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La libreta de los deseos por AylaMckee

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Notas del capitulo:

¡Buenas Noches o Días Cachorritos! Tal y como dije en el anterior capítulo tendría este en dos semanas y ¡Aquí estoy!

Light: Poco a poco vas mejorando...

Ayla: No te quejes, que ya has salido dos veces.

Light: como si eso fuera gran cosa... ¬¬

Ayla: de momento es lo que hay... ya tendrás más protagonismo.

¡Disfrutad del capítulo!

–        ¿Me queda bien, Mello?

–        Pareces un jodido árbol de navidad.

–        Tal vez si no fuera un color tan llamativo te quedaría mejor.

–        Dejémonos de estupideces y busquemos de una vez una jodida librería…

–        Rubia amargada…– susurró Matt arrojando una camisa verde sobre un expositor.

–        Te escuché, perro…

–        No empecéis, por favor. Vayamos a otro sitio, aquí no hay ninguna librería.

–        Yo sólo quería cambiar un poco…– siguió lamentándose Matt.

–        No hace falta que cambies...– dijo Mello mirando un punto fijo fuera de nuestra vista. –estás bien así– Matt sonrió y yo me sentí como un mal tercio.

Mientras L zampaba dulces en casa, los demás habíamos salido a comprar el material que necesitábamos. Beyond, Near y Gevanni fueron a otra parte de la ciudad a comprar lo que les hacía falta. Estaba preocupada ¿Podrían Near y Gevanni cuidar de Beyond? Esperaba que sí. Matt, la rubia y yo fuimos por otro lado.

Podía palparse el estrés en Mello, llevábamos casi dos horas buscando los dichosos libros… Estábamos buscando una librería, no la tumba de Cleopatra. En fin, ahí estábamos los tres a punto de darnos un ataque de estrés cuando una bombillita se encendió en la cabeza de Matt. Lo supe porque me miró giñando un ojo sin que Mello lo notara.

–        ¡Tengo una idea!

–        Dinos, genio…– dijo el rubio alzando una de sus cejas.

–        Separémonos, quién lo encuentre primero avisa a los demás– Matt me miró significativamente. Quedé callada sin saber qué quería que hiciera.

–        ¿Los tres solos? Conociéndote, te perderías entre tanta gente– dijo Mello mirando a Matt. “Oh, ya veo… eso es lo que quiere”.

–        Pues id vosotros dos juntos. Yo me conozco esto mejor y no me perdería. Yo iré por la izquierda– dije señalando la dirección con mi pulgar.

–        ¡Vale! ¡Ya te llamaremos entonces!– Matt cogió el brazo de Mello y lo arrastró hacia la derecha.

Cuando los perdí de vista, me di la vuelta y caminé durante un buen rato. Como unas horas antes, la sensación de que me estaban observando volvió. Sentía que una mirada se me clavaba en mi nuca. Giré sobre mí misma buscando la culpable. Entre niños, mujeres y hombres cargados de bolsas, la encontré. Una chica de mi estatura, con el cabello negro y algo despeinado. Su piel era muy blanca y sobre su nariz respingona destacaban unas pocas pecas. Detrás de unas gafas de pasta me observaban sus ojos verdes. Sus labios finos se elevaron formando una sonrisa. Me encogí sobre mí misma viendo que caminaba hacia a mí.

–        ¡Hola!– dijo bastante entusiasta. Yo miré hacia ambos lados confundida.

–        ¿Es a mí?

–        ¡Claro! ¿Por qué piensas eso?

–        No sé, será porque no te conozco de nada…– dije con un ligero tono de pregunta.

–        Oh, cierto…– alzó la mano hasta su mentón y cerró los ojos fuertemente. – ¡Me llamo Elgaleen! ¡Encantada!

–        Yo Ayla, igualmente– me estrechó la mano sin abandonar esa sonrisa. Sentí pena por la chica, el nombre me parecía espantoso… además que no lo había escuchado en mi vida.

–        ¡Perfecto! Ya no somos dos desconocidas…

–        … que bien.

–        ¡Ey!… – dijo una voz masculina. Un chico que cubría su cabeza con una capucha y unas gafas de sol se acercó a Elgaleen por detrás y la intentó apartar de mí, cosa que no pudo conseguir. Suspiró– Elgaleen… debemos irnos. Ha pasado ya una hora…

–        ¿¡Qué dices!? ¡Aún no! ¡Espera un poco más!– le dijo al chico exaltándose. El chico la interrumpió. Había algo en el  chico que me daba mala espina… pero vamos a ver. Es obvio sospechar de alguien que se cubre la cara con una capucha soportando una temperatura de treinta grados.

–        Como no nos vayamos, la vamos a tener un problema. Luego me echarás en cara que no te avisé…

–        ¡Me importa una mierda! ¡Por tu culpa! ¡Podrías haberme dicho que esto podía pasar!– dijo la chica histérica. El chico sonrió y mirándome me dijo.

–        Mucho gusto. Perdona, pero tenemos que irnos– entonces miró a Elgaleen y le dijo sin perder la calma. – ¡Yo que iba a saber! ¡Has sido tú el que no lo calculó bien! ¡Tú y tu enorme paciencia! ¡Encima, vienes a echarme la culpa! ¡A mí! ¡Además, te dije que no fueras al baño de las mujeres! ¡Pero cómo eres tan… tan así no me hiciste caso!– el chico cogió a Elgaleen de la cintura y la alzó alejándola de mí. Ésta pataleaba e intentaba zafarse.

–        ¡No me toques! ¡Suéltame, imbécil! ¡Ayla! ¡Llámame! ¡Oh no, no tienes mi número! ¡Es el  8189509945! ¡Ayla! ¡Llámame! ¡Espero volvernos a ver otro día! ¡Ey Light! ¡Esa mano más abajo!– Antes de desaparecer entre el gentío, noté que el chico abrió la boca para decirme algo. Pareció arrepentirse y, tras sacudir la cabeza, desapareció.

Miré el lugar por donde había desaparecido ese dúo tan raro. Una sola cosa pasaba por mi mente… “¿Qué acaba de pasar?”. Cuando creí que no podía pasar nada más raro, pasó. Alguien picoteó mi hombro. Giré la cabeza para toparme con un… ¿¡Gato!? Ah no, era una máscara de gato rosa. Quien la llevaba era una chica más baja que yo. Llevaba una sudadera de hombre que destacaba sobre una falda negra y unos tacones del mismo color. Cómo no, con la capucha de la sudadera puesta impidiendo que pudiera ver más allá de aquella careta. Alzó una bolsa de plástico muy abultada y me la tendió. Mi cara era un poema, lo que provocó una ligera risa que se escuchó acolchada. Con miedo, extendí mi brazo y la bolsa pasó a ser de mi propiedad. Además de estar asustada, no podía calmar mi curiosidad y miré dentro de ella.

–        ¿¡Libros!?

–        Pensamos que te hacían falta. Considéralo un regalo– dijo aquella chica con máscara de gato. Su voz era algo chillona.

Entonces, antes de que pudiera contestarle, se fue dando saltitos. Sin despegar la mirada de la nada, me llevó la mano al bolsillo. Alcé el ladri-móvil y marqué un número.

–        Mello…

–        ¿Lo encontraste Ayla?– dijo este a través del teléfono.

–        Algo así…

–        ¿¡Cómo que algo así!? ¿¡Tienes los libros o no!?

–        Sí…

–        ¿Y cómo lo has pagado? Matt tiene la cartera…

–        Me los dio un gato– dije no muy segura.

–        Ajá…– bajó el tono dirigiéndose a Matt– Matt, Ayla se volvió loca…– escuché la voz del pelirrojo decirle algo que le hizo gracia a Mello. Volvió a hablarme autoritario– espéranos en la fuente grande.

 

Al lado de la enorme fuente, el centro donde discurría todo el ajetreo de la ciudad, estaban Matt y Mello. Matt fumaba un cigarro apoyado en la fuente mientras observaba a Mello. Este último bastante impaciente. En cuanto su mirada se fijó en mí, se me abalanzó. Mientras me clavaba un dedo en la frente me preguntaba qué es lo que me había pasado. Traté de explicárselo, pero ninguno de los dos logró encontrarle el sentido. Decidimos dejarlo de lado, y centrarnos en lo importante: Ya teníamos los libros. Y, sobre todo, ¡Eran gratis! ¡Gratis! ¡600 euros ahorrados! Bueno creo que exagero, aunque la cifra no se aleja mucho de ahí.

Cuando nos pudimos reunir con mi hermano y los otros dos, fuimos de camino a casa otra vez. Creo que olvidé cómo fue el primer día de clase de Near… “Interesante”. Eso fue lo que me dijo. Lo normal es que cuando sus compañeros (de no más de diez años) le preguntaran por su cabello blanco, pero le compramos una peluca. Al menos tenía que disimular, demasiado raro era ya… también es muy adorable a su manera.

 

–        Quién iba a decirlo…– murmuró L tras contarle lo del centro comercial.

–        ¿A dónde vas L?

–        Esperadme todos un momento.

Pronto, llegó arrastrando aquel pizarrón de juguete que utilicé hace unos meses atrás. Lo colocó en el centro de la habitación con tan sólo dos dedos. Cogió una tiza y miró fijamente a Matt. Este estaba enfrascado en una emocionante partida con su adorada consola. El rubio le dio un golpe en la nuca al ver que no reaccionaba, menudo golpe… Por consiguiente, la consola voló hasta chocar con el suelo donde se rompió en millones de pedazos.

–        ¡Mi bebé! ¡Amor mío! ¿¡Estás bien!? ¡Respóndeme!– dijo el pobre recogiendo lo que quedaba de la máquina. – ¿¡Qué le has hecho Mello!?

–        ¡Es so-sólo una ma-máquina! ¡No tiene sentimientos!

–        Pero era importante para mí ¿Sabes?– contestó Matt molesto.

–        Gracias, Mello. Aunque no era necesario medidas tan drásticas– dijo L.

–        Parece que Mello tiene…– empezó el devorador de mermeladas.

–        ¡No! ¿Por qué iba a tener celos de una máquina? ¿¡Qué sabes!? ¡Olvida lo que estás pensando!

–        Yo nunca he dicho eso, iba a decir que tenías mal genio.

–        Sí, claro.

–        Pienso que nos desviamos del tema…– dije llevándome la mano a la cabeza ¿Habría escuchado Matt lo de los celos? Estaba lamentándose en el suelo… creo que no.

–        Aún no comenzamos nada.

–        Sí, Near. Ni dejamos que L empiece a hablar– murmuró Gevanni.

–        ¡Está bien! ¡Deja de lloriquear, Matt! Luego te ayudo a arreglar a esa miserable– cedió Mello llevándose las manos a la cabeza.

–        Vale… acepto tus disculpas, pero ya sabes… perdono pero no olvido– dijo sentándose de nuevo sobre el sofá.

–        ¿Puedo hablar ya?

–        Sí– habló Beyond por todos.

 

–        Para empezar, todos ya sabréis lo que le ha pasado a Ayla esta tarde. Estaréis de acuerdo conmigo si os digo que es bastante probable que aquel encapuchado era Light. Más que probable, estoy seguro de ello, Un 98%...– nos apuntó con la tiza.

 

–        ¿¡Estás diciendo que la chica acosadora es E!?

 

–        ¿¡No era un tío!?– dije yo abriendo los ojos.

 

–        No lo pudimos probar. También cabe la posibilidad que se haya transformado con la ayuda de la libreta…

 

–        ¿Qué clase de enfermo  se transformaría en mujer?– dijo Mello con una mueca.

 

–        Uno muy pervertido… Lo bueno que sacamos de esto es que ya lo tenemos–

 

–        Exacto, Beyond. Partiendo de la hipótesis de que aquella chica era el otro dueño de la libreta, quiere decir que conoció a Ayla antes o después de conseguir la libreta. Me inclino por la posibilidad de conocerlo después de encontrarla. Concretamente de principios de verano hasta esta mañana.

 

–        Entonces, cualquier persona que haya conocido este verano es sospechosa de ser “El tío gilipollas”.

 

–        También puede que tan sólo te hayas cruzado con ella. No tienes que haberla conocido– Near miró en mi dirección enroscándose un mechón del cabello.

 

–        Pasando a otra cosa, hace un tiempo que quería comentaros esto. Ahora me arrepiento de no haberlo hecho antes– L se volvió a la pizarra y comenzó a escribir en ella. – He ideado una serie de precauciones a las que llamaremos N.S.C.P.S.

 

–        ¿No es un poquitín largo?

 

–        ¿Qué significará?

 

–        ¿Normas de Seguridad Contra Personas Sementales?

 

–        ¿Qué tiene que ver semental en esto, Matt?

 

–        Normas de Seguridad Contra Pervertidos Sexuales.

 

–        ¡Beyond! ¡Qué está Gevanni delante!

 

–        Normas de Seguridad Contra Personas Sociópatas.

 

–        ¿Tú también Gevanni?

 

–        ¿Quién sabe? Tal vez sea eso… – dijo L guiñando un ojo a mi hermano. Gevanni bajó abochornado la cabeza.

 

–        Lo que tenemos claro es que es “Normas de Seguridad Contra”… ¿¡Podemos seguir escuchando a L!?– Mello exclamó harto de las interrupciones.

 

–        Como iba diciendo… La N.S.C.P.S son una serie de normas para prevenir ciertas situaciones que nos pondrían en peligro. La primera y más importante: No tocar la libreta de Ayla. Sólo ella puede utilizarla. Sospecho que ahora sólo llevas una hoja y la libreta la tienes escondida ¿Cierto?– asentí y satisfecho siguió escribiendo. – Lo segundo: Nada de salidas encubiertas, además de no salir nunca solos. Ni aunque una fuerza misteriosa te empuje a ello– miró a Beyond por unos segundos. Este se hizo el tonto rebañando lo que quedaba de mermelada en un tarro. –En el caso de Near y Gevanni, iré yo o Beyond a acompañarlos. Por último: evitar hablar con desconocidos y situaciones extrañas.

 

–        ¿Situaciones extrañas?

 

–        Un ejemplo de ello es lo que tú experimentaste hoy. En resumen, tenéis que evitar a todas las personas que os de mala espina.

 

Esa noche me costaba mucho conciliar el sueño. No dejaba de pensar en lo que había dicho L. Según él, podía conocer ya al segundo dueño de la libreta… E. Supuse que sería una inicial, pero no conocía a nadie cuyo nombre comenzara por E. Tampoco ningún apellido. Aunque esa chica, supuestamente, se llamaba Elgaleen. Empezaba por E. El chico era Light, y la de la máscara de gato era Misa. Tenía sentido. En cuanto al aspecto de la chica… en ese momento no recordaba a nadie que se pareciera a esa chica. Poco a poco el sueño comenzó a invadirme, pero justo antes de acabar dormida…

–        Ayla ¿Estás despierta?– dijo Matt picoteándome la cabeza. Estaba en el lateral de mi cama, agachado hasta que sólo asomaban sus ojos.

–        No– dije incorporándome.

–        Tuve una pesadilla– dijo con hilo de voz.

–        Matt, aunque aparentes dieciséis, tienes veinte años… ¿Tan grave ha sido?

–        Sí…– hizo un puchero.

–        Bueno, piensa en que sólo ha sido una pesadilla. Duérmete otra vez– me tumbé en la cama y cerré los ojos dando por finalizada la conversación.

–        Ayla…

–        ¿¡Qué pasa!?– susurré bruscamente.

–        Si no te cuento la pesadilla, no podré dormir– suspiré y me senté en la cama dando unos golpecitos a mi lado para que se sentara.

–        Cuéntamela y nos vamos a dormir.

O.O Pesadilla de Matt O.O

En un lugar idílico, bajo un cielo azul, silbaban los pájaros la canción “My funny Valentine”. Estaba sentado sobre un verde y suave césped. A lo lejos, una puesta de sol ponía el broche final a aquel romántico lugar. A su derecha estaba sentado Mello. Los últimos rayos del sol acariciaban su pelo que resplandecía cual oro puro. Sus ojos, adquirieron un matiz violeta por los mencionados rayos. Ante aquella imagen que Matt sólo pudo relacionar con un ángel, habló.

–        Mello…

–        Dime– dijo con la voz del clarinete.

–        Tengo que decirte algo…

–        Te escucho.

–        Mello…– inspiró y gritó– ¡TE QUIERO CON TODA MI ALMA!

Mello abrió los ojos sorprendido. Luego sonrió dulcemente.

–        Oh Matt…

–        Mello…

–        Lo siento.

–        ¿¡Qué!?

–        Que lo siento, mi corazón pertenece a otra persona.

–        ¿¡A quién!?

Entonces, apareció Near de la nada. En menos de un parpadeo, el cielo se volvió plomizo. El césped se secó y los pájaros comenzaron a silbar la canción “Que se quite el top”. Mello se levantó y abrazó posesivamente a Near ante a mirada aterrorizada de Matt.

–        ¿¡Near!?

–        ¿Por qué pones esa cara? ¿Creías que tenías alguna oportunidad conmigo? ¡Pero si sólo eres un perro pulgoso!

–        No eres lo suficiente adorable para soportar la masculinidad de Mello.

–        Tú lo has dicho mi bolita de algodón.

–        ¡NOOOOOOOO!

O.O Fin de la Pesadilla de Matt O.O

–  Vaya… esto… vaya…– quedé sin palabras.

–        Que no se quite el top… que no se lo quite…– murmuraba Matt en posición fetal.

–        Tal vez si te tiro un vaso de agua encima se te pase.

Me levanté y salí de mi habitación. Ahogué un grito al encontrarme con Mello. Se apoyaba en la pared para no tropezarse con los muebles.

–        ¿Viste a Matt? Se despertó gritando y salió de la habitación– Lucía preocupado.

–        Está en mi habitación. Iba a llevarle un vaso de agua.

–        Quita…– me hizo a un lado y entró en la habitación.

Por mi parte, me escondí detrás de la pared. Me agaché y asomé un poco la cabeza para poder ver. No me quería perder nada.

–        ¿Qué haces Ayla? Está mal fisgonear.

–        No estoy haciendo eso, L. Estoy haciendo una investigación– dije susurrando.

–        Ya veo… ¿Y qué investigas exactamente?

–        Cómo va la relación de esos dos.

–        Qué interesante, déjame ver a mí también.

Mello se había agachado justo delante de Matt. El pelirrojo dio un respingo al percatarse de su presencia.

–        ¿Tuviste una pesadilla Matt?

–        Algo así.

–        ¿No será la del conejo violador?– preguntó alarmado. L y yo cruzamos una mirada.

–        ¡No! No tiene nada que ver.

–        Pues, cuéntamela– dijo Mello aliviado.

–        ¿Por qué iba…?

–        Te conozco desde que éramos unos enanos. Siempre que tienes una pesadilla me la has contado a mí para poder conciliar el sueño. Incluso me contaste la del cerdo rosa que quería vestirte de lolita…

–        No me la recuerdes…– le cortó Matt.

–        Vamos, soy todo oídos.

–        Pues que me declaré a la persona que me gustaba y esta me rechazó– L y yo asomamos la cabeza algo más ¿Se lo diría a Mello?

–        ¿Quién era?

–        ¿¡Eh!?

–        ¿Quién era esa persona?

–        No… no tenía rostro– L me retuvo antes de que me abalanzara sobre Matt para darle un puñetazo… lo haría por la mañana. Mello disimuló un suspiro de decepción.

–        ¿No había nada más? Es raro, normalmente tus sueños son rarísimos y sin sentido– “No lo habíamos notado, en absoluto”.

–        Los pájaros silbaron “Que se quite el top”.

–        Qué pájaros tan crueles.

–        Más cruel fue lo que hizo esa persona…

–        ¿Qué hizo?

–        ¡Me llamó perro estúpido! ¡Y luego apareció otro y dijo que no era lo suficiente adorable para tanta masculinidad!– dijo bastante ofendido.

–        Matt, te diré dos cosas. La primera, si alguien te rechaza es tonto. Segundo, si alguien te dice que eres un perro pulgoso es la persona más despreciable sobre la tierra. Y tercero, juro sobre mis chocolates que si alguien te hace sufrir lo mataré entre terribles sufrimientos, lo resucitaré y volveré a matarlo para bailar sobre su tumba.

–        Eso son tres cosas, no dos.

–        Pues las que sean. Da igual, volvamos a la habitación. Ayla volverá pronto.

L y yo nos quitamos de ahí. Miramos a todos lados buscando donde escondernos. L tiró de mí y nos metimos dentro de un armario que utilizamos para los abrigos.

–        L ¿Qué piensas de esto?

–        ¿Pensar sobre qué?

–        Que a Matt le guste Mello.

–        Oh… que Matt es idiota, y Mello otro tanto.

–        ¿No te sorprende?

–        Qué va. Si eso ya lo sabía desde el primer día.

–        L, me ayudarás a juntarlos ¿A que sí?

–        Lo que esté en mi mano.

 

Notas finales:

"My funny Valentine", una canción muy bonita, de Ella fitzgerald. 

Ayla: Antes de irme... quiero presentaros a alguien ^_^ *se acerca a un armario* ¡Tengo mi fantasma personal! ¡Se llama Ambrosio! ¡Saluda Ambrosio!

*Se abre la puerta del armario y asoma una mano palida. Ésta le enseña el dedo corazón a Ayla*

Ayla: ·_· ... es algo tímido, aún no sale del armario... ¿Lo pillais? ¡Del armario! Okey, ya me voy... ¡Es albino! 

Amborosio: ¡Soy rubio! ¡Mi pelo es rubio!

Ayla: ¡Pero si es muy claro!

Ambrosio:  *susurra* idiota... 

Ayla: En el fondo es todo un amor... XD

¡Hasta pronto!


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