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Enredos de oficina por RedGlassesGirl

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Enredos de oficina – Capítulo 6

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Wolfram parece el mismo de siempre, y a la vez me resulta muy distinto. Tengo esta sensación extraña cuando estoy con él que va y viene. No soy tan idiota como parezco, pero realmente no estoy seguro de lo que pasa aunque tengo mis sospechas.

Lo que más me intriga es saber qué está pensando Wolf, mataría por un segundo en su cabeza para ver sus pensamientos, un pequeño vistazo y ya. Solo para apaciguar unas pequeñas dudas.

Han pasado dos semanas desde que comencé a pensar diferente. La verdad es que a veces me siento culpable por el rumbo que toma mi línea de pensamientos. Wolfram es un amigo, tal vez estoy exagerando las cosas y es solo su forma de comportarse, hay que tener en cuenta que tampoco he terminado de conocerlo del todo.

Me estoy haciendo un lio yo solo.

—Coca cola para ti.

Estaba parado aquí como un idiota de brazos cruzados mirando el techo hasta que me habló. Wolf me extiende el vaso de bebida y me demoro unos segundos en tomarlo. No le he dado dinero cuando llegamos, así que esto lo ha pagado él.

Esta es como la cuarta vez que venimos al cine, y por la forma en que me siento estoy arruinando la experiencia dándole cuerda a mis ideas tontas. Todo lo que antes era normal se siente distinto. No puedo dejar de notar su amabilidad para invitarme algo, pedirme las entradas para dárselas a la persona que las corta en la casilla, dejarme pasar primero para elegir el asiento que más me guste…

¡Se siente como una cita! No quiero pensar en el papel que estoy jugando en la hipotética cita, ni el que Wolfram se ha adjudicado por su cuenta. Tampoco estoy reaccionando, me he dejado llevar sin tomar decisiones, así que no me puedo quejar de que se encargara de todas esas cosas.

Lo observo una vez que estamos sentados, está tomando de su bebida mientras escribe un mensaje en el celular con una sola mano, no me está prestando ni un ápice de su atención. Es normal. Y no sé porque estoy tan interesado en ver cómo se comporta o como no se comporta conmigo. Cuando me mira me ofrece su vaso, niego con la cabeza y me quedo esperando, la pantalla aún está apagada. Normalmente compartimos las bebidas porque él siempre pide algo diferente que yo, no voy a tomar eso como un detalle en particular.

La causa de todo esto es que he comenzado a sospechar que le gusto. Él jamás ha dicho nada, obviamente, ni ha hecho algún avance atrevido y resuelto como para que intencionalmente me diera cuenta de algo como eso. Wolfram solo está contento con mi compañía y cada vez es más atento, solo eso. Pero hay pequeños detalles que me han dado que pensar.

A veces puedo ser muy desconfiado y calculador. Estoy tratando de mantenerme centrado, no voy a decir una palabra acerca de mis pensamientos porque si estoy equivocado creo que podría ofenderlo profundamente y mandar todo al garete. Con lo orgulloso que es de seguro no le gustaría que la gente asuma cosas por su cuenta si él no ha sido directo o explícito. Estos últimos días esta idea me ha perseguido mucho, pero debería parar.

Las luces se apagan y comienzan los trailers. La película de hoy no es del tipo que siempre venimos a ver, pero era la única que acepté cuando Wolf la propuso, no había una cartelera demasiado interesante esta semana.

Es una película de terror, no tengo muchas esperanzas, pero veo que ha venido bastante gente. En general hay muchas parejas jóvenes, y puedo imaginar el porqué, este tipo de películas asustan a las chicas y si resultan aburridas las usan como excusa para otras cosas. Es un género que atrae a novios y adolescentes. No voy a imaginar cómo nos vemos Wolfram y yo solos viniendo a ver esto, hay más tipos de nuestra edad solos o de a dos, así que estamos dentro de lo normal.

La película es mala, me aburro al poco tiempo de que comienza aunque le pongo ganas, no me puedo concentrar porque lo que pasa es básico y no me asusta para nada, ni siquiera con los sonidos. Estoy más interesado en Wolfram aquí a mi lado. Quiero observarlo un poco, ver su perfil blanquecino iluminado por la luz de la pantalla, pero no quiero ser evidente así que apenas he echado un vistazo. Mantengo la vista baja, observo la posición de sus piernas, su brazo esta sobre su muslo. Parece que tampoco está disfrutando porque se ha doblado hacia el otro lado y apoyado el codo en el apoyabrazos para descansar el rostro en su mano. El asiento contiguo que da al pasillo está vacío.

Voy a hacer un test. A veces cuando tanteo a la gente hago cosas a propósito para ver sus reacciones, es una buena manera de intentar analizar lo que están pensando. En este momento debe estar tan distraído de la película como yo y más atento al entorno, así que coloco mi mano en el apoyabrazos. ¿Qué vas a hacer? Vamos, quítame las dudas rápidamente.

Ya he puesto la mano aquí esperando que él apoye la suya encima, pero y si lo hace… ¿qué pasa entonces?

Si lo hace, entonces sería una clara invitación sin palabras. Y si luego lo dejo las cosas se pondrían raras, y él entendería que está bien y no sé qué pasaría luego. Pero si saco la mano cuando me toca va a quedar todo raro entre nosotros. Ugh.

No pasa nada. Tamborileo los dedos suavemente y luego con más fuerza. Me comienzo a aburrir y miro.

—Tsk, ¡no te duermas! —chaqueo la lengua exclamando las palabras en voz baja y le pego un golpe en el hombro con el dorso de la mano.

Idiota. Lo único que le faltaba era roncar, se despertó sobresaltado y todo, estaba durmiendo profundamente. Hace un gesto con la mano rápidamente que entiendo es para recomponerse si se ha babeado. No sé qué demonios está pasando en la película y él tampoco. Es tan estúpido que me causa gracia, ha lavado cualquier pensamiento que tuviera antes.

La película es tan mala que comienza a resultarme algo simpática.


Wolfram bosteza en el asiento de la estación y muerde su hamburguesa envuelta en papel, de ese modo queda contenida para que nada se caiga. Es una forma de comerlas que ha estado imitando de mí desde hace un tiempo.

—Lamento haber elegido una película tan mala, la próxima vez te toca elegir a ti cualquier cosa —me dice decepcionado.

—Como que me divertí un poco para el final, pero era horrenda.

Es la primera vez que vemos algo que no nos gusta, me ha resultado simpático más que decepcionante. Terminamos de comer nuestra comida chatarra viendo la gente ir y venir, es tarde y la estación tiene bastante movimiento.

—Estoy cansado, quiero viajar cómodo, voy a tomar el tren contigo y luego otro colectivo. Podría tomar el de siempre, pero no quiero ir parado y siempre viene lleno —dice Wolfram.

—Tengo que tomar el tren de en frente —le aviso.

—Yo también, ¿Cuántas estaciones?

—Cuatro.

—Yo tres. Vamos. —El tira el bollo de papel el tacho a su lado y se acomoda las mangas de la camisa de nuevo.

El otro lado de la plataforma esta desierto, vamos para el lado contrario de la zona céntrica alejándonos hacia los suburbios. Estamos Wolf y yo, y solo un par de personas más, seremos seis o siete como mucho. El vagón llega a su horario programado y hay asientos vacíos, elijo el lugar junto a la puerta. No estoy tan casando pero me pesa el cuerpo después de un día de trabajo algo pesado.

Wolfram está completamente muerto, eso se ha hecho evidente desde hace largo rato. El peso de su cuerpo contra mi hombro me hace voltear. Se ha dormido de nuevo, esta vez encima de mí. Este primer tramo de viaje es sumamente largo, mientras el tren sigue avanzando él termina de soltar su peso muerto sobre mí y apoya su cabeza completamente en mi hombro. ¿Estás cómodo? Se ve increíblemente vulnerable, no quiero mirarlo demasiado así que clavo la vista en el piso. Puedo sentir el olor de su colonia. Miro de reojo y el resto de la gente de este vagón también está durmiendo, soy la única persona completamente despierta.

No está fingiendo el haberse quedado frito de esta manera, está realmente dormido. Su expresión es calma y respira profundamente, sus parpados tiemblan un momento agitando sus pestañas un poco. ¿Ya estás en la etapa REM y todo? ¿Qué estás soñando?

Creo que no me quedan dudas de cuanto me ha dejado entrar en su vida y la confianza que me tiene. Y a su vez no puedo dejar de pensar en el otro sentido. Si fuera una mujer y hubiera pasado esto, podría haber pensado en plantearme pedirle una cita porque tengo chances seguras de conseguir algo. Estoy algo preocupado acerca de esto.


Han llegado un par de emails dirigidos a mí con cierta documentación importante que organizar online. No importa cuántas veces los he releído me quedan bastantes dudas, la forma en la que han explicado esto es confusa, no han pensado demasiado en si tenía sentido o no el pedido. Pero no puedo rebotarlo como falta de información.

—¿Entendiste lo que ha pedido Clara en el último email que mandó?

—¿Cuál?

—El de los documentos que hay que subir, el largo. Normalmente manda las cosas ordenadas, pero no se entiende nada. ¿Dónde se supone que van esos? Y tampoco entiendo eso de las categorías… No entiendo nada en realidad.

—Ahora lo miro.

Me echo hacia atrás en la silla y me aflojo un poco, Wolfram se toma un momento para mirar lo que le he pedido, tenerlo cerca hace las cosas más fáciles.

—Mmmh, si, hice de estos antes. Es más fácil si voy ahí y te lo explico en tu computadora para que lo veas. Abre la página donde cargas los documentos normalmente. —Wolfram observa sobre mi hombro y me indica un par de cosas nuevas, como últimamente me pasa, noto que está bastante cerca—. En vez de usar la primera opción de este menú elige la segunda. Espera que cargue eso, y luego elijes las opciones de siempre para el formulario, pero en esta parte cambia…

Estoy prestando atención a su explicación completamente, pero cuando pone su mano en mi hombro me tenso un poco. Se inclina lo suficiente como para sentir de nuevo el olor a la misma colonia de hombre que siempre usa, su voz es suave cerca de mi oído. Tipeo lo que me va indicando y vamos avanzando con lo que hay que hacer. Sus dedos me aprietan levemente, lo miro mientras hablamos con normalidad y realmente se ve concentrado en la tarea, sus reacciones son involuntarias. Pero entiendo perfectamente porque hace eso.

Una vez zanjamos lo referente al trabajo él cambia de tema, estamos a finales de la semana y no hemos programado ninguna salida, yo no he dicho nada al respecto esperando a ver si dejaba pasar la semana sin salidas.

—¿Te gustaría hacer algo esta semana? Estaba pensando que quería ir a ver algún lugar turístico, tal vez el parque ese del que vimos las fotos que sacó tu amigo hace poco.

Su mano, que nunca sacó de mi hombro, se desliza hasta mi espalda y luego la quita cuando se acomoda medio sentado en la mesa junto a mi computadora.

—Y quiero hacer algún viaje, no conozco casi ninguna de las prefecturas cercanas a Tokyo, sé que hay cosas interesantes para visitar cerca y se puede viajar en el tren bala. ¿Te gustaría hacer un viaje de fin de semana? Creo que dos días son suficientes, no quiero tomar mis vacaciones todavía.

—¿Quieres ir solo tú y yo? ¿O en grupo? —pregunto de forma directa. Wolfram duda durante un momento.

—Como tú quieras.

Suspiro internamente. ¡Has picado! Si dudas, es porque nunca estuviste pensando en ir con más gente. Él no está al tanto de mis idas y vueltas internas y sigue hablando.

—Estuve mirando folletos turísticos para ver que opciones hay, pero seguramente tu sabes mejor donde ir a pasar solo un fin de semana.

—Conozco un par de lugares donde íbamos con mi familia, las termas o la playa. Pero me parece bien el parque por ahora, tengo que pensar mejor lo otro, luego te digo.

Wolfram está contento con mi respuesta, esbozo una sonrisa con los labios sin dejar ver la leve incomodidad que sentí antes. Él sonríe ampliamente sin contenerse y vuelve a su puesto, puedo ver que está animado al observarlo durante un rato.

Creo que tengo la respuesta que estaba buscando, hay muchas cosas que se acumulan como para seguir dudando. Soy hombre, entiendo cómo funciona su mente, es básico. No puede contenerse, hay cosas que hace que son tan fáciles de leer para mí que hasta me apena pensar que sea tan trasparente.

Cuando te gusta una mujer hay sutilezas que nos hacen meter la pata, cosas que hacemos por reflejo y que son inevitables a menos que seas muy calculador. Yo soy flojo, dejo ver la hilacha bastante rápido según han admitido ex parejas y amigos, ¡pero no puedo evitarlo! La diferencia entre una mano en la cintura a gran altura o más abajo puede llegar a hundirte como el Titanic si la chica en la que estás interesado es perceptiva o tiene experiencia tratando con hombres. El toque de un amigo se convierte en el de un pretendiente con algo tan básico como eso. A veces puede jugar a favor, y otras en contra. Es un tema delicado el dejar ver que te gusta alguien, puede que comience a querer evitarte.

Los leves apretones que me da, la forma en que busca contacto todo el tiempo, un roce imperceptible… Y si a eso le sumamos la forma en como viene cada vez que lo necesito, las palabras suaves y la calidez con la que me trata, el hecho de que siempre busca algo para vernos fuera del trabajo. Y si queda alguna duda, Wolf es peor que yo, porque cuando algo le gusta mucho no puede contener la sonrisa y esa mirada de emoción tan evidente. Estoy totalmente convencido de que él no se da cuenta que lo he notado.


Pasaron unos días. Estoy tomando café parado junto a la ventana de la cocinita, el paisaje no es muy interesante aquí, apenas se puede ver el cielo y el resto es la pared espejada de un edificio contiguo. Me estoy tomando el descanso para pensar un poco.

No sé qué siento respecto a mi problema. He comenzado a considerarlo una cuestión a la cual es necesario dedicarle más atención e intentar decidir qué voy a hacer con esto.

He comenzado a recordar cosas que antes había ignorado, por ejemplo que hace un mes o un poco más Wolfram estaba preocupado por algo, se pasaba tiempo pensativo y aunque estaba con gente a veces se perdía en sus pensamientos. Tengo la sensación de que es consciente de lo que le pasa, aunque no está dejándolo ver abiertamente pareciera ir con la corriente si es que ha puesto en claro sus sentimientos. Tengo que admitir que de ser ese el caso ha sido bastante maduro como ha manejado la situación, yo todavía estoy intentando procesar la idea de que le gusto a otro tipo, y que encima es mi mejor amigo.

La pregunta es, ¿por qué yo? ¿Hice algo? ¿Dije algo? ¿Tal vez sea algo que no hice? No sé.

Nunca me ha mencionado ninguna relación con un hombre, ni tampoco he notado algún comentario o actitud que dé a entender que le gustan. Estoy en duda de si realmente hay algo que no me dijo por alguna razón, pero realmente no parece ser el caso. ¿Tal vez está en el armario? ¿O tal vez piensa que yo estoy en el armario? Oh, oh. ¿Piensa que estoy en el armario? No habrá sospechado de verdad que Ken y yo teníamos algo, ¿verdad? No creo, bromeamos, pero jamás demasiado. De repente me vuelve el recuerdo de la fiesta de coctel, él me vio con otro tipo cuando se me habían acercado a hablar, y aunque yo no me di ni cuenta… ¿cómo se habrá visto esa situación desde afuera? ¿Me ha dejado mal parado eso?

Wolfram entra apurado en la cocina y se sorprende al verme aquí solo. —Oh. Vine por un café rápido —me dice sonriendo y deja de prestarme atención para concentrarse en sus cosas.

¿Este tipo tan apuesto gusta de mí? Porque en este momento no se nota. Ahora más que nunca daría todo mi dinero por una fracción de sus pensamientos, con espiar la forma en la que él me ve me bastaría. Aunque creo que eso es algo que me intriga más allá de todo este tema de gustar o no gustar.

Está distraído pensando en algo mientras estira la mano para tomar una cuchara de plástico y se le resbala entre los dedos, la intenta atrapar en el aire pero se le cae al suelo, escucho el murmullo de algo espontaneo en Alemán. Suele hacer eso a veces, solo puedo adivinar que dice por su entonación, y creo que ha sido algún tipo de maldición en este momento. Se agacha y miro su trasero. Nunca me había fijado, pero para ser hombre está bien formado.

¿Por qué he…? No. Un momento. No estoy quitando la vista, ¡basta! Le saco los ojos de encima y espero a que se levante, sigue de espaldas y vuelvo a mirar el contorno de su silueta, es la primera vez que noto como realmente le calza el traje.

Es todo. Al diablo, yo me voy.


Estoy con la cara enterrada en el sillón de casa, la TV tiene un canal de deportes y el relator del partido no se calla mientras los jugadores corren sobre el fondo de pasto verde. No tengo idea de cuánto a cuánto va el partido de futbol, estaba esperando dormirme un rato pero no puedo, y ahora ya se me ha hecho tarde. Ya estoy listo para salir, pero vestido con ropa cómoda, ha comenzado a hacer calor así que tengo listas una cantidad de camisetas de verano en el ropero.

Me tengo que encontrar con Wolfram frene a la estación para ir a una librería, hay una firma de autógrafos y aunque en realidad no me interesa tanto le dije que le acompañaría. Quiere conocer al autor de las novelas policiales que están de moda y hemos estado siguiendo, y ya que voy, yo también llevaré el libro para no perder la oportunidad.

El problema es que me siento raro. Cada día estoy más y más preocupado por lo que me está pasando. No alcanzaba conque tengo la clara sospecha de que mi amigo extranjero está interesado en mí, sino que para complicar las cosas he empezado a verlo de forma diferente.

Me conozco lo suficientemente bien a esta altura de mi vida, las señales están ahí, aunque intente negarlo no se trata solo de admitir que me parece un tipo lindo en general. De hecho, eso no me importa realmente, siempre fue así y nunca me había movido un pelo, pero ahora… ¿Ahora qué?

La verdad es que esto sería más fácil si pudiera decir: sí, he tenido un sueño bastante grafico acerca de tener sexo con Wolfram, pero no es el caso. No tengo sueños, no tengo fantasías locas sobre él desnudo, no puedo llenar el recuerdo borroso de la única vez que lo vi sin camisa.

No es esa clase de atracción sexual desenfrenada que sería fácil de explicar, y fácil de saciar también. Es más complicado que eso. Yo soy un tipo complicado sentimentalmente. No digo que no he tenido esos momentos en los que me he vuelto loco con alguna mujer demasiado sexy, pero no es eso lo que me llena. Para llegar a mí de verdad se requiere de otro tipo de atracción que no puedo describir, podríamos decirle más inocente, pero tampoco es el caso.

El problema en este momento es que se reconocer que Wolf me atrae. Sexualmente, sentimentalmente, lo que sea. Me gusta. Y no sé qué hacer con eso.

La alarma de mi G-shock suena y me avisa que es la hora de salir, la programé por si caía rendido en este lugar, pero solo he estado dando vueltas y acurrucándome contra el hueco del respaldo. Me llevo la mochila solo porque no quiero cargar el libro en la mano. Billetera, celular, llaves, listo. Salgo para el centro. Soy puntual, pero igualmente tengo que escuchar la frase favorita de Wolf.

—Llegas tarde.

—¡Son en punto! Bueno, y dos minutos —confirmo al ver mi reloj—, pero no puedes ser tan quisquilloso.

—Hump.

Lo es, siempre es quisquilloso con estas cosas. Verlo me tranquiliza y me agita. He estado con él varios días desde que comencé a ser consciente de que algo ha cambiado en mí, pero ahora verlo en la oficina no me alcanza, me siento incómodo y aprisionado en el trabajo. Estaba esperando este momento a solas, incluso me hubiera quedado con gusto haciendo tiempo con él desde que terminamos de trabajar, pero como el cursa los martes no podía. Tiene la ropa semi formal de siempre, una camisa color verde oscuro que le favorece y el pantalón gris claro de su traje. Es exactamente lo mismo que uso todo el día, pero se me van los ojos en el detalle de que lleva desabrochados unos botones al no tener la corbata.

—No he cenado, y falta media hora para que empiece el evento, no creo que haga mucha diferencia ir o no ahora a la fila. —Digo mirando donde podríamos comprar algo.

—Ya he comido, ¿quieres que haga la fila mientras consigues algo?

—Ah, bueno. —Su respuesta me decepciona pero lo acepto. Estaba esperando cenar juntos, por eso no terminé las sobras que tenía en casa.

Esto me desanima bastante. Mientras voy a conseguir una hamburguesa para llevar al local más cercano de comida rápida sin pretensiones, pienso en lo gracioso que es esto. Cuando yo me veo interesado, él parece alejarse. No estoy ni remotamente cerca de haber decidido hacer un avance con esto, pero es gracioso. Al menos estoy seguro de lo que me pasa, pero no voy a echar a la basura una amistad por algo que podría ser una atracción platónica pasajera. No quiero pensar en que he sido tan débil como para verlo con otros ojos solo porque sospecho que él está interesado.

Vuelvo con la bolsa de papel y veo que en pocos minutos se ha llenado de gente porque detrás de Wolfram hay el doble de fila que delante.

—¡Hay muchísima gente!

—Ya volviste. Cuando me formé no pensé que llegarían tantos a última hora.

—El horario de esta firma es un tanto extraño. ¿Por qué lo hacen de noche? Es muy tarde a las diez. —Comento mientras comienzo a desenvolver el extremo de la primera hamburguesa, he pedido dos de lo mismo, sin combo.

—Tal vez es por marketing. Como son policiales de suspenso, y un poco de terror, seguramente querían crear ambiente al hacerlo de noche. Por mi está perfecto, si hubiera sido por la tarde no hubiera podido venir. ¿Qué libro trajiste?

—El mismo que tú, me decidí por el Halcón Escarlata. La película termino de convencerme. Además, me has estado hablando tanto de ese volumen que terminé por saberlo de memoria —me rio.

—¿Qué es eso que has comprado?

—Es de una tienda que nunca probé, está buena para ser de las baratas. ¿Quieres una? Compré dos, no creo que una me alcance, pero luego de la firma podemos ir de nuevo.

—No gracias. He comido bastante.

—¿Quieres probar un poco al menos?

Wolfram duda y luego acepta, si es solo un poco si le tienta. Le acerco la hamburguesa con una mano y él se inclina e intenta tomarla pero no la suelto, eso no lo detiene y veo como le da un mordisco. Mientras mastica veo que me mira de reojo un momento, se más o menos qué tipo de sensación debe tener ahora, porque yo me siento del mismo modo. Me gusta compartir algo con él, pero la comida de la que he estado comiendo y de mi propia mano es otra cosa. Igualmente, ni él ni yo actuamos extraño, no me he fijado si alguien nos mira pero no parece una situación tan rara. Ya de por si estando con él voy a sentirme observado haga o no algo poco convencional, porque Wolfram brilla por su cuenta.

Continuamos esperando en silencio y me termino mi cena improvisada, para cuando voy y vengo a tirar los restos al tacho la fila comienza a avanzar. Al volver, veo que Wolfram se ha quedado mirando una de las pantallas de TV de una terraza cercana, así que no ve que las personas delante de él han dejado un hueco de varios metros. Este es el momento de mi desliz no intencional al apoyar mi mano el su cintura y guiarlo, me doy cuenta tarde que tipo de reacción es esta. Por un momento se me drena la sangre a los pies pero no lo miro y me hago el idiota, mantengo la mano un momento más y la quito sin prestar atención a nada en particular. Me quedo detrás de él en la fila.

Hice lo mismo, de lo que me he estado riendo que él ha hecho conmigo antes. Mi gesto debe de haber sido incomodo, no apoyé mi mano en su espalda sino en el lugar más abajo que se usa para guiar a una pareja normalmente. Es una zona que se puede considerar un tanto íntima. ¡No fue a propósito! Me di cuenta cuando ya tenía la mano encima de él, y me sentí demasiado nervioso como para siquiera haberlo disfrutado.

Miro su nuca e intento adivinar si hay alguna reacción de su parte. Justo cuando me plantee no demostrar nada me pasa esto. Estaba tan contento de pasar un rato con él que me he olvidado de medir mis actitudes, pero además no pensé que mi cuerpo tendría memoria propia para tratar de ese modo a alguien solo porque ha comenzado a gustarme un poco. Él mira por sobre el hombro y aunque he pensado que debería actuar normal me he sobresaltado, no de manera demasiado notoria, pero sé que he abierto los ojos y lo he mirado fijo. Es la misma reacción que él tiene, luego de notar algo extraño me observa por una fracción de segundo de una manera que sé que ha leído a través mío. Vuelve a mirar al frente y se toca el cabello de la nuca.

Me late el corazón con fuerza, espero que no sea evidente el miedo que siento en este momento. No sé qué tan fácil es para él darse cuenta o no de algo como esto, no lo conozco en ese sentido y me lamento no haberlo visto nunca con nadie como para haber aprendido sus gestos. Nos vamos acercando al frente mientras pienso que si me pregunta voy a decir que estoy nervioso por la firma, aunque a esta altura tal vez hasta sea la excusa más obvia y estúpida que empeore todo.

Hay un vallado que delimita el camino dentro de la librería, y termina unos cinco metros antes de la mesa donde está el autor de la saga de novelas. Es un hombre de mediana edad, se ve más viejo que las fotos en la solapa de los libros, pero tiene sentido que sea un hombre grande por el tipo de libros que son y la calidad de los detalles que contiene. Tenía que ser un adulto con experiencia, sabia que era periodista antes de dedicarse a la literatura. Cuando es el turno de Wolfram veo que le da la mano y no se puede escuchar lo que dicen, pero cruzan algunas palabras más que otras personas que solo han pasado y firmado con un saludo breve. Sé que a Wolf no le interesa la firma, él solo quería conocerlo, es el tipo de fanático que lo que mas disfrutaría es tomar un café mientras discute la historia más que rendirle culto. Wolfram está lejos de ser un lame botas, admira a la gente de una forma muy de él.

Al ser mi turno ya tengo mi novela en mano. Sobre la mesa hay un cartelito que dice Daiki Kanon. Hago una reverencia leve pero me extiende la mano, es parte del privilegio del evento.

—Mucho gusto —le digo y solo extiendo mi novela.

Antes de abrirla para firmarla la observa y sonríe. —Eres la segunda persona que trae el Halcón Escarlata, nadie más ha elegido esta novela entre las demás. Se nota cuando la leen varias veces, justo aquí.

Me muestra el lomo marcado por las líneas verticales del uso y pasa sus dedos por el borde que tiene la esquina magullada. Me llevo la mano a la nuca y me fruto un poco, me avergüenza que crea que lo he leído tantas veces.

—De hecho, lo he leído solo dos veces, y ojeado un poco rápido para sacarme unas dudas luego de la película. Pero creo que el que realmente lo ha gastado cuando se lo presté es el chico que paso antes.

—El extranjero, ¿es tu amigo? Así que tú se las has prestado, había nombrado que comenzó a leer las novelas porque alguien se las había recomendado.

—Sí.

No sé qué decir, creo que si tengo rubor en las mejillas es notorio. No sé si es por hablar con este hombre, o porque pienso en que Wolfram indirectamente me ha nombrado.

—¿Cuál es tu nombre?

—Shibuya Yuuri. Pero no con el kanji de interés bancario o ganancias, sino el de ventaja.

—Shibuya Yuuri, con el kanji de ventaja —repite mientras ríe y anota algo un poco extenso. Me devuelve mi novela con una sonrisa de satisfacción que hace que al tomarla la sostenga con fuerza.

Nunca había estado en una firma de un libro, si mis padres mi vieran se morirían en el acto, porque incluso el autor ha hablado conmigo como si fuera un entendido. Empecé a leer libros con frecuencia hace poco, y me vi influenciado a no dejarlo porque Wolfram es un lector habitual y me impulsa a continuar al sacar el tema constantemente. Pero cualquier otra persona que me conoce sabe que tengo menos de letras que de política. Me siento un fraude, y a la vez estoy contento.

—¿Que te dijo? Tardaste bastante. —Me pregunta curioso Wolfram.

—Ahm, solo se puso contento porque el libro está gastado.

Leo rápido lo que me ha escrito y él lo toma y relee en voz alta.

—"Para Shibuya Yuuri, nunca dejes de recomendar libros. Que la marca nunca te alcance. Daiki Kanon". Creo que la parte de la marca que está relacionada con la novela es lo que les pone a todos, pero a ti te ha puesto algo más personal. A mí también.

En la hoja en blanco la frase extra de Wolfram dice "gracias por hacer que mis libros traspasen fronteras". Sé que este último año ha explotado su popularidad y creo que hay traducciones de sus novelas en casi todos los idiomas, pero parece que le ha gustado que tenga una edición en japonés.

Afuera de la librería corre un viento fresco, apenas te alejas de la cantidad de gente compactada dentro mejora el aire y se puede respirar.

—Los veranos son terribles en Japón, y esto apenas es primavera y ya se siente —comento.

—Si sigue así el viaje tendrá que ser a la playa —me dice Wolfram recordándome su idea de nuevo.

—¿Hace calor en Alemania?

—Durante el verano las máximas rondan los 26°.

Comienzo a reírme con muchas ganas. —En Tokyo llegamos a los 40°. Te cocinas lado y lado a la parrilla, bebes agua sin parar y lo transpiras todo, apenas vas al baño sin importar cuántos litros tomes. Lo único que adoro de la oficina es que me paso todo el día encerrado con aire acondicionado en esa época. Acabamos de empezar la primavera y ya se siente.

—Lo sé, llegué en Junio. Mi departamento tiene aire —dice con alivio.

—Pero es la época de los eventos más interesantes, se hacen las fiestas más tradicionales.

Wolf sonríe. —Este año te tengo a ti para que me digas a donde ir.

—Aham —asiento sin tanta emoción, no sé qué decir.

Estaba intentando conversar un poco pero aunque me sigue el juego se hace el silencio mientras caminamos sin rumbo. He metido la pata antes en la fila, no se desvanece el sentimiento algo incómodo.

—¡Yuuri! —Me llama con fingida emoción, me desconcierta su cambio abrupto—, ¿realmente tienes tantas ganas de comer helado? No me queda otra opción que acompañarte.

—¿Ha?

Él me mira y trata de sonreír pero no le sale, mi cara seria no está ayudando me parece. Se peina el cabello con la mano en un gesto nervioso y recién me doy cuenta que estamos pasando por enfrente de una heladería.

—¿Quieres helado? —Sí, soy un poco lento a veces—. Te invito uno.

—No lo dije para que me invitaras.

—No importa, elije lo que quieras —le digo y entramos. Es lo menos que creo que puedo hacer por no captar su intento de mejorar el ambiente a tiempo. Compro un vaso para él y un cono para mí, son bastante vistosos.

Afuera hay unos asientos vacíos así que nos sentamos. Él come con las piernas abiertas inclinado hacia adelante, no se puede dar el lujo de manchar sus pantalones del trabajo, no como yo acabo de hacer con los míos. Pareciera que tengo cinco años y no puedo comer solo, mientras me limpio me mira y se ríe un poco, pero nuestros ánimos están un poco más bajos que de costumbre.

—Parece que va a llover —comenta Wolf mirando el cielo nocturno empañado.

—Está haciendo bastante calor cuando no debería, se supone que la primavera no es tan calurosa cuando el invierno es muy frio.


Él sabe que pasa algo.

Desde que nos vimos a los ojos en la firma de autógrafos y yo dudé ha de haber sospechado. Y soy totalmente incapaz de actuar como si no pasara nada, por lo que los silencios se han hecho costumbre, tanto él como yo nos ponemos pensativos con facilidad. A veces me encuentro con la mirada de Wolfram cargada de preguntas, lo único que puedo hacer es dejar de mirarlo.

Estoy tan asustado de perder esta amistad que sigo adelante como si nada aunque no puedo.

Vinimos al parque Fuji-Hakone-Izu a pasar el día. Acabamos de ir a ver la carretera de Tokaido por su valor histórico y hablamos un poco del periodo Edo. Ahora Wolfram está entretenido sacando fotos, ha aparecido por primera vez con una cámara que se ve bastante complicada de manejar, me ha contado que decidió probar con la fotografía. Tengo la sensación de que se escribe con Tetsu y eso ha influido en algo.

Este parque se extiende por cuatro prefecturas distintas, es enorme, podríamos volver muchísimas veces antes de recorrerlo todo. Desde este lugar se ve el monte Fuji de un color celeste aguado por la distancia, y hay un camino de árboles de cerezo florecidos. Bastante pictórico todo. Wolf podría sacar fotos a cualquier cosa y serian hermosas, pero como entiende de arte es más calculador y le creo que vale la pena su esfuerzo porque me ha mostrado algunas de las que sacó antes y yo no podría lograr eso. No sé nada de arte, pero al menos no le corto la cabeza a la gente como solía hacer mi padre con las viejas cámaras de rollo, lo peor era que no lo veíamos hasta que estaban impresas.

Estoy cansado de caminar, tengo muchísima resistencia pero no hemos parado desde que llegamos y ambos madrugamos. Por suerte es sábado, así que sé que hoy voy a poder dormir a pierna tendida hasta mañana a la hora que quiera, y me vendrá bien porque tendré bastante dolor de pies. No aguanto más y me desplomo en cualquier lado en el piso a un lado del pequeño camino. El pasto es verde brillante, luce nuevo y saludable, un colchoncito bastante mullido para este joven cansado. Me tienta echarme de espaldas al poco tiempo y estirarme, el cielo es completamente rosado, y cuando extiendo las manos los rayos del sol que se filtran entre las flores se escurren entre mis dedos. Cierro los ojos y me relajo con los brazos detrás de mi cabeza, tengo mucho tiempo para disfrutar. Es un día cálido por el sol y fresco por el viento, me siento abrigado por mi chaqueta y la brisa mueve mi cabello.

Me debo de haber quedado dormido porque despierto al sentir algo en mi nariz, observo poniendo la vista bizca y me mareo, lo siguiente en mi campo de visión es un hermoso cabello dorado que refleja el mismo color de la luz del sol.

El joven que parece un dios griego sonríe cuando lo miro. —Tenías un pétalo en la nariz.

—¿Volviste hace mucho? —le pregunto con remordimiento de haberlo dejado solo.

—Hace un rato —me dice vagamente. Al mirar la hora veo que han pasado casi cuarenta minutos y no estoy seguro de cuanto he dormido.

—¿Quieres comer ahora? —pregunto y antes de que me diga nada acerco mi mochila y saco los dos bentou que he traído. Pensé en prepararlos en casa, pero hubiera sido demasiado, ya tengo mucha sensación de que estamos en otra pseudo cita—. Los compre en el 24hs cerca de casa.

—Se ven muy bien.

Nos queda todo el día por delante en este lugar, me lo voy a tomar con calma. Comemos con bastante silencio y alguna conversación esporádica de por medio, nada ni remotamente profundo o más interesante que el clima o la comida.

—¿Quieres ver las ultimas fotos?

—Ok.

Wolfram saca la cámara y hace a un lado su caja de plástico en el pasto, aún tiene comida. Decidí que estaba bien comer aquí mientras no ensuciáramos nada, así que tengo una bolsa preparada para echar los restos. Me muevo más cerca, sentándome casi pegado a él, me apoyo contra su hombro con la mano en el pasto cuando Wolf no arrima tanto la cámara hacia mí. Me cuenta un poco sobre algunas cosas que ha visto con vos tranquila y baja mientras yo lo escucho con atención y no quito los ojos de la cámara.

Me gusta. El problema es que no solo me gusta físicamente, Wolfram me gusta enserio. Su forma de ser amable pero severa, la forma extraña que tiene para hacer chistes, la energía con la que me reprocha cuando hago algo mal, la sinceridad con la que me felicita si hago algo bien, su lado infantil y travieso, su seriedad cuando se enoja, sus estallidos de risa sin sentido, incluso sus encaprichamientos. Conozco muchas facetas de él y las aprecio todas.

Por eso es por lo que tengo miedo. No quiero perderlo.


Tarde o temprano me iba a llegar ese momento donde todo esto se tornara sexual. Ya lo he mirado antes, pero del platonismo pasamos a la parte explicita, y aunque no he sido muy gráfico a veces sueño despierto sobre algunas cosas.

Tenías varias dudas respecto a esto. La razón por la que no tuve problemas con aceptar el afecto que le tengo a este hombre es porque me estaba enfocando en él como persona, es fácil sentir interés por alguien que te hace reír y que conversa de cosas que son interesantes. Wolfram es una de las personas más inteligentes que conozco, lo sé incluso desde antes de empezar a trabajar junto con él, y haberme acercado tanto solo lo ha confirmado.

Sabe mucho de muchas cosas, siempre está interesado por aprender algo nuevo y tiene conocimientos de cultura general y artística de los cuales a veces no tengo ni idea. Si quisiera podría hacerme sentir realmente estúpido. Pero como me ha tomado cariño, solo me reprocha que debería leer más y expandir mis conocimientos de una forma similar a mi hermano, seguido de alguna charla instructiva con datos innecesarios pero interesantes.

Así y todo, he encontrado cosas de las cuales es ignorante, y es lindo ver cómo puedo llegar a desconcertarlo hablando sobre algún tema del cual no tiene conocimiento. Él se sorprende y me mira con interés, como si yo fuera el profesor liderando la clase, y eso me hace sentir confianza. Luego me molesta haciendo burla de que se demasiado de tal o cual cosa e implicando algún doble sentido.

Y entonces el platonismo murió. Dejé de pensar en lo bien que nos llevamos y lo dulce que me parece Wolfram a veces, para pasar a pensar en lo sexy que se ve con esa puta camisa verde que a veces usa.

Estoy enojado. Profundamente ofendido conmigo mismo. Shibuya Yuuri, ¿toda tu vida hablando de la importancia del amor antes que el sexo y tan rápido te olvidas de todo eso?

Pongamos algunas cosas en la balanza a mi favor. Soy soltero, calculando rápido hace dos años que no tengo sexo, y pase por una etapa de baja actividad en solitario hace poco. Es normal que este caliente, ¿verdad? Solo he de estar un poquito frustrado. Hace calor aquí.

Levanto los ojos de la portátil y aunque Wolfram esté mirado hacia abajo el color verde claro de sus ojos contrasta y se ve incrementado por el tono vibrante de su camisa, le combina. Ya no usa corbata en la oficina y viene siempre en mangas cortas, sus brazos me distraen.

Basta de pensar.

Por favor que alguien mande un email con algo, ya he revisado la página de noticias tres veces. La internet solo está compuesta de otras dos cosas que pueden entretener a una persona aburrida. Lo que necesito justo ahora son los gifs de gatitos, no el porno.


—Shibuya, ¿es esa camisa nueva? —me pregunta Kobakawa.

Estamos todos en la cocina compartiendo una gaseosa que compramos para el almuerzo pero al final no la tomamos. Tenemos una heladera para la bebida, así que está bien fría.

—Si —digo tocando el borde del cuello de mi nueva camisa. Es de un color blanco puro pero tiene unas pequeñas líneas bordadas en colores claros, es un detalle sutil—. Tenía pocas camisas mangas cortas y me compré una.

Estoy siendo modesto, pero en realidad fui a comprarme algo lindo, hice un intento por agregar algo diferente a mi guardarropa. Incluso entré en una casa de ropa para hombres como las que nunca frecuento, no sabía que decirle al tipo que atendía.

—Te queda bien —me dice Wolfram. Oh no, no. No me digas nada ni me sonrías. Ya que estamos, no me mires fijo tampoco.

A quien engaño, la compré para mí, pero estaba esperando a ver si él lo notaba. Incluso llegué a pensar que si me arreglaba mucho podría llegar a obtener un comentario muy directo cuando estuviéramos solos. Hay tantas cosas mal con esto que no quiero seguir pensando. Me hice un planteo de mantenerme a raya, pero vengo fallando rotundamente.

—A mí también me gusta, debería comprarme una —dice Yamashita.

—Ahh, ahora yo también quiero una, pásame el nombre de la tienda. —Me pide Kobakawa.

Que les guste a todos me quita un poco el peso de encima.


Ya no lo puedo esconder más, me dan ganas de darme la cabeza contra la pared a veces. Hace un rato cuando le pasé un pilón de post it a Wolfram me quedé mirando fijo sus dedos cuando me tomó sin querer la mano.

—Ese reloj… —intento procesar una excusa rápido—. ¿Hay algo especial con él? Siempre lo llevas puesto desde que te conozco.

Wolfram me mira y toma su taza con calma sosteniéndola con las dos manos, está mirando más su contenido que el reloj dorado que ha sido el motivo de mi pregunta.

—No. Fue algo que me dio mi madre para mi cumpleaños. Es más de su gusto que el mío, pero jamás se ha roto.

Volví a mi asiento y me puse a transpirar de la vergüenza mientras intento continuar con una tarea monótona que hacía. No sé qué decirle. No hay nada para decirle realmente, no hace falta.

Él últimamente me mira como si entendiera demasiado, y a mí me carcome pensar que Wolfram también está interesado. He llegado a dejar de pensar en lo de que somos amigos, y luego me doy un sacudón a mí mismo. Si pudiera duplicarme para golpearme en un ring de boxeo tal vez pondría los pies en la tierra de nuevo.

La parte triste de todo esto es que me pongo muy nervioso últimamente si nos tocamos, pero lo más lejos que he llegado a fantasear ha sido una penosa segunda base. No ha habido problema con imaginar un beso, eso es gráficamente sencillo, no hay nada de malo en eso realmente. Puedo imaginar más allá de eso, pero luego al entrar en otro terreno me faltan referencias y necesito rellenar las ideas con detalles de mi propio cuerpo.

En mi vida me ha gustado un hombre, nunca, jamás. He visto películas que no dejaban nada a la imaginación con escenas eróticas homosexuales. Respecto a lo demás, me han educado los chistes sexuales y la cultura general sobre el tema, y sé que puede ser muy errónea.

¿Me he cuestionado el prejuicio? Pues sí, un poco. No se considera normal y blablablá, lo mismo de siempre. Para cómo se han desarrollado las cosas es un poco tarde para asombrarme de que es un tipo y mi cambio de gustos sexuales, porque mi primer interés no ha pasado por su cuerpo. No es la primera vez que alguien no me entra primero por los ojos sino por la mente, el caso de Meimi fue ese.

Con el resto de las chicas no voy a negar que analice sus rostros bonitos primero, o un escote, o su trasero. Siempre hago un balance de proporciones rápido. Pero Mei era diferente, no tenía nada que me atraiga sexualmente al principio. Era extremadamente delgada y sin atributos, tenía un rostro normal y bastantes defectos a primera vista para mi gusto. Su insistencia cuando se interesó en mí lo empeoro al principio, no podía verme con ella, no de esa manera. Y luego cuando las cosas se pusieron tranquilas entre nosotros y comencé a dejar de huir y escucharla más me di cuenta de que era una mujer interesante, con ideas más profundas que la flojera que mostraba día a día, y hacia valer su interés en su carrera, la cual no era fácil si vamos al caso. Era una mujer capaz y luchadora, y eso me gustó. Además me hacia reír, era tan impredecible que rompía con todos mis estándares completamente. Solo en ese momento empezó a gustarme sexualmente, una cosa llevó a la otra, pero nunca tuvimos problemas en ese sentido.

Gracias a esa experiencia me puedo hacer una idea de cómo va esto. ¿Pero es realmente una relación interracial y para colmo homosexual justo lo que necesito ahora?

Lo que está clarísimo es que la tensión sexual la podemos cortar con un cuchillo de manteca. No ha bastado con tocarme una vez al día como rutina, así que voy a poner de fondo la canción I touch myself y drenar este estúpido sentimiento por completo. Estoy grande para una segunda pubertad ahora.


Lo había pensado como una broma, pero saben que, realmente lo hice. Funcionó. Un poco. Algo. No sé.

Sigo sintiéndome igual respecto a Wolfram, eso no ha cambiado. Pero sea lo que sea que me pasó con la testosterona de más en mi sistema se ha corregido un poco. He estado pensando acerca del funcionamiento del cuerpo y supongo que haber despertado mi interés sexual cuando hacia bastante que lo venía ignorando me ha de haber puesto un poco loco.

Igualmente, nada de esto quita que estoy en una situación difícil. Wolfram y yo nos tenemos ganas, ambos lo sabemos, nos lo vemos en los ojos. Intentamos comportarnos como hombres dignos en el trabajo, pero derrapamos fuera de la oficina, incluso el estúpido silencio que ambos formamos a veces lo insinúa. Luego tenemos momentos donde retrocedemos como si rebobináramos un DVD a unos dos meses atrás donde nada pasaba y nos reímos como idiotas de algo mientras conversamos.

Continuo leyendo lo que él me recomienda, me siento contento de solo compartir algo que le guste a él también. Seguimos yendo al cine, pero nadie se atreve a poner la mano en el apoyabrazos y hemos dejado de compartir la gaseosa. Ni hablar de la comida, una golosina, lo que sea. Si no está en el paquete no lo acepto, y no suelo ofrecerle nada, y él ha comenzado a hacer lo mismo.

Ambos lo sabemos, pero nadie dice nada. Nunca hay ni un comentario, ni una indirecta. De hecho, no tocamos el tema del romance o el sexo para nada. Ya no hay charlas sobre novias, soltería, mujeres o películas románticas. Cualquier cosa como esa está vetada porque sería mandarnos a los dos de cabeza al abismo de la incomodidad.

Wolfram solía ponerse igual de nervioso que yo cuando pasaba algo como eso, luego venia esa risa sin ganas de él o de mí, y solo una vez cometimos el error de mirarnos. Nunca más. Si alguien supiera lo que nos pasa seria deprimente vernos de afuera.

Mi conclusión es que, Wolf, apestas en el amor igual que yo. Me haces un poco feliz solo con eso.


Es viernes por la noche y no tengo nada para hacer, ¿volemos a la época donde veo TV hasta tarde cuando todos salen a beber o divertirse? Durante la semana Wolfram y yo no arreglamos nada para hacer. Tampoco he llamado a Ken o a ninguno de los chicos, no tengo ánimos para verlos realmente, últimamente solo hay un tipo joven que ronda mis pensamientos.

En el momento exacto en que pienso en él suena mi teléfono, me estiro sin querer levantarme del sillón y lo alcanzo sobre la mesa del living. Wolfram. Le puse la foto de un perro porque era lo más cercano a un lobo que había y nunca más la cambie.

—Hola —respondo con todos los ánimos que mi desgano puede brindar. Me pongo a jugar con las gotas de agua de mi lata de cerveza que ha transpirado sobre la mesa.

Hola —su voz ha salido rasposa y hace un silencio para aclararse la garganta—. Hola. ¿Cómo estás?

Me llama la atención la pregunta, normalmente cuando hablamos por teléfono no lo escucho con tanta duda, me da un sentimiento extraño. Si comenzamos a estar así por teléfono también estamos jodidos.

—Bien. Cansado. Desde que llegué me quedé viendo películas malas, están dando una de terror que rivaliza con la que vimos en el cine.

No hay nada más malo que esa película.

—No era tan asquerosa, al menos me hizo reír, esta ni eso.

La odie, sigo sin entender cómo puedes encontrarle algo positivo.

Bueno, he logrado sacar un tema que lo ha hecho volver a hablar como siempre. Algo es algo. Pero igualmente nuestra conversación no es como las habituales.

¿Tienes algo que hacer mañana? —me pregunta. Así que por eso llamaba. ¿Por qué no ha aprovechado para decírmelo en el trabajo? Normalmente arreglamos con tiempo.

—No, esta semana no.

Hay un bar Alemán que me gusta frecuentar de vez en cuando. ¿Te gustaría ir? Pensé que tal vez querrías probar algo distinto. Siempre me estás invitando a conocer cosas de tu país y nunca te he invitado a probar algo del mío, aunque estemos en Japón ha sido algo descortés de mi parte. —Hay un pequeño silencio muy breve que no me da oportunidad de responder y su confianza mengua un poco—. Solo si tú quieres…

Todo parecía normal, pero esa frase… No creo que fuera su intención, pero solo con eso he comprendido que esto es algo diferente.

—S-si —mi voz me traiciona y me recompongo rápido—. Sí, me parece bien. Me gustaría.

No hay mucho más para decir. Normalmente si estoy aburrido continuaría hablando de lo que sea, pero me he quedado sin ideas.

¿A las once? Te pasaré la dirección por email con un mapa.

—Ok.

Bueno —él tampoco tiene nada más que decir, estoy esperando que se despida y así lo hace—, hasta mañana entonces.

—Sí, hasta mañana.

No sé qué siento ahora. Miro mi teléfono y luego me lo apoyo encima de la cara y lo dejo ahí haciendo equilibrio mientras estoy boca arriba en el sillón. Una mujer grita sin parar en la tele, sin contexto es irritante, no me tomo la molestia de mirar.

Creo que acabo de aceptar una cita en serio.


Hoy intenté comenzar mi día con normalidad. Salí a correr, termine todas mis rutinas, transpiré bastante y volví a casa a darme un baño largo y relajante. El día no está tan bonito como me gustaría, hace un poco de frio y el cielo esta encapotado, no es algo que me importe para la noche, pero no quiero que llueva. No creo que cancelemos por lluvia, no lo hemos hecho antes para otras salidas. Además es un bar, una vez estemos ahí no hay porque salir de nuevo, así que no importa el clima.

Realmente no tengo nada para hacer así que por primera vez en meses saco la consola de video juegos de dentro del mueble de la TV y me fijo que juegos tenía guardados. Oops, recuerdo este RPG, lo dejé abandonado cuando ya casi lo terminaba, ahora no me acuerdo absolutamente nada de lo que había pasado. Busco un juego para el que no se necesite pensar, un hack and slash cualquiera, y me pongo a limpiar niveles de bichos sin preocuparme.

Me hago la comida, saco la basura, remoloneo en la alfombra y salgo a tomar aire al patiecito un rato. A pesar de que estoy tranquilo me siento nervioso en el fondo, y no puedo quitarme esta sensación de encima.

Estoy pensando en que pasará esta noche. Tal vez nada, vamos a comer a un lugar que le gusta, algo típico de su casa, voy a aprender cosas nuevas. Nos vamos a reír, con suerte no habrá momentos incomodos, y podemos festejar que mañana empieza la nueva temporada de la serie de época que nos gusta. Eso se convertirá en un tema recurrente de nuestras charlas de la semana de nuevo.

Por otro lado tengo la sensación de que hoy es un día totalmente diferente. La conversación de tinte extraño de ayer da vueltas en mi mente. Wolfram estaba nervioso. Nunca está nervioso de esa manera, ni siquiera cuando tenemos los atacazos de momentos incomodos, nunca se ha mostrado tan tímido.

¿Qué estaba pensando? ¿Se ha decidido a decirme algo? Si llega a intentar un avance directo, ¿qué clase de cosa haría? O tal vez solo quiere hablar, se ha cansado de esta situación y quiere poner las cartas sobre la mesa de una vez por todas.

Si es así de directo, no sé cómo voy a responderle. No estoy llegando a ningún lado con esta decisión. Solo tengo dos opciones y sigo pensando que cualquiera de las dos va a afectar nuestra amistad para siempre.


Tenía tato tiempo que me afeité, me peiné, me puse este estúpido polo de nuevo, la chaqueta y los pantalones buenos, ¡e incluso me puse colonia! No sabía ni que tenía una colonia de hombre hasta que revisé bien el fondo del botiquín del baño, siempre uso desodorante deportivo y nada más. ¡¿Qué carajo estaba pensando?! Me arrepiento de todo, va a ser evidente que estoy lindo. Me miro en el reflejo del vidrio verdoso de la ventana y me empieza a entrar el pánico, uno no se pone lindo para las salidas con amigos.

No hay tiempo para tener un ataque, me doy la vuelta rápido pensando si ir hacia algún lugar a arreglar esto de alguna manera y me encuentro un par de ojos verdes asombrados. Wolfram no es estúpido, ha notado el cambio. De lo que creo que no se ha dado cuenta es que estaba en plena huida y me vi frustrado. No me iba a ir, iba a volver un poco más tarde. Más normal.

—Luces diferente.

—Ah… jaja —me rio estúpidamente, excusa en proceso—. No sabía a qué tipo de lugar veníamos, no quise venir en camiseta.

Bueno, es verdad que si viera mi ropero o era esto, la ropa de la oficina o la deportiva. No hay demasiado para elegir. Él está usando algo moderno y lindo como siempre, pero es ropa que antes no le había visto, se podría decir que me da la sensación de que también se ha arreglado de otra manera. Él tiene el balance perfecto entre juvenil, elegante y masculino. No tengo idea de cómo lo hace.

—Deberías usar más ese polo, incluso es ropa cómoda para la oficina. No son tan estrictos. —Me hace el comentario mientras me guía dentro del lugar.

La entrada del bar es similar al interior, todo está decorado o revestido con madera oscura.

—Fue un regalo. Me ajusta un poco, si compro otro debería ser un talle más grande.

—No. Esa ropa se usa al cuerpo —me reprocha cruzando los brazos con esa mirada que usa siempre para retarme.

Adentro el techo está decorado con tazas y jarras bastante típicas, todo el lugar está repleto de ellas sobre unas estanterías bien altas. Contra una pared hay platos y carteles antiguos de coca cola o cerveza. Lo que no está revestido con madera es de ladrillo, y la iluminación está dada por varios tipos de lámparas diferentes con un aire europeo, hay un par de candelabros en el centro. Todo es de color oscuro, las luces son amarillas y están bajas.

Pensé que teníamos que esperar en la entrada, pero luego de que Wolfram me analiza y no dice más nada vamos para la barra.

—¿Hay lugar? —pregunto al ver la mayoría de las mesas llenas.

—¿Te molesta ir a la barra? —Niego con la cabeza y Wolfram elige un lugar apartado en una esquina.

La gente está comiendo en algunas mesas, pero no es un lugar como para cenar en tranquilidad, hay música de moda de fondo para dar ambiente y la mayoría de los grupos han venido a beber. Incluso creo que hay una especie de goukon en una de las esquinas y están todos bastante alcoholizados.

—Lo más popular de aquí es la cerveza, o el vino —me dice Wolfram adivinando mi línea de pensamiento—. Pero vamos a pedir algo de comer así puedes probar algo distinto.

Él sonríe y está siendo amable, pero puedo sentirlo un poco más cohibido que de costumbre. El ambiente entre nosotros es raro, más que nunca.

Los asientos no son fijos de este lado, hay una pequeña sección a la entrada donde las banquetas altas están atornilladas al piso, pero todas las de la larga fila de este lado son de madera comunes. El tapizado de cuero me recuerda al color del izakaya, solo aquí es de un color verde oscuro, en el resto del lugar la combinación predominante es el rojo. Tomando palabras que podrían salir de la boca de Wolf con facilidad, puedo decir que la paleta predominante es la cálida.

El hombre de la barra es un extranjero, tiene el cabello corto color castaño y la barba recortada al raz, ha venido desde otro lado al ver a Wolfram y parece que le conoce. El primer saludo es en un idioma del que no entiendo nada y me hace mirar con interés, hasta ahora me he acostumbrado a escucharlo hablar inglés o japonés, pero su voz suena un poquito diferente en su idioma nativo cuando dice frases completas.

—Trajiste un amigo —dice el hombre cambiando a un fluido japonés y me hace una reverencia leve—. Soy el dueño de este lugar. Para despejar las dudas rápido, mi padre es alemán, mi madre japonesa, y he nacido y vivido toda mi vida en Japón. Mi padre inaguró este negocio hace años cuando decidió emigrar a Japón y yo he continuado la tradición de la familia. Mi esposa es española. Eso causa poco de confusión a veces, somos una familia mixta. Está por allá. Me llamo Kazuo Reber.

Con los codos apoyados en la mesa sonríe cuando una mujer de cabello oscuro le hace una seña con la mano en la cadera. Si no me aclaraba rápido su línea de descendencia no creería que él ha vivido toda su vida en Japón, ni que Kazuo es su nombre de pila.

—Soy Shibuya Yuuri, japonés, hijo de japoneses, con abuelos japoneses. Y así sucesivamente.

Él dueño se ríe y cambiamos de tema. —¿Qué van querer? ¿Es una ocasión especial?

—Una botella de cerveza roja y la carta, quiero ver qué puedo hacerle probar para comer.

—No estamos festejando nada —aclaro.

El dueño toma una carta de una pila cercana y se la extiende a Wolfram. —Hay un menú de degustaciones en la primera página. Los dejare que elija tranquilos —nos dice y comienza a moverse para atender otros clientes.

Además de las botellas que decoran la estantería del fondo veo unos barriles choperos al asomarme un poco detrás de la barra. Me recuerda al ambiente del bar de Sapporo. La distracción me dura poco, vuelvo la vista hacia Wolf, estamos cerca y no estoy seguro sobre que conversar ahora, pero él decide sacar un tema.

—Vengo de vez en cuando aquí, a veces extraño la comida de Alemania y los días de semana por la noche no hay tanta gente, así que se puede cenar tranquilo. Me resulta un poco caro, después de todo aquí es considerado comida étnica extrajera, pero para mí es como estar en casa. La primera vez que vine conocí a la esposa del dueño, y para cuando volví y me encontré con él ya sabía todo lo que ella le contó de mí. Se suelen ver extranjeros con frecuencia por aquí, pero no tantos alemanes, y menos que estén radicados en este país. Aunque no sé si puedo decir que me he radicado, solo han pasado un par de años desde que llegué.

—Dos años es bastante tiempo.

—Puede ser, pero en realidad no lo parece. Creo que incluso diez años no sería mucho para acostumbrarme del todo. —Nos traen la botella y dos vasos helados, Wolfram le devuelve la carta—. Que sea el menú dos.

Él me sirve y deposita el vaso delicadamente frente a mí, el color del líquido es espeso y ciertamente muy rojizo. Wolfram me habla con voz suave, me concentro en probar la cerveza, su sabor es distinto a lo que estoy acostumbrado, me resulta más fuerte y frutado de lo normal, pero no me disgusta. La botella dice Scotch Ale, la he oído nombrar antes.

—Ha pasado un tiempo desde que venimos a un bar —me dice.

—Es verdad, tampoco hemos ido a comer fuera, excepto por la comida chatarra.

No lo hemos estado evitando, pero con el ambiente tenso entre nosotros del último mes no me había puesto a pensar mucho en eso. Evitamos temas de conversación y ciertas actitudes que teníamos antes, pero no nos preocupamos por el lugar de las salidas, o al menos yo no lo hice.

El sentimiento de intimidad aquí es bastante fuerte, me pregunto si él ha estado pensando que no sería una buena idea venir a un lugar como este y por eso hasta ahora se encargó de organizar las salidas a otros lugares. Hace bastante que yo no lo invito a ningún lado, antes lo arrastraba sin dudar a un nuevo negocio de comida, una panadería o cualquier cosa que se me ocurriera, pero como no lo he hecho últimamente Wolfram ha sido el de las ideas. Tenemos la confianza como para que él se imponga, no es de preguntarme mucho si quiero o no ir a cierto lugar, a menos que se trate de que no tenga tiempo o no estoy en casa.

Gracias a eso terminamos en la librería, o el parque, o caminando por la zona céntrica de Tokyo para ver las tiendas. Cosas que normalmente yo no suelo hacer seguido. Sus gustos y los míos se han mezclado de a poco. Yo lo acompaño a las tiendas de electrónica, y él a las de deporte. A Wolf le gusta revisar los libros, y yo me entretengo con las revistas. Él mira ropa en tiendas para hombres, yo miro zapatillas. Él siempre compra helado en el shopping, yo takoyaki. La lista de diferencias es amplia, sin embargo siempre estamos juntos.

—¿Extrañas a tu familia? —pregunto por primera vez. Hasta ahora he pensado que para ser considerado no tenía que tocar el tema, él nunca habla demasiado de ellos en tiempo presente, sus historias siempre son del pasado.

Él toma el vaso con las dos manos y lo gira suavemente un momento, su vista ha pasado a clavarse en color rubí transparente de la bebida. Toma un sorbo y tarda en responderme.

—Sí, extraño a mi madre. Mi hermano mayor, mi tío.

—¿Tienes amigos allá?

—Creo que tengo más amigos aquí que los que me han quedado allá. —Su respuesta esta vez es rápida.

Ha pasado un rato desde que comenzamos a tomamos y la conversación es esporádica, así que llega la comida. Hay embutidos calientes cortados en porciones pequeñas, una milanesa, ensaladas, papas fritas, quesos, embutidos frios, pickles y una variedad de salsas de colores extraños.

—¿Es eso chucrut? Se lo que es, pero nunca lo había comido. ¿Y la milanesa?

—La milanesa se llama Schnitzel, es diferente al rebozado de panko que usan aquí, es una masa de harina. Y este repollo colorado se llama rotkohl, no chucrut, ese es el blanco de ahí. Y cada salchicha tiene un nombre distinto también. Bierwurst, blutwurst, bockwurst, bratwurst, weißwurst.

El apunta cada cosa y me dice su nombre con calma, pero no puedo procesarlo.

—Todas suena iguales… —Decido que mejor voy a probarlo, sepa o no como se llama. Es rico, sabe diferente a otras cosas que he comido antes.

Wolfram se ríe. —Ahora sabes cómo me siento cuando tú me hablas a mí de algunas cosas. Para mí también suena todo igual a veces. Wurst es como decir salchicha, aunque en Alemania es un término bastante más amplio y abarca algo más complejo que eso, se le llama así a cualquier preparado de carne adobado de este estilo.

—Me gusta, especialmente este. Mmh, bueno ese también.

No me he olvidado de la conversación de antes, pero la comida lo ha relajado. Wolfram se puso algo sombrío de repente cuando pregunté por sus detalles personales, se siente más seguro hablando de tradiciones y comida que de su vida en Alemania. Me cuenta sobre lugares y como se preparan las cosas de manera diferente en cada uno de ellos, me habla desde la experiencia y menciona brevemente que ha estado en tal o cual región y probado el mismo alguna cosa. También me habla mucho de su tío y de su época de adolescencia, se mucho sobre un Wolfram de dieciséis que me suena a altanero y caprichoso.

Tomamos dos botellas en el transcurso, la segunda ha sido una cerveza negra muy amarga que ha encajado muchísimo mejor con mis gustos. Me gustan las cosas de sabor fuerte, las bebidas como el café bien cargado o esta cerveza tienen un sabor agradable para mi paladar. Lleno su vaso cuando se vacía pero creo que él ha disfrutado más la anterior, así que termino tomando un poco más sin remordimientos. Antes de que se acabe el fondo de la botella él pide una tercera, esta vez rubia, y parece que con eso llenamos el cupo de las tres variedades básicas. Al contar las choperas veo que hay seis, y no hemos probado nada de ahí, me intriga un poco, pero estoy bien con estas.

Para la mitad de la tercer botella siento que me baja el alcohol, el mareo viene de improvisto y me alegro de que hayamos comido, la degustación fue abundante así que aunque era solo un poquito de cada cosa me ha saciado. Tomar con el estómago vacío en mi caso resulta en desastre, luego suelo tener acidez al día siguiente y me sienta pésimo. Estoy entonado, he perdido parte de mis reflejos y me siento bastante flojo, pero puedo pensar con bastante claridad aunque este extremadamente relajado.

La tercera botella se termina mientras nos envuelve uno de esos horribles silencios extraños. Wolfram y yo nos acomodamos hace un rato mirando completamente hacia la barra y tomamos en silencio de nuestros vasos muy despacio. Es tiempo para pensar, tanto él como yo estamos usando este intervalo en la conversación para eso. Y sospecho que seguimos la misma línea de pensamientos.

Mientras estaba con él aquí no he llegado a relajarme del todo, pero pasamos un buen rato. Comimos, bebimos, hablamos un poco, incluso he tocado un tema incómodo y él ha reaccionado de forma discreta pero reservada. Nunca me dice nada que no quiere decirme, suele ser directo para sus negativas, es normal cortar conversaciones con un directo"no quiero hablar de eso", o "no me hables de trabajo en el tiempo libre" y cosas así. Pero esta vez solo ha evadido el tema de forma sutil aprovechando la llegada de la comida, se podría decir que lo salvó la campana, y no sé cómo hubiera reaccionado si yo presionaba. Estoy más curioso acerca de cómo manejaría la situación que de la información en sí misma. Me intriga porque fue tan negativo con su comentario, y también me preocupa un poco. He dejado de pensar en eso por un rato.

Ahora que estamos tranquilos y con las manos desocupadas, ya que han retirado los plantos con las sobras que estaba jugando, me siento ansioso.

Wolfram está casi pegado a mí, no puedo sentir su cuerpo porque hay un par de centímetros entre él y yo, pero puedo sentir su presencia con fuerza al lado mío. Es esa sensación ya conocida, siempre que está así de cerca es como si emanara su calor y pudiera notarlo, pero el ambiente envolvente incremente mi nerviosismo terriblemente. Estas luces bajas, la atmosfera oscura y cálida del bar, la música, el murmullo de la gente y nosotros en silencio. Todo se combina con mi falta de frenos mentales para deambular entre pensamientos complicados de nuevo.

No hace calor, pero siento que estoy transpirando bajo la ropa. Me llega el olor de mi propia colonia que es ajena a mis costumbres y me recuerda las veces que he sentido la de Wolfram. Sigo sin mirarlo, me concentro en mi vaso y la estantería de enfrente, pero puedo verlo con claridad en mi mente. Lo he observado tanto que cada detalle es perfecto en mi cabeza, me gusta sexualmente y a su vez no puedo dejar de pensar en que somos compañeros, amigos. Vuelvo a dejar de lado las fantasías y pienso otra vez seriamente en esto, también me gusta como es.

Es obvio lo que está pasando, yo recapitulo mis sentimientos y mi actitud deja ver que estoy pensando profundamente en algo. Yo también sé que él está pensando, me pregunto que habrá decidido, cuál es su conclusión sobre todo esto. ¿Le gusto sexualmente? Es un tanto extraño pensarlo de ese modo, pero sé que me mira, me toca o me habla de formas que uno no usa con alguien que no le gusta de ese modo. ¿Es solo eso lo que quiere? No creo, Wolfram es centrado y no sería tan evidente si solo fuera deseo sexual, lo que a él le perturba es su sentimentalismo. Tiene mucho temperamento y poder de decisión, pero me parece que le cuesta manejar el afecto.

El silencio sigue y sigue, observo de reojo hacia su lado en la barra. Ay Wolf, ¿qué vamos a hacer con todo esto? El ambiente es algo triste e íntimo, ni él ni yo nos atrevemos a decir nada. Es un callejón sin salida.

—Hola.

Escucho una risa femenina apagada tras las palabras y me doy la vuelta. Wolfram también. La interrupción ha cortado con todos nuestros pensamientos, pero ahora que lo veo puedo notar una expresión leve de angustia en él.

Ni él ni yo respondemos. Observamos a las dos chicas que se han acercado, la que saludo esta sonriente y la otra que no habla también pero parece más arrepentida de haberse acercado. Esta con la guardia alta, en tanto su amiga es más directa y resuelta.

—¿Están solos?

Nunca he escuchado una frase de levante de una mujer hacia mí. Normalmente soy yo quien tiene que pensar en algo casual y no sonar como un idiota. Ahora me doy cuenta de que no importa que digas, quedas un poco como idiota igualmente. ¿Debería responder? No estoy reaccionando porque en realidad estoy algo molesto.

—Estamos nosotros dos solos —dice Wolfram.

—Somos de la universidad M —dice la chica. No sé a dónde irá a parar esto, pero no es el momento adecuado—. Los vimos en la barra, estaban solos desde hace un rato, así que pensamos en acercarnos. Yo soy Eri, ella es Sakura.

Son lindas, ambas. Y muy jóvenes. No les doy más de veinticinco como mucho. Pero han elegido mal chicas.

La forma en la que Wolfram cambia de expresión es increíble, se ríe divertido y seductor, jamás he visto esa forma de mirar a alguien. Se me acelera el pulso al verlo. ¿Por qué las miras así a ellas? Creo que se siente un poco alagado y le divierte la situación, pero se nota que también la considera irónica. Me siento molesto porque pareciera que las está aceptando. Nunca me has mirado a mí de ese modo aunque te gusto. Es un comportamiento coqueto demasiado directo para que lo haga, ¿se comporta ligero porque en realidad no le interesa, o porque lo han tomado por sorpresa?

—¿…sentarme?

—Disculpa, ¿qué? —pregunto cuando me doy cuenta de que me están hablando. El retazo de la conversación es suficiente, la chica que más habla está muy cerca mío, me ha elegido a mí como objetivo aunque no le estaba prestando atención.

—Este… —habla por primera vez la que estaba callada—, ¿puede ser que son pareja?

—Oh —se asombra la otra y nos mira—, ¿están juntos?

Hay un silencio, ¿que se supone que responda a eso?

—¿Parecemos una pareja? —pregunta Wolfram en un tono juguetón, está sonriendo mucho y apenas me mira. Mientras ellas están dudando yo me pregunto cómo nos veía la gente aquí en la barra uno al lado del otro.

—¿Son o no son?

—No, no somos —desmiente al fin, se acabó el juego. Me hace sentir tocado haber escuchado su negativa en voz alta, y como lo conozco bien puedo sentir su decepción aunque no la haga evidente para nadie.

—¿Entonces nos podemos quedar? ¿Qué tal si pedimos unas cervezas?

Mi respuesta es no, y no hay forma de cambiarla. Miro a Wolfram y lo dejo en claro, él está de acuerdo conmigo. Él sonríe de una forma dulce, otra actitud rara para tratar con extraños, pero creo que lo comprendo porque estás dos chicas son tan jovencitas que en realidad no las puedo ver como posible pareja ni siquiera si no estuviéramos juntos.

—Lo siento, hoy no.

Yo las miro y es evidente que no hay feeling. Ellas se muestran decepcionadas pero la que es más habladora se recompone rápido y no termina de rendirse.

—Saben que, les dejare mi teléfono por las dudas. No tiene por qué ser hoy.

Saca de la cartera una agenda y hace una anotación rápida. Ella sonríe y le extiende el papel a Wolfram, ambas saludan y se van dejándonos solos de nuevo. Wolf mira el papel y no decimos nada, nos damos la vuelta hacia la barra de nuevo y nos quedamos pensando. Luego de un momento Wolfram habla.

—Está bien que se fueran —dice a modo de confirmación.

—Sí, me parece mejor.

—¿Quieres pedir una cerveza más para terminar?

—Ok.

Pedimos dos vasos tirados, no más que eso. El ambiente se ha venido abajo. Estamos a un momento de dar un cierre a esta noche y se puede palpar la decepción en el aire, puedo sentir como está Wolfram a mi lado, su resignación es evidente en todos sus movimientos. Arrastra por la barra el número que le dejaron hacia mí.

—¿No lo quieres? Te lo dieron a ti.

Estoy implicando que no soy el objeto de deseo que ellas buscaban, obviamente el que llama la atención siempre es Wolfram. Pero también busco una manera de rechazarlo sin ser explicito con el porque.

—Ahora no me interesan las mujeres. —Sus palabras me calan hondo.

Oh, hombre.

No ha aguantado mas no decir nada. Es clarísimo. Me ha dado con un bate de béisbol en el estómago de repente. Me llevo el vaso a los labios, me tiembla la mano. El papel queda sobre la mesa entre nosotros y tomamos a sorbos pequeños en silencio.

Estoy nervioso, si dijera una sola frase ahora pagaríamos la cuenta, caminaríamos hasta un hotel y eso zanjaría el asunto por completo. Solo con decir "a mí tampoco" bastaría. O incluso podría ser completamente directo con un "¿quieres pasar la noche conmigo?", o un sutil pero para nada inocente "¿te gustaría ir a otro lugar?". Si fuera una mujer nada de esto habría pasado, y si por alguna razón terminaba en esta situación tensa, hubiera dicho que sí hace rato.

Ya no estoy en la secundaria, no somos niños. De aquí a otra cosa hay solo un paso, y esa otra cosa es el sexo.

Ahora comienza el desfile de peros en mi mente. Pero es hombre. Pero es mi compañero de trabajo. Pero es mi amigo. Pero me gusta. Pero tengo ganas.

Si fuera solo un hombre cualquier podría probar y listo, no pierdo ni gano nada. Aunque no es el caso, no es una curiosidad sexual, y eso lo hace más difícil. Como no saldría con cualquier mujer a pasar la noche, no saldría con cualquier tipo. ¿No había dicho que quería conocer a mi siguiente pareja como amigos acaso? Pues Wolfram encaja con todo lo que esperaba y más. Gracias a la falta de interés romántico durante la mayor parte de nuestra relación nos hemos llegado a conocer más que bien.

Wolf no está haciendo nada más, ya ni siquiera está esperando mi respuesta. Él no va a coquetear conmigo abiertamente como haría con una mujer. No tengo idea de cómo es él en ese sentido, así que lo único que vuelve a mi mente es su sonrisa de hace un rato. Nos miramos, todo está clarísimo, nos gustamos mucho. Me late el corazón. Pero no doy el paso, estoy asustado.

—Voy a pedir la cuenta, ya es tarde.

Son la una y media de la mañana pasadas. Wolfram no me pregunta y paga toda la cuenta, siento una punzada de dolor en el interior, estoy bastante triste en este momento. Salimos a la calle y me mira una última vez dejándome leer a través de sus ojos. Esperamos un momento más pero es inútil, él no agacha la cabeza pero no es necesario, se le ve derrotado.

—Buenas noches —es lo último que me dice y nos separamos.


El camino a casa lo paso con la mente en blanco. El colectivo está completamente vacío, soy el único pasajero que viaja sentado en el asiento del fondo. El paisaje afuera es negro por completo, apenas se aleja de las luces de Tokyo la oscuridad consume los barrios. Llegando a casa a paso lento un perro ladra en algún lugar a lo lejos.

No dije nada. Es lo mismo que decir no. Lo he rechazado. No era mi intención, no del todo.

Wolfram no dijo una palabra al respecto, nunca admitió que sentía algo, ni hablo demasiado sobre el tema. No importa lo expresivo y abierto que se haya comportado, ni ahora, ni durante el último mes, no dijo nada. No hay confesiones ni secretos revelados. Puedo imaginar con claridad el lunes por la mañana. No más miradas escondidas ni sonrisas tímidas, solo la amistad de siempre y empezar de cero sin volver a tocar este tema. Wolfram es muy decidido, sé que esto es un punto de quiebre que marca el cambio, nunca más me va a demostrar nada.

Me echo de cara en el sillón, no sé si quiero llorar o no. Me arrepiento, me arrepiento de todo y no lo soporto.

Me siento nervioso pero tomo con rapidez el teléfono que tire sobre la alfombra y hago la llamada. Suena el tono y me late el corazón pero me mantengo centrado. Tarda un poco más de lo normal en atender, y cuando creo que no lo hará el sonido cambia. Hay silencio al otro lado de la línea.

—Hola —digo solo para confirmar que hay alguien.

—Hola.

Tan triste, tan distante. No puedo escuchar donde está. Tomo un solo respiro y no lo hago esperar más.

—¿Quieres venir a mi casa?

Es una sola pregunta, no deja nada a las dudas, no creo poder hablar más. No puedo sentir nada a través de esta distancia, su silencio me está matando. Aprieto mi rodilla. ¿Ya es demasiado tarde?

—Voy para allá.

Luego de eso no hablamos más y corta. Cuando pienso que no tiene mi dirección recuerdo la vez que vino a casa a buscar unas cosas a casa. Sea donde sea que esté, es lejos de aquí, así que tardara un rato.

Mejor, porque en este momento estoy teniendo un ataque de nerviosismo extremo. Estoy emocionado y asustado al mismo tiempo, pero no me puedo quedar quieto, le doy vueltas al sillón un rato y recuerdo que no tengo nada en casa. Hoy limpie, así que puedo estar un poco contento de que justo se diera el caso de que tengo visitas, pero no hay comida ni provisiones.

Me pongo la chaqueta de nuevo y salgo corriendo al 24hs. Son solo tres cuadras pero las hago a pique, no por ahorrar tiempo sino para gastar energías y calmarme un poco, entro agitado pero contento de que haya funcionado. Mi corazón continúa latiendo a mil revoluciones todo el tiempo mientras paseo por las góndolas. En realidad no sé qué comprar en concreto, así que tomo un pack de cervezas, unas golosinas al azar y me voy para la caja.

Agrego una caja de condones del mostrador. ¿Hace cuánto que vengo a este negocio para comprar de todo? Siempre me ha atendido el mismo chico en la línea de caja, y esta es la primera vez en bastante tiempo que paso una caja de estas. Evito mirarlo los ojos, me estoy condenando más yo solo que él con su mirada.

No podría soportar que hubiera hecho algún comentario sobre lo feliz que es anotar una carrera o algo, porque aún estoy entre expectante y acongojado. Estoy dispuesto a todo, pero Wolf sigue siendo un tipo, y no tengo idea de que va a pasar con eso. Dicen que siempre hay tiempo para muchas primeras veces en la vida. Voy a tener dos, porque esto se siente como la primera durante secundaria de nuevo. No me gusta sentirme así, estúpido e inexperto de nuevo, es como si retrocediera en vez de avanzar.

Vuelvo a casa y guardo las cosas en su lugar, la caja de condones la tiro dentro de la cómoda de mi habitación luego de quitar la cinta adhesiva con la que viene envuelta. Ya me ha pasado que he terminado luchando con una caja sellada que no puedo abrir ni con los dientes en el peor momento. Es frustrante y embarazoso.

No puedo pensar en nada más que en que Wolfram está viniendo. Me muero de nervios y prendo la TV para hacer ruido y calmarme un poco, me siento en el sillón y la miro sin mirar. Algo sube y baja dentro de mi cuerpo y se revuelve como una licuadora. Los minutos pasan mientras pienso lo que va a pasar cuando llegue.

Suena el timbre…

Este es el momento para decir "que sea lo que dios quiera", pero no soy muy religioso que digamos, aunque le rezo al templo en año nuevo. Pero bueno, que sea lo que sea.

Abro la puerta y Wolfram está parado algo lejos de la puerta, tiene la misma ropa y su bolso pero se ve completamente diferente a cuando nos encontramos en la entrada del bar. Me mira de lejos con las manos en los bolsillos, no está a la defensiva del todo, pero si como resignado y vulnerable. Lo noto tan nervioso que me calmo. Sonrió, después de todo estoy contento de que haya venido.

—Pasa por favor —le invito y me hago a un lado, él asiente y entra.

Deja los zapatos en silencio en el recibidor y espera sobre el primer escalón. Su imagen en mi casa es algo nuevo, no encaja verlo con el pasillo que da a mi living de fondo. Solo tengo un recuerdo de él sentado en el recibidor con P encima, y las sensaciones que me trae esa imagen son muy distintas a las de ahora. La segunda vez que Wolfram está en mi casa lo estaba esperando y me alegra invitarlo a que vea otro lugar más que este.

—Puedes pasar al living. ¿Quieres algo de beber? —Si él no va a hablar yo puedo hacer la conversación solo, tengo suficiente energía.

—Está bien cualquier cosa —me responde y lo veo que se sienta en el sillón cuando voy para la cocina a buscar la cerveza.

Vuelvo con dos latas y le entrego la suya, ha dejado el bolso a un lado de la mesa en la alfombra y la chaqueta en el apoyabrazos. Ahora que está aquí, es más real que nunca verlo en casa, su apariencia perfecta me resulta bastante normal. Me siento en el sillón a su lado y pienso que hacer, marco el número de un canal de música en el control remoto y abro mi cerveza con un chasquido. Tomamos un par de tragos en silencio.

Es la misma sensación que en el bar. Uno al lado del otro, con él tan cerca. Dejo la cerveza en la mesa, estoy harto de esto aunque muy nervioso por este momento, él me mira y también la deja sobre la mesa.

Pongo la mano en su hombro, me acerco y lo beso de forma brusca y torpe, pero con mucha necesidad por concretar esto.

Todo el exceso de energía que tenía se desvanece. Hasta hace un momento estaba seguro de que estaba temblando mucho, y ahora sigo pero me he calmado un poco. Respiro cerca de él con los ojos cerrados, solo puedo sentir sus labios hasta que con una mano me sostiene un brazo y la otra se apoya en mi cuello. Había estado deseando que me toque de este modo, es la primera vez que no se contiene de darme una caricia.

Sus manos me parecen enormes, ya sé cómo eran desde siempre, pero ahora es distinto. Poner mis manos en su rostro también es raro. Su espalda es grande, su cuello fornido, todo su cuerpo tiene más o menos el tamaño que el mío. Estaba nervioso porque es Wolfram, y porque es un hombre, pero aunque puedo notar todas estas diferencias estoy desesperado por el contacto.

Quería tocarlo desde hace tiempo, sentir su piel y besarlo de este modo. Aun me late el corazón con fuerza, pero me he dado el gusto sin tapujos.

Hace mucho que no beso a nadie. Nos reconocemos primero con los labios pero quiero más contacto, Wolf no se resiste cuando paso mi lengua por su boca y siento el tacto suave y vivo de la suya. Me revuelvo por dentro y me acomodo en el asiento rompiendo por un momento el beso con nervios, vamos a cambiar a un tipo de beso que me excita anticipadamente. Lo rodeo con los brazos y me pego más a él, el me abraza por la cintura y siento sus manos en mi espalda, mi boca y la suya se encuentran y meto mi lengua.

Me calmo un poco a medida que nos besamos. Es real, él está en el living de casa y nos estamos besando. Tengo la sensación de que este encuentro es algo muy personal, un secreto solo entre él y yo. La relación que mantenemos no la conoce nadie, y creo que se va a quedar así por un tiempo. Pero ahora no puedo pensar más en todos esos detalles. Aún estoy algo alcoholizado, me siento flojo y estoy más caliente que de costumbre. El alcohol suele tener ese efecto en mí de vez en cuando. No viene mal para este momento.

Aprieto mis manos sobre su ropa y empujo más fuerte, es un poco incómodo estar lado a lado pero apenas hemos comenzado. Creo que le gusta ver que tengo tantas ganas de estar con él, después de todo era yo quien ha estado distante, y también fui yo él que se fue del bar sin decir nada. Wolfram es muy fuerte pero también tiene sentimientos. Me gustaría decirle que lo siento, pero tendrá que bastar con lo que estoy demostrando ahora.

Es suave para besar, siento el movimiento de su mandíbula con la mano que tengo sobre su rostro, la he deslizado más hacia su cuello y a la parte trasera de su cabeza, pero la ropa que tiene no me permite ir más lejos. Su cabello es suave, entierro los dedos en su nuca y lo siento tensarse, es sensible en esta zona. Una de mis manos va instintivamente a su pecho, para cuando me arrepiento de lo que hice me doy cuenta de cómo ha estado apretando mi cintura.

Debería reír ahora, ni él ni yo sabemos estar con un hombre. No me importa lo que toque, se siente bien. Le acaricio sobre la ropa y llevo mi mano a su hombro, tengo que concentrarme o en lo que hago con las manos, o lo que hago con la boca, y me gusta más como me besa.

Su aliento huele y sabe a menta, me dan ganas de reír de nuevo, siempre lleva chicles de menta encima pero sé que esta vez los ha usado esperando este momento. Me vuelvo a acomodar en el sillón y lo empujo más contra el respaldo, pero la verdad eso no funciona para nada, ya no puedo besarlo así.

Nos miramos, ya hemos roto la barrera de forma muy evidente así que no hay mucho de lo cual sentir vergüenza o estar nerviosos, es solo un tanto extraño. Esperaba que su piel se marcara con facilidad, pero sus labios no están rojos, solo húmedos. Me gusta su cara, ahora me parece mil veces más apuesto, si es eso posible. Contrario a lo que he hecho antes, lo tomo por el rostro y lo atraigo en vez de empujarlo, muerdo con los labios sobre su boca y él saca la lengua, eso es justo lo que quiero.

Está más activo ahora, ya no nos queda dudas de que nos gusta todo lo que está pasando, se aprieta contra mí y comienzo a conocer cómo se comporta cuando es quien manda. ¿Cómo eres en pareja? Siempre me lo he preguntado, pero nunca con tanto detalle como ahora, ni tampoco esperaba ser yo quien estuviera en su compañía. Creo que voy a terminar por conocer cada detalle íntimo de este hombre aunque jamás lo hubiera esperado.

Me desabrocha un botón del polo y mete la mano por el cuello buscando mi piel, sentir sus dedos me gusta. No puede hace mucho más que eso, así que mientras me besa con bastante energía me aprieta el brazo con fuerza. Yo lo he tocado en el mismo lugar antes de forma similar, se cómo se siente la diferencia de los músculos firmes en vez de un cuerpo delgado. Estoy curioso acerca de cómo se siente él respecto a mi cuerpo, sé que tampoco está acostumbrado. Yo me siento bastante excitado con el suyo, y parece que Wolfram encuentra muy interesante el mío por el momento. Sus manos me levantan el polo y tocan mi estómago, eso es demasiado tentador, está claro que no tiene problemas en provocarme tan directamente.

Me gustaría echarme hacia atrás y dejarle que explore lo que quiera, he estado pesando bastante en cuanto he querido que me acaricie, la idea de tener sus manos encima me encanta. Pero estoy bastante incómodo. Intento cortar el beso pero Wolf no quiere dejarme ir, la está pasando bien. Mete su lengua más profundo en mi boca cuando estaba por hablar, no me resisto. Nos besamos solo con las lenguas, enredándolas y empujando, el tacto de su boca y su respiración me agitan. Estoy evidentemente excitado y aun no me ha tocado mucho.

—¿Quieres ir a la cama? —pregunto ahora que puedo, sé que soy el anfitrión y esta es mi casa, pero me da vergüenza tener que hacer la pregunta.

—Sí. —Él también está agitado.

Me recompongo como puedo y me levanto. ¿No es un poco tarde para ruborizarme? Pero sé que estoy algo duro y es la primera vez que me pasa con él cerca. Tomo las latas de cerveza y voy hacia mi habitación, las dejo en la mesilla de luz.

La puerta corrediza de vidrio que da a mi patiecito está en la pared de la cabecera de mi cama, las cortinas hasta el piso la tapan por completo. Mi cama esta contra la pared, es de dos plazas aunque vivo solo, la tengo desde que deje la casa de mis padres y estoy acostumbrado al espacio extra. Pero así como ha sucedido otras veces, hoy la compartiré con otra persona. Me siento dejándome caer en el colchón y él apoya una rodilla encima, antes de que se incline sobre mi pongo una mano en su estómago para detenerlo, tiro de la polera cuello de tortuga que tiene puesta y él levanta los brazos para que se la quite. Era hora de que se vaya esto, muy linda tu ropa Wolf, pero quiero poder llegar a tu cuello.

Ahora si se inclina sobre mí y me apresuro a pasar la pierna para el otro lado, nos movemos sin la costumbre de conocernos, esperado a ver qué hace el otro para seguir adelante. Le dejo claro que no me molesta la posición que ha elegido al atraerlo cerca, está casi entre mis piernas pero no apoya sus caderas sobre mí. Lo que realmente quiero ahora y besar su piel, lo tomo por la nuca y la cintura y le beso en el cuello despacio. A mí me gusta hacer esto, pero a él lo ha debilitado por completo, se ha rendido sin hacer nada. Es sensible en toda esta zona, no importa donde lo bese suavemente Wolfram reacciona, ladea la cabeza y la agacha contra mi hombro, lo está disfrutando y a mí me parece sumamente sexy verlo.

Cuando tira de mi polo me levanto y me lo quita, yo no tengo nada debajo a diferencia de él que tenía una camiseta ajustada sin mangas. Si nos vamos a empezar a desnudar, quiero que se la quite. Se la levanto un poco y se arrodilla para quitársela él mismo, aprovecho para observar si hay o no un bulto en sus pantalones, pero la posición tirante de la tela no me permite saberlo. Sé que está tan excitado como yo, pero aún me preocupa un poco que encontremos algún contratiempo con ese detalle. Me gusta, me gusta muchísimo, pero hasta que no terminemos con todo esto no voy a estar completamente tranquilo de que llegué hasta el final sin problemas.

Con los brazos levantados y la ropa enredada al cuello admiro su torso desnudo. Es envidiable el cuerpo que tiene, me siento más tranquilo de que me ejercito mucho, sino me sentiría en completa vergüenza, nunca me ha tocado competir tan directamente con mi pareja. No es exageradamente musculoso, pero se notan sus abdominales, sus pectorales son más grandes, y su torso en general es más ancho que él mío naturalmente. Sus hombros están bien definidos de forma cuadrada, y como es delgado se le marcan las clavículas y los tendones del cuello. Observo su nuez de adán y luego sus caderas al apoyar una mano en su estómago y le acaricio con el pulgar suavemente. Él se queda de rodillas y se inclina solo un poco hacia adelante mientras yo me quedo apoyado sobre un codo.

—¿Qué estás pensando? —me pregunta.

—¿Recuerdas que compartimos una habitación hace mucho tiempo? —le pregunto. Esa escena ronda mi mente, tengo el recuerdo vago de su espalda desnuda, pero en ese momento no sentía absolutamente nada por él.

—Sí, me acuerdo —me dice con vos suave y se acerca, su estómago se pega con el mío, es cálido y firme—. Te vi desnudo.

—No estaba desnudo, tenía ropa interior.

—Es casi lo mismo. Te desnudaste sin dudar en frente de un tipo que apenas concias. —me reprocha levemente y busca mi cuello, me besa un poco y continua hablando—. Y la noche anterior habías estado coqueteando con otro tipo diferente en la barra.

No sé si está ofendido o solo está molestándome.

—No soy gay… —digo por reflejo y pienso que este no es el mejor momento.

Estamos hablando suavemente aunque estamos solos, no lo he dicho enojado como otras veces tampoco. La luz de la habitación está apagada pero he prendido la lámpara de noche y la luz del resto de la casa ilumina el ambiente. Me gusta este ambiente, es bastante íntimo y puedo ver con claridad todo lo que pasa.

No sé qué estará pensando, pero solo me mira y no le importa lo que he dicho. Se podría decir que he aceptado demasiado fácilmente todo esto como para negar un gusto por los hombres, pero es demasiado extraño decirle ahora que él ha sido un caso bastante particular. Podemos hablar luego.

Le abrazo y recorro su espalda con las manos, tengo una pierna entre las suyas y levanto el muslo un poco para presionar su cuerpo, no tengo la sensibilidad necesaria para aligerar la duda que me sigue dando vueltas en mi mente. Nos besamos y exploramos el cuerpo del otro. Me molesta el resto de la ropa, sigo medio vestido, incluso tengo medias y quiero quitármelas ahora, pero él está acariciándome y no quiero detenerlo de nuevo.

Esto es algo con lo que siempre fantaseo, me gusta que me toquen y que me acaricien, me pone caliente rápido, pero además me relaja bastante. Siento cosquillas cuando pasa sus dedos por mi pecho y lo beso, esta vez sin tapujos y lleno de necesidad. Llevo su mano a mi estómago y hago que acaricie mi flanco izquierdo, soy muy sensible en toda esta zona. Me gusta más que acaricien mis caderas y mi estómago que mi pecho. Le estoy enseñando donde tocarme y él entiende, tengo mis manos en su cadera y su estómago, pero él las lleva más arriba, ¿cuello y pecho? Esas son las zonas que a él le gustan. Entonces aquí, paso mis dedos con suavidad por encima de una de sus tetillas y se retuerce, sonrío contra su cuello. Mientras lo toco así muerdo la intersección de su cuello con el hombro con fuerza y se estremece, he ganado el control de todo de un momento a otro.

Me aplasta y apoya su cadera contra un lado de mi ingle, encajamos perfecto y puedo sentir que esta duro, eso solo me da más ganas de seguir con lo que estoy haciendo para dale escalofríos. Me besa y su lengua está fría, ha estado respirando con la boca abierta. No puedo más de la curiosidad así que bajo una mano y tanteo por encima de los pantalones, mi brazo aplasta mi propio pene y lo uso de alivio durante un momento moviendo las caderas. Lo aprieto por la nuca y meto mi lengua bien adentro en su boca, no estoy muy concentrado en el beso, pero esto lo excita mucho. Delineo la forma de su erección a través de los pantalones, la tela de gabardina es gruesa así que aprieto con un poco más de fuerza, no soy para nada sutil en mi manera de provocarlo.

Lo dejo enseguida. Nos sacamos los pantalones y cuando me estoy por bajar los calzoncillos Wolf me detiene, se echa medio de lado en la cama y lleva su boca a mi pecho. Sostiene mi mano hacia atrás y cuando me relajo me suelta para acariciar mi espalda y va bajando entre besos hasta la zona que más me gusta. Se lo que está haciendo, y si él quiere yo estoy contento de dejarme hacer. Siento su lengua sobre la piel y el cosquilleo de los besos y las mordidas, desliza sus manos por mis flancos hasta la ingle y me retuerzo en anticipación, coloco las manos en sus hombros y le acaricio. Siento su piel desnuda contra mis piernas y le aprieto un poco con ellas. Mi pulso está acelerado y se me arremolina la excitación en el estómago.

Me baja los calzoncillos y coopero con sus movimientos. Estoy muy, muy desnudo, creo que siento un poco de vergüenza de nuevo porque es la primera vez que él ve tanto, pero estoy demasiado excitado para pensar en eso. Su mano toma mi pene y me echo hacia atrás en la cama, acomodo mi almohada un poco y disfruto como me toca mientras relame el hueso de mi cadera. Su mano me da placer y a la vez explora, me muero de ganas porque continúe pero yo también quiero zanjar este asunto. Lo empujo y lo hago quedar atrapado del lado de la pared, sonrío cuando lo veo dudar y acaricio su pecho. Solo voy a explorar un poco, no te estoy echando.

Me deslizo más abajo de nuevo poniéndome a su altura y nos besamos un poco mientras meto mis manos dentro de su calzoncillo. Esta increíblemente caliente, se siente la humedad de la transpiración pero su piel está muy suave. Siento el tacto del vello mientras recorro la base de su pene con una mano y sus testículos con la otra. Observo un poco. La piel cercana al comienzo de su muslo es lisa y suave, luego comienza el vello de nuevo desde sus muslos para abajo, igual que yo. Acomodo mis pies entre los suyos y vuelvo a besarlo mientras lo acaricio, le bajo la ropa interior hasta medio muslo y aprovecho la libertad para manosear toda esta zona. Sentir lo excitado que está me excita más a mi también, no tengo ningún problema con esto, y eso me tranquiliza. Que comparta su cuerpo conmigo me hace sentir la máxima confianza, su zona intima es tan especial como la mía o de cualquier persona, y si a él le gusta que lo toque está perfecto.

Beso su pecho mientras juego con su pene y le acaricio la cadera, llevo esa mano hacia atrás y aprieto su trasero. Lo he mirado tantas veces y no había recordado cuanto quería tocarlo aquí mismo, ahora puedo. Está tranquilo, saciar la necesidad de atención de este órgano nos ha apaciguado las ansias, pero no vamos a durar mucho en calma. Creo que Wolf estaba muy bien con esto pero decide volver a la posición de antes, me voltea para que recueste la espalda y me hace subir en la cama mientras el baja, esta vez no juega mucho y siento su boca sobre mi pene.

Nunca imagine tanto. He fantaseado alguna que otra cosa pero me parecía complicado adivinar qué haría o no siendo tan orgulloso, me sorprende un poco verlo hacer esto. Creo que darle sexo oral a otro tipo es algo que demuestra mucha sumisión consciente, no sé porque me resulta una forma de entregarse más sincera que incluso dejar que te lo hagan. Pero tal vez sea solo mi punto de vista. No me venía preocupando por los detalles, pero si lo hacemos, ¿cómo decidimos quien hace qué? Me gustaría hacerlo de la manera convencional a la que esto acostumbrado, pero si él quiere hacerme lo mismo…

Jadeo cuando chupa más fuerte, enredo mis dedos en sus rizos y lo acaricio, no sé qué hace exactamente pero se siente genial. Puedo sentir el tacto de su lengua rasposa y la suavidad de su saliva, hacía mucho que no disfrutaba tanto de esto. Me recuesto hacia atrás y lo dejo seguir con los ojos cerrados, apenas se escucha la televisión de fondo que quedo encendida en el living. Estoy respirando agitado y me contengo, pero no voy a aguantar si le sigue poniendo tantas ganas. No está jugando, quiere que llegue al final ahora, tengo muchas ganas de que no pare. Hemos estado provocándonos un rato largo desde que llego a casa, no sé qué hora es pero debe ser tarde. Siento escalofríos en la espina y sé que me falta muy poco.

Le acaricio el rostro pero él no para, sostengo su cabello. —No aguanto.

Su respuesta es hacerlo más rápido, realmente no puedo más. Me vengo. Wolfram sigue hasta el final y se siente increíble acabar en su boca, por más pervertido que suene es una de las cosas que más me excitan en el último momento. No le puedo prestar mucha atención mientras aun siento los escalofríos, me tomo un respiro recostado y lo veo discretamente pasarse la mano por la boca, no sé si se arrepiente de su determinación pero no le ha gustado del todo. Me estiro y saco una caja de pañuelos descartables que tengo en la mesilla, veo la caja de condones aquí pero no me parece que vaya a usarla. Hay un tacho de basura cerca, así que lo arrimo mientras espero que se limpie lo que quiera y me recompongo.

Está sentado en el borde de la cama, así que lo agarro por detrás, levanto su barbilla y le beso el cuello. Me estiro y acaricio su pene, está igual o más excitado que antes, acaba de verme tener un orgasmo así que creo que eso es lo que le ha afectado más que nada hasta el momento. Lo recuesto hacia atrás para que vuelva a la cama e intercambio posiciones, le dejo mi lugar para que se recueste contra la cabecera y voy directo con la boca a su pecho.

Ahora que se lo que le gusta juego a lo seguro mientras acaricio otros lugares para ver que más le resulta placentero, el interior de sus muslos parece ser sensible porque sus músculos se contraen. No es una previa, ha sido solo un jugueteo para volver donde nos quedamos, si sobrevivimos el cambio de ambiente de venir del living a la cama esto ahora es fácil. Bajo y paso la lengua por su estómago, también tiene algo de vello aquí, pero casi nada en el pecho.

Lo hiciste por mí, ahora yo lo hare por ti. Aunque sea lo más raro sexualmente que vaya a hacer y nunca se me haya ocurrido.

El cuerpo de Wolfram huele levemente a transpiración y desodorante de hombre, el recuerdo de la colonia que usa siempre es vago, ya no se siente ese olor alimonado y fresco. Yo tampoco me he tenido tiempo de darme un baño antes de esto, pero tenía tantas ganas de estar con él que me había olvidado. El efecto del alcohol se ha desvanecido casi por completo de mi cuerpo, también el hecho de haber tenido un orgasmo aclaró un poco mi mente. Estoy tranquilo y completamente consciente de lo que estoy haciendo. Lo toco mientras voy bajando suavemente como él ha hecho antes, es lindo hacerse desear un poco momentos antes, y es más sensual de este modo.

Peina mi cabello con sus manos y lo observo rápidamente, se ve tranquilo pero algo nervioso, últimamente me sorprende ver que yo soy el que mantiene la calma y se siente más en paz con las cosas que están pasando. Me pregunto qué tan sentimentalmente comprometido está conmigo. No puedo definir como cariñoso o afectivo lo que voy a hacer ahora. Se puede tener sexo con amor o con cariño, pero no sé cómo se la chupas a otro tipo cariñosamente. Pensar esa tontería me resulta gracioso, tuerzo una sonrisa sin que me vea y me muerdo el labio para no mostrar tanto los dientes. No soy romántico la mayoría del tiempo, no puedo pensar de otro modo menos directo y vulgar.

Lo sostengo con una mano y apoyo mi boca sobre s pene usando la lengua y los labios. Así que, ¿así se sentían todas mis novias al estar aquí en ese momento? Es raro estar del otro lado. Lo humedezco y continuo mientras voy despejando dudas estúpidas. No sabe a nada, el olor de esta zona es el olor normal del sexo, me excita un poco hacerlo. Sentir que lo disfruta me complace, entiendo porque se ha emocionado en llevarme al límite antes, en este momento yo quiero que a él le guste lo que hago.

Me muevo despacio y lo toco de forma suave apretando con los dedos, con la otra mano acaricio su pierna y él las abre más. Me alejo lo suficiente para mirarlo de cerca, estoy algo curioso por todo, pero no me incomoda. Quiero que esto se repita, así que ya tendré tiempo de conocerlo mejor. Uso la boca más rápido a medida que siento más confianza, lo acaricio con la lengua y masajeo sus testículos. Mi cabello no es del todo largo, pero él lo sostiene con una mano como a mí también me gusta hacerlo, sé que está mirando, es el fetiche más común de cualquier tipo.

No tengo suficiente confianza para mirarlo de vuelta, así que sigo con los ojos cerrados y espió de vez en cuando solo por esta zona, pero la vista no me sirve de mucho estando tan cerca de su cuerpo. Me canso y me apoyo sobre una de sus piernas con el codo al otro lado, esto solo me permite acariciar un poco su cadera. Sus músculos están tensos, acelero el ritmo para tantear sus reacciones. Ya hace un rato que estoy haciendo esto y estaba muy agitado para aguantar tanto, lo escucho suspirar y me gusta, está cerca. Comienzo a usar más la mano que la boca para masajear su piel y solo lamo la punta, sé que es más sensible aquí, por eso no lo molesto demasiad y vuelvo a usar la boca con rapidez.

Wolfram se retuerce y sé que en cualquier momento va a llegar, me ha avisado con un roce de su mano sobre mi cabeza y ha quedado claro que voy a seguir hasta el final. Ya me estoy cansando, este movimiento desconocido me parte le cuello. Pongo más énfasis y sostengo con más firmeza su cadera incitándolo a moverse, apenas menea un poco la pelvis y se viene. No me doy cuenta por el líquido extraño en mi boca sino por las contracciones de su pene, es lo mismo que al tocarme, pero muy diferente a no ser yo. Wolf hace un sonido ronco y siento como se contrae mi pelvis de excitación por toda esta situación.

Ok, ya no me gusta a mí tampoco, lo escupo en la mano. Veníamos bien hasta ahora, pero es demasiado raro, no me termia de causar asco pero me incomoda. Busco papel y lo dejo tranquilo un momento. Al volver a la cama abro las sábanas antes de recostarme con él. Me alegro de haberlo hecho rápido porque Wolfram no iba a querer moverse un centímetro si pasaba más tiempo.

Está descasando a mi lado, ninguno de los dos dice nada, pero ya no es el silencio incómodo de antes. Todo lo que tenía que pasar hoy, ha pasado. Ni más, ni menos. Ninguno siente la necesidad de ir más lejos, y creo que en este momento me siento un tanto aliviado por este detalle. Compré los condones convencido de que iba a usarlos, pero no fue necesario. Estoy satisfecho, mis necesidades más fuertes eran poder tocarlo y besarlo, no anotar una carrera completa. Soy un hombre que se conforma con crear lazos afectivos, y eso ya lo tengo. Wolfram mantiene un brazo sobre mi estómago a modo de conexión y yo lo sostengo acariciando su antebrazo con el pulgar. Ese detalle es más que suficiente.

No tengo sueño, así que prendo la TV pequeña que tengo en esta habitación, el control remoto estuvo todo el tiempo caído entre el colchón y la pared, me alegro de que no se haya roto. Miro a Wolfram, me sorprende y a la vez no que se haya quedado dormido.

Me pregunto qué tan pesado es realmente su sueño y le toco la nariz. No se mueve. Le acaricio el cabello y tampoco se mueve, así que me deslizo un poco más abajo y calculo el ángulo para llegar a besarlo en la boca. Uno, dos besos, gruñe y se mosquea. Pensé que iba a encontrarme con sus ojos severos, ¡pero sigue dormido! Me cansé de acariciar su brazo y molestarlo tocando su cabello y que no pase nada, así que voy a hacer un poco más de zapping hasta que me duerma.

El reloj de la pantalla dice que son las tres y veinte de la mañana, pensé que este día terminaría aún más tarde. Para cuando siento el cansancio necesario salgo sigilosamente de la cama y apago todas las luces de la casa que habían quedado prendidas. La TV del living estaba con la pantalla en blanco llena de estática, el canal de música cortó la transmisión en algún momento.

Todo está normal y en silencio, pero en mi cama hay una persona extra. Vuelvo su lado y me tapo, aprovecho que se ha dado la vuelta hacia abajo para abrazarlo por la espalda y apoyarme en su hombro. No puedo ver su cabello rubio como el sol, pero siento de nuevo ese olor alimonado con un tinte a madera de su colonia.

Realmente me gusta ese perfume.

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Continuará…

Notas finales:

Nota de la autora:

Voy a hacer evidente un guiño referente a las novelas que leen Yuuri y Wolfram que hasta ahora me había guardado. El volumen favorito de ellos se llama el Halcón Escarlata, y el autor al firmarle los libros pone "que la marca nunca te alcance". Ambas cosas son un pequeño homenaje a uno de mis mangas favoritos, Berserk. El halcón se refiere al personaje Griffith y su banda, lo de escarlata es por un ítem especial llamado beherit y también porque el rojo es mi color favorito. En tanto la parte de la marca, se refiere a la marca del sacrificio que se le pone a los condenados a ser ofrendas para los monstruos en la historia.


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