Quería golpearse tan fuerte, con cualquier cosa que tuviera al alcance, lo que sea, como la primera vez que vio en su alcoba a Dobby el elfo domestico. “Tiene que ser una pesadilla… ¿Por qué entre todas las personas con las que pudo haberse involucrado tenía que ser él?” se decía una y otra vez.
La persona que tenía al lado no era nadie más que el mismísimo Draco Malfoy quien pese a la rabieta mental de Harry, parecía no tener intención de despertar porque respiraba acompasadamente con los latidos de su corazón.
Harry irritado dio muchas vueltas en su mente para averiguar cuál será la mejor estrategia a tomar. Tenía que pensar fríamente como auror que era.
“Hola Malfoy, al juzgar por esta incómoda situación y que ambos estamos compartiendo la cama completamente desnudos, parece ser que tuvimos relaciones, pero no te espantes, todo está bien, ¿quieres un poco de jugo de calabaza?” negó con la cabeza, eso sonaba mucho más estúpido de lo que quería, no funcionaría; tenía que irse rápido antes de que Draco despertara, porque de lo contrario estaba casi seguro que lo cruciaria a morir antes de poder siquiera pronunciar Expelliarmus.
Muy a su pesar, quiso darle un último vistazo antes de levantarse; sus cabellos eran mucho más largos de lo que recordaba la última vez que lo vio al salir de Hogwarts, se veía tan suave con la ausencia de la gomina para peinar que estuvo tentado de recorrer con sus dedos toda su longitud; su piel blanca que al contraste con la luz del sol la hacía lucir como la más fina porcelana, preciosa que seguramente al contacto era muy suave… por otra parte su rostro demostraba mucha serenidad que lo hacía ver frágil e indefenso; seguía siendo tan hermoso o incluso más de cómo era en la escuela…
“Por Merlín, Harry, ¿Qué rayos estas pensando?” se reprendió mentalmente, pero sin poder despegar sus ojos de él, como si fuera de suma importancia no perderse nada de su sueño. Súbitamente un par de ojos grises se centraron en los suyos y la faz tranquila desapareció, tornándose en una expresión de repulsión y asco. “Maldición” pensó demasiado tarde; el plan de escape se había truncado y tristemente no había plan “B”.
-¿Potter?- exclamó Draco realmente disgustado y se volteó desganado para cubrir su rostro con la almohada- pensé que había llevado a la cama a un Viktor Krum o algo así y resultó no ser otro que un San Potter- dijo despectivo retirando los largos cabellos que caían descuidados sobre su frente mientras se recargaba contra la cabecera de la cama dejando ver su cincelado pecho pálido, que sería la inspiración de cualquier escultor.
-Mira Malfoy, no quiero tener problemas tan temprano en la mañana…- trató de sonar lo más calmadamente posible sin dejar escapar las erráticas y contradictorias cosas que circulaban en su mente- ¿Espera, que? ¿Qué fue lo que dijiste? ¿Viktor Krum?- no tenía sentido lo que había en esas palabras ¿no estaba casado?, bueno Harry también lo estaba pero…
-¿Eres gay?- dejó ir a si como llegó a su mente, haciendo que su interlocutor clavara sus orbes plateados en los ojos esmeralda, como si le hubiera contado un buen chiste.
-Pensé que habías madurado Potty, pero veo que sigues siendo un tonto y aparte de todo lento- dijo poniéndose una bata saliendo de la cama.
-¿A dónde vas?- pregunto apresurado; ya las palabras salían de su boca sin siquiera pasar a la oficina de su cerebro.
-A darme un baño, que no pienso salir de aquí en estas fachas tras una estúpida noche de copas, no soy como tu- dijo mirándolo de arriba a abajo cerrando la puerta tras él.
Harry estaba imposibilitado, no podía creer lo que había escuchado, por un lado le aliviaba no estar en el suelo retorciéndose de dolor por culpa de un crucio; en la primera página de “El Profeta” ya se podía imaginar el titular “Harry James Potter, el salvador del mundo mágico fue encontraron muerto en un hotel muggle por un avada kedavra a manos del ex-mortífago Draco Lucius Malfoy”. Un escalofrío recorrió su espalda y sacudió la cabeza intentando alejar ese pensamiento.
Pero por otro lado le surgían muchas preguntas que quería hacerle a Draco, ¿Qué pasó con su familia? ¿Por qué estaba en un pub muggle esa noche? ¿Porque no le molestó tanto encontrarlo a su lado? Y demás cosas, pero sabía que no estaba en posición para preguntar.
Veinte minutos más tarde Draco salió tras una espesa nube de vapor e iba vestido con ropa limpia. Una pulcra camisa blanca con manga larga, unos pantalones de gamuza verde oscuro con unos mocasines a juego. Harry contuvo su quijada de abrirse como ostra y carraspeó, regresando a ver la ropa regada en el suelo.
-¿De dónde sacaste eso?- preguntó inquisitivo. Draco por su parte solo se alzó de hombros sin prestarle atención y se dirigió al espejo.
-Llame a mi elfina domestica para que me trajera ropa, no regresaría a mi casa con la ropa sucia de la noche anterior-sin ganas de discutir por ello, Harry tomó su ropa que ya había arreglado un poco con magia y se metió a bañar. “Nada mejor que el agua fría para aclarar las cosas y regresar a tu temple” se dijo animado.
Al salir ya no estaba la ropa sucia de Draco y este seguía frente al espejo arreglando su hermoso cabello. Olía tan refrescante, a lavanda… golpeó su cabeza molesto desviando la mirada.
-¿Tienes que tardarte tanto?- preguntó Harry pasándose los dedos entre el cabello para aplacarlo y poniéndose los zapatos. Ya tenían que irse, pero no se había adelantado porque no estaba dispuesto a pagar todo él solo.
-Claro, no quiero que mi cabello parezca un extraño animal sobre mi cabeza- sabia que el comentario iba dirigido hacia él y prefirió dejarlo ir. Pareció que por fin el slytherin había terminado y se acercó a Harry.
-Bueno, toma esto como te plazca Potter, incluso puedes utilizarlo para tus fantasías eróticas, no importa, pero si acaso llegas a decírselo a alguien solo te puedo decir que tus hijos lloraran por la súbita desaparición de su padre- el ojiplata lo miraba malicioso muy seguro de sus palabras; Harry por su parte no podía estar más de acuerdo y afirmó que lo mismo iba para Malfoy.
“No quiero volver a toparme con él otra vez en mi vida” coincidieron los dos en su mente mientras se iban en direcciones contrarias.
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Draco Malfoy decidió que lo más fácil era aparecerse en su casa, era demasiado tarde, seguramente su esposa e hijo lo estaban esperando. Su amplia mansión se encontraba a sus ojos y exhaló profundamente aliviado, el encuentro con Potter no era como esperaba; aunque era mucho más atractivo de lo que recordaba y mucho mas estilizado que cuando era un tonto estudiante.
“San Potter sigue siendo el mismo cara rajada de entonces… aunque en una mejor envoltura” se dijo a sí mismo, aunque se reprendió al momento por lo último. Sus pensamientos se vieron truncados cuando sus ojos grises se encontraron frente a frente con… “ella”
-Draco- dijo fríamente.
-Astoria- fue como si gruñera su nombre, aun estaba molesto con ella. Gracias a ella era el primer Malfoy que se divorciaba.
-Llegas una hora tarde, te dije que tengo cosas que hacer, si no quieres cuidar a tu hijo como es debido, entonces yo…- la ira cundió en el rostro del rubio.
-No te atrevas a decirme que hacer Astoria, que ya mucho daño has hecho- siseó molesto. Aun dolía la amenaza de alejarlo de Scorpius que le dio hace un mes, cuando descubrió sus tendencias sexuales y que no se casó con ella por amor, si no por el acuerdo entre las familias Malfoy y Greengrass.
-Si no quieres que tu pequeño secreto se expanda, más te vale cumplir con tu parte, Malfoy- soltó esta última palabra como veneno.
-Greengrass, cierra la boca, si no quieres que…- se interrumpió al ver al pequeño Scorpius correr hacia él extendiendo sus bracitos llamándolo- pequeño- solo pudo decir cargando a su hijo quien tiernamente recargo su cabecita en su hombro. Le dirigió una mirada de odio puro a Astoria y se alejó llevándose a su hijo. No podía creer que estaba a la merced de esa detestable mujer que en un principio parecía tan complaciente e inofensiva. Era una verdadera serpiente en todos los sentidos.
El pequeño Scorpius sabía que las cosas iban mal con sus padres, por ello decido que lo mejor era disfrutar a lo máximo el poco tiempo que le dedicaban, aunque quisiera que el tiempo con su papá fuera un poco más largo que solo el fin de semana.
-Papi, un amigo y yo queremos ir el próximo fin de semana a los toboganes muggle- dijo tiernamente el chiquillo- dice que ganó siete boletos en una tienda ¿no te parece genial? ¿Podemos ir?- Draco lo miró sorprendido, aunque el niño era idéntico a él (físicamente hablando), su carácter era demasiado dulce para ser un Malfoy. Sus ojitos centellaban esperando la aprobación de su padre y la ilusión de un paseo por diversión. Draco, quien no estaba muy a favor de revolverse con los muggles, no podía resistirse a su hijo.
-Está bien mi pequeño Scorpius, para ti, lo que sea- el niño lo abrazó irradiando verdadera felicidad y beso su mejilla. Draco ya cansado de los brazos lo puso en el suelo y lo llevó de la mano. Siempre su primera parada era Honeydukes, el lugar favorito de Scorpius, seguido por la ruidosa tienda de Zonko- por cierto Scorpius, ¿Quién es este amigo del que hablas que te invitó?- preguntó intrigado.
-Es James Potter- Dijo con una sonrisa en su rostro. Draco se paró en seco. ¿Era acaso una broma?
“Tiene que ser una maldita broma” se dijo realmente exasperado.