Había llegado puntal al lugar que lo había citado su novio, estaba nervioso, increíblemente nervioso. Uno pensaría que esta es una reacción normal de algún joven tímido cuando se iba a encontrar con su pareja, pero este no era el caso. Takao no era tímido; más que nervioso estaba temeroso, sabía para que lo había citado Midorima, él no era tonto, era obvio que cuando te dicen "tenemos que hablar" no puedes esperar nada positivo.
Él sabía que su relación ya no era la misma, hace algunos meses notaba como se iban hundiendo, no discutían, pero tampoco se veían, ambos estaban ocupados con sus trabajos, Kazunari trabajaba desde la mañana hasta la tarde, el horario de Midorima era aún más exigente, trabajaba y estudiaba al mismo tiempo, eso de ser doctor no había sido una buena opción en cuanto a tiempo libre se tratara.
Los pocos momentos en que estaban juntos no hablaban de nada, no tenían tema de conversación, si le preguntaban ¿Entonces por qué no terminan? La respuesta era complicada para Takao, amaba a Shintaro, estaba seguro de eso, tenían tantos recuerdos juntos, estaba acostumbrado a la imagen del peliverde durmiendo a su lado justo al momento en que él despertaba. ¿Cuál era la respuesta correcta? Si alguien la tenía rogaba que se la diese.
En el lugar apareció Midorima, la tensión se hizo presente en todo el cuerpo del pelinegro, sabía lo que venía, solo habían dos opciones en su mente "debemos terminar" o "tomémonos tiempo", ambas se le hacían horrible, pero todo era aceptable mientras no utilizara una mierda como "no eres tú, soy yo", si usaba esa maldita frase iba a lanzar la mesa por la ventana.
El más alto se sentó frente al otro y permaneció en silencio. Excelente, pensó con sarcasmo Kazunari, lo citaban a hablar y lo único que hacían era mirarse el rostro. Bueno... Ahora que se fijaba bien, Shintaro se veía nervioso e incómodo, ¿Por qué no hablaba pronto? Verlo de ese modo lo hacía sentir culpable.
-Takao...-pronunció el As de Shutoku pero se calló nuevamente.
Sus miradas se esquivaban, la culpa residía en ambos, debían terminar su relación, pero... ¿Qué era lo que realmente querían?
-Vamos Shin-chan... ¿De qué quieres hablar?- le dolía pronunciar cada palabra, pero alguien debía iniciar la conversación.
-Veras Takao... Hace algún tiempo nuestra relación es algo complicada y...- el silencio reinó en la atmósfera repentinamente, una gruesa lágrima recorría la mejilla del azabache.
-L-lo lamento Shin-chan- dijo Kazunari secándose la lágrima pero seguían cayendo una tras otra- realmente lo siento... Sabía a que veníamos, pero no lo puedo evitar...
Midorima se vio mortificado al ver al chico en ese estado, no lo pudo evitar, se levantó del asiento con la clara intención de estar junto al otro, pero Takao lo detuvo.
-No... No te acerques, ya estoy bien ¿Ves?- dijo el más bajo limpiándose el rostro y mostrando una sonrisa increíblemente falsa.
El dolor de ver llorar a alguien que amas es enorme, pero que tú seas el causante de su llanto es peor, un sufrimiento agonizante de sentirme el peor ser humano en la Tierra.
-Shin-chan, sé que debemos terminar, no nos vemos, no hablamos, en nuestros días libres voy donde mis padres y tu estudias, esta relación no tiene sentido, todos lo han dicho, pero nosotros hacemos oídos sordos a todo lo que dicen y continuamos... ¿Somos unos tontos?
Midorima suspiró y dio una ligera sonrisa llena de nostalgia.
-Sí, supongo que lo somos.
-¿Qué te pasa Shin-chan? ¿Estás triste? No dijiste nanodayo ni actuaste como un tsundere- comentó Takao con la misma sonrisa triste.
-Bakao, no bromees en esta situación-
-Jeje, lo siento, no me gustaba el ambiente, la tensión no es algo que se nos dé.
Se miraron fijamente, sus miradas solo transmitían tristeza y un montón de recuerdos. Recuerdos de sus días de preparatoria, de los partidos de básquet, de los primeros días de su noviazgo... En resumidas cuentas, toda su relación.
-Shin-chan, ¿Recuerdas nuestro primer beso?- el de cabellos verdes solo asintió y Kazunari lo tomo como una invitación a seguir narrando- Estábamos borrachos, bueno, yo lo estaba, aunque no tanto para olvidarlo, fue en la fiesta que le celebramos a los senpais por su graduación, yo me acerque mucho a ti y tu simplemente me besaste, fue curioso como tú eras el más rojo entre los dos, ¿Quién besa a alguien para quedar rojo como un tomate? Al día siguiente me pediste ser tu novio porque te sentías culpable, ajajajaja, ¡Ay, Shin-chan, tus escusas son tan malas!
-Cállate, nanodayo- dijo Midorima sonrojándose levemente.
-Ese es el Shin-chan que conozco- dijo Takao con una sonrisa realmente honesta- ahora si puedo dejarte ir.
El pelinegro se levantó de su asiento sin dirigirle su mirada al otro, no podía, quería que Shintaro fuese libre, que se concentrara plenamente en su futuro laboral, que su vida fuese un éxito, que fuera feliz, realmente feliz, aunque él no fuera participé de esa felicidad.
Oh, no. Las lágrimas habían aparecido nuevamente, él ya había tomado una decisión, ¿Por qué ese dolor en el pecho? ¿Por qué esas ganas de correr a los brazos del otro? ¿Por qué todo tuvo que terminar?
Sorpresa, eso fue lo que definía todos sus pensamientos, Midorima había tomado de su brazo y lo estaba besando, ¿Aquello era real?
-Takao...-murmuró cuando se separaron.
-Shin-chan, ¿Y ahora qué hacemos?