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La libreta de los deseos por AylaMckee

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Notas del capitulo:

¡Ayla Mckee ha vuelto, Cachorritos!


lamento no haber actualizado antes. Aunque no os importe mucho, estuve de exámenes finales y un imprevisto. Resulta que en mitad de clase casi me desmayo y tuvo que venir la ambulancia y todo. Me había dado un bajón de azúcar, y esa era ya le tarcera vez que me pasaba. Os cuento esto porque en su momento me asusté muchísimo, parecía tener todos los síntomas de la diabetes. Encima tengo un pariente diabético, luego me dijeron que podía tener hipoglucemia, aquello no era grave... depués de varias pruebas resulta que sólo tenía anemia. Yo como bien, así que no entiendo esto pero bueno, mejor eso que algo peor XD

A otra cosa mariposa, este capítulo está dedicado a FranRiver, el pobre se había aprendido el capítulo anterior por culpa de ésta irresponsable autora.

Antes del capítulo... quiero que antes de dejar un review respiráis hondo y profundamente...

Ahora sí,  

Al contrario que las semanas anteriores, los rayos tenues del sol traspasaron mis párpados. No eran muy molestos, así que no logró despertarme del todo. Sin embargo, mis oídos parecían captar perfectamente cualquier sonido de la casa. Un leve tintineo en la cocina, el viento gélido chocando contra la ventana, un roce entre dos maderas y la cisterna del váter. A eso, se unió unos apresurados pasitos silenciosos. Como los de un patito, se acercaron a mi cama. Una mano pequeña empezó a palparme la cabeza, la única parte del cuerpo que tenía descubierta.

–        Ayla, en el baño hay algo extraño.

–        ¿Near? ¿Qué hora es? ¿Qué día? ¿Aún estamos en el 2014?

–        Sí, soy Near. Son las siete en punto de la mañana, viernes 9 de octubre del año 2014– dijo mecánicamente.

–        Sí, claro que eres Near ¿Las siete? ¿Aún no ha sonado el despertador?– murmuré sentándome despacio en la cama.

Entonces, el maldito se hizo notar en la habitación. Apreté los dientes y agarré el despertador. Como odio a ese infeliz aparato… se cree muy “guay” con su “ring-ring” y despertando a la gente. Intenté apagarlo pero el jodido se revolvía tanto que no atinaba a encontrar el botoncito de apagado. Como siempre pasaba, al final acabé arrojándolo contra la pared. El maldito calló por fin…, y por las piezas sueltas, para siempre.

–        ¿Qué me habías dicho del baño?

–        Que hay algo extraño– murmuró sin despegar la vista del despertador destrozado.

–        ¿Eh? ¿Extraño? ¿Qué es lo que ha pasado?

–        Después de tirar la cisterna y justo antes de lavarme las manos, empecé a escuchar sonidos extraños.

–        Sonidos extraños…– murmuré de camino al baño.

Entré en él mirando hacia todos lados, sin que hubiera nada raro a simple vista. Los sonidos de los que Near hablaba no se escuchaban, así que volví mi vista hacia él. El albino estaba a tres pasos de la entrada al baño, girando nerviosamente aquel rizo ¿Se habría asustado? De todas formas era humano y una impresión se la llevaba cualquiera. Lo que me empezó a preocupar era que Near lo había calificado de extraño, por eso, y porque parecía que no había encontrado una explicación ¿Near pensaba que yo iba a encontrarla sabiendo que yo era más estúpida que él? Un segundo después supe el por qué: yo era la más cercana al baño. Entonces sí, Near se había asustado.

–        ¿Sabes por dónde los escuchaste?

–        Fueron sólo unos segundos, pero me pareció escucharlo por el techo.

–        ¿Ratones quizás?– dije mirando hacia arriba.

–        No, parecía como golpeando algo plástico y un chillido.

–        ¿Cómo un tubo de PVC?– Near se asomó por la puerta agarrándose al quicio de esta. Miró hacia arriba asintiendo.

–        Sí, como eso.

–        Y el chillido… ¿Podrías describirlo?

–        Antes de que pudiera darme cuenta ya me… iba hacia tu habitación.

–        Vale, no debió ser muy alto. Sino, lo hubiera escuchado. Pude oír tirar de la cisterna, así que no sería un sonido muy fuerte.

–        El baño también estaba algo lejos de las habitaciones– volvió a su posición inicial.

–        Tampoco hay ventanas en este baño, no podría venir de fuera– me acaricié el puente de la nariz.

–        Y encima del techo está el desván, puede que se haya colado algún animal– dijo encogiéndose de hombros.

–        Por el techo… PVC… un golpeteo… ¡Ajá!

–        ¿Tienes algo?

–        Sí ¿Ves el conducto de ventilación?– me subí al inodoro (con la tapa cerrada, por supuesto) y se lo señalé. –A veces se han colado pájaros por aquí, hace unos años un pájaro estableció su nido encima y alguna que otra vez se caían las crías.

–        Entonces, lo que escuché fue el aleteo del pájaro y su piar– entró en el baño y pude verle sonreír ligeramente. Seguro que estaba llamándose idiota por asustarse de un pájaro.

–        ¿Vosotros os disteis cuenta también?

L llegó al umbral cargando una caja de cartón y un paquete de pienso para pájaros encima. Dejó aquellas cosas sobre el lavabo y abrió la caja donde había metido un trapo viejo.

–        ¿De dónde sacaste ese pienso L?

–        Esta madrugada fui al baño y escuché el aleteo del pájaro. Pensé que quizás tendría hambre y me di prisa en buscar comida para él. Como es de suponer, fui a la tienda 24h. más cercana, donde pude comprar esto. No toquéis el pájaro directamente, nuestro olor quedará impregnado en él y la madre no lo reconocerá.

–        A Gevanni le gustan los pájaros…– murmuró el albino leyendo la etiqueta del pienso.

–        No os encariñéis con él, no estará ni una semana entera con nosotros. Si está herido, en cuanto se recupere lo devolveremos a su nido.

–        No voy a encariñarme con él– espetó Near mirando a L de reojo. El detective y yo nos miramos divertidos.

Salí del baño y fui hasta a mi habitación. Abrí el armario y escogí la ropa. Un suspiro salió de mis labios notando cómo se me erizaba la piel al ponerme los vaqueros. Terminé de cambiarme rápido y me recogí el pelo mientras recorría el pasillo. Al pasar por el cuarto de juegos (habitación provisional de Gevanni y Near), escuché a mi hermano emocionado. Parecía que ambos niños debatían el nombre del pájaro. Reprimí una carcajada por la insistencia de Near en llamarlo “Poko” (Él cree que no lo sabemos, pero su robot favorito tiene ese mismo nombre). Menos mal que dijo que no iba a encariñarse…

–        ¡FUKA! ¡Poserjem se na svojo mater¹!

Como no era de extrañar, esa maldición fue proclamada por Mello. Mi conocimiento sobre el idioma natal de Mello se reduce a lo básico: hola, adiós e insultos. Así que os podréis imaginar qué es lo que diría ese chocolamaniático que, extrañamente, parecía haberse levantado bastante temprano. Recorrí velozmente el trecho que me separaba de la cocina, donde provenían las maldiciones del rubio. Ahí lo tenía, mascullando palabras inentendibles (agradecía no entender) mientras despegaba una tortita del techo.

–        Mello… ¿Qué coño haces?

–        Hacer tortitas ¿¡No lo ves!?– me dijo secamente.

–        No hace falta que te tomes tantas molestias– me senté en una silla mientras veía al rubio colocar la tortita ya despegada junto a otras más. –Oh ya veo… son para Matt ¿A que sí?– guiñé el ojo y le codeé persiguiéndole por toda la cocina.

–        ¿¡Quieres parar!? Si quieres quedarte, siéntate y no te muevas. Si no estropearás todo mi trabajo.

–        Serás borde…– mascullé. Mello no me escuchó, estaba concentrado en verter un líquido dorado sobre otro plato de tortitas muchísimo más apetitosas que las del otro plato. –Por cierto… Mello…

–        ¡Mierda!– gritó horrorizado.

–        ¿¡Qué pasó!?

–        Se ha torcido una…– dijo volviéndola a colocar en su sitio.

–        Serás perfeccionista… te aseguro que Matt se las va a comer aunque estén quemadas o con restos de moho del techo– le señalé aquel montón de tortitas que ni siquiera lo parecían.

–        ¿¡Cómo me crees capaz de darle semejante cosa a Matt!? ¡Eso no es comestible!

–        Vale, vale… Entonces ¿Para qué le haces tortitas a Matt?

–        Es su desayuno favorito… – observó mi cara interrogante y suspiró rodando los ojos. –indirectas Ayla… indirectas…

–        ¿No es más fácil decirlo y ya?

–        ¡Está saliendo con Zaena! ¡Tonta!

–        ¡Que le den a Zaena!– hice el amago de levantarme, pero una mirada suya bastó para sentarme– Mello, nadie puede resistirse a tu MASCULINIDAD– recalcando esa última palabra sin éxito, ya que ni se inmutó.

–        Lo menos que quiero hacer es entrometerme en la relación de mi mejor amigo… se enfadaría conmigo, y ese no es mi plan.

–        Mello, Matt va a pensar que eres bipolar– dije segura de que el pelirrojo ya había llegado a esa conclusión mucho antes. – Además de que has andado como zombi estos últimos días para pensar en un plan… ¿Ese es un gran plan? hacerle tortitas no es uno muy bueno, que digamos…

–        ¡Yo hago las cosas a mi manera!– me apuntó con un cuchillo y volvió a su obra maestra. Parecía que intentaba cortar con alguna forma una de las tortitas, para que coronara la apetitosa torre. – ¿Qué forma le hago?

–        Un corazón.

–        ¡Y una mierda! Le pondré forma de champiñón, como el personajillo ese de los juegos mierda que tiene.

–        Querrás decir Toad ¿No? Tiene pies y manos…

–        En mi cocina, a mi manera…

–        Es mi casa…

–        Que te den.

Veo que es el momento de aclarar algunas cosas…

Primero, quiero que imaginéis cómo me sentía en aquella situación, era muy delicada. Me debía guardar los sentimientos de Mello para con Matt, así como que el pelirrojo lo correspondía. Ahora bien, ¿Por qué callarme? Ambos deseaban con todas sus fuerzas ser correspondidos. Yo podía ir fácilmente y decirles a cada uno la maravillosa noticia ¿Por qué no lo hacía? La razón era muy sencilla: aquel asunto era algo que debían resolver entre ellos. Yo no pintaba nada ahí. Estaba dispuesta a ayudarles, incluso a entrometerme más de lo que ya estaba. Pero lo que no iba a hacer es decirle el secreto que estaba guardando, aunque les beneficiara. Yo no era la que tenía que declararse, eran ellos. Y ellos debían ser valientes y atreverse. Matt ya lo había hecho… pero el pobre tuvo la mala suerte que Mello fuera el blanco de las retorcidas ideas de E. Lo que no logro entender es por qué no lo volvió a intentar, aunque puede que después de aquello se lo pensara demasiado. Matt es el claro ejemplo de que no hay que pensarse las cosas y hacerlas de una vez. Yo pienso que aunque sepas que va a salir mal, debes intentarlo. Nunca puedes saber si estabas en lo correcto sino lo intentas. Siempre hay un margen de error, todo el mundo se equivoca. Hasta la persona más inteligente del mundo puede hacerlo. Es ese porcentaje dudoso el que te hace echar atrás, es eso lo que te retiene. No todo en esta vida son números, estrategias y todas esas estupideces… no todo tiene una explicación, no todo tiene una sola solución en esta vida. En esto, hay que dejar de lado cualquier pensamiento analítico y actuar impulsivamente.

Sí, Mello es impulsivo.

Sí, aún me pregunto por qué demonios no lo fue con aquello.

¿Qué le vamos a hacer? Mello también puede ser impredecible.

–        Huh… tortitas… ¿puedo echarles mermelada?

–        ¡Ni se te ocurra acercarte con tus asquerosas manos a este plato!

Beyond borró su pequeña sonrisa ilusionada y retrocedió actuando de una manera razonable. Además, me miró buscando respuesta a lo que le respondí llevándome el dedo índice a la cabeza y darle vueltas. Nuestras miradas se sincronizaron admirando la maravillosa obra de arte culinario que tanto tiempo le había llevado a Mello.

–        Terminé…– murmuró con una sonrisa triunfante pero cansada. Se pasó las yemas de los dedos por los ojos, donde se notaban unas pequeñas ojeras.

Beyond, aprovechando que el rubio se había dejado caer sobre una silla y parecía distraído con los ojos cerrados, alargó la mano hacia la torre de tortitas. Su muñeca fue interceptada por los dedos largos de Mello. El adicto a la mermelada curvó los labios en una pequeña mueca por la presión del agarre. Los ojos de Mello, refulgieron aterradoramente. Beyond pareció sentir como si millones de cuchillas de hielo lo atravesaran y se alejó hasta la otra punta de la cocina sobándose la muñeca irritada.

–        No te acerques, Beyond Birthday… Tienes prohibido acercarte más de diez pasos a esta torre.

–        Si lo prohíbes… más ganas me dan de acercarme…– amenazó con la misma voz de ultratumba.

Yo me quedé quietecita en mi silla sin mover un solo músculo. Mientras, los otros dos chicos se enzarzaron en una guerra de miradas.

 

 

 

–        Mello… ¿Qué hace Beyond atado en el pasa-manos de la escalera?

–        Buenas días a ti también L, Gevanni… enano.

–        ¿Era necesario tenerlo atado boca abajo?

–        Era eso o atarlo en el pino del jardín. He sido benevolente, por mí… que se muera de frío allá afuera– dijo Mello alzando la barbilla indignado mientras custodiaba las tortitas de la discordia.

–        De acuerdo, eso está bien… pero no lo tengas mucho tiempo ahí, hay personas que vomitan al estar en esa posición– le dijo L sirviéndose una taza de té él mismo.

Justo termina de decir eso cuando escuchamos a Beyond hacer arcadas y un chapoteo en el suelo.

–        No pienso limpiar eso– nos dijo Mello cuando volvimos los ojos hacia él.

Suspiré y me levanté a desatar al pobre Beyond. Cogí una fregona y me acerqué sin detenerme demasiado en observar el vómito…

–        ¡Vomitaste sangre!– grité al ver la papilla rojiza que adornaba las losas del suelo.

–        Es la mermelada, no sangre…– dijo balanceándose de un lado a otro, ¿Quería vomitar otra vez?

–        Quédate quieto que te desato.

Subí las escaleras hasta el barrote de donde pendía Beyond. Debía tener cuidado en cómo lo desataba sino quería que se estrellase contra el suelo.

–        Ayla…

–        ¿Sí?

–        Limpia el vómito antes, o sino acabaré nadando en él.

–        Ah, claro– murmuré riendo mientras volvía a bajar.

Otra vez situada al lado de la escalera, comencé a desatar cuidadosamente el nudo. Me senté en el escalón presionando mis pies contra la baranda para aguantar el peso de Beyond. Para ser tan escuálido, Beyond pesaba lo suyo. Logré desatar la cuerda sin que Beyond cayera. Fui soltando cuerda lentamente. Beyond miró hacia arriba, sobre mi cabeza, y quedó estático. Frunció levemente sus labios.

–        ¿Ocurre algo Beyond?– le pregunté ignorando el dolor punzante de mis brazos.

–        …Tu apellido es raro…

–        No hablemos de ti, “Más allá del cumpleaños”.

Maldito Beyond, por un momento me asustó. Ya pensaba que había visto algo en mi esperanza de vida. Maldiciéndolo mentalmente fui bajándolo pero la potente voz de Mello me desconcentró haciendo resbalar la cuerda por mi manos. Beyond y yo gritamos a la vez. Yo por la fricción de la cuerda me había quemado las palmas y Beyond por haberse dado contra el suelo.

–        Necesito un café…– murmuró Beyond arrastrándose hasta la cocina.

Yo gemía reprimiendo unos lagrimones. Sacudía y soplaba mis manos en un intento de aliviar el dolor. Desde la cocina, Mello me pidió que buscara a Matt mientras defendía las tortitas. Que melodramático se puso.

Matt era vago, bastante vago, pero normalmente se levantaba a tiempo a pesar de quedarse en la madrugada jugando videojuegos. Por eso me pareció extraño encontrarlo profundamente dormido en su cama, con las sábanas tapándole hasta la cabeza. Lo sacudí con paciencia hasta que se desprendió de las sábanas.

–        Buenos días, Matt ¿Te encuentras bien?– le dije al verlo tan pálido. Por toda respuesta, asintió con un gran bostezo. –Pues vístete pronto que tienes una sorpresa.

–        ¿Mello declarando su amor por mí?– dijo con una voz algo ronca antes de soltar una risilla.

–        Considéralo de la forma que quieras, Matt– le respondí siguiendo el eco de sus carcajadas.

Reímos al menos por un minuto hasta que Matt calló enrojeciendo hasta las orejas.

–        ¿¡Cómo!?

–        ¡Era una broma Matt!

–        Oh… vale.

–        Más o menos…– dije con un tono de voz más bajo.

Dejé a Matt vistiéndose y volví a la cocina. Revolví el pelo de mi hermano y me senté esperando el desayuno. L echaba azúcar al café con un aire pensativo, Beyond untaba mermelada en un trozo de pan, Gevanni observaba a Mello que se revolvía bastante nervioso en la silla donde estaba sentado y Near, con las mejillas algo rojas, jugaba con Poko. Llegó Matt arrastrando los pies, con las gafas de aviador puestas. Normalmente no las llevaba dentro de casa, así que pensé que las estaba usando para ocultar unas ojeras. Mello se levantó con los nervios a flor de piel y se dio media vuelta cogiendo una barra de chocolate.

–        ¡TORTITAS! ¿Las hiciste tú Mello?– dijo Matt sentándose con nosotros en la mesa.

–        Sí, así que más te vale comértelas –Mello empujó el plato hasta ponerlo frente a Matt. Matt observó la torre y después se dio cuenta del plato lleno de los intentos fallidos de Mello por hacerlas. Sonrió muy feliz aunque se veía algo confundido.

–        ¿Hay algo que celebrar?

–        No, ¿Por qué habría que haber una celebración para hacerlas?– preguntó Mello mirando hacia otro lado mientras devoraba… ¿La sexta? ¿Quinta? Tableta de chocolate.

–        No tendrías que haberte molestado Mello.

–        Matt, si es por ti… a Mello le da igual hacer lo que sea.

–        ¡Cállate!– el rubio le asestó una colleja a Beyond.

–        Encima que te ayudo… ¿Me lo pagas así?

–        ¡No necesito la ayuda de un psicópata!

–        Mello, he leído varios fanfiction… y en algunos me quedo con el cachorro, así que no me enfades que soy capaz de quitártelo.

–        ¿Cachorro?… ¡No te atrevas!

–        ¡Mello! ¿No ves que está jugando contigo? Sólo quiere hacerte enfadar– dije suspirando. El rubio entrecerró los ojos y Beyond soltó una risilla.

–        Parece que estás de mejor humor hoy, Mello.

–        ¿Eh?

–        Estos días estabas algo triste…– murmuró Matt sonriéndole.

Mello enrojeció y se sentó con los brazos cruzados. Matt comenzó a cortar las toritas, no sin mostrar algo de pena. Mello había hecho un buen trabajo. L y Beyond siguieron comiendo. Near, Gevanni y yo nos miramos y debatimos mentalmente quien lo preguntaría. Finalmente fue Near, quien rodando los ojos, dejó a Poko sobre la mesa y miró a Mello.

–        ¿Y nuestro desayuno?

–        ¿Desayuno?– preguntó Mello, abrió los ojos y miró la hora. Sonrió nervioso y nos dijo– Se me olvidó.

–        ¿Y qué hacemos? Ya es tarde y no nos va a dar tiempo comer– dije yo con las manos en mi estómago.

–        ¡Haberlo preparado tú!

–        ¡Pero si no me dejas que toque nada de la cocina! ¡Además tampoco me dejas entrar a menos que sea para comer!

–        ¡Es que siempre la lías!

–        ¡Me pones nerviosa con tus advertencias y cuando me pongo nerviosa me vuelvo manazas! ¡Si fueras más paciente…!

–        ¡Pues tomad!– nos dio el plato de las tortitas defectuosas.

Gevanni cogió un tenedor y lo acercó al plato. Empujó la masa cruda mezclada con trozos quemados y moho. Nos miró con la cabeza gacha y una mirada de tristeza.

–        Se me quitó el hambre.

–        A mí también…

–        Podemos comprar algo en la cafetería, Gevanni.

–        Si es que llegamos a tiempo.

L se levantó y llenó una taza del café que había preparado. Me la dio y a Near le dio lo que quedaba de su pastel. Mello suspiró y se levantó sacando dos batidos de chocolate de la nevera y dos magdalenas. Matt le dio a Gevanni un par de tortitas.

–        No, Matt. Son para ti, yo puedo con el batido.

–        No importa. Aprovecha y come, están muy buenas. Además, son muchas para una persona.

–        Reconozco que me pasé con la cantidad…

–        Tiraré esto a la basura, me quita el hambre– ese fue Beyond tirando a la basura aquel plato.

En cuanto me bebí el café, cogí una de las dos magdalenas y le di unos cuantos consejos a Gevanni mientras colocaba la peluca castaña a Near. Finalmente, empecé a comerme la magdalena camino del instituto.

–ŸŸŸŸŸŸŸŸŸŸ–ŸŸŸŸŸŸŸŸŸŸ–ŸŸŸŸŸŸŸŸŸŸ–ŸŸŸŸŸŸŸŸŸŸ–ŸŸŸŸŸŸŸŸŸ–ŸŸŸŸŸŸ–ŸŸŸŸŸŸŸŸ–

Beyond Birthday siempre había convivido con la muerte. Con los ojos de shinigami podía saber el nombre de todas las personas, además de saber con certeza el día, hora y segundos exactos en que una persona morirá. Beyond vivía recordando cada día que todas las personas que conociera, morirían. Desde que había “revivido” gracias a aquella libreta y empezara a convivir con todos ellos, se autoimpuso la norma de no involucrarse más de lo necesario con ellos. Por ello que intervenía poco en las conversaciones y permanecía callado observando a los demás. Cumplía aquella norma a rajatabla hasta que aquel día, sentado devorando un tarro de mermelada, le entraron unas tremendas ganas de salir corriendo. Aquello no era normal, sintió cómo si una fuerza descomunal le agarrara y lo condujera hasta la nada. Unas náuseas horribles que lo obligaron a seguir aquella fuerza. Se sorprendió que fueran a buscarlo, a su parecer, Ayla estaba aterrorizada con su presencia. Se había equivocado, Ayla se sentía incómoda, ni más ni menos. Entonces fue cuando conoció a su perdición: Cas, al principio nunca pensó que algún día llegaría a caerle bien. Pero contra pronóstico, resultaba que aquel chico era bastante interesante y hasta no parecía incomodarle sus acciones. Incluso cuando comía con los dedos, Cas no parecía mirarle con algo de asco. Ahí es cuando comenzó a bajar la guardia, y dio las gracias de no haberse fijado en la esperanza de vida de ninguno.

Pero hay situaciones en las que es imposible notarlo y, aunque las intentó evitar a toda costa, acabó sucediendo. Colgado boca abajo, vio con toda claridad la esperanza de vida de Ayla reflejada en el suelo recién fregado. Volvió su vista hacia arriba, volviéndola a ver. Por supuesto que la mintió, no le iba a decir lo que había visto… de momento. Después de que se marcharan, subió las escaleras hasta la habitación de Ayla. Paseó la mirada por la habitación. La cama, junto a la pared opuesta a la puerta y con una colcha que colgaba hasta el suelo, parecía un buen escondite. Algo obvio según Beyond, pero no por ello iba a descartarlo. Se arrastró bajo la cama, encontrando tan sólo polvo y… unos tomos manga del género conocido como yaoi. Ni rastro de la libreta. Revisó también el somier, pero nada. Salió sacudiéndose el polvo de la cara y metió la mano bajo el colchón, encontrando tan sólo más tomos como los anteriores. También encontró su diario, que volvió a colocar donde estaba. Aunque un segundo después volvió a sacar con la esperanza de encontrar la ubicación del la libreta y ahorrarse tiempo. Nada, sólo hablaba de sus desvaríos. Le llamó la atención un episodio en el que un profesor hablaba algo de un tanga, lo cerró.

–        Hay que ver en las manos en que está la educación de los jóvenes…– Fue hasta el armario y rebuscó entre las sábanas. – ¿¡Pero cuántos mangas así tiene!?

Así no iba a llegar a ninguna parte. Agudizó el oído, escuchando a L caminar por el piso de abajo. Se sentó en cuclillas en el centro de la habitación. Había subestimado a Ayla, no era tan tonta como parecía. No creía que lo hubiera escondido en la misma estantería, tampoco que hubiera fabricado un cajón secreto. Eran ideas extendidas en la población, que solían verse en series de televisión y en libros. Algo más simple, algo que suele tener a la vista y que no llamara la atención. Un objeto común en la habitación de una niña, un objeto del que nunca esperarías que se pudiera usar para ocultar algo.

Un peluche.

Agarró de sobre su cama un peluche, sabía de buena mano que dormía con él. Era un perro, un Husky Siberiano. Lo puso panza arriba, viendo con satisfacción la costura. Había una parte que había sido cosida de color amarillo, al contrario del hilo gris que unía las partes en el resto del peluche. Usando unas tijeras, sacó la libreta.

–        ¿Hoy no vas a la universidad?

L lo había pillado infraganti. Tras recuperarse de la pequeña impresión, lo ignoró abriendo la libreta por las primeras páginas.

–        Cas tiene hoy dos exámenes, y la semana que viene tiene más. Debe aprovechar las horas– respondió leyendo las instrucciones. Una idea apareció en su cabeza y sonrió con maldad– ¿Y tú? ¿Hoy no vas a desahogarte destrozando la pared?– L frunció fugazmente el ceño claramente molesto.

–        No me desahogo, juego al frontón por entretenimiento.

–        Sí, ya…  ¿Querías algo?

–        ¿Qué hacías?– dijo con la mirada algo desconfiada.

–        Quería usar la libreta, pero no sé si sería posible cumplirlo.

–        ¿Te es posible?– se acercó mirando por encima del hombro de Beyond.

Por toda respuesta, Beyond agarró un bolígrafo y escribió en una esquina.

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En uno de los descansos me había escabullido con Zaena, aprovechando que Matt iba al baño y Mello en uno de sus viajes a la cafetería. Hasta la hora del recreo no vendían nada a ningún alumno, pero Mello siempre intentaba convencer a la dependiente de que hiciera una excepción.

–        ¿¡Cómo que no has pensado nada!?

–        ¡No! Ni se me ocurriría nada ni tendría que pensar algo. Ya hice bastante con ayudarte con lo otro.

–        ¡Ayer me dijiste que lo pensarías!

–        ¡Se me olvidó! ¿Vale?

–        Es que a mí aún no se me ocurre nada, Zaena. Tenía esperanzas en que al menos tú tuvieras algo.

–        Pues, lo siento. Yo es que no sé muy bien sobre estas cosas ¿Y a qué viene ese cambio de parecer?

–        Pues que Mello ya se aclaró, y lo está pasando mal. No sé si te diste cuenta…

–        ¿Qué si me di cuenta? ¿Es que no viste las miradas que me echa cada vez que me ve?– dijo indignada.

–        Pues si quieres que deje de hacer eso, ayúdame a pensar en algo.

–        Está bien…– suspiró alargando la e. –Obviamente no sirve decirle que Matt y yo no salíamos de verdad y que todo era para ponerlo celoso…

–        Si se entera sobre eso… nos mata.

–        Más te vale que después de esto me dejes traer a Naruto al mundo re… Ayla… A-Ayla…

–        Sí, sí, sí… –agité mi mano sin prestar mucha atención. –debemos inventar alguna excusa…

–        ¿¡M-me estás escuchando!? ¿¡Ayla!?

–        Simplemente decirle que no funcionó…

–        ¡Ayla!

–        Aunque tampoco no creo que vaya a decir nada, ¿No? ¿Tú qué crees?

–        Yo aún no lo pillo muy bien… dices que necesitas una excusa para justificar la ruptura de Matt y Zaena… ¿no  basta decirme que no funcionaba y ya está?– sentí un brazo sobre mis hombros y yo me acaricié el puente de la nariz.

–        ¡Vamos a ver! A Mello no le basta con eso. Es muy listo y va a notar que pasa algo raro en eso… ¿¡No ves que si no se enteraría que Matt y Zaena fingieron ser novios para ponerle celoso!? ¿Lo has pillado ya, Mello?

–        Sí, creo que ya me hago una idea…– dijo el rubio abrazando mis hombros con un brazo impidiendo cualquier intento de huída.

Jamás había pasado un susto como ese en mi vida. El corazón casi se me para y sentí cómo el color de mi piel se escurría con el sudor frío que me embargó. Miré a Zaena que se había quedado paralizada. Hizo el además de escaparse pero Mello la retuvo cogiéndola por la capucha de su sudadera. Mirándonos muy seriamente tironeó de nosotras hasta la biblioteca, donde no había nadie.

–        Espero vuestra explicación.

–        Que conste que yo nunca estuve de acuerdo con este plan… ¡Ella me hizo chantaje! ¡Todo fue su culpa!– dijo Zaena señalándome con el dedo.

–        Lo que mi fiel amiga quiere decir…–empecé susurrando con un tono sarcástico mientras me cruzaba de brazos. –es que la idea era hacerte creer que Matt y yo estábamos saliendo con alguien para que te dieras cuenta a quién querías.

–        ¿¡Le dijiste a esta enana que me gustaba Matt!?– medio susurró Mello, indignado.

–        Mello, no eres muy bueno escondiendo tus sentimientos. Todo el mundo lo sabe… – dije ignorando las protestas de Zaena. –Menos Matt. No sé qué pasa, pero siempre acaba enterado todo el mundo menos el interesado.

–        ¡¿Sabes lo que he sufrido estos días!?

–        ¿¡Sabes las veces que intenté decírtelo!?

–        ¡Y voy yo y me lo creo!

–        ¡Esto no hubiera pasado si no fueras tan cobarde! ¡Porque tú sabías muy bien que amas a Matt! ¡Pero no lo admitías para ahorrarte el sufrimiento en el caso que no sintiera lo mismo! ¡Cobarde!– tras escuchar mis palabras, Mello relajó el rostro unos segundos y luego frunció el ceño con la ira a flor de piel.

–        ¡No soy un cobarde!

–        ¿Ah, no? Pues entonces no es ningún problema que vaya y se lo digas ahora, ¿No?

–        ¿¡Qu-qué!? ¡¿Decírselo!? Pe… p-pero…

–        ¡Ja! Eres un cobarde…

Mello apretó los puños, levantó la barbilla bien alto y se dio la vuelta con las puntas de sus cabellos ondeando en el aire. Mientras lo veíamos perderse por los pasillos con aire decidido, Zaena y yo volteamos a vernos. Zaena algo sorprendida y yo con una gran sonrisa de satisfacción en el rostro.

–        ¡Lo va a hacer!

–        Pues claro que sí, te dije que funcionaría. Por cierto, ese grito de terror fue muy convincente… eres buena actriz.

–        Gracias, tuve una buena motivación.

Aquella idea se me ocurrió en clase de Lengua, mientras luchaba por no quedarme dormida. Si hubiera sabido antes que Mello lo haría así de fácil, ese par ya hubieran estado juntos desde antes. Zaena y yo salimos corriendo más preocupadas por perdernos la declaración que por llegar tarde. Vislumbré a Mello con el mismo brío al andar. Matt se encontraba de espaldas a nosotros y se apoyaba en la pared mientras guardaba su psp en el bolsillo de atrás.

–        ¡Matt!

El pelirrojo volteó lentamente. En ese momento ya temía que algo no andaba muy bien. Mello no pareció notarlo y siguió acercándose temblando de pies a cabeza. Matt fue perdiendo el equilibrio. Su cuerpo comenzó a caer hacia delante.

–        ¡Matt!

Mello gritó y atrapó a tiempo al gamer, que respiraba dificultosamente. Para ese momento ya estábamos juntos a ellos, intentando adivinar qué pasaba.

 

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Con un suave golpe de muñeca, la pelota golpeó furiosamente la pared. Tras rebotar en ella, fue interceptada de nuevo por la raqueta, volviendo a repetir el proceso. Corriendo de un lado a otro, L pensaba. Era un lugar adecuado, en la parte posterior de la casa y oculto de los transeúntes por un muro bastante alto. Agarró la pelota con la mano recobrando algo de aire. Sacudiendo los pies arrojó las zapatillas hacia un lado, le molestaban. En realidad, toda la ropa le molestaba en ese momento. Se sentía algo atado, pero no se desnudó. No era un buen momento para andar de exhibicionista, a pesar de que nadie podía verlo; hacía frío. Arrojó la pelota al aire y la golpeó con todas sus fuerzas. Mientras jugaba, en su mente se reflejó el acto de Beyond.

Beyond lo había sorprendido, para bien. Había actuado bien al darle una oportunidad. Aunque era algo molesto, parecía haber cambiado. Él no lo conocía personalmente antes de haber muerto. No sabía su aspecto, ni su nombre verdadero antes y durante sus asesinatos. Menos iba a saber cómo era su personalidad, podía imaginarla a través del por qué de los asesinatos… podía decir que Beyond había cambiado para bien. ¿Light habría cambiado?, se preguntaba siguiendo su juego de pelota. Un suave giro de muñeca y la pelota rebotó furiosamente contra la pared, dando inicio a comidillo mental de todos los días.

 

 

Notas finales:

¿Qué pasa con la esperanza de vida de Ayla? ¿Qué escribió Beyond en la libreta? ¿Funcionará? ¿Ayla dejará a Zaena traer a Naruto al mundo real? Ni en sus mejores sueños pasará eso... ;) ¿Él pájaro acabó llamándose Poko? ¿Qué demonios le ha ocurrido Matt?  ¿Por qué es sensual E no sale en este capítulo?


AylaMckee: E... ¬¬ fuera...

E: Eeeeesta bieeeeeen... 

Este capítulo iba a ser más largo, pero vi que ya ocupaba once páginas y me dije que tenía que cortalo. Tampoco es para marearos con tanta palabra XD

Aprovecho para agradecer a todos los que leéis este fic, no sé qué hacer para demostrar lo mucho que aprecio vuestro apoyo :D

Mello: Tal vez si haces que nos declaremos ya... ¬¬

Light: O que L y yo nos reunamos de una vez... ¬¬

Todo en su momento chicos... todo en su momento...

También quiero avisaros desde ya sobre dos noticias:

La primera, me gustaría recopilar preguntas vuestras. A cualquier personaje o incluso a mí misma, para responderlas todas en un especial :D 

La segunda, pronto habrá un capítulo dedicado a Near y Gevanni y mucho más tarde habrá otro para Beyond y Gelo. 

¡Hasta más ver! :D


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