Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Susurros En El Silencio por Darko Princess

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

XI

Y Un ¿Feliz? Año Nuevo

 

Apenas ha anochecido pero en la soledad del apartamento vacío, se siente extrañamente incomodo, no es como si extrañase a su madre, no, desde luego que no, pero la perspectiva de las calles atestadas de transeúntes justo a metros y metros bajo sus pies, resulta un tanto aburrida, o tal vez, solitaria, porque por primera vez desde que tiene memoria, estará solo en la Víspera de Año Nuevo.

Suspirando, mira de reojo al interior del departamento, sobre la mesa aguarda una cena recién adquirida en el súper mercado más cercano, acompañada de una copa de vino a medio beber. Para Lucian, el efecto de su supuesta libertad comienza a disiparse, porque está solo, como nunca antes había estado, y con el caer de la nieve una vez más añora a su padre, a su tío, y también, a su hermano, si tan solo Ossiris estuviese ahí con él…

Podrían salir a dar un paseo, mirar los fuegos artificiales desde el balcón del apartamento, cenar frente al televisor… bueno, el tipo de momentos que solo entre hermanos podrían compartirse, más Ossiris no está, ni nunca estará.

Desanimado, apoya el mentón sobre el barandal, suspirando hondamente, solo con su vacío porque incluso las ganas de fastidiar a Alain lo han abandonado en ese momento. Y extrañamente casi siente estarse ahogando. Mirando una vez más hacia la calle a metros de distancia, finalmente toma una decisión, tal vez vagar solo después de todo no sea tan malo, sólo tal vez…

-

-

Han pasado varios días ya, pero aun así Elliot duda una vez más sobre entrar a la casa, sosteniendo a Momiji entre sus brazos se pregunta si tal vez la Abuela Cecile no lo espera con escoba en mano para sacarlo por no haber detenido la locura que Yeidher hiciera. Suspira y reemprende el paso, sintiendo el reconfortante calor que le proporciona el tener a Momiji con él.

Parece tan contento, que no puede evitar sonreír levemente, sobre todo al mirar de reojo hacia Natsuhi, quien una vez más trata de acomodar el gorro sobre los rojizos cabellos de su hijo menor; Eilian mientras tanto, agita las manitas enérgicamente, deseando a momentos atrapar los copos de nieve a su alrededor mientras que en otros añora jugar con el negro gorrito que Suzu lleva sobre su cabello.

Y una vez más todo pensamiento negativo se evapora de su mente, solo lo suficiente como para tomar valor y tocar el timbre, la puerta se abre instantes más tarde y es justamente Cecile quien los recibe, mirándolo de mal modo apenas queda frente a él.

-“¡Abuelita, Feliz Año Nuevo!”- más es la enérgica vocecita de Momiji la que rompe la tensión en el ambiente, consiguiendo de inmediato hacerla sonreír.

-“Feliz Año Nuevo, cariño”- y pese al momento de duda, basta un par de miradas más como para que pueda respirar en paz justo en el momento en que ella les permite pasar, al menos por esa noche no habrá escobas amenazando su integridad o peor, su cabeza.

Y aun cuando el peligro parece haber pasado, prefiere mantenerse en silencio, tal vez sea mejor así, por eso, acomodando mejor a su pequeño hijo, camina lo más tranquilo que puede hasta la habitación de juegos de los niños, su primera parada de esa noche. Solo que al entrar termina topándose con una escena por demás extraña, porque lo usual sería escuchar las risas y correteos de sus dos sobrinos Rei y Ewon, así que verlos en un rincón, en silencio, guardando una muy prudente distancia del chiquillo de ojos azules, como si este fuera a hacerles algo, se le hace de lo más raro, además de que parece por demás ilógico tomando en cuenta lo entretenido que este parece estar jugando con unos cubitos de colores.

Pero aun así incluso él duda sobre dejar a Momiji justo ahí, duda que se va al olvido en cuanto Natsuhi pasa por su lado, dejando a Eilian perfectamente acomodado dentro del corralito en la habitación. Y sólo en ese momento es que finalmente deja libre a su primogénito. Momiji mientras tanto, recorre con la mirada la habitación, centrándola al final justo en él, sonríe y se aleja dando brinquitos, pareciendo notar de repente la presencia del extraño. Pero contrario a lo que pudiese esperar, sus pasitos, pequeños pero seguros, se dirigen justamente hacia allá, logrando hacerlo casi contener la respiración.

-“¡Hola! Eres el amigo de papi ¿Verdad?”- una sonrisita se pinta de inmediato en los labios de su pequeño hijo, más esta parece borrarse en cuanto su mirada se topa con los vacíos orbes azules del chico.

Momiji se muerde los labios, como si estuviese pensando muy seriamente en algo, mirando de reojo hacia donde sus padres se encuentran y volviendo a sonreír después, porque tal y como se lo había imaginado, el nuevo amigo de su papá es bonito y agradable, a pesar de que se vea triste. Por eso, pensando en ello, es que decide intentar hacerlo sonreír, juntando sus manitas y pensando muy bien en aquello que quiere hacer, se concentra lo más que puede hasta que instantes más tarde observa el resultado, pues entre sus manos ahora yace una rosa de color lila, la misma que ofrece al amigo de su papi, esperando a que este tome su obsequio.

Los azules orbes de Ossiris miran a la pequeña personita frente a él con cierto recelo, es la primera vez que lo ve, y aun así no lo siente extraño, es como si ya lo hubiese sentido antes, porque su presencia es casi igual a la de la criatura de fantasía Elliot, entonces, dudando unos instantes más, por fin extiende las manos, recibiendo entre ellas aquello que el pequeño ser le ofrece. El aroma es dulce y agradable y la sensación es suave, nueva y bonita, tanto, que sin saber porque, desea conservarla por mucho tiempo así y tener algo bonito sólo para él, algo que nadie pudiese quitarle.

Momiji sonríe aún más cuando su obsequio es aceptado, pensando en algo más qué decirle al amigo lindo de su papá, y es justo mientras piensa en ello, que siente la magia, un tipo de magia que nunca antes había sentido, sus orbes violeta rojizos se abren sorprendidos cuando su rosa es rodeada por una esfera que parece cristal, más no tarda en darse cuenta de que se trata de hielo, una fina capa de hielo protege ahora su flor, reflejando la luz en destellos color arco iris. Maravillado, intenta tocarla pero es justo en ese momento que siente a su padre levantarlo en brazos, atrayéndolo hacia él de forma protectora. Entonces se pregunta por qué, más evita preguntarlo al notar la mirada preocupada de su papá fija en el niño lindo de ojos azules.

Y aun cuando quiere quedarse más tiempo con él, se mantiene en silencio mientras su papá lo aleja, suspira hondo y se acomoda, pensando en algo que pueda calmarlo, aunque no se le ocurre nada así que sólo sonríe, pensando una vez más en la hermosa magia que acaba de ver.

-

-

La cena transcurre en cierta forma, de manera tranquila, aunque los intercambios de miradas no faltan, siendo acompañados por las alegres risitas y comentarios de los más pequeños. Desde uno de los extremos de la mesa, Rei mira de reojo una vez más hacia el extraño sentado justo al lado de su tío Yoru, estar cerca de él se siente extraño, como si de repente hiciese frío, pero más allá de eso, lo que más llama su atención son los ojos del extraño, tan azules y tan… vacíos. Se pregunta una vez más quién será y sobre todo porqué su tío Yoru parece tan cercano y preocupado por él, sobre todo porque incluso en esos momentos le está dando de comer con sumo cuidado, igual que si fuese un niño pequeño, justo como él y sus demás primos.

-“Tío Yoru ¿Es tu novio?”- la pregunta se le escapa sin querer y de pronto el salón queda en silencio, mientras las miradas van de él hacia su tío.

-“¿Eh? ¡No! ¡Claro que no Rei! Yo sólo…”- Rei frunce el ceño ante el extraño comportamiento de su tío y siente aún más dudas que antes, sobre todo por lo nervioso que su tío Yoru parece, extrañamente nervioso.

-“Entonces ¿Por qué duermen juntos? Los he visto”- y ante la casi inocente réplica, el rostro de Yoru de repente se torna rojo mientras sus nervios comienzan a cobrarle factura, sobre todo teniendo las miradas de los demás justo sobre él, esperando por su respuesta.

-“Rei… yo no…”- ¿No qué? Ni siquiera se atreve a mentir, sólo busca una forma de escaparse de esa situación porque las miradas de Yeidher y Elliot parecen  tornarse cada vez más fijas y serias, incluso con un leve tinte de peligro.

-“Los he visto, a veces tu entras a su cuarto o él se mete al tuyo”- el alma casi se le va a los pies mientras que siente el corazón en el cuello, intenta decir algo pero simplemente no puede, apenas se atreve a mirar hacia su pequeño tesoro, ajeno a todo, con la mirada perdida en quién sabrá qué cosa, mientras él… él…

De repente el timbre suena y por acto reflejo se levanta a prisa, huyendo de lo que parece casi inevitable, y a pesar de eso, es perfectamente consciente del momento en que su niño de ojos azules va tras él, como si fuese un cachorrito siguiendo a su amo, empeorando probablemente su ya terrible situación.

Suspira hondamente y se detiene frente a la puerta, ¿tan perdido estaba que nunca notó la presencia de Rei? ¡Tonto! ¡Tonto! ¡Tonto! Se repite una y mil veces, volviendo a suspirar antes de abrir la puerta, mirando sorprendido el rostro de Lucian Von Schein.

-“Yo… ¿Llego en mal momento?”- dubitativamente Lucian dirige su mirada hacia él. Y finalmente Yoru logra respirar, tal vez sin saberlo el joven heredero Von Schein acaba de salvarlo de un muy incómodo momento.

-“No, desde luego que no, estábamos cenando, así que pasa por favor”- otra vez puede ver la duda en los orbes rojizos de Lucian, duda que cambia a sorpresa y en cierto punto curiosidad, en cuanto su mirada queda sobre la pequeña figura de su tesoro de preciosos orbes azules.

-“¿Es… es él?”- la pregunta es casi un susurro y por un momento todo lo que puede hacer es asentir en silencio, contemplando la forma en que Lucian y su niño intercambian miradas, sólo unos instantes, tras los cuales el más pequeño se oculta tras él, aferrándose a su chaqueta de tal forma que la capucha con orejas de osito del blanco y esponjoso suéter que lleva puesto, casi le cubre por completo la cabeza.

Después, rodeados por el silencio, los tres emprenden la marcha rumbo al comedor, cada uno perdido en su propio universo, Yoru se pregunta por qué de repente una vez más el niño se aferra tan desesperadamente a él, cuando en los últimos días había conseguido relajarse un poco; mientras tanto, Lucian no puede sacarse la mirada de ese niño de su mente, sus pensamientos giran en torno a ella una y otra vez, porque le recuerda a algo, no, más bien, a alguien.

-“¿Sabes? Sus ojos… son muy azules, de un color casi único, me recuerdan a los de mi padre”- otra vez susurra, porque aun duele, y también, porque de alguna forma desea que ese pequeño descubrimiento sea su secreto.

Por unos instantes Yoru se queda quieto, mirándolo apenas y después hacia su niño, pero ambos son muy diferentes el uno del otro, igual que el sol y la luna. Por eso no se atreve a contestar nada, y también, porque de alguna forma no desea arrebatarle tan extraño consuelo a Lucian.

Al llegar al comedor casi espera que las miradas vuelvan a quedar sobre él, pero esta vez es Lucian quien capta su atención, casi haciéndolo suspirar de alivio por verdaderamente salvarlo de tan incómoda situación.

-“Oh, Lucian querido, siéntate por favor, sería un placer que cenaras con nosotros”- su madre es la primera en hablar, poniéndose de pie y señalando a su nuevo invitado, un lugar libre en la mesa, sonriendo pero aun así, pareciendo de repente nerviosa, intercalando la mirada casi instintivamente entre Lucian y su pequeño de azules orbes, como si esperara o temiera algo.

-“Yo… gracias”- más se olvida de aquello en cuanto la tenue respuesta de Lucian, acompañada por una leve sonrisa, se deja escuchar, y justo después, todo vuelve a la normalidad, una muy extraña y calmada normalidad, aunque probablemente sea mejor así, de esa forma puede volver a respirar en paz tan sólo un poco más.

-

-

Cuando las doce campanadas están a punto de dejarse escuchar, involuntariamente Yeidher esboza una suave sonrisa, mirando a todos en la mesa pareciendo en extremo concentrados en las copas repletas de uvas frente a cada uno, son doce uvas, iguales a doce deseos, aunque probablemente los deseos no sean la razón de tanta concentración, sino más bien el hecho de que una vez más están dispuestos a competir por algo, y él, por lo menos este año, no piensa apresurarse, al menos esta vez hay un deseo que quiere pedir, la presencia del niño junto a Yoru se lo recuerda una vez más, y sin embargo, al mirar hacia su hermano menor, casi está tentado a reírse, sobre todo notando la forma en que Elliot, Yuury y Eleazar intercambian miradas, prácticamente retándose, porque sin importar cuanto tiempo pase, su hermano aun no es capaz de evitar el ponerse a competir con sus dos alumnos.

Suspira hondamente y cuenta en silencio, antes de que la primera campanada se deje escuchar y comience casi tranquilamente con el ritual de año nuevo, y en cuanto piensa en su deseo, una vez más mira hacia el niño, tan silencioso, aceptando calladamente las uvas que Yoru le ofrece, casi con miedo a que alguien pueda hacerle algo por una pequeñez como esa.

-“¡Gané!”- y es justamente la voz de Elliot la que consigue llamar su atención, haciéndolo negar lentamente en cuanto los 3 concursantes empiezan a discutir.

Los demás en la mesa sólo ríen, a excepción de Cecile Nacht, quien aunque sonríe, de vez en cuando mira hacia donde Lucian Von Schein, Yoru y el niño, se encuentran. Esta nerviosa, y si no fuese porque esta vez quiere respetar su juramento, probablemente ya habría leído su mente.

Afuera, mientras la doceava campanada se deja escuchar, el sonido de los fuegos artificiales se hace más intenso y no hacen falta palabras para que todos corran hacia el patio con tal de observarlos; los gigantescos destellos de colores que gobiernan el cielo hacen a los más pequeños gritar emocionados mientras los adultos los contemplan con sonrisas maravilladas.

Involuntariamente mira hacia un lado, notando la hermosa sonrisa en los labios de su esposo, Alexis luce incluso más radiante que cualquiera de los fuegos artificiales, sonríe aferrándose a su brazo y transmitiéndole dulzura y calor, tan bello y tan hermoso como el ángel que es, recordándole una vez más que él y Jonasis son lo mejor que pudo pasarle.

A veces piensa incluso que no lo merece, sobre todo cuando recuerda alguno de sus errores, o cuando peor, como en esos momentos, puede ver a una de sus pasadas víctimas; Natsuhi parece tan feliz al lado de Elliot, no como cuando él se atrevió a lastimarlo, intentando estúpidamente separarlo de su hermano.

Recordar eso involuntariamente le produce una sensación de malestar, un malestar que no se disipa ni siquiera sabiendo que la relación con su cuñado ha mejorado un poco, al menos ahora ninguno de los dos intenta matar al otro sino que más bien comparten extraños y peculiares momentos en los que discuten casi de manera “amistosa”, casi, porque por lo general ante la más mínima bromita Natsuhi termina arrojándole algún objeto o peor, un zapato, pero es bastante más que tolerable tomando en cuenta que ya no termina con el filo de su espada contra el cuello.

Y es justamente pensando en eso que sin querer se sonríe ante una nueva ocurrencia, notando casi en seguida la mirada de Alexis sobre él, pero aunque quiera, ya no puede evitarlo, la idea ha quedado anclada en su mente y probablemente no se vea capaz de dejarla hasta llevarla a cabo.

-“Cuando quieres, eres peor que un niño”-sin poder negarse, ríe por lo bajo, admirando al mismo tiempo la pequeña sonrisa resignada que se encuentra pintada en los labios de su pequeño y dulce esposo –“Gatito Travieso”- y ante el apodo, le resulta casi imposible contener la risa.

Pero tiene que hacerlo, si quiere que lo que ha planeado, realmente resulte, no le conviene que los demás lo escuchen reírse, sobre todo Natsuhi. Con cuidado, se inclina apenas hacia la nieve, tomando una pequeña porción y amoldándola entre sus manos, hasta conseguir una pequeña esfera, retrocede un par de pasos y casi distraídamente la arroja contra su objetivo, atinando justamente contra la cabeza de Natsuhi.

Apenas un instante después, los orbes color violeta rojizo de su cuñado están justo sobre él, se muerde los labios a nada de gritar y aprieta las manos en puños, pero aun así se ve tan gracioso, que no puede evitar sonreír levemente por su obra, admirando el aspecto de gato mojado que Natsuhi muestra.

-“¡Yeidher Darko, voy a matarte!”- su gritillo enfurruñado resuena por encima del sonido de los fuegos artificiales y en cuestión de nada otra bola de nieve surca los cielos, esta vez en dirección hacia él, quien sin prisa alguna la esquiva, escuchando un par de segundos después un grito por parte de Haylley.

-“¡Guerra!”- su hermana menor clama, creando no una, sino varias esferas de nieve que arroja en todas direcciones.

Y apenas un par de minutos más tarde, todos corren dispersos por el patio cubierto de blanco, esquivando y atacando entre risas y gritos. Los más pequeños de la casa corren usando a sus padres como escudo, arrojando nieve hacia cualquier punto, riendo emocionados, dando pequeños saltos e incluso rodando por ahí.

Aferrado a su brazo y medio oculto tras él, Alexis ríe, con las mejillas rojas y la respiración agitada, cubierto por pequeños copos blancos que se enredan entre las rubias hebras de su cabello, y se ve tan hermoso, que por un momento consigue atrapar por completo su atención, costándole justamente el que una bola impacte directo en su cara. A lo lejos escucha las risas de Natsuhi y entonces sabe que la guerra aún sigue. Retrocede un poco y esta vez le toca el turno a su magia, apenas basta con mover un poco sus manos y sus dedos y está completamente armado para continuar, corre esquivando a los otros, con Alexis siguiéndolo lo mejor que puede y ayudándolo a seguir.

A unos metros de donde están, Eleazar y Maya, al igual que Yuury y Hisui, tienen su propio enfrentamiento, uno que termina en cuanto él cruza por en medio, atacando a los cuatro y riéndose de sus expresiones.

De nuevo se ha vuelto un “todos contra  todos”, las risas fluyen y aunque están empapados, parece un instante más que perfecto, con una familia cada vez más grande y feliz. Y mientras más corre por su improvisado campo de batalla, más emocionado se siente. Haylley corretea por ahí, viéndose como toda una niña, casi arrastrando a su esposo quien con uno de sus brazos aferra sus blancas municiones, Arwin también sonríe, tan ampliamente como nunca lo había visto hacer, y viéndolo así, finalmente lo siente como su hermano, solo que aun así, no puede evitar el atacarlo también, tomándolo por sorpresa de tal forma en que sin querer consigue no solo derribarlo a él sino también a Haylley.

Ambos ríen sobre el manto de nieve, mirándose entre ellos, con las mejillas rojas y tratando de recuperar el aliento, tomados de la mano, tan felices, que involuntariamente consiguen hacerlo pensar que el molestar un poco a Natsuhi después de todo no fue una mala idea en lo absoluto.

La batalla sigue, y entre todo su recorrido al campo, en una esquina casi apartada, localiza justo a Yoru, protegiendo al pequeño chico de orbes azules, intentando defender a ambos mientras Lucian Von Schein corre cual chiquillo travieso por todos lados, atacando y riendo.

Aguarda un poco y ante el primer descuido un par más de sus municiones dan justo en el blanco, una llega hasta Lucian y la otra consigue empapar más a Yoru, quien lo mira con una expresión bastante a la defensiva.

Pone las manos en alto y se acerca hasta donde Yoru está, mirando de reojo hacia el chico, sintiendo los azules orbes posarse justo en él, mirándolo con curiosidad, un tipo muy peculiar de curiosidad.

-“¿Quieres intentarlo?”- pregunta con la voz un poco entre cortada debido a su agitada respiración.

-“¿Qué dices? ¡Él no puede hacer eso!”- rueda la mirada ante los gritos de Yoru, casi ignorándolos para en su lugar situarse sobre la nieve, justo a la altura del chico.

-“Es fácil, solo tienes que concentrarte un poco y pensar en lo que quieres”- Yeidher sabe muy bien que todos piensan que el chiquillo es incapaz de comprender su entorno, pero él no se fía de eso, por ello tan solo mueve las manos apenas, mostrando un poco de su magia, notando los azules orbes mirándolo maravillado –“Vamos, sólo trata”- insiste un poco más, haciendo otra demostración y sonriendo complacido al notar el leve asentimiento del niño.

Ambos se miran unos instantes más antes de que la atención del chiquillo quede sobre la blanca nieve, acerca vacilante las manos y mueve apenas sus dedos, imitando lo que él ha hecho y obteniendo el mismo resultado.

Vuelven a mirarse y la sonrisa de Yeidher es aún más amplia que antes, porque no se ha equivocado, ese niño no sólo es capaz de comprender sino que además muestra una vez más cuan talentoso podría llegar a ser.

-“Sólo déjalo ser ¿Sí?”- se encoge de hombros y continua con su camino, esquivando por los pelos una bola obviamente arrojada por su hermano menor Elliot.

Ni siquiera se vuelve hacia él, un par de movimientos y recarga sus municiones, escurriéndose entre los demás antes de reiniciar su ataque, ahora más emocionado que antes, porque tal vez, y sólo tal vez, después de todo, si podrá tener a su ahora tan deseado alumno.

-

-

Entre todo el caos de nieve, Yoru apenas se permite contemplar a su bello niño, sentado en la nieve, oculto tras él, aun entretenido en crear pequeñas bolas blancas, sonriendo suavecito por su logro, obligándolo a pensar una vez más en lo que el Príncipe Yeidher le ha dicho. Más tiene miedo, miedo de dejarlo libre, de perderlo de vista solo unos instantes y que salga herido de cualquier forma.

Y tal vez, sintiendo su mirada en él, su dulce tesoro levanta la cabeza, dejándolo frente a sus hermosos orbes azules que por primera vez parecen brillar de verdad. Toma su mano suavemente, ayudándolo a ponerse de pie, demorándose en soltarlo, porque aun teme, más después de unos instantes, observando el panorama al completo, se convence de que estando con su familia, nada malo pasará.

Respira hondo y por primera vez en la noche, se permite relajarse, comenzando a desplazarse entre el campo cuidadosamente, aferrando sus municiones y aun haciendo de escudo para su niño. Las bolas de nieve vuelan por y hacia todas direcciones, dificultándole un poco el trabajo, de tal forma que sin poder evitarlo, y aun cuando trate de cubrirlo, una da directo contra su niño. Abre y cierra un par de veces sus hermosos orbes azules, mirando primero la nieve que lo empapa y después hacia él, antes de recorrer con la mirada el campo, y otra vez sonríe, extendiendo las manos y creando con una increíble facilidad un buen cerro de municiones.

Por primera vez se atreve a tomar una entre sus manos, y la arroja, hacia cualquier punto, prácticamente sin mirar, escuchando poco después a alguien quejarse, notando que es justamente la criatura de cabellos rojizos que recién le ha enseñado a hacer esa magia.

Aguarda un poco, casi conteniendo el aliento pero no hay ningún tipo de grito o ataque, solo una sonrisa muy amplia. Suspira hondo y vuelve a tomar otra bola, arrojándola de nuevo sin una dirección en concreto, otra queja y sin saber por qué, ahora es él quien sonríe.

Una sensación cálida se apodera de su pecho y decide arriesgarse un tanto más, alejándose de la protección que Yoru le brinda, corriendo sobre el blanco manto, con sus pies enfundados en albas botas, hundiéndose de vez en cuando, va creando más bolas de nieve, arrojándolas y riendo, recibiendo en respuesta otras tantas más que intenta sin mucho éxito, esquivar.

Su risa se torna aún más alegre mientras más corre y se divierte, como nunca antes recuerda haber hecho, olvidando por primera vez el miedo, porque de repente todo es tan mágico y lleno de color, todo es tan intenso, lleno de nuevos aromas, sabores, presencias y sensaciones por descubrir, que por primera vez se siente verdaderamente libre.

Corriendo por doquier, riendo, casi brillando, como una suerte de mística aparición, así es como Yoru lo ve, y entonces finalmente acepta que el Príncipe Yeidher tenía la razón. Porque su niño es feliz, sonríe libre, dando vueltas y pequeños brincos emocionados, luciendo más hermoso que nunca, tanto, tanto, que le provoca desear tenerlo así por siempre, que ese instante nunca jamás termine.

Se permite respirar en paz, comenzando también a divertirse, sin poder dejar de mirarlo del todo, tan bello y tan sublime, tan único… sin siquiera darse cuenta, Yoru sonríe, inconscientemente comenzando a acortar la distancia que lo separa la mágica visión compuesta por su risueño niño, correteando y arrojando nieve, con una sonrisa tan amplía, y su risa, la risa más bella que jamás antes había escuchado, una risa para adorar y atesorar.

Y es justo cuando faltan apenas unos cuantos metros para alcanzarlo, que el tiempo parece una vez más detenerse, las risas de su niño dejan de escucharse y parece tan lejano cuando lo ve inclinarse sujetando su pecho.

Por más que corre siente que no puede alcanzarlo, trata de apresurarse, sintiendo sus dedos casi rozarlo, pero es demasiado tarde, sin que pueda siquiera impedirlo, el pequeño cuerpo de su niño va directo al manto helado de la nieve que lo recibe haciendo un sonido que para él se vuelve horrible. Sin saber por qué sus oídos zumban y todo lo que quiere es alcanzarlo por fin, de repente sólo hay silencio a su alrededor, pero nada de eso importa, todo lo que quiere y desea con desesperación es que su niño esté bien, nada más.

A lo lejos escucha los gritos de alguien, cierra los ojos apenas unos instantes antes de dejarse caer sobre la nieve, rozando la piel helada de su niño, tan helada como la primera vez que se vieron, tan helada como si…

Por favor… ahora no… por favor…

-

-

-

Notas finales:

Primero que nada, quiero ofreceros a todos mil y un disculpas, no sólo por no actualizar a tiempo, sino también por no dar señalas de vida. Sé que para estos momentos más de uno probablemente esté enojado conmigo y me remuerde mucho la conciencia saberlo, pero, procedo a excusarme...

 

Esperaba poder escribir mucho durante las vacaciones, pero tal pareciera que al escuchar la palabra vacaciones, mi cerebro decidió realmente tomárselas, porque a pesar de tener las ideas no conseguía escribir nada, nada, y la verdad les puedo decir que eso fue obra del cansancio, puesto que a pesar de adorar mi nuevo trabajo, este amerita el tener que viajar diario y eso implica madrugar, con lo cual el cansancio llega a niveles insospechados, y de encima tengo que estudiar para mi posgrado, así que vacaciones fueron realmente vacaciones para mi cerebro.

 

Luego con la vuelta al trabajo y la escuela, el cansancio volvió, y a pesar de que intentaba escribir en mis horas libres, sentía que nada me salía y lo dejé por la paz, pese a que día tras día me decía a mí misma "hoy si voy a escribir" y la verdad, hoy me lo volví a repetir así que tomé la lap, me puse los audífonos, le di al play al nuevo OST que me descargué -El de Aldnoah Zero- y puse manos a la obra, con lo cual logré terminar, así que de nuevo me disculpo, no prometo nada para dentro de dos semanas porque aunque las ideas están ahí, luego, luego mi cerebro y la musa son malos conmigo ^^UU

 

En fin, pasemos al capítulo, que seguro también por eso han de querer matarme ^^U Lucian ya no se siente tan libre, la euforia comienza a pasársele, pobrecillo, y luego están nuestros queridos Príncipes, que casi, casi le huyen a la querida Abuelita Cecile jajajajajajaja, y bueno, también tenemos a Yoru que fue pillado con las manos en la "masa"? o tal vez debería decir en Ossiris??? Aunque en realidad no le hace nada malo ^^UU, y finalmente tenemos a nuestro precioso Ossiris, quien cada vez muestra más y más, no sólo sus talentos sino más facetas de si mismo ¿A poco no es una monada?

 

Jajajajajajaja seguro a más de uno se les ha parado el corazón con Lucian señalando la similitud entre los ojos de su padre y los de Ossiris, y ni qué decir del final, han de querer matarme, sólo recuerden que necesito terminar no sólo la novela sino también la serie ^^UU

 

Bueno pues, les agradezco mucho no sólo el tomarse su tiempo para leer, sino también para dejar reviews, mantendré mi cuota de los 6 reviews mínimo, porque en serio, me motivan un buen con todos sus comentarios y me hacen la persona más feliz del mundo cada que leo uno nuevo nwn, así pues, gracias a:  Irene,  Princess Natsu,  princesa tsunade, Yuukari No Doll y  Artemis

 

Gracias a todos por leer, estaré esperando ansiosamente sus reviews y les deseo mucho éxito así como que cada día lo pasen excelente

 

Au Revoir~~~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).