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La libreta de los deseos por AylaMckee

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Notas del capitulo:

Buenas noches cachorritos!! Son las doce de la noche y aquí estoy!! dejándoos el nuevo capítulo como prometí!!! 

No voy a entreteneros más, además que me caigo de sueño... ¡Espero que lo disfrutéis!

O.o EN EL CAPÍTULO ANTERIOR o.O

–        Ni siento ni qué leches… –. Farfullé.

–        No te pongas de mal humor. Vamos a casa de tus abuelos. Podrás ver a tu hermano y pronto se acaban las vacaciones…espera, eso último no era una buena noticia. – entrecerré los ojos. – ¿Qué te ha puesto de mal humor? –.

–        Tú –.

 ________________________________________________________________

–        Mi madre ha dicho que tras hablarlo mucho han decidido apoyarme. Que yo soy como soy y que el ser gay no cambiará que sea su hijo–. A pesar de tan buena noticia, su voz sonó algo apagada.

 

–        Mi hermano pequeño. Es homofóbico–.

_________________________________________________________________

Lo que vi me dejó pasmada. Matt tenía los ojos cerrados y las mejillas algo rojas… Mello estaba a espaldas de la puerta pero podía suponer que estaba cerca de Matt, demasiadocerca de Matt.

¿Sería que… ¡Se estaban besando!? 

¿¡Se estaban besando!?

¡No era posible! ¡Les dije que se reconciliaran pero no que se dieran el lote… en mi cama! Fue el minuto y medio más incómodo de mi vida… << ¿¡Qué cojines hago ahora!? >> Entonces hice lo que siempre hago cuando se me presenta un problema, mirar alrededor en busca de inspiración. También saqué la libreta y un bolígrafo que llevaba escondidos debajo de mi camiseta, a ver si se me ocurría algo. Iba a entrar en pánico, era la primera vez que veía a dos personas… besarse en persona. Si ya en las películas y los animes me ponía nerviosa, imaginaos cómo estaba en ese momento. Tampoco hablemos del momento en que yo tuviera que… dejemos eso a un lado. Volviendo a la escena, me ordené tranquilizarme y contemplé las vías de escape. No tenía muchas opciones; podía bajar las escaleras pero la puerta no estaba cerrada como pensaba, si no que estaba encajada y un golpe de aire del ventilador que habían encendido ellos la había abierto, si quería podía pasar la cabeza por ahí. Aunque estaban distraídos, no quería arriesgarme a que me vieran… sería muy incómodo. La segunda y última opción sería tirarme por la ventana… era bastante tentadora.

–        Ya  está Matt, el escozor se irá en un rato. De momento te aguantas–. << ¿¡Escozor!?>>.

–        Tampoco duele tanto, me esperaba que doliera más–. << ¿¡Qué de qué!?>>.

Me asomé por la rendija con mucho cuidado… sentí morirme. Matt tenía una gasa puesta en el labio y Mello estaba guardando las vendas y las pomadas dentro del botiquín de primeros auxilios.

No se habían besado. No habían estado besándose. Lo había malinterpretado todo.

Lo que vi era a Mello curando el labio a Matt. Qué malpensada había llegado a ser.

–        ¿¡Ayla!? ¿Qué haces ahí sentada en el suelo? ¿Estás bien? Te veo muy pálida–.

–        Parece como si hubiera visto algo traumante…–. Rió Mello.

–        A lo mejor le ha dado un golpe de calor o se mareó en el…–. Mello lo silenció con un movimiento y olfateó el aire.

–        ¡Chocolate!–. giró sobre sí mismo y bajó por las escaleras, seguramente dando grandes saltos.

Después de acabar con toda una sartén, volví a subir a la habitación para hacer la “siesta del borrego” como dice mi abuelo. Acomodando mi cabeza en la almohada saqué la libreta de su habitual escondrijo. Volví a leer las instrucciones y miré cuantas páginas quedaban. La verdad es que quedaban muchas pero algún día tendrían que acabarse y luego ¿Qué? Busqué la primera página donde escribí por primera vez… y me llevé una sorpresa.

–        Mello, ven a ver esto–. Le dije nada más entró a la habitación. Se sentó a mi lado.

–        ¿Qué pasa? No hay nada escrito–.

–        Fíjate bien ¿No lo notas? Es como si la hoja estuviera chupando la tinta…–. Le dije mientras le señalaba otra página, dónde se notaba claramente cómo la tinta estaba algo borrosa respecto a otros renglones.

–        Curioso… intenta escribir algo en uno de los espacios en blanco–. Al hacer lo que me mandó, apareció ante nosotros una barra de chocolate. Pero no una cualquiera, nada más ni nada menos que una exactamente igual que la del libro (y también película)  “Charlie y la fábrica de chocolate”. Mello la alcanzó y la miró lamiéndose los labios. Se la quité antes de que la devorara e inspeccioné el envoltorio. El logo era exactamente igual que se describía y aparecía en la película, además no faltaba el código de barras y la fecha de caducidad. Mello al fin me lo quitó y empezó degustarla. Con sólo ver su cara podías suponer que estaba deliciosa.

Eso significaba dos cosas: que Mello estaría de por vida implorando más barras de esas y que la libreta era una fuente infinita de deseos. Esa libreta era la imagen de la perfección, no había ningún vacío, no tenía punto débil. La libreta era completamente invencible. Otra cosa en la que caí, había detalles que no se especificaba en las instrucciones de uso. Seguramente había muchas más. Mello llegó a la misma conclusión, ya que se veía pensativo.

–        ¿Deberíamos decírselo a L?–.

–        ¡Pues claro! Al fin y al cabo, es el que ‘lidera’ la investigación–. Mello me contempló unos segundos pensando en qué decirme.

–        Respecto a eso que has dicho de liderar…–. Se acercó a mi oído y susurró. – ¿No te parece raro que L aún no haya descubierto nada relevante?–.

–        ¿Qué quieres decir?–. lo imité sin entender muy bien a lo que se refería.

–        Lo que quiero decir, es que me parece muy raro que L no haya descubierto ya algo. Él no ha hecho nada… todo lo que sabemos es por mera casualidad y suerte. Gracias a la metedura de pata del otro dueño.

<<Nosotros no hemos hecho nada, sólo hemos ‘vigilado’ a diversos usuarios de internet que pueden tener el perfil de este chico pero ¿Cuántas probabilidades hay de que este sujeto use habitualmente el internet? Quizás no le guste usarlo frecuentemente, además de que obligatoriamente por ser fan de Death Note tenga una cuenta en un foro o en otra página web similar. –

–        No había pensado en eso…–.

–        También sé que Near y Beyond piensan lo mismo que yo. De momento sólo lo hemos dejado hacer… seguro que él ya sabe lo que pensamos–.

–        ¿Puedo hacerte una pregunta?–.

–        Ya la hiciste…Dispara–. Dijo riéndose levemente.

–        ¿A qué viene toda esta explicación?–. mi voz salió mucho más baja que antes.

–        Sólo quería decírtelo para que lo supieras y te mantuvieras alerta–.

–        ¿Alerta?–.

–        He llegado a una conclusión: L ha descubierto algo pero no nos lo quiere decir–.

–        ¿Por qué haría eso?–.

–        Para protegernos. Eso defiende lo que todos hemos estado temiendo desde un principio: Nuestro rival no tiene escrúpulos. Que puede ser capaz de cualquier cosa–.

–        Entonces, L no nos ha dicho nada porque cree que sería demasiado peligroso encararlo en este momento–. Dije abrazando la libreta.

–        Exacto,  seguro que está esperando el mejor momento para decírnoslo. Nos lo dirá cuando piense en algo para preservar nuestra seguridad. L ha estado años desempeñando el papel del mejor detective del mundo, aunque haya sido en un mundo ficticio, la gente allí no es muy diferente a la de este–. Un leve suspiro salió de sus labios y sonrió. – No te asustes, mientras yo esté aquí no voy permitir que nadie os toque ni un solo pelo–.

–        ¿Nos toque?–. dije con un tonillo que lo hizo enrojecer.

–        Pu-es ssí, a na-nadie–. A su tartamudeo lo siguió un intento de evitar reír nervioso mientras intentaba parecer serio y decidido, resultado: desastrosamente cómico.

–        Hablaré con L, aunque no le voy a decir lo que hemos hablado aquí. Él lo dirá si quiere hablar de ello–.

Me guardé la libreta debajo de la camiseta como siempre- debería buscar un nuevo escondite- y bajé las escaleras hasta el salón dónde mi abuelo seguía hablando con los otros dos. En cambio, se escuchaba como Near y Gevanni se pasaban una pelota en el patio de atrás. Ahora necesitaba de un poco de inspiración para encontrar alguna escusa para llevarme a L y poder hablar tranquilamente con él. Esta vez fue el destino el que me ayudó. Mi abuela se me acercó con una cartera y un pequeño trozo de papel. Quería que fuera a comprar algunas cosas que faltaban para la cena. Su plan era que cenáramos pronto para luego ir a la feria… tenía que pensar alguna excusa para no ir. Fui hasta L con la excusa de que me ayudara a cargar con las bolsas.

–        Lo que digo es que el segundo capítulo es como un derechazo en toda la cara… Bueno cuando vuelvas ya te sigo contando…–. Mi abuelo se acercó y me susurró. – tu amigo es de lo más interesante, es más listo que el hambre–.

Sonreí a mi abuelo y salí a la calle seguida de L. El sol alumbraba a lo alto en todo su esplendor y el cielo estaba limpio de cualquier nube que pudiera dar algo de sombra. Para protegerme del sol había cogido una gorra que me regaló un conocido el pasado cumpleaños, era una réplica de la gorra de Ash Ketchum (de pokemon) la primera versión… es que en cada temporada ponen una diferente. Así que, con la gorra de entrenadora pokemon puesta bajé la enorme cuesta- que luego tendríamos la desgracia de subir- seguida de L que caminaba bastante despacio. Cuando los dos andábamos al mismo paso, se hizo un incómodo silencio- al menos para mí- que no tenía ni idea de cómo romper. Miré de reojo a L y di un respingo al ver que me estaba mirando fijamente.

–        Hoy hace calor–. Viva mi elocuencia.

–        Sí–. No era la única.

–         Hoy el sol aprieta mucho ¿verdad?–. espera ¿Acababa de repetir lo mismo con otras palabras?

–        Estás bastante nerviosa–.

–        ¿¡Qué!? ¡No! Estoy muy tranquila. Estoy tan tranquila que me dormiría ahora mismo si quisiera ¡De pie!–. el sol hacía estragos.

–        No estés nerviosa, soy una persona bastante normal–. Ese bastante era el que me preocupaba ¡Por favor! ¡Estaba caminando a solas con el mejor detective del mundo! ¡De mi ídolo! Y sólo se me ocurría hablar del tiempo. En serio, yo era un caso aparte.

–        A la libreta le pasan cosas raras…–. Él alzó una ceja, aún así no demostraba ninguna emoción. No habló, estaba esperando a que yo siguiera. – Lo que digo, es que hay algunos detalles que no están especificados en las instrucciones de uso. Las hojas de la libreta succionan la tinta de los deseos que ya se han cumplido, dejando un espacio en blanco para que puedas volver a escribir en ella. Funciona–.

–        Hay un 80% por ciento de que hayan más ‘sorpresas’ de este tipo–. Dijo volviendo a mirar hacia delante.

–        También pensamos lo mismo–. Visualicé una fuente a lo lejos e hice una pequeña carrera hasta cobijarme debajo de una pequeña sombra y refrescarme. El agua estaba sorprendentemente fresca, además de que sabía bien. No era como el agua de la ciudad, llena de cal… se sentía pura.

–        Light Yagami–. Me volví hacia él que me volvía a mirar fijamente. Estaba sorprendida por oír a L pronunciar ese nombre, además del tono de voz con el que lo usó. No supe descifrarlo.

–        ¿Cómo?–. Me aparté de la fuente para que pudiera acercarse pero no se movió de donde estaba.

–        La respuesta a vuestra pregunta. Es Light Yagami…–. Calló un segundo y desvió la mirada hacia la fuente. – el que me preocupa–.

Durante el resto del camino no volvimos a hablar de ello. Hablamos sobre libros que habíamos leído, mi carrera académica y por último me contó algunos detalles sobre varios casos de los que se hizo cargo. Para mi gran alegría, me prometió contármelos con detalle algún día. Llegamos a un pequeño supermercado- qué irónico- y compramos todo lo que necesitábamos. No pude evitar soltar un suspiro de alivio al cruzar las puertas de la casa de mis abuelos. Esa tranquilidad que creí encontrar al llegar se había esfumado. Alguien estaba vociferando en el salón mientras que otras voces intentaban calmarlo o discutían con él, eran tantos los gritos que no se entendía absolutamente nada. Miré a L y éste me devolvió la mirada encogiéndose de hombros. Llegué al salón donde me encontré una escena que no me sorprendía para nada. Como protagonista teníamos a Mello, quien estaba indignado por la supuesta ventaja que Near tenía porque Gevanni había sido el que repartió las cartas, y por ello, se las había ingeniado para que a él le tocaran las peores cartas. Luego estaba Matt, sujetando la impulsividad de Mello. También había un Gevanni indignado con Mello por haber pensado que era un tramposo. Mi abuelo y Near observaban la escena, a diferencia de que mi abuelo había sacado una estaca larga de madera de olivo y que a veces usaba de bastón… y digo a veces porque la mayoría de las veces que la sacaba la usaba para sacarle brillo a un trasero.

–        ¡Cómo no os calléis ya os juro por mis barbas que os clavo el ‘estabuyo’ por el…!–. Suficiente. Haré una aclaración: ‘estabuyo’ es el nombre por el que mi abuelo llamaba a la estaca. Nunca ha llegado a cumplir sus amenazas… pero más vale prevenir que curar.

El salón se hizo completamente silencio. No se escuchaba ni un alma, excepto Beyond que comía mermelada en un rincón mientras disfrutaba del espectáculo.

–        Cariño, suelta ese viejo palo y siéntate. Es peligroso que te exaltes a tu edad–. Mi abuela entró sobándose la sien.

–        ¿¡La edad!? ¿¡La edad!? ¡Yo estoy en pleno apogeo de mi vida! ¿Verdad Mello?–. le rodeó con un brazo los hombros de un confundido Mello. Logró que el rubio esbozara una mueca de dolor del fuerte abrazo.

–        ¿De dónde saca tanta fuerza?–. murmuró en un quejido. Mi abuelo estalló en grandes risotadas y se hundió en su sillón. Colocó el ‘estabuyo’ detrás de este y se durmió. Así sin más. Se durmió dejándonos a todos con la palabra en la boca.

–        Iros a lavaros las manos…–. Murmuró mi abuela mientras entraba en la cocina.

 

 

 

Llegó la hora de poner en práctica mi plan. No es que me gusten las fiestas, sólo que me da mucho palo ir además de que la música que ponen no me gusta. Sólo ponen reggaetón, eso a mí no me gusta… es que no lo aguanto y no puedo escucharlo. Respeto a la gente que le guste pero yo no quiero pasarme más de cuatro horas con la misma música. Al final acabo por marearme y echando toda la cena detrás de un cubo de basura con toda la gente bebida. Soy alguien muy sensible al olor del alcohol… imaginaos que pasaría si un día llego a beberlo.

–        Mello, me siento mal…– susurré sentada en la cama mientras él cogía la ropa que iba a ponerse esa noche. Soltó las cosas y me miró con la ceja alzada.

–        El aire fresco te sentará bien–. Concluyó volviendo a lo que hacía.

–        Pero no me siento con fuerzas para ir…–.

–        A lo mejor es lo mismo de esta mañana, opino que deberías salir–. Matt dejó su psp y se sentó a mi lado observándome. –No te veo tan pálida como antes. Ven y si te sientes mal te traemos a casa…–.

–        ¡Miente!–. mi abuelo había despertado de su siesta y entró en la habitación señalándome con el dedo. Todos dimos un respingo. –Siempre hace lo mismo. Nunca quiere salir… es como un ratón de biblioteca, siempre está metida devorando libros… metafóricamente–.

Mello y Matt me miraron, el abuelo había estropeado mi plan.

 

En recinto ferial de Orbajosa ocupaba una larga avenida flanqueada por altas farolas las cuales habían unido por largas tiras de banderines, luces y guirnaldas. A cada lado de la calle había puestos de comida ambulante, pulseras, bolsos, carteras…  y una infinidad de fundas para teléfonos móviles. También había puestos de algodón de azúcar y churrerías, por supuesto no podían faltar las atracciones… aunque no eran muy impresionantes que digamos. Había un carrusel, dos castillos hinchables y una pista de coches de choque. No era la gran cosa si lo comparamos con otros pueblos pero ¿qué más da? El ambiente era lo más importante, jóvenes y adultos se paseaban entre los puestos y atracciones riendo, comiendo dulces, conversando… todo era alegría. Si no te acercas a la caseta de “La juventud”, no escuchabas esa música tan repetitiva.

Estaba sentada en un banco justo delante del enorme carrusel. Gevanni me saludaba cada vez que pasaba delante de mí ¿Cómo puede ser tan maduro pero infantil a la vez? Near estaba absorto en las millones de luces de colores. Los caballos subían y bajaban al ritmo de la melodía, también había una jirafa y un camello. El dueño del carrusel, un hombre muy mayor, aguardaba al lado de la caja de mandos con una mirada cansada, aunque no parecía muy aburrido de su trabajo. Yo sí estaba algo aburrida: Mello se había ido con Matt a “ver la feria” (seguro que lo encontraba en el puesto de chocolate), Beyond había recibido una llamada y se fue sin decir nada más, en cuanto a L, había desaparecido por completo. Desviamos la vista unos segundos y se perdió entre el gentío. Como ya era bastante mayor no había que preocuparse, él sabe cuidarse solito. Creo que todos nos acordaremos de esa pelea entre él y Light cuerpo a cuerpo…

Solté un bufido y miré al cielo para mirar las estrellas en vano. Las luces de la feria lo acaparaban entero. Cuando volví a bajar la vista, me encontré una nube de color rosa delante de mis narices. No esperad; no era una nube, era algodón de azúcar.

–        Para usted, “my lady”­–.

Era una voz desconocida con un profundo acento inglés. Estaba demasiado sorprendida para poder hacer otra cosa que coger el algodón. Me di cuenta que no había dicho las gracias pero al alzar la cabeza, a mi lado ya no había nadie. Fue un momento muy raro.

–        ¡Ayla! ¡Ayla! –. Gritó mi hermano mientras corría hacia mí arrastrando a Near. – ¡Vamos ahora al puesto de tiro al blanco!–.

–        Vale, vale. Ya vamos ¿Estuvo bien?–.

–        Fue divertido–. Dijo Near alzando los hombros. << ¡Pues cómo disimula!>>.

–        ¿De dónde has sacado ese algodón?–. preguntó mi hermano arrancando un trozo.

–        Ni idea, un extraño se acercó y me lo dio–.

–        A lo mejor está envenenado…–.

–        ¡Beyond! ¡Nos has asustado!–. al igual que Gevanni arrancó un trozo y se lo llevó a la boca.

–        ¿Dónde están los demás?–.

–        Se fue cada uno por su lado–.

–        ¡Oh! Qué pena…–.

Como Gevanni pidió, fuimos al tiro al blanco donde Near se lució como nadie. Tiene una gran puntería con los dardos y ganó la mitad de los premios… la otra mitad eran juguetes para niñas. Después de dejar ese puesto sin premios y cuando dimos la millonésima vuelta a la avenida, vimos cerca de la caseta de “La Juventud” una gran pelota de gente. Esta estaba compuesta principalmente por jóvenes medio borrachos dando animando a lo que parecía era una pelea. En resumen, lo que pasaba era que dos borrachos estaban dándose una paliza. Beyond se dirigió hacia el tumulto y los demás lo seguimos.

–        ¿¡Mello!? ¿¡Matt!?–. como esa mañana, esos dos estaban peleándose. Sólo había una diferencia: Estaban borrachos. Beyond sujetó a Matt pero este salió corriendo gritando como loco. Beyond salió en su busca y Near y Gevanni fueron a buscar a L.

–        ¿¡Qué miráis!? –. La muchedumbre se dispersó y me volví hacia Mello que estaba estático, mirando a la nada– ¿Mello? Ven, vamos a casa–. Giró su cabeza rápidamente y dio dos pasos hacia mí tambaleándose hacia todos lados.

–        ¡Quiero chocolate!–. dijo finalmente mientras se colgaba en mí ¡Cómo pesaba el condenado!

–        Sí, sí. Ahora te doy chocolate…–.

–        ¡Bien!–. gritó Mello con extrema euforia–. ¿Sabes? Por eso… te voy a cantar una canción–. Dijo recalcando todas las consonantes y alargando las vocales. Estaba muy borracho. – ¡Mojster Jaka! ¡Mojster Jaka! ¿¡Al' že spiš!? ¡¿Al' že spiš?! ¿¡Al' ne slišiš zvona!?¹...–. Nota mental: los borrachos nunca cantan bien. <<Si se viera en este momento… un momento>>. Sí, lo gravé con el móvil. Aunque no se vería muy bien ya que era Ladri-móvil y que llevaba a Mello como un saco de patatas. – ¡BIM BAM BOM! ¡BIM BAM BOM!–. creo que os estaréis preguntando si sufría vergüenza ajena. La respuesta es no. Era demasiado divertido como para preocuparme en la cara que tendría la gente, aunque eso también era gracioso.

–        Mello, da un saludo para el tú del futuro–.

–        ¡Pozdravljeni²! ¡Oh! ¡Ayla! ¡Un carrusel!–.

–        Mañana vamos y nos montamos, pero ahora no–.

Hizo un mohín y empezó a hablar en esloveno. Por supuesto no entendía nada pero yo asentía como que entendía. Luego me pidió chocolate otra vez, así que fui hasta unas escaleras que- si no recordaba mal- acababan en una calle dónde había una pequeña tienda de chucherías. También podía aprovechar para apartarlo del gentío y que le diera un aire más limpio. Esas escaleras eran conocidas como “El Escalectrix” y no tengo ni la más remota idea del porque del nombre. Esas escaleras eran insufriblemente largas y empinadas pero, suspirando profundamente e inspirándome voluntad, comencé a subirlas. Mello no ayudó nada, absolutamente nada ya que se había dejado completamente caer sobre mí. Sabía que aún estaba consciente porque seguía murmurando palabras inentendibles. No había subido los cinco primeros escalones cuando sentí que ya no podía más. Apoyé a Mello en la pared y me senté a su lado. Apoyé mi cabeza en las rodillas, hacía muchísima calor. Mello tenía suerte. Llevaba un chaleco de cuero negro sin mangas, con cremallera y unos pantalones de cuero ceñidos del mismo color. Ahora que lo pienso, el cuero da mucho calor. Entonces estaría igual que yo.

–        ¿Necesita ayuda, “my lady”?–. << ¡Esa voz es la que me dio en algodón!>>.

Levanté la vista para encontrarme con el dueño de aquella voz. Era un chico de mi edad, tal vez algo mayor que yo. Su pelo era negro oscuro y estaba despeinado- pero no era de despeinado como L, que no se peina, era como si lo hubiera hecho a posta- también era algo largo, pero no estaba muy mal. Su piel era blanca y tenía unas pocas pecas sobre las mejillas y la nariz. Ésta última era algo respingona. Lo que más me impactó fueron sus ojos, de un poderoso verde oscuro. Eran tan penetrantes y me estaba mirando tan fijamente a los ojos que me asusté.

–        Sí, gracias–. Entre los dos alzamos a Mello y subimos el resto de escalones.

–        ¿Vienes mucho por aquí?–.

–        Sí, mis abuelos viven aquí. Tú eres inglés ¿Verdad? Se te nota en el acento–.

–        No lo soy, pero vivo allí desde hace un tiempo. Un familiar tiene una casa aquí, así que vengo algunos días en vacaciones–.

–        Pues no te he visto nunca–.

–        No salgo mucho, aunque tampoco te he visto antes–.

–        Quizás nos hemos encontrado, sólo que no nos acordamos–.

–        Si me hubiera cruzado contigo antes me acordaría–. Dijo con una sonrisa. Era muy amable, creo que demasiado. Es más ¿Quién clase de persona se ofrecería a llevar a un borracho que no conoce de nada? Sobre todo con un traje como el que él llevaba. Sí, llevaba un pantalón de traje negro y una camisa azul de manga corta ¿No tenía miedo de que se le estropeara con el olor a alcohol? Entonces me acordé del algodón de azúcar.

–        ¿Fuiste tú el que me regaló ese algodón de azúcar?–.

–        Sí, fui yo ¿Te gustó?–. dijo mirándome a los ojos como había estado haciendo en todo momento. Tampoco había borrado esa sonrisa de la cara.

–        Sí, me gusta mucho lo dulce. Gracias–.

–        De nada. A mí también me gusta. Hay personas que les resulta demasiado pesado pero a mí nunca me ha pasado–. Asentí y me di cuenta de que sólo faltaban dos escalones para llegar.

–        Muchas gracias por ayudarme–.

–        No hay de qué. Un caballero siempre ayuda a las señoritas con problemas–. Carcajeó un poco. – ¿Cuál es tu nombre?–.

–        Me llamo Ayla ¿Y tú?–. ante mi pregunta, una comisura se elevó.

–         Héctor. Me llamo Héctor–. Cogió mi mano e, inclinándose, la besó–. No veremos pronto, Ayla–.

<< ¡Qué tío más raro!>> pensé para mí mientras bajaba las escaleras con las manos en los bolsillos, a paso elegante. Además, había besado mi mano como un caballero de la edad media. Ese Héctor era un chico muy raro…

–        Ayla ¿Quién era ese?–. Mello había despertado y parecía algo despejado aunque aún se le notaban los efectos del alcohol.

–        Se llama Héctor. Se ofreció a llevarte hasta aquí–.

–        Ya veo…–. Entonces empezó a reír como poseso–. Veo que hoy has ligado, Ayla–.

–        Y tú mañana vas pillar una resaca…–. Me senté a su lado en el banco justo enfrente de la pequeña tienda.

–        ¿Eso es una tienda de chuches o es una alucinación por el alcohol?–.

–        Es real–.

–        Pues tráeme agua y chocolate–. Suspiré y le traje lo que me pidió. En cuanto tuvo una botella en sus manos se la arrojó a la cara para refrescarse.

–        Sí que tenías calor–.

–        Ayla ¿Le hice mucho daño a Matt?–.

–        No creo, más o menos igual que esta mañana. Eso me recuerda una cosa… ¿¡Cómo acabasteis así!?–.

–        Creímos que seríamos igual de tolerantes al alcohol como lo éramos antes de… de morir. Pero a la primera copa nos emborrachamos. El resto es confuso ¡Ah! ¡Me duele la cabeza!–. por esa razón nunca pienso emborracharme. No creí del todo a Mello, pero lo dejé pasar.

–        Hoy parecéis bipolares–.

–        Ayla ¿Me guardas un secreto?–.

–        Claro–.

–        Me gusta alguien–.

–        ¿¡En serio!? ¿¡Quién!?–.

–        Es muy gracioso, porque no lo sé–. Empezó a carcajearse sin poder parar.

–        Estás muy borracho. Entonces ¿Por qué piensas eso?–.

–        Es que no sé quién de los dos me gusta. Esto nunca se lo he contado a nadie…–.

–        Yo no voy a decir nada…–.

–        Ni se te ocurra decírselo a Near, Matt o Ayla. Ehhh…–. Ahora se creía que hablaba con otra persona.

–        No se lo contaré a ellos, te lo prometo–.

–        Me gustan Ayla y Matt–.

–        Ah vale… ¿¡Qué!? ¿¡Mello!?–. este dio un respingo y miró a su alrededor. Se encontró conmigo e hizo lo mismo que yo: Abrir los ojos como platos.

–        ¡¿Mierda?!–.

–        ¿¡Qué mierda ni qué mierda!?–.

–        Olvida lo que he dicho–.

–        Eso no puedo hacerlo…–.

–        Idiota, idiota, Mello idiota…–. Estaba dándose palmetazos en la cabeza.

–        Tampoco hagas eso…–.

–        ¿Yo te gusto Ayla?–. eso me pilló desprevenida.

–        No, no me gustas y estoy bastante segura–.

–        Vaya, creí que te irías corriendo si te lo preguntaba–.

–        Tuve ganas de hacerlo pero eso no serviría de nada–.

–        ¿Qué debería hacer?–.

–        Supongo que lo primero es aclarar tus sentimientos… pero te en cuenta los míos–.

–        ¿Y qué pasa si me gusta Matt?–.

–        Pues te declaras y ya–.

–        ¡Eso no es tan fácil! ¡Somos hombres!–.

–        ¿Y qué importa?–. Mello quedó sorprendido por mi respuesta y miró al vacío.

–        ¡Ayla! ¡Mello!–.

Era L el que nos llamaba en el último escalón. Agitó la mano para que nos acercáramos.

–        ¿Qué ocurre?–.

–        Volvemos a casa de tus abuelos–.

–        ¿Ha pasado algo?–.

–        No, los demás nos esperan allí ¿Estás borracho Mello?–.

–        Sí–.

–        ¿En dónde te metiste?–.

–        ¿Te has metido en una pelea Mello?–.

–        Sí, otra vez…–.

–        Matt ¿No?–.

–        Sí…–.

–        Eres muy brillante Mello. Eres un chico muy empático pero impulsivo. A veces eso te ha ayudado. Pero trata de controlarte un poco más, no queremos que un día esa cualidad se vuelva en tu contra–.

–        Gracias L–.

 

El sol entraba por la ventana pero lo ignoré siguiendo dormida. Pronto mi mejilla izquierda empezó a quemarse así que cambié de lado. Casi volvía a dormirme pero una voz empezó gritarme para que me levantara. La ignoré, eso hizo que empezaran a sacudirme hasta que me harté y abría los ojos.

–        ¿¡Mello!? ¿Qué haces despierto? ¿No tienes resaca? Déjame dormir–.

–        Ayla… hoy nos vamos. Ya ha pasado la semana entera–. Dijo suspirando. –Me olvidaba, tienes una llamada–. Tras eso salió de la habitación. Había estado evitándome toda la semana.

–        ¿Ahh?–.

Bajé las escaleras saludando a todo el que me cruzaba por el camino, incluido Mello-can. La semana había pasado muy rápido para mí, y muy divertida. Matt y Mello volvieron a la normalidad, el que no estaba normal era L… parecía estar siempre absorto en sus pensamientos. Llegué al teléfono y me lo llevé a la oreja.

–        ¿Ayla? ¿Eres tú? Siento despertarte–.

–        ¿¡Cas!? ¿Cómo has estado estos días? ¿Ha ido bien?–.

–        Sí, fue mejor de lo que creía aunque…–.

–        ¿Tu hermano?–.

–        Sí, se niega a hablar conmigo o a mirarme. Da igual qué haga o quién hable. No puedo hacer nada más. Es por eso que te llamo. Siento las molestias–.

–        Tranquilo. Fui yo la que me ofrecí… pásame a tu hermano–.

–        Vale, pero te aviso que es difícil de tratar y tienes que tener paciencia con él–.

–        La tendré, tranquilo–. Escuché una afirmación de su parte y oí como iba a algún sitio.

–        ¡Ayla! Soy Gelo ¿Te acuerdas de mí? ¿Es cierto lo que dice Cas? ¿Vas a hablar con él?–.

–        ¡Hola Gelo! Sí, es cierto. Hablaré con vuestro hermano. Creo que entre los otakus nos entendemos–.

–        Ya veo… ¡Por ahí viene! Parece que ignora a Cas… ¡Ey! ¡Hermanito! ¡Hay una chica que quiere hablar contigo por teléfono! Todo tuyo, Ayla ¡Suerte!–.

Se escucharon unos pasos apresurados y por fin escuché la voz del hermano otaku homofóbico de Cas.

–        ¿Con quién tengo el placer de hablar?–. esa voz me pareció escucharla antes, tenía un timbre muy parecido al de su hermano mayor.

–        Con una amiga de tu hermano Cas–.

–        ¿Tú eres la que rechazó? ¡Mi hermano es imbécil! Tienes una voz hermosa–. Dijo poniendo un tono seductor.

–        ¡Oye! No intentes llevarme por otro camino. Sabes de lo que he venido hablar ¿Verdad?–.

–        Vaya, vaya…. Me lo imagino–. Estalló en una carcajada que pondría los pelos de punta a cualquiera.

–        Es tu hermano ¿Por qué no tratas de ponerte en su lugar?–.

–        Él ya no es mi hermano–.

–        ¿¡Cómo qué no!? ¡¿Eres idiota?! ¡El seguirá siendo tu hermano lo quieras o no! ¡Él te aprecia! ¡Si tú estuvieras en su lugar te habría apoyado!–.

–        Primero, no soy idiota. Apuesto a que soy mucho más inteligente que tú. Segundo, no dudo que lo hiciera–.

–        ¿Entonces qué es lo que te cuesta intentarlo? Ser homosexual no es malo, Cas sigue siendo el mismo de antes. Siempre ha sido así–.

–        Vale, intentaré llevarme bien con él…–.

–        ¿En serio?–. << ¿¡Qué rápido lo convencí!?>>.

–        Pero exijo una condición–. << Ya se me hacía raro…>>.

–        Dime–.

–        ¿De qué color es tu ropa interior? –.

–        ¿¡Qué!? ¡No te pienso decir eso!–.

–        Así que es de conejitos, qué atrevida…–. <<será hijo de…>> Aparté mi pantalón unos milímetros para comprobarlo.

–        ¿¡Cómo lo has sabido!?–.

–        Tengo mis trucos…–.

–        ¡Hijo de… tu madre!–.

–        Sí, soy hijo de mi madre–.volvió a carcajear.

–        Tú, eres… de lo peor–.

–        No me llamo tú–. Dijo con tono burlón.

–        ¡Oh! Entonces permítenos señor pervertido y díganos su nombre–.

–        Podéis llamarme “Sin hache”–.

–        ¿Qué clase de nombre es ese?–.

–        Es un seudónimo, señorita ropa interior de conejitos–. << ¡Se acabó!>>.

–        ¡Ahhh!  ¿¡Sabes qué!? ¡Vete a la mierda! ¡Hijo de shinigami!–.

–        ¿Hijo de shinigami? Pues tu cerebro es tan o más pequeño que el de Misa–.

–        Soy Cas, Ayla. Perdónale, es que es así de…–.

–        Pervertido…–.

–        Sí, eso también. Me ha sorprendido lo rápido que lo has convencido. Creí que estaríais horas discutiendo–.

–        Yo también…–

–        Pues muchas gracias, algún día te lo recompensare de alguna forma

–        No hace falta… nos vemos pronto ¿Vale?–.

–        Claro ¡Podemos jugar al tenis!...–.

–        ¡Sí! Ya hablamos otro día que vuelvo a casa ¡Adiós!–.

Colgué antes de que se pudiera a hablar de tenis. Estaba quemada, muy quemada. Lo que quiero decir es que estaba muy enfadada… ¡Maldito “Sin hache”! ¿¡Qué clase de seudónimo era ese!? Más raro imposible. Y pervertido ¡Maldito pervertido!

Lo recogimos todo y nos despedimos de mis abuelos. El día anterior pude hablar con mis padres, estaban en Roma. Dijeron que Gevanni debía volver conmigo para ir a la escuela y que intentarían venir unos días por su cumpleaños que era en un mes. Antes de montar en el coche, paré a Mello.

–        Me has estado evitando–.

–        Necesitaba pensar–.

–        Vale, en cuanto a lo de esa noche…–. Me interrumpió con una mano.

 

–        Lo que sucede en Orbajosa, se queda en Orbajosa–.

 

 

 

Notas finales:

OMG!! jajaja el sueño me afecta mucho... 

Os aclaro una cosa... en este capítulo aparece el segundo dueño de la libreta pero ¿Quién es? Eso se averiguará pronto, pero me gustaría saber cuál es vuestro candidato XD 

Buenas noches o días!!

Glosario


1. Es una canción infantil eslovena. Os dejo aquí el link de la página dónde la encontré, con una traducción al español :D (Algún día os enseñaré el video de Mello cantándola XD) 

http://www.mamalisa.com/?t=ss&p=3586&c=29

2. Esta palabra es eslovena y significa hola... hoy he aprendido mucho idiomas!! O.o

 


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