Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Si tú eres feliz. por PinketDiana

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Si tú eres feliz...

 

 

 

Samuel.

 

 

 

 

Te acercas lentamente y mi cuerpo se estremece. Un paso, otro, y otro más. Estás a mi lado, y aunque no lo creas, mi pecho se hace un nudo y empieza a palpitar frenéticamente.

Se lo que me vienes a decir, al igual que también, con el paso del tiempo, he aprendido que no puedo hacer nada para evitar mis sentimientos, por eso, no puedo escapar de eso que estás a punto de decirme. Tu cara refleja felicidad, y por una vez en mucho tiempo, me permito sonreir.

 

-Hola, chiqui.- Te saludo como si nada, aunque dentro mío, algo está muriendo, mas sonrío como si nada. Tú eres feliz... ¿Verdad?.

 

-Hola- Me sonríes de vuelta, y mi corazón parece volvelse loco. Eso ya no me sorprende. ¿Cuántos años llevo enamorado de ti?. Creo que ya perdí la cuenta.- Tengo algo que decirte, ¿podemos caminar?.- Parecías nervioso, pero nunca imaginaste que yo ya sabía lo que era. Solo con mirarte lo adiviné.

 

-Claro- A cada paso que daba, las ganas de darme la vuelta y correr a esconderme aumentaban, y si, aún cuando yo, era un hombre de algo más de 23 años, quería correr para así, de una manera imaginaria, conseguir escapar de esto.

 

Estuvimos un largo rato caminando en silencio. Tú no hablabas, quizás por miedo, quizás por verguenza, quizás por... todo. ¿No sabías ya, después de tanto tiempo, que yo te apoyaría en todo, sin importar lo que fuese?.

 

Seguimos caminando por un rato más, y nos detuvimos en un banco. Sin previo aviso, agarraste mi mano y una sonrisa tonta se apoderó de mi, segundos después, esta se esfumó al recordar que mis deseos sobre ti jamás se podrían cumplir, mucho menos ahora.

 

Miré al frente, y me fijé en que el Sol se estaba poniendo, creando así una magestuosa combinación de colores, donde resaltaba el carmesí y un potente naranja.

 

-Es hermoso- Susurraste a mi lado, y yo no pude evitar mirarte y pensar en ti cuando dijiste lo de hermoso.

 

-Si, lo es- Hablé sin darme cuenta, y tú, claramente, creías que me refería al atardecer, estabas tan equivocado...

 

Aún seguía esperando a que hablases y me contases aquello que me rompería en mil pedazos, seguía esperando atentamente a que esas palabras hirientes -aunque tú no lo supieses- salgan de entre tus labios, y que seas feliz.

 

-Samuel...- "Aquí vamos". Pensé- Yo...- Suspiraste pesadamente y fue entonces cuando confirmé que no te sentías nada seguro.- ¿Tú qué dirías si me gustase un chico?- La pregunta tan repentina me sorprendió, ya que yo creía que me lo dirías directamente. ¿No fui yo, al fin y al cabo, quién te lo presentó?.

 

Aunque, quizás, si supiese donde habría llegado esto, si hubiese sabido que te arrebatarían de mis brazos, no lo habiese hecho”- Pensé tristemente. Si, sonaba egoista, pero ¿quién quiere que le quiten lo que más quiere?.

 

-¿Yo?- Me intenté mostrar sorprendido y que no sabía nada del tema. Creo que funcionó ya que tú no sonreiste como siempre hacías. Estabas bastante nervioso, a decir verdad.- Pues... no se, supongo que bien. Eso no cambiaría nada- En realidad si. Cambia el que yo estaré roto dentro de nada, pero aún así, seguiré ahí, para ti.- ¿Por?- Te cuestioné con la intención de acabar cuanto antes con esto.

 

Tus dedos se unieron en un gesto nervioso, y aunque me gustaría aliviar eso, estaba paralizado, esperando el certero golpe.

 

-Es que... verás- Dudaste de nuevo, y estaba a punto de levantarme y gritar que ya lo sabía todo, pero me contuve.

 

Eso solo lo haría más doloroso”- Me recordé.

 

-Me gusta alguien- Asentí con la cabeza mientras te 'escuchaba atentamente'. Si no supiese del tema, una pequeña esperanza brillaría en mi, pero hace tanto tiempo que esta murió... - Se llama Alex y...- Mis ojos ardían, pero intenté que nada de eso se notara.

 

 

Esa fue la primera vez que sentía que algo había muerto dentro de mi.

 

 

 

 

En ese momento empezó mi tortura. Mi agonizante y lenta tortura, donde tú te dedicabas ha hablarme día si y día también de lo bien que te iba con Alex, mientras yo me derrumbaba día a día un poco más. Llegó un punto en el que hundirse más parecía imposible, pero tú lo conseguiste.

 

-Ha dolido- Me soltaste de pronto, haciéndo que la bebida que estaba tomando en ese momento saliera escupida, provocandome una fuerte tos y falta de aire.

 

No...”- Supliqué, mas sabía que ya no había esperanzas.

 

-¿El que ha dolido?- Te pregunté intentando hacerme el tonto, y esperando que no fuese lo que yo creía. ¿No serías capaz de contarme eso, verdad?.

 

Un sonrojo se apoderó de tus mejillas y empezaste a tartamudear, y entonces supe que mis temores se habían cumplido. Seguidamente, me enfadé. Por primera vez en mucho tiempo, me enfadé contigo. ¿Por qué tenías que venir a contarme esto?. ¡¿Por qué?!.

 

-Bueno... hemos dado el siguiente pas- No te dejé terminar la oración, si tan siquiera. Como si fuese un resorte, me levanté de mi silla y caminé a mi habitación, esperándo que entendieras que debías marcharte.

 

Si tú eres feliz...

 

 

Esa fue la primera vez que sentí que nadie me iba a querer jamás.

 

 

 

 

Días después volviste, preguntándome que fue lo que me pasó, y yo como un tonto, inventé una patética excusa. Pero gracias a eso, todo parecía volver a la normalidad. El dolor seguía siendo intenso, pero por alguna razón, tú ya no hablabas tanto de él. No hasta que te encontré llorando entre mis brazos, al menos.

 

-Samuel- Sollozaste de nuevo.

 

-Willy- Hice una pausa-¿Qué ha pasado?- Pregunté temeroso. Si ese cabrón te había hecho algo...

 

-Él estaba con una tía y...- No pudiste seguir hablando, las lágrimas volvían a ti.

 

Los deseos de matarlo, de hacerle pagar por lo que te hizo, de sacar todo lo que tenía dentro aumentaron. Por lo que me propuse hablar con él, intentarlo por la buenas... pero...

 

El sonido de mi puerta abriéndose de pronto me despertó completamente.

 

-Chaval, ¿dónde habías ido?- Te pregunté, y es que llevabas tres días quedándote a dormir conmigo. Desde que te pasó eso con él.

 

Sin previo aviso, te lanzaste a mis brazos, y al parecer, no te importó que me acabase de levantar o, estuviese en boxers.

 

-¡Era todo un error!- Tu felicidad se podía apreciar de lejos.

 

Más dolor”-

 

Entonces, como el masoca intenso que soy, te pregunté que había pasado y tú no habías dudado ni un segundo en decirme que era su prima, a la que no veía desde hace mucho tiempo. Que te la presentó y que ella es genial. Incluso tuviste la osadia de preguntarme si quería conocerla. Si tu supieras...

 

-Ahora estamos mejor que nunca- Tu sonrisa se amplió mas, si es que eso era posible.

 

Después, como si de un rayo se tratara, te marchaste de mi casa en segundos.

 

Si tú eres feliz...”

 

 

Esa fue la primera vez que sentí que me derrumbaba hasta llegar a un estado depresivo.

 

 

 

 

 

Realmente me sentía un poco mejor, por un segundo, pensé que todo podía mejorar cuando me viniste a decir que si queríamos ir a la playa, tú y yo solos. Claramente acepté. Aunque, si supiese lo que se venía encima, lógicamente no lo habría hecho. Decidiste que yo debía conducir, ya que era un viaje largo -de unas cuatro horas o así- y, como tú no tenías mucha práctica al volante, me diste las llaves de tu coche y así, nuestro viaje a la playa empezó.

 

Me lo pasé genial, era como antes de que todo ese dolor naciera en mi. Éramos sólo tú y yo. No había nadie más, como en los viejos tiempos. Estuvimos bañándonos, jugando, andemos por la orilla -incluso hubo un momento en el que mi corazón se agitó ya que pensé que parecíamos una cursi pareja-, hicimos el tonto -como era costumbre entre nosotros-, e incluso hicimos algún que otro castillo. De verdad que parecíamos niños pequeños, pero eso me hizo feliz durante unas horas.

 

Pero, como ya venía siendo costumbre en mi vida, nada salía bien. Por eso fue que en una curva, un camión se atravezó en mi camino y choquemos.

 

 

Esa fue la primera vez que la culpabilidad me llenó intensamente.

 

 

 

 

 

Horas después del accidente, desperté. Mi cabeza dolía intensamente y me sentía cansado. Tenía todo el cuerpo adolorido, sin embargo, lo único en lo que podía pensar era en ti.

 

-¿Cómo está mi compañero?- Pregunté a la enfermera que venía a atenderme. El doctor acababa de salir de la habitación, y aunque me había dicho que no tenía daños algunos, salvo algunas heridas leves, no me sentía feliz por ello. Yo quería saber como estaba Willy. Quería saber como estaba la persona que amaba.

 

No contestó, sin embargo. Sólo se dió la vuelta, y susurró un:

 

-Compruébalo tú mismo.

 

Entonces, al cabo de unas horas, tal y como me dijo la doctora, me levanté y marché para la habitación de Guille. Pregunté en recepción y fuí a la habitación.

 

La 177”- Temeroso abrí la puerta.

 

 

-¡¡Guille!!- Grité lleno de felicidad al saber que estabas bien.

 

-¡Samu, estás bien!- Corrí hasta ti y no pude evitar abrazarte fuertemente.- Estás muy delgado- Me reprendiste al verme sin camiseta. ¿De verdad eso era lo único que tenías que decirme?. Si, sólo tú podías decirme que me veía más delgado, aún cuando habíamos tenido un grave accidente automovilístico. Suspiré incrédulo y divertido.

 

-Si, ¿y tú?- La pregunta fue algo tonta, por lo que ambos estallemos en carcajadas.

 

Estuvimos hablando durante mucho rato, pero todo eso acabó cuando él llegó.

 

-¡¡Cariño!!- Él corrió hasta tus brazos y yo sentí que mi pecho se encogía de dolor.- Estás bien, menos mal.

 

Sentí que sobraba en esa habitación -como últimamente pasaba con todo-, por lo que me dispuse a abandonar la sala, pero en ese momento, Alex me llamó.

 

-Samuel, necesito hablar contigo, a solas- Me sacó de la habitación, y realmente, yo no tenía ni idea de qué era lo que él quería.

 

-Todo lo que ha pasado es tu culpa, y si a él le llegase a pasar algo, ten por seguro que te mataré.- Quise protestar, y decirle que no fue mi culpa, pero yo lo sabía. La culpa era mía. Todo... había sido por mi culpa.

 

Entonces, él abrió la puerta y se acercó a ti. Desde lejos se podía ver cuanto lo amabas...

 

Si tú eres feliz....”

 

 

Esa fue la primera vez que deseé morir.

 

 

 

 

Pasaron unos meses desde el accidente, y yo, de nuevo, intenté alejarme de ti. Dejé de llamarte al igual que paré de contestar tus llamadas. Me seguraba de tener la puerta con pestillo cuando venías a mi casa, para que así tu llave no sirviera y que no pudieses entrar. Realmente, intentaste localizarme por todos los medios, pero yo no accedía a ello. Quería intentar olvidarte, pero también lo hacía por ti, ya que yo solo te causaba dolor.

 

Tumbado en mi cama fue que divagué entre recuerdos. Y entonces una dolorosa e intensa pregunta cruzó mi cabeza.

 

 

¿Y si es que no fuí suficiente para ti?”.

 

 

Fue entonces, cuando me levanté y sin poder evitarlo me miré al espejo.

 

 

¿Quién iba a querer estar conmigo, al fin y al cabo?”.

 

 

Sonreí tristemente y recordé la sonría que asomaba en tu rostro cada vez que él estaba contigo.

 

 

Si tú eres feliz...”

 

 

Esa fue la primera vez que me odie. A mi y a mi reflejo. A cada parte de mi.

 

 

 

 

 

-Samuel, me marcho lejos.- Me susurraste de pronto, en aquel parque donde mi mundo se había derrumbado por primera vez hace ya más de un año. ¿Llegaba la segunda vez?.

 

-¿Q-Qué?- Las palabras no salían de mi boca.

 

-Me voy a Santa Mónica, a vivir con Alex. Siempre fue su sueño, y me lo propuso. Yo acepté y... bueno, nos vamos dentro de dos semanas.

 

De mi solo salió un suspiro.

 

-Me alegro mucho por ti- Intenté sonreirte pero no pude.

 

A cada paso que daba en el camino de vuelta a casa se sentá como si alguien me estuviese matando lentamente, mi pecho dolía intensamente, tenía las manos temblorosas, y aunque ya no pudiese llorar, mis ojos quemaban como nunca. Realmente te iba a perder totalmente. ¿Cómo había pasado todo esto?. Yo solo te quería a mi lado, y aunque tú no correspondías mis sentimientos, te quería como mi mejor amigo. Parecía que tú ya no recordabas esa pequeña promesa que hicimos bajo el viejo árbol que había frente a nuestras casas. Siempre juntos, ¿no?.

 

Quizás las promesas no valen nada”.

 

 

Llegué a mi casa, y al abrirla me llegó la sensación de soledad. Mi cuerpo entumecido dolía, y entonces me di cuenta de que la soledad iba a ser mi única compañera para siempre. ¿Por qué te tenías que ir y abandonarme de esta manera?.

 

 

Si tú eres feliz...”.

 

 

 

Esa fue la primera vez que sentía que la soledad me abrumaba.

 

 

 

 

 

 

Tiempo después, me sentía tan muerto en vida. Los días pasaban y yo no paraba de preguntarme como fue que llegué a esto. Por desgracia, la tristeza aumentaba cada día, hasta llegar a ser tan intensa que no la única forma que había de detenerla durante unos segundos, era inflingiéndome dolor a mi mismo. Así fue como una, otra y otra cicatriz aparecieron en mis muñecas. Me sentía arrepentido por hacerlo, pero es que a veces sentía que yo no podía más. Recuerdo que una visita que me hiciste, te diste cuenta de un pequeño corte, el cuál estaba algo colorado solamente, y me preguntaste que era eso.

 

Si tú supieras”- Pensé con tristeza.

 

-Recogiendo los cubiertos, me corté sin querer.- Me sentía fatal al haberte mentido, pero ¿qué iba a hacer?. ¿Decirte que me sentía muerto y que ya nada tenía sentido?. ¿Qué la tristeza y las ganas de morir eran lo único que me acompañaban?.

 

Primero, perdí a mis padres en aquel accidente de coche, pero gracias a eso te conocí. Me fuí a vivir con mi tía, y gracias a eso conseguí vivir a tu lado. ¿Recuerdas que pasaba más tiempo en tu casa que en la mía?... Pero, ahora, también te he perdido a ti. ¿Tan inútil soy que pierdo todo lo que quiero?. Es por eso que ya nada tiene sentido, no me servirá de nada luchar por seguir aquí, al fin y al cabo, ya lo perdí todo.

 

¿Lo ves?. Yo no podría decirte eso.

 

 

Esa fue la primera vez que sentí que le guardaba un secreto al mundo, algo terrible.

 

 

 

 

Sin embargo, de un día para otro, el Sol asomó por mi ventana, y eso me sorprendió ya que mi habitación siempre estaba oscura. Entonces, y aún en el estado en el que me encontraba, algo me decía que ese, desde hace mucho, mucho, mucho tiempo, iba a ser un gran día.

 

¿Un gran día?. ¿En mi vida?. No puede ser...”- Me negué ante aquella sensación.

 

Pero, a veces, debemos seguir aquella intuiciones. Eso fue lo que aprendí gracias a ti, al verte allí frente a mi puerta.

 

Me sorprendió tanto verte que dejé caer la pequeña taza que tenía entre mis manos. Llevaba meses sin verte, y ahora, estabas frente a mi. Lo primero que pensé, fue que si había pasado algo. Pero entonces, contra todo pronóstico, te lanzaste a mis brazos y me besaste suavemente. Yo me quedé en Shock, aún sin saber qué hacer. Por muy idiota que suene, creo que se me había olvidado hasta como respirar.

 

Segundos después, cuando ambos nos quedemos sin aire, alzaste tu vista y me miraste directamente a los ojos.

 

-Lo siento.- Fue lo primero que me susurraste, y yo no sabía si era por ese beso o por alguna razón más profunda. Iba a preguntártelo, pero tú me interrumpiste.- Todo esto, yo...- Sentí un apretón con bastante intensidad en mi mano derecha, y no fue hasta ese momento que me di cuenta de que nuestros dedos estaba entrelazados. Encajaban perfectamente. Al parecer, tú también te diste cuenta de ese tonto detalle.- ¿Lo ves?.- Me preguntaste. Aunque yo no veía nada, ya que no sabía a qué te referías.

 

-¿El qué tengo que ver?- Te cuestioné. Una enorme sonrisa aparecía en mi rostro, y desde hace mucho, mucho tiempo, sentí la primera sonrisa sincera que le podía dar al mundo. ¡Me habías besado!.

 

-Mira- Alzaste nuestras manos entrelazadas y sonreír por la ternura que me producía esa imagen. Estabas sonrojado y algo tembloroso. Realmente quería saber qué es lo que estaba pasando.- Nuestras manos encajan perfectamente. Tú y yo encajamos perfectamente. Estamos hechos el uno para el otro- Mi boca se abrió de golpe, al igual que mis ojos. ¿Qué habías dicho?.- Se que me odiarás después de esto, pero ya no puedo seguir con esta mentira. He puesto todo de mi parte por olvidarte, de verdad que lo he hecho. He intentado enamorarme de Alex desde el día que me confesó que me amaba, he intentado mirarle con los ojos que te miro a ti, he intentado hacerme creer a mi mismo que te había olvidado, que me había enamorado perdidamente de Alex, y por un tiempo funcionó, creeme.- Yo aún seguía sin dar crédito a lo que escuchaba.- Pero el estar allí, viviendo junto a él día a día, sin poder verte o tenerte cerca.... me hizo pensar de nuevo. Yo no te he olvidado, y me he dado cuenta de que jamás podría hacerlo. Esto era solo una simple mentira que yo mismo me había creado. Siempre has sido tú mi pieza perdida. Siempre tú y... yo tenía tanto miedo cuando lo descubrí que pensé miles de veces en alejarme de ti, pero nunca podía. Hace ya años que por primera vez me pregunté que sería besarte, a ti, la persona que siempre había estado a mi lado, y tiempo después vi que había caído completamente a tus píes. Pero me dije a mi mismo que eso jamás sería posible, y por eso seguía intentando recordarme una y otra vez, que nunca podría pasar nada entre tú y yo cada vez que nos veíamos. Entonces, dos años después, viene Alex dicíendome que me quería, que si tenía alguna oportunidad, y yo solo podía pensar en ti...- Ya no aguantaba más. Me acababas de confesar que me querías y seguramente no te habías dado ni cuenta, ya que cuando te percataste de todo lo que habías dicho y hecho, tu cara se volvió roja y te alejaste de mi, pero yo no te dejé. Me querías. Eso me bastaba. Y ahora, tenía la suerte de tenerte en mis brazos.

 

Te acerqué lo más que pude a mi y tras un 'Te quiero más que a nadie', eliminé la distancia que nos separaba hasta que nuestros labios se encontraron en un dulce beso.

 

Desde ese día mi vida cambió.

 

 

Esa fue la primera vez desde hace años que me sentía completamente feliz.

 

 

 

 

 

Con cada 'te amo', 'me encanta como eres', 'eres lo que más quiero', 'sin ti no se que haría', dejé de odiarme, la tristeza desapareció, y aunque quedaban cicatrices de la batalla que había tenido contra mi mismo durante casi dos años, había ganado esa guerra. Te tenía conmigo, y eso hacía que mi mundo, al igual que mi vida, tuviese sentido.

 

 

-“Si tú eres feliz...”- Te susurré al oído, mientras acariciaba tu espalda lenta y sensualmente. Te estremesiste ante ese contacto. Sentía tu corazón latir fuertemente, al igual que el mío. Llevabamos dos semanas juntos, y todo parecía ser el paraiso. Deseaba esto, lo deseaba desde hacía tanto tiempo que no podía sonreir siempre que estabas a mi lado. ¡Tú realmente eras la luz de mi vida!.

 

Quizás las promesas si se deban tomar en cuenta”.

 

Y allí estabamos los dos actualmente, tú debajo de mi, gimiendo mi nombre entre caricias y fogosos besos, y yo encima de ti, haciéndote enloquecer -al igual que tú hacías conmigo a cada segundo-. Mi vida ahora se sentía completa y tenía sentido. Tú, que eras lo único que me quedaba, tú que eras la persona que me había salvado del abismo, estabas allí, junto a mi.

 

 

 

Esa, sin embargo, no fue la primera vez que me invadió la felicidad, pero si la primera vez que nuestros cuerpos se hicieron uno.

 

 

 

En ese momento me pregunté si así se sentiría al estar muerto y alcanzar el cielo, pero también tenía claro que no lo quería averiguar hasta dentro de mucho, mucho, mucho tiempo.

 

 

Si tú eres feliz, yo soy feliz. Porque te tengo a mi lado, para siempre”.

 

 

 

 

 

Y así fue como la triste historia de Samuel tuvo un final feliz, bien merecido, a mi parecer. ¿Qué les pareció?. Realmente quería escribir algo como esto, ya que últimamente no me siento bien, y aunque no tenga nada que ver con el escrito, realmente me ha ayudado a sentirme algo mejor. Se que puede ser raro y, en partes, algo triste pero... bueno, aún así me gustaría saber que piensan y todo eso :D.

 

Agradecer por haberos tomado vuestro tiempo para leerme.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).