- Luffy, algún día, los tres viviremos muy lejos de aquí – decía un Ace de diez años.
- Así es Luffy, nos iremos a la gran ciudad y viviremos grandes aventuras – le secundaba su hermano Sabo de también diez años.
- ¡genial! – decía animadamente el más pequeño, Luffy de solo siete años.
- Así es y el abuelo no podrá detenernos – dijo el pecoso sonriente.
- Shishishi – reía Luffy – no puedo esperar.
Diez años más tarde…
- ¡Luffy! – la voz de Ace resonaba en el pequeño cuarto – vamos Luffy, ayuda a desempacar las cajas –
- Oye Ace, no recuerdo que trajéramos tanto equipaje – decía Sabo desde algún lugar de la casa.
- El abuelo envió unas cuantas cosas para fastidiarnos la mudanza – se quejó el pecoso – ¡oe, Luffy! –
- ¡voy! –
Por la puerta del cuarto apareció un Luffy de diecisiete años con un sombrero de paja. El azabache miró la habitación llena de cajas y maletas sin abrir, esa sería su habitación desde ahora y no podía estarse tranquilo de la emoción. Desde hace mucho había soñado con el momento de salir del pueblo he ir a la ciudad y ahora que sus hermanos ya eran mayores, los dejaron irse con la condición de llamar de vez en cuando para saber como estaban.
- ¡Miren esto! – decía Sabo mientras aparecía por la puerta – lo encontré en el armario del viejo –
- Ese idiota – dijo Ace molesto – ¡aun planea meternos a la marina! – dijo contemplando los trajes de marines que tenia Sabo en sus manos.
- Yo no quiero ir – dijo Luffy desganado.
- Ninguno va a ir, será mejor que los escondamos, ya que ese viejo no estará podremos colocar estas cajas en su closet – dijo Sabo con malicia.
- Bueno pero apurémonos, ya me dio hambre – dijo el pecoso suspirando.
- ¡comida! –
Después de un rato lograron organizar todas las maletas, el viaje había sido largo y tenían hambre, suficiente para comerse un refrigerador entero pero…
- ¡no hay comida! – gritó Sabo desde la cocina.
- ¿Cómo? El abuelo dijo que dejaría lleno – dijo el pecoso.
- Mira por ti mismo – dijo enseñándole el contenedor vacio.
- Mierda, yo no sé cocinar – dijo rascándose la cabeza.
- Y no tenemos dinero para comprar una pizza –
- No tenemos opción –
- ¿de qué hablan? – preguntó el menor claramente confundido.
- Luffy, debemos decirte algo – dijo el rubio seriamente.
- Es de vida o muerte, pero debes resistir – dijo el pecoso colocando sus manos en los hombros del menor.
- Me están asustando –
- No hay comida – dijeron al mismo tiempo.
- … - se quedó en silencio mientras meditaba las palabras de sus hermanos – ¡¡¡¿Qué?!!! –
- Sabemos que es terrible pero debes resistir Luffy – dijeron con lágrimas en los ojos.
- ¡pero si yo vi el cuarto todo lleno! – gritó confundido.
- Tranquilo, sabemos que… - se detuvieron al comprender lo que decía el menor – ¡¡¿Qué cuarto?!! –
- El que estaba en el sótano, shishishi –
- ¿hay un sótano? – preguntó Sabo con una gota en la nuca.
- ¿Cómo lo descubriste? – le preguntó Ace aun más preocupado.
- Shishishi, tenía tanta hambre después del viaje que busqué algo para comer y encontré una puerta bajo la cama del abuelo – dijo con una sonrisa – decía algo de “prohibido mocosos” pero tenía hambre – dijo con un puchero.
- Maldito viejo – dijeron ambos mayores con un aura maligna a sus espaldas – ¡vamos! –
Corrieron al cuarto del abuelo en el cual dormirían los dos mayores, tiraron la cama a un lado y vieron la trampilla. La abrieron para descender a la despensa secreta de su abuelo.
- Por esto no confío en él – dijo Ace mosqueado.
- Este viejo lo tenía todo escondido – dijo Sabo igual de molesto.
- ¿lo ven? ¡comida! – gritaba Luffy ante una completa bodega capaz de aguantar hasta una bomba.
- Bien – dijo el pecoso siniestramente – ya que la nevera está vacía no creo que le importe que sus nietos saquen algo de comida de su despensa especial –
Los chicos comieron hasta saciarse, rieron un poco burlándose de su abuelo y se encaminaron al baño, para tomar una relajante ducha.
- Oe Luffy, deberías acostumbrarte a bañarte solo ahora – le decía el pecoso mientras se quitaba la camisa.
- Pero Ace, me siento débil si estoy solo en la tina – se quejaba el menor mientras se quitaba sus pantalones.
- Vamos Ace, no puedes pedirle tanto, sabes bien la razón – le dijo Sabo mientras preparaba la GRAN tina del baño de su abuelo.
- Lo sé, pero eso ya fue hace mucho – se quejaba el pelinegro mientras terminaba de desvestirse – no siempre podremos bañarnos juntos –
- Pero mientras podamos, es más divertido así –
- ¡sí! Shishishi – se reía Luffy totalmente desnudo como vino al mundo.
- Bien, ¡entremos! – reía Sabo mientras saltaba a la tina.
Los tres se metieron de un salto a la tina, igual como hacían desde pequeños. Sorprendentemente, los tres caían perfectamente en la gigantesca tina que poseía su abuelo, el baño era casi tan amplio como la despensa secreta que tenia. Ambos hermanos se habían acostumbrado a estar pendientes del menor a la hora del baño pues este parecía sufrir un gran trauma con respecto al agua y no le gustaba estar solo en ella. Después de un rato de relajarse en la tibia agua, Sabo comenzó a lavarle el cabello a Luffy.
- Vamos Luffy, estate quieto –
- Pero Sabo – se quejaba – no me gusta como escurre –
- Si te sigues moviendo te volverá a caer a los ojos –
- Vamos Luffy si ya tienes diecisiete – le decía Ace relajándose en un borde de la tina.
- Pero Ace… ¡¡ay ayayayayay!! – se quejaba mientras el shampoo caía en sus ojos – ¡duele! –
- Luffy, quédate tranquilo –
Pero entre moverse para limpiarse los ojos y buscar a su hermano a ciegas, el menor resbaló y cayó accidentalmente sobre Ace, colocando su mano accidentalmente en el miembro del pecoso. Ante el caos, Sabo trató de separarlos como pudo, notando el ligero sonrojo en el rostro de Ace.
- Estate quieto Luffy, ven a secarte – dijo tomando al menor de la mano y llevándolo fuera de la tina – Ace ¿no vas a salir? –
- N… no, estaré un rato mas – dijo dudoso.
- Bueno, no te quedes mucho rato –
Mientras ambos chicos se marchaban, Ace trataba de asimilar lo que pasaba ¿se había excitado por sentir la mano de su hermano en su miembro? ¿O era a causa del calor del agua? Sea lo que fuera, tenía que arreglar el problema si quería salir y acostarse.
Fuera del baño, Luffy se preparaba para dormir, Sabo comenzó a arreglar el cuarto del abuelo donde compartiría cama con Ace. Al volver vio al menor agachado de forma muy tentadora mientras buscaba algo.
- Luffy… ¿Qué haces? – preguntó sonrojado.
- Busco mi pantalón, resbaló por el otro lado de la cama y no lo alcanzo – dijo mientras trataba de estirarse más para alcanzarlo, moviendo su cuerpo provocadoramente.
- ¿no te sería más fácil correr la cama? – dijo mas rojo como un tomate y comenzando a reaccionar por las caderas de su hermanito.
- Shishishi tienes razón Sabo-nii – pero al levantarse estaba solo en la habitación.
Fuera, en el pasillo, Sabo se encontraba acalorado por lo sucedido ¿desde cuándo su hermanito se había vuelto más sexy? ¿Cómo podía pensar en su hermanito de esa forma? Y otra cosa aun ¡¿Qué le diría Ace si lo supiera?! Con este pensamiento se encerró en la pieza a “tranquilizarse”.
- Bien, fingiré que nada pasó – dijo Ace saliendo de la ducha.
- Solamente fue cosa de las hormonas – dijo Sabo saliendo al mismo tiempo del cuarto.
Ambos hermanos se miraron mutuamente, un silencio incomodo reinó entre ellos mientras comenzaban a reír para disimular su incomodidad.
- *¿Qué pensará Sabo de lo que acabo de hacer?* - pensaba Ace aterrado.
- *¡no puedo decirle que me masturbé pensando en Luffy!* - se acomplejaba Sabo en sus pensamientos.
Pasaron unos segundos más mientras ambos reían de forma fingida tratando de pasar de lo más normal posible.
- ¿de qué se ríen? – preguntó Luffy apareciendo de la nada.
- ¡¡Luffy!! – gritaron los mayores sorprendidos.
- ¿sí? – les preguntó curioso.
Ambos hermanos se fijaron que el menor solo vestía su pantalón y andaba totalmente desnudo de su cintura hacia arriba. Ambos lo miraron de pies a cabeza, tragaron saliva ruidosamente y su cara se colocó roja hasta las orejas.
- ¡oye Luffy! Ponte algo de ropa – le decía Sabo completamente avergonzado.
- Exactamente, te resfriaras así – le decía Ace tan avergonzado como su hermano.
- Pero hace calor – se quejaba el menor.
- No… no importa, mañana debes levantarte temprano –
- ¡si, si! Tienes escuela mañana –
- Pero mañana es domingo – les decía confundido.
- Bueno, pero igual ya es tarde –
- Si, buenas noches Luffy –
- Buenas noches – les deseó Luffy.
Acto seguido los mayores se encerraron en su nueva habitación dejando al menor confundido en el pasillo. Ambos se recostaron contra la puerta y se dejaron caer ahí mismo, soltando un suspiro de alivio. Se miraron a los ojos sonrojados.
- No te preguntó si no me preguntas – le dijo Ace al contrario.
- Trato hecho – le respondió el rubio.
Ambos se dirigieron a la cama para descansar y olvidar lo sucedido, un mal juego de sus hormonas, y despertar viendo al pequeño Luffy como su hermano menor otra vez.
Pero en su nuevo cuarto, Luffy tenía pensado hacerles pasar las cosas mucho peores, claro que sin saberlo. Dormir solo no era lo más cómodo para el menor, lo hacía sentirse solo. Claro que a Sabo y a Ace no les importaría uno más en la cama ¿no?