Himchan golpea con la punta de los dedos la tela sobre sus muslos. Se pregunta que tan fina es, porque los dígitos se sienten fuertes. ¿O es sólo él el hiper-sensible?
Probablemente sea sólo el.
El metro nunca ha sido uno de los lugares predilectos del chico; mucha gente, gente que no le conoce y que no quiere conocerle y siempre, siempre, el miedo de que algo pase. Podrán decirle paranoico, adicto a series norteamericanas e idiota, pero eso no cambia el hecho de que la mitad de los atentados de las películas sean cerca del metro. Además, en la vida real, esa que te atrapa todos los días, ¿dónde ponen las bombas? Correcto, el metro. Así que sí, las razones para estar ansioso y querer llegar a su estación con totalmente justificados.
Quedan cuatro paradas cuando Himchan intuye que realmente va a pasar algo extraño y es imposible no sorprenderse, porque se lo ha esperado desde que vio esa película en el 39, ¿cómo se llamaba? Algo de "Rescate en el Metro" y números. ¿Alguien moría allí?
Justo a través de la ventana hay otro chico, Himchan le mira intentando no pensar en los policías corriendo de hace un instante. Debe estar muy nervioso, porque mira con el detenimiento suficiente al otro ser humano como para notar que está más cerca de lo normal y fumando, ¿está permitido fumar allí abajo? El extraño tiene un cigarrillo en su mano a medio terminar y da un calada honda antes de tirar el pequeño cilindro de papel al piso. Himchan no es inconsciente al movimiento en el pie del chico que seguramente ha tirado los restos de cigarrillo a las líneas del metro. ¿Se podrá provocar un accidente así? Las ganas de abrir la ventana y gritarle al idiota del cigarro se comen sus ganas de saltar del vagón y correr a la seguridad lejana del sub-suelo.
Las puertas se abren al mismo tiempo que el tipo bota en una bocanada potente todo el humo que quedaba en sus pulmones. De pronto Himchan se siente avergonzado y estúpido, porque ha estado observando justo a los ojos a un extraño que se está subiendo a su vagón casi desierto.
Y la cosa se pone mejor cuando el extraño se sienta en la corrida de sillas paralelas, a unos cuatro metro de pasillo de distancia.
Genial Himchan. Genial.
No pasa mucho antes de que el anuncio de partida se dé. Las puertas se cierran y el sonido que anuncia el movimiento del vagón se deja oír. Antes de que parta Himchan ve otro par de guardias de seguridad correr por donde está prohibido para los civiles.
No es hasta la siguiente parada (48 segundos después) que Himchan recuerda al chico del cigarrillo, cuando mira por su ventana y luego a la contraria tan pronto el metro se detiene.
Mierda.
Himchan no sabe qué es peor en ese momento. Que el tipo de al frente le esté sosteniendo la mirada también o que las puertas no se abran en los primeros cinco segundos como es costumbre.
"Pedimos a nuestros pasajeros se queden en sus asientos. Si alguno debiese bajar en esta parada, nos disculpamos por las incomodidades, el sistema está trabajando para solucionar los inconvenientes."
—Juro que si estoy estudiando ciencias políticas es para arreglar esta mierda.
Himchan levanta la vista y no sabe si el sobresalto ha sido sólo metafórico o realmente ha pegado un saltito cuando la voz grave y profunda llegó hasta sus oídos.
—¿Disculpa?
—Yongguk.
Himchan asume que eso es suficiente cuando el supuesto Yongguk mueve el cuello hacia los lados, como si hubiera estado allí por más del escaso minuto que en realidad ha estado.
—Kim Himchan.
—Te decía que por eso estoy estudiando ciencias políticas, ¿"inconveniente"? ¿Cómo pueden decir "inconveniente" y cortar el contacto? Es estúpido. Es ambiguo.
—Quizás intentan no alarmar a la población.
Himchan se da cuenta que es una respuesta insuficiente tan pronto la dice con un tono más de pregunta que el que usan en la televisión los que anuncian las noticias. Yongguk corrobora la naturaleza vulgar de su acotación cuando rueda los ojos.
—Sí, sí. Lo que digas.
Es culpa del pánico. Himchan está seguro que es culpa del hombre grande vestido con chaleco antibala que arrastra a un joven de no más de 25 escalera-arriba, pero no puede permitir que la conversación acabe.
—¿Qué dices tú entonces? —Antes de seguir traga saliva e intenta dejar de mirar por la ventana, porque sólo le pone más nervioso. Dios, no puede dejar que Yongguk le deje de hablar, así que sólo añade algo conflictivo —, señor ciencias-políticas.
—Yo digo que —El chico parece contemplar una respuesta suficiente mientras se cambia al asiento que da al pasillo para ver más de cerca a Himchan—, no te alcanzaría a explicar mi teoría.
—Pero...
—No —Yongguk le mira a los ojos antes de hacerle callar con un gesto —Nos vamos a empezar a mover.
Himchan levanta la vista al techo, casi esperando que la confirmación fuese a llegar como la lluvia. Aunque no es necesario, el tren vuelve a emitir el sonido de movimiento tan pronto la voz de Yongguk se extingue totalmente.
"El metro seguirá su recorrido, los clientes que debieron bajar en esta parada podrán tomar otro vagón en la siguiente estación. Por los inconvenientes nos disculpamos."
Himcha mira a Yongguk confundido.
—¿Cómo supiste?
—¿Yo?
Yongguk está en el asiento más cercano a la ventana de su lado y le mira levemente extrañado.
—Que el metro iba a volver a andar.
—Disculpa, pero te equivocaste, no he dicho nada —El chico sonríe apenado, con una mueca que le ocupa la mitad de la cara al menos, mostrando sus encías rosadas y ¿felices? —Yongguk, por cierto, Bang Yongguk.
¿Qué se supone que responda Himchan a eso?
—Himcha, Kim Himchan.
—Kim Himchan —Repite el chico y es como si él también supiera.
Esto es una locura, se dice Himchan antes de mover la cabeza y retomar la palabra.
—¿Puedo preguntar cuál es tu parada?
—Ohmn —Yongguk arruga la frente, como debatiendo si responder o no —La parada amarilla, estudio ciencias políticas en la universidad de Myungdoo.
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