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El oscuro secreto en el castillo de Asgard. por Agatha Shadiness

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes son unos maricas que no me pertenecen.

Warning: OOC. Voyeurismo. Nc-17. Fanfic sucio, muy sucio. No menores de 18.

El oscuro secreto en el Castillo de Asgard.

Desde que él lo había llevado a Asgard, supo que Loki tendría una excelente acogida en su hogar. Frigga lo había amado, era dulce y silencioso, tranquilo y amoroso, el bebe tierno y frágil que Thor no había sido. Thor, por su parte, había reaccionado de otra manera a la llegada de su hermano. La primera vez que lo vio, Odín lo recuerda como si lo estuviera viendo tatuado en su parpado. Thor se acercó a la cuna de Loki, éste dormía y lentamente su hijo se había puesto en puntillas para asomarse dentro, sus ojos se abrieron enormemente, su mano izquierda se hizo puño y empezó a chuparse casi obscenamente el dedo pulgar, era muy pequeño para recordarlo, pero Odín lo hacía como si fuera ayer. Thor había babeado casi toda su palma con su propia saliva, su respiración parecía más agitada de lo normal y entre sus dientes, pequeños y blancos, pronunciaba siseante el nombre de su hermano menor. Odín se dijo a sí mismo que aquello era una reacción excesiva, pero la atribuyó a la infancia de su hijo y la emoción de conocer a su nuevo hermano. Trató de no volver  a pensar en ella.

Cuando hubieron pasado cerca de cinco años, Loki ya caminaba por sí mismo y había aprendido a hablar como todo un asgardiano, también Thor había crecido y en ocasiones les pedía a Frigga y Odín que lo dejaran dormir con su hermano. Aunque Loki no parecía muy convencido, su esposa terminaba aceptando la petición de Thor. Una noche, Odín tuvo la idea de visitarlos antes de acostarse a dormir, la puerta de la recamara de Loki era grande y pesada, aún cuando eran hijos de dioses requerían la ayuda de guardias para abrirla, por lo que tenían un soldado vigilando sus puertas cada noche, se sorprendió cuando no encontró a nadie en el lugar y mandó ejecutar, al siguiente día, al pobre guardia que sólo había cumplido el capricho de Thor y se había movido de su lugar de trabajo. El padre de todo se enteró de esto mucho después.

Al entrar en la recamara, pequeños sonidos provenían de los aposentos donde Loki tenía su cama, Odín no hizo ruido cuando se acercó, en la cama, Loki no tenía ropa puesta y Thor le chupaba cada dedo de la mano, mientras lo mantenía recostado por medio de la fuerza contra el colchón. Loki lloraba, pero aún así, nunca les dijo nada a sus padres.

El rey no pudo dormir bien desde entonces, pensó en prohibirle a Thor volver a dormir en la recamara de Loki, pensó que debía castigar a su hijo mayor y enviarlo lejos de Asgard unos años, pensó también que aquello no debería haberle parecido tan atractivo. Asustado por sus propios pensamientos no dejó que Thor volviera a quedarse en la recamara de Loki, nunca más.

Pero lo peor no era lo que había visto, sino que, aunque sabía que no era correcto, no le pareció atroz, de hecho cada noche, antes de dormirse, Odín pensaba en esa imagen, sus hijos en la cama, desnudos, con la respiración entrecortada. El rey supo que nunca más podría ver en Thor a un ser inocente y en Loki a un hijo adoptivo.

Aún así no los separó.

Crecieron juntos, como si fuesen realmente dos hermanos y él tuvo que fingir por siempre que no sabía nada, pero, cuando Thor se le acercaba a Loki, cuando lo abrazaba, cuando se atrevía, más inconscientemente, a darle una caricia delante de todos, Odín pensaba en esa noche y en la imagen, esa terrible imagen que no lo dejaba dormir.

Y se preguntaba, día a día, si sus hijos ahora ya adultos, habrían llegado más allá de lo que él podría imaginar. Se preguntó si Thor le había hecho el amor a Loki, con ese joven y musculoso cuerpo perfecto y delineado, con sus manos de guerrero, con sus labios de pecado. Y se preguntaba si Loki, con esos ojos verdes, habría llorado cuando Thor le penetraba y si Loki en un estado casi de dolor y sumisión le habría pedido a Thor que se detuviera. Se preguntó si aún después de tantos años ellos recordaban lo que hacían en su infancia, a espaldas de sus padres.

Odín supo que aquello no estaba bien, pero no le importó. Y una noche, oscura y de ligerísimas lunas que apenas iluminaban los pasillos de su castillo se acercó de nuevo a la recamara de Loki, ya no había guardia en la puerta, pero si más lejos de ahí, pues los jóvenes ya no lo necesitaban, así que entró cautamente, en silencio, se detuvo en la orilla de una pared que dividía la recamara en dos partes, pero que no tenía puerta. En la cama, Loki yacía tranquilo, cubierto por una sábana blanca y su cuerpo estaba desnudo y sus labios estaban rojos como cerezas recién cortadas.

De repente abrió los ojos, intensamente verdes y se levantó, asustado, Odín pensó que lo había visto, pero no fue así, sino que, en la ventana había descendido de un salto su hermano mayor. Y se había adentrado en la recamara como un ladrón a media noche. Sus ojos azules y profundos eran presa del más bestial deseo.

—Hola Loki. —Le dijo y el otro, aún semi incorporado en la cama se limitó a cubrirse un poco más con la sabana.

—Vete de aquí o llamaré al guardia.

—No lo hiciste antes, ¿por qué lo harías ahora? —Le contestó el rubio, avanzando hasta la cama y situando una rodilla entre las piernas del menor.

— ¡Vete! —Le gritó, pero cuando intentó levantarse por completo, Thor le tapó la boca con una mano y lo hizo caer duramente en la cama. Un chillido salió aplastado de su garganta, sus ojos fueron dos grandes esmeraldas asustadizas.

—La última vez te dije, que si seguías provocándome iba a terminar lo que había iniciado. — Odín pudo ver como los ojos de Loki empezaban a lagrimear, de los dos, siempre había sido el más débil y sentimental, Odín lo había encontrado llorando y tal vez, llorando es como iba a recordarlo. Pudo ver claramente como Loki llevaba una larga mano hasta la muñeca de Thor y se la quitaba, lentamente, arañando con sus uñas luego aquella dorada piel.

— ¿Y crees que me asustas? —Preguntó atrevido y luego alzó el rostro, lamiendo largamente la mejilla del mayor.

Odín creía hasta entonces, que Loki era simplemente un muñequito al que Thor daba cuerda, pero fue lo contrario y tal vez era Thor el muñeco de Loki. El menor de sus hijos no era  tan inocente como aparentaba.

—Has estado atormentándome desde hace meses, cada día te contoneas intencionalmente frente a mí y aprovechas nuestros entrenamientos para restregarte contra mi cuerpo como te da la gana y luego te largas, dejándome a la expectativa.

—No sé de qué hablas. Yo simplemente cumplo con lo que padre me ordena. Si me dice que entrene contigo: ¿yo qué puedo hacer?

—Podrías dejar de hechizar mi mente para que sueñe contigo cada noche. Podrías dejar de hacer que tu voz retumbe en mi cabeza cada amanecer.

— ¿Y qué gracia tendría eso?

Las palabras se les escaparon cada vez más apretadas. La lengua de Loki no era tímida cuando Thor bajó hasta él, agresivo y lo besó, también agresivo, lánguido, fuerte y áspero, ardiente y deseoso, duro tocó el cuerpo de Loki, revolviéndose contra la cama como un par de serpientes en copula. Odín abrió su ojo lo más que pudo, quería verlo todo, quería verlos a ambos, fornicando como si fueran dos animales en celo.

Loki empujó a Thor hasta que éste estuvo de nuevo en la orilla de la cama, de rodillas y a punto de pararse.

—Suficiente. —Le dijo. Y luego cogió una de sus batas para amarrársela por la cintura. Odín pudo notar el fehaciente bulto en la entrepierna de su hijo Thor.

— ¡No! —Rugió éste, ardiente contra su piel y lo tomó por la cintura y se restregó contra sus nalgas como un perro hambriento, le mordió el cuello y entonces, sólo entonces, Odín vio como las rodillas de Loki temblaron.

—Tonto, aquí no podemos, nos escucharan.

—Maldito seas Loki, maldito seas.

—Maldito y lo que quieras, pero así quieres follarme. Siempre lo has querido, hermano.

—Maldita sea la hora en la que te enseñé a follar. ¿Recuerdas nuestra primera vez, Loki?

—Recuerdo que me violaste, idiota.

—Oh vamos, también te gustó, además ya me has perdonado por ello.

Maldición. Maldición. Maldito sea todo el Valhalla. Sus hijos eran un par de pervertidos sinvergüenzas y atractivos dioses que terminarían de bruces en el infierno por sus sucios comportamientos, pero a Odín no le importó tener que ir al Helheim a verlos follar. No le importó, porque la imagen que daban era intensamente ardorosa.

— ¡Me dejaste demasiado adolorido, animal!, siempre lo haces, además, ya te he dicho que tú tienes la culpa, si cuando éramos niños no hubieses empezado a tocarme y hacerme participe de todas estas cosas, yo ahora podría negarme a ti y no tendríamos mayor problema.

—Es porque a ti también te gusta, te gusta demasiado.

Odín vio como Thor le daba media vuelta a Loki, así, agresivo como solía ser y luego lo tomó fuertemente del rostro y el cabello y lo obligó a besarlo, agrió, fuerte, casi bestial, sus lenguas entraban y salían de sus bocas, lamían sus labios y dientes, sus gemidos eran necesitados, se convirtieron en dos amantes demasiado fogosos para ellos mismos, parecían quemarse en su propio deseo.

—Rayos. —Dijo Loki cuando las manos de Thor, grandes y amplias, bajaron hasta su trasero y lo apretaron, presionándolo contra él.

—Lo vamos a hacer quieras o no, nos escuchen o no, te tenga que violar o no. Ya no soporto más.

—Idiota, nos descubrirán.

—No me importa. —Insistió el rubio, frotándose obscenamente contra Loki. Luego lo lanzó con violencia a la cama y se comenzó a sacar la ropa.

Loki pareció resignarse y en silencio, con la respiración entrecortada, lo esperó, aunque no tardó mucho a Odín le parecía que Thor se había desnudado demasiado lento. El sexo entre ellos era fuerte, no había palabras de amor de por medio, sólo caricias muy necesitadas. Thor besaba con mucha hambre la piel desnuda de Loki, éste clavaba sus uñas en la espalda ancha del rubio. Y sus cuerpos, oh dioses, cuerpos hechos para la magnificencia, rozaban eróticamente en movimientos ondulatorios, erizándose los bellos finísimos de sus pieles, sus lenguas se marcaban largos caminos de saliva que al contacto era caliente y ardía, al secarse era fría y placentera. Thor bajó entre besos hasta la cadera de Loki y éste, deseoso y conocedor de lo que sucedería se llevó su antebrazo derecho hasta su boca, tapándola largamente.

A Odín se le secó la boca. Aquella habitación debía estar maldita por algún dios de la lujuria. Pero eso le gustaba. Le gustaba como se veían sus muchachos, desnudos, no más con esos cuerpos infantiles, sino ahora hombres, altos y esbeltos y hermosos. Muy hermosos. Cuando Loki gimió, contrayendo placenteramente su estómago debido al delicioso estímulo de la lengua de Thor contra su pené, Odín no pudo reprimirse y llevó una mano hasta su propio cuerpo, palpando avariciosamente su pantalón. Entonces se concentró en la escena. La erótica felación que Loki recibía de su hijo mayor era lenta y larga, tenía tintes de venganza porque Thor no le permitía al menor que pudiese acabar.

— ¡Oh, por todos los dioses! —Gritó Loki cuando Thor había impedido su orgasmo. —Te odio, maldito, ¡que te den!

—A ti es al que te voy a dar. —Le dijo Thor y lo volteó bruscamente con la cadera hacia arriba, Loki gruñó incomodo, pero no hizo más por voltearse, Thor colocó la punta de su miembro en el esfínter de su hermano menor, éste abrió los ojos desorbitados.

— ¡Espera, así no! — Su voz se vio ahogada por el dolor. Thor nunca había sido considerado. Tampoco lo era cuando estaba tan deseoso. —Maldito cabrón, puto hijo de puta, infeliz de mierda, ¡Que me duele pedazo de imbécil, no te muevas!

Odín no sabía que Loki conociese tantas palabras sucias, pero le gustaba, le encantaba que pudiera insultar a Thor después de lo que le hizo, y le encantaba más que éste sonriera ante la palabrería vulgar de su hermano, le gustó que empezó  a tocarlo, así, raudamente, le encantó como le tocó los pezones, como le besó los hombros y le agitó el miembro con ansias, mientras se movía dentro de él, sucia, muy suciamente. Hasta que Loki dejó de gritar y comenzó a gemir, hasta que Thor se enderezó y lo empotró contra el colchón.

Y entonces comenzaron casi a gritar, Loki se tapaba la boca con una mano, a Thor le daba igual, la cama rechinaba, sus voces hacían eco en las paredes. Thor decidió que quería ver el rostro de Loki cuando se corriera, eso es lo que pensó Odín, eso es lo que quería pensar, porque vio como Thor le daba vuelta de nuevo y lo penetraba, ágil y golosamente.  Los gemidos parecían notas intermitentes. Las manos de ambos no se quedaban quietas, Loki ya había escrito todo un abecedarios, con sus uñas, en la espalda de Thor, mientras éste lo castigaba contra el colchón. Sus cuerpos se estremecían hasta que lograron después de tanta lucha, llegar a un avasallador orgasmo que los hizo gemir lacónicamente. Thor se tiró sobre el de cabello negro mientras sus respiraciones se aclararon, mientras reposaban calmadamente como si no acabasen de destruir todo el código de ética, moral y buen comportamiento entre hermanos. Pero eso, poco les importó.

Odín se sintió tan duro y necesitado como su hijo, ahora era él quien no podía esperar más, sonriendo caminó aún silenciosamente y se fue de la recamara, por los pasillos ligeramente iluminados por los rayos de las lunas de Asgard, hasta llegar a su propia habitación, donde Frigga, dormida, le pareció diez veces más hermosa que nunca.

En la cama de Loki, Thor sonrió mientras lo limpiaba y se preguntaba si su padre, algún día, les daría su aprobación y dejaría únicamente de ser su espectador privado.


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