Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enredos de oficina por RedGlassesGirl

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nota de la autora:

Mis conocimientos sobre deportes son muy pero muy básicos. Hice una pequeña búsqueda para aprender detalles, más que nada sobre béisbol porque no me quedaban claras las posiciones o las reglas, pero me lo tomé con calma. En este capítulo se habla bastante de deporte en general, pero lo mantuve simple aunque siempre uso referencias reales, incluso durante los partidos, así que léanlo relajadamente y por favor no busquen detalles porque hago agua con este tema (risas).

Otra noticia breve: reedite el capítulo 1 para mejorar la continuidad de la historia, las fechas son más claras, se comentan los meses que pasan y cuánto tiempo lleva Yuuri conociendo a Wolfram en el trabajo. Para el lector curioso pero que no quiere releer de nuevo, él entró en Junio y ahora están en Enero del año siguiente, bastante tiempo, ¿verdad?

Es todo, vamos con el capítulo, que falta poco para que comience el romance.

Gracias por sus mensajes, cualquier comentario que tengan respecto a los detalles de la historia, o errores que vean, no duden en decírmelo si quieren.

~Red Glasses Girl

Enredos de oficina – Capítulo 4

.

.

.

.

.

Me siento un poco tonto, como de vuelta a la primaria, aunque ya soy un hombre adulto. El pequeño Yuuri Shibuya de cuatro años mira a ese chico que parece interesante jugar en el arenero, y realmente quiere ser su amigo, pero no tiene idea de cómo acercarse.

Mi compañero extranjero trabaja silenciosamente en sus tareas. Lo conozco bastante bien para saber cómo se desenvuelve y calcular el curso de sus acciones, también se sobre algunas de sus cuestiones privadas, unas pocas manías y un montón de tontos detalles cotidianos que aprendo de él en la oficina. Y por trabajo, o por ocio, ya hemos compartido varias salidas fuera de este edificio. Pero a pesar de todo eso, no somos tan, tan cercanos como parece.

Me paro y voy a mirar por la ventana un momento, noto que él observa de reojo mis movimientos, pero pierde el interés cuando me quedo medio sentado sobre el archivero.

Afuera hay un día bonito, hay nubes en el cielo pero el sol brilla y la temperatura parece un poco más agradable que otros días aunque seguimos en invierno. Estamos comenzando la primera semana de Enero, cobré mi sueldo y debería sentirme dichoso por tener más dinero, pero no deseo nada ni tengo pasatiempos caros en que gastarlo.

Si Ken me viera diría que estoy de nuevo deprimido, pero no es tan así, él exagera. Solo es que a veces me siento un poco decaído, y últimamente este sentimiento de soledad se ha hecho costumbre.

Vengo de una familia ruidosa y cálida. Hasta justo antes de comenzar a cursar en la universidad, me la pasé viendo mi vida invadida por mi madre y mi hermano, y la constante compañía agradable de mi padre. Luego me mudé al departamento donde vivo, y sobreviví al cambio abrupto y el desarraigo gracias a que mí día a día se llenó de mis compañeros de estudio para hacerme compañía. Algunos de ellos venían del instituto y otros fueron nuevos conocidos del momento, pero tenía contacto constante con la gente y ellos eran personas simpáticas que me arrastraban a abrirme con la gente.

Aún recuerdo el primer día que me mude. Tenía que mover mis cosas y el camión de la mudanza iba a llegar en cualquier momento, pero recibí una llamada de Asami donde por primera vez en mi vida escuche el ultimátum: tenemos que hablar. Entonces mi novia de ese momento, la primera y con la cual más he durado un record de dos años y medio al pasar con ella casi toda mi vida de instituto, termino desapareciendo como por arte de magia al irse de improvisto a Francia. La decisión fue mía, reflexionando sobre el asunto llegue a comprender que ella no me estaba dejando, sino dando opciones, y yo no elegí la que nos mantendría unidos. Y eso no tenía nada que ver con tomar un vuelo al otro lado del mapa. Simplemente la deje ir, y al día de hoy me sigo preguntando si de verdad la amaba tanto como decía.

Mi primer día en mi nueva casa paso conmigo sentado en un piso vacío lleno de cajas, solo, y profundamente triste. Terriblemente deprimente. Era como si me hubieran abandonado en una isla desierta y no tenía idea que era lo que se suponía que tenía que hacer para sobrevivir. Tampoco me atreví a llamar a nadie, ni a Ken, ni a mis padres, ni a mi hermano. Solo me quede ahí toda la noche y recuerdo que salí a deambular a la madrugada por el barrio, solo para agregar un poco más de soledad a mi estado depresivo. Luego de eso me pasé unos días llegando a casa directo de clases para llorar mientras acomodaba las cosas. Y luego, mal que bien, se me pasó.

Mi vida no iba a parar por nada, el mundo sigue girando sin importarle lo que a uno le pase, y no es necesario tanto esfuerzo para moverse por inercia.

Ocuparme con el estudio y el béisbol fue mi salida para no enojarme tanto, aunque tuve una etapa complicada de no saber manejar mis frustraciones, pero luego pude realmente superarlo. El que más ha sufrido mis cambios de humor ha sido Ken, y gracias a eso tiene un gran lugar en mi corazón, él es como parte de mi familia.

Al día de hoy Asami y yo seguimos en contacto, aunque hace algunos meses que no sé nada de ella, de vez en cuando me escribe por email, o yo le cuento algún aspecto importante de mi vida. Le gusta chatear, pero yo no soy para nada dado a ese pasatiempo.

La entrada a mi vida de independencia fue así de desordenada, pero aprendí a disfrutarlo y de algún modo me he acostumbrado a pasar grandes cantidades de tiempo solo. Murata insiste en que si hubiera podido, hubiera preferido compartir un piso conmigo, porque tiene la idea de que dejarme solo me vuele más introvertido de lo que ya soy. Tal vez tenga razón, y por eso he intentado conseguir a alguien que llene ese espacio, pero mi record personal de fallos me ha demostrado que tampoco soy bueno en las relaciones amorosas por más que intente. Realmente no sé qué hacer con eso, ¿se supone que uno espera que la persona adecuada llegue?, ¿o tengo que seguir probando a tientas con mucha gente hasta que alguien encaje más o menos bien conmigo y conformarme con eso? Mi problema es que tengo una sensación de ser incapaz de amar a alguien tan profundamente como me gustaría.

Ya habiendo llegado Enero, cumplo un año sin salir con nadie, solo tuve un desliz a mitad del año pasado donde me interesé en una camarera, pero no pudo ser porque esa chica ya estaba saliendo con otra persona. Y además de eso, nada. Últimamente no estoy ni siquiera interesado en el sexo. Suspiro desganado. Supongo que debería ser triste para un hombre admitir que se siente de ese modo, pero en realidad no me preocupa tanto.

A pesar de mi convicción sobre estar mejor por mi cuenta que mal acompañado, me siento solo. Debe ser por eso que estoy intentando llenar algún vacío buscando nuevas amistades.

Mi compañero de trabajo y yo hemos empezado a dar los primeros pasos para entablar una verdadera amistad. Wolfram me cae muy simpático, y realmente estoy interesado en conocerlo mejor, pero no estoy seguro de si él se siente del mismo modo. A veces la gente se cae bien, pero no por eso se desarrollan amistades duraderas o tan íntimas.

—¿Qué te pasa, murió alguien?

Tengo al sujeto de mis pensamientos a mi lado y no me había dado cuenta, él sonríe con humor como si tratara de levantarme el ánimo. Pero parece que mi cara no es buena porque palidece por un momento.

—¿Realmente no muro nadie verdad? —me pregunta preocupado de haber metido la pata, su voz flanquea un poco y pierde al sonrisa.

—No —me rio y se tranquiliza—, es solo que no me siento muy bien hoy, creo que debería salir a tomar aire.

—¿Estas enfermo?

Simplemente estoy poniendo excusas, mi problema es más anímico que físico, pero no es algo que pueda explicar en detalle.

—No lo creo. O eso espero. Solo estoy decaído, es el día.

Wolfram me analiza un poco. Aunque no me toque, gracias a su escrutinio me siento como si me estuviera examinando el médico de cabecera. Él tiende a ser bastante dominante todo el tiempo, pero su actitud es más relajada cuando está en confianza. Observa por la ventana un momento parado a mi lado, luego de un rato suelta una pregunta casual.

—¿Tienes algo que hacer este fin de semana?

Los fines de semana solo corro al amanecer y me dedico a hacer mi rutina completa de ejercicios, luego me tiro en el sillón a ver películas malas y extrañar a mi perro. Eso si no es que visito a mis padres o rara vez veo algunos amigos por la noche.

—No.

¿Por qué carajo estoy tan decepcionado de ser tan aburrido? Realmente necesito espabilarme, hoy voy a ir a la caja de bateo a sacar volando pelotas hasta que me quite esta nube negra que siento encima. Estoy algo enojado conmigo mismo en este momento.

—¿Te interesa jugar un partido de rugby el sábado? Nos falta gente, la epidemia de gripe ha afectado a unos cuantos.

Me sorprendo por la invitación, y mi primer pensamiento es rechazarlo, ya que en sí mi interés en ese deporte no pasa de ver por la TV un partido por curiosidad, no como para jugarlo. Pero las palabras que Ken forzó en mí mente durante toda la secundaria se reproducen como una vieja grabación: Di que sí, por más que sea algo alocado, di que sí. Ve e inténtalo, ¿qué puedes perder? Siempre rechazas todo y luego te quejas de que te es complicado acercarte a la gente. ¡Pero siempre eres tú el que se aleja de todos y solo se interesa en sus propios pasatiempos!

—Sí, me gustaría.


Al final, dije que sí y charlamos un rato animadamente sobre los detalles, pero durante el receso del café entre en pánico.

Vine directo a la caseta del baño a encerrarme y busqué a Muraken en el directorio de mi celular. Me siento como si hiciera algo malo a escondidas en este momento. No me atiende la llamada, así que insisto unas cinco o seis veces seguidas, pero recién para la séptima atiende.

—K-ken —mi voz salió aguda, casi como un lloriqueo.

¿Qué pasó? ¿Por qué llamaste tantas veces? Nunca lo haces durante el horario del trabajo, ¿es una emergencia? ¿Te pasó algo?

Lo noto preocupado, pero yo ya estoy en modo Turkish March balbuceando mis tontos problemas otra vez.

—¡Casi una emergencia! No, una emergencia. H-help me, Ken. Tienes que ayudarme, escucha. Wolfram me invito a un partido del deporte ese que le gusta, y como siempre me dices que tengo que decir que sí para darle una oportunidad a las cosas nuevas, conocer gente nueva, ser sociable y salir más de casa entonces le dije: "sí, me gustaría", y él dijo"oh, qué bueno", y me he comprometido para el sábado a las cinco de la tarde. Por favor dime que no tienes nada que hacer, por favor ven conmigo. No conozco a nadie y no sé cómo demonios se juega al rugby. No pensé en ello en el momento, pero, ¿qué pasa si son todos extranjeros musculosos? ¿He? ¿Qué pasa con eso? Me veré como un palillo abandonado en medio de un bosque de robles, voy a ser pequeño y torpe al lado de mucha gente que no conozco, y voy a hacer algo estúpido seguramente. T-tienes que detenerme. ¿O no puedes? Oh dios, ¿qué hago si no puedes? ¿No viajaras a Hong Kong de nuevo, verdad? Tal vez debería quitarme el saco y salir en camisa fuera, creo que hace suficiente frio para enfermarme, pulmonía seguramente, aún hay algo de nieve…

¿Ya terminaste?

Por alguna razón, tengo la sensación de que su oreja no estaba en el teléfono hasta ahora.

—S-si…

Sábado a las cinco dijiste, ¿verdad? ¡Cuenten conmigo!

Me colgó.


—¡Holaaa! —El saludo de Ken es demasiado alegre para el ceño fruncido de Wolfram. Su rostro claramente pregunta: ¿qué hace este aquí?

—Cierto, Wolfram, invité a Ken. Espero que no te importe, dijiste que les faltaba gente así que pensé que estaría bien avisarle.

Soy un asco para mentir, pero me ha salido bastante natural la evasiva. No es del todo desacertado, realmente Wolfram me contó que les faltaba bastante gente y cuantos más mejor, pero es muy descortés no haber avisado.

—¿No le dijiste que venía? —me recrimina mi amigo.

—Medio que me olvidé…

Estuve intentando suprimir mis nervios, y también estaba un poquito emocionado de que mi compañero extranjero se interesara en compartir un pasatiempo fuera de la oficina conmigo, así que realmente me olvide de este detalle

—Lo siento mucho.

Wolfram se cruza de brazos y suspira por la nariz. —Está bien, no es como si me desagrade que viniera, me ha sorprendido solamente. En realidad, me alegro, la última vez que salimos fue bastante divertida. Es bueno volver a verte.

La sonrisa que le dedica a Murata es muy agradable, está siendo incluso un poco tímido, nunca lo había visto comportarse de ese modo con otra persona. ¿Tan bien le cae Ken? Solo se han visto una vez antes, ¿o es que han intercambiado direcciones de email o algo? Suprimo mi curiosidad con algo de dificultad e intento no pensar en eso.

El lugar donde estamos es un aledaño del gimnasio donde Wolfram entrena. La cancha cubierta no es tan grande, pero el lugar se ve nuevo y limpio, con pasto sintético del bueno y las líneas bien pintadas en color blanco. Por lo que llegué a ver del interior donde tienen las máquinas, el edificio es amplio, bien iluminado y con un aire un poco ostentoso para mi gusto. Es el tipo de lugar donde siento que la mayoría va a lucirse más que a entrenar enserio.

Para mi sorpresa, el resto de las personas que van llegando para formar los equipos son en su mayoría japoneses o medios, es decir, con descendencia occidental tanto como japonesa. Nada de tipos forzudos y musculosos enormes, son todos tipos normales y bastante jóvenes, a excepción de dos que les doy una edad más tirando para los 40. Igualmente, me siento aún más cómodo con Ken haciéndome compañía, pero ya casi no estoy nervioso.

Wolfram se vuelve a acercar a nosotros luego de hablar con algunos de sus conocidos, viste pantalones cortos y medias gruesas hasta arriba de las pantorrillas, su camiseta está lejos de ser ajustada y le va un poco larga. Se ve bien en ropa deportiva, pero no parece un jugador de rugby, y también está lejos de parecer un gimnasta ostentando sus músculos entrenados. Esto refuerza la sensación de simpleza que suele transmitirme siempre a pesar de su apariencia avasalladora, no es del tipo de persona vanidosa que no me cae bien. Muraken y yo estamos usando ropa similar deportiva, aunque no combinamos con el resto de la gente que ya está acostumbrada al conjunto estilo rugby que parece gustarle a todos.

—¿Leíste la reglas que te pase? —me pregunta Wolfram yendo directo al punto.

—Sí, y se las reenvié a Ken, creo que él las sabe mejor que yo a esta altura.

Mi amigo hace un gesto de pulgares arriba con ambas manos y sonríe.

—Estaba todo muy claro, ¿la escribiste tú mismo? Imagino que eres muy ordenado con el trabajo si también le pones tanto empeño a tus pasatiempos —comenta Murata.

—No es como si me hubiera esforzado tanto para preparar eso —se defiende con sincera modestia.

Pero Wolfram sí es ordenado y muy meticuloso, es parte de su personalidad y lo aplica tanto para el trabajo como para su vida diaria, según acabo de descubrir. Su balance es un tanto extraño respecto a la importancia que le da a las apariencias, a veces no logro comprender del todo qué clase de educación ha recibido y si eso tiene que ver con algunos detalles de su personalidad o la manera en que se comporta. Tiene lo que se llamaría porte, siempre parado de forma correcta y transmitiendo un aura de importancia naturalmente. Yo sentado aquí en la banca, desgarbado y con el cuerpo suelto, no me puedo ni comparar aunque me esfuerce.

Es fácil ver como atrae a las personas, y como suele resultar bastante simpático —si tiene ganas de serlo—, le es fácil relacionarse con cualquiera. Parece llevarse más o menos bien con varias personas de este lugar, pero no lo noto realmente cercano a ninguno. Un tipo joven, japonés, de pelo corto y puntiagudo se acerca, es el jugador con quien más lo he visto conversar desde que llegamos.

—Hola, lamento no haber podido acercarme a saludar antes —se disculpa algo agitado. Asumo que es alguna clase de organizador porque ha estado yendo de aquí para allá hablando con varios grupitos conformados—. Soy Keiji Matsumoto, trabajo como entrenador en este gimnasio, y como pueden ver, en mi tiempo libre también me la paso aquí dentro.

Esta persona es cálida y simpática por naturaleza, tiene una de esas sonrisas que te hacen bajar la guardia al instante. Me recuerda un poco a un viejo capitán del instituto que solía admirar mucho.

—Mucho gusto, soy Murata Ken.

—Shibuya Yuuri.

—Gracias por haber venido, Wolfram me dijo que vendría un compañero de su trabajo, pero me alegra ver tú también has traído un amigo.

Este hombre se dirige a Murata pensando que el invitado sorpresa soy yo.

—Oh, no, yo no soy quien trabaja con Wolfram.

—Ah, ¿no? Lucían bastante cercanos —dice sorprendido.

Sé que soy callado, pero ¿qué?, ¿no luzco como si fuera quien más lo conoce?, porque así es en realidad. Había comenzado a sentirme levemente excluido pero el entrenador me mira de forma amigable y se dirige a mí directamente.

—Entones tu eres el amigo de Wolfram —dice alegre—, he escuchado alguna que otra cosa de ti. Él es algo reservado, pero he logrado que me cuente un poco de lo que hace en el trabajo.

Wolfram no parece molesto de que hable de él de ese modo, este tipo es suficientemente agradable como para que perdone sus intromisiones en su vida personal.

—Lo soy. —Es mi única respuesta, no me siento con ganas de ser tan hablador en este momento.

El entrenador tiene piernas grandes, sus cuádriceps están muy marcados e incluso sus pantorrillas lucen enormes bajo las gruesas medias de lana. Seguramente además de jugar al rugby es corredor de largas distancias, o ciclista. El resto de su cuerpo luce apenas fornido para la media.

—Oh, bueno, veo que necesitan de mi otra vez —se lamenta observando hacia atrás. Es imposible tomar su repentino cambio de interés por otro grupo como descortesía gracias al aura de calidez natural que porta, ni tampoco parece ofendido por mi falta de soltura—. Espero que se diviertan. Estén listos porque en un par de minutos deberíamos estar comenzando a armar los equipos. No se preocupen por los detalles, no es una práctica seria.

La comisura de sus labios apenas se curva, pero se nota que sonríe por la forma en que se arquean sus ojos, es como una especie de guiño cómplice para los principiantes. Se va tan rápidamente como llego después de darnos la bienvenida.

Como me he quedado mirando su espalda mientras se alejaba tardo en darme cuenta que Wolfram me observa, no puedo leer del todo su mirada, pero estoy acostumbrado a recibirla. Sé que él debe estar pensando que soy demasiado callado con la gente nueva, porque es el tipo de mirada analítica que todos mis amigos de la universidad solían darme al principio. Pero en el caso de Wolfram no la siento reprobatoria, es más del tipo calma y curiosa.

Él me dijo durante nuestra salida al izakaya que no le parecía una persona a la cual es difícil aproximarse. ¿Has cambiado de parecer sobre mí al darte cuenta de que realmente soy bastante reservado cuando quiero?


Las reglas fueron simples de comprender por escrito, pero soy un poco patoso para ponerlas en práctica a la primera. Me hubiera gustado ver al menos un partido con anterioridad para observar y analizar los movimientos de los jugadores, soy de los que absorben todo el conocimiento mirando y he logrado desarrollar habilidades bastante buenas para comprender y organizar a la gente de mi equipo. Siempre y cuando se trate de béisbol, claro.

¿He mencionado que fui capitán repetidas veces? No he tenido grandes logros, pero durante un magnifico verano de tercero de secundaria alta cumplí mi sueño de participar en el All Japan Baseball Tournament, fue uno de los momentos más felices de mi vida como deportista. ¡Y también salí en TV un par de veces durante las intercolegiales! Impresionante, ¿a qué si? Suficiente de mis aires de estrellita, no es como si se lo haya contado a muchos igualmente, no me gusta hacer tanto alarde siendo luego tan tímido. Es algo embarazoso que mi madre aún tiene guardados los videos.

Estoy realmente agradecido de que no estamos jugando con tipos fornidos y demasiado duros, luego de que nos agachamos antes de comenzar sigue un buen golpe durante el encuentro cuerpo a cuerpo, y el resto del tiempo aunque se corre mucho es un deporte de contacto. Creo que si mi contrincante no tuviera un físico parecido al mío, y yo no estuviera algo entrenado como para resistirlo, hubiera rebotado e ido directo al piso a la primera. Si él hubiera sido una mole, yo tendría que haber sido también una mole para estar a la altura.

Pero no me gustan los músculos exagerados, mi constitución física es delgada y me esfuerzo por mantener un balance similar en todo mi cuerpo. Mis rutinas están pensadas con mucho cuidado, me ha tomado años conocer en detalle que es lo que mejor se adapta para tonificar ciertas partes específicas de mi cuerpo. Pongo mucho énfasis en mis pectorales, porque mi pecho es plano naturalmente y me cuesta conseguir resultados en esa zona. A diferencia de eso, mis abdominales requieren poco esfuerzo, solo hago tres series ligeras y basta para marcarlos. Estoy algo orgulloso de mi estómago en forma de barra de chocolate, siempre fue parte de mi anhelo del cuerpo perfecto desde que era un adolescente. Respecto al resto, tengo dos rutinas para compensar las otras zonas: arriba los trapecios, deltoides y bíceps, y abajo los cuádriceps, abductores y pantorrillas.

Daah, sueno como un friki del fisicoculturismo. Si Shouri me escuchara me revolearía un libro por la cabeza exigiendo que entrene las neuronas tanto como todo el resto.

No soy tan vanidoso como me estoy haciendo ver, pero realmente he disfrutado mucho los halagos de algunas de mis parejas respecto a mi cuerpo. Incluso tengo grabado en el recuerdo un momento donde Meimi, una universitaria con la que salí durante cuatro meses, estaba demasiado acostumbrada a verme con ropa holgada y al sacarme la remera por primera vez frente a ella gritó "oh, por dios, no esperaba eso". No puedo hacer otra cosa que sonreír siempre que lo recuerdo, ese tipo de reacciones infla demasiado el ego masculino. Y no es que tenga que compensar algo en otros sentidos, pero debo admitir que soy bastante normal ahí abajo, así que sumar puntos extras nunca viene mal.

Mi cerebro parece luchar mis bajones emocionales enviándome recuerdos agradables de momentos de éxito, pero la vida real intenta absorberme de nuevo.

Hablando de entrenamiento, este movimiento repetitivo de agacharme y cargar contra mi oponente una y otra vez es similar a hacer sentadillas. Ahora comprendo porque muchos de estos tipos tienen piernas tan fornidas. Agradezco tener muchísima resistencia, correr largas distancias con frecuencia hace que ahora pueda aguantar esto mucho mejor que Murata aquí a mi lado. Los últimos años se ha puesto un poco más en campaña para mejorar su salud y se ha anotado en un gimnasio, pero jamás fue del tipo atlético. Este deporte es demasiado duro para alguien tan blando como Ken. Ah, cierto, el solo ha venido aquí por mí, otra vez he arrastrado a mi amigo a algo innecesario, debería compensarlo de alguna manera…

No estaba mirando, cargue con el cuello torcido observando aun a mi amigo y navegando en mi propio mundo.

De repente siento un dolor increíble. Algo se rasga y se rompe. Ingreso aire a mis pulmones con un "hiii", un sonido ventoso que me sentir como si los tuviera perforados. Era un codo, y creo que el segundo impacto que me tira de espalda al piso es el resto del cuerpo que venía detrás. Es algo así como ser atropellado por un camión de doble acoplado, o una locomotora de esas antiguas de metal macizo, si es que puedo imaginar cómo se siente algo como eso. Mi cabeza golpea el piso y en vez de pasto sintético se siente como cemento, siento a mi cerebro golpear las paredes de mi cráneo y me atraganto, no he hecho tiempo a poner los brazos para amortiguar la caída.

Jadeo y miro a mi alrededor durante un segundo. Oh, ¿estrellitas como en los dibujos animados? El piso y el techo giran y todo se vuelve negro.


Mis ojos están cerrados y escucho voces lejanas, como una conversación alejada del lugar donde duermo. ¿Debería decir: "cinco minutos más, por favor"?

Alguien grita enojado.

—¡¿Qué demonios te pasa?! ¡Que no ves que es una práctica, como vas a cargar tan fuerte, esto no es un campo de batalla! ¡Es nuevo, no sabe jugar! ¡Casi lo matas al embestir como una bestia!

—Bueno, bueno, ha sido solo un accidente.

Abro mis ojos para ver qué pasa. Wolfram se ve descontrolado, su cabello se agita con el movimiento de su cuerpo mientras la discusión continua. ¡Pero que temperamento! Es bastante intimidante, comprendo lo que sienten quienes dan un paso atrás.

Miro hacia arriba y me encuentro con los graciosos ojos negros de mi mejor amigo.

—Hey, ¿estás bien? Te diste una buena. —Murata sonríe como si todo fuera muy divertido, aunque como lo conozco puedo ver a través de esa expresión y sé que está preocupado—. Te fuiste de este mundo por un par de minutos. ¿Te puedes mover? Esos golpes en la cabeza son feos.

Cabello rubio y ojos verdes cristal aparecen en mi campo de visión, mi amigo extranjero se inclina sobre mí agarrándose las rodillas. Sus cejas de color claro forman una V y su boca tiene una mueca de disgusto.

—¡De verdad que eres débil!

¡¿Es esa tu forma de consolar al herido?! ¿Qué clase de persona cruel le dice eso a un convaleciente?

—Hey, ¿me estas escuchando? Yuuri. ¿Estas despierto? Hey… Supongo que no hay caso…

—¡No, no le pegues! ¡Está despierto, está despierto!

Aun me cuesta procesar que está pasando, pero la mano de Wolfram esta aun en el aire mientras sostiene el cuello de mi camisa con la otra y mira a Murata poco convencido. ¡¿De verdad ibas a cachetearme?! ¡¿De verdad?!

—Te estoy escuchando.

—Hum. —Él me suelta y se queda arrodillado a mi lado.

Estoy sobre el pasto donde caí, ahora recuerdo el golpe y el dolor en mis costillas relampaguea por mi pecho. Estaba distraído, no ha sido culpa de nadie. Mi agresor está parado a lo lejos, me doy cuenta que es la persona a la cual Wolfram estaba gritándole hace un rato. Otros de los jugadores se han alejado y temo que el ambiente se vuelva extraño, no quiero ser la causa de que no vuelvan a invitarlo aquí.

—Estoy bien, no es necesario preocuparse —le digo a Ken y volteo hacia Wolfram—. Deberías ir a disculparte con ellos.

Él se sorprende y luego rueda los ojos hacia otro lado frunciendo el ceño, siempre actúa de esa forma si digo algo como para regañarlo.

—Ya lo sé —es lo único que dice de forma ruda, parece que le cuestan estas cosas.

—No te quedes esperando, es mejor si vas ahora, si lo evades ellos van a malinterpretarte.

—Deja de sermonearme. —Wolfram se levanta con marcas de pasto en las rodillas y me da la espalda para irse hacia el grupo de nuevo—. Solo estaba preocupado.

Cierro los ojos llamando a mis fuerzas para levantarme, me siento mejor ahora. Me ha sorprendido con eso último que dijo, sus palabras me han levantado el ánimo. Me siento en el pasto un momento y como todo está bien me paro con un poco de ayuda de Ken, pero creo que no soy yo quien lo necesita ahora a su lado para apoyarlo.

—¿Puedes ir por favor con Wolfram? Me gustaría ir a aclarar las cosas, pero creo que necesito ir a sentarme a la banca un momento. Además, eres mejor para mediar y esas cosas.

—¿Estás preocupado de que comiencen a ignorarlo? —Ken sabe exactamente lo que estoy pensando—. No sé si ese realmente sea el caso, parece llevarse bien con todos. Pero si te deja tranquilo, iré a ver qué pasa.

Me siento un rato y algunas personas del equipo se acercan a ver si estoy bien del todo. Estoy algo preocupado por la repercusión interna del golpe, pero mi atención está un poco dispersa en tratar de escuchar que es lo que está pasando a lo lejos. No parece que haya mayores problemas, y por lo que veo fue buena idea enviar a Ken con Wolfram. No sé si realmente necesita un asesor japonés para que la comunicación sea efectiva, después de todo estamos fuera del trabajo, pero al menos me deja tranquilo.

Murata vuelve primero y se sienta a mi lado desplomándose en la banca de madera, parece que le ha venido bien tomar un respiro al parar el juego, no está acostumbrado a tanto ejercicio junto.

—Puedes dejar de preocuparte, no sé por qué has decidido adoptarlo como si fueras una niñera, pero Wolfram no es tan tonto, ¿sabes?

No puedo responder, la persona de la que hablamos viene hacia aquí de nuevo. Wolfram se para frente a mí y aunque parece tranquilo tiene un poco de esos aires de engreído que tanto me molestaban al conocerlo por primera vez.

—Realmente tienes un temperamento problemático, ¿he? —le digo siendo un poco duro, estoy halagado porque se preocupara, pero sigo desaprobando su actitud de antes.

Oh, ¡su cara! Se me escapa una risa, incluso llega a verse bastante tierno en este momento, nunca lo había visto ruborizarse de esa manera. Sus labios forman una línea apretada y luego se recompone frunciendo el ceño y ladeando la cabeza con las manos en las caderas.

—Estoy trabajando en ello —responde un poco a regañadientes.

Bueno, al menos lo aceptas. Y con tu actitud algo linda, aunque temperamental, parece que todos te han perdonado.


Tenía la sensación que después de lo que pasó el sábado, tal vez mi compañero de trabajo perdería el interés en mí, pero hoy a la mañana me ha saludado como si nada y no ha hecho ningún comentario acerca de eso. Hasta ahora.

Tenemos bastante trabajo así que he estado concentrado en la pantalla de mi computadora durante la mayor parte del día, y como estoy algo entumecido me estiro, el dolor punzante en mi lado derecho hace que me quiebre de lado con un quejido.

Al mirar hacia el otro lado de la mesa, Wolfram levanta la vista, parece normal, pero luego de un momento la seriedad de sus bonitas facciones se tuerce en una mueca. Ya no puede contenerlo y suelta una carcajada apagada y ronca, se cubre los dientes con una mano pero igual puedo ver que se muerde el labio mientras sonríe ampliamente. ¿Que demonios es esa risa? ¡No es para nada como la que usas cuando te rodean otras personas! Además, ¡¿qué, te estabas aguantando pero ya no soportas el reírte a costa mía?!

—¡¿Q-que es tan gracioso?! ¿Tengo monos en la cara acaso?

Está algo tentado, nunca vi una expresión de diversión tan exagerada en él. Apoyado con el codo en la mesa se inclina de lado, su mano aun cubre su boca pero solo con ver sus ojos se le nota que se sigue riendo. Que él me encuentre tan gracioso me avergüenza un poco.

—Eres más delicado de lo que creía, eso me sorprendió un poco —se burla de mí serenándose un poco. Rueda la silla para alejarse de la computadora y relaja su postura. Yo también estaba pensando tomarme un pequeño descanso.

—No soy así de débil, entreno todos los días, ¿sabes? Tsk —chasqueo la lengua enojado, realmente no sé qué impresión tiene este hombre de mí.

—Huuumh… —Wolfram no parece tomarme en serio realmente, pero ver su actitud completamente relajada me alegra un poco. Juega con una lapicera entre los dedos y me observa un momento—. ¿Fuiste al médico al menos?

De hecho lo hice, estaba un poco preocupado y pensé que un chequeo no vendría mal. Incluso me hicieron una placa, así que realmente puedo quedarme tranquilo. No tenía nada, pero como han pasado unos días mi cuerpo bajo esta camisa es un arcoíris verde, violeta, azul y amarillo. Aun me duele la cabeza cuando me peino, pero no tengo chichones.

—Sí, fui. Solo son golpes, nada grave.

Wolfram sonríe de forma más cálida curvando levemente la comisura de sus labios.

—Me caí de un caballo una vez. Me golpee el codo, la columna y la parte trasera de la cabeza. La parálisis duró al menos media hora y no podía moverme, pero luego solo quedé con algunas magulladuras y unos raspones sobre cada vertebra en la espalda en forma de línea punteada. Aunque en el momento me llevé un gran susto luego no pasó nada. Pero algo como eso también puede resultar en accidentes graves.

Me gustaría preguntar si por eso es que se preocupó tanto como para ponerse a gritar a todo el mundo. Parece que aunque se muestra algo distante, es una persona que tiene en cuenta a los demás. No sé si deba preguntarle o no, pero realmente quiero hacerlo.

—¿Vas a volver a jugar con ellos? Te disculpaste, así que supongo que no dejaran de invitarte, ¿cierto?

El me mira curioso gracias a mi pregunta, parece algo sorprendido.

—Tengo una práctica este sábado —me dice sonriendo confiado—. Tu no me conoces mucho, pero no es raro que me emocione un poco durante las practicas. No es la primera vez que pasa algo como eso, tiendo a gritar bastante cuando soy quien dirige, están acostumbrados. Suelen decir que soy raro, bastante diferente a cuando no estoy en el campo de juego, pero que les levanta bastante el ánimo, así que están bien con eso. Aunque esta vez fue algo diferente todo está bien con ellos.

Me siento un poco mal por haberme tomado la libertad de asumir cosas de nuevo sin conocerlo. No puedo más que solo imaginar cómo se comporta durante esos partidos, apenas llegue a la mitad de un juego antes de darme el golpe, así que al final es como si no hubiéramos experimentado la actividad juntos. Tengo más recuerdos de Ken desfalleciendo poco a poco que de Wolfram en el campo.

—¿Sales con ellos a veces a algún otro lado?

—No, la mayoría nos juntamos los fines de semana para jugar algunos partidos, pero solo unos pocos son amigos fuera del gimnasio. Nunca hemos ido a comer o algo por el estilo.

—Bueno, parecía un lindo grupo.

—Les caes bien sabes —su expresión es un poco más seria, ¿está tratando de levantarme el ánimo o algo? No estoy seguro de si últimamente demuestro demasiado que ando decaído—. Matsumoto dijo que puedes volver cuando quieras aunque no seas cliente del gimnasio. También dijo que lo llevaste bien la mayor parte de la práctica aunque era la primera vez que jugabas, yo no puedo decir nada porque no estábamos cerca como para saberlo. Voy a reenviarte su email luego, solo tienes que escribirle si quieres volver a ir, eso si no temes romperte la cabeza de nuevo.

—Gzz, estaba distraído, ¿ok? No es como si fueran tan rudos, y en realidad fue algo divertido, pero no estoy seguro de que el rugby sea lo mío. Aunque me ha gustado estar en un equipo, hace mucho no juego con otra gente, me gusta practicar pero siempre lo hago solo. Tal vez debería buscar algo similar en un club donde hagan béisbol.

—Nunca he jugado béisbol, pero a veces lo veo.

—¿Te gusta ver partidos? —no puedo evitar preguntar un poco emocionado. Cálmate un poco Shibuya Yuuri.

—Sí, me gusta. No suelo ver más que las noticias o deportes. Tal vez de vez en cuando alguna serie, pero más que nada películas. Por lo demás, no uso demasiado la televisión más que para hacer ruido, no me gustan los programas de variedades.

—¿Conoces los Saitama Seibu Lions?

—¿Es ese un equipo de aquí? Estoy más familiarizado con los americanos que los japoneses.

No puedo evitar sonreír, él es como una hoja en blanco que me pide que escriba en ella. No está mal si le enseño solo un poquito sobre béisbol, ¿verdad?


Estoy realmente impresionado con la aceptación y el genuino interés que Wolfram ha demostrado sobre mis gustos. En cierto punto creo que es gracias a que somos un poquito más parecidos de lo que creía.

A él realmente le gusta el deporte, sus conocimientos son muchísimo más amplios que los míos, y aunque gracias a eso tiene un panorama general más grande sobre el tema no tiene conocimientos profundos sobre ninguno en particular. Me ha contado cosas de boxeo, natación e incluso sumo. Por lo que imagino, Wolfram hace zapping en la TV entre canales de deporte y mira lo que encuentra sin demasiado interés en particular. Pero gracias a su mente abierta, ha recibido bien mis largas charlas sobre béisbol sin mostrar un ápice de aburrimiento.

Normalmente intento contenerme, porque suelo cansar a la gente con mis conversaciones unilaterales, pero él me escucha tan paciente cada día que no puedo evitar soltar la lengua de a poquito. Eso tampoco parece molestarle, así que incluso he hablado de estadísticas y esas cosas que a la mayoría le aburren.

He intentado interesarme un poco sobre lo que a él le gusta, pero aun no descubro que es lo que realmente le apasiona. Por el momento parece que disfruta las charlas ligeras sobre las noticias del día, y se ha enganchado con una serie de época que me gusta mirar los domingos, así que siempre que comienza la semana hablamos de eso.

En el transcurso de un mes el trabajo avanza con normalidad y nuestro proyecto crece lo esperado. Pero mi ánimo también ha mejorado, ya que no solo encuentro las charlas cotidianas como un incentivo, sino que esta relación de amistad hace que me sienta más contento de venir a este edificio cada día. Sé que no debo mezclar tanto una cosa con la otra, amistad y trabajo, así que a pesar de que disfruto de ello trato de mantener la cabeza fría y la relación laboral estable. Se puede trabajar con amigos, depende de la persona, pero hay que saber mantenerse ubicado.

Como esa idea ha estado rondando mi cabeza un poco, me he sentido tentado de volver a organizar alguna salida con Wolfram. Siendo que tengo claro que realmente me gustaría que nos volvamos cercanos, y él parece interesado de la misma manera, me tomé el atrevimiento de hacer algo osado.

Estoy un poco nervioso acerca de esto, porque voy a exponer el que se supone que es el peor lado de mí ante otra persona. Pero está bien, es como dice Ken, si después de esto no se espanta significa que gané un amigo verdadero. Pero primero tengo que encontrarlo.


Entro en la cafetería con la última novela policial que he terminado de leer. Mi compañero está sentado solo en una mesa alejada de las ventanas, el lugar está bastante vacío pero aún hay un poco de movimiento porque el almuerzo ha terminado hace poco y algunas personas hacen sobremesa. Hoy he comido fuera con un viejo compañero de la universidad que hace mucho que no veía, así que no he podido hacerle compañía.

—¿Comiste solo? —Me acerco por su espalda y mi voz lo sobresalta.

—No, Yamashita y Kobakawa acaban de irse. ¿Pudiste encontrarte con la persona que ibas a ver?

Apoyo el libro en la mesa pero lo mantengo de mi lado con la mano encima, tengo los tres tickets guardados dentro.

—Sí, almorzamos cerca de la estación, pero me demore un poco más porque aproveche para hacer un viaje antes de volver.

Tenía que ir hasta el centro hoy mismo o sino no haría tiempo a comprar entradas, pero no entro en detalles porque Wolfram cambia el tema.

—¿Es esa la novela que me comentaste?

—Ah, sí. La terminé ayer así que te la traje.

Noto que él quiere tomarla, pero mantengo mi mano encima del libro porque aún no puedo dárselo sin sacar las cosas de adentro.

Todo ha sido a las apuradas esta vez. Siempre que hay un partido que me interesa, compro entradas para mí y para Muraken al menos un mes antes. El staff de la boletería ya me conoce, así que confían en mí como para reservarme por teléfono y que pase a buscarlas cuando me sea más conveniente. Pero hoy decidí llamar tentando a la suerte y pedir una extra. Mi apuro supuso algunos problemas, porque el partido es este mismo fin de semana, pero como un favor personal el dueño del local me la ha conseguido e insistió para que la pasara a buscar hoy mismo. Así que este mes serán tres en vez de dos, si es que Wolfram puede.

Estoy nervioso de pensar que él tenga otro compromiso siendo que solo faltan dos días para el sábado, no he tenido tiempo de preguntarle. Si dice que no, perderé el dinero, pero eso no me importa.

—¿Tienes algo que hacer este fin de semana? El sábado.

La palma de mi mano se siente caliente sobre la tapa del libro, espero ansioso la respuesta mientras él desenvuelve una golosina dulce que ha guardado para el final.

—Depende de la hora, si es a la mañana, pues tengo una cita.

¡Estoy sorprendido! ¡Realmente sorprendido! Y él lo ha dicho tan calmado que es demasiado cool para contenerme.

—¡¿Tienes una cita?!

Elevo la voz demasiado y algunas personas nos miran, me cubro la boca y me disculpo con la mirada con mi compañero, ¡pero aun quiero saber los detalles!

—¿Tienes una cita? ¿Enserio? No me contaste nada, me ha tomado por sorpresa. Pero si vas a salir con alguien entonces estarás ocupado el resto del día. ¿Es una mujer bonita? Ah, no se para que pregunto eso, tiene que serlo porque tienes un imán para las chicas lindas…

Wolfram se ríe divertido mientras yo balbuceo y le da un mordisco a su golosina. Ya está acostumbrado a la Marcha Turca.

—Tengo una cita con el dentista —aclara y mi emoción se hunde como el Titanic—. Te pusiste muy enérgico de repente, ¿tanto te gustan ese tipo de chimentos?

—¿Qué? No, no soy así de chismoso. Bueno… tal vez un poquito. Pero como nunca hablas mucho de esas cosas realmente me sorprendió, y creo que soy algo curioso. Pensé que habías encontrado a alguien. Eso es algo por lo que alegrarse, ¿o no?

—Supongo que sí —lo dice como si fuera ajeno al sentimiento de otras personas, no como s realmente le interesara—. Pero si vamos al caso, tú tampoco hablas mucho de tu vida amorosa.

—¿Estas curioso acerca de mí? —pregunto un poco asombrado.

—Un poco.

Calmadamente saca otra golosina de su bolsillo. ¡Hey! ¿No tenías que ir al dentista? ¿Qué haces comiendo tantos de esos?

—Bueno, creo a esta altura te habrás dado cuenta que no tengo nada interesante que contar al respecto. Llevo tiempo solo y no me estoy esforzando mucho por cámbialo, así que no tengo nada interesante que decirte realmente, no es como si no quisiera hacerlo. Si me intereso en alguien te contaré detalles sobre una chica bonita, pero mientras creo que seguiré siendo más de hablar de aburridas estadísticas de béisbol.

Wolfram sonríe divertido y entrecierra sus ojos un poco. —See, realmente eres el hombre enciclopedia.

Que él me escuche no significa que no se burle de mí de vez en cuando desde que ha descubierto que soy una especie de friki de mi deporte favorito. Pero su actitud es simpática, el soporta mis manías con gusto así como yo las suyas.

—Pero, no le veo nada de malo. Si estás contento no tienes por qué sentirte obligado a estar en pareja. Odio los hombres que aparentan o les gusta alardear demasiado sobre mujeres, especialmente si intentan indagar en mi vida privada sin conocerme. Al menos tú eres sincero con lo que te gusta.

Aprieto un poco los dedos sobre la tapa del libro, no puedo evitar sonreír un poco siempre que es así de sincero. No sé si Wolfram es consciente pero siempre tiene palabras para hacerme sentir cómodo.

—Así que, ¿tienes el sábado libre?

—Además del dentista, si, este fin de semana no tengo practica hasta el domingo.

—Hay un partido de los Lions por la tarde. Me gusta ir a ver sus partidos al estadio, y Ken siempre me acompaña, pero como hemos estado hablando bastante del equipo y te gusta pensé que tal vez querrías ir.

—Sí, claro —me dice con mucho interés—. Pero no queda casi nada de tiempo para la fecha, no creo que pueda conseguir una entrada, ¿o es que no venden tanto?

Eso me hace reír. —Se agotan rápido si no compras anticipadas o haces una reserva, yo compro siempre por adelantado.

Con más confianza saco los tickets del libro y le extiendo uno, Wolfram lo toma con curiosidad y sin entender.

—Compre una para ti también, por si decidías ir.

Está genuinamente sorprendido, observa el papel durante unos segundos y me mira. Su voz suena suave y emocionada como si este fuera el mejor regalo. —Gracias.

Sus ojos claros están brillantes y me muestra la sonrisa más linda que le he visto poner hasta ahora. Wolfram es como el sol, me envuelve con su calidez.


Y aquí estoy, parado frente al estadio solo con mi camiseta polo azul marino y blanco, y una chaqueta que no pega para nada conmigo. Siento que la gente me mira, me debo de ver estúpido seguramente, me siento acalorado y con un poco de vergüenza.

Como sé que Ken tiene buen sentido de la moda, y Wolfram mejor ni hablemos, y lo único limpio y cómodo que me quedaba en casa para usar hoy era un buzo roñoso y desgastado que nunca tiré porque me he encariñado… tuve que desempaquetar esto que me regalo Shouri hace como dos años. Es el tipo de ropa semi formal que él usa, no la que a mí me gusta, sus regalos siempre son más apegados a sus propios gustos, o al ideal que él quiere modelarme. Sé que si le pusiera un poco más de ganas a arreglarme me vería un poco más apuesto, pero sinceramente la ropa ostentosa no va con mi personalidad, y no tengo idea de cómo vestirme con estilo y que sea cómodo.

Aunque siendo sincero, este polo de algodón es un poco ajustado, pero es suave, y como que me gusta. Tal vez uno o dos talles más grande…

—¡Lo siento, me retrase un poco! ¿Esperaste mucho?

—Ah, claro, si soy yo el que dice esa frase te ofendes y me gritas "otra vez con tu dialogo de parejita", ¿pero si eres tú el que viene y me lo dice todo meloso está todo bien?

Si sentía que la gente me miraba estando solo, ahora que ha llegado Ken como siempre empeora. Creo que el staff del estadio que ya nos conoce nos considera la pareja gay del año a esta altura.

—¿Qué te pasa, estas susceptible hoy? Y que hay con esa ropa, es la primera vez que te veo bien vestido para ir a ver un partido. ¿O es que te vestiste para alguien especial? No me hagas ponerme celoso, nunca te pones ropa bonita cuando vienes conmigo.

—¡Cállate Ken! ¡Es un polo que me regaló Shouri, no tenía nada más que ponerme! Y qué demonios es eso de ponerte celoso, incluso lo dices haciéndote el tierno.

Mientras las bromas de Muraken se salen de control porque hoy está más enérgico que de costumbre, veo una silueta conocida observando de lejos.

—Oye, ¿ese no es Wolfram? ¡Hey, Wolfram! —le llamo y él recién se acerca—. ¿Qué hacías allá solo esperando?

Él se ve abochornado, tímidamente ladea la cabeza. —Como estaban discutiendo, pensé que estaba por interrumpir algo, así que decidí esperar un poco.

—¡¿A-a-algo?! ¡¿Qué algo?! ¡Aquí no hay ningún algo!

Suponía que hoy mi amigo extranjero comenzaría a considerarme un poco rarito por mi afición al béisbol, no rarito por andar en algo con su mejor amigo. Murata no ayuda al reírse tontamente a mi lado.

—No piensas que soy gay, ¿o sí? ¿Porque pones esa cara y te quedas callado? Idiota, ¡di algo!

Hace un rato me sentía medio inhibido pero me he puesto tan agitado que incluso he llegado a ser tan agresivo como para insultar a Wolfram. Lo que me sorprende es que a él le ha importado poco y nada.

—Bueno, no es la primera vez que te veo con un tipo.

—¡Eso fue un enorme malentendido!

—¿Qué, qué cosa con un chico? —pregunta Ken medio perdido pero demasiado curioso, su sonrisa me enferma—. Yuuri, ¿te pasaste de bando y no me dijiste? ¿Puede ser que después de tantos años te diste por vencido con las mujeres y decidiste ampliar tus horizontes?

—Ah, pero suena como una idea coherente. Dicen que hay más mujeres que hombres en el planeta, pero no hay por qué descartar el porcentaje de hombres. Estadísticamente, deberías tener más suerte ahora. —Wolfram agrega sus datos innecesarios a esta conversación, y es la gota que rebalsa el vaso.

—No, listo, ya está. Yo no hablo más con ustedes. No los conozco.

Me enojo, me doy la vuelta y me voy para el estadio.

—¿Por qué se enojó? No es tan malo, al menos yo no voy a juzgarlo.

—Ay, Wolfram, con todo lo que lo que le he aguantado todos estos años, que salga con un tipo o con una chica fea, creo que ya da lo mismo.

—¡Quieren callarse de una vez ustedes dos!


Todavía estoy ofendido con mis dos acompañantes. Me han intentado sobornar con una bolsa de maní y una gaseosa, me siento más como un animal del zoo que en una salida con dos amigos. Como tenía hambre, he aceptado el maní.

Como un par sin sacar mi vista del campo, me inclino hacia adelante. El lanzador del otro equipo es terrorífico, ya van tres outs seguidos y no puedo creerlo. Los Lions lo tienen difícil en este partido. Estoy completamente absorbido por todo esto, no me como las uñas pero si mis botanas una atrás de la otra. Me atraganto. Una mano me entrega una gaseosa, agradezco brevemente y se la devuelvo luego de unos tragos.

¡Cuarta, quieta, sexta y séptima entrada! ¡No avanzamos nada! Me muero, no hay otra manera de que levanten este partido sin un par de home run, y tendrían que ser de los buenos, unos grand slam como mínimo para anotar cuatro carreras de una sola vez. El entrenador está nervioso, lo comprendo totalmente, lo veo sudar y sudo yo también con él.

—Vamos, vamos, vamos, vamos... —Estoy mascullando incoherencias y como ya no me queda maní casi desde que comenzó el partido solo sigo estrangulando la bolsita de papel que está hecha trizas. —Vamos, ¿porque no corres?, esta regalada esa base. ¡¿Porque no la robas de una vez?!

Enojado y sobreexcitado me doy vuelta buscando el apoyo de mi amigo al lado mío para quejarme en compañía.

—¡¿Lo estás viendo?! ¡La segunda base esta desierta…!

La persona a mi lado es Wolfram, y se está riendo divertido, pero me da la espalda, en el asiento siguiente está Ken. Ambos hablan alegres y ensimismados en su conversación, se nota que tienen buena química entre ellos. Wolfram se deja ver suelto y relajado, sin dejos de ninguna de sus máscaras que usa para la gente que conoce poco, pese a que solo ha visto tres veces a Murata en todo este tiempo.

Vuelvo la vista al campo, llego a ver una jugada importante por los pelos, se anota una carrera a favor de los Lions y el jugador que observaba antes no solo avanza a segunda, sino que se roba tercera en un osado intento por compensar el titubeo de antes. Pero estoy distraído, es la primera vez que durante un partido en el estadio estoy más interesado en lo que está pasando en las gradas. La gente se emociona y grita, con este ruido solo recibo retazos inentendibles de la conversación a mi lado y más risas.

Aprieto un poco la bolsita y al relajar los músculos se me escurre de los dedos cayendo entre mis piernas, solo la miro un momento, la recogeré luego porque ahora me siento… Vacío. Estoy… triste.

Comienza la novena entrada y me doy cuenta de que soy un idiota.

Se supone que invité a ambos para venir a ver el partido juntos, y lo único que he estado haciendo es vivir en mi propio mundo e ignorarlos, obviamente ellos continuaran sin mí. Vuelvo a mirar y apenas veo el contorno del rostro de Wolfram mientras habla de algo en voz apagada como si fuera privado, me gustaría saber que es, pero me da miedo interrumpir. Murata ladea la cabeza desde el tercer asiento y me mira, Wolfram lo nota volteando a verme. Y sonríe ampliamente.

—¡Hey! ¡Volviste al mundo real! —Me extiende un vaso de gaseosa con la mano que lleva su reloj dorado—. ¿Tienes sed? Aún queda un poco, como te ahogaste hace un rato te lo reservamos.

Tengo la boca seca, pero no es por el maní. Me tomo el resto de gaseosa caliente y sin gas con ganas, no me importa que sepa horrible. Me siento entrar en modo inhibido, tengo ganas de no volver a hablar más de nada, como una tortuga encerrada en su confortable caparazón. Pero no debería hacerlo, así que poniendo a un lado por un momento mis inseguridades me atrevo a tantear el terreno con miedo de la respuesta.

—¿De que estaban hablando? —Intento sonreír un poco para que no se me note el cambio de humor repentino. Mi efusividad murió, apenas veo el partido de reojo aunque sé que me estoy perdiendo el final.

Este es el momento en donde si él me dice "ah, no es nada", sentiré que se aleja kilómetros de distancia. No es una sensación nueva, ya la he sentido antes, con otras personas que he intentado entablar amistad pero al verse desilusionadas cambiaron de parecer alejándose de repente. Lo escrutinio un poco con la mirada, mantengo mis ojos fijos en los suyos. No soy una persona inocente, tanteo a la gente y les pongo pruebas para decidir el curso de mis acciones.

—¿Recién? —pregunta Wolfram y se echa hacia atrás en su asiento para que todos quedemos dentro del campo de visión, estando en el medio él nos tapa a uno o al otro—. Resulta que tenemos algo en común del trabajo, Ken estuvo en la misma compañía que yo hace un tiempo.

—Pero con años de diferencia —aclara Murata.

—Solo estábamos compartiendo experiencias, pero de repente terminamos poniendo cosas en la balanza y hasta comparando los sueldos que ofrecían.

Wolfram se ríe, implica que la conversación se les ha ido de las manos, el tema sueldos es algo bastante personal a menos que lo mantuvieran como algo generalizado.

—Es esa compañía de la que te hable una vez, la agencia de turismo. ¿Te acuerdas?

—Sí, durante el goukon.

Él se muestra muy complacido de que lo recuerde y sonríe divertido. —Estábamos algo entonados así que no sabía cuánto me escuchaste realmente.

—¿Ha? ¿Cómo es eso? Pero si escuche todo, el que estaba pasado de copas eras tú, no yo. ¿Y qué paso, pagaban bien o no?

—La verdad nos sorprendimos —dice Murata—, porque al final de cuentas parece que era lo justo y no había mucha diferencia entre los puestos. Pero había un rumor general de que se arreglaban los pagos depende la conveniencia de la empresa por la persona, y tal vez alguien nuevo cobraba el doble que tú que estabas hace un año.

—A mí me llegó el mismo rumor, pero como no tenía nadie cercano dentro para corroborarlo no pude saber si era o no verdad. Era tomar lo que me daban, o dudar e intenta conseguir algo en otro lado. Pero no podía darme el lujo de esperar más tiempo sin trabajo en ese momento, así que con mal o buen sueldo tenía que tomar lo que me ofrecían. No estaba tan mal, alcanzaba para vivir y un poco más. Pero no puedo compararlo con SAG realmente.

No voy a entrar en detalles porque es un tema delicado, pero realmente me siento incluido en la conversación. —Después del último aumento estoy bastante conforme, no me parece que estén desnivelados los sueldos en nuestra compañía…

Mis ojos se van hacia el campo. ¡Home Run! Oh, por dios.

—¡Home Run! —grito y me levanto, aprieto el vaso vacío de gaseosa en la mano y se me vuela la tapa, no puedo agarrarla y cae entre los asientos. Me siento mal por no guardar mi basura para tirarla luego, pero estoy emocionado mirando lo que pasa y me olvido enseguida—. ¡¿Es un grand slam?! ¡En serio es un grand slam!

—¿Qué es un grand slam? —me pregunta Wolfram, como la gente cercana a nosotros también se paró al verme, Ken y él me acompañan.

—Había jugadores en todas las bases, todos anotan carreras, ¡son cuatro al mismo tiempo! —explico rápidamente, no puedo entrar en detalles ahora mismo—. ¿Cómo está el marcador? ¡Están ganando! ¡Han dado vuelta el partido! Solo queda un bateador designado…

Estoy fuera del mundo de nuevo, sé que lo estoy haciendo de nuevo, me estoy alejando de ellos, pero no puedo evitarlo, yo soy así. ¡Lo siento mucho chicos, soy incurable!

—No te esfuerces, lo perdimos de nuevo —escucho a Ken consolar a Wolfram—, viste que te dije que un hombre o una mujer no importa, nada puede ser peor, porque ahora es béisbol sexual.

—¡¿Qué mierda le has estado diciendo Murata?!

—¡Ah! ¿Aun estabas con nosotros?

El último jugador hizo un foul y erró la segunda bola, pero a la tercera la golpea y se va… se vaaa, ¡se va del campo! La sigo con la vista como si fuera eterno y voy conteniendo la respiración, el cielo es vasto y nada la detiene. El jardinero central corre hacia atrás pero al poco tiempo ya ni se molesta, y los otros dos jardineros se llevan las manos a las gorras y se las quitan para verla alejarse.

—¡H-home Run! ¡Home run! ¡El segundo del partido! ¡Ganan los Saitama Seibu Lions! —la voz del relator es lo único que necesitaba para perder el control del todo.


Estoy tan, tan feliz. Realmente ganaron el partido, ¡un giro del destino de última hora! Es increíble.

Sostengo la tapita de la gaseosa, el vaso aplastado y la bolsita de maní rota, pude conseguir toda mi basura para ser un buen ciudadano y tirarla como corresponde en el basurero. Estamos esperando unos minutos mientras Muraken va al baño.

Cuando Wolfram me mira sonrío ampliamente, no puedo contener esta blanca sonrisa de oreja a oreja después del resultado del marcador a última hora. También estoy un poquito contento porque al final creo que mis preocupaciones anteriores respecto a él eran infundadas, sigue igual que siempre.

Se le escapa una risa y niega con la cabeza como si yo no tuviera remedio. —Sabes, es bueno ver que estás así de contento.

Su comentario me impresiona un poco. —¿Por qué?

—Estas últimas semanas te veías decaído, pensé que estabas pasando por algo. Pero creo que solo he estado sacando conclusiones apresuradas, en realidad, no te conozco tanto como para asumir cosas sobre ti por mi cuenta.

Está apenado, creo que está tratando de disculparse por algo, pero no me molesta su intromisión en mis asuntos del todo.

—Puedes preguntarme entonces. No es como si no fuera a contarte. ¿No te parece que ya somos así de cercanos?

Wolfram sonríe con las manos en sus bolsillos y agacha la cabeza un poco. Es su sonrisa cálida, uno de sus encantos que a mi parecer rompería corazones.

—Lamento haberlos hecho esperar —dice Muraken al volver—. Estaba pensando en comprar otra bebida, hay una máquina expendedora aquí a la vuelta.

—Eso estaría bien, estoy un poco sediento —dice Wolfram.

—Bien, yo invito. Ustedes compraron las bebidas de hoy así que esta vez me toca a mí. —No cuento la bolsa de maní porque eso fue a modo de disculpas.

Es una máquina de las grandes, tiene latas y botellas de muchas variedades.

—Yo quiero el jugo de uva, pero la de la botella verde, no me gusta la morada, sabe cómo a chicle. —Ken se queja pero a pesar de tener 33 años es lo mismo que a sus 15, sigue tomando esas cosas dulces y coloridas. Aún es un adolescente por dentro.

Aprieto los botones y elijo un café frio para mí, la marca que me gusta no es tan dulce y no he visto ninguna otra bebida que me llame la atención.

—¿Qué quieres tu Wolfram? —le pregunto, él está cerca del vidrio inspeccionando las opciones.

—Mmmh, esa, cappuccino. —Wolfram no parece estar seguro, me da la impresión de que le cuesta leer algo.

—Sí, es cappuccino —le confirmo y elijo las opciones en la máquina expendedora.

—Este cliente —dice algo decepcionado—. No sabía que podías sacar bebidas calientes de estas máquinas.

—¿Nunca has tomado café en lata? Es bastante típico en invierno, si estas apurado es una buena solución contra el frio —comenta mi amigo.

—No, nunca he sacado nada caliente. Y ese café esta frio. —Se refiere a la botella que tengo en la mano—. Y es raro ver que haya café, solo estoy acostumbrado a ver latas o botellas de jugo o gaseosa, incluso de té, pero jamás café o cappuccino. Creo que debería haber intentado usar más seguido las maquinas, pero no estoy acostumbrado a otra cosa que comprar en el konbini porque es más cómodo.

Él mira mi bebida con demasiado interés. Ah, bueno, ya estamos grandes para nadar pensando demasiado en algo como los besos indirectos, y supongo que compartir una bebida lo ve como algo normal al no ser japonés, los extranjeros no son tan reservados. Cuando se la extiendo hace lo que esperaba, toma un trago sin un dejo de duda y me la devuelve. Antes de arrepentirme tomo de nuevo y ya no tengo que preocuparme por estar incómodo con esto.

Nos terminamos las bebidas conversando un poco sobre los detalles del partido. Hay varias cosas que tengo que explicarle a Wolfram sobre las reglas y los detalles, recién ahora me doy cuenta de que no debe haber entendido ni la mitad de lo que pasaba en el campo, y yo no he sido amable como para acompañarlo durante el partido e ir explicándole las cosas. Tal vez la próxima vez que vengamos pueda dejar de ensimismarme tanto, pero es que este ha sido un partido especial y no pude evitar dejarme llevar por lo entretenido que era.

—Bueno, tengo que irme. Me gustaría quedarme pero la práctica mañana es temprano, y hoy he estado fuera todo el día. —Wolfram se despide y se va. Estoy contento de que hasta el último momento se notó que la ha pasado bien.


Muraken y yo caminamos a paso lento hacia la estación de trenes. Es aun temprano, no son ni las ocho de la noche, la calle interna por donde cortamos camino es tranquila y casi no hay gente. Solo un par de negocios pequeños siguen abiertos y las luces encendidas en su interior iluminan las calles.

—Oye Ken —llamo a mi amigo casualmente—. ¿Qué piensas de Wolfram?

—¿Qué pienso de él? ¿En qué sentido?

—Solo que piensas de él. Ya has hablado un par de veces con él, me refiero a como lo ves como persona. ¿Qué piensas de él?

Caminamos un poco más mientras Murata hace una mueca con la boca mientras piensa.

—Bueno —comienza hablar mientras se quita sus anteojos y los limpia un poco. Hemos parado un momento en una esquina cercana a la estación—. Me parece una buena persona. Es sincero, sino no hubiera hablado conmigo de la forma que lo hizo, y parece cómodo con nosotros como para compartir un poco de su vida. Sabes, mientras estabas en la luna y conversábamos me comentó sobre los problemas que tuvo en su anterior trabajo, no era el lugar ni el momento para entrar en detalles, pero me sorprendió que expusiera al menos un poco de sus errores cuando se nota que es una persona reservada y bastante orgullosa. También mencionó algo acerca de tu rol en relación con él en el trabajo, no me dijiste que hacías de mediador entre ustedes y el cliente. Sabía que trabajaban juntos, pero no que dependían tanto el uno del otro.

—No es tan así como parece. Wolfram trabaja bien solo, y me sorprendió que también lo haga en equipo. Incluso cuando no nos llevábamos para nada bien, al punto de odiar vernos las caras, él nunca se metió con mi trabajo ni intento causarme problemas. Cuando nos reasignaron juntos pensé que trabajar a la par sería distinto que solo compartir una oficina, pero él se mantuvo correcto. Funcionamos juntos, y aunque es verdad que tenía sus problemas no es alguien que necesite supervisión constante. Creo que le enseño más cosas cotidianas y tonterías de lo que puedo enseñarle sobre trabajo.

Comenzamos a caminar lentamente de nuevo, la avenida que tomamos al doblar la esquina es un tanto más transitada. Ken mete las manos en los bolsillos y continúa hablando.

—Wolfram parece temperamental y es bastante alegre, pero aunque es joven ya se lo puede considerar un hombre maduro. Mal que bien nosotros también deberíamos considerarnos de ese modo.

No puedo evitar reírme un poco de eso. Murata y yo nos conocemos demasiado bien, creo que a nuestros ojos claramente nos vemos el uno al otro como esos chicos de secundaria metidos en el cuerpo de tipos adultos. Él también sonríe un poco y me da una de sus miradas cómplices porque sabe exactamente lo que estoy pensando.

—Como sea. Lo que me gustaría decir Yuuri es que me alegro que lo conocieras, y me sorprende que lograras acercarte tanto a alguien, más aun a una persona como Wolfram. Aunque para mí ha sido fácil relacionarme con él, me sorprendió que tú te sintieras cómodo con como es. A primera vista su apariencia es algo digno de admirar, ¿he?

Sé exactamente a lo que se refiere con eso, y si me lo preguntara de nuevo aun no podría decir cómo es que he logrado superar su aspecto como para tratarlo tan naturalmente. El dios dorado de la oficina incluso mantiene a raya a las mujeres que no se consideran a la altura como para acercarse.

—Bueno, es que realmente me interese en ser su amigo, Wolfram me cae bien y es simpático. Al principio pene que era un pedante, pero después no resulto ser tan malo. —Ya no me siento tan inseguro, pero igualmente me gustaría escuchar la opinión de Ken sobre esto—. ¿Crees que él realmente está interesado en entablar una amistad conmigo? Digo, una amistad de verdad, algo cercano. Tal vez no como tú y yo, pero creo que entiendes a lo que me refiero.

Muraken cambia su tono un poco de repente, ya no es tan alegre sino serio y cargado de compromiso.

—Sabes, a veces me preocupa que siendo como eres de perceptivo tengas tantas inseguridades. ¿Realmente crees que él hubiera venido aquí hoy si no estuviera interesado en conocerte mejor? No creo que sea el tipo de persona que malgasta su tiempo libre en gente que no le importa. Y no quiero prejuzgar, pero me da la sensación de que Wolfram está algo solo y busca compañía. Y creo que tú te sientes igual.

Él puede leer directo a través de mí con sus inteligentes ojos negros, no me queda otra opción que correr la vista y observar el piso mientras camino.

—A veces me preocupa que tengas pocos amigos. Sé que te ves con algunos de los muchachos de vez en cuando, y si se trata de mi es fácil arrastrarte fuera de tu casa, pero tiendes a deprimirte con facilidad y te aíslas de las personas rápidamente. Pero eres un buen tipo Yuuri. Si solo trataras de tener un poco más de confianza no te sería tan difícil. Wolfram ha logrado ver tu lado bueno a pesar de tu estúpido caparazón, deberías agradecer que sea una persona tan perceptiva y paciente. ¡Incluso ha superado la prueba del béisbol! Y créeme que no es fácil venir aquí y aguantar como te pones durante los partidos.

Muraken se para dos escalones más arriba que yo en las escaleras de la estación, se da la vuelta y me enfrenta con una mirada severa como si quisiera regañarme.

—Te recomiendo una cosa Yuuri, y escúchame bien porque lo digo enserio. No dejes morir esa amistad.

Sonrío, lo pienso, y asiento con la cabeza sin tanta confianza. Pero puedo aceptar su consejo, creo que aunque no me lo hubiera dicho de forma tan directa ya no podía contenerme más después de todo, ya había decidido que dejaría de estar temeroso de dejarme conocer realmente. Pero escuchar las palabras directamente de la boca de Ken me llenan de una sensación de seguridad increíble, no hay duda de porque es mi mejor amigo.

.

.

.

.

.

Continuará…

 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).