Autor/a: DelPacifico.
Disclaimer: Ace of Diamond no me pertenece, esta gran obra pertenece a Yuji Terajima.
¿Y si no fuera...?
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Sawamura Eijun despertó ese día, como tantos, tarde.
Apresurado tomó el desayuno preparado por su madre, mientras oía los constantes reclamos de su progenitor sobre los valores y responsabilidad, un discurso que le era más que rutinario. Estalló a gritos tan pronto pasó una porción de arroz, siendo regañado ahora por su abuelo, quien le pedía –o exigía, según se viera– a base de golpes poco convencionales que dejara el melodrama precisamente a esas horas del día. A pesar de vivir prácticamente lo mismo cada mañana todo le era en cierto modo, cálido.
Podrían pertenecer a una familia en un estado económico no muy factible; podrían no vivir rodeados de lujos como otras personas, sin embargo se tenían a ellos mismos, para Eijun eso contaba y servía más que cualquier objeto del mundo.
Una colleja amigable y unas miradas cargadas de molestia y partió al recibidor principal, donde se aseguró de tomar su bolso.
– Nieto estúpido. – llamó. Sawamura temiendo uno de los terribles golpes de su abuelo, volteó a mirarlo. – Esfuérzate hoy también.
Inconscientemente Eijun llevó su mano izquierda sobre su hombro derecho.
– Si, ojiisan.
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– Bienvenido. – pronunció en un tono cantarín, ya completamente común en el a la hora de recibir clientes en la tienda.
Después de “aquel” incidente ocurrido en su último año como pitcher, ese donde las puertas del béisbol se le habían cerrado de forma definitiva, debió, –además de estudiar como genuino poseído para los exámenes de ingreso–, conseguir un trabajo. Si de algo se arrepentía era de que después de aquello no pudiese permanecer en su pueblo natal, lo cierto es que permanecer allí en esa situación era muy doloroso.
Ahora en Tokyo podía sentirse mejor, aunque la situación aún causaba en él molestia y decepción, tanto de las circunstancias en que ocurrió como de sí mismo, el tiempo estaba curándolo, a paso lento ciertamente, sin embargo lo hacía, y era suficiente al menos por el momento.
– Ah. – pronunció uno de sus clientes. Eijun no miraba más de lo normal a los clientes que ingresaban a la tienda, el dependiente le explicó que podrían sentirse incómodos de ser observados, más ese cliente le llamó la atención. No es que tuviera algo en especial o fuera increíblemente atractivo, de serlo a Sawamura no le importaría de todos modos, se trataba de su uniforme.
Era una persona que no acostumbraba a ser muy observadora y generalmente se olvidaba de todo, pero reconocería ese uniforme, se trataba de la prestigiosa escuela preparatoria Seidou. Aún recordaba la expresión incrédula de aquella mujer que lo invitó a Tokyo a jugar para el equipo, cuando mencionó con un tono serio que no podría volver a pisar un campo de béisbol.
–Yokunai~ – musitó aparentemente en problemas. Eijun detrás del mostrador se tensó, por alguna razón que por su personalidad no ahondaba, cuando ese jugador lo miró. – Oye, tu… ¿no tendrían estos zapatos en una talla mayor?
Eijun se mantuvo un tiempo mirándolo como si fuera un bicho raro, – si le preguntaban no lucía normal–, y reaccionó después de un minuto de silencio.
– ¡Ah! – exclamó entrando en si nuevamente. – ¡Esos son los últimos! ¡Sumimasen, kokyaku-megane-san!
– ¿Kokyaku… megane? – murmuró, siendo ignorado olímpicamente por el joven del mostrador. – No tienes ningún respeto por los clientes, ¿eh? – más que una pregunta era una afirmación obvia.
– ¡No es cierto! ¡Yo…!
– De cualquier manera. – cortó el desconocido. Soltó la caja de zapatos que sostenía entre sus dedos para ir hasta el mostrador donde se encontraba Sawamura boqueando desesperado. – ¿Tendrán más de estos pronto?
Eijun cesó la actuación de pescado fuera del agua para centrarse en el cliente y mirarlo. – Si, eso creo.
– Lucky~.– sonrió enseñando a Sawamura una perfecta dentadura. – Volveré entonces, chico descortés.
– ¿Ah? – frunció el ceño. – ¿A quién llamas descortés, maldito? ¡¿Quieres pelea?!
Una risa melodiosa por parte del desconocido y de pronto Eijun se sintió como idiota. ¿Quién demonios era ese sujeto?
– Miyuki Kazuya, no megane, recuérdalo. – Sawamura, quien era muy ingenuo creyó seriamente que ese tal Miyuki estaba leyendo su mente o usaba algún tipo de magia oscura. – Bye~ bye~, Sawamura.
¡Hasta se sabía su nombre! ¿Qué era exactamente?
Después de que abandonara el recinto Eijun se sintió un tanto más idiota de lo que todos decían que era, su identificación estaba en su uniforme. Aunque eso seguía sin explicar el cómo sabía que quería averiguar su nombre, seguía siendo muy perverso a su parecer. Con las mejillas enrojecidas en pura vergüenza y apretando los puños decidió que la próxima vez que lo viera le daría una lección.