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Susurros En El Silencio por Darko Princess

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V

 

El Vacío En Su Mirada

 

 

 

Las horas parecen transcurrir demasiado lento, y todo lo que puede hacer es esperar, mirando casi sin ver, la luz encendida al final del pasillo, aún no sabe nada del único sobreviviente que consiguieron sacar de ese lugar. No sabe su nombre, ni siquiera sabe si es un chico o una chica, o si será capaz de hablar sobre todo aquello que ha tenido que pasar.

 

Y es tan frustrante, Yoru se siente impotente, un inútil, todo por no poder hacer nada con tal de ayudarlo, de cambiar en algo la situación en la que se encuentra, si tan solo hubiese algo que él pudiese hacer… de repente la luz se apaga y ve salir lentamente al par de médicos encargados, ambos parecen no solo cansados sino también desanimados, como si… como si hubiese pasado lo peor. Su respiración parece detenerse por unos instantes, rogando en silencio por aquello que no desea escuchar.

 

-“Hicimos todo lo que pudimos, pero está muy débil”- uno de ellos finalmente habla, mientras el otro se aparta de donde ellos se encuentran, luciendo muy concentrado en comunicarse vía telefónica, con alguien más.

 

Más eso no puede sino importarle menos, porque aunque débil, aun esta con vida, en silencio asiente lentamente y ante una seña, sigue al médico que le hablara, hasta el que parece ser su despacho. Casi sin ganas toma asiento frente a él, porque sabe perfectamente que lo que sigue será cada vez más y más desalentador, al grado de que una parte de él se niega a escucharlo, a destruir de una buena vez sus pocas esperanzas.

 

-“Es un varón, debe tener alrededor de 16 a 19 años, pero muestra signos muy graves de anemia y desnutrición al igual que una seria deficiencia de hierro, varios de sus huesos parecen haber sufrido de múltiples fracturas que no fueron debidamente tratadas, debido a todo lo anterior, su corazón está muy débil ya, además muestra muy severos indicios de un prolongado abuso, no solo físico sino también… sexual…”- la última palabra no es más que un susurro, y es justo después de que el médico la pronuncia, que algo parece quebrarse en el interior de Yoru.

 

Su mente se pierde en recuerdos que juró no volver siquiera a pensar, inevitablemente vuelve a los días más oscuros de su vida, los cuatro años durante los cuales, impotente contempló a Hisui morir lentamente, víctima de toda clase de abusos, recuerda sus ojos vacíos y tristes, recuerda todas esas veces en que en silencio lo miró llorar, también están los recuerdos de todas las ocasiones en las que lo encontrara inconsciente en el piso, ya fuera ardiendo en fiebre o casi tan helado como un témpano de hielo.

 

Y ese chico, ese chico también había pasado por todo eso, probablemente solo, sin nadie que esperara por él, que intentara siquiera consolarlo o cobijarlo en las noches más frías, solo y perdido en la oscuridad y el tiempo ¿Cuántos años llevaría ya sin ver la luz del día? ¿Cuántos sin recibir palabras cálidas o de aliento? ¿Cuántos sin que alguien lo protegiera de todo el mal al que injustamente fue expuesto?

 

-“Nos hemos comunicado ya con su Alteza Imperial el Príncipe Elliot, él nos dio orden de que le informáramos en caso de surgir una situación como esta”- de inmediato Yoru levanta la mirada, sin comprender del todo lo que acaban de decirle, no, más bien, sin entender qué tendría que ver Elliot con todo aquel asunto –“Estará aquí por la mañana”- asiente lentamente, aun sin asimilarlo, no del todo, resignándose a la idea de esperar para conocer las razones que Elliot tendría para dar una orden como aquella, más aun, sin comunicárselo siquiera.

 

-“Esta bien, ¿Puedo verlo?”- la pregunta casi parece no querer salir de entre sus labios, porque no se siente preparado para mirarlo después de haberlo asimilado como una víctima más de la crueldad de su padre.

 

Y casi desea una negativa, pero ante el asentimiento del médico a cargo, no replica nada, sino que de nuevo en silencio lo sigue a través de los pasillos casi desiertos del hospital; la noche parece saludarlo desde los ventanales, haciendo que por fin se dé cuenta de lo tarde que es ya, pero no importa, porque algo en su interior le grita desesperadamente que necesita verlo, aunque sea sólo unos instantes, pero necesita verlo.

 

Cada vez más desalentado reconoce el área de cuidados intensivos, más tampoco dice nada respecto a eso, porque resulta muy obvio saber que debido a su condición, el chico habría de terminar ahí.

 

Suspira hondamente ante una seña del médico, indicándole los ventanales de cristal y la puerta blanca de madera, que mantienen cerrada la habitación, y casi sin darse cuenta, apoya una de sus manos contra el transparente vidrio, sintiendo que una vez más la respiración se le corta al estar frente al chico que ajeno a todo se encuentra rodeado de una alarmante cantidad de máquinas, reconoce la mascarilla de oxígeno en su rostro pálido, probablemente necesaria con tal de hacerle infinitamente más sencilla, la tarea de respirar, también la vía con suero y medicamentos, pero de ahí en más, evita pensar para qué servirá todo lo demás.

 

Es solo que no puede apartar la mirada de él, se nota tan pequeño, pálido y delgado, casi tanto como Hisui lo fuera años atrás, pero pese a ello, no puede evitar notar que es hermoso, muy hermoso, con un cabello de onduladas hebras negras como el ébano, y la piel blanca, muy pálida, probablemente por los años de encierro, lejos de la luz del sol, y aun así, es hermoso, todo un sobreviviente, un chico valiente que pasó por el más terrible de los infiernos y aun así se aferraba a la vida, por más que esta no hubiese hecho más que otorgarle un destino cruel.

 

-“¿Puedo quedarme aquí hasta que el Príncipe Elliot llegue?”- de nuevo se toma el atrevimiento de pedir algo que probablemente no sea del todo correcto, después de todo se trata del área de cuidados intensivos y aquel chico desconocido no debería ser más su asunto.

 

-“Desde luego Mi Señor, hay un sofá en la habitación que podría utilizar, le pediré a las enfermeras que se encarguen de hacer de su estancia lo más cómoda posible”- parpadea un par de veces, más viendo el momento en que el médico le hace una reverencia, vaya, casi se había olvidado del asunto ese de ser el “Líder”, un título que finalmente parecía servir de algo.

 

Asiente un par de veces y sin esperar más, finalmente entra, yendo directo a un muy elegante sofá negro de cuero, en donde nada más sentarse, parece hundirse y amoldarse a él, dándole una inesperada sensación de comodidad. Suspirando hondo, atrae sus piernas hacia su pecho y las abraza, apoyando el mentón sobre sus rodillas, observando por entre su azabache flequillo, hacia el pequeño chico que parece dormir en paz, ajeno a todo y finalmente libre de cualquier atadura que pretendiera dañarlo más.

 

Y durante la noche no hace más que eso, mirarlo, hasta que poco a poco el sueño va venciéndolo, recordándole todo el cansancio del día, se resiste un poco más, hasta que lentamente sus ojos van cerrándose, aun con la imagen del chico dormido en aquella cama de hospital.

 

-

 

-

 

Voces en el exterior se dejan escuchar, aprieta los parpados y con cierta pereza abre poco a poco los ojos, notando la claridad en la habitación y el cómo los rayos del sol entran a través de las ventanas, por unos momentos se siente desorientado, aún más con los cantos de los pájaros haciendo eco en sus oídos, hasta que su mirada vuelve a quedar justo sobre él, todavía duerme o tal vez es más bien que debe estar lo suficientemente sedado como para intentar siquiera usar sus pocas fuerzas para hacer el esfuerzo de despertar. Más las voces en el exterior vuelven a llamar su atención.

 

Levantándose lentamente, apenas es consciente de la manta que cae al suelo y que probablemente alguna enfermera le colocara encima al hallarlo dormido. Parpadea un par de veces y pese a todo, no tarda en reconocer la voz de Elliot no muy lejos de donde está. Se toma unos momentos más, estirándose un poco antes de encaminar sus pasos hacia aquella dirección.

 

-“Si ordené que se me informara no fue para “terminar” con el asunto yo mismo, fue para tomar las medidas necesarias, así que no me venga ahora con que “es mejor dormirlo”, no es un ni un perro ni un gato, es una persona, así que no vuelva a soltarme una estupidez como esa”- Yoru se detiene a escasos instantes de abrir la puerta, demorando un poco en comprender lo que Elliot y el médico parecen hablar.

 

Hablan de… de dejar morir al chico, no, de matarlo, como si fuese un animalito desahuciado al que le estuviesen haciendo un favor. Cierra las manos en puños y se muerde los labios, aquello tiene que ser una maldita mentira o peor, una pesadilla más, algo que queda descartado en cuanto escucha un fuerte golpe muy cerca de donde está.

 

-“Su Alteza Imperial debe entender que el daño es demasiado grande, aun si se recupera físicamente, no sabemos aún su estado mental y eso puede resultar en la situación que usted parece querer evitar”- replica el médico, en su tono se escucha el miedo, no, más bien, el terror que le causa estar justo delante de un probablemente muy enojado Elliot.

 

-“Sé perfectamente eso, pero no es la primera vez que trato con un caso así, y puede que yo no sea un loquero pero sé muy bien que por más daño emocional que exista, siempre hay también una forma de repararlo…”- se detiene unos momentos y Yoru lo escucha suspirar hondamente, probablemente intentando calmar su temperamento –“Su trabajo es encargarse de que sus heridas sanen, pero sino puede hacer eso, entonces al demonio con usted, lo haré yo mismo y que me condenen al maldito abismo sino lo logro”- esa parece ser su última palabra, entonces escucha sus pasos acercarse no solo aprisa sino aún bastante enojados. Retrocede casi por acto reflejo, tratando de apartarse lo más rápido que puede, de la trayectoria de su ira.

 

Pero es demasiado tarde, y cuando la puerta finalmente se abre, las miradas de ambos se encuentran, Elliot vuelve a suspirar, negando lentamente antes de avanzar hacia él y darle un muy ligero apretón en el hombro, yendo después a pararse justo junto a la camilla donde el chico aun duerme. Lo observa en silencio, casi podría decirse que analizándolo, antes de suspirar una vez más.

 

-“Supongo que no estarás de acuerdo con semejante estupidez ¿verdad?”- otra vez Yoru parpadea un par de veces, antes de recuperar no solo el aliento sino también el habla, negando primero con la cabeza antes de dejar la mirada también sobre el chico.

 

-“No, no lo estoy, fui yo quien lo sacó de ahí, si fuese a dejarlo morir entonces simplemente no lo habría sacado”- murmura apenas acercándose lentamente, inconscientemente colocando una de sus manos sobre una de las del chico, es pequeña y esta fría, pero aun así, se siente suave bajo su tacto y no puede evitar pensar que sería un completo estúpido si lo dejara morir y ya.

 

Esta tan concentrado en él, que por eso no nota ni la mirada ni la ligera sonrisa que Elliot le dedica, porque aunque Yoru no lo sepa, el Príncipe acaba de admitir en su interior, que su hermana de nuevo tenía la razón, no solo al escogerlo como Líder sino también, al depositar su fe y esperanzas en él.

 

-“Bueno, entonces no tendrás problema alguno con hacer lo que te diga”- esta vez levanta la mirada, dirigiéndola hacia Elliot, casi a nada de replicar o decir algo, pero solo se queda callado, mirándolo arremangarse la camisa para luego comenzar a palpar con sus dedos la parte interna de su antebrazo –“No te quedes ahí parado, lo que sigue lo harás tu porque a mí las agujas simplemente no me gustan”- ¿Qué? Elliot ni siquiera lo mira, sino que sigue con lo suyo, dejando sus dedos sobre un punto, eso antes de ir a sentarse en el sofá que antes él ocupara.

 

-“Yo no…”- no ¿Qué? Seguro ha de verse como todo un estúpido ahí balbuceando incoherencias cuando es casi obvio lo que el Príncipe pretende.

 

-“Toma una jeringa y saca un poco de mi sangre, no es tan difícil”- rodando la mirada y suspirando, Elliot vuelve a mirarlo, ahí parado haciendo la nada, con unos ojos bastante más que asustados y confundidos, tanto que consiguen hacerlo suspirar una vez más –“Vamos, no tengo todo el día, si para el anochecer no he vuelto a casa, mi esposo me va a hacer puré, así que apura con eso”- insiste, porque la otra opción que existe al menos en esos momentos se ve bastante imposible, eso tomando en cuenta que el chico no parece poder respirar por sí solo, ya ni hablar del esfuerzo de tragar algo.

 

Finalmente, parpadeando un par de veces más y con las manos temblándole, Yoru encuentra el objeto que Elliot le ha pedido usar, se acerca hacia él con pasos bastante medidos y lo mira una vez más antes de intentar prepararse no solo física sino mentalmente, para hacer una locura más. Elliot solo vuelve a asentir con la cabeza, apartando la mirada de él y de su brazo, dejándola sobre el pequeño chico que aun duerme en la camilla.

 

Se muerde los labios unos momentos al sentir el piquete de la aguja, no es como que en realidad le duela, más bien es que tal y como ha dicho, las agujas no le gustan, no por miedo, sino por recuerdos que preferiría simplemente olvidar para siempre. Respira hondo un par de veces antes de sentir el momento en que la aguja se aparta de su brazo. Después solo le queda bajar la manga de su camisa, y volver a suspirar, porque no se supone que algo como aquello tuviera que pasar, más no es como si pudiese ignorarlo y ya, no, no puede ignorarlo y ya, porque en él aún existe esa sensación de culpa que suele invadirlo cuando su mente le recuerda a todos aquellos a los que ya fuera por dinero o sangre, les arrebatara no solo sus vidas, sueños e ilusiones, sino todo, absolutamente todo.

 

-“Inyecta mi sangre en la vía, eso debería bastar para reparar una buena parte del daño en su cuerpo”- esta vez no mira hacia Yoru, sabe que él hará lo que le ha dicho así que no hay caso, o más bien, es que no puede apartar la mirada del rostro de ese niño, y aun cuando no quiera, involuntariamente el recuerdo de la primera vez que él y su esposo se vieran, viene a su mente.

 

Natsuhi solo era un inocente más, y aun así él… aun así él estuvo a punto de matarlo. Sacude un poco la cabeza, recordándose que todo aquello ha quedado atrás, que ahora ambos no solo están juntos sino que tienen a dos hermosos hijos por los cuales dar el máximo siempre.

 

Y es justamente pensando en ellos, que se atreve a hacer ese tipo de cosas, porque quiere enmendar aunque sea un poco y de alguna forma, los errores que en el pasado cometiera, puede que tal vez no pueda traer de vuelta a todos aquellos a los que asesinara, pero, pero lo que si puede hacer, es tratar de evitar más muertes injustas, tal y como la de ese niño, un niño seguramente inocente, al cual esos malditos viejos condenaron al peor de los destinos; del solo pensarlo hace que la sangre le hierva e incluso siente deseos de matarlos, claro, sino estuviesen muertos ya.

 

Pero lo están, y ahí frente a él se encuentra el futuro, Yoru Avalon Nacht, el único capaz de enderezar el camino e impedir que todas esas historias, las de los inocentes que perdieron sus vidas, se repitan. Le basta con mirarlo ahí, tan atento a ese niño, como para saber que aun sino vuelve a intervenir directamente, el chico estará bien, si Yoru está con él, entonces no habrá de qué preocuparse, si Yoru permanece a su lado, bastaran unos cuantos empujoncitos más para que puedan salvarlo,  y luego todo irá bien, muy bien.

 

-

 

-

 

Lentamente abre los ojos, cerrándolos de nuevo ante tanta claridad, apenas se mueve y no puede sino sentir dolor, mucho dolor, más bastan unos instantes como para que consiga una vez más, acostumbrarse a esa sensación, el dolor es ya una constante en su vida, al igual que el miedo, el cansancio, el hambre y también la tristeza y el vacío; todos ellos sentimientos que con el pasar del tiempo se han apoderado por completo de su ser.

 

Pero esta vez el despertar es diferente, la superficie sobre la que se encuentra es suave y mullida, demasiado cómoda, y aunque no entiende nada de esas cosas, se siente bien, muy bien, tan diferente al calabozo, incluso las sábanas que lo cubren se sienten cálidas y suaves, muy suaves. Confundido trata de enfocar la vista, hallándose en un lugar en el que nunca antes había estado, un sitio desconocido, pero igualmente aterrador, justo como el lugar donde durante tanto tiempo permaneciera encerrado.

 

Es extraño, casi tanto como el objeto que permanece sujeto a su rostro, permitiéndole hacer el mínimo esfuerzo para respirar; está asustado pero aun así todo es tan diferente, tan solo ruega porque esta vez nadie le haga daño, porque el dolor de por sí es ya demasiado intenso como para que pueda soportar más.

 

Duele y está cansado, muy cansado, tanto como para hacer siquiera el intento de resistir el momento en que sus parpados comienzan a cerrarse, llevándolo de nuevo a un profundo sueño del que desea ojalá nunca despertar, porque cada parte de su ser pide lo mismo: “Ya no más, ya no más por favor”, y él solo quiere ceder, con tal de no sufrir más; sus ojos se cierran de nuevo y entonces Ossiris se entrega una vez más al sueño, es mejor así, de esa forma ya no habrá más dolor, de esa forma el mundo volverá a ser solo un sueño lejano, y así es como debe ser, o al menos así es como él lo siente, puesto que ya no espera nada de nadie, ni siquiera de sí mismo; esta tan roto ya, que lo único que desea es simplemente dejar de sentir, volver al mundo de la inconsciencia, a la oscuridad, a la soledad, y lo hace, permite que Morfeo, el dios de los sueños, lo arrastre una vez más a su reino, tan solo deseando no despertar ya nunca más.

 

Si, solo eso, nada más…

 

-

 

-

 

Inútilmente trató de aferrarse a algo, pero sus dedos solo conseguían rasgar el piso sucio bajo él, con fuerza, arañando y lastimándose en el proceso mientras que las lágrimas parecían no poder dejar de escapar de sus ojos. Quería gritar, más su voz simplemente no salía, era como si hubiese sido totalmente acallada para siempre.

 

El dolor era insoportable y mientras más salvajes se tornaban las penetraciones, más lágrimas soltaba, al Centinela eso parecía gustarle, porque lamía sus lágrimas con perverso deleite mientras que empujaba más y más en su interior. Ossiris retorcía sus débiles piernas desesperadamente al mismo tiempo que en su mente una voz chillaba porque aquello se detuviera, pero simplemente no sucedía y mientras más lloraba más dolor sentía, tanto así que, ante un nuevo embiste, aún más violento que los anteriores, sintió algo quebrarse de nuevo en su interior, esta vez sí gritó, sus cuerdas vocales rasgándose con aquel grito de agonía mientras que sus piernas por fin se quedaban quietas, laxas, inmóviles.

 

Entonces abrió los ojos, respirando agitado y hallándose solo en esa cama, en la habitación a oscuras, la recorrió con la mirada pero alterado como estaba, todo le parecía estar manchado y sucio, además de que las sombras se alzaban mostrándole los rostros de sus verdugos, gritó, una y otra vez, tapándose el rostro con las manos y retorciéndose aterrorizado, tanto que cuando apartó sus manos, incluso le pareció ver sangre salpicando su entorno.

 

Sus gritos simplemente no cesaban pero a pesar de ello pudo escuchar pasos acercándose, luego la puerta se abrió y por ella entró un hombre de cabellos oscuros. Se quedaron mirándose unos instantes, tan solo escasos segundos durante los cuales paró de gritar. Otra vez recorrió la habitación y esta se alzaba aún más tétrica que antes ante sus ojos, volvió a gritar, mirando desesperado como las sombras parecían lanzarse sobre él.

 

Sabía que el hombre le estaba hablando pero no lograba entenderlo, solo quería escapar de una buena vez, que su dolor acabara para siempre. Se abrazó así mismo, cerrando con fuerza los ojos solo unos instantes, pero al abrirlos de nuevo, todo parecía estar igual que antes. Se miró, sucio, temblante, acorralado. Entre sus piernas vio ese líquido rojo acompañado de otro que se sentía pegajoso bajo su tacto, y siguió gritando, simplemente no podía parar, por más que aquel hombre continuara hablándole no podía detenerse.

 

Pero se tornó aun peor cuando lo vio acercarse, retrocedió torpemente, pataleando apenas, sintiendo las lágrimas nublarle la visión y recorrer sus mejillas. Luego trató de bajarse de la cama y correr, más sus piernas heridas no le respondían, cayó al suelo, sintiendo un dolor intenso en su brazo, más eso pareció no importarle ya que solo se arrastró tratando de hacer distancia, hundiéndose en un rincón oscuro pese a que era inútil esconderse ahí pues todavía seguía gritando.

 

Desesperado enterró el rostro en sus rodillas, abrazando las piernas contra su pecho, tratando de no ver más, pero en su mente solo estaba la sensación de lacerante dolor que parecía gobernarlo todo, sentía las piernas débiles y mojadas, dormidas, tal vez por todos sus inútiles intentos de escapar de las violaciones. Tan solo esperaba que esta vez doliera menos pero sabía que eso no iba a suceder.

 

A los Centinelas les gustaba romperle, desgarrarle cada parte de su ser para luego dejarlo tirado, llorando, ansiando la muerte con las pocas fuerzas que le quedaban para que al día siguiente, volvieran a quebrarle, a recordarle que no había escape.

 

El desconsuelo, la desesperanza y el dolor eran todo lo que le quedaba además de los gritos que ahora acallaba contra sus rodillas. Sentía el estómago revuelto y su cabeza punzaba, recordaba que la última vez que lo habían forzado, uno de los Centinelas le había pegado tan fuerte que casi consiguió hacerlo perder el conocimiento. Pero no desmayó, solo se quedó quieto sintiendo su cuerpo ser desgarrado.

 

E incluso una vez que hubo terminado, sin piedad alguna lo había arrastrado hasta la pared antes de colocarle de nuevo el grillete entorno a su herido tobillo. Después ninguno de ellos había vuelto, en su lugar aquel hombre que le hablaba había aparecido, pero sabía que era uno de ellos, podía sentirlo, por eso no confiaba en él, por eso no quería que se le acercara; tan solo por una vez deseaba que le dejaran en paz el tiempo suficiente como para que sanara por lo menos un poco.

 

Más sabía perfectamente que eso simplemente no sucedería, que no lo dejarían tranquilo tal y como llevaba anhelando desde hace tantos años ya, preso en medio de tan dolorosa angustia, muy en su interior no podía sino pensar: “Si tan solo pudiera caminar, no, más bien, si tan solo pudiera correr lejos de aquí, huir…”

 

Pero no podía, y saberlo era como una pesadilla que nunca acababa, ni siquiera al despertar… luego, volviéndose hacia a un lado, vomitó, sentía sus manos manchadas de sangre y eso era suficiente como para hacerle vomitar. Lo hizo un par de veces más, hasta que ya no pudo puesto que en su estómago no había nada que sacar. Después volvió a hacerse un ovillo y se meció apenas tratando de ya no llorar más, de apartar las sensaciones dolorosas aunque fuera solo un poco, más simplemente no lo conseguía, estaba atrapado en sus recuerdos transformados en pesadillas, esas que jamás le dejaban en paz.

 

¿Por qué todo aquello le había pasado? Nadie nunca le había dado la respuesta, o si es que la sabía, con el paso del tiempo seguramente la había olvidado y por eso solo le quedaba la terrible sensación de saberse atrapado. Ojala muriera pronto, para que ya no le doliera más, para que por fin su deseo de volverse nada se hiciera realidad.

 

-

 

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Yoru se encontraba revisando un par de expedientes en la pequeña habitación que habían acondicionado para él a modo de despacho, cuando los escuchó: gritos, los gritos parecían resonar y hacer eco por toda la planta del hospital en la que se encontraba, al menos daba las gracias de que esta se encontrara vacía, hasta que de nuevo se detuvo en ese pensamiento, el piso estaba vacío, salvo por él y por… por el chico.

 

Apenas se dio cuenta de ese detalle, inconscientemente los papeles escaparon de entre sus dedos antes de que se levantara corriendo, yendo directo hacia la habitación contigua, aprisa abrió la puerta, sin esperar jamás encontrarse con la imagen del chico no solo despierto, sino gritando desesperado, parecía tan asustado, sus orbes azules miraban hacia todas direcciones, hasta que se posaron justamente en él, entonces se quedó callado, solo mirándolo, por un instante que ojala hubiese sido eterno, porque estar ante esos ojos tan azules era la cosa más fascinante que le había sucedido, o al menos lo habría sido de no ser por la forma en que estos lucían: vacíos, lejanos, como si estuviesen atrapados en una suerte de tétrica ilusión, una que se tornó aún más terrible en el momento en que el chico volvió a gritar, de nuevo mirando a su alrededor, como si en aquella habitación hubiese algo realmente aterrador.

 

-“Tra-Tranquilo, estas a salvo, nadie va a hacerte daño”- intentó tranquilizarlo, pero el niño parecía no escucharlo en absoluto porque esta vez ni siquiera lo miró, solo siguió gritando, abrazándose a sí mismo, temblando sin control alguno –“Por favor, ya no grites, te vas a hacer daño”- colocando las manos extendidas frente a él, en señal de paz, de nuevo trató de hacer que se calmara pero no consiguió nada.

 

Entonces cometió otro error, el de acercarse, pese a sus gritos, el chico se dio cuenta del momento preciso en que el avanzaba hacia la cama; lo vio retroceder aún más asustado, bajando sus piernas temblorosas e incluso intentando ponerse de pie, pero solo consiguió caerse, desprendiendo en el acto la aguja con la vía, aquello también debía de haberle dolido, más sin embargo, no dejó de gritar ni un solo momento, tan sólo lo vio arrastrarse desesperado hacia un rincón, haciéndose un ovillo tembloroso que intentaba inútilmente acallar sus gritos contra sus rodillas, y sin siquiera esperarlo, de pronto lo miró encorvarse hacia un lado antes de… de vomitar, no una, ni dos, sino tres veces, antes de volver a hacerse un cada vez más tembloroso ovillo, meciéndose lenta y desacompasadamente, aun acallando sus gritos contra sus rodillas.

 

Verlo así era tan horrible, y al mismo tiempo lo hacía sentir tan impotente, si tan solo pudiese hacer algo para que se calmara, pero no había nada que él pudiera hacer, tan solo permanecer de pie, observándolo, aguardando, ansiando que se calmara pronto.

 

Los siguientes minutos parecieron eternos, mientras poco a poco los gritos bajaban de volumen hasta que finalmente se quedó callando, resbalando inevitablemente por la pared, con sus ojos cerrados y la frente perlada en sudor, de nuevo inconsciente.

 

Tratando de hacer el menor ruido posible, se acercó con pasos pequeños y titubeantes hasta donde el chico estaba, recorriéndolo por completo solo para asegurarse de que no reaccionara asustado otra vez. Lentamente acercó primero sus manos, tocando suavemente los rizos color ébano, sin obtener reacción o cambio alguno, entonces se atrevió a verdaderamente tocarlo, levantándolo con el mayor cuidado del que era capaz, tan solo para dejarlo de nuevo sobre la cama, apresurándose a conectar la vía que se desprendiera debido a la caída, y la mascarilla de oxígeno que probablemente y sin darse cuenta, el chico se quitara al despertar.

 

Ver sus mejillas mojadas por las lágrimas y la forma en que aun inconsciente, no dejaba de temblar, era suficiente como para hacerlo sentirse aún más impotente, si tan solo hubiese algo que él pudiese hacer para calmar su dolor, para desaparecer sus miedos, lo haría sin dudarlo ni por una sola vez, si tan solo él pudiera verdaderamente salvarlo, lo daría todo, absolutamente todo, solo por él…

 

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Notas finales:

Buenas Noches a tod@s, espero que el capítulo de hoy les haya gustado, poco a poco la historia va avanzando, vamos conociendo más de la vida de todos, lo cual supongo es algo extremadamente bueno para los nuevos lectores, y también algo lindo para aquellos que vienen siguiendo la serie desde el principio.

La verdad, no tengo ni idea de qué más decir, más que reiterar lo emocionada que estoy de estar de vuelta, y también lo ansiosa que estoy por recibir más reviews, ya saben mínimo 6 reviews por capítulo para que yo pueda ser eternamente feliz, porque más que importarme los números, lo que me importa es conocer las opiniones de tod@s, quiero saber lo que les gusta, lo que no, qué opinan de los personajes, de la historia, en fin, quiero leer sus comentarios y ponerme altamente feliz para poder seguir escribiendo, así que los estaré esperando ^^

Ya sabeis, mis mínimo 6 reviewcitos por capítulos y yo, extremadamente feliz >w<

Por lo pronto, gracias a: aramary (Bienvenid@), princesa tsunade, Princess Natsu, Artemis, Mar (Bienvenid@).

Nos veremos dentro de dos semanas y, de antemano gracias por leerme y por sus hermosos reviews.

Les deseo unas excelentes semanas y el mayor de los éxitos...

Au Revoir~~~~~


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