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Llegado el amanecer por heebumkim

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-Pues tienes que ir vestido con un smoking, ¿sabes? En plan elegante -Zelo se llevó una galleta a la boca, masticándola- Seguro que estarás muy sexy así, bueno, ¡es que tú lo estás de cualquier manera! -rió- Y también lleva la moro, es que está muy chula, y así todos no solo me envidiarán a mí, sino a ti también.

-Eh, eh, acepto vestirme como un pijo y acompañarte a esa fiesta de niñatos inútiles, pero olvídate de la moto -el moreno sacó un cigarrillo de la cajetilla de tabaco y, después de encenderlo, se lo llevó a los labios tomando una calada.

-¡Jo! ¿Y eso por qué hyung? -el peli rosa se cruzó de brazos y lo miró, haciendo un pequeño puchero.

-Porque nadie, pero absolutamente nadie se sube a mi moto -le expulsó el humo en la cara.

-Bueno, vale, entonces le pediré a Jonguppie hyung que te preste el coche.

-¿Y tú crees que me lo dejará? -rió irónico.

-Claro que sí, ya verás como acabo convenciéndolo -sonrió de lado, para después volver a su carita adorable.

-Que sepas que no estaré toda la vida metido en esa fiesta, así que nada de quedarnos hasta muy tarde -dijo Yongguk tomando otra calada y apoyando la nuca en el respaldo del cómodo sillón.

-Ni que fueras un viejo de esos que se pasan las noches viendo telenovelas y comiendo tortitas -Zelo resopló, volviéndose a cruzar de brazos.

-No soy un viejo, pero soy un chico de veinticuatro años que estará rodeado de niñatos menores de dieciocho emborrachándose a lo chungo, tomando drogas sin saber hacerlo, e intentado, patéticamente, llevarse a las tías en la cama. ¿Crees que no sé como son ese tipo de fiestas? He pasado por esa fase.

-¡Jopelines hyung! Aunque sea hasta las...dos o tres de la madrugada, puedo poner la excusa de que nos aburre esa fiesta de niñatos y queremos pasar la noche realmente bien -alzó la ceja varias veces y se llevó otra galleta a la boca, devorándola.

-No uses mi misma excusa de...

-¡Ya sé! -interrumpió, hablando con la boca llena- ¡Diré que nos vamos porque esa fiesta de niñatos no es suficiente para un chico maduro y serio como tú! ¡Já!

-Búscate las excusas tú solito, pero no me dejes en ridículo, ni seas pesado -negó con la cabeza suspirando y siguió fumando mientras miraba el techo blanco.

               Estaba en la casa de Jongup y Zelo. Como no tenía nada que hacer y ya no se le apetecía salir por las noches, pues optó por ir a la casa de sus amigos para pasar el rato. Zelo estaba viendo mariconadas en la televisión mientras no paraba de comer y hablar sobre lo que haría en su orla. Y Jongup se encontraba en su habitación con una chica, y era obvio lo que estaba haciendo. Después de un rato en el que el adolescente ya se había callado y Yongguk iba por su tercer cigarro, la chica con la que estaba su amigo, una muy bonita y delgada, bajó las escaleras de la casa con rapidez y salió por la puerta. Al rato, bajó Jongup con simplemente unos pantalones vaqueros rotos con un cinto negro que ni siquiera estaba abrochado.

-Hey, tío, ponte una camisa anda -dijo Yongguk apuntándolo con el cigarro y riendo.

-Me gusta presumir de mi cuerpo, ¿vale? -el de pelo castaño claro rió y pasó por la sala donde los otros dos se encontraban, pasando a la cocina.

               Jongup tenía un cuerpo excelente, pero obviamente, no mejor que el de Yongguk. Ambos solían ir juntos al gimnasio, por eso se veían casi todos los días. El chico regresó con una taza con helado en las manos y se sentó entre su hermano menor y su amigo, mirando la tele.

-¿Qué mierda estás viendo? Pon las noticias, anda -dijo mientras se llevaba una cucharada de helado a la boca.

-¡No! Las noticias son para viejos hyung -Zelo hizo un puchero.

-No me seas infantil, me gusta saber lo que pasa en el mundo -Jongup le quitó el mando y puso el canal de las noticias- Yongguk, tengo que hacer un trabajo y me gustaría que me acompañaras, por favor.

               El moreno no pudo evitar poner una mala cara. Sabía a lo que su amigo se dedicaba, y no le gustaba nada, a pesar de que muchas veces lo había acompañado y ayudado, pero solo lo hacía para protegerlo si algo malo le ocurría. Al fin y al cabo, Jongup era como su hermano, y sabiendo que tenía a Zelo y una gran vida por delante, se arriesgaba por él, ya que no tenía nada. No era exactamente una mafia, en verdad ni lo sabía, ni siquiera el propio Jongup, ya que su ''jefe'' se mantenía en el anonimato y ocultaba cualquier información. Su amigo simplemente se dedicaba a vender droga o a comprarla, a sacarle dinero o cosas útiles a ciertas personas, sobre todo a robar, e incluso ha llegado a dejar a varias personas en el hospital. Su lista de antecedentes era mucho mayor que la de Yongguk.

-¿De qué se trata? -preguntó apagando su ya último cigarro y mirando a su amigo, que estaba observando la televisión.

-Un camión blindado.

-¿Es en serio? Joder, por lo menos dentro del camión habrá unos cuatro o cinco guardias, y seguro que alguno que otro coche patrullando detrás. No puedes arriesgarte tanto.

-Tranquilo Yongguk, tranquilo, ¿vale? -Jongup dejó la taza con el helado en la mesa, que pronto el menor de los tres cogió y devoró; y se giró hacia él, mirándolo a la cara- No actuaré solo, ya está todo planeado.

-Pues cuéntame entonces, maldición, no puedes decirme las cosas así por así sin explicarme.

-Lo siento, error mío -en su rostro se dibujó una de sus típicas sonrisas que daban confianza y seguridad- El camión sale de un lugar, ¿no? Pues en tal caso de que algún coche de policía o lo que sea salga tras él para vigilarlo, pues habrá un grupo de personas que se encargarán de eso. Mientras, nosotros y mis colegas, estaremos esperándolo en el lugar al que se dirige, que ya me dirán en unos días. Si tú vas seríamos siete. Cuatro se encargarán de los guardias y el conductor, dos de coger el dinero, y uno de quedarse en el coche listo para darse a la fuga cuando todos estemos.

-¿Tú qué harás? -el moreno lo miró nervioso, a la vez que se mordía el pulgar de la mano derecha intentando acabar con su frustración- Dime que no serás de los que...

-No -lo interrumpió, lo conocía tan bien que hasta sabía lo que iba a decir en cada momento- Yo cojo el dinero. Si vas, puedes acompañarme, o quedarte en el coche de conductor.

-Está claro Jongup, voy contigo a por el dinero, no te pienso dejar solo.

-Joder, eres un gran colega, hermano -los dos se dieron un fuerte abrazo, palmeándose la espalda.

-¿Y ahora trío? -dijo el peli rosa sonriendo emocionado.

-Cállate, pringado -el de pelo castaño volvió a su inicial posición y le lanzó una mirada asesina a su hermano menor.

-Avísame cuando será, y ya quedamos antes para hablarlo mejor -Yongguk se levantó- Me retiro ya, mañana trabajo y debo levantarme temprano -caminó hacia la puerta.

-Que mierda tío, la última vez que trabajaste fue cuando te compraste a tu preciosidad de moto, ¿por qué coño vuelves ahora a hacerlo? -preguntó Jongup desde el sillón.

-Es muy largo de contar -el moreno sonrió- ¡Hasta otro día!

-¡Adiós hyung, te quiero! -gritó Zelo para que lo escuchara.

               Al llegar a su casa se dio una larga ducha para despejar su mente. Entonces recordó cuando Himchan le había dicho que para hacer eso, él cocinaba. Sonrió, imaginándose muchas cosas, momentos, en los que él aparecía. Se envolvió en las suaves sábanas de su cama, y cayó en los brazos de Morfeo, con su bonito ángel como único pensamiento.

               Mientras conducía su Ducati mil preguntas pasaron por su cabeza. ¿Cómo lo saludaba? ¿Lo besaba? ¿Y si lo rechazaba? ¿Daría él el primer paso? Era la primera vez en su vida que se sentía inseguro con una persona. Como siempre, la verja se abrió automáticamente nada más llegar, pero la puerta principal tardó más, cosa que lo inquietó. Después de estar por lo menos diez minutos esperando, la bonita sirvienta de la casa abrió.

-Buenos días señor Bang, pase.

               Frunció el ceño, confuso por no ser Himchan quien le abriera. Entró en la casa y buscó con la mirada al castaño, sin encontrarlo. La sirvienta, que por la última vez que estuvo en la casa sabía que se llamaba Seohyun, cerró la puerta y se quedó estática mirando al moreno.

-¿Y el señor Lee? -le preguntó a la joven.

-Se encuentra trabajando, no regresará hasta las cuatro de la tarde -la chica sonrió cómplice  le guiñó el ojo.

-¿Y...

-Está en su dormitorio -interrumpió Seohyun, borrando su sonrisa- No ha salido de ahí en toda la mañana. A primera hora toqué varias veces su puerta, pero nadie respondió ni abrió. Y el señor Lee salió muy enfadado de la casa hoy -las facciones de la chica se tornaron preocupadas, aunque intentaba disimularlo.

-Gracias Seohyun -le sonrió encantadoramente y corrió escaleras arriba hasta llegar a la habitación que era de Himchan y Taesung- Himchan -dio un toque suave en la puerta de madera- Himchannie, ábreme -siguió tocando, sin obtener respuesta alguna- Al menos di algo, para saber si estás vivo. O te juro que derribo la puerta, y sabes que soy capaz.

-Estoy bien....Yonggukkie...no pasa nada, tranquilo -respondió una pequeña y débil voz al otro lado de la puerta.

-Ábreme, por favor, necesito verte Himchan.

-No...no quiero salir, de verdad que estoy bien, si quieres puedes tomarte el día libre y yo haré tu...

-¡No! -interrumpió Yongguk, frustrado- Himchan, si no me abres la puerta en cinco segundo, la tiraré abajo, y no bromeo -nadie contestó- Uno...dos...tres...

               De repente, la puerta se abrió un poco. Estaba todo oscuro, no se veía absolutamente nada. Yongguk entró, cerrando la puerta tras él, y vio la delgada figura del otro de espaldas a él, a unos pocos metros de la puerta. El moreno caminó hacia él, dudoso si acercarse mucho o no. Algo le pasaba, eso estaba claro, pero Yongguk, bien sabía, que no era muy delicado con las palabras, y no quería estropear lo que fuera que tenía con Himchan.

-Oye, Channie... -puso una mano en su hombro, acariciándoselo- ¿Qué te ocurre? Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa -bajó por su brazo, agarrándolo con suavidad y atrayendo su cuerpo hasta el suyo propio.

-N-No...no quiero que me veas, estoy horrible -habló en su suave susurro tembloroso.

-Vamos Himchannie, confía en mí, prometo que no...

               Se quedó mudo cuando el castaño se giró, con las palabras se le quedaron atascadas en la garganta. Su ojo derecho estaba completamente morado e hinchado, con una pequeña brecha justo por debajo. Su nariz, estaba igual, parecía estar un poco dislocada, pero por suerte, no rota. En su pálido cuello había marcas rojas, como si fueran huellas de dedos, alrededor de este. Y por último, un leve corte se asomaba en la esquina de su labio inferior. Himchan suspiró, cerrando el ojo bueno.

-¿Ahora entiendes por qué no quería que me vieras? -dijo tan normal, como si nada hubiera pasado.

-Es un capullo, tengo ganas de reventarle la puta cara, pedazo de hijo de puta.

-Tranquilo, estoy bien -Himchan se acercó a él, dándole un tímido abrazo que Yongguk respondió con fuerza, y escondiendo la cara en su cuello.

-¿Cómo puedes decir eso después de lo que ese cabrón te ha hecho? No puedo ni imaginármelo.

-No es la primera vez Yongukkie...digamos, que ya estoy acostumbrado -volvió a suspirar sobre el largo cuello del moreno.

-No entiendo por qué estás con él Himchannie, si tan mal e hace...

-Exacto -lo interrumpió, separándose- No lo entiendes, así que no hagas preguntas ni saques conclusiones.

-¡Entonces explícamelo! Vale que sea rico, pero es viejo, malvado, un puto diablo, te maltrata, a saber qué más te hace -llevó las manos a su pelo y se lo revolvió, apretando los ojos, para después abrirlos de golpe y pestañear varias veces- Explícamelo...por favor.

-Yo...-Himchan suspiró, por millonésima vez, y se rascó la nuca, sin saber qué decir- Es un poco largo, para eso tendría que contarte mi vida, y créeme que no es interesante.

-Cuéntamelo -el moreno lo abrazó por la cintura- Cuéntame todo Himchan, quiero saber todo de ti, lo malo y lo bueno, absolutamente todo.

               Himchan lo cogió de la mano y lo llevó a la cama, sentándolo. Antes de que pudiera hacer algo, Yongguk, es un rápido movimiento, se movió hacia detrás apoyando la espalda en el respaldo de la cama y atrajo al castaño hacia él, sentándolo entre sus piernas y apoyando su espalda en su pecho, junto en la misma postura en la que se encontraban ayer en el jardín. Yongguk acarició el pelo de Himchan, que a veces besaba con cariño.

-Bueno pues... -carraspeó, aclarándose la garganta- Cuando yo tenía once años, mis padres murieron y tuve que ingresar en un orfanato.

-Lo siento mucho -el moreno lo abrazó con fuerza desde atrás y escondió la cara en su cuello, besándolo.

-No me interrumpas -rió suavemente- En fin, que a los diecisiete años me fugué porque era un lugar horrible, los cuidadores trataban fatal a los niños, y no soportaba seguir allí, así que decidí marcharme. Obviamente no tenía ni dinero ni un lugar en donde pasar al menos la noche. Solo era un chiquillo vagando por las calles con una mochila. Entonces una madrugada, un hombre me ofreció sexo a cambio de dinero, estaba muerto de hambre y no pude rechazarlo. Y así fue como empezó todo -hizo una pequeña pausa- Empecé a prostituirme, vivía en la calle, pasaba mucha hambre. Taesung fue uno de mis clientes, el que más pedía mis servicios y el que más me pagaba. Entonces un día me dijo que lo acompañara a un viaje de negocios, haciéndome pasar por su pareja, y a cambio me daría una buena suma de dinero. Al principio era muy bueno conmigo, no me maltrataba en el sexo, y me respetaba. No llegué a enamorarme de él, pero sí que me gustó. Ya había pasado como un año y medio, me ofreció a vivir en su casa, me convenció de que allí tendría una vida digna. Los primeros meses fueron geniales, pero después me prohibió salir de casa, me empezó a pegar, me obligaba a tener sexo sin yo querer....eso entre muchas otras cosas.

                De repente, un silencio bastante incómodo inundó la habitación. Yongguk no sabía qué decir, estaba bastante asombrado por la mala vida que había tenido ese chico tan bonito. El pecho le estaba doliendo horrores, odiaba esos momentos en los que se ponía en el lugar de la otra persona, odiaba ser tan empático. Después de unos minutos reaccionó agarrando las manos de Himchan y entrelazándolas, en señal de apoyo.

-¿Y por qué sigues con él? -interrumpió el silencio con un susurro.

-Antes era el miedo a volver a tener la vida de antes, a prostituirme y a vivir en la calle. Pero ahora es el miedo a que me encuentre y me...a saber qué, ¿mate? Me ha amenazado con hacerme sufrir más de lo que ya he sufrido si llego a escaparme.

-Te entiendo, tranquilo -le acarició las manos con el pulgar- Pero sabes que no podrás estar así toda la vida. Mereces ser feliz, Himchan.

-No soy lo suficientemente valiente como para irme y arriesgarme. Al menos, todavía no.

-No quiere dejarte ir porque eres una verdadera bella obra de arte Himchan, y con eso saca mucho, como presumir de ti. Date cuenta que tiene poder, dinero, una mansión enorme, y un chico bonito como prometido, ¿qué más se puede desear? -le besó el hombro y la clavícula- Pero aún así, debe de estar bastante loco como para salir en tu busca y obligarte a volver a base de golpes y amenazas, en caso de que escapes.

-Créeme Yongguk, ese hombre está loco, muy loco, bastante. No le desearía esto a ninguna persona en el mundo, por mucho que la odie. Es peor que la mismísima muerte.

-Dejemos ya el tema, ¿vale? -el moreno lo agarró del mentón con delicadeza y le giró la cara, para después darle un suave beso sobre los labios sin dañarle más la pequeña herida que tenía- Que sepas que con esa cara que tienes ahora pareces un matón, y me parece muy sexy.

-¡Eres un idiota Bang! -rió suavemente y negó con la cabeza.

-Pero te ríes, así que te encanta -sonrió.

-Bobo -Himchan le dio un beso casto y se levantó de la cama- Será mejor que empieces ya a trabajar, Taesung no estará todo el día fuera, como la otra vez -entró al baño, seguido por el moreno.

-¿Y qué me toca hacer hoy? -Yongguk se apoyó en el marco de la puerta con los brazos cruzados y lo miró.

-¿Sabes de coches? Es que uno de los coches de Taesung está estropeado.

-Vale, ahora lo miro. También limpiaré los coches que me de tiempo.

-El coche azul es el que tienes que arreglar. Enseguida bajo yo, voy a darme un baño -el castaño se acercó a él sonriendo levemente y le besó la mejilla.

                Yongguk bajó al garaje y comenzó a trabajar. Pero no podía concentrarse del todo, lo que Himchan le había contado lo había dejado tocado. No sabía cómo podía sonreír a pesar de todo por lo que había pasado. Sin duda, era digno de admirar. Cuando terminó ya de arreglar y limpiar el coche, el castaño apareció por la puerta del garaje con unos vaqueros apretados y una camisa negra manga larga.

-Estás muy guapo -dijo Yongguk, haciendo sonrojar al otro.

    Himchan se acercó hasta el moreno, que estaba observando el coche que acababa de arreglar con admiración y deseo.

-Si quieres puedes probarlo por la urbanización. Si Taesung se da cuenta, le diré que tenía que probarlo para comprobar que estaba bien -el castaño sonrió y puso la mano en su hombro, acariciándoselo.

-No quiero arriesgarme, puedes salir mal por mi culpa y...

-No te preocupes por eso Gukkie -lo interrumpió- Venga, súbete y conduce, que yo te guío -habló mientras se subía al asiento de copiloto y se ponía el cinturón de seguridad.

                Yongguk dudó unos momentos, pero finalmente se subió en el asiento del conductor, repitiendo la misma acción que el otro, y poniendo las manos en el volante, sintiendo el material con el que estaba hecho. Encendió el motor, y al ver que todo iba bien, puso la marcha correspondiente y apretó el acelerador. Salió de la mansión por el lado contrario al del que siempre entraba, y condujo por las calles de la urbanización. Todo eran casas gigantescas o mansiones como las de Taesung, se notaba que era un barrio de ricos multimillonarios. Observaba a Himchan de vez en cuando, que tenía la vista fija en la ventana de su derecha. El moreno quitó su mano derecha del volante para ponerla en el muslo interior del castaño, acariciándolo de arriba a abajo. Himchan colocó su mano sobre la del otro, entrelazando los dedos y siguiendo las caricias que aún le daba.

-Himchannie, por casualidad no sabrás qué día Taesung vuelve a estar todo el día fuera, ¿no? -preguntó concentrado en la carretera por la que conducía.

-La semana que viene se va de martes a viernes a Japón, por un viaje de trabajo.

-¿Sabes si te obligará a ir?

-No -el castaño lo miró- Ya he ido antes a Japón y sus socios ya me han conocido, así que no tiene necesidad de llevarme -suspiró aliviado y sonrió- ¿Por qué lo preguntas?

-Porque tú y yo vamos a tener una cita.

Notas finales:

Gracias por leer, y espero vuestros reviews!


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