Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enredos de oficina por RedGlassesGirl

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Voy a dejarles unas aclaraciones sobre comidas típicas que salen en este capítulo, así pueden ahorrarse buscar cada cosa en wikipedia y saber rápidamente que son. Si no están interesados, pueden pasar a la lectura directamente, no voy a agregar notas para no interferir demasiado con el texto.

Tempura: (天ぷら o 天(617;羅 天婦羅) (la pronunciación suele ser témpura) se refiere a la fritura rápida japonesa, en especial a los mariscos y verduras. Cada trozo de comida debe tener el tamaño de un bocado y se fríe en aceite a 180 t51; tan solo durante dos o tres minutos. Antes de llevarse el trozo a la boca suele mojarse en una salsa (Tentsuyu) hecha a base de caldo, salsa de soja y sake dulce al que se le agrega ralladura de jengibre, ralladura de rábano y especias.

Rheinischer Sauerbraten: Comida Alemana. Es un tipo asado de carne de res que se ha marinado en vino tinto, vinagre, caldo de verduras y mezcla de especias como enebro, pimienta, semillas de mostaza, etc.

Yakitori: (焼き(165;, やきとり , lit. pájaro asado a la parrilla), es un tipo de brocheta de pollo y verduras. Es servido típicamente con sal o salsa teriyaki, que está hecha básicamente de mirin, sake dulce, salsa de soja y azúcar. El Yakitori es un acompañamiento común y barato a la cerveza en una izakaya.

Oden: (おでん) es un plato donde se cuecen ingredientes diversos, entre los que pueden estar huevo, daikon, konnyaku, y chikuwa cocidos en un caldo de konbu y katsuobushi (Dashi), que a veces lleva mostaza como condimento.

Kara-age: es una técnica culinaria japonesa en la que diversos ingredientes —comúnmente carne, y en especial la de pollo— se fríen en aceite. Se elabora marinando trozos pequeños del ingrediente en salsa de soja, ajo y jengibre, recubriéndolos ligeramente entonces con una mezcla condimentada de harina de trigo o fécula de patata y friéndolos ligeramente en aceite, de forma parecida a la tempura.

 

Enredos de oficina – Capítulo 3

.

.

.

.

.

Es martes por la mañana, bajamos del vuelo hace un par de horas y estamos en la oficina. Ni Wolfram ni yo parecemos poder comenzar el día, estamos muertos. Él está desplomado en la mesa de su lado con la cabeza apoyada en sus brazos, aprovechando que aquí dentro nadie más que yo puede verlo.

—¿No te has dormido verdad?

—No.

La voz que me responde está lejos de ser la de siempre y apenas se escucha.

—¿Te sientes muy mal o algo? —Me preocupo un poco, sé que es de tener presión baja por las mañanas, pero tal vez el viaje a las apuradas y todo lo que pasó ayer lo hayan enfermado. Si necesita irse tendré que sobreponerme a avanzar con el trabajo yo solo.

—Estoy bien —me dice y se recompone en la silla, debajo de sus ojos verdes las ojeras son notorias—, solo estoy muy cansado. Deja de cuestionarme cuando tú luces igual o peor que yo.

Me sorprende que diga eso, no pensé que mi cara reflejara tanto mi cansancio.

—¿Tan mal me veo?

—Horrible.

Que directo. Debería ir al baño a lavarme la cara y hacer un llamado a casa, necesito pasar a buscar a P cuanto antes.

.

.

.

Y esa es toda la historia Yuu. Solo era gastritis —me dice la voz de mi padre en un tono de disculpas al otro lado del teléfono. Está aliviado y a la vez avergonzado por preocuparme en vano, pero ahora no importa porque no podría estar más contento—. No le digas a mamá que te conté que fue ella la que le dio yogurt y leche —me susurra, supongo que mi madre está cerca.

—No voy a decirle, pero específicamente deje anotado que no había que darle nada extraño.

Pero era solo leche, no era tan raro.

—No importa, no puede. Los perros en general son intolerantes, y P esta viejo y ya no puede comer de todo. Igualmente, no quiero darle más vueltas a eso, lo que importa es que no tenía nada.

La risa de mi padre es tan familiar que me trae recuerdos. —Este perro viejo parece tener energía para rato, está aquí conmigo en mis piernas. Desde que se levantó no ha parado de moverse, lo único malo es que no conoce esta casa y se ha dado topes contra todo.

—No entiendo porque está tan hiperactivo.

Está feliz de vernos, eso es. Además debe ser emocionante explorar un lugar nuevo.

Tal vez estar todo el tempo con gente es lo que le hace bien.

—Pa, ¿puedo pedirte un favor? —Creo que esta es la mejor decisión que puedo tomar por el momento—. ¿Podrían tener a P con ustedes un tiempo?

Claro —él hace una pequeña pausa, sé que está pensando en los detalles—, estamos contentos de tener compañía. Pero hijo, estas muy encariñado con él, sé que jamás lo abandonarías. ¿Pasó algo?

—Lo voy a extrañar, además de que me sentiré solo en la casa sin nadie, pero ya no es un cachorro que pueda aguantar mi ritmo de vida. Se pasa el día encerrado solo y aunque lo saque al parque o tengamos un patio no es muy activo. Ha hecho más en un día con ustedes que en un mes conmigo.

Entiendo, los viejos necesitamos hacernos compañía —se ríe con fuerza—. Más te vale venir a visitarlo seguido. Hoy te escucho más decaído que de costumbre, si hay algo más de lo que necesites hablar sabes que mamá y yo estamos aquí para ambos.

—Solo estoy cansado, es el trabajo. No he dormido casi nada desde ayer y vine directo del aeropuerto, es inevitable. Las cosas están bien, en realidad, están mejor que nunca. No quiero hablar de eso ahora, prefiero dejarlo para el fin de semana.

Me alegro de oír eso. Le avisaré a tu madre que vas a venir, se pondrá contenta.

—Los llamo en la semana para confirmar. Adiós pa.

Adiós hijo.

Terminada la conversación y sintiéndome más tranquilo que nunca voy para la cocina. Wolfram está aquí de espaldas preparando algo.

—¿Estás haciendo café? —le pregunto normalmente pero como lo he tomado desprevenido se ha asustado.

—Por favor avísame cuando entras así. —Creo que no lo he encontrado en su mejor momento, parece más vivaz que está mañana pero está enojado. Por suerte, no es conmigo—. Estoy llenando la cafetera. Odio que la gente solo deje un poco del alto de un dedo como excusa para no hacer más. ¿Qué, no entienden que sería lo normal hacer más cuando te sirves la última taza?

—Pasa en todas y cada una de las oficinas. —Miro lo que está haciendo y no parece saber del todo como funciona la máquina—. Necesitas otro filtro. Creo que están por aquí.

—No me importa si pasa en todos lados, me importa si pasa aquí y soy yo quien tiene que estar llenándola todo el tiempo.

—¿Has hecho el café antes? No pareces muy seguro de cómo se usa esa cafetera.

—Sí, he tenido que hacer varias veces —me responde más calmado, incluso un poco apenado—. Aun no se bien cómo funciona, pero estoy trabajando en ello.

Creo que ya le he escuchado decir esa frase antes. Llevo el filtro y le muestro como hacerlo rápidamente. —Lo mejor es usar la jarra para medir el agua. El filtro debería cambiarse cada vez, pero a veces solo agrego café y hago más si estoy apurado. En realidad, no debería hacer eso, pero bueno.

—¿Qué cantidad le pones?

—Más o menos hasta aquí.

—Ah, Shibuya —interrumpe una persona que conozco y acaba de entrar. Al ver a Wolfram saluda con la cabeza—. ¿Hacen café?

—Sí, ¿vienes a buscar?

—Sí, Yamashita también —aclara mientras entra otro de nuestros compañeros de piso.

Los conozco a ambos pero Wolfram no, así que me encargo de las introducciones. —Ellos son Yamashita y Kobakawa. Nos sentábamos en la misma área antes de que me mudara, trabajan juntos para mantenimiento web. Él es Wolfram, mi compañero en el proyecto de Süus.

—Mucho gusto —dice Yamashita y prefiere extenderle la mano antes que hacer una reverencia.

Wolfram no esperaba ese saludo, así que tiene que dejar lo que estaba haciendo y termina limpiándose la mano en el pantalón aunque parecía reacio a hacerlo. Luego le extiende la mano a Kobakawa que no se lo esperaba. Las presentaciones suelen ser accidentadas porque la mayoría de aquí no sabe cómo comportarse con él, es gracioso verlo de afuera ahora que yo he superado ese problema.

—Mucho gusto, soy Wolfram.

—¿Esta bien usar tu nombre de pila? —preguntó Kobakawa, aunque conmigo siempre se comporta alegre, es el más tímido de los dos frente a Wolfram. Automáticamente parece resguardarse detrás de la persona a su lado aprovechando que tiene baja estatura.

—Si él lo dice, haz como en roma ¿verdad? —bromea Yamashita y le palmea un hombro echándolo hacia el frente de nuevo. Kobakawa está apenado y parece que le va a costar hablar durante un rato—. Escuchamos que han hecho un viaje, ¿cuándo han vuelto?

—Hoy mismo por la mañana —responde Wolfram. Me pasa una taza de café y luego extiende la mano para ofrecerse a servirle a Yamashita, al parecer es consciente que es el más natural para relacionarse. Servirle a Kobakawa luego se vuelve más fácil y mejora los ánimos entre ellos. Wolfram está aplicando los consejos que le di sobre la cerveza en otro ambiente, y está funcionando.

Me alegro de no haber estado borracho cuando le di esos consejos. Mi padre tiene la costumbre de tomar hasta ponerse rojo y decir muchas estupideces, aprendí por las malas que no tenía que confiar en consejos de borracho. Si Wolfram terminara haciendo algo tonto por mi culpa luego no sé cómo me haría cargo.

—¿Hoy mismo? Debe de ser duro, ¿no están cansados?

—Estoy hecho polvo —dice Wolfram y se ríe. Toma un sorbo de su café y le agrega azúcar—. Creo que voy a necesitar que sea un café doble. Pero ha sido un buen viaje, se siente bien estar de vuelta luego de obtener buenos resultados.

Su actitud relajada ha creado un buen ambiente. Hasta antes de que entrara alguien más a la cocina estaba demostrando una personalidad avasallante, pero aunque ahora continua igual de enérgico se muestra abierto y amigable. No me parece una muestra de falsedad, creo que solo tiene cuidado frente a quien dice o hace ciertas cosas.

Yamashita se ríe. —Entiendo cómo es eso, hay días que no puedo dejar la taza de café sobre la mesa. Es indispensable tomar una por la mañana.

—¿Cómo les va a ustedes con lo suyo? —le pregunto a ambos.

—Bien —el que responde es Kobakawa de forma más alegre—, hemos terminado una migración que ha sido de locos. Pero ha salido de maravilla así que tendremos un tiempo para descansar, hasta que se den cuenta de todo lo que han dejado pendiente.

—Es ley. Terminamos, enviamos todo y luego se dan cuenta de la acumulación de errores que han quedado en vivo. Estaremos unas semanas con muchas asignaciones para arreglar tonterías como un punto de más, o una coma.

—¿Eso no supone un problema? La cantidad de errores que se han filtrado quiero decir —pregunta Wolfram.

—No, mientras la página no se caiga a pedazos estando en vivo en realidad no importa. Son los mismos clientes los que apresuran y marcan errores que reportamos como de baja prioridad. A veces impresiona lo que deciden dejar pasar a la versión en vivo cuando están sobre la fecha límite, siendo que al principio todos se muestran detallistas.

—Si el cliente lo pide, dale lo que quiere. Al menos así funciona para las migraciones, ¿verdad? —le digo a Kobakawa recordando algo que me había comentado hace tiempo. Él ríe y su humor mejora del todo, ya es el mismo que he conocido siempre y no parece sentirse incómodo con Wolfram.

—Así es, aunque es importante aportar ideas y soluciones a todo, también hay que saber cuándo dar el brazo a torcer por más que pidan algo que resulte incoherente. A ellos les funciona, prefieren esto a no poder cumplir con la fecha de lanzamiento programada. Eso sí sería un problema grave, no llegar a tiempo es lo que más nos preocupa siempre.

—Lo importante es dejar contento al cliente —dice Wolfram sonriendo con confianza.

—Si, al parecer nos está yendo bien a todos. Eso genera un ambiente más agradable. —Yamashita parece recordar algo y le da un toque con la mano a su compañero—. Kobakawa porque no les das un folleto, ¿los tienes encima todavía?

—Oh sí, tengo algunos siempre conmigo.

Mientras el busca y nos entrega una copia de tamaño A5 Yamashita nos explica. —Ya que hablamos de ambientes agradables, se ha estado organizando un evento por mail desde hace unos días, pero seguramente no se han enterado. Es una cadena larga, así que para resumirlo, este viernes habrá una salida después del trabajo.

—La mayoría de los proyectos del piso parecen ir bien, últimamente está todo tranquilo y hay tiempo para relajarse un poco. Como según la votación previa mucha gente confirmó que iría, decidimos ponerle fecha y hacer los afiches.

Miro el panfleto, incluye la fecha y hora en grande y el resto son adornos. Se ve bien, se nota que se ha ofrecido alguien del área de diseño a hacerlo. Pero algo me preocupa.

—¿Es un goukon?

—No recuerdo haber visto ese email. Ya he revisado todos los que tenía pendientes antes de venir aquí —dice Wolfram observando el papel que acabo de pasarle.

—Ah bueno —Kobakawa está apenado de nuevo pero en confianza—, en realidad no estás agregado. Yamashita envió el primer mensaje pero no copio a todos, luego fueron agregando gente pero nadie se animaba a ser el primero en copiarte.

—Las chicas ha estado bromeando y pidiendo que alguien lo haga, pero nadie parecía haber hablado contigo nunca.

—Bueno, llevo poco tiempo aquí, creo que con quien más he hablado de este piso es con Yuuri.

Cuando Wolfram usa mi nombre de pila ellos me miran instintivamente, pero parecen asumir que está bien siendo un caso especial. Wolfram y yo no somos tan cercanos, pero él igualmente usa mi nombre sin honoríficos. Tampoco puedo decir nada porque yo estoy usando su nombre de pila desde hace un tiempo.

—Bueno, ahora se conocen. Pueden agregarlo ustedes a la lista, o si prefieren lo haré yo, aunque no sé si me ha llegado ese email porque hoy solo he leído los más importantes primero.

—Si no les importa, creo que lo mejor sería no agregarlos —dice Yamashita—, queremos que vayan las chicas.

—Si saben que has leído lo que han estado diciendo sobre invitarte o no, seguramente varias no quieran ir luego. No es que haya nada malo, pero han estado insistentes con el tema y creo que les dará vergüenza.

—No hay problema, el folleto tiene los datos, eso es lo más importante. ¿Qué es un goukon?

Yo sabía que preguntaría. Y también se cuál es el plan de estos dos y de todos los hombres de este piso. —Significa que tú te has convertido en la carnada.

Eso apena a mis compañeros japoneses, pero se ríen.

—Eso suena bastante mal, pero creo que si es algo así. —Yamashita aun ríe, pero Kobakawa vuelve a dar un paso atrás—. Él realmente quiere que las chicas de recepción vengan, especialmente una en especial, ¿verdad? —El pobre tipo es echado al frente de nuevo y no sabe dónde meterse, no puedo evitar sonreír abiertamente—. Creo que el goukon es algo muy de aquí, no sé bien cómo explicarlo.

—Es una cita grupal, a ciegas —decido explicar, después de todo soy el representante japonés oficial de mi compañero extranjero—. Hombres y mujeres solteros se juntan a comer y tomar algo para ver si consiguen pareja. No es nada raro que se organicen entre grupos de amigos pequeños, pero he ido a alguno que otro grupo algo más grande organizado en la universidad. Lo más importante es que haya el mismo número de hombres que de mujeres.

—No sabía eso —murmuró bajito Wolfram más para sí mismo que para nosotros. Creo que lo he escuchado decir eso varias veces antes. Está pensando sobre el tema—. No estoy seguro.

—¿Tienes novia? ¿O alguna chica importante? —pregunta Kobakawa muy interesado, parece que le interesan las cosas relacionadas al amor.

—Oh bueno, creo que era de esperarse que no estuviera soltero —le dice Yamashita.

—¿He? No, no tengo a nadie.

Así que Wolfram es soltero. Yo también esperaba que tuviera a alguien, creo que lo sospeché desde que rechazo a Clara tan abiertamente. Aunque por lo que veo no parece particularmente interesado en el amor. Me mira.

—¿Vas a ir?

—Oh si, por favor. Sabía que estabas soltero, Shibuya.

¿Por qué yo si tengo la fama de soltero? ¿Qué? ¿Me lo ven en la cara o algo?

—Ustedes se llevan bien, si Shibuya lo acompaña creo que se sentiría más cómodo —intenta convencernos Yamashita.

—En realidad no estaba planeando ir yo tampoco. —Pero no me dejan excusarme.

—¿Pero no habías sido rechazado hace poco por una mesera? Aquí podrías encontrar otra chica, te apoyaremos —me pregunta Kobakawa.

—¿C-cómo? No he sido rechazado, ¿quién ha dicho eso? —Esto me avergüenza un poco.

—Ah, ¿entonces ella acepto salir contigo? No me había enterado de eso —dice Yamashita.

—Ella ya tenía a alguien, así que ni siquiera llegue a invitarla a salir. Pero ese no es el caso, ¿por qué todos saben sobre mi vida amorosa?

—Lo leímos en los emails.

—¿En los emails? —me sorprendo. Ahora quiero leer esos mensajes—. ¿Porque hablarían de mí en los emails?

—Han sido las chicas, en realidad son ellas las que no paran de escribir cosas aunque nosotros estemos copiados. Se ha llenado de spam, es un poco molesto recibir tantos mensajes al día —se queja algo molesto Yamashita—. Pero también son interesantes los chismes, aunque creo que no me gustaría ser parte de ellos.

—No te preocupes, no hay nada malo. Lo que he leído ha sido solo eso.

—¿Las chicas hablan de mí? ¿Porque habría de interesarles?

—Quieren que vallas. —Eso me ha sorprendido, no puedo decir que no me ilusiona un poco pero tengo la sospecha de que me pincharan el globo pronto—. Ya tienes tu propia oficina y estás junto con Wolfram, has entrado en la mira de la comidilla de ellas.

Las recepcionistas están en este mismo piso, pero es un área completamente diferente. Solo podemos cruzarnos en el comedor. El resto de esta área está lleno de hombres y en su mayoría somos todos jóvenes, es normal que todos quieran asistir a este evento, es una gran oportunidad.

—¿Ahora que trabajo con Wolfram creen que hay alguien que podría convencerlo más fácilmente de ir?

Wolfram me mira curioso. No te preocupes, ya no me caes mal, así que no voy a ponerme celoso porque te lleves la atención de las recepcionistas más bonitas y yo sea ignorado.

—En realidad, creo que eso es lo que pensábamos los hombres. Hasta ahora no había nadie que pudiera preguntarle de ir —dice Yamashita y le sonríe a Wolfram—. Pero ya nos conocemos mejor, así que podemos preguntarte directamente. Las chicas en realidad quieren que vayas porque hay un par que les interesaría conocerte —me dice mirándome a mí.

—Ok, eso es nuevo. Quiero ver esos emails. Nunca se ha acercado ninguna de las mujeres del piso a hablarme, así que no puedo creer que alguna esté interesada. Esta es la primera vez que me siento popular en mi vida.

—Si tú vas, yo voy —me dice Wolfram.

—¿Quieres ir? —me sorprendo—. ¿Conoces a alguna de las chicas?

—No, no conozco a ninguna. Solo he hablado con una que otra contadora del segundo piso.

—Es una cita a ciegas, pero puedo asegurarte que las chicas de este piso son bonitas —dice Yamashita.

—No me importa mucho eso, en realidad no estoy interesado en buscar pareja. Solo quiero ver como es un goukon. No sé si me gustará alguien o no, ni tampoco busco una amante, pero podré conocer gente nueva.

—Creo que no importa si no decides quedar con nadie luego, pero tendrás que intercambiar emails y también pedirán tu número de teléfono. Aunque puedes no dar el número, quedaría mal si ni siquiera entregas tu correo —le advierto.

—Además, preguntarán cosas personales, querrán saber de ti, tus relaciones pasadas, algunos chismes. Y otra cosa importante, los hombres pagan la cuenta. —Dice Kobakawa—. ¿Realmente estás bien con eso?

Wolfram parece estar pensándolo mejor. —Está bien. No tengo nada que esconder. Si me envían solo mensajes por email no creo que se torne tan molesto. Y si se diera el caso, puedo rechazarlas de forma directa.

—La cadena donde estamos se llenará de lágrimas de las chicas rechazadas.

—Pero a nosotros no nos afecta —dice Yamashita—. Me aseguraré de pararme detrás de ti para recibir lo que rebote.

—Eso es bastante triste. —Me deje llevar y dije lo que pensaba, odio cuando me pasa esto. Tengo suerte y él no lo toma a mal.

—No me importa, no es como si estuviera buscando amor.

Esta vez me contengo de comentar nada. Pero si estamos hablando de sexo sin amor, soy un anticuado. En realidad no estoy interesado en todo esto más que por curiosidad, pero nunca he pasado una noche con alguien porque sí. Mis parejas han sido todas serias, por más que algunas duraran poco.

—¿Pero por qué habría de gustarle a todas? No pueden estar tan seguros.

Se lo ve tan inocente y modesto que los tres tenemos ganas de llorar.

—Estamos seguros —decimos todos.

.

.

.

Tenemos poco trabajo, casi no están entrando emails y no me han agregado a la gran conversación con chismeríos que quería revisar.

—¿Hay algo importante que tenga que saber? —me pregunta Wolfram.

—¿Sobre el goukon?

—Sí.

Parece aburrido, yo tampoco tengo nada mejor que hacer, así que tomare mi rol de asesor japonés.

—Bueno, creo que hay varias cosas que está bien saber.

—Creo que he entendido lo básico, ¿pero cuál es la diferencia entre esto y un after office?

—Oh bueno, creo que en este caso parece más eso que un goukon, pero hay ciertas reglas. Ya te dije que tenían que ser la misma cantidad de hombres que de mujeres, por eso Yamashita está organizando a los hombres, y él debe conocer a una chica que está organizando con sus conocidas.

—¿Siempre lo hacen así?

—Sí. Además, quienes organizan tienen que encargarse de reservar un lugar donde los precios sean buenos. Y se hace una pequeña introducción por persona antes de hablar libremente con quien quieras. Lo más seguro es que se haga algún juego para beber.

—¿Otra vez beber para socializar? ¿No pueden hablar con otras personas si no están entonados? —se ríe.

—Me declaro culpable. No puedo hablar bien si el alcohol no me afloja primero.

—Últimamente estas más hablador aunque no estés tomando.

—Eres un hombre, y además pasamos mucho tiempo juntos en la oficina. Pero allí tengo que hablar con chicas.

—¿Cuál es la diferencia?

—Te estoy odiando un poco. Lo haces sonar tan fácil. —Estoy bromeando, pero lo envidio realmente—.  Nunca se me dio bien hablar con la gente y me cuesta entender a las mujeres.

Wolfram parece estar pensando en algo. —No creo que nadie entienda a las mujeres.

—Entonces es lo mismo para todos los hombres del mundo. Volviendo al tema. Mi consejo es que aunque no estés seguro de que te guste alguien, pidas el email de todas las chicas, sino puedes herir sus sentimientos.

—Bien, pediré todos entonces, gracias por avisar.

—A ver, ¿qué más puedo decirte? Es probable que pregunten cosas embarazosas, está bien si no respondes, pero si dices que no a todo quedarás mal.

—¿Qué clase de cosas? ¿Cómo hasta que edad me orinaba en la cama, o si lloraba porque no podía encontrar a mis hermanos jugando a las escondidas?

Eso suena a que lloraba cuando no encontraba a sus hermanos jugando a las escondías. Es algo lindo que a las chicas les encantaría de escuchar. Supongo que de pequeño debía verse extremadamente tierno, algo así como un querubín regordete con rizos dorados.

—Tal vez, pero debes recordar que es una cita a ciegas. Van a preguntar por tus ex novias, ex amantes, cuantas tuviste, como eran, si hay detalles graciosos o hasta vergonzosos de tus relaciones. Incluso, si están lo suficientemente borrachos, van a preguntar detalles sexuales.

—Hay algo que me intriga. Si son capaces de indagar hasta en la vida sexual de alguien borracho siendo tan tímidos en el día a día, ¿cómo pueden soportar verse la cara al día siguiente? Si sales, bebes y haces una estupidez, luego tienes que atenerte a las consecuencias.

—No sé qué decir, no recuerdo haber hecho demasiadas cosas de las que me arrepentiría. Suelo beber pero soy consciente de lo que hago y lo que no. Pero si hay gente como la que dices, aunque yo no soy uno de ellos, no me gusta hacer el ridículo porque no se lidiar con las consecuencias.

—Al menos eso suena coherente.

—Pero es una cuestión cultural. No importa si vas con tu jefe, el primer ministro o un cliente. Una vez pizas el bar, obtienes la licencia oficial de borracho, incluso si no tomas una gota de alcohol, puedes decir o hacer lo que quieras porque todo vale. Así como están los goukon, también están los nomikai. Tú lo llamaste after office, pero aquí eso sería un nomikai. También se da un discurso introductorio y luego se puede beber y comer conversando libremente, pero no es para buscar pareja, es para fortalecer lazos de amistad y pasar un buen rato. Ah, he recordado algo importante. ¿Recuerdas que te explique que debes servir a otros? Durante el Goukon las chicas servirán a todos los hombres, no estás obligado a hacerlo.

—¿Está mal si lo hago?

—No, pero es probable que no puedas. Si vacías el vaso van a llenarlo de nuevo enseguida, y ellas se sirven solas.

Wolfram está anotando mientras escucha, lo hace tan sutilmente que nunca se ve como si no estuviera prestando atención.

—Ya que estás anotando…

—Ah, lo siento. Es solo una costumbre.

—No importa, yo también lo hago. Desde la secundaria tomé la costumbre de anotar cosas importantes mientras conversaba, incluso entre amigos. No tengo buena memoria. —Él sonríe—. Los nomikai son bastante tradicionales, pero en la universidad se llama konpa a esas reuniones. Son comunes, y hay varios tipos, como el konpa goukon. Creo que ya entiendes la idea general de todo esto.

—Sí. Aunque parece más complicado que a lo que estoy acostumbrado. Todo tiene sus reglas, y usan distintos nombres para cosas que parecen todas iguales.

Wolfram parece no entender bien del todo, se echa para atrás en su silla y resopla por la nariz.

—Ya te acostumbraras.

.

.

.

Bueno, aquí estamos. El viernes ha llegado y toca la hora de ir hacia el lugar del encuentro.

Wolfram y yo salimos de las oficinas envueltos en un ambiente extraño para ambos ya que nunca nos hacemos tanta compañía fuera del edificio, pero aunque se siente cierta falta de cercanía no ha sido tan incómodo. Después de todo, el viaje de negocios nos ha aflojado a la fuerza respecto a nuestra relación que empezó por mal camino.

El lugar que han elegido es un salón de reuniones que consta de una sola habitación grande con mesas largas dispuestas dos líneas, me asombra que han logrado reunir alrededor de treinta personas y lo han llenado. No sé hace cuanto están planeando esto, pero al comenzar las breves presentaciones no me asombra escuchar que aquí hay gente de otras compañías. Wolfram no es el único extranjero, he llegado a ver a lo lejos un tipo de pelo negro y tez morena, otro que parece más joven y se la pasa muy sonriente y una chica castaña y delgada de ojos hundidos. A pesar de que todos ellos llaman la atención, no pueden competir ni a la legua con el aspecto terriblemente encantador del caucásico rubio biseinen.

Está prohibido fumar aquí dentro, pero hay una especie de recibidor bastante pequeño donde los que fuman pueden hacer una escapada, a pesar de eso el ambiente está embotado. Las paredes forradas en madera oscura y las luces a medias le dan bastante aspecto de tugurio. Tal vez es que soy un exagerado, pero esa es la sensación que estoy teniendo, aunque cuanto más ruedo los ojos por el lugar examinándolo me doy cuenta de que no está tan mal decorado.

Creo que es problema mío, no soy la clase de tipo que adora estas reuniones. Mi jarra de cerveza está llena por cortesía de una señorita a mi lado. No es raro para mi estar rodeado de tanta gente y sentirme solo, aunque podría incluirme en algún círculo cercano me siento con pocos ánimos después de superar las presentaciones y un par de juegos.

Recuerdo ligeramente lo que paso en el coctel hace poco, alguien intento ligarme y fue algo muy fuera de lo común, pero el hecho de que resultara ser un hombre aun me tiene contrariado. Solo puedo recordar una vez en la que alguien fue tan directo conmigo, y mi relación duró solo un mes. Definitivamente no sirvo para los touch and go, o para el coqueteo descarado. Miro las rayas en la mesa como si fueran interesantes mientras recuerdo detalles de esa relación que hace bastante que no recordaba y continuo tomando.

Veo de reojo cabello rubio, mi compañero está en la otra mesa y me genera curiosidad. Hoy he llegado a ver algunas facetas nuevas de este tipo, y me sigue sorprendiendo lo encantador que resulta cuando está de buen humor. Nunca esperé que tuviera ese tipo de sonrisa coqueta y amplia de publicidad de pasta dental, o una risa clara, masculina y tan profunda; pero pude apreciar esos detalles mientras lo tuve a mi lado antes del primer cambio de asientos. Puedo entender como lo ven las mujeres, a simple vista parece cortés, caballeroso y atento, pero si tuviera que dar una opinión sincera creo que en el fondo se comporta un poco infantilmente y mantiene una sutil distancia cuidando su espacio personal todo el tiempo. Creo que si no trabajara con él y no supiera lo caprichoso y difícil de llevar que es no podría notar su verdadera personalidad bajo esa mascara.

Tal vez debería hablar con alguien al menos por un rato de nuevo. Miro a mi alrededor y encuentro la mirada de Yamashita, él me hace un gesto insinuando por qué estoy tan solo, a lo cual solo respondo con una sonrisa y un movimiento de la mano para restarle importancia. Nah, no creo que sea necesario continuar socializando, ya he hecho un esfuerzo la mayor parte de la noche y solo ha servido para reafirmar que Ken tiene razón, últimamente no encuentro interés en nada mas allá de las cosas que me gustan.

Los ojos de Wolfram miran con interés a la mujer a su lado, ¿así que ese es tu tipo? Ella es delgada, con bonito cabello negro largo y muy lacio y un rostro sofisticado. A pesar de su similitud física con Clara, la única mujer que he visto con Wolfram hasta ahora, no se parecen tanto. Utiliza un estilo más simple aunque no esté a cara lavada, y más allá de que tiene un aire de hermosura impecable, no veo en ella ningún atributo exagerado como grandes pechos o ropa ostentosa. Se ve inteligente y aguda, en cierto modo creo que encaja con mi tipo también, porque soy un idiota que siempre termina con mujeres difíciles de manejar.

—¡Cambio! —La voz de Yamashita, que ha estado organizando con mucha energía toda la noche, me saca de mi ensimismamiento. Él me busca la mirada de nuevo y ladea la cabeza reprobatoriamente, creo que lo mejor será que consiga alguien con quien conversar.

Donde estaba sentada la chica que me venía sirviendo las bebidas se sienta un tipo de mas o menos mi edad, me da la espalda ya que en los dos asientos contiguos hay mujeres. Desearía fumar, así tendría una excusa para salir a tomar aire un momento, pero como no puedo me pongo a deliberar si sería hora de ir a casa.

—Hey, —Wolfram me sorprende con la mano en la silla vacía a mi lado, su mirada parece suplicante—, ¿puedo sentarme aquí?

¿Qué paso? Me gustaría preguntar eso, pero solo asiento con la cabeza mientras tomo otro trago de mi jarra que aún está casi llena.

—¿Cómo va? —me pregunta en un tono muchísimo menos formal a lo que acostumbro escucharle. Ya lo he visto pasado de copas una vez, y no es tan evidente ahora, pero parece entonado.

—¿Ha?

Como estaba inmerso en mi soledad y mi línea de pensamientos que vagaban entre lo que pasaba aquí y recuerdos personales, ese es todo el poder de conversación que tengo.

—¿Por qué estás tan solo?

Wolfram trajo su jarra consigo pero está vacía, la sostiene con las dos manos encima de la mesa mientras me mira. No sé qué decirle, así que sucumbo ante la curiosidad.

—¿Pasó algo?

Sus ojos verdes me miran sorprendidos y entiende a lo que me refiero, parece agobiado por algo y se pasa la mano por el cuello mientras mira hacia otro lado un momento.

—Solo me cansé.

—¿De qué? ¿De ser popular? —No puedo evitar reírme de eso, él ha sido tan modesto que de verdad dan ganas de llorar.

Sus ojos se clavan en un plato de camarones rebosados que tengo cerca, así que se lo arrimo. ¡Ahí esta! Dientes blancos perfectos y una mirada que se parece a la de un niño emocionado.

—¿Me das la salsa?

Le arrimo la salsa picante y observo como no pierde un segundo en ensopar uno de los camarones e inclinarse para morderlo. No sé si es que no sabía que es picante, o se le ha escurrido la salsa encima, pero se sorprende y hace un desastre sobre  la mesa. Esto está tan fuera de lugar… incluso tiene puesto su traje, camisa y corbata bien arreglados como siempre, no pegan para nada con su actitud. Se da cuenta de mi mirada y sus ojos se vuelven hacia mí, sus labios forman una línea.

—¿Estás borracho?

—No, lo que estoy es hambriento, me muero de hambre.

Wolfram levanta el plato de la mesa y comienza a comer de un solo bocado cada pieza con cuidado de no mancharse. En frente tenemos un grupo de chicas que miran con curiosidad, cuando él lo nota lo único que hace es alcanzar su jarra empujándola al otro lado hacia la chica que tiene una botella de cerveza en la mano para que le sirva y continua conversando conmigo. A pesar de que ha sido osado, ellas le sirven y se lo devuelven entre risillas.

—Trae ese plato de ahí también —me indica con el dedo y me apresura con la mirada—. Si voy a pagar, entonces voy a comer. ¿No quieres?

—No, gracias, ya comí bastante.

—Yo no pude. ¿Qué es esto?

—¿Me lo pediste sin saber?

No parece esperar una respuesta y prueba las piezas del tempura una a una, le paso la otra salsa para cuando ya desaparecieron varias.

—Quiero comer Rheinischer Sauerbraten —dice con tristeza y nostalgia.

¿Y que se supone que es eso? Con un nombre así, ¿se come? Así que los hombres lindos no necesariamente comen poco.

—No te molesta si me quedo aquí un rato —Ha intentado que suene como una pregunta, pero no lo parece—. ¿Qué estas mirando? ¿Te gusta esa mujer?

La mujer de la que habla es con la que había estado conversando antes, la del pelo largo y actitud sexy y sofisticada.

—¿Por qué estás aquí? ¿No estabas hablando con ella antes? Parecían llevarse bien.

—¿Estas solo porque quieres, o porque no tienes el valor de ir a conversar con nadie? —Wolfram me responde con una pregunta, bastante insultante por cierto, pero continúa hablando sin esperar que le responda—. Esa chica de allá, la del pelo corto, te ha estado mirando toda la noche pero nunca se ha acercado. Si vas, estoy seguro de que te ira bien con ella.

—No es mi tipo.

Solo necesito un vistazo para darme cuenta, es tímida, por lo que en lo único que terminaría es en desastre. Silencios horribles, conversaciones unilaterales de beisbol, yo sin saber cómo interesarme en lo que a ella le gusta, y probablemente al tiempo me haga la misma pregunta a la que me he acostumbrado desde secundaria con este tipo de mujeres: ¿Qué te gusta más, el beisbol o yo?

Solamente funciono con mujeres que saben tomar las riendas por su cuenta. La señorita sexy mira hacia aquí, pero no es a mí a quien busca.

—No me digas que tu tipo son las salvajes. No te veía así.

Wolfram me mira sorprendido, los platos están vacíos y ya no queda nada cerca para comer. Así que, charla sobre mujeres, ¿he? Este es el tema típico para conocerse mejor entre los hombres, supongo que está bien, aunque nunca he sido muy interesante.

—No es eso. La verdad es que no estoy interesado en irme con nadie de aquí a ningún lado.

Extraño a mi perro, preferiría estar con P mirando la repetición de un partido en casa o alguna película de acción sin sentido. Pero ahora ni siquiera tengo eso.

—Una decisión sabia —me dice en un tono más serio y toma un trago de su cerveza—, no es bueno meterse con la gente del trabajo.

Él ya me ha dicho algo como eso antes, fue durante el viaje en el coctel, como lo ha repetido me ha proyectado al recuerdo inmediatamente.

—¿Es por eso que estas aquí?

Lo que en realidad quiero decir es: ¿estas evitando a todas las mujeres que te siguen? Maldito tipo lindo y popular.

—No, es que necesitaba un respiro, y comer algo.

Supongo que estando aquí con su compañero en vez de un extraño es más fácil relajarse. Nos acomodamos mirando al frente como si estuviéramos en la barra de un bar, las personas que nos rodean están en su propio mundo o demasiado borrachas para tomarlas en cuenta.

—Realmente tenía curiosidad en ver qué clase de reunión era esta. Hace un tempo que estoy aquí pero hay muchas cosas que aún no conozco.

—¿Hace cuánto tiempo que vives en Japón?

—Un año en Enero.

Estamos en vísperas de navidad, así que falta poco, es prácticamente un año completo. Parece mucho, pero a la vez sabe a poco.

—¿Y te has divertido?

—¿Ahora? Si, fue divertido. De no ser así me hubiera ido temprano, pero parece que no era necesario coquetear con nadie para pasarla bien.

—Me refería a Japón en general. Pero hablando de eso, recuerdo que ya habías dicho que no buscabas un amante, pero sabes, no es raro que encuentres una pareja estable en un goukon.

—Eso funcionaría bien para alguien como tú, no para alguien como yo. —Él se gira un poco hacia mi lado y espero atento que aclare de que está hablando—. Porque eres japonés. A las mujeres de este país no les interesa mantener una relación seria con un extranjero, así que no van a tomarme enserio. Igualmente, no es que esté buscando algo serio tampoco. Estoy mejor solo.

Bebemos un rato en silencio mientras en la mesa detrás nuestra comienza otro juego ruidoso.

A pesar que durante el coctel tuvo una actitud parecida, no estaba convencido de ver a Wolfram de esta manera, creo que se ha ganado mi respeto como hombre por completo. A pesar de que había dicho que no vendría a ligar, pensé que era una excusa para no ser evidente y en el fondo era todo un play boy. Es inevitable verlo así debido a su apariencia, y en parte también es culpa de su actitud directa en general. Pero en este momento siento que es un poco como yo, a esta altura de la noche ya no tiene interés en socializar con nadie.

Pensándolo un poco mejor, la mayoría de las mujeres con las que habló parecen desencantadas, solo un par continúan mirando para ver si tienen oportunidades pero no se acercan. Wolfram no es del tipo que afloja su marcha para esperar a otras personas, y eso no funciona bien con las mujeres.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Consigo su atención al instante—. Durante tu presentación dijiste que trabajabas en otra compañía.

—Si, en una agencia de turismo, pero como administrativo.

—Dijiste: “pero tuve que irme”.

Wolfram parece recordar algo con lo que no está cómodo del todo, me arrepiento un poco de sacar el tema pero realmente tengo curiosidad.

—Fue por la misma razón por la que te pusieron en el proyecto conmigo, y por lo que te dije que tener relaciones en el trabajo es problemático. Me dieron la posibilidad de renunciar por mi cuenta y la tomé, gracias a eso pude conseguir algo en otro lugar sin problemas.

¡Así que si era un play boy! Como ya sé qué tipo de problemas tiene respecto al trabajo, siento curiosidad por lo otro.

—¿Tuviste relaciones en el trabajo? —No puedo evitar sentirme abochornado.

—¡¿Qué?! ¡No! ¿Qué estas insinuando? Era mi secretaria, pero no es como si fuera a revolcarme con alguien dentro de la oficina. —Cierto rubor cubre sus mejillas y se agita un poco.

—¡Tu secretaria! —Inevitablemente imágenes XXX vienen a mi mente y abro la boca y los ojos sorpendido.

—¡Hey! Para con lo que sea que estás pensando. Y deja de poner cara de idiota.

Wolfram me mira indignado y observa a la chica de en frente, cuando el pasa su jarra aprovecho y paso la mía para que también la llene. Nadie se queja de que me he aprovechado.

—Al principio no lo noté, y luego comenzó a resultarme incomoda la situación cuando se volvió evidente lo que quería. Pero en algún punto comencé a pensar que iba enserio porque continuo insistiendo aunque la había rechazado algunas oportunidades. Estaba equivocado. Para cuando ya habíamos salido varias veces, mi jefe se enteró y la compañía tenía una política estricta que prohibía las relaciones entre empleados. Ella no estaba dispuesta a continuar después de eso, incluso si alguno cambiaba de empresa. Mi jefe podría haberlo dejado pasar, pero yo había acumulado demasiados errores, así que cuando me ofrecieron la puerta de salida de la buena manera tomé la oportunidad sin dudarlo. Luego entré aquí.

A partir de ahí ya sé cómo viene la historia. Wolfram tiene problemas adaptándose a la cultura japonesa, pero ahora me tiene a mí para supervisarlo. Y como soy débil y tengo un sentido de justicia de un chico que creció en un barrio de clase media, sé que no puedo contra mi genio y mis ganas de ayudarlo. Se podría decir que ha tenido suerte. Aunque creo que si el karma existe, esto sería algún tipo de recompensa por tragarse su orgullo en el momento correcto aunque sea una persona que le cueste hacerlo.

—Pero ahora estas bien en este trabajo, ¿no dicen que cuando se cierra una puerta se abren varias?

—Es verdad. Creo que este es el trabajo en el que mejor me ha ido, aunque ha pasado poco tiempo para sacar conclusiones. —Wolfram toma un poco más de cerveza y cambia de tema—. ¿Cómo está tu perro?

—¿Mi perro? —Me cuesta seguir el ritmo de la conversación y recordar que ha conocido a P, e incluso ha sido tan amistoso como para frotarle la barriga y sostenerlo en su regazo—. Oh, está perfectamente, al final fue solo una falsa alarma. Pero decidí dejarlo en casa de mis padres.

—¿Tú vives solo verdad?

—Sí, vivo solo.

—¿Y no lo vas a extrañar?

—Por supuesto. —Es bastante triste pensar en el cambio—. Pero yo puedo sentirme solo por decisión propia, en tanto él está obligado a vivir bajo mis caprichos. Ya no está en una edad que pueda ser egoísta y retenerlo para que me haga compañía. Quiero que viva feliz todo el tiempo que pueda.

—A veces la única forma de no lastimar a otros es alejarse.

Lo que Wolfram dice me sorprende, su mirada es lejana y se queda pensativo. Siento que hay muchas cosas que no conozco de este hombre. Cambia rápido de actitud y deja la jarra vacía en la mesa a un lado.

—¿Fumas?

—No.

—Yo tampoco. Era una buena excusa para acompañarte y luego irme.

Él sonríe mostrando los dientes, siento que otra vez algo ha cambiado entre nosotros. Es un buen tipo, así que me gusta que se muestre amistoso conmigo. Me levanto al mismo tiempo que él y no decimos nada mientras vamos hacia la salida y nos ponemos los abrigos.

—Está nevando.

Observo hacia arriba al salir detrás de él siguiendo sus pasos, los pequeños copos caen lentamente. Nos quedamos mirando el cielo un momento. Es similar a cuando estuvimos en Sapporo.

—Oye, ¿sabías que la navidad en Japón se festeja diferente que en occidente?

Mi aliento es completamente blanco. La respiración de Wolfram también es blanca y su cabello rubio resplandece con la luces de los autos.

—No lo sabia.

—Mañana te contaré acerca de eso.

.

.

.

P está sobre mis rodillas con la cabeza sobre mi muslo y las patas delanteras casi colgando, lo único que mueve con impaciencia es su cola de lado a lado mientras acaricio su lomo. Mi madre se acerca y me entrega una taza de café, sonríe ampliamente acentuando las arrugas a los lados de sus ojos que tanto odia y se sienta.

—¿Viene Shouri?

—Oh, no, está de viaje en otra prefectura. Yuu-chan, ¿al menos has llamado a tu hermano? No es bueno que se distancien tanto.

—Lo llamé hace unas semanas varias veces, pero siempre me atiende la secretaria. Si esta tan ocupado puede llamar él cuándo quiera, yo no soy la persona famosa de la familia así que puedo atender en cualquier momento.

Mi hermano es gobernador, se dedicó a la política y escaló hasta el puesto que siempre quiso sin contratiempos. Me lleva cinco años, es increíblemente inteligente y orgulloso de ello. Está casado y tiene una hija en camino. Se podría decir que su vida es perfecta y ha llenado las expectativas que cualquier familia quisiera tener. Todo lo contrario a mí, que he llegado a ser catalogado como la oveja negra por él varias veces. A pesar de eso, es un buen hermano mayor, aunque no somos tan cercanos últimamente nuestra relación funciona perfectamente a nuestro modo.

—Bueno, bueno —interrumpe mi padre, está tomando cerveza desde temprano otra vez, apenas son las tres de la tarde—. ¿Así que te ha ido bien en el trabajo? Me alegro mucho por eso, el esfuerzo siempre da sus frutos, sigue dando lo mejor de ti y podrás disfrutar la satisfacción del éxito.

Mi padre siempre me ha educado de esa manera, es alegre y cariñoso pero siempre ha destacado la importancia del esfuerzo propio para obtener las cosas.

—El trabajo está bien, ¿pero qué hay del amor? —pregunta mi madre cerrando las manos en puños y echándose hacia adelante para mirarme acusadoramente—. ¿Cuándo te vas a casar? ¿Por qué no traes ninguna chica a casa?

—¿No estuviste de novio hace poco? Nunca nos la presentaste.

—¡Eso! Tienes que presentar a tus novias a tus padres, ¿sino cómo podremos aprobarlas?

Lo que ella quiere es fisgonear en mi vida amorosa, aprobar o no aprobar mis elecciones es solo una excusa. Creo que si decidiera casarme con un perro estaría bien para ella, con tal de que haya una boda, un vestido y una fiesta con comida. El único que se toma enserio eso de aprobar a alguien es Shouri, y lo último que quiero es que meta su nariz en ese aspecto de mi vida.

—Gzz, ma, no necesito casarme.

—¿Cómo qué no? —ella se cruza de brazos—, si piensas en trabajo y más trabajo todo el tiempo nunca vas a formar una familia. Ya tienes 33 años, ¿qué estas esperando?

—¿La persona correcta?

Creo que ni yo me creo eso, no sé qué estoy esperando realmente. Este último año me he sentido mejor solo que mal acompañado.

—¡Entonces búscala! —Oh, no, mamá se está sobreexcitando otra vez—. ¿Cuándo voy a tener un nieto de mi hijo menor? ¡Shou-chan se ha demorado demasiado también! No puedes dejar que tu hermano te saque más ventaja, a este ritmo habrá dos niños más y no puedo permitir que ninguno sea tuyo.

—Ma, ¿la bebé todavía no nació y estas calculando cuantos hijos más van a tener?

—Cariño, cálmate por favor.

Me encantaría que empezara el partido ahora, pero falta media hora y en la pantalla de la TV aun está la cantante con kimono para hacer tiempo. Mi padre intenta convencer a mamá de preparar los aperitivos pero ella no quiere dar el brazo a torcer.

—Uma-chan, es tu culpa, en lo único que se ha terminado interesando nuestro hijo es en tus pasatiempos.

Si, el beisbol siempre fue cosa de mi padre. Cuando era bebé me compro un bat de plástico y desde ese momento no volví a soltarlo, incluso dormía con él.

—¡Oh, cierto! ¿Sabías que tengo un compañero en la oficina que es extranjero? —Vamos a  cambiar el tema radicalmente por otra cosa que a mi madre le apasiona, el occidente—. Es de Alemania.

—¿Alemania? Es un hermoso lugar, aún tienen castillos. —Ha picado, solo puedo festejar internamente—. ¿Cómo es? ¿Es joven? ¿Habla japonés?

—Tiene mi edad y habla perfectamente, apenas suena raro por el acento.

—¿Es el hombre que ha estado trabajando contigo últimamente en el proyecto del que me hablabas? —Pregunta mi padre—. ¿Cómo lo llevas? Nunca te ha tocado con extranjeros antes, ¿verdad? tengo experiencia así que si necesitas consejo no dudes en preguntarme.

Mi padre era un banquero exitoso antes de jubilarse y ha trabajado mucho en el exterior, está completamente acostumbrado a lidiar con todo tipo de personas, y a diferencia de mí es excelente en las relaciones sociales.

—De hecho, es un tanto extraño pero nos hemos vuelto bastante cercanos. Él trabaja bien y ha resultado más simpático de lo que parece.

—¿Por qué dices eso? ¿Luce como una persona poco amigable? Yuu-chan, ¿no estas siendo prejuicioso?

—Es normal cariño, la primera vez que tuve que salir de Japón yo también estaba nervioso, es diferente trabajar con gente de otros países.

—Pero no importa cómo se vea la otra persona, si comparten tiempo juntos y hablan abriendo sus corazones lograran comprenderse.

Y así me ha educado mi madre. Pero eso no quita que mis habilidades para conversar son un asco, aunque de alguna manera pensando en sus consejos he logrado acercarme a Wolfram, así que supongo tiene razón.

—Nada más lejos que eso —mis padres me miran—, el luce despampanante. Eso es lo que hace tan difícil acercarse.

—¡¿Es apuesto?! ¿Cómo es? ¡Ya se, tómale una foto y me la traes o me la envías por email!

—¡¿Cómo le voy a tomar una foto?!

—Con el celular Yuu-chan. Con el celular cuando no se dé cuenta.

—¡Eso es acoso! —Dios, las ideas de mi madre—. Y si, es sumamente apuesto, las chicas están locas con él rondando por el piso, es esa clase de hombre. Luce perfecto, como un actor de Hollywood de primera categoría, es alto, rubio, ojos verdes, piel perfecta. Masculino, correcto. En resumen, es encantador, aunque a veces tiene una personalidad de mierda y por eso no nos llevábamos bien al principio.

—Ohhh, suena maravilloso, ¡quiero verlo!

—Realmente suena como una persona interesante. Me alegro que consiguieras mejorar tu relación con tu compañero a pesar de las diferencias, hijo.

—¿Verdad que es interesante Uma-chan?

Gracias Wolfram, alardear un poco sobre ti me ha salvado de la conversación molesta.

—Invítalo a cenar.

—¿He?

—¿No has dicho que son cercanos? Entonces invítalo a cenar. ¿No te parece buena idea Uma-chan?

—Bueno, no tengo nada en contra. Si son así de cercanos…

—Nononon, como podría pensar en invitar a cenar a mi compañero del trabajo a casa de mis padres. Gzz, sería terrible, un horror. ¡Completamente incómodo y extraño! Nada de cenas, nada de fotos, ¿ok? Las únicas fotos que van a ver hoy son de mi viaje a Sapporo.

El resto de la tarde solo me queda soportar el enfurruñamiento de mi madre por destruir cada uno de sus planes para la cena perfecta. Al final, termino engañándola para que esto se convierta en “invitemos a Ken-chan a cenar porque hace mucho que no lo vemos”.

.

.

.

Wolfram y yo comenzamos a llevarnos tan bien durante las últimas semanas que nos volvimos la comidilla del piso durante un tiempo. No solo trabajamos en perfecta sincronía y tomamos los almuerzos juntos, sino que nos movemos de aquí para allá como un par inseparable normalmente. Pocas veces he tenido una relación laboral tan buena como esta.

—¿Que es Izakaya? —me pregunta Wolfram tomando asiento en la silla alta de la cocina, estamos en el descanso para el café que acostumbramos hacer por la tarde.

—¿Un Izakaya? Es un bar, sirven comida también, es bastante popular para ir por un trago después del trabajo. Seguramente se ve como un bar occidental para ti, pero algunos también tienen habitaciones más tradicionales con tatami.

—¿Puedes escribirlo? —Wolfram me pasa papel y una lapicera, siempre lleva un pequeño anotador en el bolsillo de su saco. Como estamos más en confianza, desde hace un tiempo ha comenzado a preguntarme los kanjis que no entiende.

—I por un lado y sakaya por el otro, significa tienda de sake. También está el tachinomiya, donde tachi es estar de pie, nomi beber y ya es tienda. El izakaya está pensando más para comer algo mientras bebes, así que las porciones son pequeñas y pensadas para compartir, la idea es probar muchas cosas distintas. Y también están los nomihodai/tabehodai: come y bebe todo lo que puedas. Pagas un fijo por unas cuantas horas y los meseros no paran de traer cosas a la mesa.

Wolfram es aplicado, cuenta los trazos de cada kanji y los reescribe por sí mismo, a veces suele agruparlos por cantidad de trazos y me ha mencionado que tiene una especie de diccionario propio para estudiarlos.

—¿Conoces algún izakaya recomendable?

—Sí, conozco uno en esta zona, tiene una lámpara roja en la puerta y todo. Aunque eso ya no es común, antes si lo era. Incluso se les llamaba Akachouchin a los bares por ella. Lo escribes de esta forma.

Es divertido ayudarlo con esto, recuerdo cuando mi hermano me obligaba a aprender cierta cantidad de kanjis al día cuando era pequeño. Nunca fui demasiado dado a la lectura así que me costaba, ahora me obligo a leer al menos un libro al mes, me he enganchado con los policiales.

—¿Quieres ir? —Mi pregunta hace que Wolfram quite la vista de sus notas para mirarme.

—¿Al izakaya? Pensaba ir a ver como es uno de estos días.

—Quiero decir si quieres ir hoy. Ya sé que es fin de mes, pero como no tengo planes ostentosos para año nuevo como un viaje o algo así, estay bien de dinero.

—Bueno, yo tampoco estoy mal y no queda mucho para cobrar el sueldo de Enero…

—Te estoy invitando. —Tengo que aclararlo porque parece que Wolfram no me está entendiendo. —Es normal ir a beber después del trabajo y que te inviten, o invitar a algún compañero. La próxima te toca a ti si te hace sentir mal, y podrás arrastrarme donde quieras.

.

.

.

Siendo que Wolfram ha dicho que si a mí invitación, es la primera vez que vamos juntos a beber fuera del trabajo. Me siento un poquito orgulloso de que la japonización de mi compañero avanza sin problemas, yo mismo me he autoproclamado internamente su tutor y hago esfuerzos cada tanto para pensar que estaría bien y que no enseñarle.

—Oh, es muy bonito —dice Wolfram abriendo la boca en forma de una pequeña o.

La entrada de este local es bastante chapada a la antigua, tiene dos lámparas rojas a los lados, dos blancas en el piso y la tela vertical que cubre la entrada tiene dibujado un pez koi blanco con manchas naranjas. Entro primero y noto como el tipo que atiende la barra observa a Wolfram con dudas, como está conmigo pierde el interés ya que no supone tener algún problema de comunicación.

Odio admitirlo, pero estando con Wolfram comienzo a notar este tipo de situaciones que para el son comunes. No me parece una cruda discriminación, pero la gente de aquí se siente tan mal al no poder ofrecer un servicio en ingles que es hasta capas de echar a alguien para no sufrir la vergüenza.

La luz del lugar es de un tono amarillento y las sillas están tapizadas de un terciopelo verde profundo. La mesera que se acerca está evitando dejar ir sus ojos sobre Wolfram y me mira a mí para tomar la orden.

—Una botella de sake, una de cerveza. Una porción de yakitori, una de oden y una de kara-age. Y un menú por favor —pido y volteo hacia mi compañero—, ya veremos que más quieres probar luego.

—¿Vienes aquí seguido? pareces en tu ambiente.

—No tanto como crees, pero es un lugar que nos gusta mucho para reunirnos con amigos. Mira, allí es donde están los tatami, pero tienes que hacer una reserva y solo vale la pena si logras juntar unas cinco personas. Normalmente no te piden hacerlo, pero este lugar se maneja de esa manera.

Wolfram mira con curiosidad una mesa cercana donde hay un pescado crudo cortado en tiras que incluye cola y cabeza.

—Eso se ve fantástico —dice admirado, a parecer no tiene problemas con que su comida lo observe desde el plato.

—Sí, la verdad que sí. Pero aun no nos han ascendido, así que mi sueldo no da para tanto.

—Yo puedo pedirlo, aunque insistieras en pagar pasé por el banco antes de venir para tener efectivo.

—Realmente no puedes aceptar una invitación, ¿verdad? Si he dicho que yo invito, yo invito y punto.

Él aprieta los labios levemente y mira hacia otro lado porque ha sido regañado. Parece que su forma de ser amable es no retrucarme cuando algo le molesta. La mesera nos ha traído la toalla caliente para limpiarnos las manos hecha un rollo sobre una plancha de bambú, pero Wolfram espera a ver que hago antes de tocarla.

—Esto se llama oshibori, pensé que lo recordarías del vuelo, últimamente se ha vuelto popular en todos lados además de los bares y restaurantes.

—Creo que lo recuerdo, pero no entendí para que era. Durante el viaje la pasé mal así que no presté mucha atención.

—¿Qué es lo que había pasado? ¿Una señora te conversaba?

—Si —Wolfram suspira pesadamente—, estuvo bien durante un rato pero luego se volvió insoportable, no me dejaba ni siquiera pedir algo a la azafata.

—Felicidades, eres popular con la tercera edad.

—No me hace feliz.

Llega la bebida y la comida, sé que él ha probado el sake antes pero decido ir por lo tradicional primero. Soy de comer mucho, a veces llego a comer tres raciones, pero no tengo un interés particular por la comida a diferencia de Wolfram que parece disfrutar bastante de la gastronomía. Esta es la primera vez que salimos por nuestra cuenta desde que volvimos a Tokyo, así que he apostado por lo seguro para que le guste. Poco a poco me he ido interesando e realmente entablar amistad con esta persona.

—¿Y qué hiciste para navidad al final? —le pregunto casualmente.

—Fui a ver la decoración de la que me hablaste. Fue impresionante, no sabía que hacían ese tipo de cosas aquí. Estuve paseando por el centro donde todo estaba cubierto de luces LED, incluso encontré un Godzilla gigante comiendo un árbol.

—¿Enserio? Este año no he ido al centro de Tokyo en estas fechas, así que no sabía que habían armado algo como eso. La mayoría de los paseos decorados se repiten, porque los caminos de luces con los arboles encendidos son populares para las parejas, es bastante romántico.

—Sí, estaba lleno de parejas, si no me hubieras comentado que aquí navidad es una fiesta romántica no lo hubiera entendido del todo. La gente es bastante fría, es complicado saber cuándo están juntos, cuando son un par de hermanos, o solo amigos. Apenas y se toman de la mano.

—Bueno, es un poco vergonzoso. —Incluso me avergüenzo de pensarlo y me froto la nuca con la mano en un gesto demasiado típico de mí. No es que nunca haya andado de la mano con una novia por la calle, pero siempre me hace sentir raro.

—Luego de eso, fui a visitar un edificio que tiene un paseo de compras y puedes salir a la terraza, la vista de las luces de lejos era genial desde ese lugar. No había notado hasta ese momento que los paseos formaban figuras de LEDs azules y blancos. —Wolfram hace una pausa y me muestra lo que estaba comiendo—. Esto está realmente bueno, ¿qué es? ¿Calamar?

—Es pulpo.

Noto Wolfram ha aprendido que tiene que comer dejando caer el excedente de salsa sobre el tazón de arroz blanco que sirven de acompañamiento. Eso no se lo he enseñado yo.

—Me encanta el pescado, pero extraño mucho la carne.

Si recordara el nombre de la comida extraña que menciono durante el goukon le preguntaría que era.

—¿Estás acostumbrado a comer mucha carne? ¿Es verdad que los filetes en occidente son realmente enormes?

—Comúnmente si, comía mucha carne, todo el tiempo, en todo. Pero la comida en Alemania varía mucho según el territorio, no es todo embutidos y cerveza como todos piensan. Solía comer bastante conejo y jabalí en ocasiones especiales.

—Una vez comí jabalí en un viaje, era chico y no me gusto para nada, la idea fue de mi padre y lo odie por obligarme.

—Ah, a mí me ha gustado.

—Tal vez debería volver a probarlo —le digo mientras termino la primer brocheta de Yakitori antes de cambiar de tema—. Tu apellido es el nombre de una ciudad Alemana, ¿verdad?

—Sí, pero no nací ahí, ni tengo nada que ver con su historia o algo parecido.

La persona que hizo esta misma pregunta antes fue una mujer, Clara, con quien trabajamos en el proyecto a distancia. Pero esa vez Wolfram había estado muy reacio a responder nada acerca de sí mismo.

—Pero como tiene el mismo nombre que yo, mi tío me llevo a visitarla durante unas vacaciones cuando tenía 17. Paseamos por el castillo y como fue durante Septiembre estaba abierto el mercado del vino y también me hizo visitarlo. Desde ese momento tome cierto gusto por el vino, creo que fue porque realmente lo admiraba.

Suena como una persona que respeta mucho, supongo que todos teníamos ídolos a esa edad y en su caso era parte de su familia. Wolfram parece estar en confianza conmigo, sonríe bastante y ha bajado la guardia sin cuidar su apariencia como normalmente suele hacerlo.

—¿Y qué hiciste para navidad? —me pregunta—, ¿conseguiste una cita? Realmente hay muchísimas más cosas para hacer en pareja que solo.

—No este año, y aunque el año pasado conseguí una cita a último momento no es de mis mejores recuerdos.

De lo que hablo es de la última fatídica relación que tuve y que solo había durado un mes. No es que me sienta especialmente triste por la perdida, peor últimamente he estado recordándolo más seguido. A diferencia de la anterior a esa, que fue una ruptura mutua, fui dejado, y de una forma algo cruel por cierto. Pero en el fondo siento que me lo merecía, porque cuando antes había decidido acabar una relación porque sentía que no amaba a mi pareja y era lo mejor para ambos, no se me ocurre otra cosa que embarcarme tas un tiempo en una nueva relación sin reflexionar demasiado. Ahora me doy cuenta de que necesito cierto nivel de compromiso o no puedo estar contento. Eso fue lo que hartó a esta última chica para la cual una cita navideña y mi insistencia en vernos seguido fueron cansadoras.

Ella dijo “eres molesto”, y eso aún me hacer torcer los labios de recordarlo. La próxima vez que salga con alguien me asegurare de conocerla bien primero, tal vez incluso empezar como amigos. No más sorpresas.

—Este año fui a casa de mis padres. —Cambio un poco el rumbo de la conversación para no agobiar a nadie con mis lamentos—. Seguramente suene como un niño de mamá y algo tonto para alguien de mi edad, pero he estado contento dedicándoles más tiempo. Supongo que soy un tipo familiero.

—No veo porque eso sea algo malo. ¿Ellos estaban felices de verte?

Eso me saca una pequeña risa al recordar como son mis padres y que él no puede imaginarlo.

—Sí, tenemos una relación muy buena. A veces paso algunos días con ellos, la casa es grande estando solos. También pude ver a P un rato.

—¿Quién es Pi? —Wolfram utiliza la misma pronunciación en inglés que yo uso siempre.

—Ah, cierto, nunca te dije el nombre de mi perro. Se llama pochi, pero ya está viejo para un nombre como ese de cachorro, así que cuando se volvió adulto comencé a llamarle solo P. Es un perro callejero, lo encontré en la calle cuando aún iba a la universidad y me lo quedé.

—Entonces fue afortunado, porque se notaba que lo tratas bien.

—Tal vez incluso lo he mimado demasiado. No tuvo tiempo para aprender a vivir en la calle porque cuando lo recogí estaba en una cajita y tenía el tamaño de mi mano.

—Eso es demasiado pequeño para estar sin su madre. Mi hermano mayor es apasionado de cuidar animales, y sé que no puedes destetarlos antes de los 45 dias.

—Sí, tenía menos de 45 días, así que una vecina que tenía una perra con crías me permitió meterlo entre la camada hasta que el veterinario considero que podía comer por su cuenta. No sé quién podría ser tan cruel como para tirar un cachorrito tan pequeño a la calle.

—Algunas personas suelen desechar a los animales cuando son una molestia, así como también lo hacen con los ancianos. —Wolfram se limpia las manos después de terminar una brocheta de Yakitori y se sirve un trago por su cuenta y me sirve a mí también—. Es bueno que te preocupes por ambas coxas, aunque no lo creas, hace la diferencia.

Wolfram sonríe y me siento halagado por esta persona hermosa. Suena mi celular y me apresuro a sacarlo de mi bolsillo trasero y miro la pantalla. Es Muraken. Me quedo pensando si debería contestar o no en este momento.

—¿No vas a atender? —me pregunta Wolfram y como veo que no hay problema lo hago.

—Sí, disculpa un momento —le digo, pero no me levanto para ir a hablar a otro lado—. Hola.

—¿Por qué tardaste tanto en contestar? Estaba por cortar porque pensé que me atendería la contestadora. ¿Dónde estás? Suena ruidoso.

—En un izakaya.

—¡Oh, genial! ¿Cuál es, el de siempre? Justo te llamaba para ir a tomar un trago y ponernos al día, hace mucho que no salimos.

—Sí, es el de siempre, pero estoy con un amigo —es la primera vez que llamo a Wolfram amigo en voz alta tan casualmente, me siento estúpidamente contento de definirlo de esta manera—, pero no lo conoces.

—¿Y que porta? Preséntame. ¿O es que te molesta que vaya?

No es que a mí me moleste, pero me parece descortés. Tapo el micrófono un momento y le pregunto a Wolfram: —¿Te molesta si viene un amigo?

El parece sorprendido y veo algo de confusión en su mirada, me da la leve sensación que estaba pensando en irse porque yo daría la noche por terminada.

—No, no hay problema.

—¿Cuándo vas a llegar?

—En unos quince minutos, estoy cerca. ¿Entonces no hay problema?

—No, nos vemos.

Cierro la tapa de mi celular y acepto la bebida que me ofrece Wolfram, ya hemos pasado a la botella de cerveza y se ha vaciado hasta la mitad solo en dos vasos. Le hago una seña a la camarera para pedir dos botellas más.

—Murata Ken —le digo a Wolfram—, fue mi compañero en secundaria media, nos reencontramos en secundaria alta y hemos sido amigos desde entonces.

—¿Qué edad tenías? —me sorprende su pregunta, pero me doy cuenta de que no puede calcularlo de acuerdo a nuestro sistema de educación.

—Casi 16. Nos reencontramos de una forma un poco atípica, pero esperare para que llegue así puede contártelo él. Ken es muy suelto para conversar, así que no te hagas a la idea que será difícil tratar con él como lo ha sido conmigo.

El me mira incrédulo. —No me pareces difícil de tratar. Creo que tienes muchos problemas de autoestima, Yuuri. —Wolfram se ríe de mi ostentando su sonrisa del millón de dólares y se levanta.

—¿A dónde vas?

—Al baño, ya vengo.

A los pocos minutos que el desaparece veo en la puerta entrar un hombre joven con un chaquetón de pana verde oscuro, es el mismo color que el tapizado de las sillas. Muraken viene directo hacia mí.

—¡Hola! ¿Qué paso que estás dándote la buena vida? ¡Y no me invitas! —bromea al ver la mesa llena de platillos y botellas mientras pone una mano en mi hombro a modo de saludo—. ¿Dónde está tu amigo? No lo espantaste, ¿verdad?

—¿Qué? Me crees capas de echarle.

—No echarlo, espantarlo —me dice y se ríe mientras me palmea la espalda. Él siempre es así de directo y jocoso.

Veo de reojo que Wolfram está mirando de lejos y le hago una seña con la mano para que se acerque. Ken me sigue la mirada mientras se saca el abrigo y se sorprende.

—¡¿Ese es tu amigo?! ¿Por qué no me avisaste? No me lo esperaba.

—Es impactante, ¿verdad? Es tan distinto a nosotros que en comparación somos el día y la noche.

Wolfram ya está bastante cerca como para escucharme claramente y Murata se enoja conmigo.

—Shibuya —hace tanto tiempo que nos conocemos que si él no usa mi nombre de pila es porque está por regañarme—, no necesitas ser tan directo, estás siendo maleducado. Aunque creo que debo disculparme por ser quien saco el tema.

—No sé qué es lo que tengo de raro. —Wolfram ha levantado la barbilla y su tono está lejos de ser amistoso.

—Estas poniendo caras y actuando engreído de nuevo. No necesitas ponerte tenso porque ya no estamos solos.

Mi brutalidad asombra de nuevo a mi mejor amigo, pero Wolfram solo se ruboriza un poco al sorprenderse y extrañamente se suaviza por completo.

—Wolfram Bielefeld. Yuuri me ha hablado de ti un poco, es un gusto conocerte —le dice a Murata y utiliza una pequeña reverencia en vez de extenderle la mano. Parece que ha reflexionado sobre su actitud anterior y ahora actúa con modestia.

—Murata Ken. Mi amigo aquí también me ha hablado un poco de ti, ¿trabajan juntos verdad?

No me levanto para que Ken se siente a su lado, si queda algún mínimo atisbo de incomodidad entre ellos eso terminara de suavizarlo.

—Sí, somos compañeros.

—Dime una cosa —dice Ken y me mira con malicia—, de casualidad, ¿ya te ha invitado a ver béisbol?

—¿Béisbol? No. ¿Te gusta el béisbol? —me pregunta Wolfram mirándome curioso.

—¿Enserio nunca jamás te ha hablado de béisbol?

—No. Me estoy perdiendo de algo —pregunta Wolfram al leer entre líneas que algo pasa entre Murata y yo internamente.

Ken solo se ríe y me felicita. —Bravo, Yuuri, ¡has hecho un amigo y no has nombrado la palabra béisbol ni una vez! Es completamente increíble.

—¡Cállate y déjame en paz con mis pasatiempos! —le recrimino abochornado.

—Él es realmente fanático a muerte del deporte, nació y su padre le puso una pelota en la mano. Solo lo dejó durante unos años en secundaria, pero como es más fuerte que él termino volviendo al ruedo por su cuenta. Ha sido capitán de varios equipos pequeños, incluso en la universidad. ¿Te gusta el deporte Wolfram?

Murata usa su nombre de pila sin dudarlo, la curiosidad de Wolfram acerca del nuevo tema de conversación que yo nunca he sacado hace que no le importe en lo más mínimo.

—¿El deporte? Sí, me gusta.

—Yuuri me ha contado que eres de Alemania, ¿en la universidad suelen practicar algún deporte?

—No lo sé, durante la universidad practique esgrima pero no fue en el campus. También solía jugar polo.

—¿Polo? ¿No es eso que se juega a caballo? —pregunto asombrado.

—Sí, se juega montando. Es el deporte favorito de mi tío, así que me interesé en el desde chico.

—¡Wow, eso suena impresionante! Jamás he montado un caballo. —En realidad una vez monté un pony, pero mejor no hablemos de esa experiencia, todo fue dolor y lágrimas—. Y el esgrima suena interesante también, pero supongo que no es como el kendo. Estuve a punto de ingresar al club de kendo en la secundaria, había un sempai que admiraba como capitán, pero me decidí por el béisbol.

—Los deportes que practicas suenan muy distintos a los nuestros —comenta Ken mientras nos sirve un vaso a todos—. ¿Y ahora estás practicando algo?

Me acabo de dar cuenta que Murata lidera la conversación de una manera que nadie puede sentirse incomodo, incluso cuando no sabe absolutamente nada de Wolfram ya ha encontrado un tema de conversación. Gracias a esto estoy conociendo un nuevo aspecto de él.

—Estoy jugando rugby cada un par de fines de semana con un grupo del gimnasio.

Así que Wolfram va al gimnasio. En realidad se nota, si uno mira con atención cuando solo está usando una camisa se puede notar a simple vista que tiene músculos bien formados bajo la tela. Un cuerpo como ese no es el de alguien que se la pasa sentado en la oficina y en su casa leyendo.

—¿En serio rugby? No es un poco brutal, te puedes romper la nariz fácilmente.

Wolfram sonríe con aires de suficiencia ante lo que Murata está implicando, a mi no me parece del tipo flojo que no pudiera aguantarlo, pero con su apariencia tampoco creo que quiera lastimar su rostro o su cuerpo.

—No es como si fuéramos profesionales, lo tomamos con calma, pero es un ejercicio muy completo. Aunque de vez en cuando puedes darte un golpe feo no es la idea ser tan rudos. Además, como lo juegan aquí no se parece en nada a como he visto jugarlo en las reuniones de mi familia. Eso sí era brutal.

—¿Realmente es un ejercicio tan completo? ¿Sacas mucho musculo? Todos los jugadores que he visto son una mole —pregunto algo interesado, no puedo con mi interés especial sobre el entrenamiento del cuerpo.

—¿Te gusta el rugby? —me pregunta Murata frunciendo el ceño—, con lo que me ha costado que jugaras un partido de futbol de vez en cuando me asombra que te interese otro deporte como ese.

—No estoy realmente seguro de que sea para mí, solo me ha dado curiosidad. Y tampoco es como si fuera tan cerrado, he jugado muchos deportes al menos una vez. No puedo decir que lo odio si no lo he probado. Incluso he ido a un campo de golf una vez.

Solo fue por insistencia de Shouri, y me aburrí horriblemente. Gracias a dios a diferencia de él yo no lo necesito para entablar mejores relaciones laborales. Así que nunca volví a pisar uno de esos lugares.

—Y qué hay del kendo —interrumpe Wolfram con mucho interés—, lo has nombrado antes y se muy poco sobre eso. Usan un equipo muy completo, ¿verdad? En esgrima también usaba un traje con casco, pero aunque me recuerda al de kendo no se parecen en nada.

Luego del cambio de tema de Wolfram, nuestra conversación va y viene entre risas y cervezas. Murata se pone alegre rápido y pide dos botellas más a la camarera agitando la mano con fuerza.

Nos vamos del tema deportes y terminamos hablamos del periodo Edo, del Shinsengumi, los samuráis, un poco sobre los ninjas. Luego avanzamos hasta a la revolución occidental entre risas y bromas a una velocidad que no le damos tiempo a entender todo a Wolfram. Pero él se divierte e incluso hace preguntas como cuando estamos solos, nos ha sorprendido a Ken y a mí varias veces con su conocimiento sobre cosas del Japón antiguo.

Me gusta el grupo de tres que se ha formado. Ya nos estábamos llevando bien, pero ¿es este realmente el nacimiento de una nueva amistad?

.

.

.

Continuará…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).