Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Enredos de oficina por RedGlassesGirl

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Nota de la autora:

Fue una larga espera, pero estuve ocupada con algunas cosas. Les recuerdo que la novela traducida en español la estoy subiendo a mi Tumblr, además de mis fanarts y copias de mis fanfics, y también imágenes e información de las novelas en general. Pasen por mi perfil y busquen los links. Para el que lea en inglés, también hay links a todo lo que existe traducido online.

Para quienes me mandan mensajes anónimos en fanficionNet, no puedo responderlos porque la página no lo permite, tendrían que hacer una cuenta. O pueden enviar sus mensajes anónimos al Tumblr, ahí sí puedo responderlos.

Enredos de oficina – Capítulo 8

.

.

.

.

.

—¿No te gustó mi broma? —Me dice Wolfram, no ha dejado de besarme el cuello desde hace un rato. No es como si me estuviera resistiendo mucho.

—Fue bastante tonta —le respondo con sinceridad.

Me revuelvo un poco inquieto, echo la cabeza más hacia atrás y espero que aproveche todo ese espacio extra.

—Hump, remilgado.

—No me digas remilgado.

Mi voz es áspera y resoplada, no estoy manteniendo demasiado la compostura. Es algo vergonzoso pero no puedo evitarlo. Mi mente divaga, desde que llegó no puedo parar de pensar en cuanto lo deseo: cuando entro en casa, cuando podía verlo casi desnudo en el baño, con los besos algo calientes en el sillón, cuando me abrazo por la espalda y me besó el cuello en la cocina tan provocadoramente…

No hablamos más, lo cual agradezco porque prefiero que tenga su boca ocupada en otra cosa. Su cuerpo me sigue apretando con fuerza contra la pared y de vez en cuando me clava las caderas. Rayos, es muy provocativo.

Que esté tan excitado hace que tenga que respirar profundamente para mantenerme en mis cabales aunque sea un poco, no quiero parecer desesperado. La expectativa del sexo me está matando, ha pasado mucho tiempo sin que nadie me toque de este modo, se siente extraño y muy familiar a la vez.

Sus manos agarran los bolsillos de mis jeans viejos de entre casa y tensan la tela mientras me da una caricia con fuerza, en respuesta tironeo de su camiseta y se me acelera el pulso. Como es holgada puedo levantarla con facilidad y meter las manos por debajo para tocar su piel, su estómago está muy caliente e imagino que el bulto duro que siento más abajo debe estar más caliente que esto.

Lo empujo separándome de la pared y él me pone de espaldas para que caiga en mi cama, no va a aceptar ceder el control, está demasiado emocionado. Y Wolfram es demasiado caprichoso.

No me voy a quejar, me gusta que me toque con tantas ganas. Estoy feliz de saber que él esperaba tanto por esto como yo. Es un poco raro verlo así de excitado estando acostumbrado al día a día de oficina.

Su aliento caliente choca contra mi mejilla y sus labios húmedos trazan un camino. Me besa con lengua de manera ruda mientras me sostengo en el aire para sacarme la camiseta, cuando llega a la altura de mis axilas se separa y se apresura a sacarla por mi cabeza y tirarla a un lado.

Me rio un poco y él se contagia, aún sigue sonriendo ampliamente cuando me cae encima con ambas manos a lados de mi cabeza. Los recuerdos de otras veces que lo he visto contento en días normales llenan mi cabeza.

—Mentiría si dijera que no vine para esto —admite mientras observa mi pecho muy interesado.

Meto mis dedos entre su cabello dorado ondulado y lo atraigo para besarlo, me gusta esta sensación suave y el olor de mi shampoo en su cabeza.

Apenas separo mis labios de su boca para también admitir que: —Estuve esperando todo el día.

¿Para qué mentir? Creo que puedo decir a ciencia cierta que es muy evidente que Wolfram siente lo mismo, se le nota en los pantalones y en la mirada. Viene a mi mente una pregunta idiota y muy personal.

—¿Hace cuánto que no lo haces?

A pesar de que mi pregunta le sorprende un poco no quita la mano de donde la ha colocado, tan solo hace un momento comenzó a acariciarme sobre los pantalones. Abro un poco más las piernas y empiezo a pensar que tengo que sacarme los jeans pronto.

—Mucho —A pesar de que Wolf siempre es súper directo, parece que lo está pesando o que le cuesta responderme—. ¿Seis meses? No, un poco menos. Pero ya pasó bastante tiempo, más que de costumbre. Parece una eternidad, pero no he estado demasiado agobiado por eso.

Él se apoya con un codo en la cama a mi lado y me observa con una mano sobre mi ombligo mientras me desabrocho el botón de los pantalones y bajo la cremallera, tiene una media sonrisa en los labios y respira tan tranquilo como este pequeño receso lo amerita.

En este momento mi relación con él se siente fuertemente ambigua, realmente no sé si el que esta sobre mi cama es mi mejor amigo o mi amante. Lo conozco tan bien, y tan poco.

Intento pensar qué clase de relación teníamos hace medio año mientras me bajo los jeans, pero no me queda claro, aunque estoy seguro que no hablábamos tanto como para saber qué hacía de su vida privada.

—¿Y tú?

Ahhh, hace la pregunta que esperaba, es un poco vergonzoso tener que decirlo en voz alta.

Miro para otro lado mientras tiro los pantalones por el borde de la cama. Wolfram se está quitando él solo su camiseta, y esos shorts se ven fáciles de tirar hacia abajo así que no me molesto en apresurarlo.

—Como… un año. Y unos cuantos meses.

Creo que piensa que es broma, pero la última vez que pasé una noche con alguien fue la navidad anterior a esta, así que también cuentan los tres meses de este año porque ya estamos en Marzo. Rayos, ¿fue tanto tiempo?

Me mira un rato en silencio y luego levanta una sola ceja mientras sostiene su camisera en la mano y con la otra se apoya en el colchón de nuevo. Yo solo lo miro desde abajo donde estoy recostado. Aunque ya lo he visto sin camiseta, dejo que se me vayan un poco los ojos para abajo, su torso desnudo sigue igual de bien que siempre. Solo estaba verificando.

—¿Más de un año? Estás bromeando.

Me estoy sintiendo muy en desventaja en este momento, no puedo dejar de pensar si estoy oxidado o algo. S-si llego a ser muy malo esta noche…

El sexo es solo una parte del problema, pero sentimentalmente no puedo competir tampoco. No pienso decirle que mi última relación seria fue hace más de cuatro años. No estoy contando el desliz con Keiko como algo serio, solo lo he tenido en cuenta como una noche más. En realidad, la última que tuve fue esa. Estuvo bien, pero no es uno de mis recuerdos más agradables por lo que pasó después.

Igualmente, si lo piensa un poco por sí mismo, se dará cuenta que ya sabe acerca de esas cosas. No quiero arruinar el humor poniéndome serio ni nada parecido, menos que menos triste, pero soy sincero.

—No me gustan los encuentros casuales, y este año no estuve con ganas de estar con nadie.

Hasta ahora.

Hasta hace menos de un mes cuando me di cuenta que él estaba interesado en mí.

—¿Estabas deprimido? —me dice sin que realmente suene como una pregunta, su tono me recuerda al de Murata y chasqueo la lengua.

—No era nada tan serio como depresión. En realidad, no quiero hablar de eso. —Me levanto y me inclino sobre él con una mano en su pecho dándole una mirada apreciativa más sincera a su cuerpo ahora que ha soltado por completo la camiseta que se sacó—. Quiero tocarte.

—Tócame entonces.

Wolfram sonríe con su clásico exceso de confianza y se recuesta tranquilo sobre la cama. Conversar no ha matado el momento, pero nos hemos tranquilizado un poco. Ya extraño el descontrol y los coqueteos, incluso los chistes tontos. Siendo que no podemos ir a divertirnos así a un bar a la vista de todos, así que tenemos que conformarnos con quemar etapas en casa.

Lo beso con ganas contenidas y aprieto mi ingle contra la suya. Me cuesta respirar aunque no estoy agotado físicamente, mi resoplido rebota en su rostro y se siente caliente sobre mi nariz. Mi corazón se ha acelerado bastante y mi temperatura sube dos o tres grados de un momento a otro. Siento calor sobre mi cuello y me queman los hombros.

Las manos de Wolfram me acarician el estómago y la cintura como más me gusta y me rindo, quería tener el control pero me dejo seducir por las ganas de que él me preste atención a mí. ¿Estoy así de necesitado?

Me echo hacia atrás y cambiamos de posiciones, con el aplastándome y besando mi cuello puedo pasar las palmas de mis manos por su espalda libremente mientras presiono con las caderas. Wolf gruñe con suavidad, es complicado decir que suena como un ronroneo, su voz es demasiado áspera y su tono bajo de barítono resuena. Siento escalofríos en la parte baja del estómago.

—Me gusta que me acaricien la espalda —me dice en voz baja a modo de confirmación. Estoy haciendo las cosas bien, aunque sea de suerte.

Noto al instante que es cierto, su expresión cambia y pareciera que podría suspirar en cualquier momento, estoy deseando que se suelte un poco más y lo haga.

—Mi punto débil es él estómago —le dio, aunque creo que ya lo sabe desde la vez anterior en casa.

Su piel está suave y sus músculos son firmes. Bajo las manos metiéndolas dentro de sus pantalones y la ropa interior y aprieto sus nalgas con fuerza mientras revelo todos mis secretos.

—El cuello. Y la parte baja de la espalda. —Espero que use la información sabiamente.

Sus dedos me acarician sobre la ropa y me tientan durante un rato. Me apresuro en sacarme todo, no quiero esperar más para recibir otro tipo de atenciones, estoy demasiado empalmado y demasiado agitado por casi nada. Estar en la cama me excita el doble que cuando estábamos en el sillón o la cocina. Mi última prenda ya no es necesaria, adiós calzoncillos, no voy a extrañarlos.

Arqueo la cintura y contraigo los abdominales cuando la palma de su mano y sus largos dedos ocupan todo, me acaricia los testículos y suspiro sin caso al sentirlo sobre mi erección echando la cabeza a un lado para respirar por la boca. Paso las manos por sus brazos hasta los hombros, su cuello y el borde de su rostro. Tomándolo por la nuca le indico el camino hacia mi clavícula, si no entiende por donde quiere que siga tendré que tironear un poco más hacia abajo.

Pero eso no es necesario, los labios de Wolfram me besan suave y provocadoramente mientas desciende hasta los huesos de mis caderas. Contraigo aún más el estómago mientras lo observo frunciendo un poco el ceño debido a la expectativa. Mi mente está en blanco, no puedo fantasear en este momento. Pero recuerdo que he estado toda la semana pensando en cosas como esta.

Haber tenido una probada del sexo la semana pasada me dejo con las ideas revolucionadas, aun no estoy seguro como hice para sobrevivir a la vida de oficina con él encerrado conmigo dentro de las mismas cuatro paredes. Creo que tomé todos esos pensamientos y los guarde bajo llave en una habitación al fondo de mi cerebro, todo con tal de continuar siendo el Sr. Profesional.

Caliente, suave y húmedo.

—Mmh… eso me gusta. —Aunque mi voz no es tan profunda, incluso ahora que soy adulto, suena grave. Está bien si me escucha hacer ruidos raros, que sepa lo mucho que me disfruto esto.

Normalmente soy de hacer un poco de ruido, aunque únicamente si estoy solo, pero no me importa. No me pregunten porque, pero no siento que necesite esconder nada con él. Se lo atribuiré a que somos demasiado amigos para sentirme incómodo.

Me besa usando un poco la lengua, se siente bien pero lo que me hace temblar el interior de los muslos es que me deje penetrar a través de sus labios lentamente. Aprieta la boca y empuja, lo siento desde la base hasta la punta. Tomo aire y lucho por relajarme un poco mientras acaricio su cabello y observo.

Realmente puedo acostumbrarme a esto, pero más allá de lo que pase, sé que no voy a poder olvidar nunca el rostro de este hombre tan apuesto.

¿Por qué estás conmigo? Esa pregunta aflora en mi mente todo el tiempo últimamente.

¿Qué es lo que ves en mi Wolfram? No puedo entenderlo. No puedo entender al hombre que podría tener a cualquier mujer sin siquiera necesitar mover un dedo, y eso va más allá de su apariencia, es un buen hombre y se nota claramente desde el momento que te permite conocerlo más a fondo.

Y si resulta que en realidad todo este tiempo fue gay, y en vez de María su ex novia era Roberto… entonces, debería haber muchos otros hombres más interesantes que yo, ¿verdad?

En este momento no me importaría que realmente tenga experiencia con ese Roberto. Estoy grande para estar celoso de otras relaciones y la competencia, y lo que sea que hace se siente tan bien que…

—¡M-meee gustaría aguantar más que esto! —me apresuro a decir con voz temblorosa y empujo la boca de este bastardo sexy lejos de mi cuerpo. Tan cerca. ¡Mi acento fue sumamente estúpido!

Los músculos de mis piernas tiemblan y mi erección se contrae un par de veces como muestra de su descontento. Lo siento amigo, sé que las interrupciones no te gustan, pero estoy decidido a terminar esto de otra manera.

No me doy cuenta de que mi reacción afecta a mi compañero hasta que se acerca hasta arriba de nuevo y me muerde el cuello con fuerza, comprendo bien que es un gesto para contenerse. Levanto la pierna curioso por saber cómo están las cosas abajo y me alegra descubrirlo erguido por completo. Llevo hacia ahí mis dedos por reflejo, acaricio por encima de la ropa un par de veces y luego meto los dedos dentro de sus pantalones casi sin resistencia del elástico y lo rodeo con fuerza con el puño entero. Wolfram ronronea contra mi mejilla. Está hirviendo, está duro, está grande… y tantas otras cosas más que se me arremolinan las sensaciones dentro.

Me desespero y lo beso rodeándolo con el brazo que usaba de soporte, caemos en la cama con peso muerto y clavo los dedos de mi otra mano sobre su erección mientras acaricio la piel con fuerza y tiemblo. Rayos, estoy demasiado excitado, solo estoy pensando que quiero estar dentro y ni siquiera sé si puedo.

Solo hay una cosa en mi mente. Solo hay una posibilidad en la que he estado pensando una y otra vez porque yo también puedo ser un bastardo egoísta, y un desvergonzado también. Por eso ruedo encima de él y continúo haciendo lo que quiero con poca delicadeza.

Mientras lo masturbo con fuerza deslizo mi otra mano por su flanco derecho y la llevo por dentro de sus muslos mientras mordisqueo su pectoral, continúo el viaje a medida que tiro hacia abajo sus pantalones, mis motores están a máxima potencia.

Cuando mis dedos ya pasaron la zona de seguridad de todo hombre, un punto no tan lejano del final de los testículos pero no tan simpático como el perineo, Wolfram tiene la reacción que yo tendría. O pensándolo rápido, que muchos tipos tendrían.

Con las cejas arqueadas por la sorpresa estampa su mano en mi antebrazo y me detiene. Rayos, rayos, rayos, rayos, maldita sea.

Nos miramos.

Hay unos segundos de un horrible e incómodo silencio aunque estoy respirando agitado y muy excitado, él también está excitado… Todos estamos excitados… ¡¿Por qué no puede ser tan fácil como lo es siempre?!

Lloriqueo en mi mente de manera estúpida, algo que no puedo hacer en la vida real porque es cosa de niño chiquito: ¡yo quiero ir arriba! Ambos sabemos que si esto va a ir más allá entonces uno tiene que aflojar, no vamos a conformarnos siempre con sexo oral… No creo que pueda conformarme con sexo oral ahora… aunque fuera del bueno.

Suavizo la tensión de mi brazo y acaricio su pierna bajando la mirada, acerco el rostro a su mandíbula y lo beso para distraerme. Wolf tiene un fuerte olor a colonia y su piel se vuele cada vez más suave cuanto más bajo acercándome a los hombros. Esto no me relaja, solo hace que me cueste pasar saliva.

Aún estoy entre sus piernas, sus músculos están tensos, pero con una mano acaricia mi brazo y con la otra mi espalda de manera reconfortante. Estamos bien, pero no hay otra salida que discutir esto, es obvio que era un tema pendiente que no nos tomamos la molestia de nombrar antes.

—Me gustaría hacerlo como siempre. —Mi voz es suave, lleva cargando en ella una incógnita junto con una plegaria silenciosa.

Sé que deberíamos haber hablado esto con anticipación, pero la situación que ronda mi mente no parece la adecuada: Él y yo en la mesa, un café de por medio y una frase como "oye, ¿eres de los que les gusta morder las almohadas, o prefieres resoplar sobre mi nuca?". No, simplemente no sirve. Y yo no tengo el tacto, ni la sutileza, ni la habilidad social como para saber cómo demonios preguntar algo como esto.

Lo veo a los ojos y puedo escuchar claramente su voz en mi mente "Oh, claro que quieres" con su típico tono engreído y bastante irónico. Pero él no se está riendo ni tampoco está siendo rudo conmigo.

—Estaba esperando lo mismo.

Dejo caer la cabeza. ¡¿Qué se supone que le diga?! ¡Somos dos hombres, y los dos queremos lo mismo! Esto le tiene que haber pasado a otros dos tipos alguna vez, ¿cómo lo resuelven?, ¿tiran una moneda al techo y que gane el que tenga más suerte?

Nos besamos… Es una solución más adecuada para aminorar la tensión del momento que cualquier otra cosa idiota que se me cruce por la mente. Él me gusta mucho. No me gusta la idea de que no funcione, estoy nervioso, el corazón me late rápido dentro del pecho.

Le doy un toque suave con la lengua a su labio inferior y él hace lo mismo, pero con su lengua sobre la mía. Es una caricia húmeda y tenue que esta vez me revoluciona las emociones. Veo sus ojos entornados fijos en los mios, están igual de bonitos que siempre.

Acomodo mis caderas entre sus piernas, llevo una mano bajo a su cintura y la otra bajo su axila forzando el paso entre su cuerpo y el colchón, quiero abrazarlo, bien fuerte. No puedo rodearlo con los brazos, pero extiendo los dedos lo más que puedo abriendo las palmas y lo empujó hacia arriba mientras lo aplasto con mi cuerpo. En cierta forma es suficiente, pero a la vez no. Estoy deseando con fuerza que el haga lo mismo. Que me rodee y estruje mi torso y mis hombros con fuerza, no importa si es demasiado fuerte.

En vez de eso sus manos sostienen mi cintura abarcando casi hasta mis costillas, y luego las desliza por mis lumbares apoyando una palma en mi trasero. Está poniendo en práctica lo que le dije, sus uñas trazan caminos que me dan cosquillas placenteras en la columna, y su posesiva mano me clava los dedos en una nalga.

Yo lo haría por ti, ¿sabes?

Si, lo haría con tal de estar con él. Ya lo he estado pensando, y aunque fui un poco cobarde para probar algo cuando estaba solo, dejaría que él me toque donde ni siquiera yo me he tocado. Pero aun lo prefiero del otro modo. Mi mente va y viene, pero cuando decido que la única opción para arreglar esto es juntar coraje para ponerlo en palabras no puedo.

—Ok, está bien, puedes hacer los honores —dice Wolfram mientras se pasa una mano por el cabello y me mira desde abajo demasiado tranquilo.

¿Qué?

¡Oye! ¡Yo me estaba comiendo los sesos aquí pensando! ¿Cómo es que ahora estás tan cómodo?

Lo miro con sospecha y ladeo la cabeza. Sus mejillas se ruborizan un poco y titubea mientras me pasa una mano por el hombro y el cuello suavemente, la dirección de su mirada ha pasado a ese lugar evasivamente.

—Pensé que serias menos decidido y te dejarías llevar por el momento… Me iba a aprovechar un poco de eso. —Alza sus ojos verdes esmeralda de nuevo y dibuja una pequeña sonrisa mordaz en sus labios, muy típica de él, pero no acorde a este momento.

Frunzo el ceño y abro la boca pero no sé qué decirle, necesito pensar un momento.

Observo para analizar la situación. Estoy un poco ofendido al pensar en la manera que él me ve como hombre. Ya estoy completamente listo para abandonar el plan de emergencia y aferrarme a cualquier cosa que se me ofrezca, pero él no parece tan contento con la idea aunque es quien lo ha propuesto.

De hecho, puedo ver la tensión en sus labios y las marcas en su ceño fruncido perfectamente. No se trata de una preferencia, solo está dando el brazo a torcer porque yo no lo hice primero.

—¿Estás-? Jhu-jhum… —necesito aclararme la garganta incómodamente porque mi voz ronca sale entrecortada. Él oscila la mirada entre mi rostro y un punto por ahí sobre mi hombro, y yo a veces miro una arruga interesante en la sabana por allá junto a su cabeza—. ¿Estás seguro de que estas cómodo con eso? Es decir… ah… ya sabes… no tienes que obligarte a, bueno, eso.

Bien, denme el premio. ¡Necesito mi condecoración a la pareja con menos dialogo de la historia! Si me pegaran una estrellita dorada todas las veces que la he jodido por culpa de esto, entonces tendría la frente llena.

No soy el tipo más comunicativo realmente. Solo dejo rodar la lengua sin frenos cuando algo me saca de las casillas, el resto lo pospongo hasta que exploto por alguna razón, lo cual es bastante desventajoso. La maldición de mi apodo Fuuri me va como anillo al dedo.

—…Está bien —se nota que ni él ni yo queremos hablar mucho del tema, menos ahora, pero Wolf continua mientras yo me debato entre mis ganas de seguir donde estábamos o escucharlo—. No es como si no hubiera pensado sobre eso. De hecho, sabía que se daría tarde o tempano. Es solo que justo ahora tenía en mente otra cosa… —él hace una pausa y rueda los ojos hacia otro lado de nuevo sonriendo tenuemente—, pero no tuve tanta suerte.

Oh, hombre. Él me dejará hacerlo. ¿En serio? Necesito pasar saliva con un poco de dificultad, pero no hay nada que pueda decir realmente.

Como el silencio es demasiado incómodo para soportarlo, y aún estoy caliente, apresuro las cosas restándole importancia a todo. —S-sigamos donde nos quedamos.

Wolfram encuentra un pie para recomponerse y aunque sus orejas están rojas se muestra contento de repente. —Sí, mejor así.

Nuestras bocas chocan una contra la otra con fuerza. No me importa si hasta hace un momento hablábamos, no me importa si era incómodo, ni tampoco si volveremos a hablar más sobre eso luego. No sé si está bien o mal, pero no me importa nada. Respiro su aliento por la boca tomando una bocanada de aire desesperado y lo beso otra vez, Wolfram me sigue de la misma forma violeta y giramos.

Su pierna empuja y se abre paso entre las mías mientras las separo y dejo lugar a que su mano se cierre sobre mi pene. Jadeo, él me aprieta y yo llevo la mano hacia el suyo para hacer lo mismo mientras arremeto con la cabeza con más fuerza. Cierro el puño sobre la carne y lo siento tieso, lo bombeo con una falta de técnica impresionante para la edad y la experiencia sexual que tengo, pero en este momento solo puedo pensar que quiero que el haga lo mismo con el mío. No me importa si es desprolijo o rudo.

Cuando abre la boca tomo la oportunidad para un beso lo más profundo posible, lo siento vibrar sobre mi lengua cuando gime suavemente y una corriente eléctrica baja como un flechazo por mi espina haciéndome retorcer los músculos de las nalgas.

Cuando nos separamos veo de reojo sus labios hinchados y rojos, respira con fuerza por la boca y todo en su expresión me enciende. Su rostro es perfecto, sus ojos verdes como el agua de un lago están turbios y sus cejas constreñidas, echa la cabeza de lado levemente cuando acelero aún más el ritmo de las caricias sobre toda la longitud de su pene. Este tipo… no sé lo que tiene, pero desde hace semanas que no puedo sacarlo de mi cabeza.

Estoy demasiado ansioso para detenerme, mi mano baja e irrumpe entre sus piernas sin pedir permiso. Siento su exabrupto ante el toque de mis dedos, pero esta vez no retruca.

Me vuelvo a echar sobre él y nuestros cuerpos se presionan dolorosamente. Recorro entre sus nalgas con los dedos y acaricio suavemente su ano, el tacto es suave pero no puedo continuar así. Ensalivo mis dedos con rapidez para no tener que levantarme y lo tiento de nuevo.

Quiero hacerlo, me estoy retorciendo por dentro de las ganas y no me basta con que me toque aunque me encanta. Wolfram ya no tiene espacio para llegar hasta mi pene, así que rueda sus manos por mi torso y acaricia con fuerza mi estómago. Dejo caer la cabeza contra el hueco de su hombro y ronroneo. No hay manera de que no ceda ante uno de mis puntos más sensibles, pero todo esto me pone peor y él ya sabe que estoy desesperado. Además, estoy orgulloso de lo mucho que he entrenado para tener un buen paquete de músculos en ese lugar, así que me gusta que los toque.

Ah, es vergonzoso, más porque he admitido que prácticamente me adherí al celibato como por un año y tanto… Cálmate Shibuya Yuuri. ¿Desde cuando eres un cerdo?

Me dura poco la reflexión cuando las dos manos de Wolfram toman mi rostro y fuerzan mi cuello para otro beso, me levanta la barbilla y mis músculos tironean un poco. Su manos en mi cabello me hacen olvidar todo, sus piernas se cierran un poco sobre mis caderas y no puedo mover la mano durante un momento, pero sus muslos se aflojan y aprovecho para empujar con el brazo y hacerme espacio.

¡No puedo luchar contra esto si él se comporta igual! Pero… estoy feliz de saber que siente lo mismo que yo. Ce que le gusto. Una estúpida y pequeña sonrisa se forma en mi boca y me resigno dejándome besar por sus labios suaves y demandantes.

Ya no hay nada que pueda hacer con los dedos sin ayuda, así que luego de unos cortos besos más me separo y ruedo a un lado acercándome a la mesilla. Sentado en el borde de la cama tengo un momento de paz. Las plantas de mis pies descalzas sobre la alfombra áspera y fría son como un polo a tierra.

Las manos me tiemblan un poco y por un momento siento que no tengo fuerzas para abrir el cajón, me alegro de tener las cosas a mano dentro. Supongo que es buena idea dejar los condones sobre la mesa. Tomo rápido el pomo que estaba buscando, no quiero volver a comenzar de cero por culpa de las interrupciones.

Cuando me doy la vuelta, encontrarme con los ojos claros de mi amante rubio me sorprende un poco y es un tanto incómodo. Después de todas estas idas y venidas de descontrol y conversaciones incomodas, hace un rato que no nos vemos tan directamente.

Él debía de estar concentrado pensando en algo similar, porque su reacción es la misma que la mía y ambos corremos la vista un segundo. Lo veo sonreír sin caso y pienso lo mucho que me gusta verlo hacer esa expresión. El ambiente incomodo no dura mucho, me recuesto hacia atrás y me envuelve en sus brazos de nuevo.

Creo que somos más parecidos de lo que parece a simple vista, incluso cuando no sé cuáles son exactamente sus sentimientos, estas cosas me hacen sentir que son más cercanos a los míos de lo que esperaba. O al menos que él es una persona accesible y simpática, me gustaría decir "como yo", pero sé que a veces soy más complicado que eso.

Igualmente, soy un hombre de pensamientos simples, lo he sido siempre, y me alivia ver que Wolfram no tiene problemas con eso.

Me distrae su cuerpo caliente y demasiado desnudo para dejar de notarlo, solo lo suelto para acomodarme y arrodillarme entre sus piernas. No pierdo tiempo en detalles, le quito la tapa al frasco y mientras beso su pecho me coloco una porción en los dedos. Él no está muy contento que digamos, lo conozco bastante bien para notar que algo le incomoda, pero es esa clase de enojo infantil que le ataca a veces. Las comisuras de sus labios se curvan ligeramente hacia abajo y su ceño fruncido es el mejor símbolo de su encaprichamiento.

He hecho esto antes así que tengo experiencia y se lo que hago, aunque a mis novias no les gustaba mucho la idea. Es por eso que no me importan sus protestas silenciosas, incluso me resulta un poquito gracioso, pero no me puedo reír abiertamente.

Voy a hacer las cosas mejores para él, porque más allá de lo divertido en su actitud, no hay ni que pensar en que no va a disfrutar esto.

Beso su pecho de la forma que he aprendido que le gusta, suavemente, dando pequeñas lamidas de vez en cuando y succionando sus tetillas. Estoy acostumbrado a hacer más por mi pareja que por mí mismo, por eso estoy molesto conmigo y mi falta de control de esta noche. Sé que está descontento con mi dedo que se entromete en su cuerpo, pero la operación distracción está surtiendo efecto. Y voy a mejorar la oferta varios niveles.

No me detengo demasiado tiempo en su estómago, a diferencia mía esta zona no le mueve un pelo. Apenas doy un par de besos sobre el hueso de su cadera y continuo con lo que importa. Acaricio su pene y lo sostengo firmemente para llevarlo a mi boca, en el momento que cierro los labios sobre él y jugueteo para humedecerlo me permito penetrar más profundo.

Creo que esto funcionaria de maravilla conmigo, una cosa a cambio de otra. Mientras el servicio por delante sea bueno no se reciben quejas de lo que pasa en la parte trasera del establecimiento. Wolfram parece estar de acuerdo, me toma por la cabeza y me empuja para que lo trague hasta el fondo.

Oye, ¡aun soy inexperto en esto! A pesar de su brusquedad continuo como puedo. Respiro por la nariz trabajosamente, no por la boca ocupada, sino por la creciente excitación que me llena el pecho subiendo y bajando. Mis caderas se calientan de nuevo y mi entrepierna cosquillea, mi pene se contrae un par de veces de forma provocativa. Tengo que controlar la fuerza con la que penetro con los dedos.

Dios, si va a ser así de rudo en la cama espero que esto le guste lo suficiente para repetirlo siempre del mismo modo… o va a matarme si luego lo intentamos de la otra manera y lo hace tan fuerte. A pesar de que no me puedo declarar fanático de la idea, tan solo pensar en él meciéndose sensualmente me hace atragantar un leve gruñido en la parte trasera de mi garganta.

Me concentro en mi otra mano, estoy haciendo demasiado al mismo tiempo y necesito avanzar. Incluso si no me atreví a tocarme así mientras me masturbaba, no significa que no se un par de cosas acerca de esto, después de todo sería negligente no estar enterado de que pasa con mi propio cuerpo. Es un punto a favor de ser dos hombres, se exactamente cómo funciona todo.

Continuo el sexo oral con un movimiento estándar que lo deja contento y aprovecho que está relajado para penetrar con otro dedo aunque aún siento la resistencia de sus músculos. Las cosas son más fáciles luego de eso, me siento tentado de observar su expresión en este momento, pero creo que sería más incómodo que de ayuda. No pediré más de lo que ya me ha ofrecido, me siento afortunado de que me eligiera a mí para su experimentación sexual, o lo que sea.

Luego de un rato de relajarlo, arqueo los dedos hacia arriba pasando la yema con firmeza por dentro, mi primer impresión es que está bien porque al volver a palpar la zona más rígida que acabo de encontrar se retuerce. Pero no dura mucho, mi insistencia hace que se levante de golpe y me aleje de su cuerpo mientras suspira y se relame los labios. Lo veo más agitado de lo que pensé que podría conseguir que se ponga.

Mi expresión en este momento parece preguntar si algo va mal, y él me responde aunque no he hablado. —Estaba cerca… No puedo aguantar si lo tocas también por dentro.

No necesito más explicaciones, me levanto y le doy un beso rápidamente sobre su pectoral y luego otro más sobre los labios. Mi gesto cariñoso improvisado no es tan efectivo, incluso si nos llevamos muy bien siento que algo es extraño, la realidad es que no tengo idea de cómo tratar a mi amigo como mi pareja.

Estiro la mano hacia la mesilla mientras me recuesto a su lado y tomo uno de los condones. Si dijera que no estoy nervioso estaría mintiendo, pero tengo la suficiente experiencia para ignorar los fuertes latidos de mi corazón y la sensación de vacío en la boca del estómago. Sintiéndome un idiota me acerco a besarle despacio, lo necesito, no puedo pensar en la idea de estar con alguien sin un abrazo o un beso.

Wolfram no me presta tanta atención como me gustaría, pero tiene razón, el simple hecho de necesitar condones interrumpe el momento y enfría las cosas, no necesitamos dar más rodeos.

Se voltea, no cuestiono la posición que elige y paso mi mano libre por debajo de su cintura para acariciar su estómago. Como he hecho eso él levanta las caderas un poco, está en la posición justa para que me acomode entre sus nalgas. Le acaricio y penetro con los dedos mientras mordisqueo su omóplato, no puedo ver la expresión de su rostro porque está inclinado completamente hacia el lado opuesto, pero me gustaría.

Los mechones de pelo dorado son suaves y le cubre la parte trasera del cuello, me abro espacio con la nariz y lo beso tras la nuca a la altura del nacimiento del cabello. Me estoy calentando mas solo al sentir que mueve las caderas hacia atrás, aprieto con fuerza una de sus nalgas y las separo mientras muerdo su hombro y gruño.

Me ayudo con la mano a penetrar, lo froto contra su cuerpo y me acomodo en el lugar justo. Me relamo los labios nervioso y me es imposible no morder con un poco más de fuerza mientras entro. Ahnm, se siente tan bien, no podría estar más excitado que esto. Llamo a la paciencia y el autocontrol, necesito dejar de fantasear con urgencia. Como soy simple, me resulta fácil no pensar en más nada. Soy de mente sencilla.

Lo siento gruñir cuando quito la mano y empujo más adentro. —Más despacio —me dice en voz baja, al hablar hacia el otro lado se escucha más lejos.

Paso una mano por su muslo acariciándolo y aunque no quiero me retiro de su cuerpo, lo siento relajarse notablemente y me pregunto qué clase de expresión debe de tener. ¿Está muy mal? ¿Es desagradable? No creo que sea simple soportar dejarme hacer esto. Desde mi punto de vista va en contra de todo lo que es Wolfram, él es tan orgulloso y mandón que no puedo creer que deje que alguien como yo lo someta a nada.

Es más fácil guiarme con una mano y mantenerme a raya de ese modo para no forzarlo tanto. Lo hago despacio y nos acomodamos mejor de costado. Abre más las piernas y me permite más acceso.

—¿Te duele? ¿Molesta?

Lo veo por el rabillo del ojo como me mira por sobre el hombro y luego deja caer la cabeza hacia el otro lado sobre la almohada. Su expresión no era del todo sexy, pero espero poder ver algo como eso en algún momento durante esta noche.

—No, en realidad no duele, aunque uno esperaría que si duela. —No puedo entender si está bien o no, pero siento como su cuerpo opone resistencia y eso debe ser molesto. Para mi es jodidamente provocativo, no puedo apresurarme pero al empujar me encanta la sensación tirante y apretada.

Ah, Wolfram, ¿por qué me haces sentir de esta manera? Me gustas, me gustas mucho. Mierda, ¿Por qué no puedo decirlo en voz alta? Apoyo la frente contra su espalda y cierro los ojos, penetrarlo es un poco más fácil luego de moverme un rato dentro y fuera lentamente. Con mi mano libre aprieto su trasero. Suspiro, no sé por cuanto tiempo voy a poder contenerme de ir hasta adentro, siento mi voz atorada en la garganta. Está muy caliente, el cosquilleo llega hasta la parte baja de mi ingle mientras una sensación fría palpita sobre mis lumbares.

Es complicado no jadear cuando puedo comenzar a menearme normalmente. Entre todas las interrupciones del día de hoy me vi frustrado varias veces, tal vez soy un poco masoquista, porque me gustaba sentirme provocado pero tener que esperar un poco más de tiempo para esto mientras él estaba en casa. Pensaba aprovechar esas pequeñas frustraciones para aguantar ahora, pero no está funcionando como esperaba. La parte buena es que estoy tan caliente que se ha levantado fácil y rápido todas y cada una de las veces. La parte mala es que… estoy muy caliente.

No puedo soltar su cuerpo, aprieto mi mano con firmeza obre su cadera para que con el sudor de mi palma no se resbale y empujo con un poco más de fuerza. El brazo que tengo debajo de él se entumece así que lo paso por debajo de su cuello y cuando él se gira un poco tomo su rostro volteándolo para besarlo.

No podemos seguir en esta posición, pero haberlo visto a los ojos me ha dado coraje para preguntar: —¿…te gusta?

—Está bien —su respuesta se demora un momento. Sé que eso y la forma en que lo ha dicho significan que no está tan bien como podría estarlo.

—¿Quieres cambiar de posición? —más que una pregunta es una decisión. Me separo y espero que se dé la vuelta para colocarme encima de él.

No tengo idea de si así está bien o está mal, no soy un experto en posiciones para el sexo gay, ¿pero tal vez no sea fácil penetrar así…? No lo sé, y él no dice nada tampoco. Wolfram me deja acomodarme sin mediar palabra y por su rubor creo que no está cómodo con verse tan expuesto. Estoy demasiado excitado para pensar en sentir vergüenza, pero él no lo está tanto. Entro de nuevo y me apoyo con ambas manos por encima de sus hombros. Creo que lo confiado que me hace sentir esta posición es proporcional a la expresión de incomodidad que veo en él, no se demora en rodearme el cuello y hacerme inclinar más cerca para besarlo.

Me gusta esto, se siente bien, meneo las caderas disfrutando las sensaciones mientras dejo que me guíe con la lengua y los labios. Me apoyo sobre un codo y con la otra mano sostengo su pierna, mi pulgar se calva en la carne suave junto a su ingle y penetro hasta el fondo un par de veces. Yo me derrito de goce, pero su gruñido no ha sido de placer. Wolf me aleja enseguida con una mano sobre mi estómago y parece decidido a hablar todo lo que tenga que hablar.

—No me gusta así, duele si vas hasta el fondo, la otra posición es mejor —él es igual que yo, no espera respuesta y simplemente cambiamos.

—¿Te duele? —pregunto más preocupado, no está bien que duela nada. Como ya se ha dado vuelta entierro mi nariz en su espalda. Mi tono de voz es el de alguien que echaría todo por la borda ahora mismo si él me dice que no quiere continuar. Suena más cercano al tono de voz del tonto yo de siempre.

Wolfram toma un respiro y siento como su pecho se hincha, su voz es más suave y menos áspera que recién. Voltea a mirarme y veo que su ceño ya no está fruncido y sonríe levemente.

—En esa posición sí, pero solo si lo haces con fuerza. De este modo estuvo mejor, no importa como lo hagas.

Mejor no suena bien.

No estoy para nada conforme con "mejor", y se nota mucho porque él voltea para tomar mi rostro darme un beso rápido para calmarme. Es un beso corto y cariñoso antes de observarme a los ojos de cerca y hablar.

—Mira el lado bueno, al menos no lo odio. No puedo decirte que me encanta esto, y de hecho es complicado acostumbrarme, pero no está mal. Me gusta estar contigo, eso es lo que importa, ¿no te parece?

Estoy algo conmovido, tengo un nudo en la garganta pero ahora parece que las cosas funcionan y la calidez invade mi pecho. Lo abrazo un poco más fuerte, pero no quiero ponerme demasiado sentimental. Mierda. La tensión se acumula en mis pulmones cuando contengo la respiración para controlarme, soy demasiado blando.

Desciendo una mano y tanteo su entrepierna, está suave, pero por alguna razón en vez de decepcionarme me siento esperanzado. Me gustaría chuparlo y complacerlo de ese modo pero no es recomendable cambiar de posición de nuevo. Lo masturbo suavemente y me olvido por completo de recibir o no algo a cambio.

Obtengo una buena respuesta mientras él se inclina y paso mis dedos por sus testículos, solo dejo de tocarlo para ayudarme rápidamente a ponerme en posición y penetrar su cuerpo de nuevo y vuelvo a las caricias de antes. La mano de Wolfram se coloca sobre la mía pero no para detenerme, sostiene mi muñeca y me acaricia hasta mis dedos sin interferir. Siento su excitación y la mía propia revolotea en mi interior.

Él echa su cabeza a un lado exponiendo más el cuello y lo beso mientras intento observar su rostro, apenas puedo ver sus labios entreabiertos pero puedo imaginar cómo se ve. Cierro los ojos y continuo penetrando lenta y erráticamente, la fantasía de que él disfrute que se lo estoy haciendo es demasiado fuerte.

Usualmente no soy tan cariñoso con mis parejas las primeras veces, tiendo a ser muy distante aunque mi naturaleza es lo opuesto. Justamente por eso soy frio, porque en el fondo tiendo a encariñarme demasiado y me molesta demostrarlo abiertamente.

Pero no puedo controlarme en este momento.

Reparto varios besos pequeños por sus hombros y acaricio su estómago ahora que su propia mano ha tomado mi lugar y acaricia su erección. No puedo tocarlo mientras el vaivén de mis caderas interrumpe mis movimientos. Mi mente esta en otro lugar, el calor de su cuerpo transpirado me hace derretirme, mi propio aliento me golpea en el rostro mientras jadeo. Vuelvo a besarlo de la misma manera una y otra vez.

La respiración acalorada de Wolfram se corta por una leve risilla resoplada y luego habla en voz baja. —¿Te has puesto cariñoso?

Incluso si no se está burlando, si tan solo ha sido un comentario, sus palabras me golpean con fuerza sobre el lado izquierdo de mi pecho.

Por alguna razón duele, aprieto su piel transpirada con los dedos y trago saliva. ¿Soy tan idiota? Tal vez no debería sentirme así tan pronto, pero mi pecho aprieta. ¿Qué estoy haciendo? No puedo forzar mis sentimientos en él solo porque somos un poco más íntimos. No sé ni siquiera que estoy pensando, porque no sé qué es lo que siento ni lo que quiero.

Apoyo la frente en su hombro y mi cabello húmedo se me pega a la piel. He cambiado de actitud ciento ochenta grados y sé que él lo nota. No hay más comentarios. Que el sexo sea sexo y nada más, al menos por una vez.

Hemos estado jugando, explorando y probando cosas por un largo rato. He sido considerado pero ya no puedo parar, tanteo el terreno meneando mis caderas con más fuerza. Observo como mis piernas y mi ingle se pierde contra su trasero con una mano sobre sus costillas y la otra alrededor de su cuello y su hombro. Lo tengo atrapado y me encanta, realmente puedo disfrutar un poco de poder sobre él.

Respiro por la boca rítmicamente, me relamo los labios secos con el ceño fruncido y siento la garganta seca. —¿Te falta mucho?

—Sí. No… no lo sé. Pero sigue así. —su respuesta errática me pone, su voz se corta por el golpeteo de mi cuerpo contra el suyo. Estoy al límite.

Perdón por no poder controlarme…

Tironeo de su cuerpo, lo apretujo y empujo con fuerza. Estoy a punto, al borde del abismo y desesperado porque suceda. Jadeo y gimo, lo aprieto con fuerza y le doy fuerte, rápido. Enseguida siento la oleada de placer cuando al clavarme en él mi pene se contrae con fuerza y largo, una, dos, tres o hasta cinco veces, quien sabe. Respiro agitado y no puedo pensar más que en seguir hasta que me derrita por completo en el placer que me otorga esto.

Mi voz tiembla entrecortada sobre su hombro cuando suspiro y pegando la nariz contra su oreja jadeando palabras incoherentes. —¡A-anh… oh, si…!

Espero que mi momento sexy haya generado algo en él que le ayude a llegar al límite, pero aun siento el estremecimiento de cómo se toca. No tengo fuerzas pero igual hago un ofrecimiento mientras aprieto su cadera con mi mano sudorosa, su cuerpo se siente demasiado caliente, o tal vez son mis palmas son las que están hirviendo.

—¿Quieres que te termine con la boca? —le digo en voz baja contra su oído torpemente.

—N-no… estoy muy cerca. —Su voz ronca es muy sexy, empujo las caderas hacia adelante por reflejo. El clímax ha pasado pero aún estoy algo duro, mantengo mi pelvis pegada a su trasero y vuelvo a empujar. Me gusta estar dentro.

Beso su espalda y aunque no coordino y tengo más ganas de quedarme quieto que continuar sigo meneándome mientras acaricio su cintura y los lugares que espero sean sus favoritos. Él me ha dicho que su punto débil es la espalda y el pecho, pero no ha dado detalles. Acaricio una de sus tetillas mientras entierro la cara en su omoplato y relamo con fuerza la cavidad bajo el hueso.

Le toma un tiempo pero comienza a agitarse mientras acompaño sus movimientos con énfasis, su respiración se vuelve errática entre los jadeos y por fin lo escucho gemir con fuerza. —Me vengo… ya, ¡a-angh, Dios!

Me gustaría escucharlo así mientras lo penetro sin haber llegado al orgasmo, aun duro y empalmado. La realidad supera mi fantasía, no puedo evitar comenzar a sonreír estúpidamente contra su piel mientras ambos temblamos. Cuando él me mira por sobre el hombro también sonríe de la misma manera sin poder contenerlo. No necesito que diga nada, me alcanza con saber que el sexo ha sido bueno para sentirme tranquilo.

Estoy sumamente feliz. No por echar un polvo… o tal vez sí… Bueno si, lo del polvo me hace muy feliz. Pero lo que me hace estremecerme y me llena de preocupación así como alegría es este estúpido sentimiento en mi pecho.

Intento calmarme y continúo con lo que tengo que hacer aunque no quiero, me separo de su cuerpo muy a mi pesar y la conexión cálida se rompe por completo. No tengo que pensar, lo mejor ahora es no pensar en nada. No pienses Yuuri. Estás débil.

Me quito el condón y lo anudo mientras miro de reojo como Wolf se pasa una mano por el cabello aun agitado, se me van los ojos hacia su mano manchada y su erección a media asta.

El dorso de su otra mano roza mi brazo para llamarme y vuelvo a la Tierra. —¿Tienes algo a mano para limpiarme?

—Sí, hay papel en la cajonera. Ahora te lo alcanzo.

Aprovecho para sentarme en el borde de la cama y tirar el condón al tacho. Esta vez mis pies en el piso no me sirven como polo a tierra. La falta de calor humano de repente me hace sentir muy solo. Le alcanzo la caja de pañuelos y debato que hacer, si vuelvo a recostarme no creo conseguir lo que necesito justo ahora.

Observo en blanco como se limpia y no estoy contento, todo me resulta mecánico y sé que si me acerco obtendré un abrazo o un beso, pero por alguna razón… ¿no parece ser suficiente? Como si supiera que en el fondo él no está sintiendo lo mismo que yo justo ahora. Veo que ha disfrutado el sexo pero…

Me pongo inquieto, estoy incomodo en compañía de Wolfram ahora mismo. Necesito salir de la habitación un momento.

—¿Quieres algo de beber? —mi pregunta es un poco abrupta y lo interrumpo, él titubea.

—¿Cerveza?

Sé que no tengo más, pero agua o cualquier otra cosa estará bien. Asiento con la cabeza y me paro.

—Iré a buscar. —No necesito decir nada más, es una buena excusa y me dará un pequeño momento a solas.

Estoy apresurado por salir pero cuando giro hacia la cocina el espacio que me queda es pequeño. Si me hubiera tomado mi tiempo para caminar hubiera tenido un par de minutos extra.

Abro la heladera y el frio golpea mi cuerpo. Me pongo en cuclillas y lo siento en el rostro, es doloroso al estar cerca, pero igualmente agradable. Me calma un poco.

No sé qué me pasa. ¿Por qué tengo que ser tan idiota?

Miro la nada dentro de la heladera mientras pienso.

¿Cuál es mi problema? ¿De qué estoy tan asustado? Hacerme preguntas a mí mismo es en vano, lo que pasa es que no quiero que él se burle de mí, no quiero ser rechazado. Solo fueron unos besos, un par de noches… Incluso menos que eso, en realidad solo fue una noche y acaba de pasar. ¿Por qué tengo que ser así de dependiente? Siento que he retrocedido en vez de avanzar, los recuerdos los errores en mis relaciones pasadas se reproducen en mi mente como una película.

Me froto el rostro frustrado mientras gruño y me concentro en mis alrededores, ya no recuerdo que venía a buscar. Ha pasado un rato desde que estoy aquí haciendo nada. No hay ruido en la habitación, pero si no me apresuro lo único que voy a lograr es incomodarnos a ambos. Tendré que pensar más en todo esto cuando esté realmente solo, no ahora que tengo un invitado en casa. No puedo hacerle pasar un mal momento en casa ajena.

Hay una botella de té en la puerta, la tomo y me doy la vuelta rápidamente para volver a la pieza.

—¡Uwhaa! —El plástico golpea el piso cuando aflojo el agarre y la botella cae de mi mano, la parte trasera se machaca contra la losa con un ruido seco de quiebre, sé que ya no podrá pararse de nuevo.

—¡M-me asustaste! —me reprocha exaltado Wolfram, observándome mientras me apresuro a recoger torpemente lo que tiré.

—¿Yo te asusté? ¡Mi corazón esta desbocado! Si fuera viejo me hubiera dado un paro cardiaco.

Con la mano sobre el pecho siento el rebote de mi pobre corazón. Él no está ni muy cerca ni muy lejos, pero encontrármelo de golpe al estar con la cabeza en las nubes fue demasiado sorpresivo. ¿Cómo hizo para llegar aquí sin hacer nada de ruido? Shinobi Wolfram… da miedo.

—No quería asustarte, pero te diste la vuelta y gritaste de repente, ¡por supuesto que voy a asustarme si me gritas en la cara!

Hago una mueca mientras me acostumbro a los súbitos pulsos que se van calmando de a poco.

—No hay cerveza, hay té helado.

—Té está bien.

Sé que tengo que hacer algo ahora, pero no soy bueno para esto y se vuelve obvio que la situación es por alguna razón incomoda. Él no sabe porque, pero me observa fijamente. Wolf es muy perspicaz, aunque a veces suele guardar silencio y no lo demuestra.

La botella cruje en mis manos, debería buscar dos vasos…

—¿Pasa algo? —su voz me saca de mi ensimismamiento y me sorprende con una mano sobre mi brazo. Doy un respingo leve ante el toque.

Debería decir que no pasa nada y restarle importancia. Tengo que decir que no pasa nada. Pero la sinceridad me supera por alguna razón.

—No lo sé…

Mi voz es baja pero sé que me ha escuchado perfectamente aunque guarda silencio. No tengo el valor para verlo a la cara en este momento, así que fijo la vista en el piso y sus pies descalzos.

Estoy esperando que diga algo pero no lo hace. Sonrió levemente porque no sé exactamente qué es lo que tanto quiero que me diga. No podría sentirme más idiota.

—Está bien.

Levanto la vista rápidamente al escuchar su tono de voz, vuelve a mí la imagen que me quedo grabada en las retinas afuera de la puerta del bar.

—¿Quieres que me vaya?

—¿…Qué? —Se me humedecen los ojos de repente, no sé si por pensar que podría vestirse e irse ahora mismo, o por darme cuenta de que lo estoy lastimando de nuevo.

De ser así, él no parece que quiera reprocharme nada. Sonríe dulcemente aun con la mano en mi brazo y me mira a los ojos mientras yo me pierdo en ellos por completo.

—Si te parce mejor pedo irme ahora.

—¡No! ¡No quiero que te vayas!

Si hubiera habido lágrimas, ya no están, estoy demasiado enojado para eso. Me volteo dejando la botella recostada en la mesa y aprieto el brazo con el que me estaba tocando con fuerza.

—No quiero que te vayas. Por el contrario… Eh, es solo que… no lo sé. No sé cómo me siento, es frustrante. Soy un asco para esto.

Me froto la frente molesto. Él no parece saber qué hacer, solo repite lo mismo que antes en un tono que no es triste pero que tampoco es natural.

—Está bien…

Me inclino hacia él cuando decide acercarse y me abraza. Me siento tan estúpido que dudo en corresponder, pero tenerlo cerca es exactamente lo que quiero. ¿No es así? Rodeo su cintura con fuerza y entierro la nariz en su cuello mientras chasqueo la lengua frustrado por no poder actuar normal. Tenemos la misma altura pero él pareciera ser más ancho de hombros así que sus brazos alrededor mío son contenedores. Esto es lo que quiero, que me sostenga con fuerza contra su pecho y no me suelte.

—Puedes llorar si quieres —me dice titubeante—, aunque no tengo nada para decirte… y me vas a poner triste a mí también si tú lo haces. Pero aun así, siempre puedes contar con mi hombro para eso.

Todo es tan incómodo que me da gracia. No puedo imaginar a Wolfram llorando, pero por su tono de voz veo que está conmocionado. Mi risa corta un poco con el momento de mierda.

—Se nota que no sabes que hacer. Eres malo con este tipo de cosas.

—¡No soy tan malo!

Su típico tono ofendido me gusta. Volteo la cabeza y busco su boca, me escapo de su agarre bruscamente para pasar los brazos por encima de sus hombros y tomar su cabeza. No me contengo y lo beso con ganas, respiro agitado pero no me detengo mientras muerdo y succiono suavemente sus labios. Acaricio su cabello y su cuello. Se siente cálido, suave y firme. Todo su cuerpo es firme, y yo me siento como gelatina. Soy débil. Solo fue una noche, pero él podría doblegarme con tan solo un dedo.

Si me acariciara suave y me dijera palabras bonitas. Si me abrazara y besara mi cuello y me dijera que me quiere… Entonces caería duro. No tengo escudos como para defenderme de eso. Caería rendido por él en un instante, porque soy un idiota. A pesar de que soy un adulto, y que sé que a veces el sexo es solo sexo, simplemente no puedo… Necesito más. Soy muy egoísta.

Me separo de él avergonzado de lo desesperado que me estoy mostrado. No sé si quiero llorar, pero con lo patético que debo verme seria solo parte del paquete. Lo único que estoy haciendo es poner presión sobre mi amigo porque me siento terriblemente solo.

—¿Te molesta esto? —Me siento mal por preguntar, no quería hablar mucho de esto justo ahora, pero necesito saber.

Todo este tiempo tuve miedo de la respuesta. Igual que tuve miedo que no le gustara estar conmigo en la cama. Parece que Wolf navegaba en su mente en algún lugar lejano, o no tiene idea de que es lo que pasa por la mía.

—¿Eh? ¿Qué cosa? ¿Qué si me molesta que?

Ah, estamos desnudos. Lo recuerdo solamente cuando siento que ambos estamos un poco duros. Al menos me hace sentir mejor que no soy el único que se pone así solo por un beso cuando apenas acabamos de hacerlo.

—Esto… —repito mientras acaricio su clavícula y su pecho.

He estado acariciándole por un largo rato. Siendo que he explotado. No creo que importe ya, es lo mismo que hice en la cama y tuve que parar. Si fuera por mí lo llenaría de besos y dejaría que me acaricie hasta desmayarme del sueño para dormir pegado a él.

—Que yo sea… —me cuesta largar las palabras, no sé si debería decir "idiota" en vez de—, demasiado cariñoso.

—¿Qué? —Wolf duda, pestañea y frunce el ceño. Parece que aún no volvía del todo a la Tierra aunque está parado tan firmemente sobre el piso de cerámica de mi cocina como para que yo pueda usarlo de sustento—. Pero eso me gusta. ¿Qué tiene de malo ser cariñoso?

—No lo sé, ¿no es raro…? Apenas nos conocemos y eso…

Wolfram me mira entornando los ojos y me reprocha. —Nos conocemos hace como un año. Y nos vemos todos los días en el trabajo.

—Ya no —le recuerdo, cuando se da cuenta de que eso es tiempo pasado frunce los labios y resopla por la nariz.

Su tono cambia rápidamente restándole importancia. —Pero eso pasó por esto, así que está bien, es un cambio necesario. El punto es que no sé de qué estás hablando, nos conocemos hace mucho, no es como si nos conocimos esta misma noche en un goukon.

—Pero... —De repente siento que ya no tengo argumentos. ¿Por qué? Él siempre me gana todas las discusiones y eso me frustra mucho. Oh no, me tiembla la lengua y sé que se avecina otra vez eso. La música fluye en mi cabeza, ha comenzado—. Pero hay gente a la que le parezco molesto. Pasamos una noche, sonrió demasiado, me encariño demasiado, llamo por teléfono todos los días, muchas veces por nada, hago planes para ir a cenar sin preguntar y… y… ¡No lo sé! ¿Es demasiado para una primera cita? ¿Vas a comenzar a colgarme el teléfono rápido, no responderás mis emails, me empujaras cuando te abrace mucho, vas a hacer caras cuando te bese muchas veces en el rostro porque es molesto? ¡Y probablemente el día que sea la cena tengas algo más importante que hacer y me eches la bronca por hacer planes sin preguntar! Además, me pongo caliente todo el tiempo y no te gusta tanto hacerlo… Pero a mi si, así que voy a comenzar a hacerte sentir presionado y… y… ¡No lo sé!

La cantidad de información es abrumadora, él debe estar tratando de proyectar la película en su mente. Esta vez en la cartelera para esta semana el estreno es la Marcha Turca del amor.

Wolfram abre la boca y mira el techo, se queda así un momento contemplando la nada y luego mueve las cejas y ladea la cabeza de forma graciosa antes de espabilarse y responder.

—Primero, los martes y los jueves no puedo, por si no lo recuerdas, estoy cursando. Además, ni siquiera estamos a medio mes pero ya estoy corto de dinero, así que la cena la pagas tú. Segundo, ¿crees que no sé cómo eres? Si te gusta algo sonríes demasiado, balbuceas demasiado, haces morisquetas, hablas sin parar y sin respirar… Aunque nunca me habías hecho eso de acribillarme con sinsentidos con tantas ganas, ¡pero ya me lo habían advertido antes! Y aunque no me lo hubiera dicho, siempre haces cosas parecidas… ¡Pero eso no es lo que importa! No me gusta hablar tanto por teléfono pero si tienes tantas ganas está bien, aunque no todos los días. No veo nada de malo con los emails, me parece más cómodo que una llamada para hablar de cualquier cosa. Y respecto a lo demás, eres demasiado lindo para decirte que no si te pones cariñoso. Y me gustas, así que por supuesto que me gusta que la persona que quiero me preste atención. El sexo también está perfecto, si necesitas tanto saberlo.

Solo hay una cosa que se repite en mi mente después de todo eso, a pesar de que estoy anonadado porque es la primera persona que responde a todo lo que he dicho cuando me pongo así.

—¿M-me quieres?

Soy demasiado tímido y sueno demasiado estúpido, además debo estar ruborizándome, ¡pero es que me ha tocado! Me alegro un poco de que Wolfram se quede sin palabras y también se le suban los colores. Me ha estado sosteniendo los brazos para que no me mueva mientras retrucaba mi monologo, pero ahora parece que ya no está tan confiado. Aleja un poco su rostro del mío y se pasa la mano por los labios algo nervioso.

—Mmh, si, te quiero —lo dice demasiado rápido y demasiado bajo, y luego me cambia de tema rotundamente. No puedo evitar notar como evidentemente cambia la atención de vuelta hacia mí—. ¿Pero porque estabas suspirando mirando la heladera? No vas a poder congelar tus problemas o dejarlos dentro.

—No estaba suspirando.

—Aunque no lo hicieras realmente, así es como se veía. —Él me analiza y toma mi rostro con los dedos, su brazo alrededor de mi cintura mantiene mi estómago pegado a su cuerpo. El piso está frio pero su cuerpo es cálido—. Explícame una cosa, ¿por qué un hombre atractivo como tú tiene tan baja autoestima? Realmente no te comprendo, y aunque a veces creo hacerlo, luego me demuestras lo contrario.

¿Atractivo? ¿Soy atractivo? Esa no es una palabra que usaría para describirme a mí mismo si alguien me lo pidiera. Si tuviera que elegir, diría que Wolfram es la clara definición de atractivo. El tipo de persona por la cual los fotógrafos se matarían entre ellos por tenerlo como modelo, o incluso los pintores querrían retratarlo si o si antes del final de su carrera.

—No soy tan atractivo… —murmuro luego de pensar un momento, pero no tengo otra respuesta para sus comentarios.

—Eres un buen hombre, Yuuri. Te mortificas solo por la opinión de una persona o dos. No sé qué es lo que estás pensando, pero sé que tu última relación no salió muy bien que digamos. Si eso es lo que te preocupa, solo puedo decir una cosa sobre esa mujer: que se joda. Ella se lo pierde. Si es el tipo de mujer que luego llorará por un hombre que no la trata bien, entonces se lo merece por tomar malas decisiones. Y si no, simplemente es que no eran una buena pareja el uno para el otro. Sea como sea, no creo que tú tengas la culpa de nada realmente. ¿Acaso no se dieron cuenta rápido que no se llevaban bien? Ni siquiera tuviste tiempo para realmente cometer errores serios.

Está tan seguro de sus palabras que no puedo retrucar. Acepto su beso y siento su nariz rozar mi mejilla antes de que hable de nuevo más cerca.

—Y yo salgo ganando en todo esto, me quedaré con todo lo que no quiso.

Sus palabras me encienden, el calor sube de golpe a mi cabeza y otra sensación caliente baja por mi estómago hasta mi ingle. No sé si me pone caliente o me avergüenza.

Su tono cambia a uno completamente casual pese a lo que me acaba de decir.

—Tengo frio, vamos a la cama de nuevo, prefiero hablar ahí antes que seguir parado aquí sobre la loza.

—No hace tanto frio —comento de la misma manera casual, necesito cortar un poco con mi actitud anormal o me sentiré muy incómodo.

Cuando entro a la cama y meto las piernas dentro de las sabanas me doy cuenta de lo equivocado que estaba, mi cuerpo está frio y el calorcito que empieza a generarse al no estar solo es sumamente placentero. Seguramente en un rato será aún mejor. Sin pensarlo, me arrimo más al cuerpo de la persona junto a mí, Wolfram enreda las piernas con las mías y se queda apoyado boca abajo sobre las almohadas.

Incluso si esta es mi cama en mi casa, e incluso si estamos desnudos, a mis ojos este es el amigo con el que iba a almorzar todos los días a algún restaurante cerca del edificio de oficinas. No sé bien que decir o que hacer, pero ya no me siento nervioso. Tampoco entiendo bien cómo es que pude llegar a sentirme incómodo con él hace un rato.

Hay muchas cosas que rondan mi mente, pero lo observo esperando curioso que es lo que me va a decir. Su mano toca mi hombro por debajo de las sabanas, tiene los dedos calientes. Me acaricia la mejilla y la sostiene cuando se acerca a besarme. Me gusta esto, no es un beso subido de tono aunque su lengua acaricia mis labios y me provoca con esa sensación de suavidad excitante. Podría continuar eternamente. Parece que a él también le gusta porque sigue durante un largo momento sin prisas.

Antes de que pueda decidir tirar la conversación por la borda y meterle mano nos separamos. Oh, bueno, tenemos todo el tiempo del mundo para lo otro, ¿verdad? Mi curiosidad aflora de nuevo y me siento más interesado en conversar un rato.

—¿Cuándo comencé a gustarte? —Pregunto apoyando la cabeza en la almohada, no he aguantado las ganas de curiosear sobre eso—. Desde hace mucho que quiero saber.

Obviamente mi audacia y lo directo de la pregunta, sumado a que ahora estoy tranquilo y puedo actuar como si no hubiera pasado nada, lo toman un poco por sorpresa. Parece que puede jugar el mismo juego que yo de hacerse el duro, siendo así esta conversación va a ser más relajada de lo que podría esperarse.

—A decir verdad, no lo sé.

—¿Cómo puedes no saberlo? Tiene que haber algo, incluso si durante un tiempo no pasaba nada luego debería haber cambiado algo. Es eso lo que quiero saber. ¿Es desde hace mucho, cuando nos conocimos?

—La primera vez que te vi pensé que eras un idiota.

¡Que directo! Y lo dice tan campante como siempre. Este tipo siempre es brutalmente honesto, no sé si decir que sea una desventaja en la vida tal como lo es mi Marcha Turca o no.

—¡¿Idiota?! Si le dices eso a una persona que acabas de decirle que le quieres, ¡no imagino que le dirás a alguien que quieres mucho!

—Eso no tiene nada que ver con ser honesto, ¿por qué te mentiría si te quiero? Además, estoy hablando de hace mucho tiempo, no es lo mismo que ahora. Las opiniones cambian, ¿o no?

—Bueno, tal vez tienes razón, siendo que yo creía que eras un bastardo egoísta, estirado y orgulloso. Lo de orgulloso no ha cambiado, y en realidad no estoy seguro sobre lo de egoísta, pero no esperaba que fueras un tipo simpático.

Ah… creo que me he pasado, es la maldición de mi lengua floja. No se ve muy contento que digamos, sus fosas nasales se ensanchan cuando algo le disgusta y entorna los ojos. Lo mejores cambiar el tema un poco.

—¿Pero de cuando estabas hablando? ¿De cuándo trabajábamos en el mismo equipo? No creo que lo recuerdes, pero incluso nos cruzamos una vez en los ascensores de planta baja antes de que te presentaran en mi piso.

—Recuerdo eso, pero la primera vez que te vi fue un poco antes de eso.

Eso me toma completamente por sorpresa. —¿Antes? ¿Enserio?, ¿cuándo? No recuerdo conocerte de otro lado, y créeme que viéndote como te ves, lo recordaría.

—No antes de otro lugar, fue ese mismo día, apenas antes de que me vieras. Estaba en el lobby cuando entraste y te llevaste por delante los molinetes. Entraste corriendo apresurado y trastabillaste, pensé que sería todo un espectáculo cuando cayeras al piso, pero en vez de eso tomaste el maletín en el aire y te recompusiste rápido. De hecho, impresionó un poco. No esperaba que tuvieras esos reflejos viéndote tan torpe.

—¡¿Me estabas viendo?! ¡Pensé que nadie me había visto hacer el ridículo ese día!

Wolfram sonríe divertido, sus ojos están brillantes y sus dientes son una linda linea blanca resplandeciente. —Sep, estaba viendo, ¿no era lo que querías? ¿Qué alguien te viera en secreto atajar el maletín? Actuabas como si quisieras eso, cuando tu pirueta salió bien te pusiste todo correcto de golpe y actuabas como un señor ingles orgulloso.

Es irónico verlo hacer el gesto de acomodarse la corbata con decoro cuando no tiene ropa puesta.

—Basta, yo no hago eso.

—Si lo haces, siempre que esperas que alguien te esté mirando.

Bueno, tal vez tiene algo de razón, no puedo discutir mucho porque es verdad que a veces me gusta intentar lucirme un poco.

—Pero no esperaba que me estuvieras mirando.

—Te veías como uno de esos comediantes idiotas japoneses de la TV, pero a la vez algo avispado. Siempre haces eso, no te entiendo. Me gusta tu rostro porque es raro, siempre estás haciendo muecas estúpidas, luego te pones serio, pareces bueno, luego malo, luego tonto, luego inteligente. No tiene sentido. Me costó mucho comprenderte, eres completamente contradictorio.

—…No estoy realmente seguro de si estás alagándome o insultándome, Wolf.

—¡Las dos!

¡¿Y cómo se supone que tome eso?! A él no le importa, pero es la primera vez que me responde cuando le pregunto si me está halagando… o insultando.

—No me caíste bien cuando te vi, y no me pareciste simpático tampoco —le digo recordando cosas del pasado—. Rayos, había olvidado lo mal que me caías en ese momento. ¡Incluso te me reíste en la cara cuando te metiste en mi lugar en el ascensor!

—Yo estuve ahí todo el tiempo, fuiste tú el que no me vio porque estaba apresurado. Entrar primero fue un impulso, pero tu cara de no saber qué hacer al quedarte sin lugar fue divertida. No importa si antes te habías comportado muy diestro, volvías a actuar tontamente. Luego apareciste en el mismo piso que yo otra vez y te echaron la bronca por llegar tarde, para ese momento ya pensaba que eras el payaso de la oficina, pero comenzaste a verme con tanto odio que tuve que ponerme serio. Tal vez eras un flojo, pero de esos que son terribles más allá de las apariencias. No soy de los que dejan que les pasen por encima, seguías viéndome con cara de malo, me hablabas distante en inglés, parecía querer apuñalarme cuando me entregaste los papeles… Eso me perturbaba, no había manera de que fuera a estrecharte la mano sin cuidado.

—Tal vez si quería darte un par de golpes, ¡me quitaste mi proyecto! Había estado trabajando muy duro en eso por meses, y luego llega un tipo estirado y perfecto y me lo quita. Tú también estabas siendo desagradable conmigo.

—Porque tú empezaste.

—Si hubieras sido más simpático hubiera sido diferente.

—¿Por qué debería haber sido simpático? No iba a cambiar el hecho de que me aborrecías porque me dieron tu trabajo. Además no te conocía, no iba a darte palmadas en la espalda y decirte que igualmente habías hecho un buen trabajo. De hecho, lo más natural seria pensar que de alguna manera lo habías arruinado y por eso te reemplazaron.

—¡Oye! ¡Mi trabajo estaba bien hecho!

—Lo sé, trabaje sobre lo que hiciste por varias semanas así que ya sé que tan bien hecho estaba.

Mi orgullo herido se siente un poco mejor así que me quedo tranquilo cuando me toca suavemente el brazo y devuelvo la caricia cuando apoya la mano sobre la cama cerca de mi pecho.

—Pero seguías siendo atacante, así que hiciste que me pusiera a la defensiva. Fue lo mismo cuando nos pusieron en la misma oficina, pero aunque hubiera olor a guerra no podía ir a pedir un cambio apenas habiendo llegado, y menos sin causas. Me prepare por si acaso hacías o decías algo para joderme, no quería quedarme de brazos cruzados. Realmente esperaba que fueras una mosquita muerta, lindo por fuera y un hijo de puta de cuidado por dentro.

—¿Y te diste cuenta que no era verdad?

—No, en realidad si eres lindo por fuera y un jodido temperamental por dentro.

—¡¿Perdón?! ¡Mira quién habla! ¡Está hablando el que también me robaba la maceta con la planta!

—¡Tú me quitaste la planta primero! Estaba de mi lado.

—Ah, bueno… tal vez. Ya no importa, fue un empate. —Nos estamos riendo—. Recordar esto ahora es demasiado tonto, pero en realidad me alegro de que fuera así y que no peleáramos realmente. Yo también esperaba que me hicieras la vida imposible.

—La de la taza la gané yo, por cierto.

Me cierra la boca y se me suben los colores al recordar la vergüenza que sentí por esa estúpida taza. Hablamos de la que yo fui a pelearle como mía, no de la vez que le tiré el café encima, de eso ya habíamos conversado para aclararlo apenas nos empezamos a llevar mejor. Pero no puedo decir nada sobre el otro incidente. Él solo me mira y sigue riéndose.

—Estabas tan convencido que era tuya que es muy gracioso. Al principio si pensé que solo buscabas pelea, pero cuando me di cuenta que tenías remordimientos me pareció lindo y no pude decirte nada aunque realmente quería regocijarme en cómo te habías equivocado. En ese momento ya me había dado por vencido en entender como eras, no hacías nada y te la pasabas en silencio, luego parecías un flojo molesto que no trabajaba, luego comenzaste a trabajar bastante, luego me buscabas pelea, y luego parecías arrepentido. Cuando vi que comenzaste a ponerte más serio y eras responsable decidí dejarlo, no me gusta entrar en peleas que puedo evitar y no soy el tipo de persona que disfruta jodiéndole la vida a otros.

—Noté eso, aunque parecías desagradable y altanero en realidad nunca hiciste mucho para molestarme. Yo pensaba que sería peor, pero sin hablarnos se resolvió todo. Y luego me ofreciste café, viniendo de tu parte fue una completa sorpresa.

—¿Café? ¿Qué café?

—Me ofreciste un café un día que estaba con demasiado trabajo, no podía ni largar el teléfono.

—Ah sí, me volvías loco con ese maldito teléfono —me está odiando mientras comenta eso, siempre supe que eso le molestaba—. Creo que lo recuerdo, pero no fue a propósito, solo fue un gesto sin intenciones especiales, algo que surgió en el momento. Pero si recuerdo claramente que estabas bastante estresado en esa época. Ah, cierto, es verdad, me diste pastel luego de esa vez. Estaba bueno. Si hubiera sabido que una taza de café se convertiría en un postre lo hubiera hecho antes.

—Que fácil de comprar eres, todo lo contrario a cómo te veáis. Incluso pensé que podrías odiar esas cosas dulces y mandarme a la mierda por interrumpirte durante el trabajo. Pero es todo lo contrario, amas esas cosas empalagosas.

—No puedes decirle no al pastel. —Aniñado, si habla de comidas dulces este tipo pierde todo su porte mostrándose tan feliz por algo tan simple como eso—. Pero es verdad, ese gesto me compró, creo que en ese momento cambie un poco de opinión respecto a ti. Y cuando nos pusieron juntos en el mismo proyecto me ayudaste mucho. De a poco comencé a ver tu lado tonto de nuevo, pero me resultaba más simpático. Y trabajabas bien, eso era lo más importante.

—Y luego viajamos a Sapporo. También estuviste en casa justo antes del viaje. Creo que comenzaste a caerme bien del todo luego de eso, las cosas salieron muy bien aunque sufrimos lo de la tormenta.

—Aun en ese tiempo no me sentía diferente. Pero es verdad que me caías mucho mejor.

—Lo sé, de no ser así no me hubieras ayudado con lo de la fiesta, o con los clientes.

—No, incluso si te odiase hubiese hecho algo. No puedo soportar que un compañero me avergüence en una reunión de trabajo.

—¡No estaba tan mal! Era ropa formal, la de siempre.

—Tengo buen gusto con la ropa y déjame decirte que lucias deprimente. Hace poco comenzaste a mejorar, pero creo que solo tienes un polo y una camisa buena.

—No entiendo de esas cosas…

—Lo sé —suspira Wolfram, ya sé que va a decir a continuación porque me lo repite siempre—, es una lástima que no tengas ese tipo de sensibilidades. Pero no puedo entender cómo es que eres tan retraído teniendo tanto temperamento. Esa vez actuabas tímido con la gente pero a la hora de la verdad estuviste a la altura, cuando quieres puedes hablar con seguridad y no te vez para nada estúpido. En realidad eres muy inteligente.

—No lo soy. Si le preguntas a cualquiera que me conoce te dirán que soy más músculos que cerebro… pero no estoy tan obsesionado con mi cuerpo.

—Estas bien, es atractivo ver que cuidas tu cuerpo. Y eres inteligente, de lo contrario no podría estar contigo. Me es imposible pensar en salir con alguien con quien no puedo hablar de algo interesante. Es parte de todas las cosas que me gustaron de ti. El resto pasó porque eras bueno conmigo, me halagabas, me invitabas a conocer lugares o cosas nuevas, me explicabas todo lo que preguntaba sobre este país, incluso si hacia las mismas preguntas una y otra vez... Me hacías reír e incluso me compraste entradas para un partido. Eso realmente me hizo sentir vulnerable.

—No sabía que te gustaba tanto el béisbol…

Me emociono, ¿es esta la pareja perfecta que he estado esperando?

—No es por el béisbol, fue más que anda el gesto. —Ah, bueno, supongo que no todo puede ser color de rosa—. En realidad, nunca tuve un amigo así. No alguien que se interesara en compartir algo que le gusta tanto conmigo, o que nos lleváramos tan bien. Tampoco nos conocíamos tan a fondo en ese momento, pero me gustó ver ese lado de tu vida fuera del trabajo. Es interesante ver que tienes tus pasatiempos, cosas que realmente te apasionan, eso también es algo atractivo. Debo admitir que estuve un poco celoso, o mejor dicho, sentía un poco de envidia.

—¿De qué?

—Tú y Murata.

Este es el momento para despejar una gran duda. —¿…Pensaste que éramos pareja?

Recuerdo ese día con claridad, Ken y sus estúpidas bromas. ¡Yo sabía que Wolfram había malinterpretado todo! Antes de que pueda ponerme a meter excusas, él se ríe.

—No. Por un segundo lo dudé, pero no. Me di cuenta de que no lo eran. Llegué a pensar que era un poco raro verte tan cercano con alguien, y en realidad tienes esa apariencia un poco extraña, estando entrenado y aunque no tengas sentido de la moda te ves siempre prolijo. Y tienes un rostro bonito. Si sumamos lo del bar en el coctel con ese tipo… Pues sí, parecías tener esos gustos.

—¡¿E-esos gustos?! Agh, ¿de verdad pensabas eso? Si vamos a hablar de apariencias, ¡a mí me costó horrores acostumbrarme a ti! Pero con un poco de paciencia y tiempo logré superar como te ves y cuanto llamas la atención.

—Hump, no tengo nada de raro —rezonga como siempre y me cambia de tema de nuevo—. Lo que me gustaría saber es que te pasó a ti. ¿Por qué cambiaste? Me sorprendió ver que tenías interés como yo…

—Ah, al final… yo también fui demasiado evidente, ¿verdad? Hace poco en la fila de autógrafos. No creo que quedara nada a la imaginación.

—No sabría decirte que pasó ese día exactamente, noté algo, pero la verdad es que hice esas ideas a un lado rápido. No esperaba que te intereses en mi de ese modo. Ya lo había dado por un caso perdido y no quería darle vueltas innecesarias al asunto.

Wah… ¿los tipos así de lindos también tienen esa clase de inseguridades? Wolfram reclina la cabeza sobre sus brazos y me mira desde ese lugar, puedo ver que está contento pero se ha puesto más tranquilo.

—No esperaba gustarte —me repite y tengo que tragar saliva, hablar de esto se ha vuelto un poquito más incómodo pero estoy muy interesado en escucharlo—. No sabía qué hacer cuando dudaste, y menos cuando todo era muy evidente. Siempre me preocupó cuando comenzaste a gustarme de ese modo, pensé que tenía que haber algo mal en mí como para sentirme de ese modo por un amigo, pero no hubo caso. Como no podía evitarlo, llegué a buenos términos conmigo mismo y lo acepté, pero quería continuar con nuestra amistad.

—¿Qué…? —estoy nervioso y me relamo los labios para poder hablar, de repente tengo un pequeño nudo en la garganta de nuevo. No es nada que no pueda controlar—. ¿Qué hubieras hecho si no sentía nada?

—Lo más probable es que nunca te lo hubiera contado.

Me siento en la cama y rodeo mi rodilla con un brazo, estoy algo inquieto. Hay algo que aún me persigue y no me puedo sacar de la cabeza.

—¿A dónde fuiste luego de que salimos del bar?

No puedo recordar que ruidos de fondo habían a través del teléfono, apenas recuerdo la llamada porque fue muy breve. Wolf gira boca arriba y mira el techo con un brazo bajo su cabeza. No quiero volver a ver una expresión en él como la de ese día.

—A caminar por ahí —dice luego de pensar un momento, tengo la sensación de que está omitiendo demasiados detalles porque aun duele—. Creí que había echado a perder todo. No quería que te sintieras incómodo conmigo, pero no había vuelta atrás y no podía encontrar ninguna solución. Me arrepentí de haber sido tan imbécil de haberte invitado esperando algo. Y luego llamaste… No sabía que decirte, parecía ser todo muy claro, pero también pesaba que tal vez solo me habías llamado decidido a hablar e ibas a mandarme a la mierda.

Me duele el pecho. Aprieta tanto que solo puedo reír un poco y continuar para aliviar la tensión.

—¿Por qué pensarías eso? ¿Por qué me habría dado cuenta de que querías romperme el trasero e iba a echártelo en cara? No te hagas el tonto con eso porque me he dado cuenta desde hace mucho como me observabas a veces.

Se ríe culpable y se muerde el labio. —Eso también. —Voltea de nuevo y me observa con la mejilla contra la almohada, su flequillo dorado se desparrama frente a los ojos verde esmeralda como el fondo de un lago—. Pero probablemente lo que pensaba esas veces solo era que tenía muchas ganas de abrazarte y no podía hacerlo.

Lo único que se me escapa es una risa ahogada. Ay Wolfram, ¿qué vamos a hacer con esto?

Me importa una mierda todo lo que sea que me agobia, me echo encima de él y no me importa si es abrumador o no, pero fuerzo mi brazo entre su cuello y el colchón y lo abrazo tan fuerte que lo levanto. Siento las manos de Wolfram amagar a agarrarse de mi como si tuviera puesta la camiseta, pero como no la tengo apoya las palmas sobre mi piel con duda y sus dedos tiemblan. Sus brazos por fin me rodean con fuerza y suspira… o solloza. No lo sé. Y no quiero pensar si está llorando o no porque yo estoy a punto de quebrar en cualquier momento. Soy así de estúpidamente sentimental.

Esto no es amor. No estoy enamorado de Wolfram. Pero igual duele, aprieta y se retuerce. Los sentimientos dentro de mí están enmarañados y mi corazón palpita con fuerza. No es momento de preocuparme cuanto, solo de que lo quiero.

No puedo llegar a comprender todavía como es que era yo quien tenía la decisión final en esto. No puedo comprender que Wolfram ha sido el primero en caer duro, ni que las dudas y la confusión que sentí antes para él ya son cosa del pasado. Wolf ya había decidido que es lo que siente y que quiere, tuvo mucho más tiempo que yo para aceptarlo.

Con miedo de encontrar su rostro húmedo giro la cabeza y lo beso a un lado de la nariz sobre el cachete. No puedo sentir el gusto de la sal ni cuando lo beso de nuevo varias veces, al mirar de cerca no hay lágrimas. Él me mira vulnerable y me da pena, pero sé que no puedo ponerme a compadecerlo porque mi expresión es exactamente la misma.

No hay razones para sentimos tristes, pero aun así algo necesita ser reparado.

La tensión es fuerte, mis labios están tan cerca de los suyos pero los besos que nos dimos antes me parecen recuerdos lejanos. No tengo idea de para donde va esta relación, pero no me arrepiento de seguir adelante. Mi boca se encuentra con la suya y el resoplido cálido de ambos nos golpea el rostro, me dejo caer en la cama apretándolo más contra mis labios y enredo mis pies con los suyos. Forcejeamos, intentamos sonreír un poco más contentos, y forcejeamos de nuevo.

Estoy contento, me gusta, no puedo parar de sonreír y de besarlo. Empujo su nariz con la mía y muerdo con los labios una y otra vez mientras el responde, no importa respirar o no entre los besos, los suaves ruidos nos resultan simpáticos. Él es muy cariñoso conmigo.

Lo pienso y me reprocho, ¿Cómo no lo he notado antes? Él siempre es así conmigo. Si, realmente soy un idiota, pero no por demostrar demasiado, sino por haber pensado que tenía que esconderlo. ¿Por qué le molestaría algo como eso, si es justamente lo que quería de mí?

No necesito esconder nada, y esta es la respuesta más evidente a mis preguntas tontas. La respuesta que en realidad siempre estuvo ahí, la respuesta para las dudas en las que he caído una y otra vez. Que tanto debo demostrarle, que tanto está bien hablar sin convertir la sinceridad en algo incómodo, que tan sincero puedo ser sin que me traicione. Y todas y cada una de las veces la respuesta era la misma, no era necesario esconder nada, porque Wolfram acepta todo de mí. Y así como él lo hace, yo quiero aceptar todo de él también.

—¿Aun dudas de cuales eran mis intenciones cuando te invité a casa? —le pregunto entornando los ojos para verlo.

Sus labios se mueven sobre los míos suavemente y su voz vibra.

—No. No tengo más dudas.

Me alegro mucho de eso, está emocionado y rompe la ternura de antes buscando entrelazar nuestras lenguas. Abro la boca y la áspera suavidad me invade, me domina enseguida y me dejo mordisquear los labios.

—Y me hiciste hot cakes. ¡Me encantan los hot cakes! —Ah, es incurable. Lo que sea que tiene… Hay que darlo por perdido—. Soy débil, si me miman un poco no puedo evitar encariñarme.

Suspiro. A pesar de eso me estoy anotando un tanto por haber comprado un caja de esos la semana pasada. Tal vez compre otra mañana.

—Yo no puedo decir nada, hemos tenido sexo una vez y he quedado prendado de ti.

—Eso… es bastante sexy. —Se lo escucha bastante orgulloso.

Besa mi cuello mientras se ríe y me provoca, yo busco su boca y continuamos, pero poco a poco me voy relajando por completo en vez de agitarme. He largado todo lo que tenía dentro, si ha quedado algo no puedo pensar en ello en este momento.

Estoy bajo las sabanas tibias acurrucado contra su cuerpo caliente y es todo lo que necesito. Wolfram me abraza y no me suelta, y yo no puedo despegarme un centímetro. Apoyo la nariz contra su cuello con la mejilla en su pecho y siento que pierdo la conciencia.

El continúa acariciándome suavemente, y eso es lo único que necesito para entrar al mundo de los sueños.

.

.

.

.

.

Continuará…

 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).