─Relájate... ─Suavemente, contra los pequeños y delgados labios rosas, pidió envolviéndolos con su tibio aliento antes de atraparlos bajo la influencia de un tierno beso distractor. El sabor a fresa de la boca de MyungSoo robó sus sentidos y aplastó de una vez por todas, esa culpa que atosigaba su pecho por estarlo tocando de aquella manera tan íntima.
Y aunque la culpa era grande por estar corrompiendo al virginal ser bajo su cuerpo, el deseo que sentía hacia él, era mayor a cualquier otra cosa. Por lo que posponer más ese encuentro no seguía en sus planes. Porque el destino le dictaba que MyungSoo le pertenecía en la esencia de su piel. Y por eso, Ho Won no se detendría.
Lentamente se abrió paso dentro de él. Los dientes de MyungSoo mordieron su lengua, provocándole un pequeño corte por donde la sangre comenzó a brotar y llenó el beso con ese sabor metálico. Las uñas de MyungSoo se enterraron en su espalda, arañándola. Pero ese dolor era pequeño en comparación al que debía de estar sintiendo en ese momento, MyungSoo. La presión de sus paredes interiores impedían que se enterrará por completo en él, con un leve vaivén empezó a expandir el espacio de su interior mas en ese mismo instante, los dientes blancos del menor se enterraron en su hombro con la misma fuerza con la que él se enterró profundo en su interior. Se detuvo, dejando escapar el sofocante aire.
MyungSoo era cálido y también abrasador. Era timidez, tierno y ruborado. Era su presente y su futuro. Todo lo que había soñado y todo lo que quería.
─Hoya ─En medio de un suspiro el menor le llamó, su aliento dulce (porque todo en él era dulce para Hoya), acarició la piel de su mejilla y las delicadas manos (en comparación a las propias) apretaron su espalda. Cuando volteó a verlo se encontró con la sincera mirada de aquellos orbes preciosos y profundos. Dejo el camino que recorrían sus manos sobre la lisa y suave piel de sus muslos y se mantuvo quieto dentro de él, esperando por lo que fuera a decirle.
─Me gustan tus ojos ─Pero antes de que se diera cuenta fue él quien comenzó a hablar─, y tu boca ─Su mano se elevó hasta acariciar el rubor que cubría las adorables mejillas. ─Y me gustas tú. Te amo, MyungSoo. ─La boquita del menor se abrió, adorable, y sus ojos se llenaron de lágrimas porque a pesar de todo ese tiempo juntos, era la primera vez que le dedicaba un te amo.
─Yo también te amo, Hoya.
Después de eso y de desenvolver la pasión contenida por mucho tiempo. La huella, la semilla del primer amor se sembró en el interior de MyungSoo. Hoya lo sintió en el mismo momento en el que culminó dentro de él. Los años esperando por ese momento daban fin y comienzo ahí. Cómo estaba escrito. Cómo estaba planeado. Cómo lo había visto en sus sueños pasados.
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