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La libreta de los deseos por AylaMckee

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Notas del capitulo:

¡Hola cachorritos!

Lamento haber tardado dos días más, no pude coger el ordenador por la cantidad de cosas que tenía que hacer XP Pero lo importante es que aquí está el nuevo capítulo.

Light: ¡Por fin salgo yo!

Ayla: Sí, Light... en realidad ya saliste hace tiempo.

Light: Pero hoy es mi gran aparición.

Zaena: ¡Perdona! ¡Hoy es MI gran aparición!

*Se miran amenazantes* 

Ayla: Bueno... ¡disfrutad esto mientras estos lo arreglan! ¡Hasta Pronto!

No hay nada como el ejercicio matutino. Levantarse un viernes a las siete y llegar al instituto para ponerse a correr… Odio educación física, no es que no me guste hacer deporte… el problema es que es demasiado para mi frágil cuerpo… Por si no fuera poco, tener que hacer abdominales. Esto empeora aún más si cada vez que alzo mi cuerpo para tocar las rodillas con los codos, te encuentres la mirada de un tigre celoso. Si un Mello enfadado era un fiera salvaje, un Mello celoso era el propio diablo. La brillante mente del profesor de educación física hizo los grupos para hacer aquel ejercicio. Como todos sabemos, el destino odia a estos dos (sobre todo a Matt) y colocaron al pelirrojo con otro chico de la clase, mientras que a Mello y a mí nos tocó juntos. Como resultado, Mello comenzó a ser devorado por los celos.

–        Yo debería estar ahí, no ese niñato sin cerebro. Como mueva las manos más arriba de lo que están me aseguraré de que no pueda tener hijos… – murmuraba el rubio entre dientes, seguramente pensando que no lo estaba escuchando.

–        Mello.

–        ¿¡Qué!?

–        ¿¡Te importaría dejar de clavarme las uñas en los tobillos!? – le grité mientras volvía a doblarme para quedar cara a cara con él. – ¿Acaso estás celoso?– pregunté sonriendo.

–        ¡No! ¿¡Qué te hace pensarlo!?

–        Por ver cómo te molestas al ver a Matt siendo tocado por otras manos que no son las tuyas…

–        ¿¡Qué!?¡Ayla! Eso… eso tiene doble sentido– dijo enrojeciéndose.

–        No es mi culpa que seas tan malpensado.

–        ¿¡Cómo!?

–        Es normal, ahora vuelves a ser un adolescente hormonal. Creo que más de lo normal. Eso puede acarrearte muchos problemas…

–        Ayla…– amenazó mirándome con una sombra macabra sobre sus ojos. Maldito flequillo, si no fuera por eso Mello no sería tan aterrador. –Tú eres la que lo malinterpretó. Sólo es interés… por la integridad física y moral de mi mejor amigo.

–        ¿Integridad física y moral?– dije alzando una ceja ¿Tan idiota parecía a ojos de Mello?

–        ¡Por supuesto! Mi código ético no me lo permite. Juré sobre lo más sagrado proteger a mis amigos y a la justicia más que a mí mismo…– alzó un puño y se dio un golpe en el pecho. Un brillo en su mirada enfatizó sus palabras.

–        Eso tan sagrado sobre lo que juraste… fue una tableta de chocolate ¿Cierto?

–        ¿Cómo lo has…?... emm… ¡Claro qué no! ¡Fue sobre… sobre… la Biblia!

–        Oh… ya veo… ¿De qué se supone que proteges a Matt?

–        Lo protejo de la persona de la que está enamorado. Me aseguraré de que no le rompa el corazón…– Qué bonito, eso estaría muy bien si… ¡No fuera él mismo del que está enamorado!

–        ¡Qué tierno!

–        ¡¿No es tierno!? ¡Me preocupo por la integridad física y moral de Matt!

–        Lo que tú digas Mello… lo que tú digas– me dio un pellizco en el gemelo. – ¡Ay! ¿Sabes quién es tu víctima?

–        No estoy seguro… no tengo muchas pistas. Pero me inclino por ese desgraciado que sujeta los tobillos de Matt.

–        ¿Ese? ¿Por qué?

Últimamente Mello estaba algo paranoico. Andaba todo el día enfurruñado. Como genio orgulloso que es, el no entender algo le ponía de los nervios. Lo compadezco, su mente debería ser un caos absoluto. Una mezcla de sentimientos que no tenía ni idea. Mello siempre ha tenido el mismo problema. Sentía demasiado. Aunque la mayoría de las veces parezca un borde, en realidad es mucho más afectivo que la mayoría. Mello puede ponerse en el lugar de otra persona con mucha facilidad. Sentir lo que el otro siente pero, para compensar, su impulsividad no lo dejaba pensar antes de actuar. De ahí que a veces llegara a lastimar los sentimientos de alguien. En fin, que Mello tenía un gran dilema: ¿Matt, o no Matt?

–        ¡No lo ves! ¡Es una fábrica de testosterona! Por no hablar de la androsterona, la androstenediona, además de todos los derivados del ciclopentanoperhidrofenantreno. Esas hormonas afectan de sobremanera las pocas neuronas que tiene en el cerebro tendiéndolo a comportarse como un gorila en celo ¡Aún no te he dicho lo peor! Con la pubertad, los andrógenos HL y HFE que estimulan la producción de testosterona¹… ¡Y volvemos a lo mismo!– dijo en voz baja mirando con recelo hacia alrededor, con miedo a que lo escuchasen. Aún así, durante su discurso ilustró las escenas con moviendo los brazos para dar más énfasis.

–        Mello… me perdí a partir de “fábrica de testosterona”

–        A ver, Ayla. Matt dijo que en su sueño apareció alguien y dijo que Matt no era lo  adorable suficientemente para su masculinidad… Con esta última palabra puedo entender que debe tratarse de un chico bastante desarrollado. Y ese desgraciado lo es… aunque duela– Ahora tenía algo de sentido. Pero ¿Por qué Mello no pensó en sí mismo como candidato?  Sonó el silbato del profesor y cambiamos de roles. Ahora era yo la que le sujetaba los pies a Mello. Se dio la vuelta un momento para acomodarse sobre la colchoneta. Ahogué una pequeña risa. Ya entendí el por qué. Si observabas a Mello desde lejos, y de espaldas, podrías confundirlo con una chica. Tan sólo unos segundos. Si a alguien le pasase eso, tendrían esa primera impresión. Él ya había sufrido bastantes malentendidos, era normal que pensase así.

–        Ya lo entiendo.

Mientras Mello hacía los abdominales con mucha intensidad, se me ocurrió una idea… una macabra idea.

–        Mello ¿Aún sigues sin saber quién de los dos te gusta no?– se tensó y el color subió a sus mejillas.

–        Sí, aún no ¿Por qué preguntas eso?

–        Por nada, para ver si tenías alguna novedad.

Perfecto. Perfectísimo, espléndido, magnífico, extraordinario, soberbio… Como dijo Miguel de Cervantes, “Los celos se engendran entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca y aún de la tierra que se pisa”. Durante un descanso, el cuál Mello fue al baño, aproveché para contarle a Matt lo que había pensado.

–        ¡Yo también lo pensé! Pero no me atrevía a ponerlo en práctica. Si funcionara, estoy seguro que Mello celoso da más miedo del que lo daría estando enfadado– “Qué razón tienes, Matt… qué razón tienes”.

–        Estoy segura de ello, pero mucho más efectivo que cualquier otra cosa.

–        Sí, eso aceleraría las cosas. Podría llamar la atención más rápidamente. Bien, busquemos a algún candidato o candidata.

–        Déjalo todo en mis manos, Matt. Tú sólo que Mello no sospeche nada.

–        De acuerdo– alzó la mirada de su consola por primera vez en toda nuestra conversación. – Lo que no entiendo es por qué tú también vas a hacerlo.

–        ¿Eh? Ah…– reí nerviosa quitándole importancia. – para nada en especial, eso son cosas mías… sólo quiero comprobar una cosa.

–        Oh, vale. Mello tarda mucho. Apuesto esta consola que pasó por la cafetería a por chocolates.

Se guardó la consola envuelta en largos trozos de cinta adhesiva en el bolsillo de su pantalón. Dijo que iría a buscarlo y se perdió entre los pasillos de la escuela. Por mi parte, comencé a pensar en mi plan ¿Conocía a alguien que le sirviera a Matt? ¿Qué tal Cas? Seguro que serviría… No, no sé de lo que podría ser capaz de hacer Mello ¿Y una chica? Sí, una chica. Mello se lo pensaría algo más antes de hacer algo. Aún así, debe ser una chica con carácter, pero que parezca débil. Así el sentido de la justicia de Mello le impediría ser muy brusco con ella… Suspiré derrotada ¡No conocía a ninguna chica así! Me apoyé sobre la pared. Mis tobillos se deslizaron hacia delante hasta quedar sentada en el suelo. Entonces mi mano rozó un trozo de papel. Estaba plegado muchas veces, sentí curiosidad. Lo desdoblé y leí su contenido. Era algo así como el guión de un cómic. Se veía interesante. Definitivamente alguien lo había perdido. Levanté la mirada observando a mí alrededor. A lo lejos vislumbré a una chica que me resultaba familiar. Parecía buscar algo ¿Sería el papel? Me levanté y la chica me vio.

–        ¡Hola!

–        ¡Hola! ¿No habrás visto un papel por aquí?

–        Sí. Estaba en el suelo– dije tendiéndoselo. – ¡Ya me acuerdo! ¡Tú eras aquella chica que Mello casi hace volar! ¡En el primer día de clase!

–        Sí, esa soy yo. La Gran Zaena, pero si quieres puedes llamarme simplemente Zaena.

–        Encantada. Yo soy Ayla… llámame simplemente Ayla– dije estrechando su mano. Me fijé en una cámara que amenazaba por caerse en pedazos y que tenía restos de polvo. Mi mirada pasó de ahí hasta una camiseta que casi hace que se me paralice el corazón. – ¿¡Eres Otaku!?

–        ¿Cómo? Sí, lo soy…– dijo algo abrumada por mi grito.

–        ¡Yo también!

–        ¿¡En serio!? ¡Por fin encuentro a un semejante! ¿Dónde estabas metida todo este mes?

–        ¡Yo también debería decir lo mismo! ¿En qué curso estás?

–        En primero de bachillerato.

–        ¿En serio? ¿Tienes dieciséis años?

–        Sí, los cumplí este verano. Espera… ¡Por qué sea baja no tengo que ser pequeña! ¡Tengo dieciséis y soy igual de independiente que una de dieciocho! ¡¿Es que una chica no puede ser baja!? ¡Suficiente problema tengo yo por evitar que me aplasten! ¡Y coger cosas! ¡Y al jugar al baloncesto! Bueno, tampoco es que juegue… no me gustan los deportes… ¿Querías decir algo?– dijo después de interrumpirme por varias veces. “Sí que tiene carácter. Espera un segundo… tiene carácter… y es baja… más baja que Mello… lo que le hace parecer débil… esta es la mía”

–        Tranquila, sólo era porque no te había visto por este pasillo.

–        Es que mi clase está en el otro piso. Cerca de los laboratorios.

–        ¿Eres de ciencias? Debes ser bastante inteligente para atreverte por ahí– dije impresionada. – Las matemáticas ahí debe ser mortales.

–        ¿Yo? ¿Buenas notas? Pero si… ¡Soy muy inteligente! ¡Por supuesto! Tengo mis momentos flojos, pero eso no importa.

–        Oye ¿Te gustaría venir esta tarde a mi casa? Te presentaré a mis amigos, seguro que les caes bien.

–        Bueno, supongo que me dejarán ir… ¿Dónde es tu casa?

–        Está bastante lejos. Si quieres te recogemos en un lugar que conozcas ¿Conoces la tienda Winchester?

–        Sí, ahí es donde suelo comprar los animes.

–        Pues quedamos ahí a las seis y de paso preguntamos por los nuevos estrenos de la temporada ¿Te parece?

–        ¡Perfecto!

–        ¡Pues hasta luego!

–        ¡Sí! Antes de irte ¿En qué clase estás?

–        En primero de bachillerato B.

–        ¿Tus amigos que estaban contigo están también ahí?

–        ¿Matt y Mello? Sí… ¿Por qué?

–        Por nada, simple curiosidad ¡Hasta las seis!

Tenía un presentimiento tras esa pregunta, pero lo dejé de lado al recordar que ya tenía la candidata perfecta para Matt. En cuanto a mí, se lo preguntaría a Gelo. El hermano de Cas. Del trío de hermanos, el obsesivo al tenis y el pervertido, Gelo era el más normal. Tampoco dudaba en que me ayudaría. De lo poco que lo conozco sé que no es reacio a hacer favores, mientras no dañe a otra persona. Esperaba no equivocarme.

–        ¡Ayla! ¡Vámonos de aquí ya!

–        ¿Qué ocurre Mello?

–        En este instituto hay gente muy rara…

–        Mientras veníamos hacia aquí una chica de primer año nos echó una foto sin venir a cuento. Luego salió corriendo– dijo Matt encogiéndose de hombros.

–        Cumplir las normas de L va a ser más complicado de lo que creía– murmuró el rubio devorando una de las conocidas tabletas de chocolate.

–        Matt, esta tarde quedé con una amiga. La invité a casa ¿Me acompañas a recogerla en Winchester? De paso podrás comprar algunos videojuegos.

–        ¡Sí! ¡Videojuegos! ¿Vienes Mello?

–        Paso de veros orgasmear con vuestras cosas de frikis…

–        Hoy estás de mal humor Mello ¿Pasó algo?

–        No, sólo quería practicar más los abdominales.

–        Mello ¿Por qué tendrías que…?

–        Yo te ayudo si quieres Mello– me interrumpió Matt. Mello sonrió de lado. Chocolamaniático astuto, eso es lo que quería.

Horas más tarde, me encontraba en casa buscando desesperada un número de la revista “Neko”. Tras muchos meses de esfuerzo pude conseguirla, una de las pocas revistas manga en español. Y yo, como soy tan despistada, la perdí. Recordaba que la última vez la vi en la biblioteca, entre los libros que solía leer. Pero tras rebuscar entre la gran cantidad de libros que allí había, seguí sin encontrarla. También miré en mi cuarto, dentro de las cajas donde guardaba antiguos cuadernos, libros… entre los mangas… pero nada ¡Absolutamente nada! Había desaparecido. Me sentí frustrada. Suspiré cansada. Y yo que tenía tantas ganas de enseñársela a Zaena…

–        ¿Buscabas algo?– dijo Near con un cubo de rubik entre las manos.

–        Sí, una revista de manga ¿La has visto por ahí?– entonces me di cuenta de la mirada aburrida de Near. – ¿Te pasa algo?

–        No es nada, sólo me aburro.

–        ¿No tienes que hacer los deberes?

–        Ya están hechos.

–        Pero si llegaste hace nada…

–        Ayla, tengo el coeficiente intelectual más desarrollado que cuatro profesores universitarios juntos ¿Me vas a decir que no soy capaz de hacer unas multiplicaciones de dos cifras en dos minutos?– enarcó una ceja.

–        No

–        Lo suponía… en cuanto a tu revista, creo haberla visto en el armario de Matt y Mello. Sobre la caja del ajedrez– me dijo perezoso mientras alzó la mano.

–        Gracias Near.

–        No hay de qué.

Corrí hasta la habitación del dúo M. Abrí las dos puertas del armario y me metí dentro buscando la caja mencionada por Near. Qué asco de armario. Estaba todo revuelto ¿Eso era un chocolate medio derretido? ¿Eso era una revista…? Ah no, era de videojuegos… ¿Y la ropa? Menudo gallinero tenían estos dos. Eran incluso peor que yo. Por suerte, el armario era bastante espacioso, que parecían una cabina. Aún mejor, cabía de pie. Buscando entre todo ese desorden, escuché que alguien entraba en la habitación. Entreabrí la puerta para observar el exterior. Como era de suponer, se trataban de Matt y Mello. El último se dejó caer sobre la litera de abajo, dándose un golpe en la frente. El pelirrojo rió gustoso ganándose uno propio.

–        ¿No querías que te ayudase con lo de los abdominales?

–        ¿Eh? Ah, sí…– El rubio se sentó en el suelo, justo en frente de Matt. El de las gafas de aviador lo sujetó firmemente de los tobillos. Empezó a hacerlos sin que ninguno de los dos se percatase de mi presencia en el armario– Matt…– dijo parando en seco.

–        ¿Qué?

–        Estás temblando ¿Tienes frío?

–        ¿Qué? ¡No! ¡Digo sí! ¡No es que esté nervioso ni nada!– dijo Matt sacudiendo la cabeza.

–        Mientes muy mal, Matt ¿Por qué estás nervioso?– dijo Mello apoyando la barbilla sobre sus rodillas, a tan sólo unos pocos centímetros del abochornado del pelirrojo. Entonces me pregunté ¿¡Por qué siempre yo acababa observando momentos tan incómodos!? ¡¿Y nunca podía alejarme!? ¡Siempre atrapada! ¿¡Y esta vez sin salida!?

–        T-te dij-je que n-no esto-estoy nervi-vioso– “bravo Matt, eres experto mintiendo.” El rubio sonrió pícaramente y alzó una de sus rubias cejas.

–        ¿Soy yo el que te pone nervioso, Matt?– dijo casi susurrando. Matt tragó grueso y miró hacia otro lado.

Yo estaba: “Tierra trágame, tierra trágame, tierra trágame… ¡Ey! ¡Eso parece…!”

–        ¡La revista, la encontré!– “Espera… ¿Lo dije en voz alta?”. – ¡Mierda!

–        ¿Quién está ahí? ¿Ayla?– Mello se levantó y se acercó hasta el armario.

Miré aterrada cómo Mello se aproximaba al armario con el ceño fruncido. En milésimas de segundo saqué el trozo de hoja de libreta que llevaba siempre encima y un bolígrafo que tampoco se separaba de mí. En dos segundos que se me hicieron eternos escribí:

Deseo estar en Winchester.

Vi cómo Mello abría el armario y cerré los ojos. A los pocos segundos, al no sentir la voz de Mello, los abrí. Por un momento recé para estar en la tienda Winchester, pero…

–        ¿Dónde estoy?– me pregunté confundida mientras giraba sobre mí misma.

Me encontraba en un una calle, al pie de la carretera. Los árboles frondosos sobresalían detrás de las casas y, a su vez, un imponente edificio que parecía tener al menos seiscientos años les precedía. Me llamó la atención una señal que hablaba sobre una academia llamada “Winchester College” ¿Winchester? ¿¡Qué hacía en Winchester!? ¿¡Qué coño hacía en Winchester!? Mi mente se aclaró. Fijé mi vista en el trozo de papel causante de todo. Entonces ya lo entendí. Puse que quería ir a Winchester, pero no especifiqué cuál ¡En vez de ir a la tienda Winchester de mi ciudad, había ido a la Ciudad de Winchester! Pero ¿A cuál? ¿El de Estados Unidos o El de Reino Unido? Gruñí enfadada y miré a ver si había alguien.

–        ¡Qué frío!– me quejé mientras una señora pasaba por mi lado. Se fijó en mí por un momento y siguió su camino– ¡Señora! ¡Discúlpeme!– dije con mi mejor inglés.

–        ¿Sí, en qué puedo ayudarte?

–        Mire, sé que puede sonar algo extraño. Pero ¿Esto es Reino Unido o Estados Unidos?– la señora me miró como si estuviera loca. Abrió la boca dos o tres veces hasta que pudo articular una palabra.

–        Reino Unido ¿Esto es una especie de broma?

–        ¡No, qué va! Sólo es que me perdí, mis amigos debieron gastarme una broma ¿Dónde puedo encontrar un café?

–        Por esa calle…– dijo señalándola.

–        ¡Muchas gracias! ¡Que tenga usted un buen día!

Dejé atrás a la mujer. Me abroché la chaqueta que llevaba por un fuerte viento que avisaba de tormenta. Típico de Reino Unido. Busqué el café que me indicó la mujer. No, no iba a tomarme un té inglés. Iba a meterme en el baño para poder volver a casa ¿Qué hubiera pensado la mujer si me hubiera visto desaparecer de repente? Le causaría un trauma severo. Por fin vislumbré una pequeña cafetería y corrí hacia ella. Sin darme a tiempo a reaccionar, choqué con un chico.

–        ¡Lo siento! ¡No quería… Ahh!– grité. Observé anonadada al chico que ni siquiera me había mirado a la cara.

–        ¿Te hiciste daño?– por fin se giró mirándome. La sorpresa adornó sus ojos. Entonces, hizo lo que menos me esperaba en ese momento: me agarró del brazo y me arrastró corriendo como alma lleva el diablo.

“¡¿A dónde me lleva?! ¡Quiero que me suelte! ¡Ya! ¡No quiero que me toque!”

–        ¡Suéltame!– Se adentró a un callejón. Ahí ya me soltó. Apoyó su mano un momento en la pared. Revolvió su cabello castaño y giró su cabeza hasta que pude ver sus ojos rasgados.

–        ¿Qué haces aquí?– dijo serio.

–        ¡Perdona! ¡Eres tú el que me debe decir qué haces aquí!

–        No tengo por qué hacerlo. Yo vivo aquí. Tú eres la única fuera de lugar.

–        Entonces ¿Eres Light?

–        Sí ¿No me imaginabas así?– dijo con una sonrisa cínica. Alcé mi mano y le pegué una serie de golpes en la sien. – ¿Qué estás haciendo?– dijo reteniendo mi mano muy molesto.

–        Matarte.

–        ¿Con un manotazo en la cabeza?

–        Trato de romperte la arteria meninge media.

–        … Eso no se desgarra tan fácilmente. Es frágil, pero no tanto. Otra cosa ¿Qué te hice para que quisieras matarme?

–        Para empezar, matar a L…

–        En realidad fue Rem, pero si nos ponemos un poco más estrictos…

–        A Watari, a Mello, a Matt…

–        Eso fue indirectamente…

–        Y… ¡A miles de personas empezando una era dominada por el miedo en todo el mundo! ¡Ah se me olvidaba! ¡A Raye Penber y a sus compañeros! ¡Y a Misora! ¡Tú no sabes lo bien que me caía esa mujer! ¡Era la única decente en toda la serie! ¡Y a Beyond! ¡A él también lo mataste!

–        Era un asesino psicópata– murmuró cansado.

–        ¡Mató a tres personas! ¡Lo tuyo fue genocidio!

–        Eran criminales.

–        ¡Me importa un bledo! ¡Para eso están en la cárcel! ¡Qué se pudran ahí!

–        Tranquilízate, Ayla. Ahora soy un nuevo Light. Nada de querer convertirme en dios del nuevo mundo, ni nada parecido.

–        Sí, y yo soy la reina de Inglaterra.

–        ¿Qué puedo hacer para que me creas? Ayla, sé perfectamente lo que hice. Aún pienso que esos criminales debían morir. Pero si no he sido capaz de lograrlo yo, nadie podrá hacerlo ¿Puedes confiar en mí ahora?

–        Un poco– dije recelosa.

–        Al menos es algo– murmuró para sí. – Bien, ahora tengo que contarte algo.

–        ¿El qué?

–        Bajo ningún concepto, le digas a L que me has visto.

–        ¿Por qué? O mejor ¿Por qué debería hacerlo?

–        Sé que tienes la libreta. Él no lo sabe, pero le falta poco para pensar Ayla= A.

–        ¿Él? ¿A?

–        Es el dueño de la libreta, él suele llamarte así.

–        Oh…– y yo llamándole “Eltíogilipollas”, qué mala rival era.

–        También suele llamarte Amargada, Analfabestia… cualquier insulto despectivo que empiece por A– retiro lo dicho.

–        Será…

–        Lo que iba diciendo, tú no le dices a L que me has visto y yo no le diré a él nada sobre ti.

–        Pero entonces ¿Cómo lo sabías? ¿Y por qué no le dijiste nada aún?

–        A lo primero, me crucé con las personas indicadas. A lo segundo, tengo mis razones.

–        Bueno, pues…– Light me interrumpió con un movimiento de la mano y se asomó cuidadosamente desde el callejón. Volvió a mirarme y se acercó luciendo algo alarmado.

–        Deberías irte, no serviría de nada que te descubrieran. Si Misa te ve, da igual lo que haga… se le acabará escapando. Él puede llegar a ser muy persuasivo…

–        Vale. Oye Light ¿Te arrepientes de haber matado a L? Como dices tú, de que Rem lo haya matado– me miró fijamente por unos larguísimos segundos. Apartó la mirada.

–        Vete, ya estoy escuchando su voz estridente– sabía que no respondería, así que hice lo que me pidió.

 

Tras desaparecer Ayla en la nada, Light Yagami salió del callejón. Caminó por la calles de Winchester. No había escuchado la voz de Misa, ella estaba con el otro. Tras un buen rato, llegó hasta un imponente edificio, el mismo que hace unos minutos antes Ayla había visto cernirse sobre los árboles. Abrió la hermosa y enorme verja que lo separaba de él. Cruzó el hermoso campus hasta un edificio algo más pequeño contiguo al anterior. Justo antes de entrar por la puerta, paró para atarse un cordón del zapato. Una de las ventanas más altas se rompió, arrojando entre los miles de trozos de cristal una maceta. Esta cayó justamente a los  pies de Light. El castaño dirigió su mirada hacia arriba con los ojos desorbitados.

–        Ni un mes lleva aquí, y ya está causando destrozos– dijo suspirando.

 

 

Notas finales:

Glosario:


1. Todos son hormonas masculinas... no sé explicarlo mejor XD

 

Me despido corriendo que dispongo de poco tiempo XP Espero vuestro Reviews! :3


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