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La libreta de los deseos por AylaMckee

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Notas del capitulo:

Mil disculpas. Sé que esta vez tardé demasiado, pero tengo mis razones.

Primero, estuve unas semanas con un problema de salud que me quitó tiempo para escribir y hacer las tareas de clase. Cuando estuve mejor, mis padres me aconsejaron no forzarme demasiado y dedicar algo de esfuerzo a estudiar para los exámenes que se acercaban. Y Segundo, estos exámenes que duraron unas dos semanas.

Aquí ya aviso que, como estoy en el último trimestre, debo esforzarme más y quiero sacar notas altas ya que me cuentan para la selectividad del año que viene, debo aprovechar todo al máximo ya que la carrera que quiero estudiar pide una nota bastante alta.

Espero que lo comprendáis. :3

 

–        Ni un mes aquí, y ya está causando destrozos– dijo suspirando. Miró su reloj, eran las seis.

Light entró al edificio moderno con cuidado de no cortarse con los billones de pedazos de cristal regados por el suelo. Esquivó a un par de chicos perseguidos por otro furioso que tan sólo llevaba una toalla a la cintura. Rodó los ojos arto ya de las típicas tonterías de sus compañeros de escuela. Él no recordaba haber sido así nunca. Por favor, hablamos de Light Yagami: el estudiante más modosito de Japón. Él nunca desperdiciaría su valioso tiempo y compañía en esos actos pueriles. Incluso E, el adolescente con más cambios de humor que gotas hay en el mar, no se dejaba llevar por tonterías como esas.

Paró en frente de la habitación 666. < No hay número más apropiado para el actual residente de esta habitación.> Pensó con sorna mientras buscaba la llave para abrir la puerta. Unos ruidos extraños se pudieron escuchar tras ella. Light no era de esa clase de persona, pero tuvo la ligera impresión de que eran gemidos ahogados. Un notorio sonrojo se apoderó de sus mejillas al no poder controlar las santas e inocentes imágenes que su mente le mostraba. Se dio un bofetón mental, sacudió su cabeza y se convenció a sí mismo que eso no podía estar pasando. E aún era muy joven para hacer eso, a no ser… ¡No! ¡Por favor! E era un chico que le gustaba la vida alegre, pero estaba seguro que detrás de esa faceta se escondía un chico correcto. Suspiró y se decidió por asomarse. Por una vez, Light Yagami quiso estar equivocado. Lentamente abrió la puerta y se asomó cuidadosamente al interior. Sintió que su mandíbula caía hacia abajo. Sus ojos se desorbitaban tan horripilante escena ¡Misa! ¿¡Dónde estaba Misa!?

–        Light…– gimió ella asustada escondida detrás de una columna, lo más alejada al centro apoteósico de la habitación. Los ojos de ella lo miraron entre una mezcla de alegría por verlo y miedo por lo que estaba pasando. La situación era demasiado compleja para su poco desarrollado cerebro.

Light se preguntó: <Si Misa no estaba ahí… ¿¡A quién estaba acuchillando E!?>

–        ¡¿Por qué tuvo que ser él!? ¿¡Él!? ¡Yo soy infinitamente más guapo e inteligente! ¡Maldito sea el día en que nació ese desgraciado!– gritaba aquel chico acuchillando furiosamente un cojín, espolvoreando el relleno por todo el sofá. Light no sabía de dónde demonios había sacado aquel cuchillo, pero estaba seguro que en cuanto pudiera se lo arrebataría y lo haría desaparecer por completo. La voz del chico se alzó unos decibelios más. Light pensó rápidamente en una solución para calmarlo antes de que viniera el profesor a cargo.

–        Misa ¿Qué le ha pasado?– murmuró a la rubia que se había deslizado hasta abrazar fuertemente al castaño.

–        ¿¡Qué ha pasado!? ¿¡Preguntas lo que ha pasado Light!?– gritó el chico alzando el cuchillo furiosamente. Por acto reflejo, Light se tiró al suelo arrastrando a la rubia consigo. El filo del cuchillo pasó por encima de sus cabezas hasta quedar clavado en la puerta.

Light reunió toda su paciencia. Este chico siempre lograba exasperarlo. La única persona que había logrado superar a ese chiquillo había sido L. Siempre sentado de cuclillas en la silla, devorando dulces y escudriñándolo con la mirada; tratando siempre de adivinar sus pensamientos, desenredando meticulosamente los nudos que él mismo ataba… incluso cuando lo tuvo en brazos antes de que diera su último latido… durante unos segundos… durante unos segundos logró percibir un brillo extraño en los ojos del detective. Él pudo descifrarlo: L sabía que no saldría vivo de aquel caso, como también sabía que finalmente sucumbiría y su plan de transformar el mundo a su manera fracasaría. Por eso lo ponía furioso, L lo seguía poniendo furioso antes y después de morir, como también lo hizo aquella noche cuando lo observó fugazmente en la feria y al igual que en ese mismo instante por distraerle con cosas del pasado.

Light volvió en sí. El chico desencadenante de aquel comidillo mental se encontraba calmado, muchísimo más calmado. Se veía tan calmado y ausente, que hasta parecía triste ¿Él? ¿Triste? Eso ya era raro de por sí. El chico alzó los restos del cojín entristecido. Los arrojó al suelo e hizo lo mismo consigo. Su cuerpo chocó contra el suelo y rodó de lado hasta los pies de Misa y Light, que se habían erguido, para finalmente frotar su nariz contra el suelo. Definitivamente, aquel chico era un fenómeno antinatural.

–        ¿Qué pasó? ¿Tan grave ha sido para casi destrozar todo el dormitorio? Te aviso que casi me rompes la cabeza con la maceta que tiraste hace un rato.

–        Me siento como un mendigo que muere de sed, pero le dan pan. Trato de alcanzar las nubes, pero tengo sólo un ala rota.  –comenzó a recitar desde el suelo, mientras Light rodaba los ojos y pensaba: “Ya empezamos…”– Tanto dolor se agrupa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento. No hay destrucción más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos¹…

–        Debería pensar seriamente en dedicarte a la poesía…– dijo Light sonriendo a pesar del peligro que tenía burlarse del joven poeta en aquellos momentos.

–        Light, compra un ataúd– murmuró decaído aún desde el suelo.

–        ¿Para qué?– preguntó Misa.

–        Para enterrar mi desdichado corazón.

–        Qué melodramático eres…

–        ¿Qué pasó Otōto-chan?

–        Tiene novio… y no soy yo.

–        Pobre…– gimió Misa sentándose al lado suyo.

–        Vaya, qué fatalidad.

–        No es para bromas… ¡Me han apuñalado por la espalda! ¡Sangre de mi sangre!– alzó la voz agitando su puño en alto.

–         Otōto-chan, si la quieres déjale ir…

–        ¿¡Qué!? ¡¿Te has vuelto loca!?– se levantó del suelo mirándola estupefacto. – ¡¿Qué clase de frase es esa?!

–        Pues eso, que si amas mucho a una persona debes dejar que sea feliz.

–        ¡Una mierda pichada en un palo! ¡Yo siempre me salgo con la mía! ¡Esta vez no será diferente! ¡Haré que se vaya conmigo! Vaya frase más estúpida, lo normal es que si quieres a alguien hagas lo posible para estar con ella y luchar por ella… ¡Eso es justo al revés!

–        Visto de esa forma…

–        Eres un hipócrita, ni siquiera la conoces lo suficiente y ya hablas como si fueras capaz de morir por ella.

–        Light tiene razón, aún es muy pronto para decir esas cosas– “Mira quién fue a hablar” Pensó Light recordando el día en que Misa irrumpió en su vida.

–        Está bien, estoy siendo un poco exagerado…

–        ¿Sólo un poco?– Light alzó la ceja y se cruzó de brazos.

–        Exacto, pero…– sus labios formaron una sonrisa que podríamos calificar de desquiciada. –… esa es mi personalidad.

–        Si quieres mi consejo– dijo Light tendiéndole la mano– aunque sé que no me vas a tomar en cuenta… No seas muy pesado con ella, eso lo haría empeorar. Te va a acabar odiando, te lo digo por experiencia.

El chico aceptó la ayuda de Light y, tras levantarse, miró a Misa detenidamente. Volvió su mirada a Light y volvió a Misa. La última se encontraba  colgada del brazo de Light con una sonrisa boba. El chico palideció y se estremeció en un escalofrío repentino. Suspiró y ante la atenta mirada de ambos genocidas sujetó el mango del cuchillo. Lo rodeó con sus dedos finos. Quedó estático sujetándolo, como si le hubieran dado el “pause”. A Misa se le escapó una especie de gemido que parecía mostrar la tensión que recibía en ese momento. E, el gran fenómeno antinatural, no apartaba la mirada del instrumento letal. Por fin, su cuerpo hizo un ligero movimiento.

–        No tienes por qué temerme Misa, nunca me he sentido cómodo sujetando un arma. Quizás sea porque tengo miedo de lo que pueda hacer con ella. Aunque la libreta, en sí, es un arma. Me siento cómodo con ella entre mis manos. Seguramente será porque no parece un arma… no sé, hay veces que… –de un tirón seco sacó el cuchillo dejando una delgada grieta en la madera. Lo sopesó en su mano con gesto despreocupado. –hay veces en las que cuando la sostengo me invade una inquietud extraña y otras, me siento extrañamente relajado. Es como si la libreta tuviera vida propia– concluyó en un audible susurro, hablando más para sí mismo que para los otros dos.

–        Debemos recoger este desorden antes de que se presente algún profesor. Ya deben de haber visto la ventana rota– pronunció Light rompiendo un breve e incómodo silencio.

–        Claro, no estoy en condiciones de causarme problemas. Tengo suficiente con los míos. Aquí tienes Light, deshazte tú de esto.

–        A esos problemas tuyos le habrás sumado el de la ventana rota ¿No?– dijo Light tomando el arma.

–        ¡Bah! Eso son nimiedades ¡Tengo esto! – exclamó con regocijo mostrándole la libreta.

 

****************************EN LA TIENDA WINCHESTER**************************

–        ¡Mecachis en los mengues de cartón²! ¿Por qué hoy tendré tan mala suerte?

Tras desaparecer en el callejón, había acabado atascada dentro de un contenedor de basura que debía estar detrás de la tienda. Salí de ahí en cuanto pude ubicar donde estaba metida. Me sacudí un poco la ropa y me fijé en un reloj de una farmacia que colindaba con el callejón de donde había salido. Eran las seis menos cinco, al final Matt no iba a acompañarme a recoger a Zaena. Suspiré y me rasqué la nuca. Saqué el Ladri-móvil y marqué el número de Cas esperando a que pudiera hablar con Gelo, ya que no tenía su número.

–        ¿Diga?

–        ¿Gelo? ¿Eres tú? ¿Qué haces con el móvil de tu hermano?

–        Sí, soy yo. Se está duchando y me pidió que atendiera el teléfono. Estaba esperando la llamada de un compañero sobre un pequeño campeonato de tenis. Siento que no puedas hablar con él ¿Puedo darle un mensaje de tu parte?– qué gran diferencia con sus dos hermanos.

–        ¡No! ¡Es perfecto! Era contigo con quien quería hablar.

–        ¿Yo? Vaya…– murmuró pensando en qué contestar.

–        Sí, necesito tu ayuda.

–        ¿En qué podría yo ayudarte? Lo siento, no es que no quiera. Sólo es que no sé en qué puedo serte útil.

–        Muchísimo, si todo sale como lo planeo… gracias a ti dos personas acabarán felizmente juntas y enamoradas, y se casarán, tendrán hijos…– empecé a fantasear olvidándome por un momento de Gelo.

–        ¿¡En serio!? Si es así, lo que sea… ¿qué tengo que hacer?

–        Salir conmigo– el silencio se hizo en el otro lado de la línea.

–        ¿Co-cómo? ¿Estás pidiéndome salir?– dijo con la voz entrecortada.

–        ¡No! ¡No es…! Bueno, la culpa fue mía por ser tan directa y no explicarte. Sólo tienes que fingir salir conmigo.

–        Oh, ya veo, ya decía yo… ¿Y cómo sería exactamente?– dijo disimulando una carcajada.

–        Te explico: No sé si te acodarás de Mello y Matt…– esperé a que me afirmara. –Bien, pues tu misión es hacer que Mello crea que somos novios y seguirle el juego a Matt.

–        ¿Eso es todo? Genial… ¡Qué divertido! Pero, no dañaremos los sentimientos de nadie ¿no?

–        Descuida, no nos pasaremos. El plan es poner a Mello en una situación que lo haga reaccionar.

–        Está bien…– hizo una pausa durante la cual volví a experimentar la sensación de que me observaban. –Entonces, a partir de este momento seremos “novios”.

–        Exacto, seremos “novios”. Bueno, ahora tengo que colgar. He quedado con una amiga– dije riendo mientras me lo imaginaba haciendo las comillas con la mano libre.

–        ¡Espera! Antes de colgar, quería invitaros la semana que viene a nuestra casa. Nuestro hermano pequeño vuelve una semana por su cumpleaños. Cas y yo pensamos en invitaros a todos ya que no conoce a nadie de aquí, sería muy triste una fiesta de cumpleaños con tan sólo cinco personas.

–        Vaya, pues en mis cumpleaños sólo asistían mis padres y Gevanni… ¿Debería sentirme mal?

–        ¡Oh! ¡Lo siento Ayla! No quise hacerte sentir mal. – dijo con claro arrepentimiento.

–        ¡No pasa nada! ¡Sólo lo dije para bromear! ¿Tu hermano se llamaba…“Sin hache”?

–        Sí, suele decírselo a la gente que acaba de conocer.

–        ¿Por qué?

–        Mm… bueno, digamos que le da vergüenza. Es muy curioso, ya que su nombre debería llevar hache, pero mis padres cogieron el nombre transcrito del griego… que no lleva hache.

–        No veo que sea muy tan vergonzoso como para no decirlo.

–        Sí, pero no digas que no suena bien “Sin hache”. No tiene ningún sentido hasta que no conoces la historia, resulta interesante ¿No crees?

–        Supongo… ¿Qué día es el cumpleaños?

–        El martes que viene, podéis venir a partir de las cinco y media. Jugaremos al pin pon, al tenis o a lo que se nos ocurra.

–        ¿Martes? ¿Martes trece?

–        Jajaja… sí, martes trece. Hasta luego Ayla, que lo pases bien con tu amiga.

–        Adiós Gelo, muchas gracias.

–        ¡No hay de qué!

Colgué y di un suspiro. No me hacía mucha gracia celebrar el cumpleaños de aquel “Sin hache”. Incluso después de explicarme la razón, me parecía un mote estúpido. No me acababa de convencer. Pegué un respingo y miré el reloj. Menos mal que estaba al lado de la tienda, eran las seis en punto. Zaena llegaba bastante puntual, en cuanto levanté la vista la vislumbre caminando hacia mí con unos papeles en las manos. ¿Serían unos dibujos suyos? Levanté el brazo agitando la revista para llamar su atención. Al verme, deslizó una sonrisa maliciosa. Un escalofrío me recorrió la columna.

–        ¡Hola Ayla!– llegó junto a mí escondiendo aquellos papeles en su espalda.

–        Hola… Zaena, pareces muy contenta.

–        Sí, lo estoy. Acabo de descubrir algo muy interesante– me miró sonriendo macabramente ¿Qué estaba planeando? Me estaba dando algo de miedo.

–        Ajá… ¿Qué-qué es?– tras formularle esta pregunta, sonrió aún más si podía y me enseñó lo que ocultaba tras de sí. Escogió una foto en la que salían Mello y Matt con cara de sorpresa, como si no se esperaran la fotografía. <No me digas… que Zaena fue la loca que les sacó la foto…> pensé mientras sentía una gota de sudor bajar por mi frente. Luego, cogió con la otra mano otras dos fotos. No, eran dibujos… pero no dibujos cualquiera, eran unas imágenes de Mello y Matt. Es decir, del manga. Me estaba comparando una foto real, con una imagen ficticia de cada uno.

–        ¿No te suenan esas caras? ¿Eh? ¿Eh? ¿No sabes quiénes son?– no le respondí, esto no marchaba bien. Para nada bien…– Pues, este rubio de aquí, se llama Mihael Keehl también conocido como Mello. Y este que fuma, se llama Mail Jeevas. Conocido también como Matt y pertenecen a un anime llamado Death Note y… ¡Oh! ¡Qué casualidad! ¡Qué gran parecido tienen con tus amigos! ¿Cómo era que se llamaban?– sacó un folio, la lista de mi clase y me señaló sus nombres– Mihael y Mail Wammy ¡Otra coincidencia! ¡Tienen los mismos nombres! Ya sería muy raro que el apellido… aunque, espera, creo recordar que estos dos personajes que tanto se parecen a tus amigos vivieron en un orfanato que se llamaba… ¡Casa Wammy’s! ¡Mira por dónde!

–        Me cago en todo lo cagable…– dije sin creer lo que escuchaba. Estaba más que muerta.

–        Me debes explicaciones, muchas. Y ni tú ni yo nos moveremos de aquí hasta que lo cantes todo. Te he pillado bien pillada. Ahora ¿Qué vas a hacer? ¿eh?

–        Correr.

–        ¿Ein?

Giré sobre mí misma y comencé a correr hacia la dirección apuesta. Por una vez, me alegré de haber tenido clase de deporte ese día. También agradecí tener unas piernas tan largas, dos pasos de Zaena tenían la misma amplitud que uno mío.

–        ¡No corras cobarde! ¡Maldita zancuda!… ¡Esto no va a quedar así!

Derrapé sobre mis talones y me adentré en una calle inoportunamente concurrida por unos vendedores de verduras. Salté por encima de innumerables cajas, dejando atrás un rastro de brócoli y coliflor. Miré hacia atrás viendo cómo Zaena esquivaba los robustos brazos del verdulero que, furioso, intentaba atraparla en una búsqueda desesperada de un culpable. Casi resbala por culpa de las verduras esparcidas por el suelo.

–        ¡Oye Zaena! ¡¿Qué tal sabe el suelo mezclado con coliflor?!– le grité, sin aguantar la risa. Un dolor agudo atravesó mi costado. Abrí la boca aspirando la mayor cantidad de oxígeno posible.

–        ¡Por eso nunca como verduras! ¡Son asquerosas!– gritó jadeando como un perro, seguramente, yo estaría igual.

Volví a mirar hacia delante. Volví las puntas del pie hacia arriba, frenando con los talones. Despuntando en el horizonte, apareció una cabellera rubia agitándose por una brisa ligera. Un espeluznante escalofrío recorrió mi espalda. Unos ojos gélidos y aterradores se clavaron en mí. Galopando hacia mi dirección estaba mi peor pesadilla. Mello parecía enfadado, muy enfadado. Mi cabeza se encontraba en un encrucijada ¿Corría por mi vida por donde había venido y tener que contarle a Zaena mi secreto? ¿O me enfrentaba Mello enfadado? No creía que la ira de Mello costara tanto… no sería tan malo ¿No? Un cubo de basura se interponía en el camino del rubio y, como si se tratase de una lata vacía, lo pateó arrojándolo fuera de su camino. Está bien, cada vez la decisión era más difícil…

Desvelar mi secreto. La ira de Mello. Secreto. Mello. Secreto. Mello. Secreto. Mello. Secreto...

–        ¿¡Pero qué!? ¡¿Después de hacerme correr por todas esas calles, casi me denuncien por desorden público y me trague el suelo, vuelves hacia mí!? ¡Corrí para nada! ¿¡Oye, a dónde me llevas!?

–        ¡Corre si quieres vivir!

–        ¡¿Qué ocurre!?

–        ¡Mello está enfadado! ¡Y viene a por mí!

–        ¿Qué…? ¡Ahh!– parecía que ya vio a Mello.

La arrastré del brazo hasta un callejón. Nos escondimos dentro de un contenedor. Cuando mi respiración se estabilizó un poco, metí mi mano bajo mi camiseta en busca del trozo de papel de libreta. Lo saqué ante la confundida mirada de Zaena.

–        ¿Qué haces?– debería pensar que era tonta.

–        Zaena, prométeme que no vas a contar lo que estás a punto de ver.

–        ¿¡Ver qué!? ¿Cómo escribes en un papel?

–        Deja el sarcasmo y dime ¿Lo prometes?

–        Sí, sí… dime ya qué vas a hacer con ese papel.

–        Ahora, primero dime tu nombre completo.

–        ¿Por qué? ¡Ah no! ¡Vi Death Note hace tiempo, pero no voy a caer! ¡Tú quieres matarme! ¡Eso es un trozo de la Death Note!

–        ¡No! ¡Yo me encargué de desaparecer todas las death notes existentes! ¡Lo juro!

–        ¡¿Entonces para qué?!

–        ¡Es que si no, no hace efecto a otra persona y no podré sacarnos a las dos de aquí!

–        Como muera, te atormentaré de por vida…– me miró seriamente, había decidido confiar en mí, y me dijo su nombre completo.

–        Ya está ¿Tienes reloj?

–        Sí, ¿cuando hace efecto?

–        En dos minutos…

–        ¿¡Qué!? Quedan un minuto y cuarenta segundos…

–        Por favor, por favor… que Mello no mire aquí…– rezaba para mí misma. – ¿Cuánto queda?

–        Cuarenta segundos.

Bufamos las dos a la vez. Ya faltaba menos. Nuestros párpados comenzaron a pesar como si fueran plomo, el suelo desapareció bajo nuestros pies y parecía que nuestro cuerpo fuese una nube. El pestilente olor de las bolsas de basura desapareció sustituyéndose por el pesado olor de un ambientador barato y, algo más agradable, a libros.

–        ¿Qué coño?– murmuró Zaena observando estupefacta a su alrededor. Me sentí expectante esperando su reacción ¿Se desmayaría? ¿Rompería cosas? ¿Le explotaría el cerebro?– ¡Uy! ¿Eso es un dibujo de Zoro?– dijo sonriendo mientras tomaba de la pared el dibujo del espadachín.

–        ¿No vas a hacer nada?

–        ¿Hacer qué?– preguntó girando la cabeza hacia mí.

–        ¡¿Es que no vas a preguntar sobre lo que acababa de pasar?! ¿¡Es que acaso ves todos los días a la gente teletransportarse de un lugar a otro!?

–        Qué va, no voy a perder el tiempo en estupideces. Debo aprovechar este sueño.

Me sorprendió la seguridad con la que me dijo aquello ¿Un sueño? Esa palabra resonó como un eco en mi cabeza ¿Por qué pensar que era un sueño? Rememorando hace meses atrás… desde el momento en que tropecé con la libreta ¿Acaso estos meses había sido  producto de mi subconsciente? ¿Y si nunca me hubiera desmayado al caerme? Podría estar en coma ahora mismo… todo era demasiado surrealista. A ver, una libreta que concede deseos ¿Eso es lógico? No mucho, aquello parecía sacado de un fanfic de internet. Y todo lo pasado este tiempo, por más extraño o bizarro que pareciese, yo me sabía capaz de imaginar algo así.

Genial, ya empezaba a dudar de mi propia realidad existencial. Para resolver las dudas que yo misma me había planteado sólo había una solución. Corrí la manga derecha dejando al descubierto una parte de mi brazo. Colocando los dedos índice y pulgar izquierdos en forma de pinza, me pellizqué. Cerré los ojos fuertemente. Giré mi muñeca retorciendo la piel de mi brazo. Para añadir eficacia, también me clavé las uñas ¡Joder como me dolió!

–        ¿Sueño? ¿Cómo estás tan segura que qué es un sueño?

Zaena estaba sentada en la cama aún con el dibujo entre las manos. Frunciendo el ceño lo volteaba a todos lados.

–        Porque sale Zoro, no es lo que yo esperaba… pero sale Zoro.

–        Ahh… y, ¿Qué haces?

–        Creía que el dibujo iba a cobrar vida, normalmente en mis sueños pasa algo así.

–        Ajá…– me acerqué a ella y le pellizqué en el brazo. Su rostro se contorsionó en una mueca de dolor– ¿Sigues pensando que es un sueño?– Iba a gritar algo, pero le tapé la boca a tiempo. –Tranquila, respira hondo. No hay necesidad de gritar, piensa en lo que quieras preguntar.

–        ¿¡Qué jodida mierda es esa hoja!?

De la impresión arrugó el dibujo y se abalanzó hacia mí… vaya genio se gastaba la condenada. Me agarró el cuello de la sudadera, poniéndose de puntillas, y me zarandeó hacia todos lados. Antes de empezar a marearme, le sujete los hombros y la senté en la silla de mi escritorio. Aún parecía algo… flipada. Escuché unos pasos abajo, mas me valía no hacer demasiado ruido. No era momento de que apareciese Beyond, peor aún: L ¡Acababa de incumplir todas las normas de la N. S. C. P. S.! ¡En una hora! ¡No quería defraudar a L! Maldecía por lo bajo. Tenía que resolver eso con la mayor rapidez posible. Entonces, ya tuve una idea. Muy simple: Borrarle la memoria. Y en el caso de que volviera a sospechar, se lo diría a L. Mejor aún, tener especial cuidado con ella desde el principio.

Me giré hacia ella que me miraba con los brazos cruzados, esperando explicaciones.

–        Está bien… atenta– se inclinó hacia delante, absorbiendo cada una de mis palabras.

Pedí que se diera la vuelta para coger la libreta de su escondite. Una vez hecho eso, se la enseñé narrándole de la forma más simple que pude todo lo que había vivido tras aquel día de principios de Verano que, bajo un sol abrasador, tropecé con aquella libreta.

–        …Entonces la semana pasada comí un pastel de queso de mermelada de fresa, pero no pudimos repetir porque Beyond comió el resto mientras nos amenazaba con un cuchillo de mantequilla y…

–        Nota mental: Jamás pedirle a Ayla que explique algo– murmuró pensando que no le estaba escuchando mientras se hundía aún más en la silla de mi escritorio. Su cara de aburrimiento era tan obvia, que me obligó a parar. Con eso era suficiente.

–        Ya está, acabé.

–        ¿No hay nada más? ¿En serio que terminaste?– dijo con un brillo en los ojos. Encima que me interrumpió, ni se molestaba en disimular.

–        Sí, no hay nada más.

–        Perfecto, bueno… ¿Y ahora qué?

–        Oh, ahora… borrarte la memoria.

–        ¿¡Qué!? ¿¡Por qué!?

–        Bueno, es obvio. No puedo dejarte así, no estoy segura de si puedo confiar en ti ¿Cómo puedo estar segura que no se lo dirás a nadie?

–        ¡Oye! ¡Yo confié en ti! ¡Si hubiera sido eso una Death Note, ahora estaría muerta!

–        Touché. Aún así, es mejor que lo olvides. Es preciso para que la libreta siga en anonimato y nadie sepa nada de ella, ni de lo que ha hecho… Hay que ser cuidadosos.

–        ¿¡Cuidadosos!? ¡Por favor, si no me ha costado nada descubriros! ¡Lo de los nombres… que cualquiera que se haya visto la serie los reconoce! Y las pintas… –alzó los ojos y los brazos, gritándole al techo.

–        Bueno… le puse una peluca a Near…

–        ¡No sé cómo no ha corrido la noticia y tienes ya a toda la prensa en tu casa, la libreta en manos de la policía y tus queridos amigos acosados por fans locas yaoistas como tú pero en versión peor!– Apuntó su dedo índice hacia mí. me reclamó vociferando, lo peor es que tenía hasta algo de razón.

–        Ayla ¿Qué has hecho ya?

Mi cabeza giró dramáticamente. L estaba parado al lado de la puerta mirándonos con una pizca de asombro ¿¡Por qué nunca salían las cosas como quería!?

–        ¡L! ¡Juro que no pude evitarlo! ¡Hice todo lo que pude!

–        Estoy sorprendido, estaba seguro un 90% que el primero en salirse del plan N.S.C.P.S sería Mello, un 87% Beyond, Matt un 82%, Near con un 12% y Gevanni 0%. Tú, estabas en un 45% de probabilidad…– quedó mudo unos segundos en los que se llevó el dedo pulgar a los labios.

–        ¿Eres L?– murmuró Zaena con los ojos salidos de sus órbitas. Sacó aquella cámara prehistórica y tras un flash inmortalizó al detective para la posteridad.

–        ¿¡Pero qué haces!?

–        ¡Para tener una prueba si digo que he visto al mismísimo L! Si no, no me creerían.

–        ¡¿Ves!? ¡Por eso quiero borrarte la memoria! ¡No puedes hacer eso!

–        Calma, calma… era una broma. L…– dijo mirando a susodicho.

–        ¿Sí?

–        No te fíes de Ayla. No es que sea mala gente pero…

–        ¿Cómo? ¿¡Pero tú qué sabrás sobre mi personalidad para insinuar que yo le haría algo a L!?

–        Bueno, se nota que eres una gran fan de L…– dijo señalando las paredes de mi habitación llenas de pósters y figuras del detective. Fruncí en ceño aceptando que quizás Mello tenía razón y tenía una pequeña obsesión por el detective que, por cierto, estaba en la misma habitación. –métete en internet y busca fanfics de Death Note, a ver si encuentras uno en el que la…

Me llevé las manos a la cara. Zaena empezó a contarle a L las fans que tenía por internet ¡Joder! ¡Que todas no somos así! ¡Ah! ¡También había chicos igual de locos! Lo más perturbador: L la escuchaba y asentía interesado ¡¿Qué pasaba aquí!?

–        ¿Qué tal si dejamos de hablar sobre las fantasías eróticas de algunas otakus y volvemos a dónde estábamos?

–        Está bien…– dijeron ambos.

–        Perfecto, Zaena… ¿Algunas palabras antes de borrarte la memoria?

–        ¡Sí! ¡No me la borres! ¡Lleguemos a un trato, pero no lo hagas!

Su vida debería de ser muy aburrida para exigir aquello… vale, yo también diría lo mismo en su situación. Aún así, no veía sensato dejarla ir así como así. Miré de reojo a L que se mordía la uña del pulgar mirando hacia arriba.

–        Podrías considerar eso. En todo caso, siempre puedes borrársela o sustituir sus recuerdos por otros, si se va de la Lengua. Además, creo que puede servirnos de ayuda para esa idea que tienes en mente.

–        ¿¡Cómo sabías qué…!?

–        Cas llamó a casa bastante confuso, y por sus palabras también bastante asombrado.

–        ¿Para qué?– pregunté, siendo la confusa yo.

–        Por empezar una relación amorosa con su hermano Gelo– hizo una pausa en la que se concentró en mirar el techo. –En estos dos meses he podido conocerte lo suficiente como para predecir tus pensamientos o acciones y, aunque me haya sorprendido, no tuve ningún problema en deducir que esto formaba parte de un plan- perdona que lo diga- demasiado elaborado y conspirativo, que ayude a Matt y a Mello a admitir sus sentimientos ¿No es así?

–        Sí… algo así…

–        También supongo que tu relación con Gelo es una fachada para que Mello pueda comparar los sentimientos provocados por ti y Matt, el problema es que no encuentras a alguien apropiado para que finja ser la pareja de Matt…

–        ¡Exacto! Por un momento pensé en Cas, pero pensando en la posible reacción de Mello no quise arriesgarme a que recibiera una paliza. En un principio pensé en Near pero…

–        Eso sería pedofilia…– murmuró Zaena arrugando la nariz.

–        … nunca me ha convencido esa pareja. Si fuera el caso de que Matt fuese un “chico malo”, quedaría muy bien con la inocencia que desprende Near… el problema es que Matt es demasiado amable para esa faceta, sí, es algo negligente… pero no pega. Y la inocencia de Near se desmorona en cuanto cruzas dos palabras con él…– dije sonrojándome un poquito.

–        Espera… ¿¡No te importa que Matt sea siete años mayor que Near!?

–        ¡Qué va! ¡Matt tiene sólo diecisiete!

–        ¡De apariencia! ¡Pero en realidad tiene veinte! ¡Y si estamos con esas… te recuerdo que Near aparenta diez, sigue siendo pedofilia!

–        Pero Near es igual de inteligente que cinco profesores de universidad juntos.

–        Fuyoshis…

–        Permitidme seguir donde estaba antes de interrumpirme– dijo apoyando las manos sobre un hombro de cada una. Inclinó su cabeza hacia adelante, e imitándolo, nosotras callamos dejándole hablar. –Aunque dije que el plan era algo elaborado para una cosa tan simple, como te hace mucha ilusión y tampoco es tan mala idea te ayudaré a ponerlo en marcha. Dadas las circunstancias, podemos aprovechar este pequeño incidente a nuestro favor. Necesitamos a alguien que pueda fingir ser la pareja de Matt– retiró y extendió una mano hacia Zaena, la cual se sobresaltó un poco. –Zaena puede hacer ese papel, sólo necesitamos esperar algún tiempo para prepararnos. Sería muy extraño que de repente Matt saliera con una chica de la que nunca habíamos oído hablar de ella.

–        Tienes razón, Mello siempre está pegado a Matt como una lapa ¿O es Matt el que siempre está pegado a Mello?

–        Creo que ambos…

–        Me siento como si estuviera atrapada en una novela BL. No, más bien en un Fanfic yaoi…– Zaena parecía estar algo molesta con haberla incluido en el plan sin haberle consultado antes. Y por lo poco que la conocía, ya sabía yo que no iba a acceder a ayudarnos así como así.

–        Zaena…– dijo L acercándose a la nombrada. Ella se encogió incómoda sin abandonar una expresión molesta.

–        ¿Sí?

–        Dime ¿Estás completamente decidida a no participar en esta aventura?– “¿Qué aventura?” Pensé descubriendo que L se proponía algo. Al pronunciar “aventura”, la mueca de Zaena se suavizó un poco.

–        Eh… bueno… tal vez… no mucho… No me hace gracia eso de fingir ser la novia de alguien.

–        Pero tú no quieres que te borremos los recuerdos ¿No es así? ¿No te gustan las aventuras?

–        Sí, me gustan pero…– L acortó más la distancia y Zaena se alejó borrando todo rastro de enfado para sustituirlo por un rubor en las mejillas.

–        Entonces dime, Si tuvieras que elegir entre esas dos cosas ¿Rechazarías la oferta de participar con nosotros por no tener que llevar una relación amorosa falsa? ¿Te arriesgarías a que te tacharan de sosa y cobarde?– esa última palabra, despertó el orgullo de Zaena. Volviendo a una expresión desafiante y molesta, se encaró a L y dijo.

–        ¡Obviamente no la rechazaría! Sería vergonzosa la situación… ¡Pero no soy ninguna cobarde! ¡Es mi camino del ninja!

–        Pero si te unes… tendrás que fingir ser la novia de Matt ¿No te molestaba eso?

–        Bueno, como dije antes… es algo vergonzoso.

–        Entiendo, pero antes has dicho que no eras cobarde.

–        ¡Exacto!

–        Así que ¿Aceptarías la oferta de fingir ser la pareja de Matt a cambio de conservar estos recuerdos?

–        ¡Por supuesto que sí!

–        Entonces, Zaena, una vez que te has subido a este carro no puedes echarte atrás ¿Qué dices? ¿Borramos los recuerdos o finges ser la novia de Matt?

–        ¡Ser la novia de Matt!– declaró Zaena. Separó los pies, puso una mano en su cintura y la otra la llevó al cielo levantando el dedo índice.

–        Vaya, qué decidida…

–        Lo es Ayla, lo es… ha sido una buena idea recurrir a ella. Su valentía y amor por la aventura no tiene límites, además de haber demostrado ser bastante fuerte e inteligente para descubrir nuestro secreto, sin lugar a dudas: Zaena es la persona que necesitábamos, qué suerte la nuestra…

–        ¡Por favor! ¡No sigas! No es para tanto…– dijo Zaena sonriendo bastante satisfecha y avergonzada al mismo tiempo.

Quedé impresionada con la facilidad en que L convenció a la nueva integrante del club. Contándola a ella (y a nuestro queridísimo “Eltíogilipollas”, la rubia y el genocida), éramos unas diez personas  las que teníamos conocimiento de las libretas mágicas. Aprovechando el que haya sacado este tema, estaba segura de que había más personas en posesión de una libreta similar. A veces, me preguntaba si había alguna forma de reconocerlas, o de contactarlas. Muchas veces quise hacerlo, pero me echaba atrás por miedo. Sí, podría ser que alguna de las otras personas, supieran cosas sobre esta libreta que desconocemos, pero temía que quisieran quitármela. Pareceré paranoica, pero aún así, tengo algo de razón. Si aún el mundo desconoce la existencia de estas libreta, puede deberse a dos razones: La primera, que la mayoría de las libretas están en manos de una institución poderosa, la segunda, que sus dueños saben cómo administrarla para no levantar sospechas. Y yo, como una completa imbécil, voy y traigo al mundo a cinco personajes ficticios… Muy bien Ayla, bravo… además de hacer lo mínimo para encubrirlos. El que Zaena lo descubriera, sólo hizo empeorar la poca confianza que tenía en mí misma.

Después de aquello, bajamos al salón para aprovechar la ausencia de Mello. Para mi sorpresa, Near se había ido a ver a Gevanni, que empezaba los entrenamientos de fútbol ese mismo día. En un principio, parecía que era Gevanni el que siempre estaba siguiendo a Near… pero que va, era Near el que estaba pegado como una lapa a Gevanni. Como es de suponer, Near nunca lo va a admitir. Y Gevanni, bueno, a él no le molestaba Near en lo absoluto. Parecía llevarse bien con él, además del cariño que sentía por el pequeño albino. Volviendo a donde estaba, que me voy por las ramas:

Los dedos de Matt se movían fugaces por todos los botones del mando. Sus ojos, no se apartaban ni un milímetro de la pantalla. Jugaba a un videojuego de lucha. Aprovechando que Mello y yo no estábamos, estaba fumando. El cigarrillo colgaba del labio entreabierto para dejar que el humo se deslizara fuera. Creíamos que no nos había visto entrar, pero levantó el dedo meñique y anular como diciendo “Un momento”.

Beyond, para variar, comía mermelada mientras leía un libro. Sonreía con placer pasando página tras página. Eso no sería muy raro, si no fuera por cómo estaba comiendo la mermelada. En vez de embadurnarse los dedos como era su costumbre, se la bebía directamente del bote con mucho cuidado de no mancharse las manos. Apostaría a que lo hacía por estar leyendo aquel libro.

–        ¡Gané! ¡Chúpate esa Scorpion³!– parecía que Matt ya había terminado y saltaba sobre la mesa de café.

–        Matt… ¡Baja de la mesa!

–        ¡Oh! Lo siento…– dio un salto y se desequilibró cayendo sobre las rodillas. – ¡Ah! ¡Qué dolor!– se limpió los lagrimales y se incorporó.

–        ¿Estás bien?

–        No, no pasa nada… ¡Eh! ¡Tú eres la loca de la foto!– gritó señalando a Zaena. La susodicha frunció el ceño. Matt tragó grueso haciendo una mueca de dolor y se llevó la mano a la garganta.

–        Esa soy yo ¡La gran Zaena!

–        Pero… ¿No eres un poco…?– calló de repente temiendo que no le fuera a hacer gracia un chiste sobre su altura. Estrechó la mano de la chica en forma de saludo.

–        Ella es la amiga de la que te hablé hace rato y…– suspiré. –sabe lo de la libreta.

–        Ah… Es de fiar ¿No es así? Pues entonces no hay de qué preocuparse. Ya no eres la única amiga que tenemos– me dio una palmadita en la espalda y L adelantó un paso para reclamar atención.

–        Más bien, Matt, va a ser tu novia.

–        ¿¡Qué!?– exclamó enrojeciendo.

–        Zaena va a representar el rol de tu novia para el enrevesado plan de Ayla– parecía que a L le gustaba recordarme ese detalle. –Así es que, a ojos de Mello, seréis novios.

–        P-pero… p-pero c-có… c-cómo s-sabess es-eso…– murmuró el pelirrojo hecho un tomate. 

–        Matt, no es ninguna novedad tus sentimientos por Mello.

–        ¡¿Tanto se nota?!

–        No Matt, es que nosotros tenemos sentidos extrasensoriales que detectan cualquier resquicio de acto calenturiento entre nosotros– bromeó Beyond dejando el libro sobre la mesita.

–        ¡No estoy para bromas!

–        Shhhh… Matt, tranquilo. No pasa nada… shhh– le dijo Beyond acariciándole la cabeza. –dame la patita…– silbó dos veces extendiendo una mano.

–        ¡Beyond! ¡No me trates como un perro!

–        No lo hago, de pequeño solía apedrear perros y, a veces, los mataba…

–        ¡Animal!– tras el grito, volvió a carraspear y tocarse la garganta adolorido.

Beyond y Matt se enzarzaron en una pelea verbal. L trataba de calmarlos pero los comentarios de Beyond eran demasiado mordaces para bajar el enfado del pelirrojo. Con los ánimos algo más calmados L les explicó mi enrevesado plan.

–        Pero eso va a llevar tiempo… Matt, no seas huevón y declárate.

–        ¡No es tan fácil!

–        Cobarde…

Como estos no paraban de discutir, quise empezar una conversación con Zaena.

–        ¿Matt es suke o uke?

–        ¿Eh?

–        Matt podría ser un buen uke… pero estando con Mello tampoco sería un disparate que hiciera el rol de seme… sí, seguramente sea suke ¿No crees? Aunque no tengo esperanzas de ver ningún lemmon en directo entre estos dos… sería algo incómodo, además de que no soy tan pervertida.

–        Ayla… No sé qué es eso, estoy segura que tiene que ver con yaoi… pero no tengo la menor idea del significado de esas palabras…

–        ¿¡No!? Tranquila, que te ilumino. Verás, el Lemmon es la práctica de poner el trasero de un uke como la bandera de Japón. El seme es el que lo hace, el uke, el que lo sufre… o lo disfruta. Eso depende del manga BL que sea.

–        Tú sí que sabes explicar las cosas… joder, Boreal debería tomar ejemplo–dijo refiriéndose a una profesora.  Zaena quedó algo traumatizada con mi explicación, aún así se animó a preguntar. – ¿Y de dónde viene “Lemmon” Ayla-sensei? Es que no encuentro mucho sentido entre el término y el significado.

–        Verás pequeña padawans08;, su nombre se debe a que cuando lo lees o ves se te pone la cara como si chuparas un limón. E igual hay gente que no le gusta chupar un limón y gente que le gusta… pero a la mayoría se les pone esa expresión.

–        Eso… te lo acabas de inventar ¿no?

–        Sí.

Continuará…

Basado en hechos reales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No, aún sigue…

 

–        ¡Ayla!

Mello irrumpió en la casa sobresaltándonos a todos. Con la misma expresión aterradora de antes se abalanzó sobre mí y me sacó de la habitación sin poder siquiera pronunciar un “¡Socorro!” por mi parte. Me cogió por los hombros y no me quedó otra que arrastrar los talones por toda la casa hasta la cocina.

–        ¿¡En qué estabas pensando!?– dijo golpeando la mesa llevándose el tapete consigo.

–        En que eres un chico muy agradable y misericordioso que nunca haría daño a su mejor amiga.

–        ¡Ves que esté bromeando!

–        ¡No!

–        Pues calla y responde ¿En qué pensabas antes de empezar a SALIR CON GELO?

–        Si me callo, no puedo responder.

–        Ayla…– está bien, me estaba pasando… pero necesitaba algo de tiempo para pensar en qué decirle.

–        ¡No es de tu incumbencia!– le grité satisfecha, eso lo haría callar unos segundos.

–        ¡Sí lo es!

–        ¡No!

–        ¡Sí!

–        ¡No!

Como imaginaréis, estuvimos así un tiempo. Al menos sirvió para que Mello descargara la furia, celos o lo que sea que sentía en ese momento.

–        Está bien…–rodó los ojos cansado de tanta contradicción, pero no iba a darse por vencido… ni mucho menos. –al menos dime desde cuándo.

–        ¿Desde cuándo qué?

–        ¿Desde cuándo te gusta Gelo?

–        ¿Eh? Ahh… no estoy segura…

–        ¿Ahh? Pues entonces no entiendo la razón por la que sales con él.

–        Quisimos ver si funcionaba…– “¡Muy bien Ayla! Por una vez diste una muy buena respuesta”.

–        Entonces no es algo serio.

–        No mucho.

Mello cerró los ojos pensativo. Asintió un par de veces y, finalmente, suspiró con cansancio. Se revolvió el pelo un par de veces y caminó de vuelta al salón. Nos estaban esperando expectantes, pero la desilusión fue general al ver que no les íbamos a contar nada. Mello sintió la presencia de Zaena.

–        ¿Y esta enana?

–        ¿Por qué todo el mundo se mete con los bajitos? ¡Algún día dominaremos el mundo!

–        Ayla ¿Quién es?

–        ¿Qué quién soy? ¡Soy la gran…!

–        La novia de Matt…

¿Adivináis quién fue el que lo dijo? ¿No? ¡Fue Beyond! Me dieron unas ganas de matarlo ahí mismo… ¿En qué pensaba? No creo averiguar nunca lo que pasa por la mente de un psicópata.

Todos enmudecimos y fijamos la vista en Mello, que sufrió una metamorfosis. Primero, su piel adquirió una palidez extrema, luego, color uva y finalmente fue cambiando a un tono rojizo. Por otra parte, su respiración se cortó durante casi un minuto para reanudarse mucho más acelerada. Apretó los labios y bajó la cabeza.

–        ¿Desde cuándo?

Para nuestra sorpresa, él no parecía enfadado… ni una pizca. Su piel volvió al tono normal y su respiración también se calmó. Solamente un brillo nunca visto en sus ojos nos hacía saber que Mello no estaba “bien”. Con los ojos puestos en Matt, aguardaba una respuesta.

–        Desde hace unas tres semanas– L salió al rescate.

–        ¿Por qué no me dijiste nada? ¡Ni siquiera la he visto antes!– preguntó el rubio con rudeza.

–        Pero Mello…

–        Claro que la conocías.

–        ¿Eh?– dijimos todos mirando a Beyond.

–        ¿Acaso te golpeaste la cabeza contra un poste? Zaena ha estado con nosotros durante todo este mes.

–        ¿Ah sí?– logró decir Mello bastante confundido.

–        ¡Es verdad! Hasta sé lo de la libreta.

–        Ah… pero ¿Por qué no me acuerdo?

–        Tal vez te hayan borrado al memoria…–dijo Matt poniendo su mano en el hombro de su amigo.

–        ¡Exacto! ¡Seguro que fue E!– Zaena parecía bastante satisfecha echándole la culpa al idiota dueño de la otra libreta, yo también.

–        Pero… no hay ninguna razón para que hiciera eso– Mello tenía su punto, a lo que Zaena frunció el ceño. Mello hizo lo mismo, empezando un duelo de miradas.

–        Fui yo…

–        ¿¡Ayla!? ¿¡Tú!?

–        Sí, es que estabas muy enfadado porque Irene te había cogido un pedazo de chocolate sin permiso. El problema es que me equivoqué y borré a Zaena de tus recuerdos.

–        ¿¡Qué Zaena me robó chocolate!?

–        ¡No me carguéis el muerto!

Últimamente mentía mucho y eso no me gustaba. Me sentía mal mentirle a Mello, era irónico puesto que la idea había sido mía. Al menos tenía el consuelo de que no era la única. Matt también se sentía culpable. Nos miramos por un momento en el que, a pesar de no decir nada, supimos que ambos nos sentíamos igual. Aunque yo también había mentido al pelirrojo, más bien oculté parte de la información. Pero no podía decirle que le gustaba a Mello, eso sería traicionar la confianza que el Chocolamaniático tenía conmigo.

–        Aún no estoy convencido…

–        ¿Qué dices Mello?

–        Me parece demasiado extraño…

–        ¿Por qué?– preguntó el pelirrojo.

–        No entiendo cómo puedes salir con… eso.

–        ¿¡Eso!? ¡Soy una persona!

–        Es que es tan… enana y… plana ¡No lo entiendo!

–        Mello, no seas tan malo con ella.

–        Pues tu corte de pelo es de chica… y no parece rubio natural.

Tras otra pequeña discusión, Matt logro tranquilizar los ánimos. Pero Mello seguí con la duda.

–        No parecéis novios…

–        Cada cual mantiene una relación diferente con su pareja– respondió Zaena quitándole importancia.

–        ¡Já! Apuesto mi chocolate a que no sabes lo que yo sé sobre Matt.

–        ¿Qué no?– dijo Zaena en tono retador.

Mello sonrió con picardía. Los demás nos miramos con miedo a que eso no saliera bien ¿Por qué no lo dejaba estar?

–        ¿Cuál es su nombre completo?

Matt iba a articular algo pero fue interrumpido por la mirada fulminante del  rubio. L y yo llegamos a un acuerdo sin palabras y nos deslizamos sigilosamente detrás de Mello.

–        Mail Jeevas.

Zaena respondió algo tarde, pero bastante segura. Mello chasqueó la lengua y se cruzó de brazos.

–        ¿Su edad?

–        Veinte.

Mello frunció el ceño, pero al momento volvió a sonreír. Seguro que tenía ya una pregunta más difícil. L y yo nos preparamos para darle la respuesta.

–        Su cumpleaños.

Zaena quedó muda y cerró los ojos, pero al momento los abrió. Nos vio mostrándole con los dedos de la mano la fecha del cumpleaños.

–        Uno de Febrero.

–        ¿Su película favorita?

Chasqueé la lengua, eso no lo sabía. Al parecer, L tampoco. Para nuestra sorpresa, Beyond se nos unió mostrando los cinco dedos de la mano. Luego cogió un vaso de agua y encendió un mechero.

–        ¡El quinto elemento!

–        ¿Cuál es la peor pesadilla de Matt?

Esa la sabíamos. Empezamos el ejercicio de mímica, a su modo era divertido.

–        Un ¿conejo violador? Que quiere ¿¡Vestirlo de lolita!?

Mello frunció el ceño de nuevo y empezó a acribillarle a preguntas. Los tres nos apurábamos en darle consejos y pistas mediante gesto para que Zaena respondiera rápido.

–        Mello, creo que es suficiente. Zaena sabe cosas sobre mí, pero tú me conoces de más tiempo. Es obvio que tú sepas más sobre mí que ella. Además, ya es algo tarde y deben de estar esperándola.

–        ¡Eso es cierto! Si no me doy prisa mi padre llamará a la policía– Zaena se apresuró en despedirse. Como tenía algo de culpa, la transporté con la libreta hasta la esquina de su casa.

 

Me dejé caer exhausta sobre mi cama. Había sido un día largo. Me arropé con las sábanas y cerré los ojos abrazando a mi peluche Lawlipop. Ya casi me dormía, pero unos pasos me desvelaron. Los sentía corretear por el pasillo. Unos a la derecha, luego hacia atrás, a la izquierda y de nuevo hacia delante. El dueño de aquellos, tropezó con un mueble y soltó un quejido sordo. Al final, entró en mi habitación poco indeciso.

–        Ayla… Ayla, despierta– murmuraba Mello sacudiéndome no muy delicadamente.

–        ¿Qué ocurre?– le dije incorporándome. Mientras buscaba las palabras exactas, alcancé una pequeña linterna para iluminarnos.

–        Me gusta Matt. No, lo quiero. Lo quiero mucho.

Declaró dejándome muda. La linterna se encendió dejándome ver los ojos de Mello. Las lágrimas luchaban por salir, pero el orgullo de Mello era muy obstinado. Atraje a Mello en un abrazo para que se desahogara sin avergonzarse de que le viera llorar. Cogió un puñado de la tela de mi pijama aferrándose a mí como si fuera a caerse desde un acantilado. Al empezar a temblar, le froté la espalda con la palma de mi mano para consolarlo.

–        ¿Qué puedo hacer?– murmuró, no sabía si para sí mismo o, más bien, me lo preguntaba a mí.

¿Qué podía hacer? ¿Qué debía hacer Mello?

–        Lucha por él, hazle saber cuánto lo quieres. 

Notas finales:

¡Espero que estéis satisfechos! Me salió bastante largo. Antes de nada, os aviso que el siguiente capítulo va a tener salseo. 

Light: ¿Salgo ya por fin?

Ayla: Ya has salido, pero no... aún no.

Pero, por ahí hay una pista... a ver si la descubrís.

Glosario:


1. Los últimos dos versos es de un poema de Miguel Hernandez, de una elegía escrita por la muerte de un aimgo suyo durante una corrida de toros.

2. Es una expresión que se dice en mi pueblo (Aunque lo he escuchado fuera) que se traduciría por: Me cago en los civiles de cartón. Así es, mengues significa "guardia civil", pero esto no lo sabe mucha gente. XD

3. Personaje del juego de lucha "Mortal Kombak".

4. En la "Guerra de las galaxias", se refieren así a los aprendices. De paso, digo que lo de "Basado en hechos reales" fue una conversación REAL entre la verdadera Zaena y yo. Igualmente, se traumatizó.

 

Antes de despedirme, os aviso que en verano voy a empezar un nuevo fic. Este va a ser más serio, además de seguir con "De ti Mihael" que publiqué allá por Febrero. (Aún no tiene reviews D: )

Pero esto no significa que este fic le queda poco... ¡Aún hay para rato!


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