Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La libreta de los deseos por AylaMckee

[Reviews - 54]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que disfrutéis leyendolo :3

Miré mi despertador con odio. Me gritaba y saltaba desde mi repisa. Lo cogí e intenté encontrar el botón de apagado. Aún seguía medio dormida y el estridente sonido empezaba a dejarme sorda. Lo lancé al duro suelo. Una pieza salió disparada del aparato y dejó de sonar. Era el tercer despertador que rompía en un mes. Fui al baño arrastrando los pies. Me puse unos pantalones vaqueros que acababan sobre mis rodillas y una camiseta negra con el logo de “Guns and roses” lo suficiente ancha para poder moverme con comodidad. Bajé a la planta baja donde  mi madre comenzaba a servirme el desayuno.

-          Buenos días.-  dije bostezando.

-          Buenos días Ayla ¿Vas a ir así al instituto?- dijo mi madre mirándome de arriba abajo.

Yo asentí, dando un bocado a una magdalena.  Total, era el último día de instituto. Acabado mi desayuno, dejé los platos en el fregadero y cogí mi mochila. Antes de salir, le di un beso a la mujer que me trajo al mundo.

Las clases pasaron lentas y aburridas. Mis compañeros hablaban de los planes que tenían para el verano. Algunos irían de vacaciones al extranjero, otros con menos suerte irían al pueblo de sus abuelos,  celebrarían fiestas, irían de acampada, a los parques de atracciones,… Y yo, me quedaría sola en casa como todos los años y si nos lo podemos permitir, tal vez iría con mis padres a la playa algunos días. Mientras ellos charlaban, yo miraba por la ventana perdida en mis pensamientos. No suelo llevarme bien con los chicos y chicas de mi edad. No es que nos odiemos, solamente nuestros caracteres chocan entre sí. Como polos del mismo signo, chocan y se alejan. Sé que soy diferente, no tengo los mismos gustos que la mayoría y pienso de otra forma. Tal vez sea que soy más madura o más aburrida. Ésa es la razón de mi soledad. También será que soy la más “empollona” del curso.

Salí de mis ensoñaciones al escuchar la última campana. Todos mis compañeros salieron de clase, no sin antes hacerle un poco la pelota al profesor. Como si eso fuera a subir sus notas. Recogí mis cosas y les seguí. El bullicio de los pasillos era tremendo. Gritaban tonterías como “¡Libertad!”, los más brutos se hacían paso empujando, algunas chicas coqueteaban con el chico que les gustaba o en otro caso hablaban de él. Alcancé la entrada bajo un sol abrasante. Hacía tanto calor que sentía estar en un horno. Andaba jorobada por culpa de la mochila atestada de libros. La camiseta negra agrandaba la sensación de sofoco. Para mi consuelo, la mayoría estaba tan o más acalorados que yo. Intentaba darme ánimos de que pronto llegaría a casa, a mi dulce y fresco hogar. Estaba atenta de por donde pisaba, esquivando los pocos desperdicios del suelo(Os juro que estaba atenta, antes eso no estaba ahí), mis pies tropezaron con algo y caí con mi metro ochenta al suelo. La pesada mochila contribuyó a la caída (¿Quién se lleva la mochila llena el último día de clase? Sólo yo). Esperé a que las risitas se calmaran. No querían que me vieran abochornada. Al parecer, algunos creyeron que me desmallé y se acercaron a ayudarme como buenos samaritanos. Un profesor me ayudó a levantarme y me dijo si me sentía bien. Sólo me dolía la cadera por el golpe, nada más. Tras comprobar que no me había dado ninguna insolación o algo de ese estilo, se fue. Los demás curiosos también siguieron su camino como si no hubiera pasado nada. Miré hacia el suelo para ver con qué me había tropezado. A mis pies, había una especie de libro de cuero antiguo, un poco roído en los filos y gastado en el lomo. En la portada había grabados unos dibujos extraños, pero me parecieron bonitos. Lo cogí limpiándole el polvo de la acera. Lo sopesé y observé detenidamente. Acaricié los grabados del cuero. Lo ojeé. Unas cuantas páginas del principio estaban escritas, pero el resto del libro estaba en blanco.  No ponía ningún dato del dueño, ningún nombre, ninguna dirección… Como me gustó me lo llevé a casa (Si aparecía el dueño ya se la daría). Leí las páginas escritas pero estaban en una clase de código, o eso me pareció. Cada vez estaba más interesada en aquella libreta.

Llegué a casa. Como era de esperar, estaba vacía. Mis padres no llegaban antes de la ocho. Mucho mejor, así no me estorbarían cuando tratara de averiguar más sobre esa libreta. Fui directamente a la cocina. Me fijé en una cacerola y fui a comprobar su contenido. “Lentejas. ¿¡A quién se le ocurre hacer lentejas con esta calor?!” pensé asqueada. Me olvidé de las lentejas y me preparé un sándwich. Mientras comía, mi vista no se apartaba de la misteriosa libreta. En cuanto me acabé el almuerzo, la cogí y la abrí para observar otra vez esos símbolos. Para mi sorpresa, los símbolos habían desaparecido y en su lugar había un texto en mi idioma cuyo título rezaba “Instrucciones de uso.” Leí las mencionadas instrucciones. Conforme iba leyendo, mis ojos se agrandaban por la sorpresa. Finalmente, una arruga de incredibilidad surcó mi frente.

-          Una libreta que concede deseos… ¡La idea más descabellada, absurda, desatinada, irracional e ilógica que he escuchado en mi vida! ¿¡Esto es una broma o qué!?- dije en voz alta mirando hacia todas partes en busca de alguna cámara oculta o algo parecido.

Volví a mirar la dichosa libreta. Según decía, cumplía cualquier deseo. Una idea absurda cruzó mi mente. Cogí un bolígrafo y escribí en la primera página, lo que sería mi primer deseo.

Deseo conocer en persona a los personajes de Death Note.

No sé aún porqué escribí eso. “Death Note” es mi anime favorito. Desde el primer episodio me enganché. Todo lo relacionado con eso me sube el buen humor. Me hacía olvidar los problemas con mis compañeros. Sólo la serie y yo. Podía pasar horas viendo la serie una y otra vez. Me obsesioné completamente con los personajes. L, Matt, Mello, Near,… pero al que más admiraba, era a L. Para mí fue, es y será el mejor detective del mundo. Y como llegué a amar a algunos personajes también llegué a odiar a otros, como Light. Pero más que odiarlo, creo que fue una víctima de la Death Note. Cualquiera que tuviera una libreta así se volvería loco.

Esperé unos minutos esperando algo, pero no ocurrió nada. Después de sentirme un poco estúpida, recogí la cocina y fui a dejar las cosas en mi habitación. Entré y desparramé el contenido de mi mochila por todo mi escritorio. Observé mi habitación. La cama estaba sin hacer, llena de ropa. El suelo lleno de papeles y dos o tres mangas. Mi armario, abierto de par en par y mi escritorio abarrotado. Estaba hecho un desastre. Miré asqueada mi habitación, no soporto el desorden.

-          ¡Qué desordenado, caótico, anárquico, desorganizado….! Tal vez debería… mañana será otro día.- dije en voz alta.

Me dispuse a salir de la cueva del león, cuando me di cuenta de que aún llevaba la libreta en la mano. La abrí y cogí un bolígrafo. Escribí lo que sería el segundo deseo.

Mi habitación se ordena sola.

Antes de poder comprobar nada, escuché abrirse la puerta principal. Dejé la libreta encima de mi escritorio y fui a recibirlo.

-          Buenas tardes, hermana ¿Te ha ido bien el día?- dijo mi hermano educadamente.

Tengo un hermano, se llama Gevanni. Según mis padres, es su adaptación de Giovanni. Vamos se creen que fueron los primeros en inventárselo. Cuando conocí a Stephen Gevanni, miembro de la SPK (del anime en cuestión) decidí no decirles nada, fueran a desilusionarse.                         

Mi hermano tiene diez años. Tiene el pelo negro y rizado, los ojos caoba como los míos y también es bastante alto. A mi parecer siempre ha sido un niño solitario y tímido. Muy educado y nunca levanta la voz. No se mete en mi vida privada ni me molesta en absoluto. Es más, siento como si me evitara. Y que yo recuerde, casi nunca me llama por mi nombre. Me llama hermana y si me quiere pedir algo lo hace en tercera persona. No es que tengamos una relación normal de hermanos eso está claro y no nos metemos en los asuntos del otro más de lo necesario.

-          Buenas tardes, Gevanni. Sí, gracias. ¿Y el tuyo como ha sido?- le pregunté.

-          Un día normal. ¿Podría Ayla ponerme el almuerzo?-  dijo  con ese tono educado.

-          Claro, pero hay lentejas.- le dije.

El sólo se encogió de hombros, dándome a entender que no le importaba lo que fuera a comer. Le calenté el plato en el microondas, ya que estaba frío, y se lo serví.

-          Hermana, ¿Vas a ir la graduación?-

-          No, no tengo muchas ganas de ir.- dije.

-          ¿A Ayla le gustaría escuchar mi opinión?- dijo con un hilo de voz.

-          ¡Eso no tienes que preguntarlo, hermano!- le dije sonriendo.

-          Gracias. Si fuera tú, iría. Sé que te van a dar una matrícula de honor. Te mereces un reconocimiento.- dicho esto, bajó la cabeza, avergonzado y empezó a comer.

-          Tienes razón, debería ir.- al decirle eso, levantó la cabeza y sonrió satisfecho.

Fui a mi habitación a prepararme. Pensaba en qué ponerme. Las chicas se pondrían vestido o una falda. No sabía si yo tenía de esa ropa. “Espera, mejor llamo a mamá. Que me aconseje”. Llegué a mi habitación. Cogí el móvil de la estantería y marqué su número. Me senté en la cama hecha. Tras hablar con mi madre, abrí mi armario y cogí las prendas que me aconsejó. Volví a cerrar el armario. Antes de salir de la habitación la observé. Algo se me hizo extraño. “¿Falta algo?” En una esquina del escritorio vacío, estaba la extraña libreta. “Será eso.” Pensé y salí de mi ordenada habitación.

Notas finales:

Dejarme vuestros Reviews :3

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).