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Llegado el amanecer por heebumkim

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Notas del capitulo:

Subo ya el segundo para que comience lo interesante.

El sonido del teléfono móvil comenzó a sonar. Yongguk apenas podía abrir los ojos, estaba exhausto, por no decir que la resaca que tenía era horrible. No quería despertarse, ni levantarse, ni contestar. Esperó que el móvil dejara de sonar, pero cuando por fin lo hizo, volvió a hacerlo.

-¡Hijo de puta!

Abrió los ojos y estiró la mano hacia la mesilla que tenía al lado de la cama, agarrando el aparato. Miró el reloj antes de contestar, las siete de la mañana, ¿a quién coño se le ocurría llamar un sábado a esa hora? Descolgó la llamada y se llevó el móvil al oído.

-¡¿Quién y por qué?! ¡Solo son las siete de la mañana, joder! -gritó cabreado.

-Buenos días  Bang Yongguk -reconoció esa voz de inmediato, era la del tío del accidente, el viejo, el gilipollas que lo sacó de sus casillas- Soy Lee Taesung, y la verdad, lo llamé a esta hora para fastidiarlo -rió irónicamente.

-Pedazo de gilipollas...-murmuró, aprentando los dientes con fuerza por la furia.

-¿Perdón? ¿Qué ha dicho?

-Nada, nada -suspiró- ¿Y por qué ha llamado?

-Obviamente para que vengas a mi casa y hagas el trabajo que te encomendaré, o si no, olvídate de seguir con tu vida -carraspeó, intentando disimular las carcajadas- Te espero aquí a las diez, te mandaré la dirección por correo. Y ni se te ocurra llegar tarde.

Colgó y tiró el teléfono móvil contra la pared. Tenía ganas de agarrarle la cabeza a ese mamón y estamparla contra el suelo tantas veces como pudiera hasta matarlo. Lo peor de todo es que iba a trabajar para nada, ya que al fin y al cabo no iba a cobrar nada por su esfuerzo. Unos minutos después recibió un mensaje con la dirección de la casa. Para colmo estaba en el distrito de Yongsan, que estaba al otro lado del río. Peor no le podía ir en el día, o tal vez sí. Condujo su moto hasta llegar a una gran mansión blanca de tres pisos y ventanas doradas.

-Joder...

Se quedó sorprendido por la pedazo de casa en la que vivía ese viejo, seguro que tenía una vida excelente. Bajó y se encontró con unas rejillas que le impedían el paso, pero que pronto se abrieron. Caminó hasta la enorme puerta de madera de la casa, pasando por un inmenso jardín lleno de flores y árboles de distintos tipos. Al tocar el timbre, una chica joven y muy bonita abrió, haciendo una reverencia.

-Buenos días señor Bang, pase, el señor Lee lo está esperando -se hizo a un lado, dejando el suficiente espacio como para que el moreno pasara.

Su sorpresa y asombro aumentó cuando vio que se encontraba en un salón que era más grande que el edificio de cuatro pisos en el que él vivía. Sillones rojos y negros de cuero, una televisión de plasma gigante, un acuario de al menor cuatro metros, cuadros y adornos que tenían pinta que valer millones.

-Hola, bienvenido.

Desvió la mirada hacia las escaleras, de donde provenía la voz. Justo en el último escalón, estaba el chico que conducía el coche cuando tuvo lugar el accidente. Se acercó lentamente a él. Lo observó con detención, fijándose en aspectos de los que no tuvo en cuenta el otro día por el cabreo que llevaba encima. Tenía el pelo castaño rojizo, muy lacio y buen cuidado, con fleco. Sus ojos era negros y brillantes, rasgados, parecidos a los de un felino. Su nariz era recta y pequeña. Labios finos y rosados. Mejillas ahuecadas debido a la delgadez. Piel pálida y hermosa.

-Kim Himchan, encantado -el chico sacó la mano del bolsillo de su vaquero y la tendió en dirección a Yongguk, quien pudo observar en su brazo, ya que se le había subido la manga de la camisa al estirarlo, unas extrañas marcas rojas y violetas en la blanca piel.

-Bang Yongguk, igualmente -el moreno sonrió encantadoramente y le estrechó la mano con un suave apretón.

-Siento mucho todo esto, pero si me permites darte un consejo, hazle caso y haz todo sin rechistar. Contra mejor te portes y hagas las cosas, menos tiempo estarás aquí -Himchan le sonrió levemente para darle confianza- Sígueme, te llevaré hasta su despacho.

Se giró y volvió a subir las escaleras, seguido de Yongguk. El moreno seguía asombrado, y ya no solo por la lujosa mansión, sino por lo extremadamente hermoso que era Himchan. No puedo evitar mirarle el culo, unas ganas tremendas de tocarlo y sobarlo le entraron, pero tenía que aguantarse, no debía hacerlo. Al llegar a la tercera y última planta, caminaron por un pasillo bastante amplio hasta una puerta negra. Himchan dio tres suaves toques, y desde la habitación se escuchó un gruñido.

-Taesung...

-Lárgate, estoy ocupado, joder -interrumpió el hombre a Himchan.

-Taesung, Yongguk acaba de llegar.

De repente la puerta se abrió de golpe, dejando ver al gran hombre con una expresión totalmente seria. Le lanzó una mirada amenazadora a Himchan, quien hizo dos reverencias, una hacia Taesung y la otra hacia Yongguk, y regresó por el mismo camino por el que había ido.

-Has llegado temprano, sorprendente. Pasa anda.

El hombre caminó hasta sentarse en una silla de ruedas negra de cuero, detrás de su escritorio, que estaba repleto de papeles y libretas, con un portátil justo frente a él. Yongguk entró, cerrando la puerta tras él, y se sentó en una de las sillas que estaban en el otro lado de la mesa. Miró al hombre que tenía enfrente, había comenzado a teclear en el portátil. Parecía que estaba ignorando al moreno, y eso lo estaba poniendo de los nervios.

-En fin -bajó la tapa del ordenador y apoyó los codos sobre este, clavando sus ojos en los de Yongguk- Tengo varios tipos de trabajos para ti, serán aquí, en mi casa. Te voy a dictar las normas, así que estate atento, ¿vale? -alzó una ceja.

-¿Normas? ¿Esto es en serio? Me estás poniendo a trabajar de forma ilegal, sin cobrar, ¿y de verdad tengo que cumplir unas normas? -el moreno bufó y se recostó sobre la silla, cruzándose de brazos.

-Primero, es mi casa, son mis normas. Segundo, te recuerdo que el trabajo que harás es la forma de pagarme los arreglos del coche.

-¿Y qué pasa con mi moto? ¿Acaso me vas a dar el dinero o a trabajar para mí para arreglarla?

-Sí, claro -Taesung rió irónicamente y entrelazó los dedos de sus dos manos, volviendo a los pocos segundos a su expresión seria- He estado investigando sobre ti, Bang, y me he enterado de que tienes varios cargos. Soy una persona importante, en muchos aspectos, y si quiero, puedo mandarte a la cárcel tranquilamente -sonrió de lado- Así que mejor respétame a mí, a mi casa, y haz lo que te diga, ¿entendido?

-Lo haré, pero solo por mi propio bien -se impulsó hacia delante, mirando los ojos profundos del hombre con un toque de ira y amenaza- Te respetaré solo porque soy una persona educada, y haré el trabajo para pirarme de aquí cuanto antes. Pero que sepas que si hay algo que no me guste hacer, o algo que considere extremo, no lo haré -volvió a recostarse sobre la silla, ya un poco más relajado.

-Me parece bien, Bang -el hombre rió y sacó un puro del bolsillo interior de su chaqueta de traje gris- Me gusta tu personalidad, me recuerdas a mí cuando era joven -lo encendió y se lo llevó a los labios- Ahora soy mucho peor -aumentó su sonrisa, que como siempre, desaparecía para volver a la faceta seria y amenazadora- ¿Quieres uno?

-No, gracias, no me gustan los puros -contestó seco.

-¿Y quieres algo de beber? -se levantó y fue hacia una mesa que estaba debajo de la ventana, al otro lado de la habitación.

-Un vaso de agua estaría bien, pero sin veneno, por favor -Yongguk sonrió ladino, observando cada uno de los movimientos de Taesung.

-¡Himchaaaaaaaann! -gritó el hombre con su agravada voz, abriendo la puerta y asomándose por ella- ¡Trae un vaso de agua y algo de picoteo para nuestro invitado! -cerró de un portazo y volvió a sentarse en su silla- Has dicho específicamente que no fumas puros, por lo que deduzco que fumar cigarros o...lo que sea. Puedes fumar, si quieres -acercó el cenicero de metal hacia el centro de la mesa.

Yongguk sacó su cajetilla de cigarros y sacó uno, colocándoselo en los labios. Buscó el mechero por todos sus bolsillos, sin encontrarlo, manteniendo la mirada fija en los ojos de Taesung. El hombre acercó su encendedor, prendiendo el cigarro del moreno.

-Gracias -fumó y le expulsó el humo en la cara.

Los dos no solo se miraban amenazantes, sino también con algo de desafío. Entonces unos toquitos se escucharon en la puerta, que se abrió, y la figura del chico bonito entró con una bandeja en las manos. Dejó un vaso de agua y unos deliciosos canapés sobre la mesa, al lado del cenicero. Yongguk lo miraba atentamente, estudiaba cada rincón de su cuerpo con detención. Era tan hermoso, deseaba apropiarse de él y tomarlo ahí mismo.

-Gracias -el moreno le dedicó una encantadora sonrisa a la vez que cogía el vaso de agua.

-No las des -Himchan sonrió levemente, y, por muy pequeña que fuera esa sonrisa, a Yongguk le pareció la más hermosa de todas.

Hizo otras dos reverencias y, cuando fue a retirarse de la habitación, Taesung lo agarró con fuerza del brazo. Himchan soltó un quejido por el dolor, tirando del brazo y haciendo que lo soltara. Lo agarró por la cintura y lo atrajo hacia él.

-Joder, está de puta madre -apagó el cigarro en el cenicero y siguió comiendo el aperitivo.

-Lo sé, cocina muy bien, por eso no tengo contratado a ningún cocinero -Taesung rió y también probó uno- Primera norma, ni lo mires, ni lo toques.

-Taesung...-el castaño suspiró y bajó la mirada.

-¿Qué? -Yongguk levantó la mirada, encontrándose con una asesina del viejo.

-Sabes a lo que me refiero -zarandeó levemente a Himchan- Como se te ocurra ponerle un dedo encima, te juro que te despedazaré con mis propias manos.

-¿Y quién te ha dicho que lo vaya a tocar, eh? Tal vez yo ya tengo pareja, y estoy muy enamorado -frunció el ceño y volvió a cruzarse de brazos.

-Se te nota en la cara que no eres de parejas, solo te gustan los rollos. Y me he fijado en como lo miras, es muy atractivo, ¿verdad? -sonrió de lado y metió una mano por debajo de la camiseta del castaño, subiendo y bajando por su abdomen, para luego ir a su espalda y meter la mano por debajo del bóxer.

-T-Taesung...para -Himchan dio un pequeño salto cuando la áspera mano del hombre le apretó el culo con fuerza- ¡Taesung!

-¡Ha dicho que lo sueltes joder! -Yongguk se levantó y golpeó la mesa con sus dos puños.

-Lárgate -empujó al castaño, quien lo miró con profundo odio para después salir del despacho.

El moreno volvió a sentarse, ya más relajado. Volvió a comer canapés, obviando lo que acababa de ocurrir. Taesung se terminó el puro y se cruzó de brazos, mientras miraba fijamente a Yongguk.

-Segunda norma, no robes nada, sé hasta cada mota de polvo que hay en cada mueble, así que como vea que falta algo, ya sabes...-alzó una ceja- Tampoco puedes follarte a las sirvientas, y no toques nada sin que yo te lo permita antes.  Prohibido ir a las habitaciones del segundo piso, a no ser que tengas que hacer algún trabajo que requiera tu presencia en ellas.

-Que sí, vale -contestó de mala gana- Dime ya que es lo que tengo que hacer, no tengo todo el día.

-Primero tendrás que cortar el césped, el de la entrada y el trasero. Arreglarás las flores, podarás los árboles. Alimentarás a los peces del primer piso diariamente. Me limpiarás los coches, ordenarás el garaje y...de momento, nada más.

-¿De momento? Maldición, me vas a estallar -Yongguk puso una cara dramática.

-Oh, vamos, no exageres, tampoco es tan malo -Taesung sonrió de lado- Ahora Himchan te enseñará la casa y las cosas que necesitas. El lunes será tu primer día, y tendrás que estar aquí a las nueve. Yo no estaré ya que tengo que trabajar, pero yo me entero de si has llegado a la hora o no.

-Ahora que lo pienso, tuve que haber cogido la carretera que me llevaba directo a mi casa -se levantó- ¿Tendré que venir todos los días?

-Solo lunes, miércoles y viernes -Taseung también se levantó y fue hacia la puerta- Nos veremos en otra ocasión, espero -la abrió.

-¿De verdad esperas? -Yongguk rió y salió- ¿Es que te has enamorado de mí?

-Déjate de mariconadas -volvió a su expresión seria y le cerró la puerta en las narices.

-Gilipollas -murmuró.

Cuando bajó, un olor maravilloso lo hechizó, hasta la punta de los pies. Siguió ese delicioso olor hasta llegar a una cocina enorme, y modernizada. Himchan estaba sentado en una silla de la barra, mirando el horno, en donde Yongguk, contra más se acercaba, pudo distinguir un pastel de chocolate con una pinta estupenda.

-Tiene buena pinta -habló, rompiendo el silencio, y haciendo que el castaño se levantara repentinamente.

-¡Joder! -se llevó una mano al pecho y cerró los ojos- Que susto me has dado...

-Oh, lo siento -Yongguk sonrió de forma inocente y se acercó al castaño- El viejo me dijo que me enseñarías la casa. Si quieres...empezamos por la cama, precioso -alzó las cejas repetidas veces mientras sonreía de lado.

-Pues prepárate para tu muerte, guapo -Himchan negó con la cabeza a la vez que reía y se agachó para abrir el horno.

-Si tengo que morir por hacerle el amor a tan bello ángel, entonces valdrá la pena hacerlo - caminó rodeando la barra hasta llegar a la encimera que estaba al lado del horno donde Himchan estaba sacando el postre.

-¿De verdad crees que vale la pena que un viejo canoso te descuartice con sus manos solo por meter y sacar tu polla en mi culito? -rió irónico y puso el pastel sobre la encimera- Mejor fóllate a otro e imagina que soy yo, así no mueres.

-No creo que eso esté bien. Vale la pena arriesgarse por llegar al cielo -se acercó peligrosamente, pegando su cuerpo al del castaño, y buscando sus ojos para mirarlo directo a ellos.

-No sabes si llegarás al cielo conmigo -giró la cabeza y lo miró, sonriendo más de lo que seguramente había sonreído en semanas.

-Mm...habrá que probarlo -Yongguk subió su mano hasta la mejilla del castaño, y la acarició con suavidad, lentitud, cariño.

-Me parece bien que quieras arriesgarte a morir, pero yo no quiero, así que confórmate con tu mano y mi imagen en tu mente -Himchan cogió la mano con la que el moreno le acariciaba la mejilla, depositó un suave beso y la soltó, dejándola caer.

El castaño se dedicó a decorar el pastel con nata y caramelo. Yongguk lo observó atentamente desde la encimera, mientras besaba su mano, justo donde Himchan antes lo había besado. Caminó hasta ponerse a su lado, lo agarró con delicadeza del mentón subiéndole la cabeza, y lo miró.

-¿Entonces, me enseñas la casa? -sonrió con encanto.

-Claro, si tanto lo deseas...-rió suavemente y tapó el pastel con una tapa de metal.

-En verdad lo que deseo no puedo tocarlo, tendré que conformarme con ver cada rincón de la casa e imaginarme las cosas que haría con esa persona...en esos lugares -el encanto de su sonrisa desapareció, irradiando una total perversión.

-¿Alguna vez te han dicho que estás loco?

-No, la verdad. Pero que sepas, que tú eres el responsable de mi locura.

-¿Yo? -Himchan volvió a reír y salió de la cocina, seguido por el moreno.

-Claro, me vuelves loco, Himchan -lo agarró por las caderas, deteniéndolo y atrayéndolo hacia su cuerpo.

-No me conoces -el castaño giró la cabeza pero sin llegar a mirarlo, con una bonita sonrisa dibujada en su rostro.

-Tal vez sí, tal vez te conocí en otra vida -agarró sus manos entrelazando los dedos y girando su cuerpo, cruzando los brazos y situando ambas manos por encima de su cabeza.

-Estás jugando con fuego -el castaño alternó la mirada entre los ojos de Yongguk y sus carnosos y apetecibles labios.

-Tal vez...me gusta quemarme -se acercó peligrosamente a sus labios hasta rozarlos, sin romper el contacto visual.

Himchan le soltó las manos y se alejó, retrocediendo con pasos lentos hasta girarse y caminar por el salón.

-Este es el salón. Y esa es la puerta que lleva al garaje -señaló una puerta que estaba al final de la sala- Aunque te recomiendo que entres por la otra, así tendrás más luz para hacer las cosas.

Yongguk negó sonriendo y siguió a Himchan, que le enseñó cada rincón de la enorme mansión. Un par de horas después Yongguk ya se había ido. Estaba tendido en su cama, con las manos detrás de su nuca y su vista clavada en el blanco techo de su habitación. El chico bonito tenía razón, estaba loco, pero loco por él. Himchan era tan hermoso y atractivo, todo un ángel, el ángel más bello de todos, y no podía resistirse a sus encantos. Sí, estaba jugando con fuego, pero siendo Himchan, no tendría problema en quemarse.

 


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