoyo moral se torna silencioso y le sonrío—. ¿Quieres algo para beber?

—Si, por favor.

—¿Alcohol o...?

—Vino.

Dudo un segundo si es una buena idea, pero Wolfram siempre ha gustado del vino, especialmente el tinto. Se que en su casa toma antes de dormir de vez en cuando, y ha traído una botella un par de veces a la mía para la cena. Confío en que sabe lo que hace y solo busca relajarse, así que me acerco a la mesa dispuesta más cercana y le llevo media copa.

Sus ojos verdes parecen cuestionar la cantidad que he elegido, pero no soy amante de esta bebida y no tengo idea sobre los detalles de la etiqueta al servirlo. No es que lo estuviera dosificando, soy consciente de que tiene más resistencia que yo respecto a las bebidas alcohólicas. Nunca me anotaría en una competencia con este tipo.

Un contingente de chicas bastante jóvenes entra de repente, no parecen la clase de público que asistiría a una muestra sofisticada. Aunque están vestidas bastante coquetas, se ven más casuales que el resto.

¿Qué pasó, había otro horario de llegada o algo? Como fui citado por Wolf a cierta hora respeté eso, pero nunca tuve que presentarme porque él me estaba esperando en la puerta. ¿Será que soy un invitado VIP por primera vez en mi vida?

Una mujer que asumo tiene alrededor de nuestra edad o un poco menos se acerca a nosotros de inmediato desde el otro lado de la galería. Viste un traje ajustado con pollera hasta la rodilla color crema sin escote, el cuello recto va de hombro a hombro y un simple colgante de perla me llama la atención junto a sus aros.

—Bielefeld, apresúrate que es la hora. ¿Recuerdas lo que te dije?

Wolf, terminándose la copa de un trago suspira con gesto mas cansino que nervioso. —Me paro junto a las dos piezas durante el discurso inaugural y luego me siento en la mesa que está al otro lado para que la fila no corte el paso. —Parece estar repitiendo palabras de otro que asumo fueron dichas demasiadas veces.

Cuando la mujer me ve aun rondando cerca, me hace una reverencia leve y duda, pero está apurada y extrañamente no se presenta. O es el cliente o una manager, es notable que está muy envuelta en la parte de coordinación.

Sigo a Wolf que de repente está muy calmado. Al observarlo de cerca y con cuidado, me doy cuenta de que es muy bueno actuando su cara seria, pero su vista fija en cualquier lugar y su falta de expresiones lo delatan ante mi. Al menos sabe lidiar con su nerviosismo de buena manera, lo hace mejor que yo inclusive. Espero que esa copa de vino haya servido o haga efecto pronto.

Cuando me mira de reojo un momento antes de irse hacia el lugar que debe, su fachada se desmorona en sus ojos por un momento. Me río de él levemente y al notar que entiendo como se siente se le termina contagiando una sonrisa.

Hay dos grandes impresiones muy coloridas y extrañas en la pared a cada lado de donde se paran unas cuantas personas incluyéndole. No recuerdo haber visto esas con fondo, pero si a las dos mascotas principales en ellas. Luce como si el camión que transportaba arte abstracto de un museo de París hubiera chocado contra uno de Sanrio. El fondo de colores psicodélicos me genera sensaciones más extrañas que los propios personajes.

Wolf dijo que tenia que hacer algo original, y tengo que concederle eso por completo. No entiendo ni mierdas, darling, pero te apoyo cien por ciento.

La mujer me observa sonriente mientras habla y da una pequeña introducción acerca de la galería, una que otra persona importante y el hombre mayor a su lado que es el siguiente en continuar. Es un típico discurso sobre esto y aquello, felicitaciones, y alguna que otra alabanza a la compañía que ha solicitado el pedido. No dan muchos detalles, pero al parecer se trata de una empresa de publicaciones de cierta clase en papel, hay un par de revistas en el stand donde asumo que sentarán a Wolfram luego.

Todo esto me recuerda un poco la firma de autógrafos a la que fuimos hace tiempo sobre nuestra novela favorita. No sabia que tenía que firmar nada, es raro de un artista que apenas empieza...

Entonces me doy cuenta. Ato los cabos con una rapidez que me asombra y que me hace pensar si he absorbido telepáticamente algo de la inteligencia de Ken en todos estos años.

La manager junto a Wolf toda sonriente, un grupo de chicas jóvenes demasiado arregladas que no para de crecer, el recuerdo de hace unas semanas cuando Wolf me pidió que le sacara una foto fuera del edificio de la compañía con el jardín de fondo, era para algo en twitter y sobre este trabajo.

Miro los dibujos en la pared y luego a Wolf. En realidad... tiene mucho sentido.

Me siento horrible apenas pienso eso, pero es evidente que lo que están vendiendo no es su arte sino su apariencia. Extranjero, de buena altura, se viste bien, cabello dorado y ojos verdes deslumbrantes además de un rostro que iguala al de cualquier escultura griega. ¡Es un imán para las chicas!

Lo miro triste por dentro y me apena más verlo sonreírme encantadoramente. Su cambio de expresión hace que el pelotón de nuevas fanáticas hagan ese sonido que suelen hacer las chicas cuando se emocionan.

La calculadora mujer se pone más contenta, rayos, ella sabe lo que hace. Podría aprender una cosa o dos para el futuro de esto, aunque sigo pensando que me da pena y a la vez me parece algo tierno que Wolf no se ha dado cuenta.

El día de hoy, sin que nadie lo sepa, mi novio encubierto es una mercancía muy bien cotizada.

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Continuará...

Notas finales:

¡Hola a todos! Una actualización rápida, va a llover. Esta es la pequeña saga de la galería de arte jaja, no creo que dure mucho más que otro capítulo y luego tendremos la mini saga de la fiesta de cumpleaños xD

No tengo mucho para decir excepto que las mascotas que diseñó Wolf son una referencia a una serie muy vieja que hace años me sacó muchas risas, Jungle Wa Itsumo Hale Nochi Guu, un nombre increíblemente largo para una serie increíblemente bizarra. En esta loca historia que sucede en una selva, hay unas extrañas criaturas que no son para nada lindas, los pokute y los majonko, estos últimos echan mermelada roja por los ojos si los aprietas y luce... raro, muy raro. San google les ayudará a aquellos en plataformas donde no puedo agregar imágenes, los demás los verán aquí abajo a continuación.

Muchísimas gracias por su interés en esta historia y por todos sus comentarios. Como siempre les digo, me encanta leerlo e incluso las duras criticas serán bienvenidas para esta o cualquier otra historia que deseen leer. ¡Nos leemos la proxima!


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