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Enredos de oficina por RedGlassesGirl

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Enredos de oficina – Capítulo 19

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La situación en la que he terminado esta noche es un tanto particular.

Como un hombre joven en la flor de su vida, he vivido cierta cantidad de experiencias interesantes hasta la fecha, pero no destaco por ser demasiado osado sexualmente. Es por eso que lo que sea que Wolfram tiene en mente me perturba un poco.

Escondo mi nerviosismo bastante bien, completamente a la expectativa de qué hará el hombre sentado sobre mi regazo. Wolfram también parece expectante por mis reacciones, tomando mis manos y juntándolas entre nosotros. Sus ojos verdes me miran directo cuando mi propia corbata se enrosca levemente en mis muñecas.

Ya ha hecho la pregunta con su mirada y yo le he seguido el juego, así que cuando habla aparenta una nueva clase de seguridad.

—Hay que aprovechar el cambio de ambiente y lugar.

—Nunca hice algo como esto —admito con tono neutro.

—Bueno, entonces esta será la primera vez.

Su sonrisa es un poco contagiosa, aunque aun me siento nervioso. Lo único que me mantiene bastante cómodo es el hecho de notar que la mera idea de hacer algo así es nueva para Wolf también.

Hasta ahora hemos tenido sexo bastante seguido y conozco algunas de sus mañas, pero nuestros juegos no pasan de una esporádica pseudo llave de lucha libre o forcejear para restringir los movimientos del otro con las manos. Todo eso siempre resulta bastante sexy, no tengo ninguna queja.

La corbata termina enroscada entre mis muñecas con las puntas atadas a una de las caladuras que decoran la madera de la cabecera. El nudo parece sencillo de desatar, y de hecho, como no está realmente atado a mis manos podría liberarlas si las llevo hacia atrás aflojando un poco las tiras. Queda realmente en mí seguir con el juego.

Wolfram me deja un momento tras mirar alrededor, decidiendo acondicionar el ambiente al cerrar la ostentosa tela semi transparente de color rojo del dosel alrededor de la cama. Noto que esto es más un detalle que le gusta a él que algo para que yo disfrute, porque la segunda corbata me tapa los ojos mientras lo ultimo que veo es su sonrisa.

—Esto también es nuevo —comento no muy convencido.

—No empieces a quejarte cuando ni siquiera hemos comenzado por favor. No necesitas entrar en pánico por algo como esto. Voy a buscar un par de cosas al bolso, ya vengo.

Él parece querer mantenerme tranquilo avisándome su movimientos, especialmente si se aleja. Pero estar con los ojos vendados hace que hayan menos cosas que distraigan a mi cerebro para pensar tonterías.

—Oye. ¿No viste esa película? Esa donde algo muy parecido a esto termina saliendo muy mal. En realidad en la película eran unas esposas de metal, así que era más complicado de sacar sin una llave. Y la protagonista tampoco estaba vendada, pero a pesar de eso yo me siento con un poco más de suerte porque esto está bastante flojo...

—Cállate. —Apenas siento el peso de Wolfram sobre la cama una mano me aprieta los labios por un pequeño instante, luego su dedo se posa en mis labios mucho más seductoramente—. Si no paras, voy a conseguir algo para hacer una mordaza. Y créeme que no te gustará porque lo único que tenemos que podría servir son las medias.

—Me callo.

—Bien.

No han pasado aun tres segundos, así que intento hacer una última pregunta curiosa y tonta pensando que no está mal.

—¿Pero viste la película o no? ¡Ay!

El pellizco debajo de mis costillas me indica que no era una buena idea.

—¿Qué parte de que cierres la boca no entiendes? Si no vas a decir algo sexy o hacer una pregunta de verdad, deja de decir tonterías que arruinan el momento. Y no, no he visto la película, pero sé que libro es.

—¿...Es un libro? No, no, no, espera. Me callo.

Creo que he zafado por los pelos, no necesito verlo para sentir la mirada penetrante cuando está enojado conmigo. Tengo que darle crédito, siendo que ya estamos desnudos y en la cama uno pensaría que ya es momento de cambiar de actitud. Es solo que suelo ponerme muy nervioso ante eventos inesperados.

—¿Estás cómodo? —me pregunta Wolfram.

—Si.

A medio sentar contra la cabecera y con las almohadas tras mi espalda, mis manos se encuentran suspendidas sobre mi cabeza con mi propia fuerza, la tela no se encuentra tirante. Me muevo un poco intentando apoyar los brazos en algo, terminado por colocar las manos tras mi nuca toscamente.

Se ve que Wolf no está convencido al verme inquieto, tirando de mi cuerpo e indicándome bajar más. Al apoyar la cabeza en las almohadas y los hombros en la cama siento alivio.

—¿Mejor? No mientas, no tiene caso todo esto si no estás cómodo.

—No mentí.

—Si no estás seguro de algo también tienes que decírmelo, de otro modo no puedo saberlo —indica Wolfram.

Comienzo a estar demasiado consciente de mi desnudez en frente suyo. El calor que se me sube al rostro también es a causa de que sea tan considerado.

—Te diré si no estoy cómodo.

—Bien.

Estoy expectante y curioso sobre todo lo que él hace. Es verdad eso que dicen de que dependemos demasiado de la vista. Siendo todo oscuridad a mi alrededor al cerrar los ojos bajo la venda, esfuerzo mi sentido de la audición para compensar mis limitaciones. Agudizando el oído, estoy al pendiente de cada roce de las sábanas y sonido que no puedo descifrar, intentando armar a Wolfram en mi mente junto a sus movimientos.

Comienza con algunas caricias que se sienten bien pero no son particularmente excitantes. El leve masaje afloja una tensión que pensé era inexistente, dándome cuenta de que debo relajar mi cuerpo si quiero que esto realmente funcione. De otro modo también echaré a perder los resultados del hidromasaje.

No puedo decir que sea un gran fan de esta idea aun, pero tampoco me desagrada del todo. Debe ser que estoy del humor correcto. Además, no es un juego de roles al cual no puedo seguirle el paso porque carezco de talento actoral, ni tampoco es nada extremo que me haga sentir rechazo inmediato. De hecho, estoy realmente cómodo si él me mima de esta manera, sus manos se sienten suaves y nunca había notado en tanto detalle la forma en que me acarician sus dedos.

Cuando se concentra en uno de mis lugares favoritos, con las palmas en mis flancos bajando hacia los huesos de mis caderas, comienzo a realmente disfrutar un cosquilleo placentero. Pero la diversión se acaba pronto, Wolfram se levanta y se aleja.

—¿A dónde vas? —pregunto demasiado rápido, aunque mi tono de voz es normal.

Lo escucho resoplar una risita ante mi apuro.

—Estoy preparando unas cosas.

—¿Qué cosas?

Mis manos tiran un poco de la tela que las aprisiona y forcejeo levemente tanteando el largo.

—No te voy a decir.

—¿Por qué no? —me quejo.

—Es más divertido así.

Me siento decepcionado por su respuesta. Luego de una breve pausa y pensar un momento continúo manteniendo la conversación.

—¿No habrás comprado alguna cosa rara en una de esas maquinas expendedoras, no?

No se me da bien esconder el dejo de nerviosismo que me genera esta idea. Wolfram se ríe mucho más audiblemente a cierta distancia de la cama y contesta divertido.

—No vi ninguna cuando entramos. Pero si eso era lo que querías, lo recordaré para la próxima.

—Aun no creo sentirme preparado para dar ese paso —digo evitando el tema.

—¿Aun? —me recalca la voz de Wolf.

Rayos, me estoy cavando mi propia tumba ahora mismo, así que realmente me voy a callar. Wolfram es plenamente consciente de que no voy a abrir la boca por un rato, lo puedo sentir en el aire y me enoja un poquito que se haya salido con la suya al burlarme.

Las caricias me ablandan de nuevo, más rápido que la primera vez.

Disfruto al notar que sabe bastante bien cuales son mis puntos sensibles, así como me divierte sentirlo equivocarse y hacer énfasis en lugares que no me mueven ni un pelo por más que le ponga esfuerzo. Mi leve risa al sentir cosquillas lo guía un par de veces, pero en general lo dejo vivir engañado solo para sentir que tengo un poco de ventaja de alguna manera.

Las manos de Wolfram son grandes y de vez en cuando se sienten ásperas sobe mi piel, la sensación me gusta. Me emociono un poco al sentirlo subirse a horcajadas sobre mis muslos, pero su cuerpo nunca llega a entrar en contacto conmigo. Sus rodillas están a mis lados y me toca solo con las palmas de las manos. Cuando creo que está cerca, levanto la cabeza para un beso que no llega. Debo verme divertido con la boca semi abierta esperando o algo porque él se ríe, como preguntándome: ¿qué es lo que quieres? sin hablar.

Continua haciéndose rogar un poco más y luego nos dejamos ir en un beso acalorado. Puedo notar de inmediato que este es el punto de quiebre. Hasta ahora estábamos jugando, pero ya no más, es hora de ponernos serios. Intento dar lo mejor de mi, pero en esta posición con los brazos hacia arriba estoy acorralado. Lentamente voy dejándome hacer, comenzando a comprender cual será mi rol verdaderamente. Ya no puedo resistirme.

Echando la cabeza hacia atrás, corto el beso que comenzaba a dificultarme respirar. Mientra me encuentro agitado Wolfram ataca con su boca mi nuez de adán y desciende por un lado, ensañándose en explorar cada curva y hueco de mis clavículas. Disfruto de la sensación más intensa cuando sube hacia los tendones del cuello, los escalofríos recorriéndome sin cesar por la espina. Aun tengo los ojos cerrados bajo la improvisada venda.

Sus caricias húmedas descienden de nuevo luego de un largo rato de provocarme, ahora concentrándose en mi cuerpo, sobre mis tetillas, cosa que es un mero capricho de mi amante ya que a mi me excita muy poco esto. Lo placentero retoma al llegar a mis costillas, descendiendo fluidamente hasta mi estómago donde su lengua me hace torcer el cuerpo mientras ejerce presión en todos mis puntos débiles. Anticipo el desenlace, pero sus manos en mi entrepierna me toman por sorpresa, pensé que no iba a comenzar con un manoseo.

Me siento extraño al ser manipulado sin poder defenderme o tomar parte en el intercambio, me pone un poco ansioso. Estoy algo excitado tras el juego previo por lo que mi erección a media asta es notoria. Es su mano la que termina de endurecerlo.

El sexo oral se siente extraño. Tengo un rápido recuerdo del pasado, momentos de intimidad a solas en la oscuridad de la noche, pero esto es diferente. Me cuesta acostumbrarme a no tener nada de control. Muevo las manos y siento la presión de las tiras sedosas en mis muñecas, la transpiración hace que se ajusten con fuerza sobre mi piel. Tiro levemente de ellas tanteando la resistencia de la cama, al parecer no importa cuanto estire, nada se va a romper.

Wolfram juega conmigo, pausa por momentos en los cuales siento su aliento de lejos y luego continua con su boca de diferente manera. Los cambios me mantienen expectante, cada uno placentero a su modo, aunque lo que más disfruto es penetrar sus labios que ejercen presión sobre la punta mi pene. Jadeo y echo el rostro a un lado, disfrutando sin remordimiento de los varios niveles que ha incrementado su actitud. Pone énfasis en esto porque sabe que me gusta del mismo modo que lo disfruta él, dejándome llegar hasta el fondo con cuidado solo para salir y caer con fuerza otra vez.

Para cuando me deja en paz no puedo dejar de temblar levemente, tengo el cuerpo algo transpirado y los músculos tensos y sensibles. No necesito verlo para saber que hay una sonrisa en su rostro.

—¿Dónde vas? —cuestiono, intentando mantener la compostura de mi voz un poco en vano. Soy el que menos hizo, pero aun así el más agitado.

—No hace falta que te pongas ansioso. Voy a buscar algo, no es nada raro.

Su tono es sincero, pero en el fondo no puedo evitar dudar.

Wolf vuelve pronto y esto de estar a la espera sin saber que pasa comienza a afectarme menos. ¿He llegado al punto de entregarme a mi destino sin rechistar? Tal vez ya he pasado por todas esas etapas psicológicas anteriores que nunca recuerdo con certeza, y ahora solo queda lugar para la rendición.

—No entiendo porque estás tan nervioso. No estoy haciendo nada del otro mundo —dice Wolfram de repente.

—No es que no confíe en ti.

—¿Entonces?

—No es fácil estar así, ¿sabes? —le digo honestamente—. Es raro.

—Pero te ha gustado lo de recién.

No es una pregunta. Es una afirmación llena de la seguridad típica en él que a veces envidio demasiado. Respondo con un simple "nm". Tras una pausa, mientras escucho la tapa de una botella de plástico ser abierta, Wolfram continua hablando con calma.

—¿Sabes por que te tapé los ojos? —me pregunta y no tengo idea que responder, pero él no espera—. Porque tiendes a divagar demasiado y te distraes fácilmente. Lo que quiero que hagas es que te concentres, de otro modo esto no va a funcionar.

—¿Qué es exactamente el esto del que estamos hablando?

—Quiero que de verdad sientas lo que está sucediendo aquí. —Entonces sus dedos fríos por el lubricante se apoyan sobre mi pene sobresaltándome. Indicándome que abra las piernas, accedo, sabiendo cual será el siguiente lugar que va a tocar—. Y especialmente aquí.

No puedo evitar ruborizarme cuando acaricia mi ano estando tan expuesto, no creo poder mantener una conversación de este modo. Puede que esté acostumbrado, puede que lo hayamos hecho muchas veces, pero aun así me cuesta perder parte del pudor inicial. Sé que no tiene sentido porque probablemente apenas empiece a sentirse bien todo me importará un bledo, pero no puedo evitarlo, especialmente cuando Wolf es tan directo.

Él no dice nada más que pueda causarme vergüenza y continua en silencio, lo cual es mejor ya que me alcanza con saber que mientras yo no puedo ver nada, Wolfram debe estar saciando toda clase de curiosidades desde la primera fila del show.

No me toma demasiado tiempo darme cuenta de cuando me excita ponerme a pensar en que va a cogerme estando atado de este modo, la restricción de mis puños se vuelve excitante a medida que continuo tirando de la corbata por placer. Han pasado unas cuantas veces de por medio sin que lo hagamos de este modo, y no se si decir que eso me ha provocado cierto síndrome de abstinencia. Pensar que antes no tenía idea de cuanto gusto podría tomarle al sexo anal.

Si él se da cuenta de mis deseos, lo mantiene en secreto bien callado, lo único que puedo sentir es el mecánico y paciente toque de sus dedos en mi interior que comienza a volverme loco. Me gusta este tipo de previa mucho más que la anterior. Me siento como un gran pervertido pero he pasado la barrera de la vergüenza de una vez. Si al abrir las piernas de este modo luzco increíblemente indecente, espero que lo disfrute, porque me he atragantado con lo que quedaba de mi orgullo en pos del placer.

Asumo que él no querrá desatarme habiendo llegado a este punto sino que le plan es continuar, por lo que ni siquiera lo pido y comienzo a tomarle el gusto a juguetear con las tiras también. Aunque abra los ojos, sigo sin poder ver más que el vago cambio de tono de la oscuridad a un gris oscuro. Me concentro en las sensaciones ya que es el único camino que me queda, dándole la razón a Wolfram de que este era el modo correcto para evitar dispersarme durante el sexo.

Incluso si tengo muchos años de experiencia, entregarme por completo es algo que nunca he tenido que hacer mientras hay otra persona en la habitación. Usualmente dejo esa clase de exploración para cuando estoy solo, y especialmente caliente, en la comodidad de mi propia cama recluido en mi habitación.

Pese a aun sentirme en el fondo inseguro, Wolfram ha logrado penetrar todas mis barrera sin quererlo. O tal vez es algo que ha planeado mucho más meticulosamente de lo que imagino, al menos esta noche, pero no puedo afirmarlo con seguridad.

No puedo concentrarme en pensar que tan calculador es Wolf ahora, toda mi atención está en lo que hace con sus dedos. El placer se arremolina en la parte baja de mi estómago, esparciéndose por mi interior hacia mis caderas. Es una sensación diferente a la usual cuando se estimula el pene, más profunda y visceral, complicada de mantener de manera intensa si no te concentras. He aprendido a disfrutarlo, permitiendo que se apodere de mi y dejándome ir en el sentimiento.

Obstinadamente, aun quiero tocarle. A falta de manos, intento utilizar el pie con delicadeza para tantear dónde se encuentran sus rodillas. Subo por su muslo hacia el pliegue de su cadera, adivinando su posición agazapado delante mio. Con cuidado de no ser brusco para aplastar lo que no se debe, intento acariciar su entrepierna con el dorso de la punta del pie y luego usar los dedos.

Es más complicado de lo que hubiera imaginado, y no se como es que algunas mujeres son capaces de estimular a un hombre de este modo con tanta destreza. Probablemente es porque a diferencia mía sus pies son más elásticos y delicados. A pesar de eso, no recibo quejas sino un leve suspiro y una risa.

—¿Qué estás haciendo?

—También quiero participar de algo —le digo.

—Solo relájate y disfruta —me indica en vez de eso, pero no quita mi pie intruso.

Soy yo el que debe desistir y conformarme con apoyar ambas plantas sobre sus muslos y caderas, intentando realizar la misma acción que suelo hacer con mis manos, apretando y acariciando un poco. Mi impaciencia se nota enseguida en el momento en que los uso para atraerlo hacia mis piernas abiertas. Wolfram se resiste a caer sobre mi.

—Quiero hacerlo.

—Eres mucho más honesto en la cama que fuera de ella —comenta luego de una pausa.

No quiero ahondar en ese tema, por lo cual lo ignoro completamente y me enfoco en convencerlo de qué es lo que necesito en este momento. Esta vez me invitación es aceptada, la mano de Wolfram se hunde en este colchón poco conocido y se inclina sobre mi. Cuando abro la boca él comprende el mensaje y me besa, bajando luego por mi barbilla hacia mi cuello con un par de caricias extras de su lengua.

No me tortura haciéndose rogar, la penetración es rápida y apenas pude notar cuando ha llevado la mano entre nuestras piernas para sostener su pene. Privado de algunos de mis sentidos se agudizan otros, sintiendo más claramente que otros días como la erección que deseaba se abre paso dentro de mi cuerpo, expandiéndome y llenándome placenteramente.

El frenesí inicial que se desata para apaciguar nuestras necesidades pasa más rápido de lo que deseo. Mientras lo incito como puedo con mis piernas, Wolfram comienza a moverse sin tapujos aprovechando la poca resistencia que ha logrado tras esta larga previa. Es más rudo que otras veces, sus golpes comienzan a sentirse macizos contra mi cuerpo, haciéndome gemir cuando llega hasta adentro.

Me desarma con poco, haciéndome temblar las piernas y agitar la respiración, tirando de las corbata que me restringe con más fuerza. Acompaño el movimiento con ganas pero algo de cautela, es duro y ancho y apenas hemos empezado, estoy al limite de sentir dolor en cualquier momento. Él lo sabe, me impresiona como puede calcular exactamente cuanto puedo aguantar.

Jadeo cuando paramos un poco, estoy terriblemente excitado pero a la vez satisfecho. Mi esfínter tiene algunos espasmos que incentivo a propósito para que él los sienta. Luego de darme tiempo, acaricia mis muslos a la altura de las caderas y comienza a moverse con más calma, suavemente, sin siquiera acercarse a la profundidad que hemos logrado disfrutar hace un momento.

Eventualmente sus intenciones vagas que no comprendo se tornan una tortura. Tiro de él hacia mi con los pies de repente.

—Fuerte —pido.

Hasta el fondo, justo como antes, sin control, sin pensar demasiado. Eso es exactamente lo que quiero. Me relamo y suspiro ante la expectativa. Esta no tiene sentido ya que él se niega.

—La próstata no se encuentra tan profunda —comenta y hace lo que menos deseaba, retira su pene e introduce un dedo que estando dilatado apenas siento—. No necesitas realmente hacer eso. Basta con penetrar solo un poco.

Santo cielo, solo quiero que me coja hasta que no pueda coordinar dos pensamientos, no una cátedra sobre la estimulación de próstata. Date cuenta Wolfram. Has sido tu el que me ha provocado hasta este punto.

—No me importa —digo para nada contento.

Al parecer he sido más agresivo de lo que ambos hubiéramos esperado. Es un poco parecido a esa ira que se apodera de mi cuando tengo mucha hambre. Wolfram no se lo toma a mal, simplemente se ríe.

—Realmente eres otra persona en la cama —comenta asombrado, luego cambia su tono a uno mucho más tranquilo y sé que no voy a obtener nada parecido a lo que quería—. Me gusta eso. Especialmente cuando haces esa voz en particular, esa tan grave mientras susurras.

Y ahora está diciendo cosas sumamente embarazosas. Genial manera de cortar el momento, extender la conversación ha matado mi emoción.

—Ya te lo he dicho —comienza a aclarar—, quiero que te concentres en lo que sientes. No voy a tocarte mucho aquí afuera de ahora en más, así que tendrás que conformarte con la estimulación de este modo.

Sus dedos hacen énfasis en un punto en mi interior luego de acariciar una última vez mi pene.

—No es ahí —aclaro.

—¿No? Entonces dime donde.

No me da la gana. Me toma algunos minutos de su exploración sin sentido dejar de estar enojado. La frustración no está sacando lo mejor de mi y me doy cuenta, así que intento relajarme. A veces pierdo los estribos por muy poco, debería agradecer que Wolfram sea tan paciente.

—Antes no estaba tan cerca —digo—. Pero no voy a poder llegar si me tocas solo de ese modo.

—Claro que puedes. —El tono en el que habla hace que me de cuenta de repente qué es en lo que ha estado pensando todo este tiempo.

Quiere hacerme acabar del modo en el que él lo hace a veces. Sin manos, sin toqueteos, sin masturbarse.

—No puedo hacer eso —me quejo de una manera demasiado natural, se me ha ido el tono de enojo de repente—. Eres tu el único que puede. Ni siquiera sé como lo haces, ni me he puesto a pensar mucho en eso.

—¿Y no quieres intentar? Honestamente, se siente muy bien. Pero de una manera totalmente diferente. Es por eso que quiero que puedas disfrutarlo de la misma manera. Te gusta hacerlo de este modo, rotamos posiciones muy seguido, así que pensé que ya era hora de que pudieras intentarlo.

Hago una pausa procesando lo que me ha dicho. En parte tiene sentido.

—¿Por qué no me preguntaste de manera normal? —digo.

En vez de atarme a una cama, y ponerme una venda en los ojos.

—Mn, te hubieras quejado o me hubieras ignorado si no querías hablar del tema, o tal vez incluso podrías haberte cerrado a la idea por alguna otra razón que tampoco me dirías. O incluso te hubiera tomado un largo tiempo decidirte, cuando en realidad no me parece que sea para tanto ni tan complicado. Pero no planeé esto, es simplemente algo en lo que venía pensando y se dio al casualidad de que justo ahora tenemos tiempo. Además, estando en un lugar como este, ¿no es tentador probar algo diferente?

Su tono se vuelve pícaro al final, realmente se está divirtiendo con la idea de haber venido a un hotel transitorio. De repente ambos nos sumergimos en uno de esos incómodos silencios que no tienen mucha solución. Lo estoy padeciendo mucho peor ya que sigo sin poder verlo.

Me pongo contento al sentir una cortés caricia innecesaria para nuestro nivel de intimidad que marca la vuelta al sexo. Aún estoy enojado por las interrupciones, así que recelosamente espero que haga algo que no me satisfaga, pero para mi sorpresa Wolfram me penetra de nuevo.

Lo que comenzó haciéndome dudar de sentir satisfecho escala rápidamente en un movimiento duro y fuerte que adoro. Estoy terriblemente excitado y como siempre salivo demasiado. No tengo manos que me ayuden así que tengo que cerrar la boca y morder con fuerza, o enterrar la cara en mi bicep cuando eso no funciona.

—Estás muy agitado —menciona Wolfram, ahora con un tono más erótico—. Esto es solo para darte el gusto ya que sé que lo disfrutas. Estás babeando, y más abajo también está muy mojado. Así siempre luces muy sexy.

Las cosas terriblemente embarazosas que dice con voz acaramelada me afectan menos que de costumbre, la mitad de mi cerebro ha sucumbido a la placentera estimulación.

Es verdad que cuando me excito demasiado termino con la ropa interior mojada con facilidad, es solo otro detalle muy personal que él sabe de mi para agregar a la lista. No me importa demasiado, siendo que ahora mismo estoy concentrado en predecir cuando la increíble sensación al salir se convertirá en otra nueva penetración profunda. Tiemblo y jadeo al sentirlo, disfrutando de su provocación al mantener su pelvis pegada contra mi trasero.

Estoy disfrutándolo como loco, sin duda alguna, cada minuto que se extienda la sesión. Pero aun así hay un gran problema.

—No puedo acabar si no me tocas —digo con la voz algo ahogada.

Por más que crea poder llegar al límite donde debería entrar en esa inevitable recta final, es algo a lo cual nunca llego.

—Es el plan no hacerlo —me repite por segunda vez con calma.

Como si hubiera invocado una maldición al abrir la boca, mi amante rubio caprichoso vuelve a detener el frenético ritmo encantador de antes.

Llegado a este punto, mi sensibilidad extrema merma un poco pero mi pene palpita excitado. Wolfram comienza a penetrar muy poco, cambiando de posición bastante seguido, lo noto calculador en extremo de cierta manera.

—Dime dónde es el punto —me indica.

Sin poder contener un suspiro entre cansado e irritado, y quien sabe si rendido y negado, suelto un poco la lengua sin contener mis quejas sincerándome sobre lo que realmente me molesta desde que comenzamos.

—No puedo disfrutarlo si toda la atención está en mi.

—Si te preocupo yo... —comienza Wolfram y hace una pausa mientras sale de mi interior y vaya a saber que hace mientras no lo veo ni lo siento, asumo que acomodar el condón o algo parecido—. Estoy más que contento con lo que estamos haciendo. Me gusta que disfrutes, me gusta verte. Eres lindo y sexy. Me gusta ver tu cara al llegar al clímax.

Que sus comentarios se pongan más picantes no parece afectarle por la soltura con la que los dice. No sé si odio eso. Con toda tranquilidad continúa donde lo había dejado y vuelvo a sentirlo entrar en mi cuerpo de esta manera extraña que usualmente no hacemos.

—Relájate —me dice—, y concéntrate en lo que sientes.

Lo intento. De verdad que lo intento con ganas. Aunque no necesito cerrar los ojos igualmente lo hago, tratando de perderme dentro de mi propia mente y las sensaciones que circulan mi cuerpo. Contraigo la pelvis, los músculos del estómago, los muslos, e incluso intento con el interior de mi trasero aunque sea una rara nueva idea solo porque estoy algo desesperado.

Hago todas las cosas que con la edad he aprendido a hacer para intensificar las sensaciones durante el sexo. Pero no llego. No puedo hacerlo y me frustro. Aunque intente pensar en como ha de hacerlo él o como debería sentirse, no hay caso. Estoy inquieto y comienzo a ponerme más incómodo. No es solo la sensación de frustración y fracaso.

—Me duelen las manos, y también esta posición, ¿puedes soltarme?

Con algo de esfuerzo podría hacerlo yo mismo, pero Wolfram accede enseguida e incluso permite que me quite la venda de los ojos. Ah, es bueno ver que aun sigues siendo tan apuesto. Luego de que lo primero que hago sea mirarlo a los ojos, extiendo los brazos para que se acerque y besarle. Debo de tener una expresión algo ida por todo este ajetreo. Decido poner un poco más de fuerza en mis movimientos y activarme de nuevo.

—Siéntate donde estaba —le indico.

Wolfram me sigue el juego de manera obediente. Aunque no lo demuestra ni lo dice, imagino que está algo decepcionado porque sus planes no llegaron a buen puerto. Me ablanda pensar eso, así que termino por sentarme rápidamente y sin rodeos sobre él para indicarle que los ánimos no han muerto.

—No te toques —me reprende suavemente, llevando mis brazos hacia arriba en la posición justa para que abrace sus hombros. Fue más un pedido que una orden.

Hecha la ley, hecha la trampa. No es la primera vez que hago algo como esto. Luego de algunas maniobras y un par más de besos, aprieto mis caderas contra las suyas y su estómago con él ya dentro. De este modo puedo obtener algo de fricción para mi abandonado pene entre ambos cuerpos. El vaivén es placentero y gracias al extra ahora si comienzo a realmente disfrutarlo intensamente.

De un momento a otro me olvido por completo si en algún momento estuve enojado por las frustraciones. Decido abrir un poco más mi corazón y aclarar del todo una de las causas de mi ansiedad.

—Me siento egoísta siendo el único que disfruta a su ritmo.

Su rostro transpirado enmarca una sonrisa seductora mientras su mano acompaña mis movimientos tras mi nuca.

—Está bien que seas egoísta de vez en cuando —me dice con toda certeza—. Sé que piensas en mi todo el tiempo cuando lo hacemos. Usualmente me preguntas si estoy bien o si lo estoy disfrutando. Puedes enfocarte solo en ti por una vez ahora, y volver a ser el Sr. Considerado y Correcto luego.

No estoy seguro de si la forma en que Wolf me ve es acorde a cómo realmente soy. Me lo pida o no, está siendo complicado contenerme. No puedo parar de moverme. La presión y fricción sobre mi endurecido miembro me causa un cosquilleo intenso sumado a las demás sensibilidades de mi cuerpo y su dureza en mi trasero. Me escoce el cuello con furia y no puedo parar de moverme frenético. Se que voy a acabar fuerte y lo anticipo con ansias.

Los labios de Wolfram me siguen el juego en la desesperación, haciendo que me de pena abandonarlos para comenzar a jadear contra su cuello. Transpirado y tembloroso, fuerzo mis músculos al límite agotando mis fuerzas mientras mi vos tapa la suya por el volumen de mis gemidos.

El orgasmo corta mi pensamiento y relampaguea por todo mi cuerpo, bajando por la espina y concentrándose en el interior de mi perineo, así como en mis rígidos testículos y mi apretado pene. Abrazo con fuerza la cabeza de Wolfram con una mano mientras que la otra busca sustento en vano en la cabecera de la cama, la necesidad de un apoyo es más evidente cuando los interminables segundos de placer se acaban y por fin se dan por vencidas mis piernas por completo.

He dado todo de mi, aunque sigo teniendo sentimientos encontrado de haberlo hecho para mi propio placer y nada más. Wolfram parece contento, después de todo se ve que este era su capricho. No ha salido exactamente como quería o lo haya planeado, he hecho trampa, pero digamos que es un pequeño paso en el sentido correcto. Supongo que es un progreso.

—¿Y tu? —pregunto sin tapujos al recostarme lentamente.

—No necesito mucho como estoy ahora.

Puedo verlo. Él me mira fijo mientras se quita el condón ya desacomodado de esa erección dura y brillante. Brevemente pienso en lo honesto que es respecto al uso de protección todo el tiempo, pero me concentro en tomar una decisión rápidamente, terminando por asentir para dar el visto bueno. Igualmente él no se mueve. No quedan dudas cuando atraigo su cadera con mi mano entre mis piernas de que está bien hacerlo.

Mi mente dice que sí, pero mi cuerpo tiene unos cuantos peros. Cansado y abusado por esta larga sesión se sexo, siento cierta molestia cuando me penetra de nuevo. Con ahora ambos recostados, Wolfram se pega a mi aplastando mi pecho y me habla sobre el cuello. No parece importarle si estoy o no increíblemente sudado y pegajoso.

—No tomará mucho, y no lo haré dentro —aclara en voz baja como si quisiera apaciguar algunas de mis preocupaciones.

Pero en realidad ninguna de las dos cosas me importan. Tal vez si no estuviera tan cansado o si fuera en otro momento lo pensaría más y tendría algún reparo respecto a hacerlo sin condón de por medio. Pero siendo rápidamente objetivo, no hace mucho ni poco que lo hacemos, y es bastante frecuente. No podría decir que está mal tener un desliz ahora mismo.

—Solo disfrútalo —le digo.

No hay beso, ni siquiera cuando tanteo el terreo al rozar mi nariz por su cuello y el borde de su rostro. Wolfram está concentrado en aliviar su pesar rápidamente, y me alegro que así sea porque esto si que resulta para mi un esfuerzo.

Está increíblemente rígido, haciéndome responder una evasiva cuando fugazmente me pregunta si de este modo me lastima. Cuando insiste, no me queda más remedio que admitir que un poco, pero a su vez lo estoy disfrutando de cierto modo. Esa última parte no hace falta que él la sepa. Si esta noche he quedado como un pervertido, iracundo o intolerante, podemos agregar a la lista masoquista sin problemas.

Wolf no se contiene cerca de su final, es rápido y se mueve fuerte. Así como lo he adorado antes, ahora me cuesta mantener el ritmo. Acaba justo en el momento en que lo saca, su pene grueso y tieso de punta enrojecida palpita levemente. Obnubilado, mantengo mis ojos clavados el movimiento frenético de su mano y la forma en que el semen brota desde el orificio en la punta sobre los bellos de mi ingle, con sus dedos estrujando y jalando hacia la punta insistentemente hasta el final.

Me dejo ir en su expresión, hasta ahora nunca lo había visto tan honesto, no al menos cara a cara durante el momento culmine del placer. No aparto mis ojos de los suyos, observándole con mi propia expresión indecorosa llena de cierto deseo. Él no pregunta articulando palabras, solo lentamente se acerca y vuelve a penetrar con cuidado, recostándose sobre mi con las manos a mis lados. Sé que no vamos a continuar por mucho tiempo, lo he sentido más suave pero igualmente desea continuar moviéndose un poco mientras nos besamos y le permito disfrutar este último trecho.

El beso pasional en el que él ha insistido va lavándose lentamente. Sigo el vaivén de sus caderas moviéndome se detiene, pero no se quita de encima mio. Estoy menos agitado que antes y tengo calor, su peso se duplica de este modo, pero aun es soportable.

—¿Puedo quedarme así? —me pregunta.

—Si.

Mientras acaricio sus cabellos rizados tengo la sensación de que no seré realmente capaz de olvidar aquellos recuerdos pornográficos tan puntuales.

Entonces se deja caer a mi lado rodando al haber pasado un rato, Wolf es quien no ha podido soportar el calor a fin de cuentas. Luego de pasar un tiempo en el cual Wolfram recobra su calma del todo y yo puedo reposar mis maltratados músculos, se quita la mano de la frente y observa hacia abajo fugazmente.

—Lo siento. Eso va a ser difícil de limpiar.

Suspiro exageradamente a propósito. Realmente no me importa tanto.

—Mira que me haces levantar... —digo en voz alta en un tono de reproche exagerado, haciendo un verdadero esfuerzo para sentarme en la cama y salir disparado al baño luego.

He notado que Wolfram estaba a punto de tomar responsabilidad y probablemente comenzaría a limpiarme de alguna manera, pero me he escurrido de entre sus dedos. Agradezco que sea considerado post sexo, pero ya lo he perdonado por sus idas y vueltas, y de cierto modo puedo reconocer que ha sido siempre atento.

Luego de usar los duchadores rápidamente, vuelvo a la cama y lo encuentro soñoliento.

—¿Cuanto tiempo nos queda? —me pregunta.

Mi confiable reloj G-Shock de edición limitada que me acompaña desde la secundaria ha contabilizado diligentemente el tiempo.

—Como una hora. Ay, que poco.

Me meto en la cama junto a él. Aunque me he sorprendido, me importa poco nuestra falta de tiempo. Mi amante me recibe con los brazos abiertos, pero termina por acurrucarse contra mi pecho luego de dar vueltas inquieto. Sus ojos verde cristal me miran desde abajo. Paso lentamente la mano por su flequillo y acomodo algunos cabellos dorados hacia atrás, la caricia es bien recibida, pero ninguno de nosotros sonríe y simplemente nos observamos un momento.

—¿Qué quieres hacer? —le pregunto en un tono suave y considerado.

De algún modo me siento afectado por la posición que asumamos en la cama y mi actitud se vuelve acorde. Se que no debería ser realmente importante hacer eso, pero se ha tornado una costumbre. Ahora mismo siento que es mi deber ser quien provee.

Wolfram suspira y pone cara de encaprichado, tras pasarse la mano por el rostro y acomodarse más el pelo se muestra infantilmente molesto.

—Dormir. Lo que más me gustaría sería que extendamos la estadía al pernocte, pero sin ropa limpia para el trabajo no podemos.

Inevitablemente desde aquí cada cual irá para su casa, al menos de paso, no tenemos muchas opciones.

Siendo que el plan de descansar no incluye cerrar los ojos, parece que es hora de conversar un poco para mantenernos despiertos. Wolfram está bastante silencioso, no parece tener nada que decir realmente. Me hubiera gustado indagar más en porque tenía ciertas ideas de exploración sexual que me tomaron por sorpresa, pero tal vez sea mejor retomar el tema en otro momento y no ahora que la incomodidad parece demasiado fresca.

—¿Quieres tomar un baño ahora o después? —le pregunto.

—En un rato.

Y la conversación muere, soy incapaz de hilar algo de nuevo. Gracias a Dios Wolfram jamás se ve afectado por mis silencios, es una característica que lo vuelve increíblemente compatible conmigo. Los minutos pasan con una lentitud impresionante, aunque miro el reloj con disimulo muchas veces, incluso llega a sorprenderme que el numero no cambie demasiado.

Entonces Wolf hace un comentario sin contexto salido de la nada. Al parecer ha estado usando esta eternidad de exactamente séis minutos para pensar en sus propias cosas.

—Hoy fue realmente intenso.

El pie que se me está dando parece un tanto peligroso, pero tomo valor y sigo el juego.

—No creo haber sentido nada así alguna vez antes.

—La última vez... —comienza a decir Wolfram y se detiene a pensar—. No lo recuerdo. Probablemente no desde que era un adolescente, cuando recién descubría el sexo con otra persona y no parábamos de hacerlo. O incluso estando solo. Era más fácil que de a dos.

Puedo sentirlo, me estoy poniendo nervioso en serio. Es por esto que comienzo a hablar de más.

—Ahora creo que soy completamente un M.

—¿Cómo? —dice confundido, he cortado completamente su linea de pensamiento.

—Un M más que un S —murmuro.

—No sé de que hablas.

—No importa, no es nada. Solo estoy divagando.

Wolfram está alegre y se ríe mostrando los dientes, se le nota tranquilo, a diferencia de mi. Puede que en el exterior se me vea normal a levemente nervioso y por eso lo encuentre divertido, pero en mi interior soy un manojo de nervios. La turbulencia en mi pecho me abruma y no estoy realmente pensando en algo demasiado concreto, algunas ideas van y vienen en mi mente sin que pueda organizarlas correctamente.

Ha pasado un momento de silencio considerable cuando hago un pedido sin advertencias previas.

—Wolf, ¿puedes abrazarme?

Quiero creer que mi voz no ha reflejado nada extraño, pero por obvias razones él me mira intrigado de repente. No hace frío, no vamos a dormir, no se puede ver desde aquí una película, no hay excusas.

—Claro —acepta y noto exactamente el momento en que comienza a preocuparse.

No hace ningún comentario fuera de los necesarios para acomodarnos de manera diferente. Invirtiendo las posiciones, me deslizo más hacia abajo y dejo que sea su brazo el que pasa por debajo de mi cuello, acercándome a su cuerpo caliente, que ahora es agradable y no avasallador como cuando apenas comenzamos los arrumacos post sexo.

Debo admitir que cuando comencé una relación con él estaba convencido de que los hombres no hacen esto. Wolfram me ha demostrado que no hay reglas, sino un mutuo acuerdo donde intentas algo que disfrutas y descubres si quien está contigo gusta de lo mismo o le apetece hacerlo. Es de este modo que me he acostumbrado a su cariño extremo. En eso si estoy totalmente seguro de que mis primeras impresiones fueron acertadas, ya que su forma de ser está profundamente influenciada por su cultura y el país o las costumbres bajo las que ha vivido hasta ahora.

A pesar de que a veces estas diferencias culturales y personales generan un choque abrupto entre nosotros, me he dado cuenta de que Wolf ha intentando acomodar sus costumbres a mi progresivamente. Ha sido un tira y afloje un tato turbulento por momentos, pero ahora tengo que admitir que me he vuelto dependiente de su afecto. Recostado aquí con él, disfruto de la sensación cálida y reconfortante que me generan sus caricias sobre el cuero cabelludo y la espalda.

He pasado de pensar que me comporto como un niño a entender que esta costumbre es sanadora para mi mente. Si me veo débil, poco masculino, o como un bebé de mamá, ha dejado de importarme realmente.

Tal vez sí ha sido un poco raro que haya tenido que pedirlo tan secamente. Noto la diferencia en su manera de tratarme, más interesada que otras veces.

—Me gusta cuando haces esto, nunca nadie me ha tratado así —le comento.

Estaba pensando en sacar alguna conversación banal, tal vez hablar de las actitudes japonesas que tanto le interesan de repente, pero me he puesto sentimental.

—¿Estás bien? —me preguntan inevitablemente.

¿Lo estoy? Es lo primero que pienso. No lo sé.

—Me llora un poco el ojo. No es nada.

Es una excusa estúpida y no quiero saber si no la cree. No levanto la cabeza y comienza a pasar un tiempo cordial de silencio, seguido de un inevitable comentario al respecto.

—¿Quieres hablar?

No tengo idea de en qué está pensando ni que conclusiones apresuradas ha sacado, pero lo noto inseguro. Es normal. No se puede esperar más de un momento incómodo.

Decido intentar aceptar la oferta.

—Estuve pensando últimamente.

—¿Sobre qué? —me pregunta paciente.

El ambiente ha llegado a su punto más tenso, esperando la siguiente respuesta que marcará el sentido de la conversación luego. Es el mismo tipo de incomodidad que he sentido alguna vez en el pasado antes de una charla seria que lleva a la soltería luego. Obviamente mi siguiente comentario está enfocado a despejar dudas como esas.

—Un poco sobre mi mismo. No es nada malo, o eso creo.

No lo noto sorprendido para nada y eso me intriga. Se ve que estaba más seguro de lo que yo esperaba sobre la solvencia de esta relación.

—Te he notado pensativo últimamente.

Pensé que Wolfram era ajeno a mis sentimientos, que no lo notaba o que no le importaba hacerlo. Pero ahora me pregunto que había detrás de esos ojos verdes como el fondo de un lago todo este tiempo. Una mirada vivida que a pesar de parecer tranquila siempre ha estado vigilante, incluso enfocada como un halcón a través de mi pecho.

Eres apuesto y sumamente inteligente, de verdad lo tienes todo. Dejo ir ese pensamiento celoso y mordaz en la parte trasera de mi mente. Ese no es el yo que quiero que se manifieste en este momento.

No se por donde empezar a hablar.

—Creo que me deprimió un poco darme cuenta de algunas cosas de repente. He estado pensando en el pasado, a veces se siente como si no me conociera mucho a mi mismo.

—Es bueno hacer una introspección de vez en cuando. Aunque puede que no nos complazca lo que descubrimos, es el primer paso para poder cambiar. Estarás más contento contigo mismo luego —opina Wolf.

—No siento que antes haya estado tan feliz como ahora. Es decir, lo estaba, muchas veces me sentí contento con mi vida en ese punto, pero mirando hacia atrás ahora es diferente. Me doy cuenta de que siempre ha habido algo que me tenía inconforme.

Tras un silencio, Wolf hace una pregunta.

—¿Es eso respecto a las relaciones?

—Si —digo y entonces me quedo pensando. Tras una nueva especie de eternidad, algo nervioso logro decir: —Creo que soy gay.

Soltar la bomba en este momento hace que Wolfram se quede tan sorprendido que no sabe que decir.

—Estás haciendo una cara graciosa ahora mismo —le digo y me río un poco.

Esto parece relajarlo tanto a él como a mi mismo. La sensación de liberar un peso que esperaba con mi confesión nunca llega. Tampoco aplica ningún cliché como salir del closet o algo tan puntual como eso. En este momento no siento nada en particular, de hecho aun me oprime de una manera desagradable el pecho y el estómago. Pero si existe una sensación de liberación para mi lengua, siento que soy capaz de continuar hablando sin problemas.

—Bueno, no esperaba que dijeras eso tan serio —admite Wolfram—. No he pensando mucho realmente en eso. Es decir, lo nuestro se ha dado muy natural.

Tiene razón, esta relación se ha dado de una manera insólita que ni él ni yo esperábamos, y es increíblemente fructífera en varios sentidos también inesperados. Qué nos deparará mañana es incierto, pero no he mentido antes cuando dije que es uno de los momentos más felices —y algo aterradores también— de mi vida.

—Pero aun así te gustan las mujeres —le digo entre una pregunta y una afirmación.

—Supongo.

Su respuesta me intriga y me quita un par de dudas, así como hace que se planteen otras nuevas en mi mente. Pero egoístamente me concentro en mi mismo. Al parecer sus extraños esfuerzos sexuales de esta noche se están reflejando en otros aspectos.

—Yo no creo que a mi puedan volver a gustarme otra vez.

Mi segunda confesión lo deja otra vez sin palabras, a medias.

—Ah... ok. —Pausa—. ¿Es eso mi culpa?

La pregunta de Wolfram y su rostro serio pero con culpas desata en mi un ataque de risa tras mirarlo un segundo en blanco. Me río tanto que lo hago sentir mal, y eso me da un poco de pena.

Pero gracias, necesitaba esto. Tratando de contenerme limpio una lágrima de mi ojo y comienzo a aclarar las cosas.

—No lo creo. Recordando el pasado, me parece que desde la secundaria siempre sentí una desconexión con las mujeres. Siempre creí que era mi impopularidad o mi falta de gracia para comprenderlas y mantener una conversación decente, pero a fin de cuentas esas no eran la explicación para mi falta de atracción hacia ellas. De hecho, vas a reírte de esto o pensar que estoy loco, pero he recordado algunas cosas que no puedo creer que haya olvidado. Supongo que a eso es lo que llaman reprimir.

Luego de pensar un rato, Wolf me hace otra pregunta.

—¿Estás feliz?

Al dar mi respuesta ahora siento que me quito ese peso de encima que me estaba faltando.

—Si.

—Entonces eso es lo que importa —me asegura de una manera que lo hace ver ajeno como mi pareja.

Él no parece incluirse en su discurso tan directamente. Que no se haga cargo de mi actual felicidad me da que pensar, comprendo que está enfocándose en ofrecer su apoyo, pero a su vez puede que me entristezca un poquito que no reaccione. Pensando fugazmente en esto, es probable que toda esta información necesite procesarla en soledad con más tiempo. No debería asumir o adelantarme a nada, por lo cual escucho sus palabras sin sentirme agobiado por nuevos pensamientos turbulentos.

—Dijiste que ahora te sientes más feliz que antes. No sé si eres más libre, o qué sientes realmente, pero mientras sea positivo está bien. Simplemente vive como quieras vivir.

—¡No puedo hacer eso de la nada! —levanto la voz en una queja repentina, he entrado un poquito en pánico de repente—. Apenas te lo he dicho a ti, y aun no se exactamente como me siento.

—Alto ahí —me contiene—. No tienes que ponerte a pensarlo demasiado ahora mismo. Ve por partes. Pero aun así me gustaría que sepas lo que pienso al respecto. No me interesa la opinión ajena, no me importaría que todos supieran que estamos saliendo. Pero eso es algo que se decide de a dos, y como nunca lo hemos hablado simplemente he ido con la corriente. Te dejaré la decisión a ti de cuando será el momento indicado. Soy muy paciente, así que aunque te tome un año, o incluso dos, puedo esperar. Veremos que sucede mientras tanto.

Sus palabras amables me hacen sentir tocado. Pero Wolf agrega una pequeña advertencia al final, muy típico de él.

—Aunque, no pienso negarlo si alguien me confronta directamente. No me siento avergonzado de mis relaciones ni tampoco me gusta mentir.

Su promesa de discreción y la forma en que planea a futuro me hacen sentir un poco orgulloso de este novio. Wolfram es leal y genuino, del tipo de persona que encaja perfectamente con mis ideales. Tengo tiempo de sentirme afortunado mientras pasamos otro momento en silencio. Me pregunto que pasará por su cabeza en los siguientes días, estoy un poco ansioso pero a la vez aun contento.

—Sabes —digo llamando su atención de nuevo levantando la vista de mi regazo hacia su apuesto rostro—, haber hablado de esto me ha servido.

Wolfram sonríe pero antes de que pueda decir el esperado "me alegro", agrego algo que considero un poco fuera del contexto sentimental.

—Y también el buen sexo.

Definitivamente siempre ayuda tener buen sexo. Eso es lo que quiero decir.

Es el turno de Wolf de reír un poco con fuerza, no se lo esperaba, pero siempre que soy directo respecto a estas cosas noto que le suben los ánimos.

—En realidad —comienza a clarar—, mi plan fue traerte a este lugar para levantarte el animo ya que te veías decaído.

Así que eso era en lo que estaba pensando. Luego de toda esta charla no me siento tan sorprendido, pero si me muestro algo curioso por lo que sea que me cuente a partir de este momento.

—Creo que la gente cambia bastante con el tiempo. Tal vez no en esencia, pero sí que tenemos etapas y evolucionamos —comienza un nuevo tema—. No entendí bien eso hasta tener una crisis, igual que tu.

Sonríe y yo recuerdo vagamente la conversación más profunda que tuvimos hace poco tiempo. Lo veo con ansias de compartir más sobre él y me alegra mucho. Continuo escuchándole atento.

—No considero que fuera una buena persona en el pasado.

Al final no me gusta como comienza esto, pero no tengo manera de comprender por que diría algo así, por lo que decido dejarle continuar y escuchar todo el desahogo completo primero. Atentamente lo observo a los ojos y espero.

—Era intolerante, egoísta e impaciente. Desde pequeño tuve cierta clase de educación con muchos privilegios. No era raro escuchar que dijeran que crecí en cuna de oro y una zona de confort a la cual no todos pueden acceder. Pero fui ajeno a la idea de pensar que era tan diferente al resto, y también solía hacer oídos sordos a las criticas de los demás pensando que no tenían fundamentos.

De cierto modo me impresiona su forma de introspección, pero es tan cruda como suelen ser sus comentarios de siempre. Wolfram es objetivo hasta para analizarse a si mismo.

—Era muy cercano a mi tío en aquella época, cuando aun ni siquiera terminaba el colegio secundario. A pesar de que aun lo quiero, nos hemos distanciado en formas de pensamiento. Ha cambiado un poco, pero sigue siendo un hombre rígido y bastante cerrado. Fue debido a él que me inculcaron algunas ideas que no fue hasta tiempo después mi madre se encargo de romper. No sería desacertado decir que fui racista con muchos de mis comentarios cuando era un adolescente, o que incluso tuve prejuicios contra los hombres homosexuales luego de eso. Pero creo que ya te he contado sobre la internet y mi mala suerte. Era inevitable sentir algo de rechazo, que fueran hombres mayores los que se acercaran a mi incluso me dio un poco de miedo. Toma tiempo comprender los distintos aspectos de la vida y el sexo.

No tengo mucho que comentar, pero respondo aclarando que recuerdo nuestra charla anterior y le doy espacio a que continúe abiertamente.

—Mi madre, sus amantes y sus viajes al extranjero me dieron otros puntos de vista. A ella no le gustó descubrir la manera en la que estaba creciendo, e hizo lo posible para volverme más tolerante. A su modo, es decir que su atención en el tema no duró demasiado, pero siguió siendo alguna clase de mejora. La realidad es que continué viviendo en una jaula durante mucho tiempo, es recién ahora que soy mucho más feliz fuera de todo eso. Fui capaz de escapar, aunque lo hice sin comprender que era una necesidad para mi hacerlo, y me en su momento me enfoqué en las justificaciones incorrectas. Me alejé de mi entorno cortando relaciones por completo por capricho y sintiendo resentimiento hacia esas personas. Fueron todas malas razones, pero cambiar de golpe de vida y encontrarme solo me ayudó a poder pensar mejor sobre eso. Logré entender lo que estaba mal conmigo, tanto en mi vida como en el interior de mi mismo y mi manera de actuar. Cuando me fui estaba convencido de que la gente a mi alrededor era toxica, pero a fin de cuentas también lo era yo mismo y mis propias actitudes eran lo que me estaban destruyendo. Lo que comenzó siendo una sospecha se volvió una realidad, necesitaba cambiar con urgencia y haber venido aquí me ayudó a hacerlo. Tuve que adaptarme, aprendí a pensar de una manera totalmente diferente en poco tiempo. Aunque no fue fácil, no quiero entrar en detalles porque me avergüenza hablar ahora de algunas cosas que me han pasado apenas llegué al país a causa de mi orgullo innecesario. Puedes cambiar rápidamente, pero no de un día para el otro.

No puedo evitar comparar al Wolfram que vi aquella primera vez en el lobby del edificio con el que se sienta al lado mio con el corazón en la mano en este momento. Es difícil imaginarlo, pero si tomo aquel recuerdo de su actitud mordaz y distante volviendo sus ojos más fríos, ¿he de acercarme a una idea de la persona que está describiendo?

En realidad, eso no importa. El hombre dulce y considerado que he halagado varias veces esta noche en mi mente nada tiene que ver con esta persona que me están describiendo. Al menos a mi no me concierne, el presente es ahora y no debo obsesionarme con detalles del pasado sino alegrarme de lo que tenemos.

—Estaba feliz de hacer amistad contigo —me dice de repente con una sonrisa tímida mientras baja la mirada dulcemente—. Te considero mi mejor amigo más verdadero.

Me siento conmovido profundamente, pero entonces llega la culpa.

—¿Puede ser que hayamos arruinado eso? —cuestiono.

—¿Por qué? —pregunta e inmediatamente agrega una respuesta—. No lo creo. Ser pareja y amigos es compatible, no tienen por que ser cosas diferentes. Aun eres mi mejor amigo, no hay nada que haya cambiado respecto a eso. Incluso las parejas que se casan no tienen por que renunciar a la amistad de por medio, su pareja dentro de veinte o cincuenta años puede continuar siendo tu mejor amigo. De hecho, ese es el ideal del amor en lo que a mi concierne.

Sus palabras idealizadas y románticas me descolocan, no soy un hombre tan profundo en ese sentido.

—Sueno como si entendiera demasiado del tema, pero en realidad... —dice y su casi imperceptible pausa me mantiene intrigado—. Eso es algo que he descubierto contigo.

Mi mente está en blanco, pero llego a comprender que así como Wolfram ha llegado a comprenderlo conmigo, yo también lo estoy haciendo junto con él en este momento.

.

.

.

No se cuando nos quedamos dormidos entre charla y charla.

Luego de nuestro importante destape emocional, más mio que suyo claramente, tomamos una tangente que nos llevó a discutir cualquier tontería con algún que otro beso de por medio. Recuerdo vagas sonrisas y algunas miradas cómplices, palabras distantes y la suavidad de sus labios.

Pero la realidad al despertarme es un golpe de agitación y una taquicardia que me asusta. Mi corazón bombea constante y rápido dentro de mi caja torácica, haciéndome levantar sentado como un resorte luego de oponerme. ¿Por qué estoy tan asustado? No puedo recordar mis sueños, mi mente es una pantalla negra a exención de aquellos últimos recuerdos antes de caer rendidos que he enumerado.

—Yuuri, ¿estás bien? —cuestiona Wolfram quien despierta más espabilado que siempre—. Toma, bebe esto.

Tomo la botella sin pensar mientras asiento, intentando mantener la calma para que lo que sea que me haya pasado se normalice. En un rápido chequeo mental, no debería tener nada a exención de haber sufrido una pesadilla, por lo cual cuando Wolf me lo pregunta asiento.

—¿Tuviste una pesadilla?

—Supongo.

La bebida es dulce pero no tiene gas. Es té, pero está a temperatura ambiente y el plástico ha transpirado, debe llevar un tiempo en la mesa de noche.

—No cenamos, algo de azúcar te va a hacer bien.

—¿Qué hora es?

Wolfram voltea el reloj dorado en su muñeca y echa un vistazo, eso me confirma que hasta ahora realmente estaba durmiendo. Lamento un poco haberlo perturbado pero agradezco su incondicional compañía que siempre me ofrece tan naturalmente.

—Las cinco. No te preocupes, extendí la reserva cuando te quedaste dormido. Yo también estaba cansado y ni siquiera nos hemos bañado. En vez de obligarte a levantar para viajar incómodos, pensé que lo mejor era dormir aquí y solo pasar rápidamente por nuestras casas para llegar al trabajo a tiempo. Pero...

—Voy a ir —le interrumpo—, no voy a llamar para decir que estoy enfermo.

El liquido en la botella desaparece cuando la empino y trago apresuradamente. Mi corazón se ha calmado y puedo respirar bien. Volteo y sonrío a mi compañero que tiene una mano sobre mi hombro.

—Tomemos un baño ahora, si lo hacemos rápido aun tenemos tiempo de dormir un poco. —Mirando mi cuerpo desnudo apenas tapado con las sábanas, recuerdo que apenas nos hemos limpiado después del sexo—. Nunca he sido así de sucio.

Wolfram se ríe y terminamos yendo a tomar el servicio completo en las duchas de inmediato.

—Tienes una obsesión con los baños, pero me alegro que te estés ablandando. Ni siquiera insististe en bañarte previamente como siempre haces —comenta.

—Lo hice en casa por la mañana.

—¿Qué, en serio? Uno de esos baños como de una hora que siempre insistes en tener solo, ¿pero a la mañana antes del trabajo? No quiero ni saber a que hora te has levantado, con razón tenías tanto sueño.

Siendo el día de su muestra de arte, sospeché que podríamos terminar haciéndolo y como no soporto no prepararme previamente en caso de cualquier eventualidad tomé un baño a fondo bien temprano.

En realidad, él suena poco interesado en esos menesteres pero sé bien cuando planea como vamos a hacerlo. Wolf también desaparece a solas un tiempo de vez en cuando en casa, aunque tarda menos que yo que resulto ser más escrupuloso en este aspecto. Me pregunto como averiguó sobre todos los menesteres del sexo anal y sus detalles, o qué es exactamente lo que hace, pero detengo mi tren de pensamiento rápido antes de que nos excitemos.

Luego de contentarme hasta con un ultimo uso de ese increíble hidromasaje que extrañaré demasiado, insisto en que estoy bien y en vez de dormir convenzo a mi compañero de dejar el hotel y encontrar un café abierto para tomar el desayuno. Me las he arreglado para pagar la mitad de todo, incluyendo esa ostentosa botella de champagne que no se cuando vació por completo.

Al final tenemos que contentarnos con un simple y aburrido 24hs cercano, e improvisamos con un café en lata caliente de máquina y unos sándwiches pequeños.

Para mi es normal levantarme a estas horas cuando aun hay poca actividad en los alrededores del barrio, incluso si estamos ahora en el centro, pero Wolfram no para de bostezar en ningún momento. Con sus ojos caídos me sigue a todos los lugares que he indicado, hasta que ambos partimos cada cual hacia su casa a buscar una nueva muda de ropa limpia para continuar con un día que promete sentirse muy largo.

No puedo evitar pensar como se siente el resto del día. Si estará cansado, si me odia por no dejarle dormir o si tendrá dolor de estómago. Mi cabeza se llena de pequeños detalles como esos mientras mis insignificantes preocupaciones cotidianas conviven con esta felicidad que siento con más fuerza a cada momento.

Me propongo en secreto continuar intentando ser más honesto.

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.

.

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Continuará...

 

Notas finales:

Hola a todos,

Este capítulo terminó siendo muy largo, pero me vi incapaz de poder cortarlo. Creo que tiene un buen balance entre la parte del sexo y su contraposición sentimental, y no pude evitar que la linea final me hiciera sentir que esto bien podría haber sido un final para Enredos. La realidad es que no estoy ni cerca de terminar todo lo que quiero contar, pero Yuuri diciendo que se propone ser más honesto es como un gran cierre, ya que ese es el propósito de su narración en esta historia, pasar del hombre infeliz y reprimido a una vida mucho más feliz luego =P Y si, en realidad entre el porno y los chistes, el mensaje que siempre quise transmitir es algo serio. Creo que se pueden dar cuenta, sexualidad, salud mental, el propósito en la vida... no son temas ligeros jaja. Pero me gustan mucho los slice of life justamente porque incorporan la cotidianidad juntos con un poco de filosofía.

Bueno, me puse a pensar en esas cosas, pero las dos cosas en las que debo enfocarme en realidad son corregir mis ENORMES errores temporales de capítulos pasados y continuar el capítulo siguiente =P Lo comenté en el facebook, pero releyendo la historia entera noté que no tiene puto sentido los meses que pasan entre algunas cosas, y en otras tantas me he confundido y escribí cualquier cosa. Incluso le cambie la edad a Yuuri hace unos caps atrás jaja, pero aun no cumple años. Voy a tener que corregir bastantes detalles de esos. Por ahora agradezco su paciencia y espero que no se confundan tanto, tomenselo a la ligera por favor jaja.

Sin mucho spoiler, se viene el cumpleaños de Wolf con la reaparición de algunos OCs y mucho protagonismo de su parte. Se que eso es algo que muchos han estado pidiendo jaja ^^ Como siempre gracias por continuar leyendo esta historia, y cualquier otra de las que tengo publicadas, me alegro mucho que las disfruten.

Nos vemos la próxima!


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